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Recien casados por Prudence 002

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Notas del capitulo:

Hola! se que me he tardado siglos! lo lamento demasiado!! pero hoy les traigo un capitulo extra largo!! :3 :3

 

Había pasado una semana desde su vuelta, y habían cumplido con su palabra de ayudar a los muchachos en el distrito del norte, Daniel y Jeremy se encontraban viviendo en un pequeño departamento en el distrito del este, en la costa, Dan había vuelto a estudiar, mientras Jeremy intentaba encontrar un empleo de su agrado, no era mucho, pero era más de lo que habían soñado nunca, y estaban inmensamente agradecidos y felices.

En cuanto a Miguel y Thanatos, resulta que el pequeño no podía salir del distrito hasta cumplir la mayoría de edad, y apenas tenía 15, y Miguel no tenía intensión alguna de abandonarlo, así que Isaac movió sus cordeles y arregló que las invitaciones sigan vigente para dentro de 4 años, de esa manera ellos podían viajar cuando mejor les acomodara.

Pasados todos esos por menores, Benjamín y Tristán estaban listos para iniciar su luna de miel.

 

Era una mañana de sábado, Tristán dormía en su enorme cama cubierto de la cintura para abajo con una fina sábana de satén negra, Benjamín se encontraba sentado frente al tocador de dormitorio peinando meticulosamente su largo y negro cabello, necesitaba un corte de puntas, ya le llegaba al inicio de sus redondas nalgas.

Dentro de esa semana habían acomodado su vida de casados, Benjamín había dejado la casa de su familia para ir a vivir al departamento de su marido, un lugar enorme, elegante y varonil, tal como Tristán, tenía una sala de estar, 3 habitaciones con sus baños, uno de invitados, una cocina equipada con electrodomésticos de última generación, una sala de juegos, donde había televisión,  consolas, mesas de billar, de tenis, y otras maquinitas de esas a las que el mayor era tan aficionado, un hermoso y enorme balcón donde había un jacuzzi, en el que habían pasado muchas tarde ya, y también Benjamín había empezado a crear su área de flores ornamentales, con ayuda del jardinero del edificio, la ida les sonreía a la feliz pareja, pero aún faltaba algo por hacer, y era tomar ese extenso y exquisito viaje de luna de miel que habían prometido al momento de irse al distrito del norte.

Luego de cepillar su cabello Benjamín volvió a la cama donde dormía su marido, le fascinaba ver a Tristán dormir, era bellísimo y se veía precioso y relajado.

Se recostó sobre su pecho y con su delgado dedo índice empezó a dibujar sus marcados rasgos, empezando por la barbilla, siguiendo el camino de aquella barba de dos días que lo hacía ver endemoniadamente sensual, continuó trazando el camino hasta los pómulos, y luego a la nariz, donde Tristán empezó a despertar, esos ojos verdes se clavaron en los suyos enviando una deliciosa corriente de placer, recordándole el fuego que había visto en ellos la primera noche que durmieron juntos en esa cama como esposos, que de hecho había sido la primera en 4 días desde que se habían ido de viaje.

- Buenos días precioso – dijo Tristán girando sobre su cuerpo para dejar a Benjamín prisionero bajo su peso.

- Buenos días amor – dijo el menor cruzando sus brazos alrededor del cuello de Tristán, besando lentamente sus carnosos labios.

- Que quieres desayunar hoy? – preguntó con voz melosa, mientras con sus rodillas separaba las piernas de Benjamín.

- No lo sé – dijo abrazándole la cintura por debajo de la sábana -  estaba pensando en un trozo de pie de nueces de la cafetería de abajo – dijo con los ojos brillando de súplicas.

- Pero querido – dijo Tristán restregando su duro miembro en contra de la apretada entradita de Benjamín – has comido eso como desayuno al menos unas 5 veces desde que llegamos aquí.

- Pero son deliciosos ahh! – dijo entre jadeando y gimiendo cuando Tristán se coló de una estocada en su interior – además hay otras cosas deliciosas que he comido durante mucho más tiempo y no te quejas – dijo juguetón, empezando a mover sus caderas al ritmo de Tristán.

- Como que otras cosas? – preguntó ralentizando sus movimientos, sintiendo cada centímetro de su pene entrando lentamente y volviendo a salir, arrancando deliciosos gemidos de esos labios rojos e hinchados.

- Como esa cosa que estas metiendo y sacando tan estúpidamente lento! – dijo gimoteando mientras con sus manos se aferraba a los brazos fuertes del mayor para conseguir moverse más de prisa.

Tristán ganó contra los pobres intentos de Benjamín por acelerar pero no pudo más cuando el pequeño malcriado empezó a apretarlo y succionarlo cada vez que entraba impidiéndole salir de nuevo.

- Qué haces? – Alcanzó a jadear antes de que Benjamín lo apretara de nuevo en su interior masajeándolo con las paredes de su recto – Ahh ¡! Benja!! – gritó desesperado Tristán aumentando el ritmo para que Benjamín dejara de hacer aquello, era tan delicioso que si seguía así terminaría corriéndose sin si quiera haber empezado.

