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El reino de los Dioses Malditos por Syna-chan

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Notas del capitulo:

Y después de estar casi un año desaparecida, pude encontrar la inspiración, las ganas y la decencia de volver a subir un nuevo capítulo de esta loca historia, la cual va rizando el rizo de lo complicada que es...

En este capítulo por fin pondré los nombres de los dioses griegos, más que nada porque así yo estoy más cómoda escribiendo y vosotros mis queridos lectores estaréis más cómodos leyendo. También introduciré nuevos personajes, sacados de la mitología medieval, son personajes que me encantan y que si o si tenían que salir en este fanfic.

Si queréis os puedo facilitar los mitos tanto griegos como medievales que estoy utilizando, para que tengáis un poco más de información. 

Y sin más dilatación (?) os dejo el capítulo recién salido del horno :3

  1. La Reunión

 

Unos días antes, lejos de allí------------------------------------------------------------

 

-       Hermano, tienes que volver en ti y terminar con esto, Aythami  ya no…- se vio interrumpida por el sonido de algo rompiéndose a su lado.

-       Aythami volverá y eso es tan cierto como el hecho de que yo soy un dios y mi palabra es ley.- sentenció aquel dios loco, quien después de 500 años seguía sin poder aceptar la muerte de su amado príncipe. – Volveremos a estar juntos, y matare y enviare al peor de los infiernos al maldito hijo de mil putas que me lo arrebató de mi lado. Lo juro por mi nombre y mi poder, por el oráculo, las artes y las artes sanadoras que lo encontrare y todo volverá a ser como antes.

Apolo se fue de la habitación dejando a Arthemis sola, sin poder hacer nada para frenar la locura de su hermano. Ya había agotado todos sus recursos, y nada hacía efecto.

-       Tengo que acabar con esto, pero no puedo sola. Tendré que pedir ayuda, ¿pero a quién?- cavilaba en voz alta la diosa.

Fue al bosque a pensar en su problema, eso siempre le ayudaba para pensar soluciones que pudiera llevar a cabo. Fue entonces cuando se le ocurrió una idea. Solo podría solucionar esto con la resurrección de Aythami, pero eso ya lo habían intentado cientos, miles de veces, y ninguna funcionó. Hades no toleraba que las almas de los muertos salieran y entraran a su libre albedrio, con lo que el único dios que podría llevar las almas fue Hermes, y ningún dios podría resucitar a nadie a menos que superaran una serie de pruebas imposibles para los dioses, aun mas imposibles para los mortales. Así pues, esa solución era inviable, y necesitaba a otros que la pudieran ayudar. Llegó al lago que había en el bosque, y sentándose en una raíz, llamo a su fiel ciervo, y acariciando su suave pelaje, vio cómo se alzaba del lago Nimue, la inmortal dama del lago, quien al ver la cara de preocupación de la diosa se acercó a ella.

-       Oh diosa inmortal, ¿qué razón hace que estés así de malograda?- pregunto la Dama preocupada al ver la expresión de la cazadora. – Y en qué puede ayudarte esta ninfa para solucionarlo.

-       Verás Nimue, sabes tan bien como yo el problema que tiene mi hermano, y que después de 500 años aun no encontramos la solución, pues es inalcanzable. Necesitaríamos más que un milagro para poder volver a como era todo antes.- dijo con un gran pesar Arthemis.

Pensando las dos durante un rato, Nimue recuerda la profecía que realizo Apolo en su retiro antes de la muerte de Aythami, en la que se decía que unos héroes vendrán allende del mar, harían el milagro de devolver la salud del reino en extrema pobreza devolviendo el trono a su legítimo dueño y devolviendo el corazón a la divinidad.

-       Arthemis querida, en estos momentos recuerdo la profecía que hizo tu hermano antes de la catástrofe. ¿La recuerdas tú también?

-       No Nimue, no recuerdo ninguna profecía, ¿Cómo te has acordado tú?- pregunto desconcertada la diosa, sin recordar ciertamente esos momentos previos.- lo único que puedo recordar de entonces es la felicidad que irradiaba mi hermano, la despreocupación de la que se caracterizaba en aquel entonces, esos momentos de paz en los que nadie lo podía atormentar mientras pensaba en Aythami.

