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De Bradislavia con amor por desire nemesis

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En la aduana Yugi y sus amigos, pues había ido a Japón antes de emprender viaje hacia ahí, se encontraron un coterráneo que tal vez no esperaban con demasiado énfasis.

 

¿Vienes a jugar Kaiba?—preguntó cortés el tricolor.

 

Vengo a ganar—respondió el siempre cortante CEO—Me alegro de que vinieras enano porque esta vez pìenso sacarte el título—

 

¡Bah, Kaiba! Siempre dices lo mismo. ¿Cuándo te darás por vencido?—preguntó Tristán.

 

¿Y tú eres?—preguntó el ojos azules fingiendo desconocer al otro--¿Qué Motou? ¿Este es el reemplazo que  pudiste conseguir para el perro?—

 

¡No molestes Kaiba!—le gritó el otro castaño pero este ni lo miró. Recogió su ya revisada valija y se dirigió a la puerta pero antes de que lograra llegar a ella la abrieron por el otro lado.

 

¡Oh, aún no se han ido! ¡He llegado a tiempo!—dijo un hombre robusto con una apariencia vagamente familiar.

 

¿Y usted es?—preguntó el ojos azules tan amistoso como siempre.

 

¡Oh, si! Permítanme presentarme. Soy Willhem Wheeler, ministro de relaciones exteriores de Bradislavia y es todo un placer conocerles. Mi hijo me ha hablado mucho de ustedes—les dijo a lo que le miraron curiosos—Bueno, mi hijo es también un duelista y aunque retirado sé que los admira mucho, por eso me he animado a presentarles una invitación formal para que vinieran—explicó.

 

Por eso y porque es inevitable. No puede haber un campeonato de categoría mundial sin nosotros—dijo el castaño empresario sorprendiendo un poco al político.

 

Al menos dijo “nosotros”—le dijo bajito Tris a Yugi que se sentía algo avergonzado por la actitud del CEO.

 

Si me acompaña, tengo preparada una pequeña recepción en mi casa para ustedes—dijo el gobernante extendiendo una mano hacia la puerta y Seto salió por ella sin vacilar.

 

¡Discúlpelo! ¡Es algo difícil tratar con él!—dijo Yugi al ministro.

 

No se preocupen. Conozco al señor Kaiba perfectamente. Representé por unos años a mi país en el suyo—dijo Wheeler con una sonrisa.

 

¡Ah! Fue entonces cuando su hijo aprendió el duelo de monstruos. ¿No?—preguntó Tea y por un momento el rostro del hombre cambió. No había querido revelar esa información. Por algún motivo no quería que esos chicos y su hijo volvieran a tener contacto. Ni el mismo  sabía bien porque. Era tal vez un presentimiento.

 

¡Así es! Vengan conmigo por favor—dijo antes de guiarlos a la limosina donde ya Seto esperaba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para sorpresa del castaño millonario la mansión a la que fue conducido tenía el aire señorial de un antiguo castillo. El predio a su alrededor era extenso lo que hacía denotar su valor.

 

¿Es este uno de sus edificios gubernamentales?—preguntó.

 

Como ya he dicho esta es mi casa. La cual ha habitado mi familia por generaciones. Creo que, señor Kaiba, no esperaba que al yo ser  miembro del gobierno contara con una riqueza personal pero a costa de ser inmodesto debo anunciarle que mis credenciales proceden de una familia antigua que se afincó aquí hace varias generaciones y que se dedicó a negocios que en suma nos fueron sustanciosos y con los que hemos logrado sobrevivir bastante bien por muchos años—le dijo Willhem.

 

¿Afincó? ¿De donde proceden originalmente?—preguntó Seto con el ceño fruncido. En ese lugar cabrían al menos tres de sus mansiones y tal vez sobrara espacio.

 

De Prusia. Vinimos con las invasiones teutónicas y nos quedamos como terratenientes. Hemos sido bendecidos con buena suerte para los negocios—dijo el mayor con mirada amable y nada displicente.

 

Seto lo miró de lado y luego bajó del auto ni bien este detuvo su marcha, sin intención de esperar a que el chofer bajara y les abriera. Signo inequívoco de su frustración  y falta de fineza para el político que los condujo dentro sin hacer mención de la falta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era un hermoso comedor, de caoba, con cuadros ribeteados de doradas armazones que mostraban paisajes campestres llenos de flores y luz. En las mesas de los costados se izaban varios candelabros.

 

Son a modo de decoración claro, pero si en una noche de tormenta llegara a irse la luz serían muy útiles. ¿No creen?—dijo el propietario del lugar.

 

Cuando terminaron de cenar y se dirigieron a un estar para tomar té o café pasaron por un pasillo llenos de cuadros en los que aparecían personajes con trajes militares y poses adustas que el dueño de casa les indicó eran sus ancestros.

 

Luego, antes de irse pasaron por el hall donde en las paredes podían verse varias fotografías de Willhem con ciertas personalidades, tanto de la política como del espectáculo o la ciencia.

 

¡Ha llevado una vida muy interesante!—se admiró Tea.

