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Recien casados por Prudence 002

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Notas del capitulo:

Se! que me he tardado una vida en actualizar este fic, pero enserio no sabpia que escribir! hasta que recordé que les había hablado de un oneshot extraoficial de twincest entre Antón y Martín asi que aquí esá.

cabe recalcar que esto NO es parte de la historia, y que Martín y Antón NO son amantes, pero me gusta la idea y por eso hice este capitulo :3

La lluvia caía torrencialmente fuera de la gran casa, y a pesar del tamaño de esta, se podían escuchar perfectamente los aullidos de aquella tormenta que azotaba el follaje de los árboles haciéndolos golpear contra los vidrios de las ventanas.

Para su mala suerte Antón se había quedado dormido muy entrada la tarde, lo que había ocasionado que toda su familia saliera dejándolo solo en casa, ahora, se encontraba cubierto de pies a cabeza en la sala, tratando de huir de los tenebrosos sonidos causados por aquel chaparrón.

***

- Qué sucede Tinny? – dijo una castaña muchacha contoneándose en el brazo del aquel rubio joven que miraba el reloj, y luego la ventana tan meticulosamente.

- Nada hermosa – dijo con coquetería acariciando descaradamente la pierna de la chica perdiendo su mano bajo el pliegue de la falda.

- Hey!, Martín – dijo con voz ofendida, mientras contrario a lo que sus labios decían abría presta las piernas para dejar pasar a aquella “atrevida” mano.

Martín acarició la húmeda prenda interior de Gloria arrancando débiles gemidos de los rojizos labios entre abiertos de la muchacha.

- Si! – gemía ella ante el contacto, aunque Martín no podía estar menos excitado.

La joven llevó su delicada mano al miembro de su pareja, pero al notar que se encontraba aun flácido lo detuvo.

- Qué sucede Tinny? – preguntó algo cortada.

- Nada muñeca – dijo guiñándole un ojo, formulando la misma pregunta en su mente – ya sabes que tengo aguante – dijo sonriendo de lado para devorar aquellos rojos labios mientras acariciaba uno de los pechos de la muchacha.

Desató los cordones de la blusa y dejó descubierto sus morenos senos, los acarició lentamente admirando la suavidad y el color de esa hermosa piel, acercó sus labios al escote para empezar a besarlo y acariciarlo con su lengua, lentamente desabrochó el brasier de Gloria descubriendo aquellos preciosos pechos coronados por esos deliciosos botones, y aunque el cuerpo de su compañera era más que perfecto y digno de admiración y envidia, Martín no podía dejar de pensar en cierto rubito, tan parecido a él.

- Ah!! Martín! – gemía la muchacha mientras se recostaban en aquella amplia cama de hotel.

El joven terminó de quitarle la blusa y continuó con la corta falda de cuero, acarició suavemente las morenas y delgadas piernas mientras repartía húmedos besos en los pechos bajando por el plano vientre hasta llegar al borde de la prenda de satén que ocultaba apenas el sexo de la muchacha, lentamente lo retiró, dejando al descubierto aquel rasurado monte de Venus, le regaló a Gloria una lujuriosa sonrisa y se dispuso a besar aquella delicada piel, acariciando los muslos con sus manos, subió hasta el vientre y lo besó perezosamente, dejando rastros de su cálida saliva a medida que bajaba de nuevo para perderse entre aquellas torneadas piernas, separó los labios de Gloria para apreciar aquel cremoso sexo que desprendía ese tan conocido aroma a mujer, pero,  aunque tuviera esa preciosa visión frente a sus ojos, no podía dejar de pensar en aquellos ojos celestes, tan parecidos a los suyos.

Con sus dedos, índice y corazón, empezó a acariciar el suave sexo de Gloria, haciendo que esta se estremeciera, enarcando la espalda para conseguir algo más de fricción, introdujo dos dedos en el húmedo interior de su chica y con su lengua empezó a acariciar el clítoris que se encontraba duro pidiendo.

- Si!! Martín!! – gritaba la muchacha moviendo sus caderas al compás de aquella lengua y aquellos dedos – Métemela – dijo antes de alcanzar el clímax.

Martín escuchó la petición de Gloria pero al buscar en sus pantalones se dio cuenta de que un cubo de gelatina era más firme que él.

- Espera un momento princesa – dijo levantándose para ir al baño, pero antes de cruzar por la puerta su celular empezó a sonar salvado por la campana pensó y se dispuso a contestar haciendo una pequeña señal a Gloria.

*- Si, dime, qué sucede? – dijo ansioso rogando internamente que fuera alguien que lo sacara de allí.