-       Arthemis, recuerda también que antes de Dama del lago y protectora de los caballeros dragones fui antes la musa de la memoria, Mnemosine, y que pasaba mucho tiempo al lado de tu querido hermano en los momentos de inspiración musical de los que este gozaba – le contesto a Arthemis con una sonrisa, - la profecía que hizo tu hermano dice que unos jóvenes de más allá del mar vendrían a poner orden en el reino y a “devolver el corazón a la divinidad”. En su momento, nadie pudo descifrar esta última parte, pero actualmente encaja con nuestra intención de devolverle la felicidad a Apolo.

-       ¡Tienes razón, todo cobra sentido!- dijo Arthemis con alegría,- por fin podremos saber qué hacer.

-       Así es, pero tendremos que esperar para hacer planes. Por ahora, hare que mis caballeros estén atentos a su llegada, para que los traigan a mi palacio y así poder hacer los planes convenientes.

-       Por supuesto, hasta entonces ¿me podrías dejar pernoctar en tu palacio?, no me gustaría darle falsas esperanzas a mi hermano, bastante hundido esta ya.

-       Por supuesto Arthemis, puedes quedarte aquí el tiempo que tú quieras- respondió con una sonrisa Nimue.

Así pues, las dos fueron al centro del lago y se hundieron en él, para llegar al palacio sumergido, en el cual estaban sir Lancelot y sir Gawain discutiendo, como siempre, y sir Galahad intentando tranquilizarlos mientras sir Tristán le ayudaba a contenerlos antes de que rompieran algo y sir Percival miraba la situación.

-       Galahad, Tristán, es inútil, ¿Por qué no dejáis que se cansen?,  no os van a hacer ni caso. – comento sir Percival al mismo tiempo que sir Lancelot le daba una patada en el pecho a sir Gawain.

Al ver llegar a Nimue y a Arthemis, Percival les dedico una reverencia, mientras los otros caballeros seguían en la discusión, sin darse cuenta de la llegada de las dos señoras.

-       Mis señoras, les ruego perdonen esta falta de cortesía por parte del resto de caballeros, pero como pueden ver ya están volviendo a discutir. – saludo Percival a las damas. Al ver a Gawain rompiéndole la nariz a Lancelot, a Galahad y a Tristán apelando a la cordura de los otros dos y a Lancelot maldiciendo a todo lo que tenía por delante, Arthemis no sabía qué hacer, pues no aguantaba que unos hombres que suponía que eran disciplinados, obedientes, responsables, se peleaban de esa manera entre ellos. No sabía si liarse a collejas con ellos hasta que recuperaran la razón o irse de allí y aguantar la depresión de su hermano, la cual llegaba a su peor condición al aproximarse el aniversario del trágico día.

-       Sir Percival, ¿podrías decirnos porque razón están peleando sir Lancelot y sin Gawain por favor?- pregunto Nimue, acostumbrada ya a este tipo de situaciones. Sabía que en el fondo los dos caballeros se llevaban bien, pero que muy de vez en cuando perdían los papeles, pues los dos eran muy irascibles. Los otros caballeros eran de talante más tranquilo, y todos se llevaban como hermanos, pues combatían juntos desde hacía ya mucho tiempo.

-       Por supuesto mi señora- respondió Percival.- están peleando porque durante la comida, el palto de Lancelot se llenó medio centímetro más que el de Gawain, y desde hace dos horas llevan peleando de esta manera.

-       ¡¿Me estás diciendo que llevan dos horas peleando por una gilipollez como esa?!- exclamo Arthemis presa de la incredulidad ante la estupidez de los caballeros.

-       Así es mi señora, pero esto pasa todos los días, se cansaran, harán una visita a la enfermería, la señora Nimue los regañara un poco, y finalmente estarán tranquilos hasta mañana, cuando vuelvan a discutir por alguna u otra razón.

-       Tenemos un record de dos días sin discusiones- dijo Nimue con una sonrisa, divertida al ver la cara que estaba poniendo la diosa, quien a cada momento que pasaba más de los nervios que se ponía.

-       Pues Nimue, querida, mientras este aquí voy a superar ese record y vamos a tener una temporadita sin discusiones, empezando desde ahora.- dijo la cazadora decidida.

