Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

DESPUÉS DE LA TORMENTA... SIEMPRE SALE EL SOL por Sparkle Nao

[Reviews - 62]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola a tod@s! Esta vez si he cumplido con la fecha :P

Bueno, os dejo el cap. para que lo disfrutéis un rato, me temo que se hará largo (sorry por eso, ya que tal vez os pueda aburrir >.<') 

En resumen, ¡Gracias por seguir este fic, daré lo mejor yey! XD ahora sin más demora, ¡a leer!

 

PD: Los personajes no me pertenecen, son creación de Shungiku Nakamura.

IV 


- Puede que Takano-san tenga razón- susurró Ritsu- tal vez sea mejor quedarme en casa, la verdad es que no me encuentro muy bien y me está empezando a doler otra vez la cabeza. Pero, si me quedo a saber que me hace este pervertido- pensó.


Dicho esto, Ritsu aprovechó para darse una ducha rápida para bajar un poco la temperatura de su cuerpo y refrescarse, ya que había empezado a tener calor. Salió de la ducha envuelto en una toalla blanca que encontró en la estantería empotrada del baño. Al abrir la puerta, Ritsu, se encontró a un Masamune en el piso sentado al estilo indio en frente de él con cara de pocos amigos.


- ¿Ya has acabado? - dijo el moreno cortante.


- S-sí ya acabé- respondió el menor sorprendido por la pregunta- por cierto, Takano-san, ¿Dónde se encuentra mi ropa?


- Está encima del sillón de cuero negro que hay en la habitación. Vístete y espérame en la sala que ahora hago el desayuno. Después de desayunar te cambiaré las vendas, buscarás tu maletín y nos iremos al trabajo.


 Con esto dicho, Takano-san se levantó del piso y se dirigió hacia la cocina.


-No me ha gustado mucho ese tono de voz- susurró para sí mismo- supongo que se habrá enfadado. Bueno por lo menos ya ha dejado de jorobar y me deja ir a trabajar, creo que hoy no estará de muy buen humor.


 Cuando acabó de vestirse, se dirigió a la sala para desayunar con su jefe. El desayuno fue silencioso e incómodo. Ritsu no sabía que decir para romper un poco el hielo, y la cara fruncida de su jefe no ayudaba mucho en apaciguar el ambiente. Masamune fue el primero en acabar, cogió sus platos en silencio, los lavó y se fue a buscar el botiquín para curar las heridas de Ritsu. El aludido hizo lo mismo, luego, se dejó curar la herida del brazo sin rechistar, las vendas de las heridas superficiales dispersadas por las manos fueron sustituidas por banditas con dibujitos de ositos y conejitos.


-Ermm Takano-san- dijo con timidez- ¿No tienes otras curitas que no tengan estos monigotes?


La pregunta quedó colgada en el aire, pues el moreno no le contestó, es más, cerró el botiquín, se levantó y se fue de la habitación. Pasaron unos cinco minutos en un tenso silencio hasta que fue interrumpido por la voz de su jefe.


 - Onodera, ¿A qué esperas? Vamos a llegar tarde al trabajo.


- S-sí, ya voy.


 Con esto dicho los dos chicos se fueron en coche a la editorial.


****


La mañana en la editorial fue tranquila, no había mucho trabajo y en la planta dónde trabajan nuestros protagonistas se respiraba un raro aire de paz.


El castaño, notó que desde que llegaron al trabajo su jefe no lo había molestado ni una sola vez, cosa que le tranquilizaba, aunque él había dicho que se encontraba bien esta mañana no era del todo verdad, sentía un ligero dolor de cabeza y de vez en cuando al girar bruscamente se mareaba un poco. En lo que sí se dio cuenta es que de vez en cuando, bueno, para ser sinceros a cada rato su jefe lo observaba cuánto y cuándo trabajaba, cuántos gestos hacía, especialmente si alguno parecía ser de malestar. Cuando tenía que levantarse para trasladar una caja de cartón llena de mangas o un cerrón de fotocopias a la otra planta, Masamune se levantaba sin decir nada y lo hacía él o mandaba a alguien a hacerlo. Lo hacía tan disimuladamente que parecía que nadie se daba cuenta de las cosas o eso recalcaba el ambiente. Como a las 11:50 o por ahí, Masamune fue convocado a una reunión de última hora, cosa que Ritsu aprovechó para dejar de fingir delante de su jefe que lo tenía vigilado a todas horas. Al cabo de dos horas y media de arduo trabajo sin la molesta mirada inquisitiva de su jefe, Ritsu dejó escapar un suspiro cansado mientras se sobaba las sienes. Shôta Kisa, lo miraba de reojo hasta que se atrevió a decir:


 


 -Rit-chan, ¿te encuentras bien?


