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Invisible por Korone Lobstar

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Notas del capitulo:

AAAAAAAAAH POR FIIIIIIIIIIIIIIIIIIIN –Baila la danza de la libertad-

¡Por fin he acabado mis exámenes de la universidad, chicos y chicas! Me ha costado un triunfo, pero aquí estoy de nuevo. Espero que no pensaseis que había abandonado la historia ni nada parecido, porque no es así. Odio enero porque la universidad me secuestra por completo y no me deja escribir. Me han tenido entre exámenes y trabajos hasta la coronilla.

Pero en fin, he de decir que oficialmente he vuelto a la carga y con lo que estabais esperando: El capítulo final de Invisible.

No os voy a dar la tabarra porque seguro que estáis deseando empezar a leer, así que…

¡Dentro capítulo!

Los rayos del sol entraban coquetos por la pequeña ventana de la habitación del hotel, con ganas de molestar a las dos figuras que estaban tapadas entre sábanas de miel, uno abrazado al otro. Aunque la tela apenas cubría sus aptitudes físicas, podía vislumbrarse unas piernas enredadas con otras, unos brazos atados a otros. Una cabeza de pelo negro enterrada en un pecho blanco y pálido como el cuarzo, resplandeciente con los rayos que se colaban a través del cristal.

Las primeras cosas que una persona común querría al despertar sería poder levantarse todos los días con la persona que ama. Tener una vida fácil y sencilla.

Eustass Kid no era una persona corriente, sin embargo tenía una ambición que podría considerarse un cliché en la sociedad. A ojos de todos, solo eran dos hombres abrazados en una cama tras incontables noches furtivas de quedar a escondidas, de verse a última hora, de sonrisas ocultas, de besos apasionados bajo los soportales de la ciudad para acabar siempre en el mismo sitio.

Aún le parecía reciente el suceso que ocurrió esa segunda noche que llevaba en la ciudad en la que nació, cuando Trafalgar Law volvió a ser suyo.

No podía esperar a tenerle y no soltarle.

Por lo que en los días siguientes no se molestó en hacerlo.

Su mano pálida se enredó rápidamente en sus cabellos de color azabache, mientras observaba aquella suave y tallada figura tostada dormir a su lado. Durmiendo a su lado…

La mera idea de tenerle en la misma cama tras noches de pasión irrefrenable para él ya era todo un hito en su historia, así que no podía abrir la boca para soltar ninguna queja. Era cierto que lo que sentía por su antiguo profesor de biología era tan fuerte como lo que en las películas americanas llamaban “amor”, pero él no era de ese tipo de personas. No es un romántico empedernido, tampoco un detallista. Simplemente, si puede pasarse así con él el resto de sus días estará bien.

Abrazados en la cama tras una noche de puro sexo, gimiendo y gritando entre las cuatro paredes de una habitación de hotel. Aunque podía ser en su cama, en su piso en la ciudad capital, mientras preparaban un café para desayunar, eso ya era suficiente.

No es que fuese un conformista, pero con todo lo que había tenido que pasar para llegar hasta ese punto, podría decir que se sentía plenamente lleno. Como si estuviese completo después de tantos años esperando a que aquel hueco vacío que el moreno dejó en su pecho se llenara con el tiempo. Pero eso nunca sucedió.

Trafalgar Law hace 6 años se llevó una parte vital de su existencia que no había recuperado, y ahora al tenerle al lado se había dado cuenta de una cosa.

No lo necesitaba en el pecho.

Aquello que se llevó estaba bien en sus manos mientras lo cuidara. No lo quería si no era él quien lo poseía.

Con esa idea en mente, sus labios formaron una especie de sonrisa que, a pesar de ser igual ed socarrona que siempre, lucía sincera y sin tapujos.

Su boca se aventuró a lamer la oreja del moreno, perforada por aquellos dos pendientes dorados que, con el movimiento mientras follaban, tintineaban como un pequeño cascabel. Realmente Law tenía muchos rasgos que se podrían atribuir a los de un felino, y ese pequeño detalle le encendía mucho.

Habían pasado una noche muy intensa, pero la verdad, nunca estaba de más volver a querer estar dentro de él.

La mano que había estado acariciando sus cabellos negros descendió por su espalda trazando círculos con las yemas de los dedos, pequeñas caricias llenas de significado oculto mientras se movía en la cama para quedar de lado y poder mirarle mejor. Su expresión a la hora de dormir era tan pacífica que parecía ser otra persona completamente distinta. El dolor, la angustia, las miradas incómodas, todo parecía dejar de existir cuando ambos estaban juntos en la misma cama, entre las mismas sábanas e igual de desnudos como les gustaba a ambos recordar.

No se contentó con eso, quería volver a hacerle suyo entre besos y caricias, quería volver a escuchar su voz, escuchar su nombre entre fuertes gemidos cuando llegara al orgasmo.

Su pecho se aceleró con solo pensarlo, y cierta parte de su anatomía volvió a la vida en cuanto se lo imaginó totalmente predispuesto, mientras abría las piernas, mientras le susurraba que le follase una vez más.

Con aquellas ardientes imágenes, la mano siguió bajando hasta que pasó por encima de una de sus nalgas. Se coló entre ellas para acariciar con la yema de un dedo su entrada.

El moreno pareció murmurar algo mientras dormía, sin abrir los ojos aún. Eso le hizo sonreír.

Con la glotonería de un adicto, aquel dedo pálido que estaba nervioso por la espera acabó por entrar dentro.

Law gimió.

Y su enorme sonrisa de tiburón llenó toda su cara, haciendo que se movieran todos los músculos de la misma atento a sus reacciones.

No tardó en mover aquella falange dentro de su culo, palpando con si dígito toda aquella aterciopelada extensión que le estrangulaba y le apretaba, como si buscara asfixiarle y matarle sin oxígeno.

