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Enamórame por Fullbuster

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Mirajane Strauss POV


 


La vuelta de Daphne no me había sentado muy bien y es que… de ella nunca se podía esperar nada bueno, sobre todo desde que murió su hermano mayor. La conocía desde niña y era una gran amiga, al menos lo era mientras mi abuelo hacía negocios con su familia, porque entre dos mafias… llevarse bien entre clanes era importante. Supongo que ella seguía metida en todo ese mundo y sinceramente… yo salí y aún no sé ni cómo lo conseguí.


Mi padre era americano y se enamoró en una visita a Japón de mi madre, hija de uno de los jefes del clan Yamaguchi, así que era un matrimonio no consentido por toda mi familia, pero el amor es así, cuando llega… llega y nunca sabes con quién o de quién te enamorarás, a mis padres les sucedió eso.


Mis padres se casaron en secreto y se marcharon un tiempo a América para evitar a la familia, aunque tampoco sirvió de mucho. Mi padre murió cuando yo cumplí los nueve años, al igual que mi madre y tuve que ocuparme de mi hermana Lisanna. Mi abuelo se empeñó en que volviéramos a Japón, porque al fin y al cabo, éramos familia, eso fue malo.


Estar con mi abuelo estaba bien, me sentía en casa, con la familia, protegida, pero ser protegida por un clan mafioso… no siempre es bueno. Me crié viendo la crudeza del mundo, viendo lo que hacían los matones de mi abuelo en los comercios de la zona, viendo como asesinaban, robaban y extorsionaban ¡y acabé haciendo lo mismo! Por suerte… no llegué a entrar en la banda, pero desde luego, yo también había participado en todo eso hasta los veinte años, entonces un policía me detuvo y pasé un tiempo encerrada.


Todos dentro del clan me conocían como “La demonio Mirajane”, pero estando entre rejas, me di cuenta que esa no era la vida que yo quería llevar, no quería enseñarle a mi hermana pequeña esta vida y tenía que salir. Cuando pude salir de prisión, aparte de pagar mis cuentas con la justicia trabajando en este centro hospitalario… decidí re direccionar mi vida, alejarme de todo este mundo ¡Tal y como mi padre siempre quiso!


Mi abuelo se enfadó mucho por aquella decisión, pero yo cogí a mi hermana y nos mudamos a un piso a las afueras de la ciudad y aunque rompí toda relación con mi familia aquí en Japón, como decía mi abuelo… un Yamaguchi… siempre sería un Yamaguchi. Ya no podía volver atrás de lo que hice y sé que hice cosas muy malas, incluso cuando iba con Daphne, por eso la conocía, porque ella pertenecía al clan Yakuza, nuestras familias eran muy amigas.


Sé que siempre fue una gran amiga para mí, pero ese no era el camino que yo quería seguir, quería vivir en paz, dejar de ir a entierros de familiares, dejar de meterme en líos, dejar de causar miedo, pero claro… mi abuelo se encargaba en ocasiones de mantenerme vigilada y a salvo, porque había gente vestida de negro siguiéndome en algunas ocasiones y sabía que eran sirvientes de mi abuelo.


Lo único que se me quedó de aquella vida y que tenía que agradecer a mi abuelo, era un odio hacia la policía tremenda, básicamente… ¡porque me habían pillado! Sobre todo tenía un gran odio al policía que me capturó y del cual me acordaba perfectamente. Por suerte… no había vuelto a verle en estos tres años desde que había salido, porque sí, tenía veintitrés años, aunque aquel policía en estos momentos… debía tener unos veintiséis.


Entré por mi casa y Lisanna estaba haciendo la cena ¡olía muy bien! Pero es que ella siempre fue una excelente cocinera. Me sonrió desde la cocina cuando entré. Me acerqué por allí para poner la mesa y me preguntó por mi día, aunque claro… el mío era bien aburrido, quitando que había visto a Daphne y eso era una novedad. Ella me contó todo sobre su día, sobre las clases y esas tonterías juveniles que tenían ellos. Yo me dediqué a sonreír.


Comimos juntas y luego me comentó que iría al centro comercial porque había quedado con una amiga suya… claro que yo con eso no me quedaba contenta y tuvo que decirme exactamente con quién, con Levy McGarden. Al final la dejé ir. Mi hermana acababa de cumplir los diecisiete años, sólo tenía tres años cuando murieron nuestros padres, así que al final, acabé haciendo yo el papel de madre y hermana.


