Sanji suspiro con cansancio, recostándose contra el mástil de cubierta mientras fumaba uno de sus cigarrillos, casi consumiéndolo al instante. Aun no podía creer que Zoro había tenido las agallas, sin mencionar la enorme estupidez, de tener relaciones con el aun y a sabiendas que Nami, preocupada al no encontrar rastro de ellos, había estado buscándolos junto a Robin y les había encontrado en aquella situación tan…comprometedora…
Vale que lo habían conversado, y pensaban hablar con la tripulación cuando se encontrasen preparados. Pero nunca habría esperado revelar aquel secreto con una de sus damas, de aquella forma.
Un mes sin que lo tocara era lo mínimo que se merecía por tal idiotez, y aunque ya llevaban una semana completa de esa manera, no había sido capaz de ver a la navegante a la cara, sintiendo su rostro enrojecer de la vergüenza al recordar lo que había pasado. Y ella, estaba en sus mismas condiciones.
Alzo una ceja, extrañado, al sentir como ruidos fuera de lo normal le sacaban de sus pensamientos. Se puso de pie, aguzando el oído al escuchar que aquellos murmullos venían del otro lado del barco, haciéndose más intensos a medida que avanzaba con sigilo, ocultándose entre las sombras.
Una fina capa de rubor cubrió sus pálidas mejillas al reconocer al dueño de esa voz, era sencillamente inconfundible después de todo el tiempo que habían pasado juntos. Pero lo que más le llamo la atención, sin dudarlo, fue el tono que empleaba, aquellos candentes sonidos que solo escuchaba cuando…no, aquello no podía ser posible ¿o si…?
Tragando saliva con lentitud se asomó con cuidado de no ser visto, sintiendo el cuerpo temblar por completo ante el nerviosismo al ver allí al moreno, apoyado contra la pared mientras se masturbaba con rudeza, tapando su boca con una mano para evitar que sus gemidos despertaran a la tripulación completa.
Una fina sonrisa apareció en sus labios, escondiéndose antes que Zoro notase su presencia. Aquel era sin duda un hallazgo casi imposible de realizar, después de todo era el propio espadachín quien se burlaba de Sanji todo el tiempo, fanfarroneando sobre su autocontrol fruto de sus largas horas de meditación.
Pero ahora, aquella fachada había caído de sopetón.
Sonriendo con suficiencia pensó en abandonar el lugar, dándose cuenta que si el peli verde se encontraba en aquellas condiciones, ninguno de los dos sería capaz de soportar un mes de abstinencia, aun menos luego del trato que habían pactado aquella oscura noche a bordo del Sunny, completamente solos.
Un pequeño gemido escapo de su boca sin proponérselo, mordiendo sus labios mientras se quedaba inmóvil, esperando que el primero a bordo no le hubiese escuchado. Bajo la cabeza con lentitud, abriendo los ojos como platos al comprobar aquello que tanto temía: se había puesto duro con tan solo ver a Zoro en aquella situación.
Pero sin duda, lo que estaba a punto de hacer sería una verdadera locura…
Con mucho cuidado volvió a espiar al espadachín, bajando lentamente una mano por su vientre hasta colarla por el borde del pantalón, acariciando con suavidad su erguida entrepierna sobre la ropa interior. Agradecía que el peli verde se encontrase con los ojos cerrados en aquellos momentos, o habría sido descubierto como Nami aquella tarde….
Ante aquel pensamiento su libido se disparó, casi como si la adrenalina de ser atrapado espiando al peli verde fuese el toque que necesitaba para hacer más deliciosas cada caricia, cada furtivo apretón. Cada gemido que luchaba por escapar de sus labios, silenciados con mucho esfuerzo al morder la zona interior de sus mejillas hasta el punto de hacerlas sangrar.
El ritmo fue en ascenso, volviéndose más apasionado y duro con cada jadeo que lograba escapar de parte del peli verde. Las ganas de desatar a aquella bestia que llevaba en su interior le tentaban, sintiendo el final cerca con cada movimiento de su mano.
No, aun no podía hacerlo. Él era un hombre de palabra, soportaría lo que fuese necesario, al igual que el espadachín. No se dejaría vencer, sabia de sobra que la espera siempre hacia más delicioso el siguiente encuentro.
Y vaya, pues pensaba dejar exhausto al primero a bordo la próxima vez que llegasen a una isla.
Ahogo a tiempo un potente grito, mirando con algo de diversión la mancha viscosa y caliente que se cubría su mano luego de correrse. Subió sus pantalones como pudo, suspirando mientras se dirigía a toda prisa hacia el interior del barco no sin antes oír como Zoro alcanzaba también el orgasmo.
Solo un poco más, solo un poco más y podría cobrar con creces cada estupidez, pero sobre todo cada día de interminable espera, que por culpa del espadachín había tenido que soportar….
Tsusuku (o tal vez no xD)