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DESPUÉS DE LA TORMENTA... SIEMPRE SALE EL SOL por Sparkle Nao

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Notas del capitulo:

¡Buenas a todo el mundo! Gracias por vuestra espera, sé que es arduo esperar el siguiente cap de un fic, así que lo siento por no cumplir la fecha de entrega XD (ahora aparece Aikawa-san por la puerta y empieza a gritarme por la entrega del manuscrito XD)

Bueno, a lo que ibamos, ¡Disfrutad del capítulo y comentad sin temor, que vuestros comentarios me alegran y me alentan mucho! 

 

PD: Los personajes de este fic no me pertenecen, son propiedad de Shungiku Nakamura.

III


Takano al ver a Ritsu con ese atuendo y en ese estado se le pasaron mil y una formas de hacer cosas indebidas toda la noche hasta el amanecer, pero luego pensó un poco y se dijo a sí mismo que no podía hacerle nada a Ritsu porque estaba convaleciente.


-Autocontrol Masamune, autocontrol- pensó el moreno al ver como Ritsu abría lentamente sus orbes esmeraldas.


-Takano…san- dijo Ritsu con un hilillo de voz mientras intentaba levantarse de la cama en vano porque las fuerzas lo habían abandonado- Takano…san…cof cof.


-Shhh, no te levantes Ritsu, tienes que descansar- dijo el moreno mientras recostaba con suavidad a “su niño” y lo arropaba con las frazadas. –Por lo que se ve aún la fiebre no ha cedido del todo así que para que no empeores tu estado te exijo que duermas- dijo con autoridad.


-Pero… Takano-san aún tengo que supervisar unos bocetos y enviárselos a la mangaka, además mañana tengo que ir a trabajar. Yo… cof cof - tosió el castaño al quedarse sin aire al intentar hablar más alto- tengo cosas que hacer… no me puedo parar por un simple resfriado y unos cortecitos de nada.


-Te quedarás descansando en la cama hasta que yo te lo diga- dijo autoritariamente el editor- ya llamaré a la editorial para avisar que faltaremos si veo que mañana no estás en condiciones de ir a trabajar.


-¡¡Fal-faltaremos!!... - se exasperó Ritsu al escuchar esa palabra


-Sí, faltaremos- afirmó con naturalidad el moreno- no pensarás que te voy a dejar aquí solo a la buena de Dios para que empeores. A partir de esta noche me encargaré de ti hasta que te recuperes del todo.


-¡¡Y quien le ha dicho que puede hacer eso!!- dijo Ritsu levantando la voz cosa que le provocó una fuerte tos.


-Yo mismo. Tranquilo Onodera no te voy a hacer nada raro- expresó Takano-san mientras sobaba el pecho del castaño para menguarle el dolor producido por la tos- además me estás demostrando de que no te puedo dejar solo. ¿Sabes cómo?


-No, no lo sé. Con tus fantasías me puedo esperar de todo.


-Pues… con tus actos y con la fuerte tos que te vino ahora y la tembladera del baño. Ahora voy en serio, si veo que esta noche no mejoras, mañana te prohíbo ir a trabajar y te quedarás aquí, y si por la tarde te sube la fiebre o te pones mal avisaré a un médico. ¿Estás de acuerdo? -preguntó el moreno seriamente. En verdad se estaba preocupando por el estado de salud de su pequeño, no se veía nada bien la tos que escuchó hace poco, y los temblores que él intentaba ocultar en vano no ayudaban en nada a persuadir su preocupación. No le gustaba nada ver a SU Ritsu sufrir de esta manera.


-Está bien Takano…san- dijo Ritsu antes de caer totalmente en los brazos de Morfeo.


El moreno vio como a su niño iba cerrando poco a poco sus ojos para descansar. En verdad Ritsu sí que lo necesitaba, se podían ver claramente las disimuladas ojeras que se negaban a dejar sus ojos. Cuando se aseguró de que Ritsu estaba profundamente dormido, acercó un sillón de cuero negro al lado de la cama para velarle el sueño. Sentado allí, Takano a sus veinte y pico años de edad, estaba viendo como el ángel más puro y hermoso del paraíso entero se hallaba en su cama dormido con su pijama de usagi favorito.


