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Detengan el mundo por golddie

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Himchan estaba preocupado. Por muchas razones, y eso le estaba haciendo doler la cabeza.

Y ni siquiera había llegado a la fiesta.

Su cabello decidió comportarse después del baño y ya estaba pulcramente arreglado, listo para solo tomar sus llaves y conducir hasta las oficinas de la Agencia que arrojaba la fiesta.

Sin embargo estaba atorado, pensando en su sofá.

¿Cómo se supone que daría la cara a sus compañeros? Por Junhong no había problema, pero estaba avergonzado de mirar al resto.

Ahora no sabía si ir era una tan buena idea.

Pensó en llamar a Jongup y decirle que lo espere para entrar con él, sin embargo, algo en Himchan no le daba la confianza de tomarse esa libertad.

¿Qué dirían esos documentos? ¿Jongup realmente los había tomado?

Tal vez debería solo acercarse al menor y preguntarle directamente si él los había tomado, ¿por qué no? Estaba sufriendo de un hurto si era así después de todo. (A pesar de que las leyes cívicas no jugaban un papel muy importante dentro de la vida de un agente, mal con eso.)

Tomó su teléfono dispuesto a marcarle a Jongup. La línea marcó ocupado por un momento hasta que por fin la voz del menor se hizo presente.

Himchan no alargó la situación: “Espérame en la estación donde te dejo usualmente, quiero que me acompañes”, le dijo, sin explicar en detalle. Esperó a que el otro hiciera alguna manifestación de entendimiento antes de despedirse, no sin fijar antes el tiempo de encuentro.

Cortó la llamada y eso era. Iba a acabar con el tema de los documentos ahí mismo: no era Kim Himchan si le tenía miedo a preguntar algo que posiblemente le hiciera perder a la otra persona.

Eso ya lo había hecho, de todas formas.

 

 

 

 

 

 

 

Jongup subió al asiento de copiloto al mismo tiempo que Himchan notó el traje negro con una camisa verde oscuro que usaba el menor. Himchan pensó que no se veía mal.

Condujo en silencio un largo rato hasta el estacionamiento de la otra Agencia. Una vez ahí, apagó el motor.

Estuvieron un largo rato sin hacer un solo ruido. A esa altura, Jongup ya sospechaba que algo estaba pasando, así que se atrevió a preguntar: “¿Sucede algo, hyung?”, con voz pequeña.

La oscuridad de la noche hacía que la situación fuese más tensa; Jongup no podía ver el rostro de Himchan a la perfección, pero a la vez todo era más íntimo.

“Tengo una pregunta que hacerte”, le informó, quitando la llave de la cerradura y mirar al muchacho, “seré directo: ¿tomaste tus archivos de mi auto?”.

Jongup pareció procesar la información, y entonces, frunció el ceño.

“¿Qué archivos míos?”, inquirió confundido.

“No te hagas el tonto, Jongup”, soltó el mayor, algo enfadado por la forma en que el chico le respondía, pues para él era una mentira. Claramente estaba acostumbrado a que le mintieran, pero nunca podría soportar que fuese alguien medianamente cercano. “Tú eras el único que pudo haberlos tomado: estaban en el asiento trasero el día en que te recogí de la oficina para ir a comer, ¿recuerdas?”.

Jongup estuvo en silencio, haciendo un esfuerzo por recordar a pesar de que no estuviera de acuerdo con el trato que estaba recibiendo.

“Oh, ¿esos que habías dicho que eran papeleo de la oficina?”, preguntó, Himchan asintió con la cabeza. Jongup pareció pensar aún más. “No los he tomado, hyung, pero creo recordar que la carpeta seguía ahí al día siguiente, quizás se mezclaron con los archivos del supermercado”, dijo el menor, sonando totalmente sincero.

Himchan lo pensó. Claro, él no los había sacado ese día del auto, y al día siguiente al ir a la sala de conferencias a revisar los papeles del supermercado sacó todo lo que había sin fijarse. Sin embargo, él leyó todos los papeles que habían llevado en la oficina.

No tenía sentido. Jongup tenía que estar mintiendo, pero no tenía pruebas como para ser presionando el tema.

“Creo que me está dando jaqueca”, informó el mayor, sentándose derecho. “Hay cosas que no entiendo, pero cuando no entiendo algo de lo que tengo control, es…”

“¿Qué tenía que ver yo con esos archivos, hyung?”, preguntó Jongup de repente. Himchan cayó en que había metido la pata al ser tan directo.