Decidió utilizar la técnica que utilizaba para controlar a Apolo cuando se portaba mal cuando eran pequeños: desencordó su arco, y con la vara rígida, les atizo a los dos en la parte posterior de las rodillas, haciendo que los dos pararan. Una vez hecho esto, los ato a los dos con los cordones de las sandalias que llevaba.

-       Ahora me vais a escuchar, y mientras este aquí no tolerare que os peleéis entre vosotros, ¿está claro?- amenazo la diosa con un aura oscura de enfado, que hacía que los dos caballeros se estremeciesen de miedo.

-       ¡Sí, mi señora!- exclamaron los dos al unísono, con un escalofrío que les recorrió la espina dorsal al leer la amenaza que escondían esos ojos divinos.

-       Caballeros, tengo órdenes para vosotros.- reunió la Dama una vez recuperados todos de la escena anterior- tenemos conocimiento de que unos jóvenes llegaran dentro de unos días, esos jóvenes son protagonistas de una profecía que se cumplirá a su llegada. Quiero que cuando lleguen, los esperéis y los escoltéis hasta aquí, para ponerlos a salvo de cualquier peligro que haga que la profecía no se cumpla. Esto es muy importante para todos, pues es posible que el joven rey Aythami vuelva a la vida y con ello que Apolo recupere la razón. ¿Están claras las órdenes?

-       ¡Sí mi señora! – respondieron los caballeros a una, y con una reverencia se retiraron a hacer los preparativos.

-       Espero que todo salga bien- dijo la cazadora, con un halito de esperanza en su pecho.

 

 

En la actualidad, en el reino--------------------------------------------------------------

 

Los asesinatos continuaban, no había nadie que se pusiera a salvo, nadie podía saber qué hacer para evitar ser blanco de los asesinos, quienes ocultos diezmaban la población, haciendo que cundiera el pánico, que hacían que los ciudadanos, pobres infelices que no tenían la culpa de nada, salvo de existir y sobrevivir por su propios medios, desearan la llegada de un salvador que pusiera orden y los gobernara como antaño, que volvieran los reyes justos que hacían que el reino prosperara, que hacían que las amenazas se quedaran en tratados de paz, que hacían que la paz fuera algo tangible, algo real.

Perdida ya la esperanza por un reino pacifico, se alza sobre ellos un hombre, Gaheris, el traidor, el asesino, el culpable de todo esto, se alzó, y con promesas vacías sobre un reino pacifico como antaño, tomo el poder.

Paso por la espada y el cadalso a los hombres a los que utilizo como asesinos, y hecho esto, se autoproclamo rey Gaheris I, Sumo Protector del reino de Betania. Lo que no sabían los pobres habitantes de la misma es que lo peor aún estaba por llegar.

 

De vuelta con los chicos------------------------------------------------------------------

 

 

-       Tenemos las órdenes de poneros a salvo en el palacio de lady Nimue- dijo el caballero.

-       ¿Tenemos?- pregunto Law.- ¿tú y quienes más?

A esto salieron el resto de caballeros del lago, desmontaron de sus monturas y se quitaron los yelmos. Los caballos volvieron al lago, extrañando a los chicos, quienes no tenían ni la más mínima idea de lo que estaba pasando en aquel mismo instante.

-       Permitid que nos presentemos- dijo el primer caballero.- mi nombre es sir Lancelot, mano derecha del fallecido rey. Estos son mis compañeros: a mi derecha están sir Galahad y sir Tristán, y a mi izquierda están sir Gawain y sir Percival. Tenemos las órdenes de poneros a salvo de cualquier peligro.

-       Un poco tarde para eso- dijo Robin,- pues casi nos mata un loco en la ciudad.

-       Sentimos el no haber podido ir antes a escoltaros, pero no teníamos la posibilidad de saber exactamente el momento en el que apareceríais.- se disculpó Galahad.

-       Ahora debemos irnos, nos están esperando en palacio, e imagino que queréis comer y descansar después del día de hoy- apremio Lancelot.

-       Si va a haber un banquete será mejor que haya mucha comida, porque tenemos dos agujeros negros aquí- comento Sanji mirando a los hermanos D., quienes no se dieron por aludidos.

-       No os preocupéis por ello, habrá comida de sobra- dijo Percival.

