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Enamórame por Fullbuster

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Gray Fullbuster POV


 


Abrí los ojos con pesadez, pero ni siquiera me molesté en moverme de la cama donde estaba, me daba igual, cualquier sitio era mejor que estar cerca de Lyon. No podía ver bien y mi cuerpo estaba demasiado cansado para moverse. Me giré quedando de lado y no me volví a mover, miré la habitación, blanca y luminosa, sin muebles ¡Tampoco me hacían falta! Incluso en su sobriedad, el poder tener una cama decente, me era suficiente tras un mes en aquel colchón del suelo ¡ya todo me daba igual! ¿Se preguntaría alguien por mí? No lo creo, puede que ni supieran que ya no estaba allí.


Una enfermera pasó por la puerta y miró, pero siguió su camino cuando me vio tranquilo ¡Supongo que había aprendido la lección muy bien desde la última vez! Si no montaba escándalos pasarían de mí. Quizá no fuera tan malo acabar mis días en esta cama, por lo menos, no me habían atado como la última vez con las correas, aunque podía verlas colgando desde el colchón.


Escuché un grito que venía de fuera, creo que era una mujer y cogí la sábana para cubrirme entero con ella ¡Este sitio me daba miedo! Todos me daban miedo, sus enfermeros con las jeringuillas, las drogas que nos daban para calmarnos, la gente completamente loca que nunca sabías como iban a reaccionar…


No sé el tiempo que pasó, pero me aburría, estaba allí tumbado completamente quieto, con las lágrimas a punto de salir y no era por el lugar, era porque no tenía nada que hacer excepto pensar… y recordaba todas y cada una de las discusiones con Natsu, recordaba las palabras que había utilizado en mi contra, todo lo que llegó a pensar de mí, como me ignoró y como me abandonó y dolía, dolía mucho saber que a alguien a quien yo consideré importante en mi vida, a alguien a quien quise regalarle mi virginidad ahora… yo no le importaba nada.


No hizo nada por mí cuando las cosas iban mal y es que es muy fácil ser bueno y dar cosas cuando van bien, pero cuando se ponen difíciles, me dejó aquí tirado, como a un perro a quien ya no quieren por haber crecido demasiado y lo tiran a la calle. ¡Ya debería estar acostumbrado! Todas las personas me abandonaban, mis padres, las cinco familias de acogida, Ur, mi hermana que se había ido a estudiar lejos y ahora Natsu.


Una de las enfermeras entró y se situó cerca de mí, pero yo no me moví. Dejé que me inyectase lo que quiso y ni siquiera le demostré el dolor por la jeringuilla cuando entró. Creí que se marcharía después de eso, pero no lo hizo, se quedó y me miró atentamente. Le vi coger una silla y sentarse a mí lado.


~ ¿Estás bien? – me preguntó.


~ Sí – le dije – todo lo bien que se puede estar aquí dentro, sólo me aburro un poco.


~ Si me prometes que te mantendrás tranquilo… puedo traerte algo para que te entretengas – me dijo.


~ Lo prometo – le comenté sin mirarla.


Se levantó para marcharse y cuando volvió, me trajo un cuadrado de Rubik. ¡Nunca había tenido uno! Pero un compañero antiguo de clase se pasaba el día intentando resolverlo. Yo ni siquiera entendía cómo funcionaba. Levanté la cabeza movido por la curiosidad aunque no me levanté de la cama, no tenía sentido. Alargué un brazo hacia la enfermera y lo cogí.


Lo miré detenidamente ¡Era extraño! ¿Se supone que tenía que unir los colores en una misma cara? Moví la primera pieza y la enfermera no se movió de mi habitación hasta que no comprobó que iba a quedarme tranquilo y no utilizaría el objeto como un arma ¿Cómo si hubiera sido muy eficaz? ¿Pretendían que me escapase lanzando el cuadrado a la cabeza de todos los médicos y guardias de seguridad? Porque con mi puntería… no acertaría a nadie.


Cuando me quedé solo, me levanté de la cama y me senté en ella apoyando mi espalda contra la pared y cogí el cuadrado con ambas manos empezando a girar las piezas, al menos me mantenía entretenido con algo y dejaba de pensar en Natsu.


Lo resolví en una media hora ¡Creo! Porque no estaba muy seguro del tiempo, puede que hubiera pasado más tiempo. La enfermera que paseaba por los pasillos controlando, al verme que lo había terminado entró en la habitación sorprendida.


