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Mi inspiración por 01PrincessaCandy01

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Notas del capitulo:

 

¿Lamento haber tardado? si, lo hago.

¿Lamento el capítulo corto? si, lo hago.

¿Lamento tener tantas historias que actualizar? no, no lo hago.

Pero si lamento haberles dejado con la intriga, disfruten el capítulo cinco: "El amor es..."

Capitulo cinco: El amor es…

 

Me sentí abrumado al estar en un ambiente tan cerrado. Lo note rápidamente. Las cortinas bajas, las ventanas cerradas y el aire a encierro eran abrumadores; las puertas cerradas y los arcos cubiertos de polvo. Parecía un lugar tan viejo, descuidado y oculto entre la maleza que lo carcomía desde afuera intentando recuperar lo que perdió. Acepto no ser un jardinero, muy lejos de eso, un doctor no suele saber de jardinera.

Seguí un sirviente hasta mi habitación, como parecían los sirvientes volvían a desaparecer entre el polvo. El autor se me acerco y dijo con voz dulce—Espero verlo en la cena, lo mandare a llamar. Hasta más tarde.

Lo vi alejarse desde el marco de la puerta, en el momento que estuvo suficientemente lejos, cerré la puerta y la trabe. Quería desaparecer, que la tierra me tragara— ¿Dónde me había metido?

Fui a la casa de un hombre completamente loco, ¡No porque yo quisiera! Me ha obligado a mano armada a venir… a vivir con él esta casa enorme que parece embrujada… está loco, ¡No tiene los tornillos puestos!

¿Qué clase de persona normal desarrolla un gusto tan repugnante por la carne? Verlo comer en la cena fue horripilante. He visto cadáveres putrefactos, y cuerpos reventados con las tripas para afuera, o inclusive, he visto bolsas de pus explotando en cuerpo vivos, pero nada tan grotesco como esa manera de atragantarse con trozos fibrosos de proteínas. Mi única salida era observar la libreta. Me sentí acosado.

— ¿Señor? —Escuche, seguí de unos intentos brutos de abrir la puerta— ¡Señor!

Me acerque lentamente, y eleve un poco la voz— ¿Quién es? —Estaba cansado, me sentida desfallecer.

La perrilla dejo de ser torturada— Vegeta… ¿tiene tiempo? Soy Raditz.

Suspire cansado, agobiado, no quería salir. Quería volver a casa y ser estrujado por los brazos sobreprotectores de Broly… se enojaría, como siempre, pero quería que se acerca y me digiera “¿Estas triste? ¿A quién tengo que matar?” Con su… voz… Bueno, la verdad no lo extraño para nada. Me alegro estar lejos de esa bestia sin cerebro. Pero entre un loco con un síndrome que lo hace devorar carne y un psicópata sobreprotector; tengo pocas y casi nulas opciones.

Me recosté en la puerta y mire hacia el tocador que quedaba directamente al frente de mí— ¿Para qué? —Pregunte, antes de que pudiera contestar me apresure— Si tu hermano te mando, dile que ya lo soporte bastante… que me deje solo.

—Quiero tocar el piano —Murmuro— y quiero que un oído nuevo me escuche.  ¿Puedes opinar? ¿Sabes algo al respecto sobre melodías? Realmente significa mucho para mí que usted…

—Lo siento— me disculpe, era una disculpa falsa, solo por modales—Pero estoy cansado, quiero quedarme aquí. Espero no te importe.

—No… Está bien —Su voz se oye entrecortada, como si se estuviera quebrando con un nudo en la garganta. Escuche sus pasos alejarse yendo hacia cualquier dirección lejos de mí.

Camine y me senté frente al tocador, solo para ver mi reflejo. Mis ojeras, mi piel pálida, mis mejillas flacas que parecían hambrientas. Las virutas de polvo se habían pegado en mi ropa, y en parte de mi pelo. Me quite la bufanda, proseguí a dejarla sobre el tocador.

Seguí mirándome en el espejo hasta que un sonido de piano comenzó a acompañarme, era una dulce melodía bien tocada en cada tiempo, era perfecta. Una ambientación triste y oscura era lo que necesitaba en la casa de un loco como pocos,  que estoy seguro que sería caníbal, esa teoría podría claramente explicar la cantidad casi nula de  sirvientes que hay rondando por la casa, además.

Mire hacia la puerta atreves del espejo, note como se abrió y unas manos grises con uñas largas atravesaba el umbral. Con el chirrido de la puerta y el sonido de un cuerpo pesado atravesando la habitación, tenía en ese momento un cuerpo grande y oscuro a mis espaldas.

— ¿Quién eres? —Pregunto, su voz era ronca, como la de Kakarroto— ¿Qué haces aquí?

Me gire para verle el rostro, era un copia exacta a el autor, pero la piel más clara u oscura… era gris, un gris que llevan los cadáveres a la morgue. Realmente me sorprendió, como dos gotas exactas. Sus orbes grises y su cabello despeinado me sorprendiendo de tal manera que me quedé estupefacto viéndolo.

— ¿Quién eres tú? —Le pregunte, lo último que necesitaba era que Kakarroto tuviera un trastorno de personalidad disociada o alguna cosa de ese estilo. Realmente eso sería la gota que rebalsaría el vaso, además de un cliché de autor, también.

—Hueles bien —susurro. Antes de que pudiera responder, su mano cubrió mi boca y me arrojo al suelo— Demasiado bien… ¿seguro que estas vivo?

Una sensación de haber vivido eso antes muy importante paso por mi cabeza, ahora mismo no quería que esto pasara. ¿Por qué me odia tanto el universo? Si hay un Dios por alguna parte del universo, le suplico que me escuche y que ponga fin a esta disonancia que me mantiene de rehén aquí, sin poder escapar. ¡Por favor! ¡Has que esto pare!