Se acercó un poco más para poder observar con detalle cada fino rasgo del chico, sencillamente hermoso- pensó - se nota que tengo buen gusto para escoger a mi amor verdadero.


Al ver que el chico dormía tranquilo sin ningún tipo de dolor o algo por el estilo, decidió al fin, levantarse del cómodo sillón e ir a realizar su trabajo como editor.


Al salir de la habitación, el reloj de pared marcaba las 11:35 de la noche. Masamune fue a la cocina a prepararse otro café, un poco más cargado esta vez para velar bien el sueño de su amor. Después de prepararse el café, cogió su laptop y se dirigió a su cuarto para hacer su trabajo allí. Encendió el laptop y dejó su preciado café encima del velador para no echárselo encima al sentarse como él solía hacerlo cuando nadie estaba con él en casa. Las horas pasaban lentamente mientras que el moreno iba escribiendo reportes a sus superiores y chequeando de vez en cuando el estado de Ritsu.


Eran ya las 2:05 de la madrugada cuando Takano-san acabó de escribir y ponerse al día en los reportes de ventas y otras cosas, apagó el portátil y lo dejó en un cajón de su escritorio. Se quitó las gafas y se masajeó un poco las sienes para aliviar así un poco el cansancio que sentía. Ahora que ya había acabado su trabajo podría dedicarse todo el tiempo del mundo a Ritsu. Se sentó en el sillón y empezó a observar detalle por detalle, des de la punta de sus castaños cabellos hasta las manos vendadas por él. Iban pasando los segundos, los minutos y el cansancio iba ganando terreno hasta hacer cabecear a Takano-san. Al final acabó cayendo en los brazos de Morfeo por haber dormido muy pocas horas los últimos días.


Las horas iban pasando lentamente, parecía como si el tiempo se iba ralentizando para que las dos personas que estaban durmiendo, pudieran disfrutar lo máximo posible del descanso que se les otorgaba justamente. Poco después, Ritsu comenzó a desvelarse por el calor y el malestar que estaba sintiendo de nuevo. La fiebre parecía haber vuelto y hacia que le doliera la cabeza y que sintiera una sensación de caer al vacío cada vez que intentaba moverse. Algo le quemaba en donde se había hecho la herida, seguramente era producto del resfriado.


 Con mucho esfuerzo pudo entre abrir los ojos, la habitación estaba ligeramente iluminada por los rayos que producía la luna que indiscreta, se colaba por las translúcidas cortinas. Ritsu pudo ver a Takano-san recostado en el sillón de cuero negro.


 -Baka- susurró Ritsu al ver que Takano-san le había velado el sueño hasta quedarse dormido- no cambiarás nunca.


 El castaño cerró los ojos intentando así conciliar un poco el sueño, cosa que no conseguía exitosamente. Es más, cada vez se sentía peor, la cabeza le daba vueltas, la garganta y la herida le quemaban, y había empezado a darle nauseas sin razón alguna, fijo que se enfermó y que mañana el terco de su jefe no le dejaría ir a trabajar. No sabía si avisar a Takano-san de que se encontraba mal y que le diera alguna medicina, callarse y esperar que todos esos dolores y fatigas pasaran, o levantarse y buscar una solución al respecto.


 Intentó levantarse, en vano, porque si hacía el mínimo movimiento una mezcla de vértigo y nauseas le venían encima, y como que no le gustaba mucho la idea de devolver todo lo que intentaba digerir su estómago, se quedó acostado nomás. Ritsu optó por aguantarse y esperar que el dolor desapareciera, y así lo hizo, se giró lentamente en la cama para sentir la mínima sensación de vértigo que le fuera posible y se hizo un ovillo para entrar en calor. Poco a poco el dolor de cabeza y barriga iban desapareciendo, y el cansancio hizo caer otra vez a Ritsu en un sueño febril.


Las horas iban pasando, y la calentura de Ritsu fue desapareciendo poco a poco hasta solo dejar un pequeño sonrojo en las mejillas del menor por unas décimas que no conseguía bajar. Takano-san comenzó a despertarse por la incómoda posición en la que había quedado dormido la noche anterior, sin abrir los ojos se colocó bien en el sillón para a ver así si podía conciliar otra vez el sueño, pero algo le hizo abrir los ojos rápidamente.


