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NO PUEDO Y NO QUIERO OLVIDARTE... por karimYS

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Notas del capitulo:


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Saluditos!!!

Creo que me esta gustando como esta quedando. mmmmm

Uds.que opinan. bueno habra que ver a los comentarios.

Samadhy78, que bueno que te diste una vueltita por allá, te deje una dedicatoria. jejejeje lo siento tratare de actualizar prontito.


Y bueno que decirle Saengie resulto todo una joyita. pues si. Razon por la que su madre aporvechará ello. Oops!! spolier a la vista XDXDXD falta mucho para esto.

si bien al principio queria que Hyun tuviera una pesonalidad segura y dominante, al final decidi hacerlo asi. timido, callado. pero que creen. En la intimidad eso cambiará. Oops otro spoiler.

¿Quizas de esa manera conquiste a Saeng? o
¿Habra algo mas?

Espero que nuestros lectores fantasmitas nos dejen sus coment. no olviden recomendar la historia con otros.

Bueno hasta aqui mi reporte, espero no demorar con la actu siguiente.

Saluditos

karim

CAPITULO XIII


Hace 6 años… 2011

Seúl, enero 2011

-  Vamos Saengie, no te enojes. Solo teníamos curiosidad de saber cómo era el chico que tenías ahí dentro. ¿Verdad Hyunnie? – buscaba la afirmación de su joven amigo.

-  Y-yo… ahm… n-no no q-queria… queríamos molestarte. – mantenía la cabeza gacha mientras tartamudeaba. Si quería dejar de ser un adolescente estúpido frente a él, no lo estaba logrando.

-  Siempre se me olvida tu nombre. – observaba al joven tímido mientras escupía las palabras con cierta incomodidad de tener que soportar a los estúpidos amigos de su hermano. Él y un tal Kerlin o Kimin no lo sabía. Era irrelevante para él. – Escúchame gusano, no quiero volver a verte husmeando en lo que no debes. ¿Entendiste? Ahora, lárgate y llévate a tu amigo.  

-  Apuesto a que mamá no sabe quién está ahí. – retaba a su hermano con una pose de arrogancia. – Me pregunto, ¿Qué diría esta vez? – sonreía de forma petulante, después de todo eran hermanos de sangre. En algo debían parecerse.

-  Junnie, deja de retar a tu hermano. Vamos, nos falta terminar. – intentaba apartar a su amigo de una segurísima discusión que alertaría a su adorable madre.

-  Mira que eres sensato, mocoso. Deberías hacerle caso Junnie. ¡No intentes retarme! – presumía frunciendo sus labios, acto de coquetería propio de un amante experto en cosas de sensualidad, mientras que regalaba una suave caricia en el mentón del joven enamorado.

Aquella caricia podría haber bastado para calmar las ansias que sentía Hyun Joong hacia Young Saeng. El poder calmar las aguas embravecidas que se parecían a los sueños húmedos que arremetían contra él.

Pero era ambicioso, lo quería todo.

Y lo obtendría, así la vida se le fuera en ello.

Sin más miramientos ambos jóvenes se retiraban de la puerta, para terminar en el desván.

-  ¿Por qué hiciste eso? – reclamaba el menor de ambos sobre lo acontecido, una vez que se encontraban en su destino. La casa Heo necesitaba algunos arreglos domésticos, pintura por aquí y por allá. Ambos hijos debían realizar dicha labor. Ensuciarse las manos para poder ahorrar un gasto insulso para su madre, ya que ambos podían hacerse cargo de dichas composturas.

Cuando Jun le comentó a  Hyun Joong sobre dichas reparaciones, sentía que lo estaban explotando. Tener que hacer todo aquel trabajo. Su mundo iba a caer. Pero la recompensa seria grandiosa ver a Young Saeng ensuciarse con algo de pintura, y así dejaría aquella fachada de creerse la última divinidad sobre el mundo terrenal. ¡Oh! Que grandiosa seria aquella recompensa, verlo sucio y desgreñado.

Por supuesto que Hyun Joong al oírlo, decidió que él debía ayudarlos y de esa manera aliviar el trabajo de Young Saeng.