Benjamín movía sus caderas frenéticamente encontrándose con las de Tristán, en un vaivén desesperado por tenerse que se corrieron al mismo tiempo en poco tiempo.

- Te amo mi amor – dijo Tristán con la respiración acelerada mientras salía de Benjamín.

- Y yo te amo a ti – dijo el menor jadeando mientras se acurrucaba en el fuerte pecho de su amante.

 

Luego de una ducha y otros menesteres Tristán y Benjamín se encontraban comiendo un delicioso desayuno en aquella linda cafetería que quedaba frente al departamental en el que vivían.

- Es primavera en Italia querido, no crees que sería perfecto para empezar nuestra luna de miel? – dijo Benjamín enseñándole una fotografía en su teléfono.

- Italia? – Preguntó Tristán examinando el aparato – no suena tan mal, pero la luna de miel es una tradición griega mon cheri, que te parece una semana en Mykonos, en la playa, bebiendo, pasándola bien, comiendo manjares griegos y  miel entregados completamente a aquella ancestral y tan significativa tradición – dijo Tristán acariciando la mano de Benjamín sobre la mesa.

- Con qué un periodo lunar entero en Mykonos? – Dijo juguetón – hablas de fiestas en las playas nudistas, expresando nuestro amor como los cirenaicos o los epicúreos?

- Si vas a Roma compórtate como los romanos – Tristán sonrió con suficiencia.

- Suena bien para mí.

Benjamín se levantó de su silla y rodeó la mesa hasta Tristán, se acercó delicadamente a su oído y susurró “sube en 10”, dicho esto se alejó meneando su precioso trasero ganándose muchas miradas indiscretas.

Las palabras de Benjamín viajaron directamente a sus genitales, siguió a aquel trasero con la mirada dándose cuenta de que no era el único que lo miraba, un par de muchachos a dos mesas de él se quitaron sus lentes de sol para apreciarlo mejor, al igual que un par de hombres mayores, los fulminó a todos con una de sus miradas furiosas y los 4 volvieron a sus propios asuntos, seguramente esos idiotas se imaginaron que su Benjamín era una delicada niña debido a su figura y su largo cabello.

 

Benjamín necesitaba 10 minutos para pensar en cómo comunicarle algo muy importante a Tristán, su adorable esposo era un hombre casi perfecto, lo único que no le gustaba a Benjamín era una horrible alergia al pelo de animal, Benjamín amaba a los animales, pero Tristán no podía estar cerca de uno sin ponerse a estornudar como si la vida se le fuera en ello, eso no sería un problema si Benjamín no hubiera encontrado un gatito en la calle 3 días antes.

El pequeño animal era blanco por completo, con los ojos grises y la nariz rosita, cabía en una mano y lo había mantenido escondido en el cuarto de huéspedes esperando el momento perfecto para decírselo a su marido, había pensado un montón de posibilidades, y cada una era peor que la anterior y la única reacción que imaginaba era a Tristán diciéndole que se deshaga de él.

Benjamín preparó en el living del departamento todo lo que se le pudo ocurrir, había mandado a pedir que le prepararan los platillos favoritos de Tristán, que eran bastante sencillos y muy convencionales, en la larga mesa de comedor habían de todas las delicias imaginables, pizza de doble queso con champiñones, jamón, carne molida y piña, papas fritas con salsa de queso, nachos con chille y una salsa de pimientos que le fascinaba, hamburguesas de todas las clases  y variedades existentes, un torta de manzanas con nueces y chocolate fundido y crema batida.

En la tv estaban a punto de pasar un comercial completamente exclusivo para un juego del equipo de básquet favorito de Tristán, se suponía que las entradas estaban agotadas y no había manera alguna en la que nadie pudiera entrar o conseguir alguna, pero Benjamín se las había arreglado y lo había logrado, entradas para la primera fila para el último partido de la temporada que era extremadamente exclusivo y limitado, entradas que se encontraban sobre el sillón, sobre el que también se encontraba una linda cajita de regalo con inusuales agujeros en ella.

 

Tras los 10 minutos Tristán se levantó de su silla y empezó a caminar hacia su edificio con las envidiosas miradas de los que habían mirado el traserito de Benja.

 

Al entrar a su departamento todo el delicioso olor de esa comida inundó sus fosas nasales, siguió caminando y se encontró con todo lo que Benjamín había preparado más el pequeño travieso usando solo unos bóxers negros.

Tristán revisó todo detenidamente, y algo inseguro, no era su aniversario, ni su cumpleaños, ni ninguna fecha especial que recordar, Benjamín lo notó, se apresuró a Tristán y lo beso con desesperación logrando que el mayor se distrajera, Tristán lo tomó por las caderas y lo presionó más contra su cuerpo, ese niño precioso acababa con absolutamente todas sus resistencias.

Lo tomó de sus redondas nalgas estrujándolas haciendo que sus miembros se rosaran, lo levantó haciendo que lo rodeara con sus piernas y lo llevó al sillón de cuero pero antes de que lo lanzara sobre el para hacerlo suyo Benjamín se soltó y lo miró serio y algo nervioso.

- Tris… querido – empezó a decir ante su cara de confusión – hay algo que… debo decirte.

