VIII
La puerta de su cuarto se abrió dando paso a un Nowaki más que satisfecho, Takano-san se levantó como un resorte y corrió hacia su destino, una mirada vale más que mil palabras, dicen; Kusama se veía tranquilo, le puso una mano en el hombro y le indicó que se tranquilizara. Tanto silencio satisfactorio crispaba más la impaciencia de Takano.
- ¿Cómo se encuentra Ritsu? - preguntó exasperado- ¿Qué tiene? ¿Es grave?
-Tranquilícese Takano-san, Onodera-kun está estable, se recuperará sin problemas- dijo mientras tomaba asiento en una silla. Suspiró y lo miró- Onodera-kun tiene una bronquitis severa. Seguramente se resfrió hace unos cuantos días atrás y no lo trató como era debido. ¿Ha estado expuesto a lluvia, ha tomado duchas con agua fría o no se ha abrigado lo suficiente? - preguntó.
- El otro día que llovió, volvió al departamento empapado y no se secó inmediatamente, tampoco llevaba paraguas y su bufanda se la olvidó en el perchero del trabajo- respondió mientras él también tomaba asiento- ¿Eso causó la bronquitis?
-Es más que probable que todos esos factores lo hayan enfermado de esta manera- dijo- más la herida del brazo derecho que se le infectó al no ser tratada debidamente.
-Entonces… entonces no es grave lo que tiene, ¿no? - volvió a preguntar no muy convencido- y, ¿qué hay de la sangre que expulsó cuando estaba tosiendo?
-Mire, le voy a hacer un resumen de todo ¿le parece? - Takano-san asintió- Onodera-kun estaba resfriado desde hace días, pero seguramente no se dio cuenta o le restó importancia, al mojarse bajo la lluvia con poco abrigo hizo que su resfriado se transformara en bronquitis. Ha tenido esta fiebre tan alta porque la herida que tiene en el brazo se le infectó al no ser tratada de inmediato por un médico y finalmente, expulsó sangre por la boca a causa de la misma bronquitis. Ha de entender que cuando el recubrimiento de los bronquios está inflamado, entra menos aire a los pulmones, como consecuencia de esto, se tose mucho y la garganta y la tráquea sufren las consecuencias, además, tiene mucha mucosidad y esto dificulta las cosas.
- No tiene ninguna herida interna, ¿no? - interrumpió- ¿Solo fue cómo un pequeño desgarre o algo así, no?
-Exacto, Takano-san- respondió- En la bronquitis se expulsa la flema en abundancia, pero Onodera-kun la tiene pegada y su cuerpo al querer expulsarla presiona y provoca pequeñas heridas en la garganta inflamada y en algunas partes de su sistema respiratorio. Por eso mismo le voy a recetar diferentes medicamentos que deberá tomar rigurosamente. Le recetaré un expectorante para los mocos y la secreción que deberá tomar cada doce horas, amoxicilina para reducir la inflamación de la membrana, deberá tomarlo cada ocho horas. Dígame una cosa ¿Qué le resulta más fácil, en jarabe o en pastillas?
-Jarabe, jarabe- dijo rápidamente Takano-san, ya se las apañaría para dárselo de “la mejor manera”- a Ritsu le cuesta tomarse las pastillas.
- De acuerdo- garabateó el prospecto en una hoja- también le recetaré ibuprofeno para la fiebre, el malestar, dolor de cabeza o inflamación de la herida. Puede que de vez en cuando presente pequeños cuadros de fiebre, que deberán oscilaran entre los 37,5ºC a los 38ºC y poco más, eso es algo normal en esta enfermedad. Tranquilo Takano-san, Onodera se pondrá bien, no haga un mundo de una cosa tan pequeñita y con solución. Es solo una bronquitis, un poco severa, sí, pero se puede tratar, nada más.