- Te…te…de…de…mooo…moras? – preguntó una temblorosa voz del otro lado de la línea.

- Anto?¡, te encuentras bien? – preguntó sinceramente preocupado por su hermano menor.

- nnnoo!, aacaa…ca..so no hhaaaas vivistto… la tototormenta! – dijo irritado el menor.

- Bien, pequeño, no te preocupes, ya voy para allá.*

Martín colgó el teléfono agradeciendo a todos los dioses por la llamada, Gloria, que había escuchado se estaba vistiendo de nuevo, resignada a que esa noche, no se llevaría a Martín Andretti a la cama.

- Muñeca, surgió algo con mi hermano menor y debo dejarte – dijo lo más apenado que pudo sonar.

- Ya que – dijo con desgano la muchacha acomodándose el cabello – llamaré un taxi para volver a casa – dijo sacando su teléfono.

- Bien! – dijo Martín sin intentar ofrecerse ni por cortesía – la habitación ya está pagada, de hecho podrías quedarte, pide lo que quieras y cárgalo a mi cuenta primor – dijo saliendo del cuarto haciéndole una señal con sus dos dedos.

***

Antón miraba la televisión con el volumen a todo lo que daba pero a pesar de eso, no fue capaz de ocultar los gemidos de la tormenta, que cada vez eran más fuertes y lo asustaban mucho más.

Escuchó una estruendosa explosión y luego todo quedó sumido en una aterradora oscuridad, el silencio de la noche interrumpido por las gotas de lluvia que se estrellaban en el techo de la casa, Antón gritó tras el apagón soltando lo que tuviera en las manos, se acurrucó más en el sillón cubriéndose por completo con la frazada.

Para tener 21 años era muy cobarde en cuanto a las tormentas, y podía llegar a parecer un niño pequeño.

En la mente de Antón, en cualquier momento podía aparecer un monstruo horrible y deforme para comérselo, así que cuando escucho el chirrido de las llantas de un auto, no dudo en correr en la oscuridad para salvaguardarse de lo que hubiera ocasionado ese ruido, aunque conociera su casa de memoria, en la oscuridad y con los nervios tan estrellados como los tenía, sería imposible andar sin caer o tropezarse, y justamente eso le paso, a lo que se abría la puerta Antón intentaba correr escaleras arriba, cuando estaba por la mitad, olvido girar a la derecha y se dio de frente contra un pilar cayendo escaleras abajo golpeándose la espalda.

- Antón! – gritó Martín al escuchar el ajetreo, el gemelo mayor sacó su teléfono celular para alumbrarse el camino y encontró a su hermano tirado en el suelo sosteniéndose la pierna.

- Idiota! – gritó culpando a su hermano de su caída – sabes que me aterra cualquier sonido durante una tormenta!.

- Lo se!, pero que querías que yo hiciera, que le pusiera un silenciador a las llantas de mi auto?.

- Ayúdame! – demandó el menor con un puchero.

Martín se agachó a la altura de su hermano y justo en ese momento regresó la energía.

La imagen que vio lo descolocó un poco, Antón estaba usando unos pantalones de lana grises que cían sobre sus caderas dejando ver el inicio de un camino de dorados vellos, y como se adivinaba muy fácilmente la forma del miembro de su hermano, se dio cuenta de que no llevaba ropa interior,  además de eso, usaba una camisa de tirantes de rayas, que se había recogido hasta la mitad del torso, dejando ver la lechosa piel de ese plano vientre, Martín pasó saliva, notando como su miembro antes completamente indiferente a la desnudez de Gloria, reaccionaba ante la poca piel que estaba descubierta de su  hermano.

- Qué esperas imbécil!, ayudame!! – lloriqueó el menor mientras sostenía su pierna con mas esmero, tal vez se había desgarrado un músculo o algo.

- Lo lamento Anto – dijo Martín.

Se acercó más a su hermano, y este soltó su pierna para abrazar con sus delgados brazos el cuello de su gemelo, Martín pasó su brazo por debajo de las piernas del menor, mientras que con el otro lo abrazaba por la espalda.

Ya en su habitación Martín depositó a Antón sobre la cama y se sentó a su lado.

- Te duele mucho? – preguntó Martín mientras revisaba la pierna de Antón.

- No mucho – dijo el menor nervioso por las manos de su hermano que recorrían su piel sobre la tela.

- Te pondré una crema para el dolor, vale? – dijo mientras se levantaba dirigiéndose al baño.

