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DESPUÉS DE LA TORMENTA... SIEMPRE SALE EL SOL por Sparkle Nao

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Notas del capitulo:

¡Hola atod@s! Antes que nada, doy mis más sinceras disculpas a todas aquellas personitas maravillosas que me han estado siguiendo y las he dejado colgadas con esta historia, también me disculpo por no dar señales de vida durante tanto tiempo. Ahora que sabéis que sigo viva, respondo a las preguntas que me habéis planteado: SÍ, voy a seguir y acabar esta historia y por el amor a Merlín; NO, ¡¡¡NO HE ABANDONADO NI PIENSO ABANDONAR ESTA LINDA CREACIÓN!!!

No he podido seguirla por varias razones. La primera porque mi hermoso ordenador decidió por si solito darse por muerto (se dañó) y perdí la historia completita. [TT^TT Sí, lo sé, debí haberla guardado en una USB o algo, no me pegueis, ya bastante tuve ese día con mi hermosa sis]

La segunda fue que me desanimé y no quise pensar en ello (y con eso dio paso a las horas, de las horas a los días, de los días a las semanas, meses y por último, los años ^^') Y para remate, cuando de alguna forma me las apañé para recuperar mi linda historia, cuando quise actualizar, no me acordaba de la contraseña y me pasé semanas buscando mi "papel secreto" donde guardo todas las contraseñas de todos los sitios donde estoy suscrita. No me preguntéis dónde lo encontré porqué ni yo misma me lo creo. 

Ahora sí, muchísísísísísísísísímas gracias por no perder la fe en mí y por seguirme. Os lo compensaré, ¡¡Trabajaré más duro para escribir historias lindas, originales y super-chachiosas!!

¡¡GRACIAS!! Aquí os dejo el capítulo.

Recordad que los personajes no me pertenecen, son creación de Shungiku Nakamura.

IX


 


Mientras su hermoso castaño dormía en su recámara, Takano-san se preparó mentalmente por segunda vez para una férrea mañana de trabajo, y para ello, uno no empieza a “ser persona como Dios manda” sin una tercera buena taza de café. Cuando terminó su bebida, sin más dilación se dirigió a la sala dispuesto a pelearse un rato con los documentos enviados por Shôta y Hatori. Acababa un reporte y se ponía con otro, atendía una llamada de emergencia, para luego ser solicitado por otro, a aparte que debía pulir el storyboard de un aprendiz y dar los últimos toques al capítulo que editarían ese mes.  Era media mañana cuando envió por fax a la editorial el capítulo definitivo de ese mes de la mangaka que tenía bajo tutela y más o menos consiguió ponerse en onda con los reportes.


 


Con pereza, se levantó de su silla y caminó en círculos por la sala para aliviar un poco el entumecimiento de sus piernas. Estuvo así un buen rato, hasta que dirigió su mirada a la puerta entrecerrada de su habitación. Sin pensarlo dos veces, Takano-san entró silenciosamente y se sentó en su sillón de cuero para estar un rato con Ritsu. El menor estaba todavía profundamente dormido, más bien producto de la medicina que por propia voluntad, pero con tal que duerma todo sirve en este mundo. Con cuidado de no despertarlo, Takano-san le quito el parche de la frente y chequeó como estaba su temperatura. 


 


- 37,2ºC- murmuró para sí- bien, bien- suspiró aliviado.


 


El moreno miró a su ángel con afecto por un buen rato, luego se levantó, le dio un besito en la frente como despedida y se dirigió a la cocina para preparar la comida y la siguiente dosis de medicamentos que le tocaban al castaño dentro de unas horas.


 


***


 


Ritsu abrió sus ojos despacito, pese que el cuarto estaba medio oscuro, gracias al grosor de las cortinas, le costó un poco enfocar bien. Sentía como si le hubieran metido algodón por las orejas, y dependiendo de cómo hiciera el intento de moverse, le dolía alguna parte de su cuerpo, o no. Tenía la garganta seca, el pecho pesado y la mente hecha un cacao; Lo último que recordaba era haberle dicho a Takano-san que era lindo… luego dolor y después de eso… ¿nada? ¿Qué había pasado? ¿Acaso se desmayó por la fiebre? ¿Dónde estaba Takano-san?


 


Intentó levantarse, pero fue misión fallida, su cuerpo no respondía adecuadamente, estaba un “poco” débil todavía; por lo tanto, se resignó a reacomodarse en la cama, contemplar el color del techo y tal vez, con un poco de suerte, se quedaría dormido sin antes pensar en cosas que le hicieran doler la cabeza.


 


-Ahora que lo pienso- dijo mentalmente sin enfocarse en nada en especial-  últimamente me estoy fijando mucho en el color de los techos. Como si no tuviera cosas mejores que hacer.


