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Enamórame por Fullbuster

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Gray Fullbuster POV

 

 

 

Di gracias cuando llegamos al apartamento de Natsu y pude bajar de aquella moto que tanto miedo me daba. No había abierto los ojos en todo el camino y tampoco solté mis brazos de la cintura de Natsu. Como ya debía ser una costumbre, Natsu se acercó a mí para quitarme el casco, pero ahora cuando se acercaba a hacerlo, yo sentía algo muy diferente, me gustaba que lo hiciera él, porque cuando lo quitaba, sus dedos rozaban mi cuello y mi barbilla, esa sensación me encantaba, porque eso sería lo más cerca que podría estar de él.

 

Natsu siempre me sonreía cuando me quitaba el casco y esa sonrisa que tenía, era lo que más me gustaba de él, me hacía sentir como que le importaba, me hacía reír sólo con verla, era una sonrisa pegadiza.

 

Me quitó el casco y cuando abrí los ojos, me di cuenta de que los labios de Natsu estaban muy cerca de los míos, tan cerca que casi podía sentirlos ¡o era mi imaginación y mi deseo por besarlos! Cómo deseaba probarlos, como deseaba que sus labios se unieran a los míos y a la vez, sabía que sólo en sueños podría ser posible ¿Cómo iba a fijarse Natsu en mí teniendo a Lyon? Debía verme como a un crío.

 

El casco salió de mi cabeza sin problema y Natsu sonriendo, empezó a apartarse de mí indicándome ahora el camino que debía seguir hacia su apartamento. Le acompañé y subimos en el ascensor hasta la planta veinte ¡Vivía muy alto! Al menos a mí, me lo parecía. Accedí a la vivienda y me pareció impresionante, no había muchos muebles, pero estaba muy ordenada, muy limpia, con una decoración perfecta, pero lo que más me gustaba, era el espacio libre que había, las cristaleras enormes que tenía con vista a la ciudad ¡Era precioso! Me gustó mucho su piso y me extrañó que Lyon no se hubiera mudado aquí con él.

 

Si lo comparaba con mi habitación actual… esto era un palacio y lo mío… lo mío ni siquiera era una habitación. ¿Cómo iba a quedarse Natsu el fin de semana conmigo en aquella casa? ¿Estando solos? Me iba a volver loco teniéndole tan cerca sabiendo que no podía acercarme a él, que no sentiría lo mismo que sentía yo, sabiendo que estaba mal que me gustase precisamente él. Creo… que sería un fin de semana muy largo.

 

Llevaba la mochila a cuestas aún y Natsu me comentó que la dejase en el sofá y le acompañase hacia su habitación. ¡Me puse nervioso! Era su habitación, nadie nunca me había invitado a entrar en una habitación privada, ni siquiera entré cuando era pequeño a la de mis hermanos para coger algo que me hiciera falta.

 

Entré con un poco de miedo tras Natsu, era una habitación muy amplia con una cama de matrimonio perfectamente hecha y muy bajita, con un colchón sobre una gran tabla que sobresalía un poco por los bordes, pero a mí me llamó la atención la gran cristalera que tenía detrás del cabecero ¡se veía la ciudad! Y suponía, que por la noche con todos los edificios iluminados, debía ser precioso.

 

Natsu caminó hacia uno de los armarios y movió la puerta corredera buscando ropa. Seleccionó algunos pantalones y algunas camisetas y luego me miraba fijamente desplegando alguna y mirándonos a ambos para comprobar si podría valerme. La verdad… Natsu era un poco más alto que yo, pero también era más fuerte, así que no sé si su ropa me quedaría bien o un poco grande, pero él seguía buscando ropa y al final, cambió de armario y buscó más ropa en el de al lado, sacando unas cuantas camisetas.

 

~ Pruébate esto – me dijo Natsu – eran de cuando era más joven, ya se me han quedado un poco pequeñas, creo que a ti te estarán bien.

 

Vi como Natsu se dirigía hacia la puerta y no me gustó la idea de quedarme solo en su habitación ¡Era su habitación! El que debería irse a cambiarse fuera sería yo. Le cogí del brazo y él se sorprendió de que lo hiciera.

 

~ Natsu – le llamé con la voz casi temblando – iré al baño a cambiarme.

 

~ No seas tonto – me dijo con una sonrisa – cámbiate aquí, te espero en el salón.

 

~ Pero es que… es tu habitación – le dije.

 

~ ¿Y qué? – me preguntó – no me importa, puedes cambiarte tranquilo.

