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Detengan el mundo por golddie

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“Debería irme ya”, dijo Daehyun.

Youngjae le miró a través de la mesa. Ambos habían estado comiendo hace poco y se habían quedado ahí hablando por un buen rato, hasta que ahora Daehyun se puso de pie, diciendo esas palabras.

El menor asintió y se puso de pie también.

“Te acompaño hasta la puerta”, soltó, caminando hasta ponerse en frente del otro e ir juntos hasta la entrada.

“Voy a ir a comparar comida, no es muy divertido, pero si quieres puedes venir conmigo”, le dijo a Youngjae, cuando el mismo ya estaba abriéndole la puerta.

“No puedo”, respondió tal vez demasiado rápido, “aún tengo cosas que redactar; ya me distrajiste lo suficiente”, explicó luego.

Daehyun le sonrió ampliamente, parándose en el umbral de la puerta, solo mirando al otro muchacho que le devolvió la sonrisa suavemente. No había nada gracioso, pero aun así no podía parar de sonreír.

Daehyun pensó en lo fácil que sería inclinarse un poco y robarle un beso al otro. Y así lo intentó, pero cuando se acercó a penas un poco, Youngjae se puso serio y miró hacia el otro lado.

“Gracias por venir”, le agradeció, interrumpiendo sus acciones.

El aludido asintió, algo triste por el rechazo, pero a la vez satisfecho porque, hey, al menos lo intentó.

“Por nada”, contestó, sonriéndole por última vez y saliendo de aquel departamento.

Cuando Youngjae cerró la puerta, se quedó quieto ahí un momento, con los ojos cerrados y soltando un fuerte suspiro.

Daehyun se había quedado mucho tiempo con él y a penas se había ido pero ya extrañaba un poco su presencia.

Sin querer pensar más en el asunto y abrir la puerta en un reflejo para pedirle al otro que lo esperase e ir con él, se dio la media vuelta y se marchó a su habitación, disponiéndose a trabajar de inmediato y así conseguir distraer su mente de pensamientos innecesarios.

Después de cerca de una hora, escuchó que alguien tocaba su puerta y frunció el ceño porque no mucha personas conocían su dirección: solo su familia (que no lo visitaba sin previo aviso) y los de la Agencia. La primera persona en que pensó que podía estarle buscando era Daehyun, pues quizás había olvidado algo.

Youngjae se bajó de su cama y caminó algo inseguro hasta la puerta: si era Daehyun no estaba seguro de cómo reaccionar si venía a terminar lo que intentó antes. Y no quería tener que prepararse a eso, la sola idea le asustaba un poco.

Al llegar a la puerta, el timbre volvió a sonar, seguido de una voz femenina que decía: “entrega especial para Yoo Youngjae”, ante lo que el mismo frunció el ceño porque él no había ordenado nada.

“No he ordenado nada”, dijo en voz alta a la persona detrás de la puerta, acercándose para mirar por el ojo de la puerta, descubriendo que seguramente la otra persona lo estaba bloqueando con un dedo, porque solo veía negro.

Al no recibir respuesta, Youngjae decidió ignorarlo. Sintió el reflejo de llamar a alguien, pero lo haría solo si la molesta persona persistía.

Intentó relajarse. Quizás solo había sido un error y la persona que entregaba se había dado cuenta de ello y se había ido, por lo que volvió hasta su habitación.

Hasta que escuchó como alguien intentaba forzar la puerta.

Su sentido de alerta se disparó, y antes de poder pensar en que necesitaba pedir ayuda, corrió hasta la puerta y puso pestillo.

“Déjame entrar, Yoo”, habló la misma voz de antes, “lo haré de todas formas”, dijo eso último con tono de canto.

“Voy a llamar a la policía”, avisó, “si no te vas ahora, lo haré”, le informó, enfadado.

“Eso es muy malo para ti”, respondió la mujer al otro lado, “no me haré responsable por lo que le pasará a Moon Jongup si no me abres”.

Jongup.

“¿Qué?”, inquirió. “¿Quién eres?”, preguntó, y antes de que se diera cuenta, el pestillo había cedido y el picaporte había sido abierto, y la puerta se abrió, también.

Una mujer con cabello corto y castaño, delgada y de facciones maquilladas le sonreía de manera escalofriante.