El pelirrojo en seguida se alborotó buscando con sus labios la piel de su cuello para morderla.

Aquellos ojos grises que tanto amaba empezaron a abrirse ante la intrusión tan placentera que estaba sufriendo en sus propias carnes, empezando a espabilarse y a suspirar del gusto ante aquellas atenciones que le hacían temblar. Sus orbes ascendieron hasta la cara de aquel que no quería dejarle dormir más.

-¿Sabes que… -jadeó, mientras se removía en la cama y se abría un poco de piernas para que tuviera mejor acceso- esto es… hn… acoso?

-Heh. –Kid sólo ensanchó su sonrisa, metiendo otro para hacerle esta vez gemir.- No parece que te quejes. Es más, parece que lo estás disfrutando mucho.

El moreno esbozó una sonrisa lujuriosa mientras esta vez lamía los labios del pelirrojo, abrazándose a su cuello terminando de salir del mundo de los sueños para buscar el alivio que su ahora dura polla necesitaba.

-Vas a tener que hacerte cargo de esto ahora. –Se acarició su propia erección, arrodillándose en la cama para comerle la boca entre jadeos de placer, aquellos dos dedos no dejándole pensar con claridad ni lo que estaba diciendo.

-Creo que podemos arreglarlo.

Y sus labios volvieron a chocar como las olas del mar rompían contra la arena de la playa, buscándose, necesitándose, llenándose de mordiscos y besos húmedos en los que sus lenguas danzaban alegres como si de un baile se tratase. Sus cuerpos se movían despacio pero lo preciso para provocarse mutuamente, haciendo que con ello sus erecciones se rozasen vagamente, como dos amantes que se buscan y se necesitan pero no llegan a tocarse.

Las puntas de sus dedos clamaban al cielo, sus ojos ambarinos arañaban la piel del moreno mientras le hacía gemir.

Definitivamente, quería estar dentro suyo también.

Apenas pudo reaccionar del todo cuando Law le hizo sentarse en la cama, haciéndole apoyar su espalda contra el cabecero de la cama. Y él mientras se sentaba alegremente sobre sus caderas para que ambos sexos se frotasen con más ganas. Esta vez ambos suspiraron con ganas.

-No necesitas preparación. –Comentó el pelirrojo como si no fuese algo obvio.- Parece que tu culo aún guarda el regalo que te dejé ayer.

-Capullo. –Gruñó su antiguo profesor, mordiendo y tirando de su labio inferior como venganza para que se callase. Sus mejillas se habían encendido con sólo recordar aquella manera de follar como animales salvajes que habían acostumbrado a hacer por las noches.

Sus caderas se alzaron buscando lo que tanto anhelaba: su cintura descendió entonces lentamente hasta que la punta dela polla de Kid entró toda en su entrada.

El pelirrojo tuvo que contener un gemido sin perder aquella sonrisa depredadora.

-Te estás tardando mucho.

Sus manos pálidas le agarraron con fuerza y le hicieron bajar de una sola embestida, a lo que ambos gimieron necesitados.

-Eres un… hijo de puta… -Bramó entre jadeos entrecortados, mirándole con el ceño fruncido pero con aquella sonrisa perversa que tanto le excitaba. Sus caderas no se movieron del sitio en venganza, pero poco podía durar el pequeño castigo que le tenía preparado.

Aquella enorme longitud que palpitaba en su interior le mandaba enormes descargas eléctricas por toda la espalda, arqueando la espalda para pegar ambos torsos mientras se acostumbraba de nuevo a su tamaño.

-Gime. –Le exigió el pelirrojo, agarrándole con fuerza otra vez de las caderas para hacerle moverse. El moreno pareció quejarse pero poco le duró, un gemido le interrumpió antes de que lo hiciera.

-Ahh… no me des órdenes… o te mataré…

Sin embargo, su cintura respondió contenta al trato y empezó a moverse sobre su polla, haciéndola estremecerse cada vez que la sacaba prácticamente entera de su entrada y se volvía a empalar. Tuvo que sostenerse con ambas manos de su cuello para ganar más equilibrio y poder moverse mejor, comenzando la tan deseada gesta entre arañazos y mordiscos.

Cuando Kid fue a besarle otra vez para ahogarle sin respiración, los dientes del moreno fueron más rápidos y le mordieron con tanta saña que le hicieron sangre.

Kid se lamió sin problemas el labio inferior, limpiando el preciado jugo carmesí que salía por el mismo.

Si a eso quería jugar no iba a ser él quien se lo impidiese.

Lamió su pecho sin precedentes, sin fronteras, sin límites que no podía traspasar, sin quebraderos de cabeza para después y sin arrepentimientos. Law era suyo ahora y no lo iba a compartir ni con el mismo Dios.

El ojigris se movía fuerte y expertamente sobre su polla entre gemidos, haciendo que ambos cuerpos temblasen de placer y se derritiesen juntos como la cera de una vela consumida por el fuego que ellos mismos habían encendido.

La notaba dura dentro de él, le excitaba de sobremanera sentirle, le encantaba que le intentase domar siempre en vano y lo que más le gustaba es que era él.

Sólo Kid.

Gimió con más fuerza cuando notó una potente dentellada en su clavícula.

-¡No… Aaaah!

Clavó las uñas de sus dedos tatuados sobre la piel de su espada, uniéndose con el resto de marcas de todas sus noches de pasión que hasta la fecha habían compartido juntos. Los jadeos extasiados, sus alientos, su voz, todo se mezclaba entre esas cuatro paredes que eran testigo de aquella extraña relación que comenzaba de nuevo a florecer. Sin problemas, sin dolor, sin angustia. Sólo ellos.

Si el mundo se acababa ahora mismo les daba igual, porque se tenían el uno al otro.

Después de todo lo que habían pasado juntos, se merecían tener el tiempo para recuperar lo que perdieron.