El mayor lo miró con algo de desconfianza levantando una de sus perfectas cejas mientras se acomodaba la camiseta que había empezado a quitarse.

- No vas a decirme que estás embarazado no? – dijo Tristán divertido aunque con la interrogante en su cara.

Benjamín no se rió con él y eso SI que lo asustó.

- Benja… - dijo sigilosamente.

- No es eso! idiota! Eso solo que… - el menor se acercó a la cajita que hasta ahora Tristán había ignorado y la abrió sacando de ahí al precioso gatito blanco que tenía un lindo collar con una placa y un cascabel Tristán enarcó ambas cejas e instintivamente se cubrió la nariz – este es Sir. Galahad – dijo sosteniendo al pequeño animal un poco más cerca del mayor.

- Entonces… porqué hay un gato en nuestra casa? – preguntó Tristán alejándose de él.

- Lo encontré el miércoles en el callejón a fuera de las oficinas de mi padre, no podía dejarlo ahí – dijo Benjamín poniendo cara triste mientras abrazaba al gatito en su pecho desnudo protegiéndolo instintivamente.

Tristán miro a su pequeño esposo sostener a ese pequeño animalito con tanto amor que no tuvo corazón para decirle que no, lentamente se acercó a Benjamín y lo abrazó junto con aquel gatito.

- Está bien Benja… pero solo uno de acuerdo? – dijo acariciando el largo cabello y posando un tierno beso en su frente.

Benjamín sonrió de oreja a oreja y se acurrucó más al pecho de Tristán.

- Te lo prometo – dijo con una voz traviesa que el mayor no creyó ni por un segundo.

- Bien entonces, vamos a disfrutar de todo lo que has preparado para mí – dijo el mayor sonriente tomando al gatito y depositándolo en el suelo.

Benjamín lo llevó hasta la mesa y ambos se sentaron a comer, Tristán en su silla y Benjamín sobre sus piernas moviéndose y provocándolo impidiéndole comer tranquilo.

Con una rebanada de pizza en su mano y la otra mano sosteniendo la cadera de Benjamín que se movía de adelante hacia atrás y de un lado a otro haciendo que su erección tomara forma, y creciera hasta hacerlo desear no tener pantalones.

- Mi amor – dijo Tristán algo agitado – si te sigues moviendo así, no seré capaz de comer.

- Tienes mucha hambre?, yo sé cómo podría abrirse tu apetito aun más – dijo el pequeño travieso presionándose con más fuerzas sobre la erección del mayor.

- Está bien ya! – dijo Tristán levantándose con Benjamín en sus brazos.

Al menor se le dibujó una preciosa y lujuriosa sonrisa en el rostro cuando Tristán lo subió de espaldas a la mesa y prácticamente le arrancó la única prenda que usaba descubriendo así su erecto miembro.

- Esto quieres precioso? – dijo mientras cerraba su puño en torno a ese duro miembro que palpitaba ante la anticipación.

- Sih! – dijo gimiendo y empujando sus caderas hacia la mano de Tristán.

El mayor lo masturbaba lentamente mientras uno de sus dedos tomaba un poco de la crema batida del pastel de manzanas.

- Siempre he querido probar algo así – dijo Tristán acariciando uno de los rosados pezones, cubriéndolo de crema batida y jarabe de chocolate.

- Me parece mentira que no lo hayamos hecho ya – dijo con la respiración acelerada y la excitación acumulándose en su bajo vientre.

Tristán empezó a lamerlo lentamente, rodeándolo con su lengua, sintiendo como se endurecía entre sus labios, chupando y mordisqueándolo hasta dejarlo duro y empapado en su tibia saliva.

Bajó con su lengua hasta llegar a la cadera, ese huesito que sobresalía y le encantaba, solo hacía ver a Benjamín más precioso y sexy, lo lamio y lo acarició hasta el cansancio con sus dedos delgados, tomó un poco más de crema y trazó un camino que llegaba hasta los genitales depilados, acarició a penas con la punta de sus dedos la suave piel antes de aclararla con su lengua, llevándose la crema batida, Benjamín gemía  cada vez que Tristán lo tocaba, y este no podía estar más excitado, Benjamín era una belleza, le encantaba sentirlo derretirse en sus manos, de la cadera bajo a su ingle ignorando el pene que se movía lentamente esperando atención, sus manos y su lengua continuaron bajando hasta los testículos del menor, tomó uno entre sus dedos, sintiendo la tersura y suavidad de esa piel delicada, se lo llevó  a la boca y lo rodeó con su lengua antes de hacer lo mismo con el otro.

- Tristán!! – gimió desesperado moviendo la cabeza de un lado a otro empujando sus caderas hacia su hombre.

- Espera mi amor – dijo el mayor mientras besaba sus muslos y los acariciaba embriagándose con la suavidad de esa piel lechosa.

Con su lengua viajó hacia la entrada del menor, lo acarició lentamente rodeándola, con sus dedos índices empezó a abrirlo para ver el interior de su niño, metió su lengua en el agujero abierto y lo saboreo por completo, el sabor, la textura, el calor y la humedad del interior de su niño era una droga para él, le encantaba todo de ese niño precioso que gemía y se sacudía en espasmos de placer que nublaban sus pensamientos.