 

Es solo el recuerdo de mis recorridas por el mundo—dijo el dignatario mientras los chicos se daban cuenta que aunque había muchas fotos con famosos no se veía foto alguna de su familia.

 

¿Y su hijo? ¿No tiene una de él?—preguntó la castaña.

 

Es que nos ha entrado curiosidad por conocerle—dijo Yugi apenado.

 

Willhem comprendió que era el momento de dejar de temer e indicó una foto. Para su suerte los chicos no reconocieron en el estudiante universitario, vestido de toga y toca, negras, con un rollo en la mano, que era su diploma, a un lado de su padre, a su compañero de aventuras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ni bien dio dos pasos dentro de su casa se encontraron. No tenía la intención de huir. Había tomado su decisión y se haría cargo de las consecuencias. Su padre le miró con cierto rencor.

 

¡Viniste!—dijo.

 

Si—contestó el rubio.

 

Aunque te lo prohibí—exclamó Willhem.

 

No. ¡No lo hiciste! Solo no me diste licencia pero eso lo arreglaré más tarde con mi jefe. Ya no estamos en horas de oficina—dijo Joey antes de subir las escaleras portando su maleta.

 

Seto llamó a sus oficinas ni bien llegó pidiendo información del tipo ese con el que había cenado. Le daba mala espina y además él tenía el hábito de investigar a todo fulano que se diera de infulas frente suyo. Uno nunca sabía que pasaría en el futuro.

 

Como esperaba la información le llegó por mail.

 

Los Wheeler en efecto eran terratenientes provenientes de Prusia que en el siglo XV se habían asentado en Bradislavia. La familia era la más poderosa en el país. Propietaria de gran parte de las minas de hierro del país, su recurso natural más preciado y su principal exportación, la mayor siderurgia al este de los balcanes y una de las más importantes fábricas de armamentos de Europa. Eran parte importante del país porque casi la mitad de la población dependía de sus negocios. Además de siempre haber ostentado altos cargos en la política además de ser nobles por la sangre.

 

En suma. Eran una familia poderosa, tanto en dinero como en influencias.

 

Seto tomó en cuenta todo ello.

 

 

 

 

 

 

 

Era el primer día del campeonato y los chicos habían bajado recién del taxi cuando Kaiba llegó, pasó por su lado y les dirigió una de esas miradas omnipotentes del CEO.

 

¡Vaya! Tú si que sabes asustar a los niños. ¿No?—le preguntó Tris molesto.

 

Seto iba a replicar cuando Tea exclamó--¡Mira! ¡Ahí esta ese ministro!—

 

Todos miraron donde ella y descubrieron que en efecto este estaba bajando de un auto negro y largo. Vieron que él volteaba como esperando que alguien más bajara y entonces vieron aparecer la figura de su hijo. Estaba de traje, con un abrigo largo y negro y una bufanda larga y blanca cruzada sobre un hombro.

 

De pronto el hijo del dirigente político miro hacia ellos y de inmediato camino en su pos.

 

Hola—le dijo algo cohibida Tea. Él se dio cuenta que no le reconocían.

 

Me alegra verlos de nuevo—dijo Joey viendo si eran realidad sus sospechas.

 

Otro admirador del enano—dijo con tono hastiado el castaño de ojos azules e intentó irse.

 

Veo que no has cambiado nada en absoluto—le dijo el recién llegado.

 

Seto se enojó. No le había dado tantas confianzas como para que le hablara de esa manera y además no le conocía de nada. Le miró a los ojos como no lo había hecho y descubrió en el otro una sonrisa socarrona que lo hacía algo similar aaa…

 

¿Perro?—preguntó casi incrédulo. El conjunto de los lentes y el peinado prolijo, junto con el traje de marca y la voz limpia que usó al hablar le dijeron que no pero esa mirada y la apariencia general de su cara…

 

El otro se sonrió genuinamente recordando las antiguas peleas con el dragón de ojos azules.

 

¡Así que no me has olvidado después de todo!—le dijo el rubio.

 

¿Jouno?—preguntó Yugi y el contacto visual entre los antiguos rivales se rompió para no restablecerse.

 

Tengo mucho que contarles—dijo el ojos mieles a sus amigos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi padre era embajador en Japón y me vi obligado a estudiar con un nombre supuesto por seguridad. Ustedes saben que es usual que los terroristas usen a los hijos de políticos para conseguir sus fines—les contó Joseph mientras tomaban unos cafés en la cafetería del estadio puesto para los duelos.

 

Lo entiendo. Pero… ¿Por qué no nos lo dijiste más adelante? ¿Con todo lo que pasamos juntos aún no confiabas en nosotros?—preguntó Motou. Se veía algo deprimido por descubrir que su mejor amigo les había mentido todo el tiempo sobre quien era.

 

¡No es eso Yugi! Estaba asustado. Temía que si se los decía ustedes se enojaran conmigo. Era muy joven y ustedes saben bien que fueron mis primeros amigos reales. Eso siempre fue cierto. Créeme que de verdad lo siento mucho—dijo el rubio y ante esa declaración nadie pudo hacerse el duro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero les guste este nuevo fic

^^

ja ne

(Quiero revs)


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