“Lee Hyemi”, se presentó la muchacha, entrando sin invitación al lugar de manera tan rápida, que Youngjae al dar pasos hacia atrás para alejarse, se tropezó y cayó al piso, “amo cuando caen a mis pies”, musitó ella, acercándose al muchacho con el ruido de sus tacones contra el piso.

“¿Qué quieres?”, espetó Youngjae, poniéndose de pie lo más rápido que pudo.

La mujer le sonrió.

“De ti nada, eres solo la carnada”, le dijo, antes que Youngjae por fin cupiera en un pensamiento lógico y corriera hasta su habitación, cerrando bien la puerta aunque sabía que eso no lo había salvado la última vez.

Youngjae tomó su celular, llamando al número de Daehyun rápidamente. En otro golpe de racionalidad, tomó su computadora y la escondió entremedio de su colchón y el soporte de la cama, esperando que quien fuera la mujer de antes no encontrara la información.

Finalmente, Daehyun contestó.

¿Ya me extrañas?”, respondió.

Youngjae hubiera puesto los ojos en blanco si no fuera porque no podía concentrarse en eso justo ahora.

“Daehyun hay una mujer y entró a mi departamento”, dijo, “ven rápido”, le pidió.

¿Qué?”, inquirió el otro, “¿qué mujer, qué pasa? No entiendo”, contestó de la otra línea.

Youngjae ocultó en su armario el celular de la agencia, escuchando como ahora la cerradura de su habitación estaba siendo forzada.

“Daehyun, no hay tiempo, tienes que venir ya”, le dijo, de pronto hablando de más, “estoy asustado”, soltando eso justo antes de que la puerta fuera nuevamente abierta y ella lo mirara con una sonrisa, mostrándole que en una mano tenía un martillo (y obviamente con eso había forzado la puerta) y avanzando hacia él rápidamente.

Youngjae escuchó al otro decir algo por la otra línea, pero no alcanzó a descifrar qué era, pues el miedo bloqueó sus sentidos, no permitiéndole reaccionar y mucho menos pudo después cuando de un golpe de aquel martillo, Youngjae quedó en el piso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Himchan estaba en la ducha mientras Jongup y Daehyun hablaban en la sala. El mayor no quería escuchar cómo Daehyun le contaba lo que la Agencia había hecho para cubrir su caso, puesto que ya suficiente había tenido con haberlo vivido en persona por todo ese tiempo, además, necesitaba una ducha después de lo que había hecho con Jongup hace cerca de una hora.

Cuando salió del baño, al menos diez minutos después, ya vestido y fresco, caminó por la casa hasta llegar a la cocina, donde Daehyun estaba ocupado de pronto cocinando algo que requería de harina y huevos.

Daehyun cocinaba cuando estaba ansioso. Himchan se acercó a él.

“¿Cómo salió todo?”, preguntó en todo bajo, pues no sabía si Jongup seguía cerca (en la casa, siquiera) pero era mejor prevenir.

El aludido suspiró, rompiendo otro huevo, separando la clara de la yema.

“Compruébalo tú mismo”, respondió, indicándole con un gesto que el menor de ellos estaba en la sala de estar.

Himchan salió de la cocina y dio un par de pasos para ver a Jongup (ya más decentemente vestido) sentado en un sofá, mirando por la ventana de un lado. Sus pies se movieron solos hasta llegar a su lado y sentarse ahí.

“¿Estás bien?”, le preguntó a Jongup, quien aún sin mirarlo, asintió con la cabeza.

“Nunca quise dar tantos problemas, hyung”, soltó Jongup, cerrando los ojos, “pero esto solo me da otra razón para irme lo más pronto posible”, dijo eso último por fin cruzando miradas con el muchacho a su lado.

Himchan intentó controlar su expresión facial, pero falló, demostrando la tristeza que le provocaban esas palabras. Youngjae había tenido razón en aconsejarle que practicara en ese asunto.

“Será lo mejor, hyung”, musitó Jongup después, intentando buscar su mirada, “no creo poder ver al Jefe de nuevo a la cara, y… creo que será lo mejor para ti también”, agregó.

Himchan frunció el ceño, sin querer mirar al menor.

De pronto ese supuesto mejor para él, sonaba como algo terrible.

Daehyun salió de la cocina aceleradamente, con una expresión extraña en su rostro.

