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Enamórame por Fullbuster

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Gray Fullbuster POV


 


Corría por las calles y mi cabeza tenía demasiadas cosas en las que pensar, no podía tener tantos problemas ya el primer día en Japón. ¡Dolor! Sentía dolor en este momento y cada golpe contra la gente incrementaba el dolor de mi mano ¿Debería ir a urgencias como Natsu había sugerido? ¡Ahora que lo pensaba… no conocía donde se encontraba urgencias! Ni siquiera sabía donde estaba yo en este momento. La gente me miraba extrañada y supuse que los americanos no éramos muy bien recibidos aquí, o por lo menos, debíamos de ser como un espectáculo para ellos, porque no paraban de mirar y susurrar cosas que no entendía. Los carteles para orientarme tampoco me ayudaban, todo estaba en japonés y yo no lo entendía.


¿Dónde narices estaba? ¿Cómo iba a orientarme hacia la universidad para entregar el formulario? ¡Me había perdido y no sabía qué hacer! Estaba en un país que no conocía, escribían y hablaban en una lengua muy complicada para mí y que no conseguía entender por más que mirase sus Kanjis ¿Por qué no podían poner una A normal y utilizaban esos símbolos tan raros? ¿Por qué la gente no paraba de mirarme como si fuera exactamente lo que era?, un forastero, un extraño en este país. Yo… ¡Yo quería volver a casa, a mi casa, quería volver a Estados Unidos, quería alejarme de Lyon! ¿Tanto pedía?


Caí de rodillas al suelo intentando recuperar mi respiración después de todo lo que había corrido. Lloraba, lloraba por el dolor, por estar perdido, por todo lo que sabía que Lyon me haría cuando volviese a casa ¡Si es que conseguía volver! Porque no tenía ni idea de donde me encontraba ahora mismo. Entonces me di cuenta de que algo estaba vibrando en mi bolsillo, era el móvil.


Lo saqué para ver un número en la pantalla que no conocía, un número rarísimo que yo no había visto nunca ¡Debía de ser un número de aquí de Japón! Quise cogerlo… pero… ¿y si era Lyon? ¿Qué iba a decirle? ¿Qué me iba a hacer? Finalmente lo cogí y no era Lyon, era Natsu.


~ Gray ¿Estás bien? – me preguntó


~ No – le dije intentando acallar mi sollozo – no sé donde estoy – le dije.


~ Cálmate – me dijo – dime algo de referencia…


Miré a mi alrededor, los carteles con los nombres de las calles los descarté, no entendía que es lo que ponía. Miré a los edificios, eran altos, con mucha tecnología.


~ Hay muchas tiendas de electrónica – le dije casi llorando.


~ ¿Edificios altos? – me preguntó - ¿con carteles luminosos en cada esquina?


~ Sí – le dije.


~ Vale, Akihabara – me dijo el nombre y creo que se refería al distrito - quédate ahí donde estás, voy a por ti.


Colgó enseguida y yo me mantuve en el suelo un buen rato cogiendo entre mis manos el teléfono como si soltarlo en este momento o guardarlo, fuera algo malo, como si fuera a perder la única opción que tenía de ser encontrado. Ahora que miraba el teléfono, lo estaba manchando de sangre, al igual que caían gotas sobre la acera donde estaba arrodillado. Sé que la gente me miraba allí tirado en el suelo, pero no quise levantar la cabeza para comprobar si era cierto.


No sé el tiempo que transcurrió, pero unas zapatillas deportivas se detuvieron frente a mí. Con la cabeza agachada sólo podía ver sus zapatillas y la parte baja de un pantalón vaquero azul oscuro. Cuando levanté la cara, me encontré a Natsu frente a mí con una sonrisa y dándome la mano para ayudarme a levantarme.


~ Te encontré – me dijo sonriendo sin apartar su mano tendida hacia mí – sabes… deberías de aprender algo de japonés.


Su sonrisa me encantaba, su forma de preocuparse por mí conseguía animarme, como si no fuera tan malo todo lo que ocurría siempre que él estuviera allí conmigo. Miraba sus ojos oscuros, tenían un brillo especial que me gustaba y entonces… sólo podía pensar en que él, el único chico por el que podría sentir algo, estaba saliendo con mi hermano, me buscaba no porque se preocupase por mí, sino porque pensaba que le hacía un favor a mi hermano ¡Aunque no era así! Mi hermano realmente lo que deseaba, era hacerme daño, no que me encontrasen.


Cogí su mano con la única que en este momento tenía sana y me ayudó a ponerme en pie para llevarme hasta un banco y revisarme la mano herida. Me puso caras extrañas mientras la inspeccionaba, pero yo no podía dejar de pensar en el roce de sus dedos sobre mi piel, el cosquilleo que producían sus yemas tocando mi mano.