La mano pálida del menor buscó con fiereza su desatendida polla para masturbarle sin descanso mientras se movía sobre él, conteniendo malamente los gemidos que brotaban de su garganta y que clamaban por más.

-Más rápido. –Exigió como un amante insatisfecho mientras sonreía, disfrutando ampliamente aquella fuerza de voluntad que el moreno ponía para no perderse por aquellos parajes desiertos inundados de llamas, de gritos y de lujuria.

-¡¡Ggh… Aaaaaah!! ¡No… toques ahí….!

-Lo dices como si no te gustara. –Testificó Kid en su defensa, costándole un triunfo controlarse para no tirarle ahora contra la cama y follarle hasta romperle las caderas.

Como venganza, pellizcó con la mano libre que antes descansaba en la cintura del moreno  uno de sus pezones.

Law sintió otra fuerte descarga en su columna y en su bajo vientre, casi gritando del placer que le arañaba los pulmones y le lamía el cuerpo con lengua bífida, sedienta de sangre y ansiosa por dejar caer todo su veneno sobre su piel para marcarle y hacer que por su sangre corriera aquella oscura ponzoña.

No lo necesitaba, ya era adicto a su polla y a sus besos.

No hizo falta un mordisco letal para que se envenenara con aquellos ojos dorados como el ámbar más preciado, como el tesoro más valioso.

Aun así a Kid no le parecía suficiente. Quería oírle gritar su nombre, quería que perdiera la noción del tiempo y que llorase a lágrima viva mientras alcanzaba el orgasmo.

Quería ver todas las facetas que podía mostrarle, desde la más seria y estricta de un profesor hasta la más puta de un amante.

Por eso le detuvo y le retiró, casi tirándose encima de él para no dejarle escapatoria y arrinconarle contra el colchón.

Law no se dejó controlar una vez más y le sonrió de lado con toda la presencia que tenía, a pesar de que sus mejillas ardían por toda la sangre que se había acumulado en ellas y aquellos ojos vidriosos que daban ganas de lamer.

Un pie tostado fue el que se posó en su pecho cuando intentó tirarse sobre él de nuevo para hacerle suyo.

El moreno se deleitó con aquella cara de malas pulgas que acababa de poner.

Entonces se giró grácilmente sobre sí mismo para darle la espalda y dejarse caer casi por completo sobre la cama, esta vez sólo con las caderas alzadas, a cuatro.

-Mete… -Jadeó sin encontrar el aire que le faltaba.- Métemela…

Kid no tuvo que oírlo dos veces.

Sus piernas se deslizaron hasta quedar de rodillas tras su trasero y, cogiéndole con sendas manos de las caderas, le volvió a penetrar de una sola estocada.

El moreno gimió con tanta fuerza que probablemente cuando acabasen de follar les echarían del hotel.

Su cintura se volvió completamente loca y empezó a embestirle con una fuerza sobrehumana, creando de fondo un ruido tan obsceno como los gritos de placer que la boca del moreno escupía, mientras un fino hilo de saliva caída de sus labios hacia las sábanas de la cama.

¡¡¡Aaaaaaah!!! ¡¡¡Más!!! –Le gritó, mientras correspondía placenteramente y fuera de sí a aquella polla que entraba y salía sin parar de su entrada.

Rápidamente las lágrimas siguieron a la saliva, brotando de sus ojos una tras otra para derramarse y empapar sus mejillas cuanto podían.

-¡¡¡Kid!!!

Eso fue, simplemente, la gota que acababa de colmar el vaso.

Sus uñas pintadas de negro se clavaron en su piel tostada con tanta fuerza que juró que le había llegado hasta la carne, embistiéndole de manera completamente errática.

-Otra vez. –Gimió después de hablar, sabiendo que no iba a aguantar mucho más.

Law estaba demasiado ocupado alcanzando el orgasmo como para quejarse.

Kid lo sabía, y se aprovechaba de ello.

-¡¡¡Kid!!! ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhh!!!

Corriéndose sobre las sábanas terminó de gritar y alcanzar el orgasmo, mientras temblaba habiendo perdido el sentido absoluto de la realidad. Sus ojos anegados en lágrimas no le permitían mirar más allá.

En cuanto las paredes aterciopeladas y cálidas del moreno le apretaron con fuerza, el que alcanzó el éxtasis fue el pelirrojo, derramando cada gota de su semen en su interior.

Las piernas les temblaban. A ambos por igual. Por más que el menor intentaba mantenerse firme, sabía que iba a acabar tirado encima del moreno, y no quería aplastarle con su peso.

Sintiéndolo mucho tuvo que salir de él para poder dejarse caer vencido a un lado de la cama mientras se miraban intensamente. Law acabó por hacer lo mismo, sintiendo que los pulmones iban a salir por su boca y se iban a marchar corriendo de un momento a otro.

Por instinto, empezó a buscar su calor, y Kid no se lo negó. Ni loco lo haría.

Sus brazos se enredaron una vez más en la cama mientras el mayor apoyaba la cabeza en su pecho escuchando tranquilamente los latidos fuertes de su corazón, siendo rodeado por aquellos robustos brazos que nunca le dejarían caer.

Nunca.

Era tal la sensación de plenitud que Law tuvo que esperar un poco más a que su respiración se calmase y sus ojos se secasen un poco para poder mirarle detenidamente otra vez.

Kid estaba haciendo lo mismo.

Se besaron lentamente, con la humedad de sus bocas aún presentes, sus lenguas agotadas rozándose la una con la otra.

Fuese como fuese, el moreno quería permanecer abrazado a su cuerpo durante el resto del día.

No quería sentirle lejos nunca más.

-¿Habéis terminado de una puta vez?

Ambos dieron un respingo al escuchar aquella voz salir desde el otro lado de la puerta, la que daba al pasillo. Se miraron ahora con confusión.

-¿Esperabas a alguien? –Le preguntó enseguida el moreno incorporándose un poco en la cama.