-       BIEN, COMIDA- empezó a gritar Luffy, quien no podía esperar a los deliciosos manjares que le estaban llamando.

-       En ese caso- comenzaron a transformarse los caballeros. Las manos pasaron a ser garras, de sus espaldas surgieron alas escamosas semejantes a alas de murciélago, les salieron colas poderosas capaces de arrasar todo el bosque que tenían a sus espaldas, su cuerpo comenzó a llenarse de escamas que diferenciaban a los caballeros.

Lancelot paso a ser un dragón negro con reflejos rojos, ojos igualmente rojos, con un aspecto terrorífico, sin dejar de ser majestuoso y elegante; Gawain era un dragón rojo escarlata, del color de la sangre, con los ojos violeta, de aspecto fuerte, musculoso; Galahad era un dragón elegante, de color plateado, con un aspecto bondadoso, puro, reflejaba su personalidad inocente, los ojos dorados purificaban todo aquello que veían; Percival era de color violeta, cono ojos igualmente dorados, también daba buenas vibraciones; Tristán de color verde, y ojos azules, tenía aspecto ágil, nadie podía negar que era el más rápido de aquellos dragones.

-       Bien, subíos a nuestros lomos, os llevaremos a palacio- dijo Lancelot con una voz profunda y grave.

-       No hace falta que me llevéis a mí también, puedo volar por mi cuenta- dijo Marco transformándose el también en un ave fénix.

-       Vaya hacia muchos años que no veía un fénix- dijo Galahad sorprendido al ver a Marco.

-       Está bien, los demás subíos- apremio Lancelot a los chicos.

Así pues, Ace y Luffy subieron a lomos de Galahad, Law y Robin se subieron en Percival, Nami y Usopp sobre Tristán, y por último Sanji y Zoro sobre Gawain. Lancelot abriría la comitiva, y entrando en el lago, se sumergió.

-       Esperad un momento, algunos somos usuarios de akuma no mi, podríamos debilitarnos bajo el agua- advirtió Robin antes de que los demás dragones se sumergieran.

-       No os preocupéis por eso, el agua de este lago no os dañara ni os debilitara mientras estéis sumergidos aquí- dijo Galahad con una sonrisa.

-       VAMONOS- grito Luffy con alegría, abrazando luego a su hermano al notar la frialdad del agua. También cerró los ojos y aguanto la respiración, al igual que todos sus acompañantes.

-       No hace falta que aguantéis la respiración o cerréis los ojos, podéis respirar tranquilamente bajo esta agua- oyeron en sus cabezas. – Eso sí, no podéis hablar salvo por el canal telepático que acabo de abrir entre todos. Disfrutad del paisaje. – Era la voz de Galahad, quien era el único telépata entre los caballeros, mientras seguía a su padre, quien por su parte ya estaba llegando al palacio.

 Pudieron ver distintos animales, hipocampos, nereidas nadando con sus delfines, sirenas acicalándose, ruinas sumergidas, era un paisaje que hacia las delicias de aquellos piratas, quienes se maravillaban y se deleitaban con las imágenes que veían. Usopp, Luffy y Ace querían ver a los animales, era la primera vez que veían tal variedad de criaturas fantásticas. Law y Robin querían explorar aquellas ruinas, aprovechando que podían estar bajo el agua sin que sus habilidades les pudieran estorbar. Nami y Marco querían registrar cuanto antes todo lo vivido en aquellos días, pues bien les hacía falta un buen respiro para poner en orden todo aquello. Sanji quería ir detrás de las nereidas y las sirenas, y Zoro solo podía cogerlo de la cintura y desear llegar ya, pues temía perderlo antes de poder tener la oportunidad de que estuvieran los dos juntos.

Un buen rato después pudieron llegar al palacio, cuando entraron pudieron ver un gran salón de mármol blanco, con columnas rosadas decorativas, unas grandes escalinatas de mármol con bordes de oro, barandillas doradas, y grandes pasillos a los lados de aquel gran salón. Frente a las escalinatas podían ver a dos mujeres, una de ellas con un gran vestido de tonos marfil y dorados, con un bellos corpiño entallado, y de cabellos recogidos a un lado. Su mirada era azul, azul como el mar en un día soleado y tranquilo, que reflejaban paz y serenidad allá donde pudiera mirar. La otra dama llevaba una túnica corta al estilo romano, llevaba el pelo corto, recogido en una cola de caballo, que le brindaba una gran comodidad. Sus ojos eran verdes, como el más verde de los bosques salvajes. Era portadora de un arco dorado, acompañado de sus flechas, también doradas. No cabía duda de que estaban ante dos mujeres poderosas, que podían hacer leyes con solo un pestañeo, pues tal era el poder que reflejaban.