~ ¿Tanto alboroto porque has roto un vaso? – me preguntó sonriendo – no tienes que ponerte así por un simple vaso – me indicó – a mí se me han roto muchísimos, nadie va a reñirte por un vaso – me aclaró pero no podía decirle que no era por el vaso, que era por mi hermano.


Sacó de su bolsillo una venda y tras lavarme la mano con una botella de agua que llevaba, me la vendó como pudo antes de intentar convencerme de llevarme al hospital a que me mirasen por si había quedado algún fragmento dentro.


~ Toma – me dijo dándome un vaso que llevaba en la mano ¡ni me había dado cuenta en todo este tiempo que llevaba un vaso en la mano!


Le miré con dudas si coger o no aquel vaso de plástico, finalmente y ante la sonrisa de él, lo cogí sin saber muy bien qué hacer con él, sin saber porqué me lo daba.


~ No has desayunado ¿verdad? – me preguntó – espero que te guste el chocolate. Bébetelo antes de que se enfríe más de lo que ya está.


Di un trago al chocolate ¡y estaba muy bueno! Quizá no es que estuviera bueno, puede que sólo fuera el hambre que tenía, porque no había probado bocado desde que llegué aquí y la verdad… el chocolate pareció calmar mi estómago.


Mientras me vendaba, yo no podía dejar de mirar aquel tatuaje de brazalete en su muñeca derecha. Nunca me habían llamado la atención los tatuajes y sin embargo, aquel lo hacía, captaba la atención de mis ojos en todos los momentos que había estado cerca de Natsu.


~ ¿Por qué te hiciste el tatuaje? – me atreví a preguntar y Natsu tras mirárselo una vez, sonrió.


~ Un brazalete Maorie – me dijo – me lo hice por mi padre – aclaró y pude ver en sus ojos tristeza. ¡quizá no debí haberle preguntado aquello!


~ Lo siento – le dije creyendo que había metido la pata ¡Como siempre hacía! pero él me miró sorprendido deteniéndose un segundo en su faena de vendar, para luego levantarme el rostro que yo había agachado con su mano y proseguir vendándome.


~ ¿Por qué te disculpas? Eres el primero que me lo pregunta – me dijo y me sorprendí – todos ven el tatuaje y suponen que me lo hice porque quise, porque me gustaba y exclaman cosas como… ¡Qué bonito! O ¡Me encanta! – me dijo ahora – nadie se había interesado realmente en el motivo por el que me lo hice – me confirmó mientras terminaba de vendarme la mano - me lo hice cuando mi padre desapareció, fue mi manera de honrar su memoria, quería algo que siempre estuviera presente.


~ Me gusta más la historia que el tatuaje – le dije sonriendo


Natsu entendió a la perfección porque le estaba diciendo aquello y sonrió, yo no quería ser como el resto de personas que se fijaba en su tatuaje, quería ser, ese tipo de persona que pregunta por su pasado, por su historia y no por la estética del dibujo.


~ ¿Dónde ibas Gray? – me preguntó.


~ Ah… - me quedé un instante pensando… realmente sólo quería escapar de aquella casa, tampoco tenía un destino fijo – a la universidad – le dije porque era el primer lugar al que debía ir hoy.


~ Bien, te acompañaré, no quiero que vuelvas a perderte. Por cierto… apunta mi número en la memoria del teléfono – me dijo guiñándome un ojo – si me necesitas, llámame.


~ Puedo ir yo Natsu – le dije aunque no era verdad y él lo sabía – si tienes cosas que hacer puedes irte.


~ Hoy no trabajo – me dijo muy convencido – así que puedo acompañarte porque Lyon tiene hoy una reunión de trabajo, así que no volverá hasta esta noche. ¿Facultad de medicina? – me preguntó.


~ Sí – le dije empezando a seguirle.


~ ¿Por qué medicina? – me preguntó Natsu y supuse que al haberle preguntado yo algo de su pasado, él intentó hacer lo mismo.


~ No lo sé – le dije muy sincero.


~ Vaya… yo creí que me ibas a decir que querías salvar vidas – me dijo con una sonrisa – es lo que todos suelen decir


~ En realidad… nunca me lo había planteado, supongo que vivo pensando en un futuro inmediato y no he visto el horizonte – le dije y pensé en darle un buen motivo, pensé para mí mismo cual era mi motivo para convertirme en médico y lo encontré, yo sólo quería ver sonrisas, sólo quería ver felicidad ¡justo lo que no había en mi vida! Yo quería ser ese alguien que podía darla tras curar a alguien – quiero que mis conocimientos puedan ayudar a sanar personas, que puedan llegar a devolverles la felicidad – le dije muy serio y él me miró serio también, aunque creo que estaba sorprendido de mis palabras.