 

Natsu me cogió la mano que agarraba su brazo y con delicadeza se deshizo de mi agarre marchándose y cerrando la puerta corredera de la entrada a la habitación. Escuché sus pies descalzos por la madera caminando hacia el salón, supongo que a sentarse en el sofá o algo, pero no, porque escuchaba cajones y puertas de armario ¡Buscaba algo!

 

Me quité la camiseta con un poco de miedo ¡me daba vergüenza estar desnudándome en su habitación! Aunque no estuviera aquí conmigo, me daba vergüenza. Una de las cosas que odiaba de mí, era mi cuerpo, principalmente porque Lyon me había golpeado tantas veces cuando era niño, que tenía toda la espalda llena de cicatrices ¡no quería que las vieran! Eran horribles.

 

Cuando cogí entre mis dedos la camiseta blanca de Natsu, sentí su aroma impregnada en ella ¡me gustaba! La cogí mejor y la acerqué a mi nariz ¡sí, olía a Natsu! Me la puse con rapidez por dos motivos, uno ocultar las cicatrices por si entraba Natsu y la segunda, porque quería sentir el aroma de Natsu cerca de mi, quería sentirlo en mi piel.

 

Me quité después los pantalones y me coloqué los nuevos. Me venían un poco anchos, pero con el cinturón, apenas se notaba la diferencia, así que en teoría, me venía bien la ropa. Cuando salí al salón para decírselo a natsu, éste estaba sentado en el sofá mirando una fotografía pequeña en blanco y negro ¡juraría que esa fotografía era mía! Corrí hacia allí y me lancé por encima del sofá, cargando mi peso justo por encima de su hombro y alargando el brazo para quitársela.

 

Natsu se sorprendió al notar mi peso en su hombro y se giró. Ahora veía sus ojos muy abiertos, su boca demasiado cerca de la mía. ¡Notaba mi corazón latir a mil por hora! Y me había quedado paralizado, con mis dedos tocando la esquina de la fotografía, pero no pensaba en ella, pensaba en aquellos labios, pensaba en besarlos hasta que los oí pronunciar las únicas palabras que más me hacían sufrir.

 

~ ¿Eres adoptado? – me preguntó de golpe y sé, que iba a ponerme a llorar

 

No podía evitarlo, lo intentaba pero no podía, las lágrimas empezaron a salir y no podía moverme, me había quedado ahí parado con la mano en la fotografía, una mano que ahora estaba soltándola y dejándola en la posesión de Natsu. No tenía ni fuerzas para sujetar una simple fotografía. Ya no podía ver los labios de Natsu, todo estaba borroso con mis lágrimas.

 

Noté como una mano cogía mi muñeca, la que había estirado para coger la fotografía y tiraba de ella provocando que mi cuerpo, apoyado sobre el borde del respaldo del sofá, cayese hacia delante. ¡Me estaba empujando hacia él! Me caí tumbado boca arriba encima de las piernas de Natsu. No podía pensar en nada, no podía ver nada, sólo lloraba, sólo me dejé empujar, sólo sé, que estaba ahora en los asientos del sofá tumbado sobre las piernas de Natsu.

 

No le vi, pero sentí su mano en mi nuca, sentía como acariciaba mi cabello, sentí sus labios sobre los míos y aunque al principio me sorprendí, luego cerré los ojos correspondiendo su beso. ¿Cuánto había deseado que hiciera esto? ¿Cuánto había soñado cómo serían sus besos? Eran dulces, eran tiernos, eran cálidos y me gustaban, me gustaban demasiado. Su movimiento lento me excitaba, no vi pasión, estaba disfrutando de mi boca, estaba saboreando con lentitud cada centímetro de mi boca y me gustaba.

 

De repente nos separamos, ambos nos dimos cuenta de lo que estaba sucediendo ¡Lyon! No podíamos hacer esto, no podía hacerle esto a mi hermano, pero es que era Natsu, me gustaba demasiado, no podía evitar querer que me besase, no podía evitar sentir esto por él. ¿Era un mal hermano? Sí, en este momento me sentía así y lloré aún más.

 

~ Lo siento – se disculpó Natsu – Dios… no sé que me ha pasado – me dijo – lo siento mucho, enserio.

 

No podía parar de llorar y quería decirle que no pasaba nada, que todo estaba bien, pero es que no lo estaba, me dolía hacerle esto a mi hermano, me dolía demasiado pensar en esto ¿Cómo iba a mirar ahora a la cara a Lyon sabiendo que había besado a su novio?