-No. –Dice con sinceridad imitándole.

-Tengo dos cosas que deciros. La primera, os estoy escuchando cuchichear. Estas paredes son de papel. Y de ahí lo segundo: se os oye desde la recepción.

Las carcajadas de Kid empezaron a retumbar en la habitación mientras tapaba a Law con la sábana para ponerse de pie.

Riéndose así parecía un psicótico, pero al moreno no parecía afectarle. Seguramente porque estaba tan zumbado como su amante. Coquetamente se tapó con las mismas, sabiendo lo que iba a hacer el pelirrojo.

Abrir la puerta.

-Kid por Dios, tápate, que está usado.

-Que te follen.

Killer, desde el pasillo, tuvo que frotarse las sienes para armarse de paciencia y de paso no mirar donde no debía.

-Te he llamado.

-Parece que ahora entiendes el por qué no te lo he cogido.

-Pobre del necio que se haya metido contigo en la cama. Te recuerdo que hemos venido a trabajar, no por placer.

Una voz se escuchó desde el fondo de la habitación.

-Lo siento, Killer-ya. Creo que es culpa mía.

El rubio tuvo que meter la cabeza bajo el brazo de Kid para mirar quién había dentro completamente atónito. No podía ser. ¿Qué pollas pasaba? ¿Esa voz no era…?

-¿¡Trafalgar!? –Alzó la voz sorprendido no sólo de ver a su antiguo profesor de biología dentro, si no de cuan desnudo estaba.

-Hace mucho que no te veo. Veo que la universidad se te dio bien. ¿Sacaste buenas notas?

-¡A la mierda con eso! –Dice completamente sorprendido, con la mandíbula completamente desencajada.- ¿Cómo…?

Kid rotó los ojos y le dio un pequeño empujón. Si Law no se hubiese quitado la sábana para quedarse completamente desnudo otra vez y buscar agachado su ropa, no le hubiese importado que su amigo mirase. Pero había cosas donde no iba a dejar que pusiera el ojo.

-Eustass-ya, voy a darme un baño.

-Voy contigo. –Le formuló antes de que desapareciese por la puerta del baño, volviendo a prestarle atención a un atónito Killer.- Espéranos abajo, no tardamos nada.

El rubio fue a rechistar cuando le cerraron la puerta en las narices. Sabía que Kid era un tardón, pero también sabía que ahora que le debía muchas explicaciones no iba a pasarse la vida bajo el grifo. Sopesó sus ideas y decidió quedarse abajo leyendo alguna revista en los sillones de la recepción. Quería enterarse de qué hostias acababa de pasar.

Porque eso, desde luego, no era para nada lo que se había esperado.

 

 

 

 

 

 

 

 

Las calles de la ciudad parecían abarrotadas sólo por ser hoy, y no lo entendían. Era un puto jueves.

Parecía que todo el mundo se había puesto de acuerdo para salir a la calle a hacer sus cosas, desde comprar cosas seguramente innecesarias a comer fuera.

Cosa que iban a hacer los tres.

Killer en un principio se mostró reacio a la idea, pero a vistas de que esos dos no tenían pensado separarse tuvo que aceptar y quedar para comer los tres juntos en cualquier sitio.

En realidad, no era así del todo.

Había sido Kid quien le había insistido a Trafalgar que les acompañase a comer, porque el moreno, a pesar de mostrarse interesado en ir con ellos, no creía conveniente acoplarse.

Al rubio había varias cosas que le olían a chamusquina, pero prefirió quedarse callado.

Entraron en el primer sitio que pillaron, un tailandés que parecía agradable y no estaba muy saturado. Law estuvo quejándose y explicando que no entendía por qué la gente nunca entraba a restaurantes extranjeros, dado que no sabía lo que se perdían. Después de eso él y el rubio estuvieron debatiendo sobre los restaurantes no locales que solían tener mejor comida, y sobre otros tantos sitios donde en su juventud iban para saber si habían cerrado o seguían abiertos y con la clientela de siempre.

Bueno, debía reconocer que la compañía de Trafalgar no era tan mala como se esperaba.

Nadie en su sano juicio quería salir por ahí con un antiguo profesor que te ha puesto notas y te ha mandado deberes y trabajos.

Pero bueno, no estaba tan mal.

Una alegre camarera, joven y de buen ver, se acercó a ellos en cuanto se sentaron en una de las mesas más espaciosas, aquellas que estaban más a ras de suelo y en lugar de sillas había cojines la mar de cómodos.

-Bienvenidos al Ying dāw, ¿En qué puedo servirles?

Cada uno abrió la carta que les habían cedido para elegir lo que iban a tomar para comer y para beber.

-¿Queréis algo de beber para todos? Podemos pedirnos una jarra de algo. Tienen cerveza.

-Cerveza. –Dijo Kid rápidamente, y Killer le secundó.

La chica apuntó rápidamente la bebida.

-¿Puedo darles un consejo? Somos famosos por nuestros entrantes, por si lo desean. Últimamente piden mucho el Satee de pollo.

Con una rápida mirada entre los tres asintieron.

-Pon también una ración de Ha khao. –Dijo el moreno antes de que se marchara la camarera.

No tardaron mucho en servirles, y con la tontería el tiempo se les pasó volando entre cervezas y la comida.

Hubo algún momento en el que Killer tuvo que amenazar a Kid con el cuchillo para que no le quitase la comida del plato.

-Kid, como lo intentes otra vez te quedas sin dedo.

El pelirrojo gruñí. Ya se había acabado lo suyo, y no es que tuviese hambre. Pero el Mu ka pao que se había pedido su amigo tenía buena pinta y quería probarlo por si volvía a ir a aquel restaurante otra vez.

El moreno alzó una ceja ante esos comportamientos, pero no dijo nada. A él le estaban dejado comer y eso se agradecía, pero por supuesto se llenó demasiado rápido y no pudo con más.