-       Bienvenidos a mi palacio, jóvenes piratas, os estábamos esperando- saludo la dama de blanco con una sonrisa. – soy Nimue, la Dama del lago, guía de los caballeros del Sol Invicto, y mi acompañante es la diosa Arthemis, diosa de la caza y diosa luna entre otras cosas. Por favor, acompañadnos al banquete que os hemos preparado en vuestro honor.

Los chicos se quedaron sorprendidos al saber quiénes eran las dos damas, aunque más sorpresas les vendrían a continuación. Luffy estuvo atento hasta que la Dama dijo “banquete”, y después de eso no volvió a escuchar nada más, centrándose solo en la comida y en la carne que habría allí. A todos les rugieron los estómagos, Nami se sonrojo, Robin solo soltó una risita, Law carraspeo un poco, marco solo miro hacia otro lado avergonzado, Usopp no sabía dónde meterse, sanji encendió su cigarro para disimular y Zoro, Ace y Luffy se quedaron a la espera de que los guiaran para ir al banquete.

-       Lancelot ¿porque no los guías al comedor? Parece que no han comido en días- dijo Arthemis con una sonrisa.

-       Por supuesto mi señora- respondió Lancelot. –Por aquí si son tan ama- Luffy le interrumpió antes de que terminara de indicarles echándosele encima, antes de que los demás pudieran pararle. Zoro y Law levantaron al pequeño mugiwara y lo alejaron un poco del caballero accidentado. Este, con un poco de ayuda de Galahad y Tristán, escuchando las risas de Gawain, y las disculpas de los piratas, se enfadó y empezó a gritar.

-       Lancelot, tranquilízate, solo fue un accidente- le decía Galahad.

-       Lo sentimos mucho, mi hermano es muy impaciente cuando llega la hora de comer y es difícil de controlar- se disculpaba Ace sin parar.

-       Lancelot, querido, tranquilízate por favor, son nuestros invitados, y seguro que esto no vuelve a pasar. Pasemos ya al comedor, pues tenemos muchas cosas de las que hablar mientras comemos. Por cierto, ¿tenéis alguna alergia o preferencia alimentaria? Para poder retirar los platos antes de comer- dijo la Dama con una sonrisa.

-       Trafalgar-san odia el pan, y los hermanos Ace-san y Luffy-san tienen preferencia con la carne, mi señora- se apresuró a decir Galahad.

-       ¿Cómo sabes nuestros nombres si aún no nos hemos presentado?- pregunto Law, extrañado y rememorando el rato que había pasado desde que lo habían visto por primera vez.

-       Tal vez fuera cuando estableció aquel canal telepático mientras cruzábamos el lago- recordó Robin.

-       Así es milady- concedió Galahad. -Pude averiguar vuestros nombres y un par de datos, no ahonde más en vuestras mentes, pues hubiera sido una falta muy grave por mi parte.

-       Basta de cháchara, vamos a comer- dijo la diosa, ya impaciente.

Así, fueron todos al comedor, y cuando llegaron vieron una larga mesa con las sillas justas para ellos y para los caballeros, en la mesa había vino, cerveza, distintos tipos de licores suaves, bebidas sin alcohol, y muchísima comida, como distintos tipos de carne, acompañadas de una gran variedad de guarniciones y comidas que no habían visto nunca. Habían muchas recetas exóticas, recetas también que eran habituales, animales asados enteros. Había toda una mesa aparte para los postres, con decoraciones imposibles, parecían pequeñas obras de arte, casi les daba pena comérselas.

Se sentaron todos a la mesa, y esperando y conteniendo al capitán goloso hasta que las anfitrionas se sentaran y dieran comienzo a la batalla y la defensa de sus raciones ante los futuros robos por parte de los hermanos D., quienes ya estaban listos para arrasarlo todo.

