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Painted with black por spookytaco98

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Notas del capitulo:

Quiero darle las gracias a Megumi-san por ayudarme a escribir este capitulo cuando yo sufría una sequía de ideas. Muchas gracias y espero que te guste este capitulo ^3^.

 

John no puede negar que se siente bien el estar en aquella mansión, sobre todo ahora que su amo le ha hecho ver su lado amoroso y apasionado. Sin embargo, las cosas no se ven en un absoluto orden pues ahora hay cosas que ni John puede comprender debido a su rareza.

John solo durmió dos horas, pues sintió un dolor extraño en su cuello. Acarició el lado derecho de su cuello y recordó la fuerte mordida que su amo le había dado hasta sacarle sangre y beberla. En ese preciso instante escuchó unos susurros extraños, eran varios y a ninguno se le entendía. Acaso eso era normal para el? Ninguna de sus suposiciones tenía lógica para explicar aquello.

 

Se sentó en la cama, miró que a su lado Sherlock dormía cómodamente pero un poco triste, como si algo le faltara a sus brazos y eso era el cuerpo de su esclavo. John admiró su bella y sensual figura blanca enredada con las cobijas, sonrió y acarició desde su mejilla hasta su cuello. Tenía unas ganas atroces de poseerlo, de ser él el que dominara su bello cuerpo ahora. Sin embargo, se controló pues dormido se veía como un angel.

 

El pintor salió de la cama con una sabana alrededor de su cuerpo, tomó una silla, una hoja blanca y un pequeño pedazo afilado del carbón nuevo. Se sentó en la silla y comenzó a dibujar a su amo en aquella posición, como deseó desde la primera vez que lo vio; durmiendo de lado como si pudiese ver a John, la mano relajada en su cadera, las largas piernas enredadas con las sabanas desde la cadera, su rostro relajado y sus cabellos pegados a las almohadas. Todo su cuerpo era una absoluta belleza la cual anhelaba tocar nuevamente y marcarlo como suyo.

 

Sherlock no se movió y John lo dibujó por un largo rato. El cuerpo y el bello rostro, solo faltaban unas sombras y luces y trazar nuevamente los pliegues de las sabanas. 

 

-Mmmh.... que haces?- preguntó Sherlock despertando y mirando a su John.

 

-No te muevas, quédate así.- fue lo que dijo mientras hacía los últimos detalles.

 

-Me estas dibujando? -preguntó divertido.

 

-Siempre he querido hacerlo, tienes un cuerpo muy hermoso.

 

Sherlock suspiró mientras sonreía mirando a John, su rostro concentrado en todo detalle los cuales jamas escapaban de su mirada.

 

-Ya está listo. -sonrió John.

 

-Déjame ver. -en cuanto miró el dibujo quedó impresionado por el maravilloso y rápido trabajo el pintor. Sonrió. -Me dibujaste como si fuese un angel, me veo muy inocente.

 

-Tu crees? -se acercó a la cama. -Esa era tu expresión al dormir. Ademas..... eres tan hermoso como un angel.

 

-No, no soy un angel. Puede que parezca que estoy del lado de los angeles, pero no pienses ni por un segundo que soy uno de ellos.

 

John sonrió picaramente, retirando el dibujo de las manos de su amo y dejándolo a un lado de la cama. El pintor se posó sobre Sherlock sin dejar de sonreír y comenzando a besar su pecho.

 

-Sherlock..... hazme tuyo de nuevo. -lo miró con inocencia. Ambos se besaron lentamente como si sus lenguas quisiera recorrer cada rincón de sus bocas.

 

John fue sentado por su amo entre sus piernas, haciendo que las suyas estuviesen enlazadas a la cadera pálida. Sherlock lo penetró suavemente mientras lo abrazaba. 

 

El vaivén de sus caderas era desesperadamente lento pero las estocadas eran profundas por lo que hacían gemir a John sensualmente.

 

Los brazos del rubio se encontraban sosteniéndose de los hombros del castaño y este besaba todo a su paso, desde su boca, sus mejillas, su cuello, sus brazos y hasta su pecho. Los movimientos siempre fueron lentos, amaban hacerlo de aquella manera para poder disfrutar de cada rose.