 - Mierda, me he quedado dormido- dijo Takano-san mientras se frotaba los ojos- me he olvidado de Ritsu completamente.


 Levantó la mirada para revisar cómo se encontraba esta mañana el aludido, Takano-san se acercó al borde de la cama donde estaba Ritsu y coloco su fría mano en la frente de Ritsu para chequearle la temperatura. Parecía tener un poco de fiebre, pero lo supervisaría cuando él despertara y así poder colocarle el termómetro. Se acomodó de nuevo en el sillón y siguió leyendo la novela que había dejado a medias mientras esperaba que Ritsu diera alguna señal de vida. Pasadas 2 horas que se le hacían jodidamente eternas a un moreno con poca paciencia, Ritsu empezó a desvelarse.


- Ta…Takano-san- pronunció Ritsu al encontrarse la cara de su superior en frente de él.


- ¿Cómo te sientes? - preguntó el mayor un poco preocupado.


- Me siento bien, gracias por cuidarme durante la noche y disculpe las molestias- todo el discurso le costó una pequeña punzada en la garganta, pero para que su jefe lo dejara ir a trabajar no hizo gesto alguno de molestia.


- ¿Seguro? - dijo Takano-san mientras repetía el mismo movimiento que hizo antes para revisarle la temperatura- pareces tener un poco de fiebre, para asegurarme de que no tienes nada y puedas ir a trabajar voy a tomarte la temperatura con el termómetro.


-No hace falta Takano-san, me, me encuentro perfectamente, no es necesario tantas molestias.


- Lo hago para asegurarme, no es molestia- respondió el mayor.


 Con esto dicho, Masamune se levantó del sillón negro y se dirigió al botiquín que se hallaba en el baño. Abrió el botiquín y sacó el termómetro de allí.  Cuando llegó a la recámara le colocó el termómetro a Ritsu en la axila y esperó a que pitara el aparatejo.


 - 37.5ºC- dijo el mayor cuando cogió el termómetro que avisó con ese ruido tan peculiar- Tienes algunas décimas de fiebre, Onodera hoy te quedarás aquí descansando ¿me has escuchado?


  - ¿!Heee!? Pero Takano-san, me encuentro bien, no me duele nada lo juro- reclamó el pequeño, cosa que era mentira- digas lo que digas hoy iré a trabajar así que no se hable más.


 Con eso dicho, Onodera, dispuesto a ir al trabajo, salió de la cama, esquivó los brazos de su jefe y se encerró en el baño. Masamune fue tras él, solo quería que su niño no se enfermase más de lo que estaba, por eso mismo lo obligaba a quedarse en cama.


 -¡¡Onodera!!- gritó el moreno- ¡Ábreme la puerta! Te quedarás aquí y no se hable más, si sigues así puede que te suba más la fiebre y empeores. Además, la herida de tu brazo no está del todo curada, no debes de hacer sobreesfuerzos.


- ¡No, no y no! - respondió Onodera- Hoy voy a ir a trabajar porque sí y listo, además no estoy tan mal como para quedarme en casa todo el día. No creo que me suba la fiebre porque no me encuentro mal, y si me sube, será por tu culpa al presionarme y obligarme a hacer cosas que no quiero como quedarme en casa.


El castaño tuvo que hacer una pequeña pausa antes de continuar hablando, hablar con un tono de voz alto le estaba pasando factura a su irritada garganta. Abrió la llave del lavadero para disimular la tos que le vino al intentar hablar de nuevo para convencer a su jefe de que lo dejara ir a trabajar. Cuando se calmó, cerró la llave y se quedó mirando su rostro en el espejo. Ahora que lo pensaba, Takano-san tenía un poco de razón, no se veía nada bien. Estaba más pálido que de costumbre, parecía que se había quedado por lo menos tres días sin pegar ojo. Y un ligero sonrojo persistía en no dejar sus mejillas.


 

Notas finales:

¡Gracias por vuestra santa paciencia y por vuestra espera! XD bueno, espero que os haya gustado. Lo hice un poco más larguito esta vez para que no se me quejen :3

Intentaré colgar el próximo cap el viernes que viene ¿sí? Sean más pacientes conmigo porfiplis que mis ideas revolotean por mi cabeza pero a veces no se como expresarlas de la mejor manera.

 

¡Nos vemos! <3


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