Suspiró. No hay nada de qué alarmarse.

“Eran tus expedientes”, le aclaró, sin mirarlo, “Yongguk me los dio para estar informado, y aparentemente todos en la Agencia los ha leído menos yo porque sigo perdiéndolos”, soltó luego con una media risita.

Jongup sonrió suavemente.

“Pide una copia entonces”, respondió.

Himchan le miró extrañado por la reacción.

“¿No estas molesto por que lea tu expediente?”, preguntó directamente al menor.

El aludido pareció dudar.

“Es un procedimiento usual…, es más, no puedo creer que hayas confiado en mí todo este tiempo sin saber nada de mi pasado”, musitó, sin dejar de sonreír, pero desviando la vista en vergüenza, “me siento muy feliz”.

Himchan pestañeó al darse cuenta por fin de lo que esas palabras significaban.

“N-no creas, yo solo estaba pretendiendo que los había leído para–”, se defendió. Jongup le miró, sin dejar de sonreír, y ante eso Himchan frunció más el ceño entre enfadado y vergüenza. “–Ya, solo vamos a la fiesta de una vez”, soltó después, bajando del auto rápidamente.

La entrada estaba cubierta por una puerta de cristal, la que Himchan abrió sin importarle si Jongup era golpeado por la misma al soltarla luego sin cuidado. Había un gran escritorio en el que estaba una chica de cabello tomado en una coleta, la recepcionista, al parecer.

Himchan fue hacia ella.

“Buenas noches”, la saludó a ella, mostrándole su invitación.

La muchacha asintió y se levantó.

“Síganme por favor”.

Los tacones de la recepcionista eran lo único que se escuchaba por el pasillo, Jongup estaba entretenido mirando los cuadros colgados y otros diversos artículos de adorno. Himchan, bueno, estaba fijándose en la cintura de la muchacha que los guiaba.

Cuando ella se detuvo frente a un ascensor, los otros dos hombres la imitaron.

“Por aquí, señores, que tengan una excelente velada”, les dijo, haciéndolos pasar con un ademán de mano.

Himchan entró primero dándole las gracias, seguido de Jongup quien hizo lo mismo con dificultad. El elevador subió hasta el piso que la muchacha había marcado, y cuando se detuvo, se encontraron en frente de una única puerta, donde obviamente era su destino.

Detrás de la puerta había un salón grande (no enorme, porque Himchan había visto salones más grandes en su vida), con una pared de cristal por todo un costado, dejando ver las hermosas luces de la ciudad. El piso era de una alfombra muy corta y de color castaño claro, las paredes totalmente blancas con cuadros de antiguos dueños o presidentes. Había relativamente muchas personas, pero eso no hacía incómodo el espacio, la música era suave y los camareros merodeaban por todos lados.

Himchan hizo un gesto con su nariz. Odiaba este tipo de ambientes.

“Se ve como un lugar muy agradable”, musitó Jongup a su lado, una sonrisa casi descarada en sus labios.

El mayor suspiró.

“Escucha”, le advirtió a Jongup. Este le miró atentamente, “el chiste aquí es hablar con muchas personas, tomar muchas manos y hacer como que te hace feliz el éxito de las otras Agencias a pesar de que la nuestra sea la mejor, ¿entendido?”.

“Por supuesto”, respondió el otro asintiendo la cabeza.

“No hagas el ridículo, ¿está bien?”, confirmó antes de que Jongup asintiera con la cabeza y se sumergiera entre las personas, sabrá Dios a donde.

De todas formas Himchan estaba feliz de que no fuera su problema por al menos un par de horas.

Avanzó él también por las personas, aceptando un copa de champagne (qué mal gusto beber champagne cuando no se está celebrando algo importante) y bebiendo hasta la mesa de bocadillos, de repente recordando que no había comido en horas.

Pasó un buen rato comiendo, pero justo cuando iba por su noveno bocadito, una voz conocida lo interrumpió.

“¿No vas a engordar si comes mucho de eso?”.

Himchan frunció el ceño.

“¿Y a ti qué si pasa?”, respondió con enojo.

Yongguk rió por la actitud del otro muchacho.

“Solo velo por la salud de mi mejor amigo”, explicó, bebiendo un poco de su propia copa.

Himchan sonrió irónicamente, y dijo: “Divertido que recuerdes que soy tu amigo solo cuando te conviene”, junto con un brindis.

Y ante eso, Yongguk dejó de sonreír.

