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Mordida de Lobo - JongKey por Dolche

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Notas del capitulo:

Bueno, a una chica le conmente que si no habia actualizado era porque estaba con esto, y aqui vuelvo yo con una historia y un 2do lugar :D

Disfrutenla!

      El sol brillaba en lo alto del bosque. Un gatito entre las hojas del suelo se revolvía juguetonamente. Él no era sólo un gatito, era un gatito salvaje. Se sentía listo para cualquier cosa, él solo podría cazar un gran venado y subir el árbol más grande.

    Un ligero ruido alertó a sus orejas que se movían de un lado a otro para detectar el proveniente lugar del movimiento. Por su lado derecho, unos dientes molían el pasto. ¡Conejo! 

    Lentamente, caminó sobre sus almohadillas, sin un ruido se fue acercando a su presa hasta verlo: un gordo conejo gris al que se le notaba lo bien que vivía su vida de roedor. Con el pecho al suelo, vigilaba al conejo tragón. 

    Una hoja seca crujió al pisar, el conejo paró de mascar y olfateó moviendo las orejas. ¡Demonios! Era ahora o nunca.

    Se lanzó por su presa, pero el pequeño roedor había huido de dos grandes saltos.

    Sus hermanos que jugaban cercas de ahí, no dudaron en pasar a su forma humana sin importarles la desnudes para mofarse a libertad de su pequeño error de cálculo, y recalcarle lo inútil que era.

    Un día, algún día, les demostraría ser mejor que ellos. 

    Key era el menor de tres camadas, con cuatro hermanas y dos hermanos mayores que él, estaba acostumbrado a ser el centro de las burlas de sus dos hermanos, por lo que prefería estar con sus hermanas.

    El ego de su gato estaba herido. Con las orejitas gachas y la cola entre las patas, decidió regresar a su casa; siempre que algo pasaba, corría con alguna de las hermanas dispuestas a consolarle.

    Caminaba en su forma felina por el laberinto que era su desgastada aldea. Piedras comprimidas unas sobre otras formaban las paredes, con puertas y ventanas de madera. Una burda y pobre imagen de lo que antes era. Antes —contaba su madre—, las casas eran bellas, nuevas, sin la pintura cayéndose ni hierva trepando entre las piedras.

    — ¡Gatito! ¿¡Que harás en la luna roja!? —gritó un muchacho sentado en una mesa junto a sus amigos. 

    Key lo miró, podría ser de la edad de sus hermanas mayores. Tembló por dentro. Últimamente, los demás parecían no tener nada mejor que hacer que preguntar por su agenda para la luna roja.

    Como el gran gato salvaje que era, mostró los dientes en un gruñido de advertencia; quebraría la garganta del que se atreviera a acercarse.

    No faltaba mucho para su primer celo, pero lejos de emocionarle, le aterraba. No dejaría que ningún gato intentara algo con él.

    Era normal para los cacharros emocionarse por su primera luna roja, por poder ser adulto y hacer cualquier cosa. ¡Ilusos! 

    Key era antes como ellos, pensaba que al llegar su primer celo, su vida cambiaria a mil veces para mejor, pero su burbuja de arcoíris reventó muchas lunas antes, luego de que el gatito aventurero pudiera andar por ahí a su cuenta.

    Llegó a casa, entró por un pequeño hueco en la parte baja de la puerta. El gatito moteado, al igual que un jaguar en miniatura, anduvo hasta el cuarto de la mayor de sus hermanas. Por suerte la puerta estaba abierta.

    Su hermana cepillaba su cabello rubio sentada frente al tocador. 

    Key se metió directo bajo las cobijas de la cama y tomó su cuerpo de hombre.

    — ¿Pasó algo? —la gata se sentó junto a él en la cama y le rascó los cabellos de la cabeza.

    —Victoria, no quiero que la luna roja llegue —admitió con miedo—. No quiero que me pase lo mismo que a esa chica.

    La mano siguió acariciándole para calmarlo. —No te preocupes por eso. Hay algunos gatos que no son así; pero terminarás acostumbrándote. Además, siempre puedes buscar una gata.

    Key la miró fijo. Ahí radicaba el problema: las gatas no eran de su agrado personal, pero su miedo por los gatos era tan grande, que sin importar lo apuesto que alguno fuere, Key no dejaría tocarse.

    —No quiero una gata —se quejó.

    —Me temo hermano, que acabaras quedado —sintió Key subir un pequeño gruñido por su garganta, tampoco quería ese final para su vida. Dio un pequeño mordisco en un dedo de su hermana como escarmiento por insinuar que se quedaría sin nadie para amar. 

    Key temía lo que la luna roja pudiera depararle, pero eso nunca amainaría sus fuertes anhelos de una pareja estable, no como esos acostumbrados encuentros de apareamiento con desconocidos, donde al final, se terminaba sin saber que cachorro era de quien.