 

-Dios....-John arqueo la espalda y se movió de adelante hacia atrás. Sherlock volvió a besarlo en los labios mientras acariciaba su espalda y le indicaba como debía moverse con tan solo acariciarle.

 

Sherlock lo abrazó mientras profundizaban el beso y recostaba a John en la cama sin dejar de penetrarlo. La cara del rubio quedó mirando a la puerta pues su cabeza estaba al borde de la cama mientras que el castaño seguía moviéndose lentamente.

 

De pronto, Sherlock aumentó su ritmo sin dejar de besar el cuello de John y marcarlo con otra mordida voraz y sangrienta que hizo llegar a ambos al orgasmo.

 

Sherlock se dejó caer en el pecho de John y lo abrazó. John miraba el techo mientras trataba de recuperar el aliento, acariciaba los rizos castaños de su amo y besaba su frente hasta que pronto se quedó dormido.

 

La fuerte luz del día llegó a los ojos de John unas horas después. Se percató de que Sherlock no estaba a su lado en la cama, por lo que se molestó un poco pero no dudó ni un solo segundo en oler la almohada en al que se había recostado.

 

Después de darse un baño que le había preparado la señora Hudson y del desayuno, John dedicó todo su tiempo a pintar todo lo que quería. Salió por primera vez al jardín a pintar los rosales, bajo la vigilancia de la señora Hudson para que este no escapara. Pero realmente no sentía ni la mas mínima intención de hacerlo, pues ahora se sentía muy bien en aquella mansión.

 

-Que estas pintando, querido? -se acercó la señora con una bandeja con una tetera, una taza de porcelana, azúcar y leche para la merienda de John.

 

-Los rosales, señora. De aquí es donde Sherlock sacó todas esas rosas que me dio?

 

-Si, cortó muchísimas y solo para ti. -dijo poniendo la bandeja en una mesita de madera y sentándose junto al pintor.

 

Arriba de ellos, John pudo ver volar a una gaviota.

 

-Disculpe que le pregunte, señora Hudson, pero hay una playa por aquí?

 

-Si, querido. No esta muy lejos de aquí. No te parecería mas encantador que hiciera un poco de calor en este lugar? Yo pienso que la playa sería mas linda con ese clima. Pero en vez de eso solo nos morimos de frío todo el año. -se quejó la dulce señora mientras le servía el té a John.

 

-Me gusta así. -John al mirar a su alrededor pudo darse cuenta de que aquella mansión era la única casa en todo lo que se podía ver,tal vez estaban muy aislados de la sociedad por alguna razón.

 

Cuando la noche llegó, John guardó todas sus pinturas y materiales para bajar a cenar. El dejar de estar encadenado, sucio y preso en aquella cámara oscura lo hacía muy feliz pues ahora parecía que Sherlock confiaba mas en el.

 

John cenó solo en la enorme mesa a la luz de las velas, anhelado la presencia de su adorado amo. Pero en cuanto se levantó de la mesa pudo escuchar un grito de protesta con la voz de Sherlock.

 

-Ya te dije que no me importa! -Si, definitivamente era la voz de Sherlock. Caminó de puntillas siguiendo la voz del castaño hasta que escuchó otra voz masculina pero delicada y refinada. 

 

-Sherlock, por Dios! No puedes hacerlo, acaso no sabes que es un delito esclavizar a un ser humano que no nació esclavo?- era obvio que estaban hablando de John por lo que este siguió acercándose cada vez mas a la fuente de aquellas voces.

 

-Es acaso que eres idiota o te gusta que te explique las cosas tres veces?! El se va a quedar aquí conmigo.

 

-Acaso le haz preguntado si quiere estar aquí o si prefiere regresar a Londres que es el lugar de donde vino?

 

Sherlock calló por un segundo y se pudo escuchar como daba vueltas por la habitación.

 

-No, no se lo he preguntado, pero se que no hace falta. El se quiere quedar, lo se, lo he deducido. -dijo Sherlock.

 

John se quiso pegar mas a la puerta para escuchar con mejor claridad. Pero accidentalmente la puerta se abrió y cayó de boca en el piso.

 

-Hablando del rey de Roma. -dijo el hombre de la voz refinada cuyo cabello era pelirrojo y su figura bajo el traje formal lo hacía ver regordete.

 

-John! -Sherlock se acercó a su adorado esclavo y lo ayudó a ponerse de pie.