“Lamento lo que pasó”, se disculpó el mayor sinceramente, “pero no debiste golpear a Daehyun solo porque no puedes golpearme a mí”, agregó luego con una sonrisa de lado.

Himchan se ruborizó. Ya había olvidado eso.

“No fue por eso que lo golpeé, y sí que puedo golpearte si lo quisiera”, gruñó.

El otro asintió.

“Sé que lo harías”, comentó, ahora él tomando algo de comer, “entonces, ¿qué te sucede?”, inquirió, haciendo a Himchan suspirar.

“No lo sé, últimamente todo me hace entrar en alguna emoción fuerte, sabes que no golpearía a Daehyun solo porque es un idiota: siempre lo ha sido”.

Yongguk rió entre dientes, pues a veces era difícil encontrar el punto donde se supone que debía ser el Jefe.

“Pero, no lo sé, reconozco que sobre-reaccioné un poco contigo”, soltó luego, ahora mirando a su amigo, quien asintió contento de que ya estuvieran en mejores términos.

“Puedo darte vacaciones”, sugirió el mayor.

Himchan negó con la cabeza suavemente, “no creo que se trate de eso, pero podrías quitarme a Jongup de encima: eso si ayudaría”, explicó comenzando a caminar hacia un lado junto con el otro a su lado para hacer espacio a los otros invitados.

Yongguk pareció no comprender.

“¿Qué tiene que ver Jongup?, ¿no se comporta a la altura?”, preguntó.

“No, es solo que su presencia me pone de nervios”, explicó luego, “pero no sé por qué me pasa eso”.

“Uhm”, soltó Yongguk cuando llegaron a un pequeño sofá, donde habían más personas conversando a un lado, “podría darle trabajo de oficina por un par de semanas, después de todo también es necesario entrenarlo en ese aspecto”, dijo luego.

Himchan asintió, terminando su copa.

“Sería genial”, suspiró, sacándole una sonrisita a Yongguk.

“Por cierto, la misión del matrimonio Yang fue un éxito”, comentó su amigo después de un rato. Himchan escuchó lo que decía atentamente, “las cadenas de supermercado están siendo investigadas a fondo y el cabaret ya fue cerrado para siempre”, explicó, levantando su copa para que Himchan la chocara con la propia.

Himchan lo hizo para no llevar la contraria.

“Era de esperarse de ti”, alagó Yongguk después del brindis.

Pero por alguna razón, saber que su investigación dio frutos no lo hizo sentir tan bien. A pesar de las circunstancias, esa clase de misiones eran las que requerían un poco más de mente fría: pensar en cuantas personas se quedarían sin trabajo (por muy bajo que fuese, en el caso del cabaret) no le hacía sentirse feliz.

Pero por supuesto Yongguk ni nadie necesitaba saber eso.

Entonces, una mujer con pronunciadas curvas y cabello corto se acercó a ellos. Le sonrió a Himchan y dijo: “¿Me permite?”, inquirió ella.

Himchan ya olvidando sus pensamientos anteriores, y sacando al caballero de su interior, debido a la belleza de la mujer, se movió un poco de su asiento para que ella pudiese sentarse.

Grande fue su sorpresa cuando ella se inclinó hacia Yongguk, chocando copas con él.

“Himchan, ella es Hyosung”, soltó su amigo, sonriendo de buena manera ante la cercanía de la chica, “la cita de la que te hablé”, agregó.

La mujer cruzó sus hermosas piernas y se giró suavemente hacia Himchan, desparramando un delicioso perfume mientras completaba el movimiento. Himchan no podía evitar sentirse incómodo.

“Un gusto conocerlo, Agente Kim, soy Jung Hyosung, abogada”, le dijo, ofreciéndole su delicada mano. Himchan la estrechó, mostrando una sonrisa diplomática.

“Encantado, Yongguk me ha hablado mucho de ti”, mintió el Agente, haciendo que Yongguk le mande una mirada enfadada por detrás de los hombros de la mujer, sin embargo, ella rió.

“Apuesto a que sí”, comprendió ella, moviendo un poco su cabello, “Yonggukie es un encanto”, soltó con gracia.

Yonggukie.

De acuerdo, Himchan, tiempo de una salida estratégica.

“Es el mejor Jefe que he podido tener”, afirmó, poniéndose de pie, “les dejaré tiempo a solas, detesto ser mal tercio”, comentó con ánimo de broma aunque estuviera siendo sincero.

Hyosung le sonrió, Yongguk le despidió con un gesto.