Natsu ahora no paraba de mirarme y no sabía muy bien el motivo ¿Me había equivocado al decir mi razón? ¿No le parecía buena? Quizá era algo absurda ahora que lo veía bien, hablar sobre la felicidad como si fuera tan sencillo llegar a ella y aunque creí, que se echaría a reír en cualquier momento por mis cutres pensamientos, entonces… me abrazó y me paralicé ¿Debía corresponderle el abrazo o no? Porque lo único que tenía claro, es que sus brazos me gustaban, que quería estar así mucho tiempo. Disfruté aquel abrazo cerrando los ojos, dejando que mis sentidos pudieran notar a Natsu, cada centímetro de su piel tocando la mía en aquel abrazo.


~ ¿Natsu? – le pregunté entonces armándome de valor - ¿Natsu… qué pasa?


~ Nada – me dijo – es que… es lo más inteligente que me han dicho desde hace mucho tiempo – me comentó ahora sonriendo. – no esperaba que alguien tan joven pudiera darme una buena respuesta sobre su futuro.


Me llevó hasta el metro ¡Algo que agradecí! Porque si tenía que volver a subir a aquella moto podría darme algo. Yo no sabía donde estábamos, escuchaba el nombre de las estaciones ¡En japonés! Lo que no me era de gran ayuda, porque no entendía nada de lo que me decían, menos mal que estaba allí Natsu. Cuando llegamos a la facultad de medicina, Natsu entró conmigo y me esperó en unos bancos mientras yo entregaba la solicitud y me daban otro documento para rellenar. Sólo tenía que rellenarlo y estaría oficialmente ingresado en la universidad ¡Estaba contento! Hasta que vi el documento en japonés.


¿Qué narices hacía yo ahora? Supongo que la primera línea sería el nombre, pero claro luego recordé que ellos no escribían de izquierda a derecha, sino de arriba hacia abajo, así que… ¿Qué tenía que poner y donde? ¿Cómo se escribía mi nombre en japonés? ¿Y la dirección de la casa de mi hermano? ¿Qué eran esas casillas a rellenar?


Pensé si el documento que yo acababa de entregar valdría ¡Porque estaba en inglés!, pensé si llevar a casa este nuevo documento y pedirle a Lyon que lo rellenase sería una buena idea, lo más seguro es que no lo fuera, podría poner cualquier cosa y yo no me enteraría de lo que estaba escribiendo y es que… no me fiaba de Lyon y su imaginación. Miré a la sala, hacia Natsu ¿podía pedírselo a él? No, no podía, se burlaría de mí, era un inútil en este país, no sabía hacer nada solo, no podía ni siquiera coger un metro solo y llegar donde quería llegar porque no entendía el idioma, porque no podía descifrar un mapa por estar en japonés, porque no podía hablar con nadie ya que no me entendían.


Estaba a punto de llorar, el bolígrafo temblaba en mi mano y la recepcionista que se había vuelto a escribir en el ordenador ahora me miraba expectante como si fuera imbécil y no supiera cual era mi nombre para escribirlo. Abrí los ojos cuando noté una cálida mano sobre la mía deteniendo mi temblor y quitándome el bolígrafo. Me giré para ver a Natsu de pie junto a mí.


~ ¿Cómo vas a estudiar una carrera tan compleja como medicina si no puedes entender lo que te dirán los profesores? – me preguntó y la verdad… no había caído en eso.


~ No… no lo sé – le dije a punto de llorar.


~ Déjame a mí, anda – me contestó y se puso a hablar con la recepcionista en japonés, por lo que dejé de entenderle.


Le preguntó algo sobre el documento y lo supe, porque le enseñó el papel a la recepcionista y ésta le indicaba una casilla. Volvió a apoyar el papel en la barra y escribió los Kanjis en unos huecos hacia abajo ¡me estaba rellenando el formulario! Estaba escribiendo mi nombre, mi apellido, la dirección de mi casa y no sé cuantas cosas más en japonés. De repente sonrió al darse cuenta de cómo miraba su letra embobado ¡Bueno… letra… esos signos raros!


~ De verdad… que tienes que aprender japonés – me dijo con una sonrisa - ¿Necesitas un profesor particular? – me preguntó señalándose y dándome una gran sonrisa.


~ Sí – le respondí – soy un inútil


~ No eres un inútil, a Lyon también le costó al principio adaptarse, enserio… te daré clases de japonés si quieres – me sonrió – no hay mejor profesor que yo, te lo aseguro, nací aquí, lo hablo perfectamente.


Natsu tras terminar de rellenar el formulario lo entregó a la recepcionista para luego indicarme, que me había apuntado a clases de japonés por las mañanas una hora, en la misma universidad antes de que empezasen las clases, por lo menos, podría intentar seguir la materia que impartiesen, aunque lo tendría muy difícil al principio. ¡Supongo que tendría que pedirle a algún compañero los apuntes y luego tratar de traducirlos al inglés! Yo no podría tomar apuntes, no entendía que hablaban y no sabía tampoco escribir japonés, no tenía muchas alternativas.


 


 


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