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Recien casados por Prudence 002

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Notas del capitulo:

Hola chicos !! lamento mucho la demora u.u no me odien, tuve ciertos problemitas y hoy fue un dia demasiado pesado, pero aqui esta el cao y espero que les guste :3

El distrito del norte se encontraba en la parte más alta del país, por lo tanto, hacía mucho más frío que en los demás, como había dicho Nynpha se encontraba amurallado, y en el portón de entrada había una comitiva del ejercito armados hasta los dientes.

-          Qué desea? – preguntó con voz firme un soldado al conductor de uno de los camiones, el que de hecho si llevaba suministros, todos pensaron que sería mejor así, ya que disipaban las sospechas.

-          Traigo los encargos para el General Marqués, dijo simplemente Pedro, el conductor del camión.

El soldado lo miró severamente y llamó a un subordinado para corroborar la verdad de esa información.

-          Bien, pase adelante – dijo al ser informado de que el General había encargado más suministros.

Pedro simplemente asintió y dio la señal para que el otro camión también entrara, al llegar a la plaza los polizontes se bajaron y dejaron que los camiones se dirijan al cuartel general, no sería posible que se quedaran ahí, había demasiada seguridad y vigilancia, y sería muy sospechoso.

-          Porqué debemos vestirnos así! – dijo Benjamín disgustado, mirando sus desaliñadas ropas, que consistían en una camisa gris opaco que le quedaba algo grande, un pantalón de tela suelto sostenido con tirantes, que le quedaba alto y dejaba descubiertos sus pálidos y delgados tobillos y unos zapatos estilo “el chavo del 8”, no podía usar sus brazaletes, ni colgantes, ni siquiera podía usar perfume o algo así.

-          Así se visten aquí – dijo Nynpha saliendo del camión, ella, al igual que Cris y Bella estaba usando un vestido hasta los tobillos, de colores neutrales y muertos, con mangas hasta los hombros y el cabello recogido en colas de caballo o trenzas.

Los 8 caminaron por las calles de aquel lugar, eran sombrías, calladas, y al caminar por ellas, se podía percibir esa indescriptible sensación de miedo.

-          Muero de hambre! – dijo Martín abrazando su estómago.

-          Ahí – dijo Bella señalando una pequeña casa de cemento, con fachada gris y mohosa – eso parece ser un restaurante – dijo con cara “de seguro agarras tifoidea al mirar el interior”

-          Vamos chicos!, que tan malo puede ser, además vinimos por toda la experiencia – dijo Nynpha animando a sus amigos a entrar.

Al entrar al establecimiento les llegó un delicioso aroma a especias y carne, tal vez, la comida era mejor de lo que ellos pensaban.

-          Bienvenidos! – dijo un jovencito rubio vestido con ropas evidentemente más grandes que él – síganme por favor, y los dirigiré a su mesa.

Siguieron al niño que no debía tener más de 15 años hasta una larga mesa de madera con bancos sin respaldo del mismo material, todos se sentaron lo mejor que pudieron y empezaron a ojear los menús.

-          Qué recomiendas pequeño? – preguntó Tristán al niño que se mantenía de pie sonriéndoles.

-          Solo hay dos platos hoy Señor – dijo señalando dos de los platillos del menú – sopa de puerco con patatas y ensalada de zanahorias y remolachas hervidas.

Tristán hizo un mohín, pero el niño no lo notó.

-          Yo quiero la ensalada – dijo Nynpha, Cristian y Bella se miraron.

-          Nosotras también dijeron al mismo tiempo.

-          Yo quiero sopa de puerco, y una porción de arroz – dijo Tristán resignado.

-          Yo quiero lo mismo que él – dijo Dylan.

-          Yo quiero, ambas cosas – dijo Martín a quien no le importaba comer lo que sea, en ese momento hasta comería la comida de su hermana, tenía enserio demasiada hambre.

Benjamín y Antón se miraron con cara de pocos amigos, pero al final se decidieron por la sopa de puerco.

-          Bien! – dijo el niño sonriendo – les traeré sus bebidas, la comida estará en un momento.

El niño se retiró hacia una puerta de la trastienda dejando a los forasteros esperando.

-          Este lugar me da mala espina – dijo Martín mirando a su alrededor, todas las personas ahí vestían de la misma manera que ellos, y todos estaban muy callados, además de esa sensación de miedo.

-          A mí también – dijo Tristán – Por cierto – continuó el mayor de todos – dónde nos quedaremos?.