-Toma. –Deslizó su plato hacia el menor.- No quiero más.

-¿Estás seguro? –Preguntó Kid antes de aceptar el plato, con duda.

Law simplemente asintió.

-Joder Kid, que te follen. A él le preguntas y a mí me lo quitas. Un día voy a cortarte el dedo de verdad.

-¿Celoso?

Killer farfulló algo y rápidamente empezaron a insultarse y a soltarse pullas como buenos amigos que eran, mientras Law tonteaba con su vaso de cerveza bien fría. El móvil le sonó otra vez. Lo sacó de su bolsillo para mirar quien era e hizo caso omiso, colgando la llamada entrante para seguir a lo suyo.

Se levantó de la mesa y fue en ese preciso instante en el que aquellos dos idiotas dejaron de discutir.

-Voy al baño.

Dejándose el móvil sobre la mesa.

Ahora que ambos amigos se habían quedado solos, era el momento de Killer para pedir sus deseadas explicaciones.

-Bueno, es ahora cuando me cuentas qué está pasando.

-¿Sobre qué? –Preguntó mientras bebía de su cerveza. Alzaría una ceja si tuviese.

-¿Cómo que sobre qué? –Dijo ahora mirando cómo se movían las piernas del mayor al alejarse y adentrarse en el pasillo del baño.- ¿Estás tonto? ¿Qué va a ser si no? –Se quedó entonces callado, meditando y tomando sus propias conclusiones para decir lo que realmente pensaba.- ¿Habías quedado con él antes de llegar a la ciudad?

-Tché. –Se quejó el pelirrojo, sabiendo por donde iban los tiros.- Claro que no, fue fortuito.

“Y tan fortuito”, pensó Kid en el momento en el que formuló la oración. Aún a él le costaba creérselo, era demasiado irreal.

Sin embargo, el rubio no parecía muy conforme con esa respuesta.

-Kid. –Le replicó entonces en aquel tono molesto de madre que ponía y que sólo usaba cuando tenía algo que decir muy importante en lo que sabía que llevaba razón.- Creo recordar que te dio calabazas hace 6 años.

-Sí. –Al menor se le hinchó una vena en la frente. ¿A qué ese tema tan jodidamente molesto?- ¿Cuál es el problema que tienes?

-Que, si no recuerdo mal, te dejó hecho mierda. Me costó un triunfo sacarte de tu puta casa.

-Sigo sin ver el problema. –Realmente para él no lo había. Eso fue hace 6 años, ahora ambos eran dos adultos plenamente conscientes de sus actos sin estorbos de por medio ni nada que les impidiese disfrutarse mutuamente. No sabía muy bien a dónde quería llegar su amigo, pero si era a “aléjate de Law” la respuesta iba a ser rotunda: No.

-Que estaba follándose a otro y cuando le dio el bajón folló contigo.

El pelirrojo abrió la boca esta vez sí enfadado.

-En realidad quien lo buscó fui yo, no él. Se podría decir que me aproveché.

-¿Lo hiciste?

-No. –Dijo tajantemente.

La verdad es que en ese momento sólo quería que dejara de llorar, darle el calor que necesitaba. De la forma que fuese.

-No estoy seguro de todas formas de que esto que estáis haciendo sea muy sano para los dos… ¿no os estáis precipitando un poco? No sé quizás…

Killer empezó a rajar tan de lo lindo y le soltó un enorme sermón de moral y ética. De eso que Eustass Kid no tenía. El pelirrojo miró fastidiado a cualquier otra parte mientras su amigo proseguía con la charla, parecía que le habían dado cuerda hoy. Dijese lo que dijese, a él le daba igual. Era muy impulsivo y muy decidido, si algo se le ponía entre ceja y ceja no lo soltaba aunque fuese lo que todo el mundo quisiese. Él quería a Law, quería tenerle para él y punto. Nada ni nadie iba ahora a quitarle a la persona que estaba durmiendo a su lado hasta hace unas horas.

-¿Me estás escuchando?

El móvil de Law vibró una vez más: un mensaje entrante.

Kid, por casualidad, rotó los ojos hacia la pantalla, y ambos orbes ambarinos se abrieron de golpe, como un resorte. Cogió el teléfono con incredulidad.

-Kid, que te estoy hablando.

El pelirrojo apretó el aparato con toda la fuerza de sus manos y agachó la mirada.

-¿Kid?

Unos pasos interrumpieron entonces la conversación, con su taconeo característico a pesar de ser zapatos de hombre.

-¿Pasa algo? –Dijo el moreno con una ladeada sonrisa, viendo el ambiente.

Aunque pronto la borró. Kid estaba sosteniendo con tanta fuerza su móvil que parecía que le iba a reventar. No lo entendía.

Menos mal que tenía reflejos, porque si no el móvil que le acababa de lanzar con toda esa fuerza le hubiese dado en la cara. Casi se le resbala y se le cae al suelo.

No entendía nada.

Fue a pedir una explicación, pero no le dejó hablar.

-La próxima vez vas a jugar con tu puta madre.

Y con eso se levantó de su asiento y salió del restaurante dando un fortísimo portazo, ahuyentando a casi toda la clientela. Killer y Law se miraron detenidamente sin comprender el porqué de todo aquello, pero quien más congoja tenía en el cuerpo era el moreno. Apenas se sentó pidió con la mirada una explicación al rubio, el cual se encogió de hombros.

-¿Se puede saber qué mosca le ha picado?

Aun con esas palabras tan duras, sus ojos grises no dejaban de mirar hacia la puerta.

-Te había sonado el móvil.

Sorprendido, Law desbloqueó la pantalla con rapidez a falta de código y miró la última aplicación usada: los mensajes.

Desplegó el último.

Se quedó blanco.

“Acabo de llegar a la ciudad como te dije, ¿cómo estás?

Te llamé anoche pero no me lo cogiste.