 

-Veo que lo que dice Sherlock no es mentira, eres bastante atractivo. -dijo el pelirrojo sonriendo. Su rostro brillaba igual que el de Sherlock por aquella palidez sobrenatural. -Que modales los míos, soy Mycroft Holmes.

 

-John, el es mi hermano mayor, Sir Mycroft Holmes. Trabaja para el Enrique VIII.

 

-Vaya, mucho gusto. -dijo John sonrojado por la pena surgida por haberse caído y hecho el ridículo frente a una persona que trabajaba para el mismísimo rey.

 

-Bueno, ahora que John está aquí.... te puedes retirar.- le dijo Sherlock a Mycroft.

 

Mycroft se dio la vuelta y le sonrió a John. -Con permiso. -hizo una reverencia y abandonó la habitación y luego la casa, una carroza lo esperaba afuera.

 

Sherlock suspiró sentándose en el viejo sofá. John caminó hacia el, se puso de rodillas para que lo mirara a la cara y sonrió.

 

-Ven, vamos a nuestra habitación. -dijo el rubio tomándolo de la mano.

 

Ambos subieron rápido las escaleras, Sherlock se veía un poco apagado pues lo que hizo al llegar a la habitación fue acostarse en la cama. John se sentó a su lado y jugó con sus rizos.

 

Sherlock solo tenía las manos juntas bajo su labio inferior mientras pensaba.

 

-Te escuché hablar con tu hermano acerca de mi estabilidad en esta casa.- dijo John. -Quiero que sepas que.... si quiero quedarme aquí, contigo.

 

Sherlock salió de sus pensamientos para mirar a John con sorpresa y en un momento sonrió muy feliz besando su mejilla.

 

-No sabes lo feliz que me hace el oir eso. -dijo el castaño dándole un beso pequeño en los labios.

 

John se quitó su lujoso abrigo de piel pero Sherlock no dejó que moviera un solo dedo mas, pues ahora quería desvestirlo con sus propias manos.

 

Después de eso Sherlock se paró, John le miró con el ceño fruncido y se incorporo. Sherlock le dio un beso francés que hizo que John soltara varios gemidos pues jamás nadie lo había besado así. Eran diferentes a los de Sarah, eran mas delicioso y amorosos.

 

Sherlock profundizó el beso tanto que John sentía como su miembro se hinchaba, jamás había tenido una erección tan rápido. Sherlock se separó lento y le miró con una sonrisa taimada, John ladeo la cabeza.

 

-Espérame aquí un momento.- dijo haciendo difícil de separarse. John lo miró por donde se iba. El joven salió por la puerta grande de caoba y el rubio se quedo mirando a aquella puerta mientras oída el agua correr.

 

Miro todo a su alrededor con fascinación; la habitación lujosa con candelabros de oro, jarrones de plata con hermosas rosas, eran realmente hermosas las cortinas de seda, el roce de la cama que estaba cubierta de las mejores sabanas de color blanco. John se acostó y recorrió, con su mano aquellas sabanas, tan suaves. 

 

Escuchó ruidos provenientes del habitación donde Sherlock se había desaparecido hasta que este entró a donde el pintor se encontraba con una gran sonrisa dibujada en sus labios. Fue a donde John, este se levantó y le sonrió. Sherlock cogió su mano izquierda y lo cargo como si fuese una princesa.

 

Abrió la puerta y se dirigió al cuarto de baño, John vio aquel lujoso baño pero lo que mas llamó su atención fue la tina de porcelana llena de agua con espuma. Miró al castaño que lo de pósito con cuidado en el agua.

 

-Esta noche quiero consentirte, por favor déjame.- John le miro y asintió, con el rostro carmesí el agua estaba deliciosa y olía a jazmín. Sherlock se quitó la ropa bajo la atenta mirada de John que se había ruborizado. Sherlock le alzó la mirada comenzó a besarlo entrando a la tina sin romper el beso.

 

Comenzó besando el cuello del pintor mientras este estaba recostado al borde de la tina. El joven besaba cada centímetro chupaba, y mordía sacando pequeños hilillos, de sangre que lamía gustoso. 