Takano-san miró sorprendido al más joven, ¿Cómo adivinó sus pensamientos?, suspiró y se calmó un poco. Tanto estrés, tensión y nudos de nervios en la boca del estómago por un simple resfriado mal curado. Onodera le debía por lo menos unos cinco años de vida.
-Por si acaso- comenzó a hablar el doctor- me he tomado la libertad de sacarle una muestra de sangre para verificar que todo está en orden- Takano-san asintió en forma de aprobación- Onodera-kun deberá guardar reposo absoluto por una semana entera, fin de semana incluido, tiene terminantemente prohibido pisar la editorial en su convalecencia y menos en pensar en trabajar, llevar ropa que no le abrigue o abrir la refrigeradora, deberá comer cosas ligeras y tomar muchos líquidos para que no se deshidrate. Cuando pase la semana deberán venir a mi consultorio para verificar que se ha recuperado totalmente y retirarle los puntos de la herida. Takano-san, cuando ya tenga el resultado de las pruebas ¿desea venir a recogerlas usted solo o prefiere que se las entregue cuando venga con Onodera-kun?
-Envíamelas por correo electrónico- respondió mientras se levantaba- ¿puedo… puedo verlo? - preguntó ansioso.
-Claro, sin problemas, durante los primeros días no deberá hablar mucho porque si no su garganta sufrirá las consecuencias. Dele mucho amor y comprensión, así Onodera-kun se recuperará más rápido. Le dejo las recetas encima de la mesa, llámeme de inmediato si ve que Onodera-kun tiene una fiebre superior a 38,5ºC o no ve mejoría alguna con los medicamentos recetados, con permiso yo me retiro- Takano-san sonrió ante la proposición de Kusama hacía su amor.
-Has hecho un buen trabajo, Nowaki- le dijo mientras le estrechaba la mano- gracias por tu ayuda.
-El placer es mío Takano-san- respondió alegre el joven doctor- me satisface saber que confía en mí.
-Dale recuerdos al gruñón de Kamijou, ¿sí? - dijo ya más relajado- y un consejito- se le acercó a la oreja- de vez en cuando va bien incentivar a la pareja para “que empiece el baile nocturno” *
- ¡¿Ta- Takano-san?!- se sonrojó de sobremanera el pobre chico- Está siendo influenciado otra vez por Usagi-sensei, ¿verdad?
- ¿Tú crees? - preguntó falsamente mientras miraba en otra dirección y se reía un poco- Ya nos veremos, por cierto, ¿Cuánto te debo?
-Le pasaré el recibo por el banco- dijo ya en la entrada de la puerta- Nos vemos Takano-san.
***
El silencio pacífico reinó sobre la casa cuando toda la tensión se esfumó como por arte de magia. Takano-san abrió despacito la puerta de su cuarto y asomó tímidamente su cabeza, todo estaba a oscuras, Ritsu dormía pacíficamente, como si nada de lo ocurrido anteriormente hubiera pasado. Se acercó sigilosamente a la cama y se sentó en el sillón de cuero negro, se lo quedó viendo quedito, sin querer interrumpir el sueño tan necesitado de su amado. Despacito cogió la mano de Ritsu y la estrechó con afecto entre las suyas, una tímida sonrisa se formó en sus labios mientras unas lágrimas de alivio surcaban sus mejillas. Solo pensar en perder a Onodera, su Ritsu, su testarudo niño, su pilar, su dolor de cabeza, su vida, su todo, hacía que cada fibra de su ser se estremeciera de pavor y de incertidumbre. Esta situación le había enseñado una sola cosa: no lo volvería a perder, no lo dejaría escapar otra vez, no ahora. Takano-san se quedó en esa posición un buen rato, esta vez no contaba los minutos que pasaban por su lado, esta vez inmortalizó en su corazón cada momento, cada instante que pasaba a su lado.
-Ahora vuelvo, Onodera- dijo suavemente muy cerca de su oído- voy a comprarte las medicinas, así que, por favor, no te despiertes mientras no estoy aquí, quiero ser lo primero que veas al despertar.