Te veo en el Grand hotel a las 21:00, no tardes o cenaré sin ti.

Smoker.”

-¡Ese idiota…!

Killer tuvo que saltar hacia un lado cuando el moreno se puso la chaqueta a toda prisa y salió corriendo hacia la puerta.

-… -Al verse sólo, el rubio suspiró.- Supongo que me toca pagar a mí.

Se levantó y fue al mostrador para pagar todo lo rápido que pudo y así poder correr tras el moreno. Quería saber al menos qué estaba pasando.

 

 

 

 

 

 

 

 

El móvil le había sonado ya… ¿Cuántas veces? ¿6 quizá? ¿O era esa ya la séptima?

Le sudaba la polla.

Tanto, que ni si quiera se había molestado en coger un taxi ni un coche de alquiler para andar por las calles de la ciudad. No quería ver a nada ni a nadie, y  mucho menos hablar. Sentía tanto arrepentimiento dentro del pecho que juraba que podría escupir sangre ahora mismo. Estaba completamente asqueado. Si no se  hubiese dejado llevar tan rápido y no hubiese confiado tanto en él, no le habría hecho daño, y ahora no tendría que estar lamentándose de haberle dado tanta confianza tan de golpe.

En serio creyó que todo estaba superado, que no había nada ya que ocultar ni mucho menos cosas sobre las que mentir.

Pero parecía que a Law le gustaba jugar a dos bandas, y estaba cansado.

No iba a ser más la diversión de nadie, estaba cansado de pasar noche tras noche mirando por la ventana a ver si la vida se solucionaba sola. Con el tiempo aprendió que las cosas había que solucionarlas con el propio sudor de la frente, y que si no mueves un pie y te pasas los días compadeciéndote de ti mismo acabarás en un pozo con kilómetros de profundidad del cual es muy difícil salir.

¿Por qué no podía haberse enamorado de otro?

No sé, joder, de Killer mismamente. O de uno de esos chicos que le miraban en clase. O una mujer, qué coño. Cualquier persona fiel y leal que quisiese estar a su lado y le gustase tal y como era. No. Tenía que encontrar a la persona que más daño le pudiese hacer y encima abrirse de brazos para que clavara la navaja cuantas veces quisiese.

Y el problema siempre era el mismo: Smoker.

Eso se iba a acabar esa misma noche.

Deambular durante toda la tarde por la ciudad refrescaba mucho las ideas, y ayudaba a no cometer ningún homicidio. Aunque tenía muchísimas ganas de partirle la cara. De ahí que tuviese los nudillos de la mano derecha en carne viva: la culpa la pagó una pared de un callejón donde se había adentrado a perderse, a ver si así con suerte se le comían las sombras y no dejaban ni los huesos.

Desaparecer siempre había pasado por su cabeza, pero no era una opción. Por mucho que quisiera ocultarse de la realidad y del mundo propiamente dicho, sus fantasmas siempre volverían para atormentarle durante años y años hasta que él mismo no les diese un puñetazo.

Tenía que solucionar su problema.

Y ya eran las 9.

Sus pasos resonaron por toda la recepción del Grand Hotel, donde una chica vestida de uniforme le miró con una sonrisa que perdió enseguida. Al contrario, tragó saliva y se alejó un poco para dejar paso a esa fiera que parecía venir de una escena del crimen más que de la calle. La pobre mujer dudaba que tuviese la cara y los ojos rojos de haber pasado frío en la calle.

A lo largo de la recepción, un precioso mármol de tonalidades chocolates y doradas relucía con intensidad por todo el suelo del hotel, haciendo del mismo un sitio acogedor y enriquecido de detalles muy elegantes. Para Kid, un sitio para estirados.

Al fondo, una enorme sala de estar repleta de sillones albergaba allí con calidez a todos los visitantes que querían pasar un rato agradable en buena compañía de tus familiares o amigos más allegados. Desde luego, era un sitio presidencial. Presidencial y caro, seguramente.

¿Ahí es donde el cabrón de mierda del peliblanco iba a llevar a Law a cenar? Debería conocerle mejor y saber que a él ese tipo de sitios  no le gustan, que prefiere pasar una noche en la cama con comida chica y alguna película mala que echan a las tantas de la madrugada sólo para meterse con los actores y el director. Si tanto aprecio tenía Law por ese capullo, que al menos ese estúpido se molestase en conocerle un poco. A él sólo le habían bastado unos días y una vida en el instituto para saberlo.

Quería reventarle la cara en cuanto vio su cabellera de cuarzo asomar desde un sillón.

Y allí estaba sentado: con unos vaqueros muy arreglados, una americana y una camisa de botones. Apretó los dientes con fuerza y no dudó en acercarse con aquel aura intimidante a pesar de estar espantando a muchos residentes de las habitaciones del hotel, que se apartaban en cuanto podían y los que no eran arrollados por su enorme cuerpo.

Smoker se giró al escuchar el escándalo y sonrió al ver a Kid.

-Vaya, Kid, ¿verdad? –Y el muy cabrón no recordaba bien su nombre.- Cuánto tiempo. ¿Qué tal estás? Me sorprende verte por aquí.

Ante el silencio del pelirrojo, el peliblanco decidió seguir hablando con una sonrisa.

-¿Quieres tomar algo? Ahora mismo había quedado con Law para-

-Por eso mismo vengo.

El silencio reinó entonces entre ellos como si del suelo hubiese brotado una tundra helada que hubiese helado las cuerdas vocales de los dos. Smoker tuvo que fruncir el ceño cuando vio que la mirada de Kid era todo menos amigable. Olía a peligro por todas partes y parecía que él estaba en mitad del fuego enemigo.

La puerta de la recepción rápidamente volvió a abrirse, dejando pasar ahora a un hombre adulto de cabellos negros, despeinados por el gélido aire que hacía en la calle. Sus ojos grises corrieron como locos por la estancia hasta que dieron en el clavo: Kid estaba hablando con Smoker.