 

John gimió apasionado hasta que Sherlock llevó una mano la entrepierna del pintor y comenzó a masajearlo. Las caderas del pintor comenzaron a moverse buscando mas contacto el joven, el cual chupaba sus pezones duros y sensibles por el contacto de a aquella boca experta que lo volvía loco de placer.

 

-Aahh.... mmmh..... oh Dios…Sherlock. - los gemidos de John subían de tonos con cada placer que Sherlock le provocara y sus caderas iban en aumento.

 

Sherlock dejo de tocarlo, John le miro con el ceño fruncido, con el rostro rojo y la respiración acelerada. Sherlock se sentó a horcajadas en el rubio. Después agarró sus mejillas y comenzó, con un beso fogoso y demandante mientras se restregaba con el miembro del rubio..

 

Sherlock lo devoraba, era una guerra por ver quién ganaba, y la maldita biología por falta de aire se hizo presente. Se miraron, con la respiración entre cortada y el amo comenzó con aquel beso que lo estaba volviendo loco. Ya no podía mas así que con una mano bajo un poco a su esclavo se levanto sin romper el beso. Después de eso, penetró al rubio utilizando dos dedos que lo hicieron gritar de placer.

 

-Ahh.... mas.... mas.... quiero más.- y así lo hizo. entró otro dedo y con la otra mano agarró el cabello de John y tiró de el hacia atrás y comenzó a devorar el cuello de aquel que lo llevaba a las nubes, mordiendo con tanta ferocidad que volvió a llenar su boca del exquisito sabor metálico de su sangre.

 

Llegó a sus labios, John se dejó dominar por aquella lengua que exploró cada rincón de su boca. 

 

-John eres lo mas delicioso que he probado en mi vida. Tu sabor es exquisito, por favor déjame degustar cada rincón de tu boca.

 

-Si.... oh Dios, si!- John se relajó, se abrazo por el cuello del joven que hizo que se echara para a tras hasta recostarlo en la fría porcelana de la tina. Esto se estaba saliendo de control, pensaron ambos.

 

John no pudo más, y con un movimiento agarro los brazos de Sherlock, ahora John era el que dominaba. Devoró cada centímetro del cuerpo de su amo a besos, chupones, hasta arrancar gemidos. Así que llevó su miembro a la entrada de Sherlock y de una sola estocada hizo que este gritara plácidamente.

 

-Oh John.... JOHN, JOHN!- gritó extasiado. El rubio comenzó con las estocadas suaves mientras que su amo comenzó a moverse. –Oh, John esto es… mmmm….sigue, sigue.... – y John entró con mas rudeza.

 

Tocó aquel punto sensible, las estocadas se hicieron mas rudas y fuertes hasta que una corriente eléctrica recorrió su espalda hasta llegar a sus miembros. 

 

–Ah, ah, ah John mas... mas!– Sherlock clavó las uñas en su espalda mientras que John le daba una fuerte mordida a su amante dejándole una marca de sus dientes pero sin sacarle ni la mas pequeña gota de sangre. Hasta que los golpes fueron tan fuertes que vieron estrellas, estaban al límite, ambos de desenvolvieron en un placentero orgasmo.

 

Sherlock abrazó a John mientras sus respiraciones volvían a la normalidad y sus corazones acelerados se relajaran. Sin razón alguna, el castaño comenzó a reírse.

 

-De que te ríes? -preguntó John confundido.

 

-De la forma en la que trataste de marcarme.... con esa pequeña mordida de tu linda boca. -Se burló. -Trataste de hacerme sangrar pero veo que no tienes unos dientes tan afilados.

 

-Cállate. -besó su cuello, justo en la mordida que le había dado y en un segundo las marcas de dientes desaparecieron sin ninguna explicación de la piel pálida de Sherlock.

 

Después de recuperar el aliento, se bañaron el uno al otro y se robaban besos suaves. Al finalizar el baño, Sherlock lo cargó a la cama; quitó las finas sabanas blancas para cubrirlos a ambos y los dos durmieron con tanta tranquilidad, que no se dieron cuenta cuando se durmieron.

 

John despertó en un rato, las voces que susurraban en su oído volvieron a hacerse presentes. El pintor seguía sin entender que era lo que decían y por que se lo decían a John. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no habían un par de brazos alrededor de su cadera. De nuevo, Sherlock se había ido.