Además tendría una nueva excusa de poder visitar la casa Heo.

Esa sería su recompensa.

-  Mira que ni siquiera te agradeció sobre hacer “su” parte del trabajo. – refunfuñaba el menor. – Ni siquiera recuerda tu nombre. ¡Es un idiota! – acotaba Jun.

-  Algún día lo hará. Estoy seguro. – afirmaba positivamente Hyun.

-  Lo siento tanto Hyunnie. Pero te advertí que enamorarte de él, no sería una buena idea. – aliviaba su triste desventura.

Hyung Jun sabía sobre los sentimientos de Hyun hacia Young Saeng. No era tonto.

Lo había notado desde hace mucho, miradas de soslayo que Hyun regalaba hacia su hermano mayor. Aquellas miradas que los poetas más incursionados en el tema del “amor” describían.

Era un amor puro de adolescente. Aquel amor que sólo aparece una vez en la vida. Por eso se llama primer amor.

Sentía tanta ternura y a la vez amargura.

El amor de Hyun Joong y la indiferencia de Young Saeng.

No podía permitirse siquiera pensar en que si cupiera la más mínima posibilidad de que los sentimientos de su amigo fueran correspondidos por su hermano. Debido a la diferencia de edad, que era bastante. Ocho años para ser precisos.

Igualmente muchas cosas impedían el tórrido romance de su joven amigo.

Debía olvidar dicho amor. Tenía que hacerlo. Pero ¿Cómo decírselo?

-  Bueno, será mejor que empecemos. – mencionaba  mientras se arremangaba las mangas de su suéter. Olvidando totalmente lo hace poco acontecido. Según el menor de ambos.

Ya sucumbirá a mis encantos, pensaba el joven. Tendrá que hacerlo algún día.

Lo lograría.


***

-   ¡Estas demente,  Kiki! – pronunciaba mientras alistaba su ropa deportiva. Era sábado, día designado para embellecer el físico. Así lo había denominado Young Saeng. Aquel día sólo se dedicaba a visitas a spas y gimnasio. Por supuesto nada de ello era un día embellecedor si no es que se encontraba a lado de su mejor amigo Hong Ki. – Mira, que tirarte al novio de tu primo. Y dime, ¿Estaba buenísimo? – preguntaba.

-  ¡Por supuesto que sí, Young Saeng! ¿Con quién crees que estás hablando? – respondía el joven rubio. Al parecer era una de esas pláticas sin sentido que mantenían a diario. Casuales. – Es obvio que yo sólo me follo a chicos totalmente lindos. Ósea, ¡¿Qué te sucede?! – plástica conversación.

-   Bueno si me permites recordarte, que el mozo del comedor universitario al que te tiraste la semana pasada, no estaba bueno para nada. – mencionaba el castaño.

-  ¡Ay vamos!, lo sé. Es sólo que… necesitaba un poco más de jugo. Eso es todo. – afirmaba mientras observaba la perfecta manicura de tan frágiles manos.

-   Kiki – mencionaba dulcemente el nombre de su amigo.

La amistad de ambos había tenido altibajos, así como infidelidades por parte de ellos. Y es que era tan tentador tener al novio de uno y del otro, que los habían llevado a tener las peores crisis de amistad. Pero ninguna de ellas a tal extremo de discutir por lo menos una semana. Ya que al término de la misma, si no era Kiki el que llamaba para el día embellecedor, lo era Young Saeng para acordar la próxima fiesta que se daría en la ciudad el fin de semana, y que por lo tanto deberían escoger la ropa adecuada.

Así eran sus discusiones, consideraban su amistad mucho más valiosa que cualquier tipo por más buenísimo que estuviera. No lo valía.

Young Saeng amaba a su mejor amigo. Y Kiki correspondía esa camaradería.

Aun manteniendo el teléfono móvil sujeto a su cabeza y hombro derecho mientras que las manos se mantenían atareadas en seguir guardando las cosas que necesitaba para asistir al gimnasio, sin percatarse que el joven Kim se encontraba subiendo las escaleras con algunos botes de pintura que le impedían visualizar el frente de su trayectoria.