“Chicos”, les habló, llamando la atención de ambos, “Youngjae acaba de llamarme y dijo algo extraño”, musitó, inseguro de sus palabras, pues no había razón de estarles contando eso a los otros. Daehyun creía que Youngjae solo estaba jugando con él, ignorando el real peligro que estaba corriendo el mismo.

Jongup no le miró mucho tiempo, pero Himchan frunció el ceño, sin entender a qué iba el otro diciéndoles eso.

“¿Pero qué te dijo?”, preguntó.

El muchacho pareció dudar antes de decir:

“Algo sobre que una mujer había entrado a su casa”, respondió. Jongup abrió los ojos enormemente ante la mención de una mujer, “¿creen que debería preocuparme…?”, preguntó luego, dudoso.

Jongup se puso de pie. Himchan lo observó hasta entender qué provocaría eso en Jongup, alarmándose también.

“Daehyun-hyung”, habló el menor de los tres, moviéndose hasta donde estaba el aludido con Himchan tras él, “Youngjae-hyung está en un grave peligro”, le informó, haciendo que el muchacho pestañeara sin entender.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando llegaron allá, la puerta del departamento de Youngjae tenía la cerradura forzada, cosa que preocupó a los tres de inmediato. Fue algo difícil entrar por la condición de la misma, pero lo lograron luego de que Jongup y Daehyun echaran abajo la puerta.

Al entrar, lo primero que podía verse, era el desorden del salón de estar. La mayoría de los muebles estaban volcados y las cortinas estaban cerradas.

Himchan tuvo un terrible presentimiento.

“¡Youngjae!”, gritó Daehyun, sorprendiendo a los otros que seguían atónitos, “¡Youngjae!”, repitió, con la misma fuerza y entrando mejor a la casa.

Jongup fue el segundo en reaccionar, y con la mente fría, le ordenó a Daehyun que buscara a Youngjae por el lado derecho, donde estaba la pequeña cocina, una habitación y un baño, del departamento, mientras él revisaba el lado izquierdo, donde estaba la habitación y otro baño. Luego, se volteó hacia Himchan y le dijo que se quedara vigilando la entrada y llamara a la policía cuanto antes. Himchan asintió y musitó un ten cuidado cuando Jongup comenzó a alejarse.

Daehyun llegó rápidamente a la cocina revisó en los posibles lugares donde una persona podría estar escondida; no quería pensar en que se lo había llevado del lugar. Desesperadamente abrió la puerta de una habitación del fondo, donde el dueño del hogar guardaba la comida por falta de espacio en la cocina y varias ropas pero justo cuando abrió un armario, escuchó, con terror, el agua andando en el baño de en junto.

Marchó hacia allá en solo segundos, abriendo la puerta y encontrándose con una escena horrorosa: El agua de la tina estaba andando ya habiendo revalsado su capacidad máxima, y arrodillado en las baldosas estaba Youngjae, con sus brazos amarrados en su espalda y con su cabeza sumergida en el agua. Sin poder decir nada por el shock, Daehyun solo llegó hasta el menor y lo sacó de ahí lo más rápido que pudo. Youngjae tenía lesiones en su rostro y su boca tenía algo como de tela dentro. Lo primero que Daehyun hizo fue afirmarlo contra la pared más cercana y revisar su pulso, descubriendo con demasiada ira y tristeza combinadas que latía a una velocidad muy pausada.

Unos segundos después y quizás Youngjae…

Cerró los ojos para no pensar en eso.

Rápidamente quitó la tela que Youngjae había sido forzado a meter en su boca y lo liberó de la cinta que unía sus manos en su espalda.

“Youngjae”, le llamó Daehyun, pero el otro seguía inconsciente, “Youngjae, despierta”, le rogó, ahora poniéndolo de espaldas contra el piso y masajear su pecho, dándole respiración de boca a boca lo mejor que podía al borde de las lágrimas.

Después del quinto intento, el menor tosió fuertemente, haciendo que el rostro de Daehyun fuera iluminado con felicidad.

Youngjae abrió poco a poco los ojos, observando a su alrededor: intentando comprender qué había sucedido. Luego cerró los ojos ante el dolor de su cabeza, justo donde el martillo le había golpeado antes.

“¿Qué te duele?”, preguntó Daehyun.