-S-sí, estoy bien, lo que pasa es que hace tres días que no duermo como se debe- se excusó Ritsu al ver la preocupación de su compañero- no te preocupes, no es nada serio, solo falta de sueño.


-Eso espero Rit-chan, no me gustaría que te enfermases ahora, pues dentro de una semana empieza la maratón de ediciones y no podemos atrasarnos en nada, nadita, nada- le sonrío poco convencido por lo que dijo el castaño- bueno, pero si te sientes mal, dile a Takano-san que te dé permiso para irte a casa y descansa, ¿sí?


-N-no es necesario, pero lo tendré en cuenta, gracias por preocuparte Kisa-san- dijo mientras organizaba unos papeles de la mesa- bueno voy un momento a hacer fotocopias de unos papeles y a recoger un encargo abajo. Ya vuelvo.


- Tómate tu tiempo Rit-chan- respondió el moreno con una sonrisa.


 Antes de hacer esas fotocopias y el encargo el castaño decidió ir un momento a la cafetería para despejarse un poco. Fue a comprarse una infusión de manzanilla y una empanada de queso de tamaño pequeño, pues le dolía un poco la barriga, pero si no comía sería peor. Que estómago tan problemático que tenía.


En la cafetería se comió la empanada, muy buena por cierto, y decidió tomarse la infusión lentamente, mientras veía por la ventana como llovía a cántaros. Cuando acabó, abandonó la cafetería para hacer el resto. Bajando por el ascensor para buscar esos papeles, el castaño sintió una ligera sensación de claustrofobia. Cerró los ojos, respiró profundamente e intentó calmarse. Salió del ascensor, retiró los papeles y en vez de ir de nuevo por el ascensor fue por las escaleras. Mala idea.


Solo iba por las escaleras de lª planta, y ya se estaba ahogando, lo dejo nomás y con mucho disimulo se dirigió al ascensor de esta planta. Caminando por el pasillo, sintió otro mareo, esta vez un poco más fuerte que el anterior. Al intentar caminar de nuevo para ignorar esa horrible sensación, Ritsu pisó mal y estuvo a punto de caerse de no ser por unos brazos fuertes que lo salvaron de estamparse contra el suelo.


 - ¿Estás bien pequeño Onodera? - Pregunto su “salvador”.


- I-Isaka-san- balbuceó el menor- E-estoy bien, solo coloqué mal el pie al intentar andar- intentó excusarse cosa que no fue muy convincente.


- ¿Seguro?, yo te veo más pálido de lo normal- dijo el mayor- ¿Has estado comiendo bien últimamente?


- Bu- bueno la verdad es que me he descuidado un poco al respecto- admitió el menor- solo me mareé un poco Isaka-san, nada de qué preocuparse.


-Seguramente habrá sido un bajón de azúcar, debes de cuidar más tu salud Onodera, vamos, te invito a una coca-cola para que se te suba un poco el azúcar y ya de paso los ánimos, hoy se te ve un poco apagado- dijo Isaka-san.


Diciendo esto, Isaka-san y Ritsu subieron hasta la cafetería donde se hallaban las máquinas expendedoras de refrescos, Isaka-san se compró un té helado y a Ritsu una coca-cola.


***


- Bueno pequeño Onodera, me voy- dijo Isaka-san mientras tiraba la lata del té helado- descansa un poco y después vuelve a la rutina, tú ya me entiendes, eso sí, si te encuentras mal, no dudes en marcharte a casa a descansar ¿de acuerdo? Me pasaré más tarde, como a las 18:00 para ver que tal vas.


-Gra-gracias Isaka-san, pero no se moleste en ver que tal sigo, insisto en que no ha sido nada grave, no es necesario- dijo Ritsu tímidamente- estoy bien de veras, solo fue un bajón de azúcar.


-Si tú lo dices… está bien, pero hazme caso.