-       Que os aproveche a todos- sonaron las trompetas de caballería, y los hermanos D. empezaron con el espectáculo. Ni la diosa ni los caballeros se esperaban que fueran tan destructivos al comer, y eso que ellos mismos comían como si fuera el último día de vida que tenían. Así pues, comenzaron a imitar a los piratas, quienes ya estaban más que acostumbrados al despliegue de los dos agujeros negros, y defendieron sus porciones de comida lo mejor que pudieron. No hizo mucha falta, ya que había suficiente comida como para que todos estuvieran más que satisfechos al terminar con los postres.

-       Bien, ya que hemos terminado todos de comer, porque no hablamos de porque era tan importante ponernos a salvo- dijo Law mientras daba un sorbo a su café.

-       Os hemos puesto a salvo por la profecía de mi hermano- contesto Arthemis con pereza.- los detalles os los puede dar Nimue, ya que es ella la que mejor se acuerda de la profecía.

-       La profecía dice que unos jóvenes de más allá del mar vendrían a poner orden en el reino y a devolver el corazón a la divinidad. Habéis sido los únicos visitantes en 500 años, y venís de más allá del mar por lo que sois los únicos que podéis salvar este reino.

-       ¿A qué divinidad hay que devolverle el corazón?- pregunto Nami.

-       A mi hermano Apolo. Su prometido murió y desde entonces no levanta cabeza. La única manera que hay para que vuelva a ser el mismo es devolviéndole la vida a su prometido, pero ni siquiera los dioses podíamos hacerlo. Y resulta que vosotros habéis resucitado a alguien hace no mucho si no me equivoco- resumió la diosa moviendo el vino especiado y mirando a Ace calculadoramente.

-       Así es señora, volví a la vida hace unas horas- confirmo Ace.

-       Definitivamente me tenéis que ayudar. Mañana os llevare a ver a mi hermano- resolvió Arthemis sin discusión.- Aunque va a ser difícil sacar a ese cabezón del templo en el que se ha recluido. ¿Tenéis a un buen medico con el que pueda discutir sobre vísceras y demás cosas de médicos?

-       Yo mismo, soy cirujano- dijo Law.

-       ¿Te gustan las torturas sádicas?- pregunto con cierto interés la cazadora.

-       Depende de la víctima- respondió con una de sus sonrisas más perturbadoras.

-       Tú, mi hermano y yo nos vamos a llevar muy muy bien chico- dijo la diosa con una gran sonrisa.

-       Diosa-san, ¿son ciertas todas las historias acerca de la violencia de su hermano?- pregunto Robin con ganas de conocer más acerca de la cultura griega.

-       Historias hay muchas, hay algunas que solo fueron rumores absurdos, pero hay otras como la de Marsias, los Niobidas o el imbécil de Acteón que sí que fueron reales.

-       Es interesante saberlo, me gustaría saber si los Niobidas tiñeron el suelo y las paredes de rojo- comento Robin.

-       No solo eso, también fue un gran placer matarlos y que la zorra de Niobe aprendiera la lección de no meterse con nuestra madre- respondió Arthemis.- por cierto tú también me estas cayendo bien, ¿a qué te dedicas?

-       Soy arqueóloga desde hace mucho tiempo, y siempre me interesa saber si los mitos de las distintas culturas tienen una base real o son mera fantasía- dijo Robin dando un sorbo a su café.

-       Siento interrumpir la charla, pero algunos de vuestros compañeros están muertos de sueño me parece- dijo Nimue con una sonrisa, como ya viene siendo habitual.- ya es hora de descansar, mañana será un día muy duro.

-       Por supuesto, los llevare a sus habitaciones- se apresuró a levantarse Lancelot.

Los chicos despertaron a los durmientes hermanos D., al marimo y a Nami y Usopp, y fueron a las habitaciones que habían en un gran pasillo. Las habitaciones eran grandes y lujosas, con grandes camas de dosel.

-       Espero que no os importe compartir habitaciones, no disponemos de camas individuales y estas han sido las que hemos habilitado para vosotros, pues no sabíamos cuántos ibais a ser.

-       Está bien, no nos importa compartir habitaciones- dijo la navegante.

-       Solo preparamos una habitación individual, ¿quién la ocupara?- pregunto el caballero.