Resultado de ello, un lamentable desastre.

Los botes de pintura yacían en el suelo, regados por doquier. Mientras tanto la posición de ambos jóvenes no era la ideal de encontrarse, más para nuestro adorado joven Hyun, sería la gloria alcanzada.

Encontrándose sobre el mayor, envuelto entre las piernas de éste. Y con los brazos firmes apoyados en forma flexionada a los costados de la cabeza del castaño. Sus rostros se encontraban a una ínfima distancia, que le permitía el poder visualizar los fanales de color marrón claro envueltos con una mirada filosa y destellante.

El mayor de ambos se encontraba recostado apoyado sobre el suelo con los codos levemente flexionados, dicha posición le permitía el encontrarse más cerca del menor de ambos.

Dos años habían pasado desde que Hyun Joong había desarrollado sentimientos sobre él.

Dos años había sido sometido a los peores males del mundo, el más importante y doloroso. El mal del amor. Había conocido cada uno de los amantes esporádicos que había tenido Young Saeng.
Jóvenes con musculatura envidiable, nada comparado a los de un adolescente enclenque que aún se encontraba en desarrollo físico. O en tal caso aquellos que no solo el físico era envidiable sino también el dinero que cada uno de ellos poseía. Dueños de restaurantes, centros comerciales, galerías de arte, etc.

Hyun Joong no se sentía al nivel de ninguno de ellos, empezando con lo de la edad. Y es que los ocho años de diferencia eran demasiado.

-   Deseas tanto que esto se convirtiera en realidad, ¿no es así? – Hyun Joong se había visto interrumpido por la afirmación que Young Saeng había dado. ¡Demonios! Era verdad. Lo deseaba. – Dime algo. ¿Qué te gustaría más mi querido niño? – había acortado la ínfima separación que tenían, con el tacto exacto de coquetería nato de tan bella criatura, y tan bellos labios. Con la respiración tan cercana; el vaho unido, los latidos de su corazón ahora se encontraban tan acelerados como los debía tener un hermoso colibrí, los cuales eran los latidos más acelerados en todo el reino animal. Sensaciones dispersadas en todo el interior de su cuerpo. No podía controlar los sinfines de pensamientos que había tenido desde que había caído sobre su adorado príncipe. Había mencionado ¿querido? ¿Niño? Su cabeza iba a explotar, sólo eso sabia. - ¿Un beso o una mamada?

Boom.

-   ¿Qu-qué? – se había tardado en responder. Con la sensación infinita de querer tomar lo que abiertamente se le ofrecía. Se sentía un Dios, aquellos que pertenecían a la mitología griega, los cuales recibían las ofrendas más indómitas y perfectas del mundo antiguo. Allí frente a él, se encontraba la muestra de ello. Tan bello cordero en ofrenda.

¡Tómalo! Pensaba.

¡Se te está ofreciendo! Escuchaba.

Y sin embargo el sonido más audible  y dulce jamás antes escuchado había resonado en sus oídos. La risa estrepitosa de Young Saeng sonaba.

-   ¿En serio de la creíste, mocoso? – se burlaba mientras rozaba su índice derecho sobre la nariz puntiaguda del menor. Aquel delicioso mohín que formaba su nariz al arrugarse. Y sin se había levantado tomar sus cosas y marcharse como lo había planeado.

Una burla, eso era Hyung Joong para Young Saeng.

No podía ser algo más que ello.

-   ¿Necesitas ayuda para levantarte? – se había quedado anonadado viendo hacia la dirección en donde desaparecía lentamente aquel cuerpo perfecto que poseía Young Saeng. Aún semi-recostado sobre el frio pavimento.

-    ¡¿Ah?! – respondía confuso mientras giraba y levantaba la mirada para hacer frente a la persona el cual le estaba hablando.

-   O quizás, ¿Necesitas una toalla para secar lo que se te humedeció allá abajo? – sonreía de lado sin perderse la expresión de sorpresa de su amigo frente a vergonzosa escena.
Hyun Joong eres un desastre, de eso no había duda.

Notas finales:

REcomiendenla.


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