Se puso de pie y volvió a avanzar entre las personas. Por alguna razón esa mujer no lo había convencido, pero solo esperaba que Yongguk no se estuviera metiendo en algo que luego se arrepentiría. Himchan sabía que por la posición de su amigo no era fácil confiar en cualquier persona: claro, es un cargo de mucho poder, pero al mismo tiempo deja un vacío por la soledad que implica.

De alguna forma esperaba que esa mujer fuera sincera.

Himchan caminó hasta donde sus pies le llevaron. Se encontró con un muchacho que conoció hace un año en una misión compartida: Lee Minhyuk, con quien pasó la mayor parte de la noche después de abandonar a Yongguk. Resultó que Minhyuk apenas había aterrizado de Japon, después de una larga misión que involucraba algunos Yakuzas, y su secretaria lo había hecho venir a la fiesta. Al haberse encontrado, decidieron tomar algo de aire libre en el balcón (y el lugar en donde estaban cada vez se hacía más cliché, a la perspectiva de Himchan), encontrándose con otro viejo colega llamado Ahn Jaehyo, quien había vuelto hace una semana de Inglaterra después de haber realizado una misión en la que prefirió no entrar en detalles.

Himchan tuvo que mentirles con respecto a su última misión: No había forma de que les fuera a decir que un Agente de su nivel estaba siendo niñera de un nuevo en lugar de viajar por el mundo haciendo cosas importantes.

Después de otras largas horas, cada uno de ellos se separó y siguió buscando personas.

Himchan estrechó manos con el Jefe máximo de una Agencia rival, quien sutilmente intentó ofrecerle un mejor salario (en broma, claramente, porque al parecer el mundo de las formalidades se maneja diciendo las verdades en modo de chiste) y más oportunidades. Él solo había reído como siempre y siguió con su camino, saludando a quien lo reconociera.

Luego de cuatro horas, Himchan ya estaba aburrido y quería irse a casa, por lo que decidió buscar a Jongup y preguntarle si necesitaba que lo llevara.

Pero cuando lo encontró, pensó que quizás no fue la mejor idea.

Jongup estaba sentado en sillas altas cerca del mini-bar entre Junhong y Daehyun, quienes parecían hablar de cosas muy divertidas pues hasta Youngjae que estaba de pie en frente de los otros tres, sonreía de vez en cuando.

Himchan solo pensó que eso no era nada bueno porque, oye, quizás qué cosas le estaban diciendo al inocente de Jongup.

Tachen inocente.

“¿Qué está sucediendo aquí?”, preguntó Himchan, interrumpiendo la risa del grupo.

Youngjae fue el primero en voltearse a verlo, y educadamente le saludó.

“Hola, Himchan-hyung”, le saludó Junhong con una gran sonrisa.

El mayor notó la mirada de Jongup, quien le sonrió suavemente mientras Daehyun a su lado pasó un brazo sobre los hombros del primero.

“Solo estamos hablando”, respondió con su idiota sonrisa patentada, “a menos que te moleste y vayas a golpearme por eso”, agregó, haciendo reír a los otros tres (Youngjae incluido).

El aludido gruñó, ligeramente molesto por ninguna razón. Solo sabía que quería volver a golpear a Daehyun por hacerse el gracioso cuando en realidad era un perdedor.

Pero qué.

“No puedo creer que lo hicieras, Himchan-hyung”, le dijo el menor de todos, con una gran sonrisa, luego se acercó para envolver el brazo de Himchan entre los suyos y una mirada perdida al rostro del mayor, “eres mi héroe”, confesó.

Ante el acto de Junhong, los otros tres volvieron a reír.

De acuerdo. O había algo sumamente gracioso que él no veía, o los cuatro chicos estaban muy ebrios.

O un poco de ambos.

“Como sea”, musitó Himchan, sin dejar que las palabras de los otros lo tocaran y quitándose suavemente a Junhong del brazo, “Jongup, me voy, ¿necesitas que te lleve?”, preguntó directamente.

Daehyun reaccionó más rápido que los demás.

“Uy, ¿no puedes dejar a tu novio con nosotros?, ¿tienes miedo que te sea infiel?”, inquirió, seguramente buscando una golpiza de nuevo.

Junhong y Youngjae rieron. Jongup le miró con rostro de circunstancias, notoriamente incómodo. Himchan le devolvió la mirada.

“Seguro no pueden esperar a estar solos”, agrego Junhong a su lado, sacando más risas de nuevo.