Recogí yo sola la mesa, porque me hermana salió corriendo al centro comercial y el resto de la tarde, estuve recogiendo la casa con la televisión puesta ¡me asusté cuando escuché en las noticias lo de la banda en el centro comercial! Salí corriendo de casa para ir al centro comercial ¡ya me enteraría allí mejor de lo que ocurría! Pero hasta donde yo llegué a entender, habían entrado un grupo de chicos armados y desde luego… para mí, eso eran noticias de bandas, porque las bandas controlaban todo esa zona. Yo sólo esperaba que me hermana estuviera bien y me olí algo extraño cuando vi como unos hombres vestidos de negro me seguían ¡otra vez mi abuelo y sus lacayos!


Llegué al centro comercial y allí estaba reunidas un montón de patrullas, casi todas policías normales, pero entonces vi llegar los todoterrenos negros de las fuerzas especiales ¡y es que todo caso con rehenes o situaciones críticas, era para ellos! Les vi salir de los vehículos y abrir los maleteros de los coches empezando a montar las armas y colocarse los chalecos y entonces… vi al policía que me había detenido a mí hace unos años ¡le odiaba! Pero es que encima… parecía seguir ascendiendo, porque había pasado en estos pocos años de la policía normal a la élite.


Me colé entre la gente y rodeé todo el edificio, aún recordaba de mis años en la delincuencia que este centro comercial tenía un acceso al interior por la zona de atrás ¡normalmente bien cerrada! Pero claro… yo sabía abrir la puerta. Cuando llegué, la abrí ¡Aunque me costó más que en mis buenos años de delincuente! Y entré en el centro comercial ¡Tenía que encontrar a mi hermana!


Cuando entré, los de asalto entraban en ese momento por la puerta principal y pude ver como se dirigían hacia la zona de control, desde allí, por los altavoces comunicaron que todo el mundo se presentase en el hall para el reconocimiento y al menos, los civiles así lo hicieron, todos se presentaron allí y los miembros de la unidad empezaron a inspeccionar uno a uno levantando las camisetas para ver si llevaban o no tatuajes de las bandas. Corrí con cuidado de no ser vista por la planta superior y me metí en el baño antes de ver a los dos agente que venían juntos registrando tienda por tienda, cuarto por cuarto, sala a sala buscando a los que llevaban las armas.


Entré por la zona de atrás antes de que llegasen a mi posición y seguí avanzando, hasta que me crucé con uno de los chavales de la banda que sí llevaba un arma ¡y me disparó! Aunque me escondí tras una columna justo a tiempo ¡claro que eso tenían que haberlo escuchado todos y vendrían hacia aquí!. No tenía mucho tiempo antes de que llegasen, estarían corriendo ya en mi dirección. El chico se acercó y con un rápido movimiento de muñeca le quité el arma y le apunté a él, que levantó las manos enseguida y me pidió que no le hiciera nada.


~ ¿A quién buscáis? – le  pregunté


~ No voy a decirte eso.


Le disparé en la pierna y cayó al suelo de inmediato quejándose.


~ ¿A quién buscáis? – le pregunté porque imaginé por los hombres que me seguían, que era a mi hermana.


~ Lisanna Strauss – me dijo


Salí corriendo antes de que vinieran los policías y me dio el tiempo justo de esconderme y  ver como sacaban al chico herido de allí ¡Seguramente ya estaba detenido! No sé si les contaría sobre mí o no, pero tenía que darme prisa y encontrar a mi hermana antes de que le hicieran algo.


Volví a correr, salvo que esta vez si me vio alguien, ¡Erza! Que le gritó a uno de sus compañeros que me detuviera ¡empecé a correr! Y la verdad es que intentar correr más que uno de los de asalto era complicado. Me metí por las escaleras de emergencia y cerré la puerta desde dentro ¡no podía correr más que ellos, pero podía retenerles el tiempo justo para encontrar a mi hermana! Le escuché pedir algo para tumbar la puerta metálica y en ese momento, corrí escaleras arriba sabiendo que pedirían refuerzos en esa zona, por lo que estarían esperándome.


