Una fresca carcajada nació desde lo más profundo de la garganta del rubio, sujetando su estómago mientras reía con cada vez más fuerza. Pequeñas lagrimas escaparon de sus ojos, cayendo de rodillas en la cama mientras sentía como la risa iba en aumento, solo opacada por los feroces gritos y gruñidos de su compañero.
Después de todo, y de no ser por la oscuridad presente en la habitación, hubiese podido ver el rostro desencajado y molesto de Zoro en todo su esplendor.
-¿en verdad, cocinero, tenías que usar algo como esto?-pregunto el espadachín gruñendo entre dientes, intentando controlarse mientras lanzaba una patada hacia donde creía, se encontraba su acompañante- esposas de kairoseki ¿Es en serio?-
Aun riendo suavemente ante aquella reacción tan exagerada el rubio asintió, olvidando por unos segundos que el moreno no podía verle producto de la oscuridad mientras se subía sobre sus caderas, relamiendo sus labios sin ya poder contenerse un segundo más.
Con rapidez pero con precisión inmovilizo las piernas de Zoro con las propias, masajeando nuevamente su entrepierna para acallar a su acompañante, cambiando sus maldiciones feroces por pequeños gemidos y suspiros placenteros.
Sabía que necesitaría de mucha agilidad para dar con su siguiente movimiento, el peli verde a pesar de encontrarse sumido en un estado de éxtasis aún seguía pendiente de cada acción de su parte como todo buen guerrero de su talla. Su amante no era tan idiota como muchas veces aparentaba, inclusive él se había dado cuenta que si se libraba las esposas con las que le había sujetado luego de mucho esfuerzo llamaría la atención de las personas que descansaban en las habitaciones contiguas. Y si eso sucedía, ambos tendrían que decirle adiós a su semana a solas luego de quien sabe quizás cuanto tiempo.
Pues aunque fuesen esposas de kairoseki para Zoro no era algo imposible de romper, pero el jaleo que armaría para intentar zafarse de su agarre no sería sino otra cosa que su boleto de vuelta al Thousand Sunny y a una paliza monumental de su navegante.
Pero lo que el cocinero no se había dado cuenta, es que su compañero había empezado a excitarse al verse en una situación como aquella.
Sanji le había encadenado más por curiosidad que por otra cosa, guiado en parte por saber que se sentiría hacerlo bajo aquellas circunstancias así como devolverle la jugada al moreno y darle en donde más le dolía: su estúpido y arrogante orgullo. Pero como bien ambos habían dicho nunca se sabía que podrían descubrir mientras experimentaban el uno con el otro, despertando un extraño sentimiento en el peli verde al verse en una situación como aquella.
Alzando una ceja extrañado al sentir como los movimientos del espadachín se ralentizaban aprovecho el instante para abrir un poco sus piernas, sacando una botella de lubricante de una de las bolsas, recordando con una pequeña sonrisa que luego de llegar a la isla se había topado con una tienda de ciertos artículos que sabía, el espadachín olvidaría comprar para aquella seguramente larga y agotadora semana. Y de ahí, por supuesto, se había hecho con un par de objetos interesantes y de esas cadenas, que según la dueña había hurtado de unos marines tiempo atrás.
Un gemido más potente escapo de la boca del espadachín mientras cerraba sus ojos y arqueaba su espalda, sintiendo como lentamente Sanji se encargaba de prepararle. Habían pasado muchas semanas desde la última vez en que habían cambiado los roles, y sabiendo que no tenía fuerzas para deshacerse de su agarre ni menos evitar aquella sesión sin volver a su papel de activo decidió dejar de forcejear, pero eso no significaría ponerle el camino fácil al cocinero.
-ni se te ocurra-susurro el rubio mientras metía un segundo dedo en su interior, metiéndolo con cuidado para evitar dañarle- no creas que estas son las únicas esposas que compre –amenazo divertido, se había dado cuenta que el chico planeaba atacarle cuando bajara la guardia ante su comportamiento dócil, acercándose a su rostro mientras sacaba sus dedos, manteniéndose completamente inmóvil durante unos segundos- pero creo que para ti no sería problema alguno ¿no es así?-
El rostro de Zoro enrojeció fuertemente ante la insinuación de su amante, sintiéndose avergonzado como nunca antes lo había estado en toda su vida. El idiota del oji azul se había dado cuenta de la respuesta que había dado su cuerpo al verse encadenado de aquella manera, excitándose con rapidez, casi deseando seguir con la propuesta que Sanji le había hecho.
-entonces hazlo de una jodida vez, maldito pervertido-respondió el espadachín sonriendo ladino mientras le veía a los ojos con un toque de lujuria y maldad en ellos- porque luego será mi turno de hacerte pagar por esto, y vaya que lo disfrutare-susurro con tono decidido, sacándole una nueva carcajada a su amante-
-que así sea, marimo- contesto su compañero con una mueca cómplice adornando sus labios. Pues si del espadachín se trataba, no había reto que no pensara aceptar. Y mucho menos, dejar de lado una propuesta como esa…-
Tsusuku (o tal vez no xD)