Sin poder formar palabras, el menor gruñó, intentando sentarse, pero siendo vencido por el cansancio de inmediato. Daehyun se puso a su lado, examinando cada centímetro del otro, intentando descifrar qué le provocaba ese mal. Le ayudó a incorporarse despacio contra la pared nuevamente, ante lo que Youngjae suspiró aliviado, al parecer menos presión sobre esa zona calmó un poco el dolor.

Youngjae miró al otro a los ojos, sin saber qué decir. Daehyun, por su parte, solo podía pensar en que si se hubiera quedado más tiempo con él nada de eso hubiera pasado. Su mano se estiró hasta tocar la mejilla del otro, que estaba algo morada, así que la acarició suavemente. Hace solo un par de horas Youngjae estaba perfectamente, hace solo un par de horas había comido con él y casi le había besado al despedirse.

Y ahora casi se le iba.

Daehyun se inclinó hasta unir sus labios con los otros sorpresivamente. Youngjae cerró los ojos porque los labios del otro se sentían bien contra los propios heridos. Sus manos tocaron el cuello del otro, dándole la señal de que no estaba disgustado por su actuar. Fue un beso suave y superficial, y hubiera sido perfecto si no fuera por las condiciones por las que ocurría.

Solo cuando Daehyun se separó, sin distanciarse mucho, se dio cuenta de que habían lágrimas sobre sus mejillas y miró avergonzado al otro por permitirse mostrarlas. Youngjae le sonrió a penas y con una mano las limpió.

“Hablaremos de esto luego”, musitó Youngjae, intentando ponerse de pie, “ella sigue aquí”, informó.

Daehyun le ayudó a ponerse de pie, poniendo ambas manos sobre sus costados y luego pasando uno de los brazos ajenos por sus hombros para poder caminar.

“¿Quién sigue aquí?”, inquirió Daehyun, pero antes de que el otro pudiera responder, un grito de Himchan les hizo alarmar, y apresurar el paso hasta dónde provino. 

 

 

 

 

 

Cuando Jongup abrió la puerta de la habitación de Youngjae, encontró la cama en perfecto estado, cosa que lo estremeció. Dio un par de pasos para comenzar a buscarlo, pero la puerta se cerró de inmediato, y cuando se dio la vuelta, casi ni se sorprendió al ver a Hyemi ahí, sonriéndole como si nada.

“No pareces sorprendido”, musitó ella, acercándose a Jongup, con ambas manos tras su espalda. Cuando ya llegó a su altura, con una mano acarició el pecho del muchacho por sobre su ropa, “¿qué me delató?”, preguntó curiosa, sin dejar esa sonrisa.

Jongup sabía que debía alejarse, pero no lo hizo.

“Hyemi-noona, vete ahora mismo y no van a arrestarte”, le dijo, tomando la mano con la que la muchacha le acarició antes, la otra seguía escondida tras su espalda, “te ayudaré a escapar y diré que no estabas aquí, por favor”.

La mujer de pronto borró su sonrisa, siendo esta reemplazada por una expresión de tristeza.

“¿Aun quieres ayudarme, Jonguppie?”, inquirió ella, “¿aun después de que maté al muchacho ese y ahora venga por ti?”, preguntó, sacando rápidamente la mano de su espalda y levantándola para enseñarle al menor un gran y filoso cuchillo, “¿crees que eso va a limpiar tu conciencia y te dejaremos de buscar, Moon Jongup?”, soltó ella, acercándose hasta el otro e intentar clavar el cuchillo sobre su pecho, pero el muchacho le sostuvo las muñecas; él era más fuerte, después de todo.

“Aun puedes escapar, noona”, afirmó él, intentando que ella entrara en razón.

La mujer le sonrió dulcemente.

“La única forma de que limpies tu consciencia es muriendo, Jonguppie”, le dijo ella, antes de propinarle un fuerte pisotón al pie del menor y luego un golpe con la rodilla en el estómago, haciendo que quedara de rodillas, “tal como Jongsuk lo ordenó”, advirtió ella, intentando liberar sus manos del agarre del otro.

El forcejeo duró un rato, ella diciéndole que la soltase y golpeándole con la rodilla donde sea que tuviera espacio a esa altura, hasta que por fin el menor la soltó en reflejo por sujetar una parte de su estómago golpeado, pero no sin empujarla hacia atrás, haciéndola caer al suelo. Jongup se puso de pie lo mejor que pudo, y volvió hacia ella.