Sus pasos se aceleraron intentando llegar a tiempo, pero algo le hizo detenerse.

No parecían estar matándose.

Law, confundido, aguardó unos segundos tras una columna cercana para escuchar.

-Quiero que dejes en paz a Law de una puta vez.

Los ojos rojos del peliblanco se abrieron en sorpresa.

-¿De qué estás hablando?

-Quiero que dejes de llamarle, de mandarle mensajes y de si quiera pronunciar su nombre con tu puta sucia boca.

El mayor hizo amago de levantarse, pero enseguida desistió cuando vio que los ojos dorados del menor iban a estallar de rabia.

-¿Por qué? –Dijo entonces tranquilamente- No tengo por qué hacer lo que tú me digas. ¿Acaso es lo que él quiere? –Desde luego, había cogido rápidamente por donde iban los tiros. No sabía cómo Kid se había enterado de la aventura que tuvo con Law, pero no le hacía mucha gracia. Estaba casado.

-El puto problema eres tú. Déjale libre de una maldita vez. Nunca le dejas ir del todo, aunque estés follándote a tu mujer en la cama pierdes el culo para después mandarle un mensaje. Para darle falsas esperanzas y hacerle creer importante cuando lo único que quieres hacer es meterla en caliente y tirarte a todo lo que se mueva a espaldas de la persona con la que te casaste. Estoy hasta los huevos de ti y de que tu mierda le haga daño.

El pelirrojo hizo entonces una breve pausa para erguirse más si podía, imponiendo su esbelta figura contra el peliblanco que tantos dolores de cabeza le había traído.

-No quiero volver a verle llorar en mi puta vida, y menos si es por ti.

Law tuvo que taparse la boca con una mano para que el pequeño sollozo que emitieron sus labios no saliese a la luz. Eso le descubriría.  Sus ojos grises empezaron a empañarse rápidamente mientras su pecho subía y bajaba a toda velocidad, agitado por aquellas palabras. Sabía que Kid sentía por él algo muy fuerte, pero nunca pensó que era algo así. Su corazón empezó a latir con mucha velocidad mientras intentaba calmarse: tenía que separarles antes de que pasase algo, tenía que explicarle a Kid la verdad, que estaba equivocado. Tenía…

-Parece que Law ha hablado mucho. –Comentó despreocupadamente Smoker como si aquello no le afectase en absoluto, como si sus palabras para él fuesen como la mierda que a veces pisan sus zapatos.- ¿Te ha contado también que lo nuestro ya estaba hablado? Él sabía perfectamente que lo nuestro sólo era sexo, y que cuando le pidiese matrimonio a Tashigi lo nuestro se acabaría. No es mi culpa que él se aferrase a eso como a un clavo ardiendo.

-Que no es tu… -Susurró Kid por lo bajo mientras la voz de temblaba de ira pura-

-De todas formas a ti te importa una mierda lo que pase entre Law y yo. Si estoy aquí es porque él quiere que esté aquí, ¿no lo has pensado? Deja de molestarme de una vez. ¿Por qué te importa tanto a ti precisamente?

Las lágrimas del moreno corrieron con avidez por sus mejillas mientras se mordía la mano para mantenerse en el silencio.

-Porque estoy enamorado de él.

Y siguieron corriendo sin cesar.

Smoker esbozó una sonrisa.

-Tienes que ser gilipollas para enamorarte de él. Se acuesta con cualquiera, tú no eres la excepción. A ver si espabilas.

La rabia de Kid rebosó su límite hace rato, pero con eso el vaso estalló en mil pedazos.

Su brazo se alzó en el aire con tanta fuerza que el puñetazo que impactó en la cara del peliblanco reabrió sus heridas en los nudillos, pero ni si quiera se enteró de ello. El mayor tuvo que apartarse antes de caer al suelo y escupir un diente empapado en sangre, tapando la parte de la cara que le acababa de partir.

Fue a seguir dándole de hostias, hasta dejarle irreconocible.

Pero unos brazos le sostuvieron por detrás, mientras ocultaba la cara en su chaqueta.

-Es suficiente. –Le pidió Law, el cual había decidido que era el momento de ponerse en medio. Se abrazó con tanta fuerza a su cuerpo que creyó que iba a perder la calma de nuevo y ponerse a llorar delante de él, mientras su corazón corría toda una maratón en el interior de su cuerpo. Los latidos de su corazón eran tan fuertes como lo eran los brazos de Kid, que a pesar de que le estuviese sujetando seguía haciendo fuerza para poder golpearle una vez más.

A pesar de que sus ojos se mostraban vidriosos por el arrebato anterior, se mostraban serenos y calmados.

-¡Law…! –Dijo Smoker completamente sorprendido. Si había dicho todas esas cosas era porque pensaba que el moreno no estaba delante para escucharlas. Si lo hubiese sabido, ni si quiera habría abierto la boca, no se le hubiese ocurrido meter la pata de esa manera. Casi se le desencajó la mandíbula más todavía que con el puñetazo.

Entonces una sonrisa fugaz se instauró en el rostro del moreno, una torcida y segura de sí misma. Una que tenía fuerza, tenía garra, una que tenía luz propia y un brillo espectacular. Una sonrisa que Kid creyó que no volvería a ver nunca más.

La persona de la que se enamoró estaba allí a su lado, aferrada a su brazo derecho mientras miraba con cierto desprecio a aquel tirado en el suelo, pero sin embargo esbozando aquella mueca.

A Kid casi le arde la cara.

-Había venido a decirte una cosa, pero veo que Eustass-ya se me ha adelantado.

Ante el imponente silencio entre los presentes, el moreno siguió hablando. Miró ahora al pelirrojo con una sonrisa llena de afecto, mientras sus dedos se aferraban con fuerza a su brazo.