 

Molesto se levantó y se dirigió al mueble bajo la ventana en el cual había una jarra de porcelana con agua y un vaso. Bebió un poco de esta mientras miraba por la ventana y a lo lejos pudo ver a un animal que lo estaba mirando, era un lobo o quizá un perro muy grande. Pero lo mas horrible era solo estaba mirando a John con ese par de ojos marrones. Al mismo tiempo, John estaba escuchando las mismas voces que eran cada vez mas fuertes y le causaban escalofríos.

 

Pero de pronto las voces callaron y otras surgieron del piso de abajo. Era la voz de Sherlock sin duda pero habían mas voces y no todas eran iguales. John se puso su camisón blanco, salió y bajó las escaleras con mucho cuidado para que nadie lo escuchara. Pronto se dio cuenta de que las voces provenían de la biblioteca. Se quedó ahí, agachado, mirando por el cerrojo de la puerta.

 

-No puedo creer lo que dice tu hermano. -dijo una voz autoritaria, era un hombre de cabello canoso y traje azul y estaba bebiendo algo de una taza. -De verdad tienes a un mortal viviendo contigo?!

 

-Cual es el problema? -dijo Sherlock.

 

-Cual?! Acaso no lo sabes?! Este mundo está lleno de mortales que darían de todo por nuestras cabezas!

 

-El no se atrevería a ir con los de su especie a rebelar nuestras identidades. El es de corazón noble, lo se, lo he deducido. -respondió Sherlock molesto.

 

-No le veo lo malo a esto. -dijo un hombre joven de cabello castaño claro peinado hacia atrás, ojos azules y traje rojo con negro. -Creo que tener un humano en casa esta bien, yo tengo uno.

 

-Si, Tom, pero tu estas a punto de hacer que realice la metamorfosis. -dijo Mycroft. -Como esta Chris? Por cierto.

 

-Hermoso y saludable como siempre.

 

-A mi parecer, el tener un mortal viviendo con un inmortal no algo muy bueno. -dijo una mujer de vestido blanco con un abanico del mismo color con decorado negro. Su cabello era negro y sus ojos eran azules y sus labios rojos. -Pero..... podría ser mas seguro que vivieras con una de los tuyos. -la mujer acarició con un dedo la mejilla de Sherlock.

 

-Ya basta, Irene!- dijo Sherlock molesto.

 

Apareció una neblina negra entre ellos que se transformó en una joven de cabello castaño oscuro y corto. Llevaba un vestido negro y gris. Eso impresionó a John.

 

-A mi me parece un tanto tierno el estar enamorado de un mortal. - dijo la mas joven.

 

-Que hace tu hermana aquí?! -le dijo Sherlock a Irene.

 

-Jane ya es lo suficientemente mayor como para pertenecer a la orden. -dijo Irene. -Ademas, sabe sus trucos.

 

-Es una niña! -gritó Sherlock. -No quiero ser su nana como lo fui de Tom por un siglo.

 

-Ya no soy una niña, se cuidarme sola! Sobrevivi a la temporada de brujas durante las cruzadas. Me juzgaron de bruja, demonio e incluso de duende pero sobrevivi.- protestó Jane.

 

-Anda, Sherlock, déjala entrar. -dijo Tom.

 

-No! No quiero a una loca y adicta a la magia negra y la sangre de jóvenes hombres en mi orden.

 

-Oigan! -dijo Jane. -Huelen eso? -todos olfatearon su entorno y cerraron los ojos mientras sonreían, excepto Sherlock. -Huele a.... a mortal.

 

-Mortal? -dijo Lestrade. -Acaso no tienes a tu mortal encadenado?

 

-No, se que el no escaparía.

 

-Sea lo que sea, se que esta detrás de esa puerta espiandonos. -dijo Jane y desapareció como neblina, asustando a John.

 

Jane apareció detrás de John flotando sin que el lo notara y de pronto....

 

-Boo! -dijo ella y John se asustó y cayó al piso abriendo la puerta. Cuando alzó la mirada se asustó al ver a varios seres pálidos mirándolo con enojo y apetito.

 

Continuara....

 

Notas finales:

No se los dije, pero el personaje de Tom representa a Tom Hiddleston pues me pareció un inmortal perfecto para esta historia. Que piensan ustedes? 

 

Gracias por leer el fic, nos vemos en el próximo capitulo.


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