Subí y justo como esperaba, al abrir la puerta estaban viniendo dos compañeros de asalto hacia mi posición, así que seguí corriendo en dirección a la terraza, porque seguramente es allí donde habían ido. Encontré a mi hermana, colgando de la terraza hacia la calle agarrándose a la barandilla y llorando mientras uno de los chicos le apuntaba y le pedía algo ¡Supongo que unirse a la banda o dejarla caer! Apunté al chaval directamente a la cabeza.


~ Sube a mi hermana – le grité y los dos hombres de asalto que venían tras de mí frenaron en seco al verme apuntar al chico.


Tras aquellos dos, empezó a llegar el resto del equipo.


~ Mirajane Strauss – me dijo el chico – me dijo tu abuelo que vendrías.


~ Súbela – le grité de nuevo y los policías estaban apuntándonos a ambos mientras podía ver a Erza hablando con otro chico. Ambos desaparecieron de nuevo por las escaleras.


Un chico rubio de unos veintinueve años se aceró un poco a mí mientras dos compañeros con chalecos antibalas y apuntándonos con los rifles de asalto le cubrían para que no disparásemos hacia él.


~ ¿Eres Mirajane Strauss? – me preguntó el chico rubio


~ Sí – le contesté pero no dejé de apuntar a aquel chico que apuntaba con su arma a mi hermana, que no aguantaría mucho más antes de caer.


~ Me llamo Laxus Dreyar – me dijo - ¿Es tu hermana la que está ahí? – supuse que él era el negociador del equipo y trataría de que ambos dejásemos las armas pacíficamente, ¡y yo se la daría, pero no me fiaba del que estaba apuntando a mi hermana!


~ Sí – le dije de nuevo – Subidla – les grité empezando a llorar.


No sé que estaban haciendo, pero otro de los agentes desapareció de mi vista.


~ Vamos a sacarla ¿vale? La subiremos sana y salva – me decía Laxus ahora – pero… ¿podrías bajar el arma? – me pidió.


~ No me fio de la policía – le dije y él no pareció sorprenderse.


~ Lo sé, no te fíes de la policía, confía en mí, no voy a dejar que os pase nada a ninguna de las dos, pero necesito que sueltes el arma.


~ Cuando la baje él – le dije.


~ ¿Si consigo que él tire el arma, me la darás? – me preguntó y asentí.


Laxus le miró ¡Sabía igual que yo que siendo de una banda él no negociaría con un policía! Así que no bajaría el arma y no me dejaría acercarme a por mi hermana, ni a mí, ni a ellos.


El otro chico incluso antes de iniciar la conversación con Laxus, colocó el dedo en el gatillo para apretarlo cuando vi caer desde arriba algo negro, era uno de los policías que antes había desaparecido y ahora caía sobre el chico derribándolo al suelo y quitándole el arma, ahora que me fijaba bien, el chico tenía un extraño cabello rosa. Me quedé allí parada y cuando comprobé que ya no apuntaba a mi hermana, vi la mano de Laxus que se acercaba a mí pidiendo mi arma. La bajé y se la entregué.


Miré hacia mi hermana, porque los tres policías que estaban aquí arriba habían ido corriendo a subirla, pero no llegaron y grité cuando la vi caer. Me acerqué hasta la barandilla para ver que desde el piso de abajo, habían sacado una cuerda y Erza que estaba trepando por la pared la había cogido. ¡Menos mal! Lloré del susto y caí de rodillas con la mano aún sujetando la barandilla metálica.


Fue Laxus quien me ayudó a levantarme y me informó que debía pasar por la comisaría ¡principalmente porque había herido a uno! Aunque no había cargos contra mí, lo tomarían como defensa personal, sólo era protocolo. Mi hermana cuando me vio bajar se abrazó a mí y le dije con una sonrisa que la vería en casa.


Cuando pasé por el lado de Erza, ésta me miró igual que yo a ella, ambas nos odiábamos, pero aún así, le agradecí que cogiera a mi hermana, le había salvado la vida. Erza me miró sorprendida como quien no se cree que le pudiera agradecer y es que para ella, sólo era una criminal más, otra del clan Yamaguchi ¡Ella fue, quien me detuvo hace unos años!


 


 


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