-Siempre estás ahí para ayudarme a tomar mis decisiones. –Le comenta, aunque rápidamente vuelve su atención al peliblanco.- Y esta es la que menos me ha costado decidir. La primera vez que Eustass-ya se metió en mi vida sin ningún permiso, me hizo entender que no merecía la pena luchar por alguien que ponía los cuernos a su prometida. Que había otras cosas que merecían mi atención, más que nada en este mundo. No paraba de hacerme daño a mí mismo siempre que leía tus mensajes o contestaba tus llamadas durante estos 6 años, y cuando me llamaste la última vez para quedar aquí me planteé seriamente el mandarte a tomar por culo de una vez por todas para que dejaras de estar en mi vida. La verdad, es que lo único que siento por ti ahora mismo es lástima. –Dijo con el tono de voz más doliente que tenía.- Y venía a decirte que no quiero volver a hablar contigo nunca.

Los ojos de Smoker querían salir de las cuencas de sus ojos en sorpresa.

No creyó jamás que Law saldría de verdad de sus redes y se alejaría de él. Siempre supo que le amaba, y creyó que con eso nunca se alejaría de su lado. Se equivocó, a la vista queda.

-La pena es que se me han adelantado, y no sé si darle las gracias por esto o enfadarme por desconfiar.

Fue entonces cuando Kid se dio por aludido.

-Sea como sea, esto es una despedida.

Y para colofón, se marchó del hotel con Eustass Kid cogidos del brazo mientras le hacía una hermosa demostración de cómo lucía su dedo corazón mientras el pelirrojo se reía a pleno pulmón.

La sonrisa del pelirrojo era tan grande que parecía que se le iba a salir de la cara. Agarró al moreno por la cintura para pegarlo a él y poder besarle como tantas ganas tenía de hacer desde que abrió la boca segundos atrás, para parar o al menos intentar detener un poco el ritmo acelerado que crecía en su pecho.

Amaba a Trafalgar Law. Eso era un hecho.

Y no lo compartiría ni con el mismo Dios.

Lo que no se esperaba era el puñetazo que el mayor le acaba de dar en la cara.

-Esto es por mirar donde no te llaman y desconfiar de mí. –Frunció el ceño el moreno, jodiendo evidentemente el momento romántico. “Romántico”, si es que esos dos entendían el significado de esa palabra de una manera ortodoxa y sana.

Los ojos ambarinos del pelirrojo le miraron con molestia pero enseguida se mostraron algo dolidos al no sentirse comprendido.

Law tuvo que suspirar antes de acercarse a su rostro con una sonrisa ladina.

-Y esto es por lo de antes.

Ambas bocas se unieron en un fuerte beso que hizo sus piernas flaquear, devorándose insistentemente frente a la puerta de aquel hotel, delante de miles de miradas indiscretas que hacía comentarios. Sus brazos se enredaron rápidamente alrededor de su cuello pálido mientras las manos blancas de Kid se aferraban a su cintura con fuerza.

Más tarde que temprano acabaron por separar sus bocas, casi jadeando. Los dedos tatuados del mayor se colaron rápidamente entre sus cabellos rojizos, volviéndole a besar sin si quiera dejarle hablar. Sus labios se movieron sobre los suyos sin descanso, mientras se comían delante de tanta gente. Sin importarles en absoluto.

Cuando terminaron por decidirse a parar, el pelirrojo buscó sin mucha confianza la mano del moreno para cogerla.

Law no se dejó totalmente adrede, lo que molestó a Kid.

-¿Sabes? –Comentó mientras ambos se alejaban de aquel hotel para perderse entre la gente que abarrotaba la calle.- Me apetece cenar arroz frito.

-¿Otra vez chino? –Gruñó por lo bajo, fulminando con la mirada al moreno.

Law se giró divertido al ver que ponía esa cara.

-Cuando alguien está enamorado de una persona suele perder el culo para complacerla, ¿no lo sabías?

-Si te crees que voy a ir detrás de ti como un perro lo llevas claro. –Rugió con un tenue sonrojo en sus mejillas, casi imperceptible al ojo humano.

Tan imperceptible como el que lucía en las de Law al ver que no lo negaba ni se avergonzaba de ello.

-No pasa nada. –Murmuró el moreno, abrazándose ahora a su cintura.

Se puso de puntillas para llegar a su oído.

-Verás…

Y le susurró algo que sólo Kid llegó a escuchar.

Algo que le hizo abrir los ojos con tanta fuerza que el moreno se tuvo que reír por lo bajo.

Las mejillas de Kid ardían incluso más que antes.

Mierda.

FIN.

Notas finales:

Y por fin… -Lloriqueando- ¡Aquí está el final! Tan tan taaaaaan~ (?)

¿Qué os ha parecido, os ha gustado? A mi me ha dado mucha pena llegar al final de este fic, peor necesitaba hacerlo ya porque como sabéis todos y todas se me ha alargado una eternidad. Como os dije, esto iba a ser un three-shot, y mirad lo que he parido, a todo un bebé sano y fuerte.

La verdad es que he estado muy a gusto escribiendo este fic porque recibió muy buena acogida, y vosotros y vosotras, mis lectores favoritos, siempre habéis estado ahí para apoyarme y seguir animándome, no dejándome caer en los momentos difíciles. A todos vosotros, muchas gracias. Os estaré eternamente agradecida.

Espero que nos volvamos a ver en otra historia donde vuestra imaginación consiga volar como lo ha hecho Invisible.

He pensado en hacer un epílogo, pero creo que sería marear más la perdiz y este final, para mí, es el más adecuado.

No sé si os esperabais esto, pero bueno. Me pregunto si habré tirado muchas teorías  ala basura.

Espero que nos volvamos a ver pronto y sigamos sonriendo todos juntos una vez más entre un mar de letras sin fin.

Un beso enorme a todos, os lo merecéis.


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