    — ¡Pequeño gato tramposo! —una lucha de hermanos inició sobre la cama, y después, dos gatos corrían por la casa, uno persiguiendo a otro.

*********



     El sol se escondía listo para dormir tras la copa de los árboles. A la luna le faltaba tiempo para alzarse, pero los gatos ya comenzaban a alterarse.

    Key estaba preparado, tenía una estratagema: antes que la cacería comenzara, él se alejaría furtivamente a esconderse hasta que todo terminara, pero sus cálculos de nuevo no salieron muy bien. Comenzaba a irse sin llamar la atención, cuando terminó esquivando troncos con seis excitados gatos corriendo por  su trasero.

     Los gatos no son buenos para correr distancias largas, pero parar era impensable. Por más que corría sobre sus patas y traba de esconderse, esos gatos daban con él. Quería llorar, sus almohadillas y patitas le dolían como nunca, sus perseguidores parecían no cansarse, y se quedaba sin lugar al que correr.

    Las tierras de los gatos terminaban bajo sus pies. Sabía que estaba entrando en territorio ajeno, y sabía que a lobos no les gustaba nada cuando invadían su lugar, pero prefería morir por los colmillos de un lobo furioso a quedar en merced de esos gatos arrabaleros. 

    Se escabulló por unos arbustos donde comenzaba el olor a perro, creyó que tal vez los gatos regresarían, pero no. Ellos iban por él.

    Key paró, sólo la baja corriente de un riachuelo lo separaba del enorme lobo blanco postrado frente él. En sus cuatro patas, el gran lobo destilaba poder y un gran manejo de sí mismo. Sabía Key que la mirada del lobo no era amistosa, pero nada podía hacer. Miró hacia atrás y luego al lobo. Probando su suerte, apuró las patas para llegar al otro lado de la corriente, se restregó entre las enormes patas blancas esperando un milagro.

    Cuando seis gatos entraron corriendo al claro, el lobo lo comprendió todo. Era luna roja, el pequeño gato se restregaba pidiendo protección, su sentido de alfa no le permitía dejar a alguien desprotegido; además con lo promiscuos que eran los gatos, lo más probable es que entre los seis planearan abusar del minino. 

    No permitiría eso.

    Con el gatito entre sus patas, bajo la protección de su cuerpo, mostró los dientes, les advirtió que algo muy malo les pasaría si no regresaban sobre su camino. Pero esos seis eran testarudos. 

    Al ver que no retrocedían, se lanzó hacia enfrente. ¡Él no estaba jugando! Pegó a uno, al segundo le mordió la oreja, a otro lo lanzó lejos por el cuello, los demás simplemente corrieron.

    Eso no podía contar como batalla, pero podría aullar orgullo, se sentía el campeón con derecho a reproducción; pequeños efectos de la luna.

    Key estaba agradecido con su salvador. Llegó a él descubriendo unas líneas sangrantes en la pata. Sin poderlo evitar lamió la herida, y frotándose contra el gran lobo, ronroneaba como agradecimiento. 

    Jonghyun miró al gatito que dejaba un olor a excitación por todo su pelaje. Se recostó dejándose hacer por el minino que jugaba por su cuerpo, el ronroneo mortal y la luna le volvían loco. Jonghyun había cambiado su rumbo para sacar a los invasores que alteraban la paz de la luna roja; tenía que regresar para perseguir alguna de las hembras, pero una pequeña bola de pelambre moteado no se lo permitía.

    La luna brillaba alta, y Key comenzaba a sentirse fuera de sí; su instinto le decía que dejara todo su aroma por el lobo, y él sólo hacía lo que el instinto susurraba. 

   Primero dio besos en el hocico, se tumbaba a sus pies tocándole la gran cara con las patitas. El lobo de vez en cuando le devolvía alguna lamida, pero sólo se quedaba ahí recostado con ese aire de: “soy el amo y señor de estos bosques”. Mordisqueo y jaló una de las orejas picudas del lobo, y éste se puso sobre sus patas listo para perseguirle.

   Corrían en círculos grandes uno detrás del otro, mordiéndose, regalándose besos que llevaban una cosa a la otra. Cansado de jugar, el alfa lo tumbó de panza, y el gatito mostró el cuello sumisamente.

    Aulló Jonghyun para prevenir de no acercarse a cualquiera que merodeara alrededor, y dejó su cuerpo de lobo. 

    Su pelaje se volvió una piel monera llena de músculos anchos y fuertes. Bajo suyo, el gatito pasó a ser un bello chico rubio, las largas piernas que le ayudaron a llegar hasta allí lucían torneadas. El gato dentro de él no se había ocultado del todo: los ojos verdes, los pequeños dientes y las garritas que permanecían, le daban ese toque salvaje.