- Tristán por favor! – pedía desesperado por sentir a su hombre dentro de él.

Y Tristán no pudo más, se despidió de sus pantalones y apuntó su pene a la entrada abierta y lubricada de Benjamín, lo penetró lentamente, sintiendo como el interior de su niño lo engullía, disfrutando del espectáculo de su miembro entrando en Benjamín hasta sentir sus testículos chocar con la piel de las redondas nalguitas, su boca asaltó la del pequeño tragándose sus gemidos y grititos de placer.

- Te amo – dijo Benjamín excitado abrazando a Tristán por el cuello para sentirlo aun más.

- Y yo a ti mi amor – dijo el mayor tomándolo con sus brazos y pegándolo a su cuerpo.

Ahí abrazados, pegados y apretados como si quisieran fundirse el uno en el otro, con el entre sus fuertes brazos lo penetraba lentamente, saliendo y entrado a su propio ritmo, el ritmo de sus cuerpos se acoplaba perfectamente hasta que su orgasmo llegó, al mismo tiempo corriéndose uno en el otro, Tristán llenó a Benjamín con su esencia y Benjamín derramó la suya entre ellos, tan fuerte que unas gotas alcanzaron la nariz y los labios  del mayor.

- Lo lamento – dijo Benjamín riendo mientras besaba su semen de la cara de Tristán.

- Me gusta precioso – dijo él lamiendo sus labios para luego besar a su marido con amor y pasión.

 

Unas semanas antes de su viaje de luna de miel Tristán Andretti llegaba a su departamento, esperando encontrarse con su joven marido y hacerle el amor hasta desfallecer.

- Llegué cariño – canturreó al entrar, Sir Galahad apareció corriendo mientras perseguía una pelota de goma “mew” exclamó el animalito mirándolo con sus grandes ojos grises.

- Hola pequeño – dijo Tristán levantándolo en su mano para darle un beso, los antialérgicos que estaba tomando ahora eran realmente buenos, podía tranquilamente sostener al animal sin ahogarse.

Tristán caminó hasta la habitación donde estaba Benjamín mirando la tv o trabajando en su pc, o tal vez a punto de quedarse dormido.

- Hola mi amor – dijo dejando al gatito en la cama junto a Benjamín.

- Creo que ya lo amas – dijo Benjamín sonriendo mientras se arrodillaba para besar los deliciosos labios de su amante.

- Es adorable - dijo el mayor acariciándole la cabeza.

- Me alegra tanto que pienses eso! – dijo saliendo de la cama y corriendo a su armario.

Benjamín sacó una caja de cartón algo grande y pronto varios maullidos inundaron la habitación, dejó la caja sobre la cama y de ella salieron dos gatos, uno blanco con gris igual de pequeño que el que ya tenían y otro era totalmente negro y ya parecía un gato adulto.

- Estos son Sir. Perceval – dijo señalando al pequeño - Y este es Sir. Lancelot – señalando al negro más grande – son tus compañeros de guerra Sir. Tristán – dijo imitando una voz graciosa de “guerrero”.

Tristán mantuvo su cara seria estoicamente.

- Planeas meter a todo el jodido reino de Camelot a nuestra casa Benjamín? – dijo Tristán molesto mientras buscaba en sus pantalones una de sus píldoras.

- Pero… - Benjamín hizo un puchero y ojos de cachorro.

- Si… si, los encontraste y  no podías dejarlos solos – dijo mientras empezaba a quitarse la ropa caminando algo exasperado por su habitación.

- Tris… - dijo con un hilo de voz caminando detrás de él.

- Benja – dijo en tono molesto – No tienes ni un poco de consideración, me dijiste que solo tendrías un gato, entiende que soy alérgico Benjamín, soy alérgico al pelo de animal – dijo levantando un poco la voz.

- Lo sé pero… tus píldoras – dijo con la voz a punto de quebrarse.

Tristán no volteó a mirarlo, como lo hiciera se llenarían de gatos hasta los calzoncillos.

- Benjamín – dijo lentamente – No planeo pasar mi vida entera tomando antialérgicos porque tú no puedes dejar gatos en la calle, o llevarlos a un refugio para animales!.

Benjamín empezó a llorar en silencio, empezó a acercarse a Tristán hasta llegar a abrazarlo por la espalda, escondiendo su rostro en ella llenándola con sus lágrimas.

- Ben… no llores.

Tristán se giró y lo abrazó protectoramente para calmar su llanto, acariciaba su cabello a través de toda su espalda y volvía a subir, miró sus reflejos en un espejo grande en una de las paredes, se veía como si estuviera abrazando a una niña pequeña.

- Tal vez ya te hace falta un corte – dijo como si cualquier cosa mientras tomaba el larguísimo cabello en una improvisada coleta con su mano – Si lo tienes más largo tus gatos lo arrancaran cuando pases junto a ellos.

Benjamín sonrió en el pecho desnudo de Tristán y empezó a acariciarlo, sus pectorales duros, luego a besarlos, lentamente.

- Gracias amor – dijo colgándose de su cuello para abrazarlo.