-          No lo sé, pero debemos encontrar un lugar pronto, he oído que el toque de queda es a las 19h00, y si alguien no está en casa a esa hora, es fuertemente castigado, o lo toman prisionero.

-          Hay un maldito toque de queda en este jodido lugar!? – exclamó Benjamín haciendo que muchas miradas se fijaran en aquel muchacho de cabello largo.

-          Silencio Benjamín! – regaño Bella - no debemos llamar la atención.

-          Lo lamento – dijo bajando la mirada, Tristán hizo ademán de abrazarlo pero una mirada de Nynpha lo frenó.

-          Recuerden lo que les dije sobre la homosexualidad chicos, además, Benja es menor de edad aún, pueden tomarte por pederasta.

-          Tsk! Esto es una gran mierda – susurró el mayor solo para  sus compañeros.

Continuaron conversando en susurros hasta que el pequeño rubio se acercó malabareando con sus pedidos.

-          Aquí tienen – dijo el niño sonriendo, los mayores tomaron sus platos y empezaron a comer de mala gana, el niño se sentó en un puesto desocupado junto a Antón, quien lo miró extrañado – Ustedes no son de por aquí, no es cierto? – dijo el pequeño en voz baja, ese niño era hermoso, y se veía feliz a pesar de su entorno.

-          Cómo lo supiste? – preguntó Antón en el mismo tono de voz.

-          Pues, no se ven como la gente de aquí – dijo señalando los peinados de los extranjeros.

Los aludidos se dieron cuenta de que sus cabellos estaban muy bien cuidados, algunos incluso estaban tinturados a diferencia de los cabellos maltratados y desaliñados de las personas del mesón.

-          Qué hay de tú cabello? – preguntó Benjamín, si bien notaba que el pelo del niño era rubio natural estaba bastante bien cuidado.

El pequeño rió y tomó uno de sus dorados mechones.

-          Mi cabello es así naturalmente – dijo sonriendo.

-          Pequeño, sabes dónde podemos quedarnos esta noche? – se aventuró Nynpha – tengo entendido que no hay hoteles aquí.

-          Es cierto – dijo el pequeño rascándose la barbilla – Tal vez puedan quedarse en los pasadizos, pero… no sé qué tan acostumbrados a la incomodidad están.

-          No importa donde sea! – dijo apresuradamente Martín.

-          Bien!  -dijo el niño emocionado por ayudar a los forasteros.

-          Tanathos! – gritó un hombre robusto con poblada barba y sin un solo cabello en la cabeza, de unos 50 años aproximadamente  al pequeño rubio que holgazaneaba en su mesa.

-          Voy! – dijo el niño levantándose – regresen aquí a las 16h00, los llevaremos a un lugar seguro – dijo muy bajito antes de ir hacia la trastienda.

Al terminar de comer decidieron irse, ya que notaron que había varias personas esperando a que alguna mesa se desocupara.

Vagabundearon por las penumbrosas calles, con marcados nervios debido a las miradas que caían sobre ellos, además del deplorable aspecto de aquel sombrío lugar.

Un disparo seguido de varios más fue la señal para correr a buscar refugio donde fuera, ya que poco después del barullo de las balas, 3 oficiales salieron de un callejón persiguiendo a un grupo de antisociales que disparaban sin ton ni son con ánimos de crear una distracción.

-          Este lugar es horrible! – dijo escandalizado el menor de los hombres Andretti.

-          Si!, no puedo creer como la gente soporta vivir aquí.

-          Tenías que escoger este lugar eh Benny? – dijo sarcásticamente Dylan.

-          Tú también querías venir, e igual Nynpha y Bella,  e incluso Cristiana, yo no los he obligado! – dijo haciendo una rabieta típica de Benjamín Fabritzzio.

Tristán lo beso en la frente disimuladamente, pero su gesto no pasó desapercibido por la gente del pequeño kiosco al que habían entrado.

-          Chicos tengan cuidado por favor… - susurro Nynpha algo irritada, lo peor que podía pasarles era que los arrestaran, especialmente a Benja y  Tristán, que estaban en su pre-luna de miel.

La gente del mercadillo empezó a murmurar acerca de aquel hombre que había besado a aquel otro hombre, y las miradas de reproche no se hicieron esperar, Miguel, un muchacho que ayudaba en uno de los puestos se percató de aquello y fue al rescate de los obvios (aunque bien disfrazados) forasteros.

-          Hey!, cómo están chicos, veo que tu hermanito ya se recuperó de su refriado Manuel, me alegra mucho, ya estaba faltando demasiado a la escuela – dijo el castaño muchacho -haciendo énfasis en “hermanito”-  golpeando la espalda de Tristán con toda confianza para salvarlos de aquellos mirones.

