Estar en casa era realmente reconfortante, con los lujos, la comida deliciosa a sus gustos, su ropa bonita, cara y cómoda, todo parecía ser de nuevo como era, pero algo había cambiado en cada uno de los chicos, especialmente la manera de ver su vida, nunca se habían detenido a pensar en lo afortunados que eran, siempre habían vivido rodeados de lujos y comodidades, no tenían ni idea de que la gente pudiera estar sumida en tanta pobreza, las sonrisas de Thanatos y Miguel los hicieron darse cuenta de que muchas veces ellos habían sido desagradecidos, esos dos muchachos que casi no tenían nada, podían sonreír con pequeñas cosas como tener una aventura, o un plato de comida caliente que calmara su hambre, o simplemente la compañía del otro. La desesperación en los rostros de Jeremy y Daniel, les recordaban que no todo era color de rosa, y que la vida no era tan fácil como ellos creían, existían en el mundo el temor, existía en el mundo el abuso, existía realmente esa regla de la jungla “matar o ser muerto” como había dicho ese pequeño de castaña mirada, tenía la edad de Antón y Martín, y mientras que ellos hacían rabietas o berrinches porque no podían conseguir algún juego de edición limitada el primer día que saliera a la venta, este muchacho podía ser tan feliz con una triste máquina que no proporcionaba mayor novedad.
Al pensar y hablar de todo eso, los chicos llegaron a una conclusión, no dejarían solos a sus nuevos amigos, ayudarían a que Jeremy y Daniel salgan de ahí y trabajen dignamente en algún otro lugar donde puedan ser libres.
Y no dejarían que Thanatos y Miguel pierdan su inocencia y juventud rodeados de todas esa mierda, tantos años desperdiciando dinero y recursos en inútiles vanidades, ahora podían ayudar a alguien con ello, y no dudarían en hacerlo.
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Y no dejarían que Thanatos y Miguel pierdan su inocencia y juventud rodeados de todas esa mierda, tantos años desperdiciando dinero y recursos en inútiles vanidades, ahora podían ayudar a alguien con ello, y no dudarían en hacerlo.
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