- Te amo pequeño monstruo. 

Había pasado una semana desde su vuelta, y habían cumplido con su palabra de ayudar a los muchachos en el distrito del norte, Daniel y Jeremy se encontraban viviendo en un pequeño departamento en el distrito del este, en la costa, Dan había vuelto a estudiar, mientras Jeremy intentaba encontrar un empleo de su agrado, no era mucho, pero era más de lo que habían soñado nunca, y estaban inmensamente agradecidos y felices.

En cuanto a Miguel y Thanatos, resulta que el pequeño no podía salir del distrito hasta cumplir la mayoría de edad, y apenas tenía 15, y Miguel no tenía intensión alguna de abandonarlo, así que Isaac movió sus cordeles y arregló que las invitaciones sigan vigente para dentro de 4 años, de esa manera ellos podían viajar cuando mejor les acomodara.

Pasados todos esos por menores, Benjamín y Tristán estaban listos para iniciar su luna de miel.

 

Era una mañana de sábado, Tristán dormía en su enorme cama cubierto de la cintura para abajo con una fina sábana de satén negra, Benjamín se encontraba sentado frente al tocador de dormitorio peinando meticulosamente su largo y negro cabello, necesitaba un corte de puntas, ya le llegaba al inicio de sus redondas nalgas.

Dentro de esa semana habían acomodado su vida de casados, Benjamín había dejado la casa de su familia para ir a vivir al departamento de su marido, un lugar enorme, elegante y varonil, tal como Tristán, tenía una sala de estar, 3 habitaciones con sus baños, uno de invitados, una cocina equipada con electrodomésticos de última generación, una sala de juegos, donde había televisión,  consolas, mesas de billar, de tenis, y otras maquinitas de esas a las que el mayor era tan aficionado, un hermoso y enorme balcón donde había un jacuzzi, en el que habían pasado muchas tarde ya, y también Benjamín había empezado a crear su área de flores ornamentales, con ayuda del jardinero del edificio, la ida les sonreía a la feliz pareja, pero aún faltaba algo por hacer, y era tomar ese extenso y exquisito viaje de luna de miel que habían prometido al momento de irse al distrito del norte.

Luego de cepillar su cabello Benjamín volvió a la cama donde dormía su marido, le fascinaba ver a Tristán dormir, era bellísimo y se veía precioso y relajado.

Se recostó sobre su pecho y con su delgado dedo índice empezó a dibujar sus marcados rasgos, empezando por la barbilla, siguiendo el camino de aquella barba de dos días que lo hacía ver endemoniadamente sensual, continuó trazando el camino hasta los pómulos, y luego a la nariz, donde Tristán empezó a despertar, esos ojos verdes se clavaron en los suyos enviando una deliciosa corriente de placer, recordándole el fuego que había visto en ellos la primera noche que durmieron juntos en esa cama como esposos, que de hecho había sido la primera en 4 días desde que se habían ido de viaje.

- Buenos días precioso – dijo Tristán girando sobre su cuerpo para dejar a Benjamín prisionero bajo su peso.

- Buenos días amor – dijo el menor cruzando sus brazos alrededor del cuello de Tristán, besando lentamente sus carnosos labios.

- Que quieres desayunar hoy? – preguntó con voz melosa, mientras con sus rodillas separaba las piernas de Benjamín.

- No lo sé – dijo abrazándole la cintura por debajo de la sábana -  estaba pensando en un trozo de pie de nueces de la cafetería de abajo – dijo con los ojos brillando de súplicas.

- Pero querido – dijo Tristán restregando su duro miembro en contra de la apretada entradita de Benjamín – has comido eso como desayuno al menos unas 5 veces desde que llegamos aquí.

- Pero son deliciosos ahh! – dijo entre jadeando y gimiendo cuando Tristán se coló de una estocada en su interior – además hay otras cosas deliciosas que he comido durante mucho más tiempo y no te quejas – dijo juguetón, empezando a mover sus caderas al ritmo de Tristán.

- Como que otras cosas? – preguntó ralentizando sus movimientos, sintiendo cada centímetro de su pene entrando lentamente y volviendo a salir, arrancando deliciosos gemidos de esos labios rojos e hinchados.

- Como esa cosa que estas metiendo y sacando tan estúpidamente lento! – dijo gimoteando mientras con sus manos se aferraba a los brazos fuertes del mayor para conseguir moverse más de prisa.

Tristán ganó contra los pobres intentos de Benjamín por acelerar pero no pudo más cuando el pequeño malcriado empezó a apretarlo y succionarlo cada vez que entraba impidiéndole salir de nuevo.

- Qué haces? – Alcanzó a jadear antes de que Benjamín lo apretara de nuevo en su interior masajeándolo con las paredes de su recto – Ahh ¡! Benja!! – gritó desesperado Tristán aumentando el ritmo para que Benjamín dejara de hacer aquello, era tan delicioso que si seguía así terminaría corriéndose sin si quiera haber empezado.

Benjamín movía sus caderas frenéticamente encontrándose con las de Tristán, en un vaivén desesperado por tenerse que se corrieron al mismo tiempo en poco tiempo.