 Con esto dicho, Ritsu se quedó a solas en el sofá de la cafetería con su cola-cola a medias mientras veía salir de allí a Isaka-san. Suspiró cansadamente y dirigió su mirada al techo. Ese techo ñaruso de un color blanco sucio, lo calmaba de alguna forma. Cerró los ojos y dejó que el barullo de la cafetería lo arrullara hasta quedarse medio adormitado en ese cómodo y discreto sofá verde caqui escondido en el rincón de las máquinas expendedoras.


Cerró los ojos para no sentir tanto el dolor de cabeza y garganta que había comenzado a tener, tenía frío, pero la cara le ardía, sentía un latido horrible en la cabeza; como si le estuviera a punto de estallar.


Por alguna razón que él desconocía, la herida que se hizo la noche anterior le picaba a horrores, pero si se rascaba o hacía un movimiento brusco, le escocía, incluso le llegaba a doler por momentos. Parecían segundos los que pasaban por los ojos agotados de Ritsu, pero en realidad lo que pasaban eran los minutos y las horas. Al final, el cansancio venció de nuevo al castaño, que se quedó dormido allí mismito. 


[****Comienza el sueño*****]


Se sentía ligero como una pluma, notaba como lo mecían dulcemente en un vaivén consecutivo muy suave, a ritmo de vals.


Le gustaba sentir esa sensación de paz y tranquilidad, muy pocas veces sentidas, parecida a los días de verano, en los que no tienes nada que hacer y puedes hacer la siesta en una hamaca mecido por el viento o, en un rincón del porche mientras contemplas como se mueven graciosamente las ramas del cerezo, cargada de flores de sakura y sus frutos. Una traviesa sonrisa se le escapó de sus labios al recordar sucesos ligeramente agradables que parecían perdidos en su memoria.


Flashes cargados de recuerdos, que parecían vídeos sin reproducir; venían uno detrás de otro, no paraban de salir de la nada. Así pues, se iban reproduciendo automáticamente, primero uno, después el otro, hasta que parecía colapsarse porque cada vez iban más rápido y se reproducían casi todos a la vez.


Ritsu pasó de ese sentimiento de paz, a la horrible sensación de agobio y claustrofobia que había sentido anteriormente en el ascensor. Se tapaba los oídos porque cada vez todo era más rápido, y a la vez estridente; de pronto, como si a todo lo hubieran puesto PAUSE, el ruido cesó. Pasaron unos tensos segundos y, de la nada, el castaño sentía que caía al vacío, como si fuera una piedra cayendo por un pozo sin fondo.


Cerró los ojos esperando el impacto, pero en vez de eso, notó un calor raro que le envolvía el cuerpo. Abrió los ojos despacito y se halló sumergido en medio del océano. Abrió la boca, y unas burbujitas flotaron hacia arriba, al ver eso, Ritsu se asustó y por inercia se tapó la boca con las dos manos para que no se le escapara el oxígeno que le quedaba en los pulmones.


Notaba como en cada segundo el aire era más escaso, pero por alguna razón desconocida no se ahogaba, es más estaba entrando en una somnolencia increíblemente pesada. Al final el castaño no pudo más y finalizó su sueño febril para quedar en un estado de trance dentro de él. (N/A: me refiero a que no sueña nada, como digo yo, se quedó en trance :3)


[***Fin del sueño***]


 


Takano-san caminaba hacia la cafetería, se sentía frustrado, en primer lugar, tuvo que encargarse de temas que no pertenecían a su departamento, y lo más importante de todo fue porque tuvo que explicarle no sé cuántas veces al incompetente diseñador de gráficos que la portada para el último libro escrito por Usami Akihiko debía de ser celeste, no color salmón; porqué así lo quería quién lo escribió. Estuvo durante 50 min. aproximadamente sentado como bobo peleándose por un estúpido color, ¡será posible! Después de eso, sin saber cómo, fue involucrado a dos reuniones más en otra editorial, más una entrevista con una mangaka novata que parecía que se iba a desmayar en cualquier momento de tantos nervios que tenía. Hoy día fue una jornada muy pero que muy largota.


Se sentó en una mesa que daba al lado de la ventana. Estaba lloviendo de nuevo, pero esta vez era más intensa que la anterior. En eso se acordó de lo que le dijo Isaka cuando salió del salón de actos.


 

Notas finales:

¿Qué os ha parecido? ¡Comentad, acepto todo tipo de comentarios constructivos y alentadores y algun que otro tomate! (creo) Nos vemos en otro capítulo :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).