Le dio un besito en la frente y salió del cuarto, cogió todo lo necesario y se fue como alma que te lleva el diablo hacia la farmacia, dejar a Ritsu a solas no le causaba mucha gracia que digamos…
Compró todas las medicinas recetadas y alguna que otra cosa extra como los parches para la fiebre y caramelos contra la irritación de garganta sabor naranja. Luego se pasó por el supermercado 24h y compró los ingredientes necesarios para hacerle las sopas a Ritsu, cuerdas para a atar al castaño por si alguna casualidad de la vida se intentaba fugar, un block de notas, malvaviscos de colores y alguna que otra chuchería más que encontró por ahí.
Cuando llegó a casa, dejó todas las compras en su sitio y se dio una ducha rápida, tanto ajetreo lo había dejado extenuado. Volvió al lado de Ritsu con todo lo necesario para tratarlo y lo dejó encima del buró ancho situado al lado de la cama. Tocó su frente, percibiéndola un poco caliente, presto, cogió el termómetro y se lo colocó. Mientras tanto preparó un poco del medicamento, alzó un poco a Ritsu, lo suficiente para que no se ahogara con el jarabe y despacito se lo hizo tomar, lo acostó, limpió el resto del jarabe que tenía entre las comisuras de sus labios y esperó a que el termómetro le diera “buenas noticias”.
-37,4ºC- murmuró un poco aliviado el editor, comparada con la fiebre que tuvo antes, ésta no le llegaba ni a la suela de los zapatos. Abrió la caja de los parches y sacó uno- a ver cuándo será el día en que dejarás de preocuparme, Onodera- dijo mientras quitaba afectuosamente unos mechones rebeldes de la frente para ponerle el parche, dejó reposar su mano en ésta una vez que hizo su trabajo- Eres pequeño, gritón, nervioso, gruñón y sobretodo haces que mi cabeza duela cada vez que me pones en un aprieto. Aun así, quiero que sepas que nunca dejaré de amarte, me gustas tal y como eres, con tus virtudes y tus defectos- habló con ternura- así que, por favor, recupérate muy pronto para poder robarte esos besos que tanto me gustan. Te amo, Ritsu.
Takano-san besó cándidamente su mejilla, como si de una flor se tratara, se sentó en su sofá de cuero y se quedó velándolo hasta que se quedó dormido.
***
Takano-san nada más despertar, llamó a la editorial para comunicar la ausencia de Onodera y la de él durante las próximas dos semanas. Aunque el médico solo haya dicho una semana de reposo absoluto, él cogería dos, así tendría mucho más tiempo para estar con el castaño. Como no es una persona irresponsable, también mandó que le enviaran su trabajo y parte del menor por mail, para poder hacerlo con la calma, la otra parte del trabajo de Ritsu la repartió entre Kisa y Yoshiyuki a cambio de unos cuantos días extra de descanso.
Cuando ya todos los trámites y avisos se hicieron, Takano fue a chequear a su enfermito. Onodera seguía durmiendo apaciblemente, sin rasgos de fiebre alta o cualquier tipo de malestar que irrumpieran su frágil descanso. Miró el reloj, 9:00 am, hora de los medicamentos. Preparó el jarabe y lo dejó en el buró, intentó despertar al chico, pero no dio resultado, eso, por un momento le preocupó, pero luego pensó que era normal ya que estaría muy cansado. Se sentó al lado de Ritsu y lo apoyó como lo hizo la noche anterior, le abrió un poquito la boca y vertió el contenido de la copita. Vigiló que el líquido bajara por la garganta de Ritsu sin ningún tipo de problema y cuando ya estuvo listo volvió a acostarlo.
Cuando lo acolchó bien pudo apreciar como el ceño de Ritsu se fruncía levemente al no notar el contacto de sus manos contra su piel. Eso hizo sonreír a Takano-san, que lo tuvo de muy buen humor durante toda la mañana pese el trabajo que tenía.