“Noona, la policía estará aquí en cualquier momento, déjame ayudarte a escapar”, le repitió, ofreciéndole una mano para ayudarla a ponerse de pie.

Hyemi rió en el suelo, y con un rápido movimiento, alzó el cuchillo y cortó parte de la mano de Jongup, quien resintiendo el dolor, se movió hacia atrás. Estaba sangrando.

La mujer se puso de pie, acomodando su ropa y caminó hasta Jongup, y este retrocedió por cada paso que ella daba, sosteniendo su mano herida.

De pronto, Jongup sintió chocar con la cama, cayendo de espaldas.

Hyemi rió ante eso, subiéndose sobre él y sentándose en el estómago del otro para imposibilitar que escapara.

“¿Qué diría Jongsuk al verte así, con su novia en una posición tan comprometedora?”, inquirió ella, levantando la mano con el arma con el filo hacia abajo, lista para hacer daño, “después de todo, no es la primera vez, ¿verdad?”, preguntó, y con mucha fuerza clavó hacia abajo.

Jongup gritó, sintiendo lágrimas en sus ojos. Ella había clavado el cuchillo en la carne de su brazo derecho.

Hyemi sonrió al ver la sangre, preparándose para el próximo ataque.

“Así es como mereces morir, Jongup”, soltó ella, ahora cortando la camisa de Jongup justo por el pecho. Ella sabía que el menor no le haría daño aunque significara que perdería su propia vida, así que estaba tranquila.

Jongup volvió a gritar, un profundo corte en su pecho, que llegaba hasta su estómago lo tenía mareado.

“Noona, por favor”, le pidió a ella, “detén esto”.

Hyemi rió.

“Como tú digas”, soltó, clavando el filo del cuchillo en un hombro del menor, haciéndole estremecer de dolor. “Pronto vas a morir, no te preocupes”.

Antes de que Jongup pudiera decir otra cosa, alguien abrió la puerta, seguido de un grito con su nombre en él.

Jongup cerró los ojos, realmente mareado y queriendo descansar de una vez. Queriendo descansar de todo.

Himchan corrió hasta la altura de la cama y tomando las ropas de la muchacha la movió hacia atrás, haciéndola caer al suelo boca abajo y él sujetándola ahí.

“¡Sueltame!”, gritó ella, llorando, “no me importa ir a prisión, ¡tiene que morir!”, exclamó.

Himchan tenía un colapso mental entre sostener a la chica ahí o revisar a Jongup que parecía muy muerto sobre la cama, manchando la misma con su propia sangre.

Sin embargo, no tuvo que hacer nada, pronto Daehyun pareció por la puerta y escuchó como Youngjae le daba órdenes a alguien más para proceder con cuidado. Daehyun sujetó a la mujer contra el suelo, mientras un oficial de policía iba a su lado.

Himchan llegó hasta la cama y revisó a Jongup, quien mantenía sus ojos abiertos a penas.

“Jonguppie”, le llamó, el mismo le dio una suave sonrisa, “¡necesito una ambulancia!”, gritó Himchan, esperando que alguien le hiciera caso y llamara.

“Viene una en camino”, le informó Yongguk, de pronto entrando a la escena. Himchan se sorprendió al verlo ahí, pero supuso que cuando le llamó quiso venir personalmente y no solo enviar a los policías. “Hay que vendarlo para detener la sangre”, le dijo el mayor, buscando algo con qué realizar tal operación, optando pronto con romper algunas sábanas de la cama.

“Hyung”, le llamó Jongup a Himchan, con una voz muy débil.

“Jonguppie”, contestó el aludido, “todo está bien, pequeño, todo está bien, te pondrás bien”, le aseguró.

El menor sonrió, negando con la cabeza.

“Te amo, hyung”, soltó en un hilo de voz, cerrando los ojos.

Himchan rompió en llanto, llamando desesperado una ambulancia o alguien que lo atendiera rápidamente. Yongguk terminó de vendarlo, diciéndole a su amigo que probablemente solo estaba inconsciente, pero Himchan tenía sus dudas.

Había visto el brillo de los ojos ajenos apagarse por completo en ese momento.

 

 

Notas finales:

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perdón por dejarlo así, pero así es más el suspenso. el próximo capitulo es el último, nos leemos pronto<3

(¿creen que debería agregar 'daejae' en el resumen del fic?, pregunta seria(?) porque no es tanto pero sí hay, no sé)


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