- Te amo mi amor – dijo Tristán con la respiración acelerada mientras salía de Benjamín.

- Y yo te amo a ti – dijo el menor jadeando mientras se acurrucaba en el fuerte pecho de su amante.

 

Luego de una ducha y otros menesteres Tristán y Benjamín se encontraban comiendo un delicioso desayuno en aquella linda cafetería que quedaba frente al departamental en el que vivían.

- Es primavera en Italia querido, no crees que sería perfecto para empezar nuestra luna de miel? – dijo Benjamín enseñándole una fotografía en su teléfono.

- Italia? – Preguntó Tristán examinando el aparato – no suena tan mal, pero la luna de miel es una tradición griega mon cheri, que te parece una semana en Mykonos, en la playa, bebiendo, pasándola bien, comiendo manjares griegos y  miel entregados completamente a aquella ancestral y tan significativa tradición – dijo Tristán acariciando la mano de Benjamín sobre la mesa.

- Con qué un periodo lunar entero en Mykonos? – Dijo juguetón – hablas de fiestas en las playas nudistas, expresando nuestro amor como los cirenaicos o los epicúreos?

- Si vas a Roma compórtate como los romanos – Tristán sonrió con suficiencia.

- Suena bien para mí.

Benjamín se levantó de su silla y rodeó la mesa hasta Tristán, se acercó delicadamente a su oído y susurró “sube en 10”, dicho esto se alejó meneando su precioso trasero ganándose muchas miradas indiscretas.

Las palabras de Benjamín viajaron directamente a sus genitales, siguió a aquel trasero con la mirada dándose cuenta de que no era el único que lo miraba, un par de muchachos a dos mesas de él se quitaron sus lentes de sol para apreciarlo mejor, al igual que un par de hombres mayores, los fulminó a todos con una de sus miradas furiosas y los 4 volvieron a sus propios asuntos, seguramente esos idiotas se imaginaron que su Benjamín era una delicada niña debido a su figura y su largo cabello.

 

Benjamín necesitaba 10 minutos para pensar en cómo comunicarle algo muy importante a Tristán, su adorable esposo era un hombre casi perfecto, lo único que no le gustaba a Benjamín era una horrible alergia al pelo de animal, Benjamín amaba a los animales, pero Tristán no podía estar cerca de uno sin ponerse a estornudar como si la vida se le fuera en ello, eso no sería un problema si Benjamín no hubiera encontrado un gatito en la calle 3 días antes.

El pequeño animal era blanco por completo, con los ojos grises y la nariz rosita, cabía en una mano y lo había mantenido escondido en el cuarto de huéspedes esperando el momento perfecto para decírselo a su marido, había pensado un montón de posibilidades, y cada una era peor que la anterior y la única reacción que imaginaba era a Tristán diciéndole que se deshaga de él.

Benjamín preparó en el living del departamento todo lo que se le pudo ocurrir, había mandado a pedir que le prepararan los platillos favoritos de Tristán, que eran bastante sencillos y muy convencionales, en la larga mesa de comedor habían de todas las delicias imaginables, pizza de doble queso con champiñones, jamón, carne molida y piña, papas fritas con salsa de queso, nachos con chille y una salsa de pimientos que le fascinaba, hamburguesas de todas las clases  y variedades existentes, un torta de manzanas con nueces y chocolate fundido y crema batida.

En la tv estaban a punto de pasar un comercial completamente exclusivo para un juego del equipo de básquet favorito de Tristán, se suponía que las entradas estaban agotadas y no había manera alguna en la que nadie pudiera entrar o conseguir alguna, pero Benjamín se las había arreglado y lo había logrado, entradas para la primera fila para el último partido de la temporada que era extremadamente exclusivo y limitado, entradas que se encontraban sobre el sillón, sobre el que también se encontraba una linda cajita de regalo con inusuales agujeros en ella.

 

Tras los 10 minutos Tristán se levantó de su silla y empezó a caminar hacia su edificio con las envidiosas miradas de los que habían mirado el traserito de Benja.

 

Al entrar a su departamento todo el delicioso olor de esa comida inundó sus fosas nasales, siguió caminando y se encontró con todo lo que Benjamín había preparado más el pequeño travieso usando solo unos bóxers negros.

Tristán revisó todo detenidamente, y algo inseguro, no era su aniversario, ni su cumpleaños, ni ninguna fecha especial que recordar, Benjamín lo notó, se apresuró a Tristán y lo beso con desesperación logrando que el mayor se distrajera, Tristán lo tomó por las caderas y lo presionó más contra su cuerpo, ese niño precioso acababa con absolutamente todas sus resistencias.

Lo tomó de sus redondas nalgas estrujándolas haciendo que sus miembros se rosaran, lo levantó haciendo que lo rodeara con sus piernas y lo llevó al sillón de cuero pero antes de que lo lanzara sobre el para hacerlo suyo Benjamín se soltó y lo miró serio y algo nervioso.

- Tris… querido – empezó a decir ante su cara de confusión – hay algo que… debo decirte.

El mayor lo miró con algo de desconfianza levantando una de sus perfectas cejas mientras se acomodaba la camiseta que había empezado a quitarse.