~ Vaya… nadie aquí dentro lo había acabado – me dijo.


~ Lo siento – me disculpé como si hubiera hecho algo malo.


~ No lo sientas, está muy bien, tendrás que explicarme el truco algún día.


~ Sí, supongo que puedo, tendré mucho tiempo – le dije desanimándome y volviendo a tumbarme dejando colgando el brazo para depositar el cuadrado en el suelo.


Ahora que lo pensaba… ¡Estaba entendiendo a la enfermera! Estaba hablando con ella, me estaba hablando en inglés ¡yo creía que no entendería a nadie! Seguramente habría visto mi expediente y habría comprobado que nací en Estados Unidos y no aquí, por eso me hablaba en mi lengua natal.


~ ¿Por qué estás aquí? – me preguntó de golpe y no lo entendí.


~ Porque estoy loco ¿no lo ves? – le contesté.


~ No lo pareces


~ ¿y qué parezco entonces? – le pregunté.


~ Pareces muy solo – fue su contestación.


Su tono de voz dulce y amable tampoco me ayudaba mucho, porque me daban más ganas de llorar, encima acababa de recordarme exactamente como estaba… “solo”, completamente solo.


~ Puede ser – le dije - ¿Cómo te llamas? – le pregunté ahora yo por hablar con alguien y matar un rato el tiempo.


~ Mirajane Strauss – me dijo y el nombre me pareció muy americano, por lo menos el apellido.


~ ¿Eres americana? – le pregunté.


~ Mi padre lo era – me dijo – yo nací aquí, pero en casa, siempre practicaba el inglés con mi padre. – ella sonrió y tenía una sonrisa muy agradable – Enserio ¿Por qué estás aquí? – volvió a preguntarme.


~ Por mi hermano – le dije sincerándome


~ ¿Por qué tu hermano te encerraría aquí?


~ Buena pregunta… no tengo ni idea, supongo que vive para seguir pensando como arruinarme la vida. ¿Cuánto ha pasado desde que llegué? – pregunté.


~ Llegaste ayer – me dijo ahora muy seria.


~ Ayer ¿eh? – me desanimé – desde luego estoy muy solo – intenté sonreírle.


~ Si te sirve de algo… no suelen venir por este sitio muchas visitas.


~ ¿Crees que podría llamar a alguien? – le pregunté


~ Los pacientes no tienen autorizada las llamadas – me dijo y luego se acercó hacia mí con una sonrisa susurrándome en el oído – pero si me das el mensaje… quizá pueda contactar con esa persona cuando acabe mi turno ¿A quién quieres que busque? – me preguntó.


Lo pensé detenidamente, Natsu desde luego aunque le llamase no vendría ¡y eso que dijo que le llamase siempre que necesitase ayuda! Sólo era un mentiroso más. A Rogue casi no le conocía para decirle algo como esto y eso me dejaba a Sting, pero estaba su padre. ¡Tendría que arriesgarme con uno de ellos! Tenía que elegir quién de ellos me daba más confianza. Elegí al único que no me había fallado y con el que mayor confianza tenía.


~ Se llama Sting Eucliffe, es británico y vive aquí en Japón – le dije – pero el mensaje tiene que ser sólo para él, no puedes dárselo a nadie más, sólo a él.


~ Vale – me dijo - ¿Qué tengo que decirle?


~ Sólo donde estoy – le comuniqué – sólo eso.


Mirajane salió de mi habitación con una sonrisa, pero no se llevó con ella el cuadrado de Rubik, me lo dejó allí por si quería volver a desmontarlo y hacerlo de nuevo. Volví a cogerlo mientras me sentaba de nuevo encima de la cama y entonces, la puerta se abrió dejándome ver a un enfermero que no conocía, lo que me asustó fue ver a Lyon detrás de él, porque el enfermero le cedió el paso y cerró la puerta tras mi hermano dejándonos a solas. Escuché como se cerraba la puerta por fuera ¡había cerrado con llave! Y eso no me gustaba.


~ ¿Qué tal lo llevas? – me preguntó y aunque estaba débil por la medicación, no quise aparentarlo delante de él.


~ Me gusta el sitio – le dije – me acostumbraré a él – Lyon se extrañó de mi afirmación.


~ ¿Enserio te gusta? – me preguntó y yo sonreí.