-       La ocupare yo mismo, nunca fui de compartir- se apresuró el cirujano. Luffy se entristeció un poco al saber que no podría dormir junto a Law, así que esperaba que su hermano le dejara dormir con él.

-        Bien, esta es la habitación, que pases una buena noche- dijo Lancelot indicándole la habitación.

La habitación era enorme, con una cama matrimonial, aunque era para una sola persona. Law fue al baño a darse una buena ducha antes de dormir, cosa que siempre le sentaba bien después de un día agotador. Esperaba que Luffy durmiera bien, aunque prefería que estuviera con él, no se sentía preparado como para dormir juntos aun, quería ir poco a poco y hacer las cosas bien.

-       Ace y yo dormiremos juntos entonces- dijo Marco, haciendo que el pequeño monito protestara un poco.

-       Luffy, tranquilo, la próxima vez dormiremos los dos juntos como cuando éramos pequeños ¿de acuerdo?- consoló Ace a su hermanito.

-       Está bien- dijo Luffy con un puchero.

Entraron los dos piratas a su habitación, era tan grande como la de Trafalgar, con una sola cama matrimonial, ideal para lo que Marco tenía planeado hacer.

-       Bien estas son las demás habitaciones, os organizáis como os sea más cómodo, el desayuno es a la hora en que os levantéis, no hay prisa- indico Lancelot. – que tengáis buena noche, los próximos días serán duros.

-       Gracias Lancelot-san- dijo Robin.

-       Bien chicos, Luffy dormirás con Usopp, y sanji-kun dormirás con Zoro. Robin y yo iremos juntas, ¿está claro?- dijo la navegante.

-       Si nami-swaaaaaan- contesto el cocinero.

-       Bien, todos a dormir.

Entraron todos a las habitaciones, Zoro se quedó rendido automáticamente con solo el gesto de tumbarse en la cama, cosa que siempre sorprenderá al cocinero. Este fue al baño e hizo lo mismo que Law, quedándose dormido al lado del marimo justo cuando su cabeza rozo su almohada.

Robin prefirió investigar un poco aquel libro, cuyas runas volvieron a aparecer, y aprovechando algunos libros que había en la estantería intento descifrar lo que allí ponía. Después de un buen rato de investigación, dejo el libro sobre la mesa y fue a descansar junto con Nami, quien se había dado un buen baño en la gran bañera que había.

Luffy por su parte, cuando vio que Usopp ya estaba bien dormido como un tronco, salió de la habitación y con mucho sigilo, fue a la habitación del cirujano. Abrió la puerta despacito, evitando hacer ruido, y con el mismo sigilo con el que había estado hasta ahora, se metió en la cama y se acurruco junto a Law. Law se despertó al sentir la puerta abrirse, y ya se imaginó quien estaba junto a él. Decidió que ya no importaba, y se giró y abrazo al pequeño monito, deseándole así buenas noches.

Ace y marco por su parte, estaban celebrando su encuentro, después de dos años separados.

 

Unos minutos antes------------------------------------------------------------------------

 

Ace fue a ducharse, y Marco lo espero sentado en la cama.

-       Marco, es tu turno para ducharte- dijo Ace saliendo solo cubierto por una toalla. Marco lo acorralo contra la pared y habiendo mordido su cuello con delicadeza susurro.

-       Puedo ducharme más tarde, ahora tengo algo más importante que hacer.

Habiendo dicho esto, tumbo a Ace sobre la cama y le quito la toalla que le cubría. Comenzó a repartir besos por todo su cuello, por sus labios, besos ardientes de ansia, un ansia que llevaba dos años creciendo y que por fin iba a ser satisfecha. Acaricio su caliente cuerpo, moldeándolo con sus delgadas manos, mientras escuchaba suspirar a Ace. Ace respondía tocando los brazos de Marco, apreciando sus fuertes músculos, había echado tanto de menos el estar junto a él, quería que ese momento no terminara nunca, amaba esos momentos de intimidad en los que Marco le hacía suyo. Comenzó a besar el pecho de Ace, arrancándole gemidos cada vez que acariciaba sus pezones con los labios. Comenzó a estimularlos con pequeñas lamidas, siguiendo con pequeños chupetones, tal y como había hecho con su cuello. Siguió robándole pequeños gemidos a su querida llamita, como le gustaba llamarle en sus momentos románticos, como cuando se le declaro sobre la cubierta del Moby Dick.