- No vas a decirme que estás embarazado no? – dijo Tristán divertido aunque con la interrogante en su cara.

Benjamín no se rió con él y eso SI que lo asustó.

- Benja… - dijo sigilosamente.

- No es eso! idiota! Eso solo que… - el menor se acercó a la cajita que hasta ahora Tristán había ignorado y la abrió sacando de ahí al precioso gatito blanco que tenía un lindo collar con una placa y un cascabel Tristán enarcó ambas cejas e instintivamente se cubrió la nariz – este es Sir. Galahad – dijo sosteniendo al pequeño animal un poco más cerca del mayor.

- Entonces… porqué hay un gato en nuestra casa? – preguntó Tristán alejándose de él.

- Lo encontré el miércoles en el callejón a fuera de las oficinas de mi padre, no podía dejarlo ahí – dijo Benjamín poniendo cara triste mientras abrazaba al gatito en su pecho desnudo protegiéndolo instintivamente.

Tristán miro a su pequeño esposo sostener a ese pequeño animalito con tanto amor que no tuvo corazón para decirle que no, lentamente se acercó a Benjamín y lo abrazó junto con aquel gatito.

- Está bien Benja… pero solo uno de acuerdo? – dijo acariciando el largo cabello y posando un tierno beso en su frente.

Benjamín sonrió de oreja a oreja y se acurrucó más al pecho de Tristán.

- Te lo prometo – dijo con una voz traviesa que el mayor no creyó ni por un segundo.

- Bien entonces, vamos a disfrutar de todo lo que has preparado para mí – dijo el mayor sonriente tomando al gatito y depositándolo en el suelo.

Benjamín lo llevó hasta la mesa y ambos se sentaron a comer, Tristán en su silla y Benjamín sobre sus piernas moviéndose y provocándolo impidiéndole comer tranquilo.

Con una rebanada de pizza en su mano y la otra mano sosteniendo la cadera de Benjamín que se movía de adelante hacia atrás y de un lado a otro haciendo que su erección tomara forma, y creciera hasta hacerlo desear no tener pantalones.

- Mi amor – dijo Tristán algo agitado – si te sigues moviendo así, no seré capaz de comer.

- Tienes mucha hambre?, yo sé cómo podría abrirse tu apetito aun más – dijo el pequeño travieso presionándose con más fuerzas sobre la erección del mayor.

- Está bien ya! – dijo Tristán levantándose con Benjamín en sus brazos.

Al menor se le dibujó una preciosa y lujuriosa sonrisa en el rostro cuando Tristán lo subió de espaldas a la mesa y prácticamente le arrancó la única prenda que usaba descubriendo así su erecto miembro.

- Esto quieres precioso? – dijo mientras cerraba su puño en torno a ese duro miembro que palpitaba ante la anticipación.

- Sih! – dijo gimiendo y empujando sus caderas hacia la mano de Tristán.

El mayor lo masturbaba lentamente mientras uno de sus dedos tomaba un poco de la crema batida del pastel de manzanas.

- Siempre he querido probar algo así – dijo Tristán acariciando uno de los rosados pezones, cubriéndolo de crema batida y jarabe de chocolate.

- Me parece mentira que no lo hayamos hecho ya – dijo con la respiración acelerada y la excitación acumulándose en su bajo vientre.

Tristán empezó a lamerlo lentamente, rodeándolo con su lengua, sintiendo como se endurecía entre sus labios, chupando y mordisqueándolo hasta dejarlo duro y empapado en su tibia saliva.

Bajó con su lengua hasta llegar a la cadera, ese huesito que sobresalía y le encantaba, solo hacía ver a Benjamín más precioso y sexy, lo lamio y lo acarició hasta el cansancio con sus dedos delgados, tomó un poco más de crema y trazó un camino que llegaba hasta los genitales depilados, acarició a penas con la punta de sus dedos la suave piel antes de aclararla con su lengua, llevándose la crema batida, Benjamín gemía  cada vez que Tristán lo tocaba, y este no podía estar más excitado, Benjamín era una belleza, le encantaba sentirlo derretirse en sus manos, de la cadera bajo a su ingle ignorando el pene que se movía lentamente esperando atención, sus manos y su lengua continuaron bajando hasta los testículos del menor, tomó uno entre sus dedos, sintiendo la tersura y suavidad de esa piel delicada, se lo llevó  a la boca y lo rodeó con su lengua antes de hacer lo mismo con el otro.

- Tristán!! – gimió desesperado moviendo la cabeza de un lado a otro empujando sus caderas hacia su hombre.

- Espera mi amor – dijo el mayor mientras besaba sus muslos y los acariciaba embriagándose con la suavidad de esa piel lechosa.

Con su lengua viajó hacia la entrada del menor, lo acarició lentamente rodeándola, con sus dedos índices empezó a abrirlo para ver el interior de su niño, metió su lengua en el agujero abierto y lo saboreo por completo, el sabor, la textura, el calor y la humedad del interior de su niño era una droga para él, le encantaba todo de ese niño precioso que gemía y se sacudía en espasmos de placer que nublaban sus pensamientos.