 

~ Lyon – le dije en susurro

 

~ Puedo contárselo yo si quieres – me dijo Natsu

 

~ No lo hagas, por favor – le pedí

 

Solo me faltaba eso, que se enterase de esto y me pegase aún más, me hiciera más la vida imposible.

 

~ No se lo digas, por favor – le supliqué a Natsu aún llorando.

 

~ Vale – me dijo.

 

~ Hagamos que no ha pasado nada – le comenté – sólo eso.

 

~ ¿Eres adoptado? – me preguntó esta vez devolviéndome la fotografía de los que se suponía… eran mis verdaderos padres.

 

Yo tampoco sabía seguro si eran mis padres auténticos o no, según el orfanato, fui entregado siendo un bebé y esa fotografía estaba entre las mantas. Todo el mundo supuso que eran mis padres y yo preferí guardarla como recuerdo, sólo un recuerdo por saber quienes eran, cómo eran.

 

~ Sí – le dije al final

 

~ ¿Por qué no me lo habías dicho? – me preguntó

 

~ Porque legalmente, soy el hermano de Lyon, su madre firmó los papeles, así que soy de su familia, ya no tiene importancia de donde venga.

 

~ Llevaba pensando desde ayer que parecíais dos personas diferentes – me comentó – estuve dudando hasta de sí erais hermanos y resulta, que no lo erais… por eso hay tanta diferencia en vuestro carácter. No te pareces en nada a Lyon.

 

~ Ya lo sé – le dije llorando – no puedo ser como Lyon

 

Al fin y al cabo, quedaba demostrado que mi pasado me perseguía, que siempre sería como Lyon decía, el chico que encontraron en un orfanato desastroso y triste, el chico sin familia y sin amigos, el sucio perro de la calle ¿Qué podía esperar la gente de mí? Claro que no era como Lyon, él había tenido una buena educación, era refinado, se movía perfectamente entre la gente, conseguía siempre lo que quería, era un empresario de éxito y… ¿Qué era yo? el chico de la calle que tenía que vivir bajo la sombra de Lyon, el que llevaba todas sus pertenencias en una mochila vieja, el que siempre estaba solo porque tenía miedo de hacer amigos y perderlos, el que siempre acababa siendo apaleado. Yo no podría ser nunca como Lyon.

 

~ Ey – me dijo Natsu captando mi atención – no era un insulto – aclaró de golpe – No te pareces a Lyon y eso es precisamente lo que me atrae de ti, me encanta hablar contigo, eres muy sincero, me encanta que siempre agradezcas los gestos y saques tiempo para estar con la gente en vez de arruinarles sus planes – me comentó – me encanta incluso cuando lloras, porque me da pie a poder sacarte una sonrisa después de las lágrimas – terminó diciendo mientras secaba mis lágrimas con sus dedos – no tienes que avergonzarte por ser adoptado, eres un chico increíble que sabe sobrevivir solo, no necesitas depender de los demás, eso te hace fuerte.

 

La verdad, es que las palabras de Natsu animaban, me hicieron sacar una sonrisa y él sonrió conmigo.

 

~ Toma – me dijo dándome una libreta con un bolígrafo – tendrá que servirte hoy y mañana para los apuntes, este fin de semana, iremos de compras. Venga, sécate esas lágrimas que te llevo a la facultad.

 

Natsu salió primero hacia la moto, pero yo le detuve el brazo antes de ir hacia allí ¡Tenía pánico a las motos! Quizá debería decírselo.

 

~ Natsu – le llamé y él se giró a mirarme – no tengo nada contra la moto, pero… no me gusta la carretera – le dije – desde el accidente de Ur… no puedo subir en automóviles, me dan miedo.

 

Natsu se sorprendió, abrió los ojos y luego me miró como si hubiera recordado como murió Ur.

 

~ Dios… lo siento – me dijo – te he estado llevando en moto y no me había dado cuenta ¿Quieres que cojamos el metro? – me preguntó.

 

~ Lo prefiero, sí.

 

Natsu me sonrió para acercarse hacia mí, pasarme la mano por la parte trasera de la cabeza y acercar mi rostro al suyo, dándome un beso en la frente, un beso que me resultó tierno y protector. Al final, le hice subir en metro aunque a él no le gustaba mucho y prefería ir siempre en moto. Me acompañó hasta la universidad y luego se marchó a trabajar, hoy salía tarde.

 

 

 

 


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