-          Si, hola hermano, ya se recuperó del todo, supongo que ya no hay razón para que siga faltando – dijo Tristán confundido pero agradecido.

-          Por qué no me siguen, conozco un lugar más seguro para ustedes – dijo el joven dejando la escoba con la que barría la vereda y guiándolos hacia afuera del mercadillo.

Caminaron hacia un callejón guiados por aquel muchacho hasta que se encontraron con una especie de sala de juegos, por decirlo de alguna forma.

Era una habitación amplia, con las paredes garabateadas con grafitis y cosas así, estaba tapada por una supuesta pared de concreto que hacía las veces de puerta corrediza secreta.

-          Este es  nuestro escondite – dijo el muchacho abarcando con sus brazos todo el lugar.

-          Se ve interesante  - dijo con una sonrisa nerviosa Cristiana, sonrojada por la presencia de ese apuesto joven.

-          Cómo te llamas? – preguntó Tristán, curioso por conocer el nombre de aquel héroe.

-          Soy Miguel – dijo sonriendo y resaltando unos hermosos hoyuelos en sus mejillas.

-          Me llamo Benjamín – dijo el menor de todos y así empezaron las presentaciones.

Los exploradores junto con Miguel caminaban conociendo el “escondite”, era grande, como una especia de galpón abandonado, tenía una galería no tan alta donde habían sillones con mesas y sillas bastante viejos y desgastados, en la parte de abajo, habían varios televisores antiquísimos, y consolas de video juegos obsoletas, pero que  los jóvenes de aquel distrito parecían disfrutar bastante, habían unas 3 máquinas arcade de juegos como el come cocos, o house of de death, lo que les pareció extraño, esas valían una fortuna si funcionaban, aunque supusieron que aquellos niños no tenían ni idea.

-          Miguel – dijo Bella, llamando la atención del joven.

-          Si?

-          Conoces algún lugar en el que podamos pasar la noche? – preguntó la chica esperanzada.

-          Pero el niño del mesón nos dijo que nos llevaría a un lugar seguro – recordó Antón.

-          Si, pero dijo que era bastante incómodo, tal vez Miguel conozca algún lugar mejor.

Miguel los miró extrañado, y enseguida reparo en que ellos debían tener dinero, seguramente serían de alguno de los otros distritos.

-          El único lugar seguro para los extranjeros es bastante incómodo – dijo el chico – aunque, si están en una excursión eso no debería ser problema verdad?

-          Él tiene razón – dijo Nynpha – por eso, iremos a las 16h00, a que el niño del mesón nos diga.

-          Qué niño de qué mesón? – preguntó curioso Miguel recordando a un niño en particular.

-          Creo que se llamaba… Thanatos, así lo llamó el hombre – dijo Cristiana.

-          Oh!, Thanatos – dijo Miguel sorprendido – perfecto, si lo conocen entonces no hay problema, ambos los llevaremos – dijo feliz.

-          Lo conoces? – preguntó Martín sorprendido, en ese pueblo todos se conocían? – pensó.

-          Sí! – al chico se le encendieron los ojos y las mejillas al escuchar esa pregunta y los demás pudieron entender algo de lo que pasaba.

-          Bien, entonces nos dejaremos guiar por ustedes – dijo Tristán, sintiéndose seguro para abrazar a Benjamín, cosa que no había hecho en todo el día, aunque Nynpha igual le lanzó una mirada de desaprobación, que Miguel notó.

-          No se preocupen por eso, aquí pueden hacerlo con seguridad, hasta ahora ningún chucho ha encontrado nuestro escondite  - dijo el muchacho orgulloso – Bien, los dejaré aquí, pero vayan al mesón a las 16h00, no lo olviden, yo debo volver al trabajo.

El chico salió por la puerta-pared, ayudado por otros chicos, mientras que nuestros exploradores se dedicaron a curiosear aquel escondite, veían extrañados a aquellos jóvenes, jugando, riendo, conversando tan amenamente, aun cuando afuera en las calle hubieran disparos o robos, o persecuciones, se les formó un nudo en la garganta al imaginarse  la razón de esa tranquilidad en los chicos, tal vez ellos desconocían todo aquello, o supieran solo verdades a medias, o la peor, que ellos ya estuvieran acostumbrados…

Dieron las 4 y todos ya estaban en el mesón, sentados de nuevo en aquella mesa, pronto Miguel y Thanatos aparecieron y se sentaron en los asientos que quedaban vacíos, uno a lado del otro.