- Tristán por favor! – pedía desesperado por sentir a su hombre dentro de él.

Y Tristán no pudo más, se despidió de sus pantalones y apuntó su pene a la entrada abierta y lubricada de Benjamín, lo penetró lentamente, sintiendo como el interior de su niño lo engullía, disfrutando del espectáculo de su miembro entrando en Benjamín hasta sentir sus testículos chocar con la piel de las redondas nalguitas, su boca asaltó la del pequeño tragándose sus gemidos y grititos de placer.

- Te amo – dijo Benjamín excitado abrazando a Tristán por el cuello para sentirlo aun más.

- Y yo a ti mi amor – dijo el mayor tomándolo con sus brazos y pegándolo a su cuerpo.

Ahí abrazados, pegados y apretados como si quisieran fundirse el uno en el otro, con el entre sus fuertes brazos lo penetraba lentamente, saliendo y entrado a su propio ritmo, el ritmo de sus cuerpos se acoplaba perfectamente hasta que su orgasmo llegó, al mismo tiempo corriéndose uno en el otro, Tristán llenó a Benjamín con su esencia y Benjamín derramó la suya entre ellos, tan fuerte que unas gotas alcanzaron la nariz y los labios  del mayor.

- Lo lamento – dijo Benjamín riendo mientras besaba su semen de la cara de Tristán.

- Me gusta precioso – dijo él lamiendo sus labios para luego besar a su marido con amor y pasión.

 

Unas semanas antes de su viaje de luna de miel Tristán Andretti llegaba a su departamento, esperando encontrarse con su joven marido y hacerle el amor hasta desfallecer.

- Llegué cariño – canturreó al entrar, Sir Galahad apareció corriendo mientras perseguía una pelota de goma “mew” exclamó el animalito mirándolo con sus grandes ojos grises.

- Hola pequeño – dijo Tristán levantándolo en su mano para darle un beso, los antialérgicos que estaba tomando ahora eran realmente buenos, podía tranquilamente sostener al animal sin ahogarse.

Tristán caminó hasta la habitación donde estaba Benjamín mirando la tv o trabajando en su pc, o tal vez a punto de quedarse dormido.

- Hola mi amor – dijo dejando al gatito en la cama junto a Benjamín.

- Creo que ya lo amas – dijo Benjamín sonriendo mientras se arrodillaba para besar los deliciosos labios de su amante.

- Es adorable - dijo el mayor acariciándole la cabeza.

- Me alegra tanto que pienses eso! – dijo saliendo de la cama y corriendo a su armario.

Benjamín sacó una caja de cartón algo grande y pronto varios maullidos inundaron la habitación, dejó la caja sobre la cama y de ella salieron dos gatos, uno blanco con gris igual de pequeño que el que ya tenían y otro era totalmente negro y ya parecía un gato adulto.

- Estos son Sir. Perceval – dijo señalando al pequeño - Y este es Sir. Lancelot – señalando al negro más grande – son tus compañeros de guerra Sir. Tristán – dijo imitando una voz graciosa de “guerrero”.

Tristán mantuvo su cara seria estoicamente.

- Planeas meter a todo el jodido reino de Camelot a nuestra casa Benjamín? – dijo Tristán molesto mientras buscaba en sus pantalones una de sus píldoras.

- Pero… - Benjamín hizo un puchero y ojos de cachorro.

- Si… si, los encontraste y  no podías dejarlos solos – dijo mientras empezaba a quitarse la ropa caminando algo exasperado por su habitación.

- Tris… - dijo con un hilo de voz caminando detrás de él.

- Benja – dijo en tono molesto – No tienes ni un poco de consideración, me dijiste que solo tendrías un gato, entiende que soy alérgico Benjamín, soy alérgico al pelo de animal – dijo levantando un poco la voz.

- Lo sé pero… tus píldoras – dijo con la voz a punto de quebrarse.

Tristán no volteó a mirarlo, como lo hiciera se llenarían de gatos hasta los calzoncillos.

- Benjamín – dijo lentamente – No planeo pasar mi vida entera tomando antialérgicos porque tú no puedes dejar gatos en la calle, o llevarlos a un refugio para animales!.

Benjamín empezó a llorar en silencio, empezó a acercarse a Tristán hasta llegar a abrazarlo por la espalda, escondiendo su rostro en ella llenándola con sus lágrimas.

- Ben… no llores.

Tristán se giró y lo abrazó protectoramente para calmar su llanto, acariciaba su cabello a través de toda su espalda y volvía a subir, miró sus reflejos en un espejo grande en una de las paredes, se veía como si estuviera abrazando a una niña pequeña.

- Tal vez ya te hace falta un corte – dijo como si cualquier cosa mientras tomaba el larguísimo cabello en una improvisada coleta con su mano – Si lo tienes más largo tus gatos lo arrancaran cuando pases junto a ellos.

Benjamín sonrió en el pecho desnudo de Tristán y empezó a acariciarlo, sus pectorales duros, luego a besarlos, lentamente.

- Gracias amor – dijo colgándose de su cuello para abrazarlo.

- Te amo pequeño monstruo. 

 

 

 

Notas finales:

:DD dejenme reviews sii *--*


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