Antón se recostó mejor en su cama, sintiendo como su corazón aleteaba por los nervios ante las atenciones que su hermano le propinaba, siempre habían sido muy unidos, pero… sabía que esa noche… era diferente.

Martín regreso con la crema y se sentó junto al menor.

- Quítate el pantalón – dijo con la voz algo sofocada, Antón se sonrojó recordando su desnudez bajo la prenda.

- Puedo hacerlo solo – dijo volteando el rostro.

- No seas nena – dijo Martín jugando con la cinturilla del pantalón.

- No soy nena! – dijo haciendo un puchero que hizo que el pene de Martín se retorciera en sus pantalones.

- Entonces quítate el pantalón – dijo de nuevo mientras miraba descaradamente la erección que se empezaba a formar bajo la ropa de su hermano.

Antón sin responderle, empezó a quitárselo, aun  inconsciente de su estado priápico, Martín no podía esperar más, quería ver a su hermano desnudo y duro solo por él, así que agilitó la tarea dejándolo pronto desnudo de la cintura hacia abajo.

- Martín! – chilló el menor al sentir el tacto de su hermano sobre su piel, y se sonrojó hasta el alma al notar su erección.

- Antón – dijo Martín casi sin voz.

El mayor empezó a acariciar el sexo de su hermano impúdicamente, salivando como el perro de Pavlov, el menor jadeó en respuesta al tacto y se estremeció mordiendo sus labios, tantas veces había esperado ese momento, ningún hombre lo llenaba, y sabía que solo necesitaba de aquel tan parecido a sí mismo.

Martín se sorprendió de lo que hacía cuando alcanzó a reaccionar, pero al subir la mirada y encontrarse con esa expresión en el rostro de su hermano no pudo hacer mucho para detenerse.

Mejillas rojas, labios brillantes y húmedos semi-abiertos para él, atraído como un imán se acercó a ellos mientras continuaba acariciando a Antón en ese lugar tan íntimo, bebió de la saliva de su hermano que mezclaba con la suya para así crear un delicioso néctar lleno de deseo y excitación.

- Ahh! – gimió Antón cuando Martín acarició su húmedo glande.

- Te deseo tanto chiquito – dijo con la voz ronca y sensual en el oído del menor, mientras acariciaba con su cálida lengua la pálida y pequeña oreja.

- Ahh!! – gimió en respuesta ya que no podía articular palabras coherentes.

Martín bajó por el cuello de su hermano, chupando y lamiendo, mordiendo y succionando cada trocito de esa cremosa piel, quitó casi con desesperación esa camiseta para poder apreciar los rosados pezones, y ese delgado cuerpo, ese cuerpo era la única diferencia entre su hermano y él, delgado, liso, fino y delicado, acarició los pezones con su lengua y sus dedos, mientras que presionaba su propio pene sobre la piel de su gemelo.

- Martín… - jadeó Antón volteándose sobre el mayor – te amo – confesó devorando los carnosos labios de su rubio hermano.

El menor se encontraba sobre Martín, moviendo sus caderas provocándolo, completamente desnudo mostrando su tersa y luminosa piel blanca, torpemente empezó a desabotonar la camisa del mayor, dejando al descubierto la mitad de su cuerpo, ese cuerpo, que era la única diferencia entre su hermano y él, fuerte, trabajado, piel tostada y sexy, ese cuerpo de hombre que esperaba lo hiciera suyo, se removía friccionando sus caderas a las de su gemelo, mientras este dibujaba garabatos sobre la suave piel del menor, avanzó con sus besos hasta la cinturilla de los vaqueros de Martín, que no dudo ni por un segundo en desabrochar, el mayor ayudó a Antón y se despojó de su prenda, quedando solo en bóxers, bóxers que Antón arrancó con frenética impaciencia, para por fin admirar en todo su esplendor aquel cuerpo de hombre que amaba.

- Estás tan duro! – gimió Antón al sentir el pene de su hermano golpear contra su vientre.

- Es solo por ti enano – dijo acariciando descaradamente las nalgas del menor.

Antón ni corto ni perezoso se colocó entre las piernas de Martín para comerle el pene con gula, como si del más delicioso dulce se tratara, recorría ese pene con su lengua dentro de su boca, mientras que con sus manos acariciaba la delicada piel de los testículos, Martín jadeaba y empujaba sus caderas a la boca del menor, buscando internarse más si era posible en esa cálida boca que lo atendía tan placenteramente.

- Antoo!! – gritó Martín halando el rubio y sedoso cabello de su hermano – quiero hacerte mío ahora!.

Antón se detuvo y se colocó sobre su hermano de nuevo.

- Te amo Tinny – dijo con los ojos cuajados en lágrimas.