-       M-Marco, n-n-no puedo m-más- gimió Ace con los ojos cerrados, dejándose llevar por los movimientos que hacia la mano de marco en su glande.

-       Prepárate porque te voy a dar fuertiflojo por todos lados llamita mía- susurro Marco junto a su oreja. Siguió masajeando aquella zona tan sensible, y acerco su boca al glande, empezando a lamerlo y arrancándole gemidos más profundos a su pareja. No pudo resistirse a ello, y con una sonrisa trago por entero aquel delicioso manjar, haciendo que Ace se derritiera por entero. Siguió masajeando y comiendo aquel maravilloso glande, hasta que llegó el momento en que Ace estaba a punto de correrse.

-       Mmmarco, para-a por favor aah, me corro- gemía Ace con gran intensidad.

-       Aun no Ace, todavía queda mucho antes de eso- dijo Marco con una sonrisa.

-       Entonces déjame complacerte- dijo Ace con gran lujuria. Se colocó encima de Marco sobre su pantalón aun cerrado. Libero su gran erección y comenzó a masajearla y a lamer la punta tal y como sabía que le gustaba. No tardo en empezar a profundizar la lamida y llego al punto de tragársela entera, todo esto sin dejar de chupar y mover ese gran glande. Marco no paraba de gemir, Ace no había perdido facultades durante ese tiempo, seguía conociendo lo que a él le satisfacía, lo cual era muy bueno. No pudo contenerse más y se corrió en aquella deliciosa boca. Ace se retiró dejando que un pequeño hilo de semen uniera su lengua y el pene de Marco, una imagen que siempre le ponía a mil por hora. No pudo esperar más y acerco tres de sus dedos a la boca de Ace, haciendo que este los lubricara, y acto seguido los arrimó al culo de Ace, haciendo que este se estremeciera. Introdujo el primer dígito, era muy molesto, parecía que volvía a ser virgen, por muy poco tiempo. Ace se quejó un poco, pero se acostumbraba rápido, ya estaba habituado a esas atenciones por parte de Marco. Introdujo el segundo dedo, volviendo a sacar un quejido de Ace, y haciendo movimientos de tijera dilato aquel agujero, haciendo que en poco tiempo Ace quisiera más. No hizo falta introducir el tercer dedo, pues Ace ya estaba listo para la penetración.

-       Marco, estoy listo, follame- suplico Ace con los ojos llorosos de placer.

-       De acuerdo pequeño, te voy a hacer mío como nunca antes te lo he hecho- sentencio el mayor. Comenzó a aproximar la punta a la entrada, haciendo estremecer al pelinegro, llevado ya por muchas emociones. Empezó a entrar por aquella estrechez, dolía un poco, pero empezaba a acostumbrarse. Una vez dentro espero un poco a que Ace se habituase, siempre le costaba más acostumbrarse a tenerlo dentro. Una vez que el pelinegro le dio permiso para poder moverse, empezó a darle pequeñas embestidas, que cada vez más aumentaban de potencia y hacían arder en deseo al joven pelinegro. Conforme iban creciendo la fuerza de las embestidas iban aumentando los gritos de placer de Ace, llegando a su máximo exponente al rozar aquel punto que lo volvía loco. el pelinegro estaba a punto de explotar del éxtasis, pero se contuvo, quería esperar para tener el orgasmo al mismo tiempo que su amado rubio.

Ya llegaba el momento, iban a explotar los dos de un momento a otro, ya no podían más, estaban al límite de sus fuerzas, cuando llego el momento, unieron sus voces en un grito en el que dijeron solo sus nombres, pero con una pasión y un amor que nada ni nadie podía romper, ese momento en el que la mente se quedó en blanco y lo único en que se podía pensar era en el nombre de la persona amada, ese momento único, antes del derrumbe en el que la debilidad de los músculos se hizo patente.

Llego el momento de las buenas noches. Llego el momento de dormir y caer como un tronco. Llego el momento de descansar para todos los que dormían en el palacio. Llego el momento de paz antes de la tormenta.

-----------------------------------------------------------------------------To be continued

Notas finales:

Espero que os haya gustado y vuestros comentarios :3


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