 


Sin quererlo, Onodera había cerrado sus cansados ojos e iba saltando aleatoriamente entre pensamientos, sin tener en cuenta la hora o si en verdad estaba despierto o si al final se había quedado dormido. A la única conclusión relativamente coherente que llegó antes de caer en los brazos de Morfeo fue que llevaba puesto UNO de los pijamas de Takano-san, se encontraba en la HABITACIÓN de susodicho, acostado en SU cama, que de alguna forma rara y retorcida podía percibir como el AROMA de éste desprendía de la almohada (para no decir de la cama entera) y que peligrosamente lo relajaba y a la vez EXCITABA de una forma sutil.


 


Lo más gracioso del caso es que Onodera, decidió con una sonrisa adormilada de oreja a oreja que la conclusión a la que acababa de llegar le gustaba; no, mentira, no le gustaba, le ENCANTABA y que si por él fuera, se quedaría así, acurrucadito y calentito pese a la enfermedad que lo tumbaba, hasta el fin del mundo (aunque luego, en la realidad no lo admitiera en voz alta, ni por todos los libros y oro del mundo juntos, no señor, claro que no, ¿Al fin y al cabo quién era él para auto mancillar su hermoso y bien construido orgullo, humm?)


 


Así fue como Takano-san lo encontró horas después de infernal e interminable trabajo, dormido hecho un ovillo con una ligera sombra de lo que fue una sonrisa.


 


***


 


La segunda vez que más o menos se despertó fue gracias a algo frío y húmedo que hizo contacto con su piel. Era Takano-san, quién con una toalla estaba refrescando el rostro ligeramente sonrojado de un afiebrado Ritsu. Sus gestos eran suaves, proporcionando la cantidad justa de confort. El castaño, se dejó llevar por esas caricias, ya que no todos los días uno se enfermaba para ser cuidado de esa manera, aparte de que se sentía igual de mal que antes; por lo que se ve, su fiebre empezaba a subir otra vez.


Cuando reunió las fuerzas suficientes para ordenar a sus párpados dejar pasar un poco de luz y color a su vida por lo menos unos cinco minutos ese día, lo primero que pudo enfocar fue el rostro del moreno, especialmente esos ojos penetrantes que lo miraban con preocupación.


 


La verdad es que nadie nunca antes lo había mirado de esa manera, ni siquiera sus padres. Esa mirada asfixiante que rebosaba de desasosiego, cariño, inquietud, afecto, ansiedad, devoción entre muchas otras emociones más que en ese momento no lograba identificar, pero sobre todo lo que ese mirar emanaba era AMOR PURO.


 


Y eso, a Onodera lo dejó sin aliento.


 


Una parte de sí quería aferrarse al sentimiento que amenazaba con aflorar en ese instante, pero una pequeña parte distinta de sí le gritaba a todo pulmón que corriera por su vida y que se alejara de ahí y ahora. Ese miedo irracional intentaba apoderarse otra vez de su mente, ensortijando su lógica, convenciéndole que ese amor no era real, que en verdad era una trampa para humillarlo una vez más y si en verdad ese amor era verídico, entonces no estaba destinado para él, y si lo estaba, sólo sería durante un efímero momento.


Ritsu no sabía qué hacer, como actuar, que decir, como dirigirse al amor de su vida sin delatarse a sí mismo en el proceso, sin reflejar cuanta incertidumbre moraba en su razón y cuanta congoja retenía su corazón.


 


Así que como su mente no decidía que paso tomar, su cuerpo lo hizo por él, mágicamente, pequeños e imperceptibles temblores se apoderaron de su pequeña complexión, su respiración se tornó ligeramente irregular y sus hermosos ojos verdes comenzaron a anegarse a una velocidad impresionante.


Una tenue punzada de dolor se originó en su garganta, que como más intentaba retener lo que era imposible, más lo lastimaba. Sin poderlo reprimir más, el castaño dejó salir un diminuto sollozo, perseguido pocos segundos después por otros tantos cada vez más audibles y una caída libre de lágrimas torrenciales que apenas le dejaban ver como la cara de Takano-san pasaba de preocupada a inquieta y confusa.


 


Manos cálidas y gentiles comenzaron a acariciarle el rostro, paseándose luego por su pecho, formando pequeños círculos de consolación, procurando en vano cesar su llanto. Tanto afecto lo estaba apabullando, no estaba acostumbrado. ¿Qué debía hacer? Él sólo quería fundirse en ese calor creado por esos gestos y ser feliz por el resto de su vida, pero ¿Por qué era tan difícil aceptarlo? ¿Por qué?


 

Notas finales:

¿Qué os ha parecido? Espero que os haya gustado :D

¡Comentad sin miedo! Aunque los capítulos ya hayan sido puestos con anterioridad, podéis comentar que os ha parecido. ¡No hay problema, a mí me encanta responderos! 

Por cierto, quiero agradecer a todas aquellas personitas que me han enviado un alentador review, y especialmente quiero darle las gracias a krissciel por seguirme durante todo este tiempo. ¡Muchísimas gracias! Me han encantado tus comentarios, espero con ilusión a tu próximo review.

¡Nos leemos! <3

PD: He modificado alguna que otra cosilla en los capítulos anteriores, errores que algunos de uds. me habéis alentado a corregir, ya lo hice así que si queréis ¡podéis volverlo a leer!


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