~ Claro… lo pagas tú con tu sucio dinero y yo no tengo que trabajarme a los clientes para ganar dinero y poder comer y dormir… aquí me dan la comida y la cama gracias a lo que tú les pagas – le dije siendo irónico y recordando la frase que Natsu me lanzó sobre cómo me prostituía ¡Supuestamente…! Porque yo jamás lo hice.


Lyon parecía de muy buen humor, porque hasta me sonreía ¡algo que no me gustaba nada! Pero aparenté que estaba tranquilo cuando no era verdad.


~ ¿Qué ha pasado con el chico que me suplicaba y lloraba cuando me veía? – me preguntó mi hermano.


~ No lo sé – le dije – supongo que se cansó de suplicarte, de todas formas… no servía de nada. ¿A qué vienes Lyon? Porque no me creo que hayas venido a verme porque me echases de menos.


~ Aunque no lo creas… te echo de menos – me dijo sonriendo antes de abalanzarse hacia mí para besarme.


Ya ni siquiera me aparté, me quedé quieto, no lloré, no supliqué, pero tampoco le seguí el beso, me quedé como un muñeco sin hacer absolutamente nada y pareció aburrirse, porque me soltó.


~ Tú no echas de menos a nadie, además… para estas cosas tienes a tú novio… ¿por qué no vas a buscarle? De paso… coméntale que puede quedarse el dinero que me debe por follarme la última vez, seguro que le alegrará saberlo – le dije sonriendo


~ Hemos roto – me dijo muy directo y me sorprendí, pero no pude evitar reírme ¡Tanto jaleo conmigo para luego romper con mi hermano! - ¿De qué te ríes? – me preguntó.


~ Pues de que conseguiste mantenerle cuando yo estaba fuera y ahora que me tienes aquí encerrado… es cuando le pierdes, que irónico… ¡ni para ti, ni para mí! Bueno… si te esfuerzas aún puedes recuperarle, a ti por lo menos no te llamó puta – me puse serio de golpe al recordar lo que mi hermano tenía con el otro chico, al recordar como engañaba a Natsu - ¿le querías? – le pregunté – A Natsu me refiero… ¿le querías?


~ No – me dijo muy directamente – pero follaba bien, tú ya lo sabrás – me comentó - ¿Te gustaba a ti? – me preguntó y no sabía que contestarle.


Seguramente si le decía que sí, que me gustaba Natsu, que era lo más importante de mi vida, que le amaba como nunca pensé se podría amar a alguien, Lyon volvería a hacerme la vida imposible, pero si le decía que no, seguramente no me creería. ¿Qué contestarle? Al final, no contesté.


Lyon tampoco esperó a que yo contestase, se abalanzó sobre mí besándome e intentando profundizar el beso, así que intenté separarme de él, pero no tenía fuerza para hacerlo, entonces recordé que no hacía mucho que me habían puesto el sedante ¡Desde luego Lyon siempre acababa donde quería!


~ De hoy no pasa Gray – me dijo cogiendo una de las cintas y atándome la mano derecha al colchón.


Ahí fue cuando empecé a asustarme, porque Lyon nunca amenazaba en balde. Intenté apartarle pero me era imposible, lo único que conseguía, era que tardase más en poder coger mi otra mano para atarla. Grité, pero el médico del otro lado de la puerta no entró ¡Seguramente Lyon le había pagado para que nadie le interrumpiera! Si seguía así, mi hermano acabaría violándome y le odiaba, le odiaba mucho, a cada momento más.


Tenía mi mano sujeta e incluso intenté morderle, pero cuanto más me movía, más visión parecía estar perdiendo, más fuerza se me escapaba. Estaba claro… me estaban metiendo en sangre la medicación, cuanto más me estresaba, más rápido latía mi corazón y más sangre bombeaba, me estaba sedando yo mismo, estaba haciendo que el sedante llegase antes a todos mis órganos al moverme tanto, al acelerar mi ritmo cardíaco.


¿Cómo no me di cuenta de esto antes? Cerré los ojos porque no quería ver lo que iba a pasar. Lyon ya se estaba bajando la bragueta y yo sólo podía cerrar los ojos. Escuché mucho ruido por el pasillo y de golpe, el ruido más maravilloso del mundo ¡la cerradura abriéndose! Lyon se sorprendió y se giró. Lo único que conseguí ver fue a Lyon cayendo de encima de mí hacia el suelo por un puñetazo que le habían dado. No podía ver bien porque mi visión fallaba, pero juraría que era un cabello rosado el que apareció ante mis ojos y sólo una palabra salió de mis labios ¡Natsu!


 


 


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