-tu interior esta aun más caliente y húmedo de lo que recordaba ¿tanto ansiabas tenerme dentro otra vez, cocinerito?-susurro lujuriosamente el espadachín en el oído del rubio, lamiéndolo provocativamente mientras se movía con fuerza en su interior- ya te has venido cuatro veces y sigues tan duro como al principio. Me pregunto cuánto mas podrás soportar sin desmayarte-rio quedamente mientras ponía a su acompañante a cuatro patas, trepando por su espalda para volver a lamer su cuello y marcarlo con rudeza-
Sanji siempre se había preguntado como el espadachín podía ser tan obsceno a la hora del sexo, recordando vagamente las primeras veces en que habían estados juntos y Zoro, contra todo pronóstico, había enrojecido hasta niveles impresionantes, avergonzado en cierta manera por la situación en la que se encontraban.
No sabía exactamente cuándo, pero desde el instante en que la confianza se había instalado finalmente en el corazón del moreno, era capaz de doblegarlo a su voluntad con tan solo un par de palabras. Y eso, contra todo pronóstico, calentaba al oji azul hasta niveles impresionantes.
Gimiendo con fuerza, el cocinero sonrió suavemente al pensar en tal irrefutable verdad: ambos eran hombres, un par de tercos e indomables hombres con gustos que rallaban la normalidad.
Cualquiera en su sano juicio pensaría que el cocinero, siendo el amante de las mujeres que era nunca se dejaría doblegar un hombre, menos alguien de la talla de Roronoa. Pero viniendo al caso, tal parecía que si el peli verde tenia manía con romper sus ropas, el amaba cuando Zoro le susurraba obscenidades a la hora del sexo.
Ya había perdido la cuenta de las veces en que lo habían hecho luego de la propuesta que el espadachín había hecho, suspirado algo enfadado al recordar que al menos dos veces había llegado al clímax antes de tiempo por alguna palabra o frase sucia que susurraba con toda mala intención este mientras le penetraba.
Le había hecho perderse entre sus caricias y sus besos, entre sus mordidas y sus duras penetraciones, porque si él era malhablado mas por las costumbres que había adoptado desde su época en el Baratie, Zoro sin duda era una caja de sorpresas que le sorprendía cada ocasión; o mejor dicho, en cada encuentro.
Su cuerpo tembló con fuerza al sentir la mano del contrario nuevamente en su pene, masturbándolo con lentitud y suavidad mientras ralentizaba un poco su ritmo, volviéndolo más profundo y caliente en comparación al que llevaban tan solo minutos atrás.
-mmm me aprietas con tanta fuerza, realmente siento como me succionas-comento esta vez con la voz ronca, jadeando por el esfuerzo que implicaban tales movimientos- pero no te preocupes, esta vez me correré muy adentro que podrás darte por satisfecho-ronroneo aumentando el ritmo de su mano, apretando con algo de fuerza su miembro para evitar que este se corriera antes de tiempo-
El rubio jadeo molesto, sin ya fuerzas para enfrentar al moreno ni mucho menos, para pedir en voz alta aquello que tanto necesitaba. Sus brazos, que hasta aquel momento habían mantenido con esfuerzo su cuerpo, flaquearon por el insoportable placer que sentía en lo más hondo de su interior, descansando su cabeza en el piso de la cocina mientras miraba provocativamente al espadachín, apretando un poco mas su entrada con la firme intención de hacer que el contrario llegase al ansiado clímax antes de perder la poca cordura que aun quedaba en su cansada mente.
Sonriendo torcidamente, Zoro dio una última y bestial embestida, haciendo gritar como nunca al oji azul mientras soltaba su duro miembro, dejando que se viniera mientras el mismo se corría en su interior, relamiendo sus labios al ver el rostro de Sanji y su cuerpo brillante por el sudor. Y, por sobre todo, disfrutando al máximo los furtivos apretones que la entrada del cocinero le daba a su miembro producto del orgasmo, sintiendo la entrepierna del contrario aun semi erecta entre sus dedos manchados de su suave y blanca esencia.
-tu cuerpo habla por sí solo, cejitas. Creo que aun no es suficiente para ti-susurro con la voz cargada de libido, sentando a Sanji sobre sus piernas mientras giraba su rostro con un poco de brusquedad, hablando sobre sus labios mientras lamia el pequeño hilo de saliva que escurría de estos- estate tranquilo, aun tengo la energía suficiente para hacer que te vengas las veces que sean necesarias-comento con tranquilidad para luego besas su boca con fiereza, descolocando al rubio por completo e impidiendo que pudiese objetar aquella frase antes de caer en las garras del guerrero-
Zoro era de aquellas personas que lograba descolocarle por completo, su personalidad llena de emociones tan contradictorias entre sí condimentadas del deseo que ambos compartían, de aquella capacidad de pasar de calma a una furia incontenible siempre le hacían desear por más, de ser poseído una y otra vez hasta el cansancio.
Sabía que el espadachín tenía razón, que aunque él lo negara con toda su alma, su cuerpo siempre acababa por delatar lo que realmente sentía. Y, haciendo honor a la verdad, no deseaba, de ser posible, que se detuviese nunca.
Aun quedaban muchas horas por delante, y si la resistencia de Zoro era buena, la de él era mucho mejor. No por nada era un devoto practicante de ese tipo de materias, y pensaba demostrarle a cierto terco espadachín que no sería el único en tomar en serio su palabra y mostrarle lo que escondía realmente su interior…
Tsusuku (o tal vez no xD)