-          Están listos? – preguntó entusiasmado el pequeño.

-          Supongo que si – dijo Antón.

-          Bien! – dijo Miguel – pero hay algo que debo decirles – se acercó más a ellos, y todos se pusieron en posición de escuchar un secreto – El lugar al que los llevaremos es muy incómodo y desagradable, y  estarán a salvo del ejército , y más para ustedes, ya que no son de aquí y no están en las listas, pero, puede ser peligroso, aunque los guardas no van ahí, otros habitantes de aquí si lo hacen, y si se ven amenazados por ustedes los asesinaran sin pensárselo dos veces, aquí nadie se arriesga por nadie que no sea de los suyos, aquí es matar o ser muerto,  además, el ser invisibles no es bueno tampoco, al no contar en las listas, nadie los extrañará si desaparecen.

-          Nuestras familias son importantes en el distrito del sur – dijo firmemente Dylan.

-          No entienden, si no son de aquí, no se arriesgarán a publicar las noticias de que han muerto extranjeros, mucho menos si son importantes como dicen, ellos pueden manipular la verdad, si mueren aquí, será como si jamás hubieran existido… en ninguna parte.

-          Chico, me estas asustando – dijo Tristán nervioso.

-          No estoy mintiendo – dijo Miguel.

-          Está bien! – dijo Bella hablando por todos – ya hemos venido hasta aquí, así que no nos iremos así sin más, no somos cobardes – todos miraban a la muchacha estupefactos, dónde rayos estaba  la Bella Ambarino que no podía atarse los tenis sola por miedo a romperse una uña?!.

-          Muy bein! – dijo el niño rubio – vamos! – a los mayores les hizo gracia, parecía que el pequeño estaba muy emocionado por todo eso.

 

 

Llevaban varios minutos caminando, ya eran las 17h00 y aún no llegaban.

-          Falta mucho – dijo algo cansado Benjamín.

-          No tanto – dijo Miguel – es doblando la esquina, en el siguiente callejón.

Dicho aquello siguieron andando en silencio, hasta que llegaron al callejón antes mencionado, los muchachos habitantes del distrito del norte miraron hacia todos lados, y no el típico giro a la derecha y a la izquierda, sino a todos lados, solo les faltaba ponerse a revisar bajo los guijarros.

-          Listo – dijo el muchacho castaño.

-          Aquí es! – dijo el pequeño rubio.

Los forasteros se miraron confundidos y luego a sus dos nuevos amigos, quienes sonrieron cómplices.

-          Aquí – dijo Miguel señalando un contenedor de basura, las chicas pusieron cara de asco, bueno, las chicas y Antón.

-          Ni loco! – dijo el último, no dormiré en un basurero.

-          Créeme, preferirás el basurero cuando veas el lugar en el que dormirás – dijo Thanatos empezando a sacar las bolsas negras.

El niño entró al contenedor ágilmente ayudándose con sus finos y delicados miembros.

-          Vamos! – apuró el pequeño – como nos descubran tendremos problemas.

-          Bien – dijo dubitativo Benjamín, quien fue el primero en acompañar al niño, y notar que en el fondo del contenedor había una trampilla que daba a otra trampilla en el asfalto.

Al terminar de entrar los extranjeros les siguió Miguel, quien se encargó de colocar las fundas de basura en su lugar.

La alcantarilla era un lugar oscuro, y muy tenebroso, especialmente para Antón, cuya amplia lista de fobias estaba coronada con la nictofobia, razón por la cual estaba aferrado a la espalda de su hermano gemelo.

Llegaron a un lugar un tanto más iluminado, y se encontraron con que había una reducida habitación.

-          Aquí es – dijo Thanatos abriendo la portezuela.

-          Será mejor que entren y se acomoden aquí, por las noches hace muchísimo más frío aquí abajo – dijo Miguel.

-          Nosotros iremos a casa, ya falta poco para el toque de queda.

-          En ese momento es cuando más personas suelen venir por aquí escapando, o para esconderse, deben quedarse aquí adentro y tratar de no hacer ruido.

-          Sobre las 20h00 todo el barullo se calma aquí abajo, pero empieza en la superficie, así que no se asusten.

-          Traten de no buscar peleas, recuerden lo que les dijimos.

-          Vendremos temprano para sacarlos de aquí.

-          Hasta mañana! – dijeron finalmente los dos al despedirse y desaparecer por las asquerosa y oscura alcantarilla.

Notas finales:

Ojala les haya parecido interesante, dejen reviews *-* y gracias por leer :3

besos xoxo


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