    Lo que antes eran lamidas, se transformaron en besos; sus colmillos de vez en cuando se encontraban, y las lenguas no dejaban de tocarse.

    Key estaba caliente al punto de sudar, no pensaba en nada que no fuera apagar el fuego interno de su cuerpo con ese lobo. Cuando la lengua pasó por su cuello, la punta de los colmillos rasparon un poco la piel, mandando un escalofrió por todo su cuerpo. 

    Nunca se había sentido así, ni siquiera conocía la existencia de tales sensaciones. 

    Jonghyun sintió como las garras se enterraron en sus brazos cuando mordió el hombro. 

    Su pequeño felino no era muy ruidoso, si prestaba atención era capaz de escuchar los pequeños jadeos que gestaban en su garganta. Jonghyun se apreció gruñir, el chico rubio se removía de placer bajo su cuerpo haciendo colapsar sus erecciones por momentos breves; se creyó a punto de eyacular en ese instante.

    Tomó Jonghyun las dos erecciones juntas en su puño, y comenzó a embestir. Key meneó la cabeza sin poder controlar el placer que lo torturaba, aun enterrando las garras en la tierra, las sensaciones no se hacían menos controlables. Jonghyun embistió con más fuerza, para que sus glandes se tocaran más y la respiración del gato golpeaba en su barbilla. Muy cercas, pensó.

    Vio el abdomen pálido convulsionar, y pronto finos chorros lo mancharon todo. Key abrió la boca, parecía listo para gritar, en su lugar salió un gran golpe de aire, temblaba y se quejaba, el orgasmo fue envolvente.

    Jonghyun era un goloso. Se acercó al vientre y lamió hasta la gota más escondida del sabor de Key, bajó más y besó el miembro en retracción, un poco más abajo y encontró la pequeña entrada. Lamió y lamió hasta poder abrirla para sus dedos; necesitaba dilatarlo bien para su entrada.

    El alfa siendo guerrero por naturaleza, sus dedos eran músculo puro que entraban y presionaban en su punto de placer. Ya fuera uno o dos o tres, lo estaban excitando de nuevo. 

    Buen abierto, se colocó mejor entre ese par de muslos lechosos y entró. 

    Dolía. ¡Puta madre que dolía! Como el vengativo que era, Key clavó las garras para devolverle un poco del dolor que le estaba dando, y siendo el buen alfa que era, Jonghyun poseía un lado controlador. Sacando las garras de su espalda, juntó las delgadas muñecas tras la nuca de cabellos rubios.

    Estar tan sujetado y apretado… Key debía admitir que le gustaba sentirse dominado por ese lobo.

    Jonghyun empujó lento; tenía controlado al gatito, podía tomarse su tiempo. Su boca llegó al pecho, y llenó de besos y lamidas las tetillas de Key, a veces incluso, rosaba el pezón con su colmillo. 

    Cuando el joven gato se mostró muy desesperado, aceleró Jonghyun el envite de su cadera; se sentía cada vez más cerca del clímax. Entonces, se corrió. Sacó los colmillos y los clavó en el cuello del minino para reclamarlo eternamente suyo. Y sintió el nudo; la cabeza de su pene se hinchaba. 

    Key gritó cuando se vino esta vez, con los colmillos aun en su cuello, puedo sentir la fuerte respiración que escapaba entre los dientes tocando su piel; pareciera que el hombre dio tres vueltas al mundo y volvió.

    Estar unido a alguien era extraño, Jonghyun sentía que se derretiría de seguir ahí dentro. Se movió un poco para tratar de salir.

    — ¡Ahh…! —Tan sentible como era, Key recibía placenteras descargas eléctricas cada vez que el lobo se movía en sus adentros; podría desmayarse de tanta pasión.

    Abrazó la cadera morena con sus piernas, y mordiendo el cuello ancho del perro, le advirtió quedarse quieto hasta que se derramara por completo.

    Luego de un rato donde permanecieron muy juntos, ambos guardaron los colmillos y se separaron. 

    Tan cansado como si una gran roca le hubiera pasado encima, Key, hiso esfuerzo en ponerse de pie y se movió a donde la hierba era más espesa y suave para dormir. En cuatro patas, dio cuatro vueltas sobre sí mismo y se recostó sobre las hojas hecho una bola peluda.

    Jonghyun suspiró. Mañana tendría tiempo de pensar en lo que acaba de hacer. Entró en su piel de lobo y envolvió con cuerpo grande al minino durmiente. Descansó la cabeza sobre el cuerpo de su compañero y cerró los ojos.

Notas finales:

Escribir es un trabajo duro y cansado y que ustedes gradecen y pagan con sus comenterios.

¡¡Asi que paguenme!!

Jaja ok, no... Cuidense! :D

 

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