Sin poder detenerlo, rápidamente, con mi bufanda, ato mis brazos en mi espalda y puso su pie sobre mi espalda. E intente gritar, ¡El autor no permitiría que esto pasara!  O talvez su hermano tampoco, algo mejor eran conscientes de su desorden mental y no influirían en sus deseos, dejándome a mí solo a sus manos. No, yo no soy ninguna sumisa para dejarme atar por este imbécil, ¡Si me quiere, que me gane!

Me di vuelta, consiguiendo tirarlo al suelo, pudiéndome levantar con esfuerzo sin usar mis manos. La puerta estaba abierta, así que mire a mi captor y golpee fuertemente su cabeza de una patada. Las clases de defensa personal son realmente útiles en casos como estos, y con el corazón de la garganta comencé a correr hacia el salón… o donde rayos este alguien para salvarme.

[…]

Baje las escaleras hasta la planta baja, mi hermano había comenzado a tocar ese condenado instrumento de nuevo— ¡Raditz! —Lo llame— ¡Joder, Raditz, escúchame!

Él se detuvo en seco y no volteo a verme, solo dejo reposar sus manos sobre el teclado— ¿Qué necesitas?

Cuando estuve a su lado, con mi mano tape mi rostro, no había cosa que odiara más que esas estúpidas notas—Que dejes de tocar es instrumento infernal. ¡Ahora!

Apretó los labios en una mueca extraña y bajo delicadamente la tapa del piano de cola, cubrió las teclas y suspiro cansado. Realmente no me importa que tanto le guste eso a mi hermano, ni mucho menos que se gane la vida con él, solo quiero que es mi casa halla silencio.

— ¡Ayuda! —Escuche— ¡No sean rateros y ayúdenme!

— ¿Vegeta? —Preguntamos los dos, quedamos atónitos ante la escena que vimos.

El pobre doctor estaba atado con una bufanda, un nudo mal hecho, y corría completamente torpe entre los peldaños de la escalera hasta donde estábamos— ¿Qué paso? —le pregunte corriendo a abrazarlo. Que preocupado me tenía, no lo volveré a dejar solo, ¿Qué no vi antes que el mismo es un peligro para él?

— ¡Algo intento hacer cosas malas conmigo! —Escupió. Una vena alzada se formó en mi frente.

¿Alguien intento tocar a mi vegeta? ¿Mío? ¿Quien? Es mío, de mi propiedad y me pertenece. Es mi inspiración, solo mía, nadie puede tocarlo. Ni verlo, ni acercarse a él. Es más, lo encerrare en el sótano para que nadie pueda respirar su aire más que yo, solo yo, porque es mío. ¡Mierda, es solamente mío! Cuando encuentre a quien lo toco, no solo eso, se atrevió a atarle su bella y delicada bufanda y apresarlo, ¿Quién se atrevió? No pueden, es mío. ¡Yo solo puedo hacer esos actos tan crueles y brutos con el!

—Abra sido Turles… —suspiro Raditz.

—Si… tal vez… hablare con el— Comente, mi cabeza estaba sobre la de vegeta, mientras aspiraba su aroma. Intente tranquilizarme, era tantas emociones juntas.

— ¿Tu tocabas esa melodía? —pregunto vegeta, voltee a ver a Raditz, que todavía miraba hacia el piano, con los ojos vendados. Asintió en silencio— Me gusta, ¿puedes continuarla?

Yo solté a Vegeta y me acerque a mi hermano. Todo estaba bajo control, si era Turles el causante, rápidamente el tema podría darse por cerrado con una pequeña y civilizada charla— Raditz, si a Vegeta le gusta, toca cada canción que el desee cuando lo desee.

Mi hermano sonrió, y levanto la tapa comenzando una melodía horripilante. Cuando mire a Vegeta este tenía los ojos abiertos y una sonrisa. Le gustaba. Y si a mí Vegeta le gustaba, a mí también, y hare todo lo posible para que él sea feliz.

Con una nueva idea para mi novela, tome mi libreta y mi lápiz. Comenzó a garabatear una escena entre los personajes, algo divertida y oscura. Como la vida misma, un chiste cruel.

— ¿Desean cenar? —Pregunto la criada.

—Por favor, ah, y avise a Turles— La muchacha hizo una mueca asustada— el comerá.

— ¿Qué cenaremos? —Pregunto vegeta.

En ese momento lo note, mire bien sus facciones y lo note. Tenía ojeras, pronunciadas, ¿se habrá desvelado por pensar ideas para mí? No tuvo que haberlo hecho, ese gesto tan hermoso. ¿Sus mejillas están pegadas a su rostro? ¡Dios santo! No ha podido ni comer por ayudarme, que gesto tierno. ¿Y esa piel pálida? Ah, normal. No come suficiente carne. Ah… mi hermoso y bello Vegeta, ¿Qué no vez lo mucho que te conozco y se sobre ti? Como un libro fácil de leer.

—Carne—Conteste.

— ¿Puede haber verdura? —Pregunto Vegeta mirándome. Oí un suspiro asustado de parte de los demás presentes. Nunca nadie había osado perturbar mi ciclo alimenticio de pura carne para comer eso que llaman… ‘verduras’ —No es necesario que las comas… solo las comeré yo. ¿Por favor?

Sonreí, me hacía feliz saber que nos entendíamos, que éramos tal para cual— Por supuesto.

Encerrarlo parecía cada vez una mejor idea. Por qué lo amo, ¿y no que el amor es ver por el bienestar de la persona? Y creo amar a vegeta a tal punto de encerrarlo en una jaula, solo para mí. Qué bello es el amor, tan lindo y suave… como un buen file. 


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