Himchan frunció el ceño y empuñó su mano, intentando contener su ira. Cerró los ojos, repitiendo mentalmente lo horrible que se vería una escena como la que estaba pensando contra sus propios compañeros sobre todo en una fiesta donde están los otros Agentes de Corea.

Tenía que calmarse. Respirar.

“Ay, relájate, Himchan, solo estamos jugando contigo”, aseguró Daehyun, ahora algo más calmado y acercando más a Jongup a su cuerpo, “aunque pensaba que Jongup-ssi es más mi tipo que el tuyo, estaba por invitarlo a mi departamento”, dijo luego.

Solo Junhong rió.

“Después de todo, siempre me han gustado los músculos”, murmuró luego, ahora mirando directamente a Himchan, “¿ya viste sus abdominales?”, preguntó.

“De acuerdo”, soltó Himchan con tono autoritario. Los muchachos se quedaron helados. “Suficiente, me voy”, informó.

Y así, se dio la media vuelta.

Caminó hasta la puerta de salida, pensando en si debería avisarle a Yongguk que se iba, pero al verlo con Hyosung aun colgada de su brazo, decidió solo irse. Se fue por el mismo camino que había recorrido antes, saludó de buenas noches a la recepcionista y salió al estacionamiento.

Solo cuando estuvo a punto de abrir su auto, escuchó a alguien llamándolo.

Se giró y no sabía si debía sorprenderse al ver a Jongup haciendo un intento de correr hacia él.

“¿Qué sucede?”, preguntó el mayor, tomando lástima en cómo el muchacho se tambaleaba habiendo perdido su centro de equilibrio, pero sin hacer nada para ayudarle debido al creciente enojo que sentía hacia el mismo.

Jongup llegó a su auto, afirmándose en tal y recobrando algo de aliento.

“Yo no le mostré nada a Daehyun-hyung”, soltó el menor. Himchan frunció el ceño.

“¿Crees que me importa?”, inquirió, molesto. “Puedes hacer lo que quieras, solo no estés haciendo el ridículo en un fiesta de esta altura. ¡Ahora estas trabajando para mí!”.

Sabía que no estaba siendo coherente, pero esperaba que Jongup no se diera cuenta en ese estado.

El muchacho pareció entender, o si no entendió fingió que sí, porque agachó la mirada y asintió.

“Lo siento mucho, hyung”, susurró.

Himchan, aunque estaba enfadado, se sintió algo mejor por las palabras del chico, así que tomó compasión del otro y se acercó, pasando uno de sus brazos por la cintura del menor y lo guió hasta el otro lado del auto, sentándolo en el asiento de copiloto y asegurándole con el cinturón, para luego él volver a su otro asiento rodeando el auto por adelante.

Una vez en su lugar, encendió el motor y comenzó a andar. Condujo por las iluminadas calles, sin decir una sola palabra a Jongup, quien aún tenía su cabeza baja y sin decir una palabra tampoco.

Pero fue cuando llegó hasta la estación de metro que usualmente usaba que se dio cuenta que en realidad Jongup estaba dormido. Intentó despertarlo, pero el chico parecía no querer despertar por nada, y, de todas formas, se veía tan relajado así que le daba un mal sentimiento despertarlo, por lo que decidió solo llegar hasta su departamento y luego ver qué hacer.

Parte de él quería dejarlo en el auto, pero después pensó que haría mucho frío en la noche como para hacer eso, por lo que apagó el motor y se dio la vuelta, dispuesto a cargar a Jongup hasta su departamento.

Curiosamente, Jongup no opuso resistencia, tampoco era pesado como Himchan pensó que sería: era más o menos sencillo llevarlo en su espalda y eso que la fuerza física no era la mejor cualidad del mayor.

Cerró la puerta y cargó al muchacho hasta su cama, dejándolo ahí. De inmediato Sam saltó a su lado y comenzó a olfatear al menor dormido mientras él se quitaba los zapatos y corbata, dejándolos a un lado. Cubrió a Jongup con la otra mitad del cobertor luego de haberle quitado los zapatos. Tomó a su gato y un par de frazadas para ir a dormir al sofá de su sala de estar.

Sam no pareció molesto por el cambio, por lo que Himchan lo acunó en sus brazos y rápidamente se quedó dormido.

Notas finales:

llevo escrito solo un capitulo más, así que lo más probable es que me demore un poco harto en actualizar porque por lo general me gusta llevar al menos dos o tres más de lo que subo; de todas formas ya estoy con un mes de vacaciones ;; así que nos leeremos pronto.


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