- También te amo Anto – dijo para luego besarlo con amor mientras se robaba aquellas cristalinas lágrimas.

Aun en el beso, levantó a su hermano por la cintura, para guiar dos de sus dedos al pequeño ano del menor, acarició el botón suavemente mientras introducía la punta de su dedo índice, Antón gimió en sus labios y succionó aquel dígito dentro de su cuerpo lo que hizo que Martín perdiera cualquier gota de cordura que le quedara, un segundo dedo amenazó con entrar, y nuevamente Antón lo atrapó en su cálido interior moviendo sus caderas al compas de aquellos dedos, tres, y luego cuatro eran los que bailaban y jugaban a darle placer, cuando uno de ellos rozó ese delicioso punto especial que hizo a Antón chillar de gusto y levantar el culo para su hermano.

- Aquí voy – dijo como pudo intentando no correrse ahí,  y es que la imagen de Antón tan excitado y tan caliente podía hacer que el más controlado de los hombres perdiera la razón y lanzara leche como vaca.

Antón bajó sobre el pene de su hermano, y empezó a restregarlo contra su entrada más que dilatada y dispuesta, lentamente permitió el acceso al miembro de su hermano, que estaba a estallar por lo excitado y duro que se encontraba.

- Ahh! – jadeó Martín cuando sintió sus testículos chocar con el trasero de Antón, y como poseído por todos los demonios de la lujurie empezó a embestir a su gemelo como si no hubiera mañana, rápidamente cambió las posiciones, quedando el arriba para azotar ese cuerpo con mayor facilidad.

Si tuviéramos que ilustrar el placer, bastaría simplemente con tomarle una foto a la cara de Antón, que jadeaba, gemía y gritaba a todo lo que daban sus pulmones, mientras con sus manos, se aferraba a los barrotes de la cama para soportar de mejor manera aquellas salvajes estocadas.

Martín tomó el pene de su pequeño hermano y empezó a masturbarlo, y a medida que lo hacía el interior de Antón lo apretaba más, quería llegar más adentro, así que salió del interior de su hermano.

- Ponte a cuatro patas Anto – lloriqueó de deseo el mayor mientras masajeaba su pene, el menor se giró frente a él y se lo metió a la boca para chuparlo como si fuera una paleta – Aah!!!! Antoon! No!! – gritaba mientras intentaba apartar esa boca de su sexo, pero era tan delicioso que pronto dejó de alejarlo y empezó a embestirla como si fuera lo último que haría en toda su vida.

Antón se tragaba aquel pene hasta la base de la garganta para succionarlo con sus músculos como un experto, cosa que estaba volviendo loco a Martín.

- Anto!! – gritó al correrse directamente en la garganta de su hermano, quien sin decir nada se colocó a cuatro patas recostando el pecho sobre el colchón, regalándole a Martín la más excitante vista que jamás habría imaginado.

Se acercó a las nalgas de su hermano y las abrió para mirar con hambre aquella dilatada entrada, metió un dedo que fue atrapado y succionado de inmediato, empezó a meterlo y sacarlo, notando como se resbalaba tan fácilmente hacia adentro y sintiendo como era más difícil sacarlo, Antón gemía y maullaba sacudiendo el trasero para tentar al mayor, que ya tenía su erección de nuevo bien puesta, lentamente con curiosidad acercó el rostro al ano de su hermano, con su lengua rodeó el botón haciendo que el dueño se estremeciera y lanzara toda la carga de sus testículos sobre las sábanas, Martín metió su lengua en la entrada de su hermano, lamiendo su interior y embriagándose con ese sabor tan sexual, no pudo más y se internó en él de nuevo, mancillando su interior con una fuerza animal, Antón estaba casi inconsciente del placer, incapaz de hilvanar pensamiento alguno solo se dejaba sentir, sentir aquel miembro acariciando su interior, golpeando su próstata una y otra vez, sentir esas manos aferrándose a sus caderas, buscando enterrarse más en él, sentir esos labios besar su nuca, su espalda, sus mejillas, y por último, sentir el cálido semen de su amado hermano llenándolo por completo mientras este caía rendido sobre él.

- Eres hermoso pequeño - dijo Martín rodando sobre si mismo para ponerse frente a su hermano.

- Igual que tú - dijo el menor besándole la mejilla.

Ambos se perdieron en sus indénticas miradas, amándose en silencio, con sus corazones intentando calmarse al compas de la tormenta que empezaba a ceder.

Notas finales:

Espero que les haya gustado y dejen muchos muchos muchos!!! reviews!! *--*


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