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Mi inspiración por 01PrincessaCandy01

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Capitulo seis: Celos.

Estábamos sentados en una sillas de caoba mientras los sirvientes llegaban corriendo depositante plato tras plato, nunca había visto tanto personal atendiendo a tan poca gente. Era eso o realmente eran rápidos a tal punto que no eran más que movimientos borrosos. Sea cual sea, era increíble.

No éramos muchos sentados en la mesa, solo Kakarroto en la cabecera, yo a su izquierda y Raditz a su derecha. Turles estaba a mi lado y otro hombre más joven que no levantaba la cabeza ni me permitía verlo al lado de Raditz.

La cena no era animada en ningún sentido, jugaba con mis pies debajo del mantel mientras comía algo de verduras con carne. Evitaba levantar la cabeza o siquiera quitar la mirada de mi plato, en un determinado momento me fue imposible debido al peso de unas miradas. Cuando levante mi cabeza observe a los tres conocidos viéndome, Raditz de frente y los demás de reojo; era incómodo.

Al principio no entendí muy bien, pero Raditz rápidamente me pregunto— ¿Terminaste?

Mire los platos de los demás, y en efecto estaban vacíos, el mío tenia uno que otro recorte de lechuga y un hueso casi pelado. Me había perdido entre mis pensamientos y no me dio tiempo a siquiera mirar el reloj para saber cuánto había pasado— Si, gracias. ¿Debo…?

—Oh, no— Interrumpió Kakarroto apresurado— Levantate ya, quedan unas horas antes de dormir. Ellos levantaran la mesa.

Debido a la forma en la que se refería a los sirvientes, deduje rápidamente que las personas, aunque pudieran, no sonrieran al seguir las órdenes. No tenían motivos, y eso me hizo sentirme molesto. Eran seres humanos; tenían emociones y sentimientos más o igual a él.

El desconocido se levantó primero, dio un saludo en voz baja que no alcance a interpretar. Raditz y Turles, como si fueran maquinas al mismo tiempo se levantaron yendo a direcciones diferentes. Uno al pasillo y el otro a la habitación el piano.

Kakarroto me observó con el ceño frunció, en silencio.

— ¿Qué pasa? —Pregunte.

— ¿Sí o no?

Arquee una ceja ante la interrogante, tal vez me había hablado mientras comía— ¿Disculpa?

Su ceño se frunció más, incluso una vena comenzó a marcarse, y con agresividad exclamó:

— ¿Te gusto la comida? ¿Sí o no?

Me encogí sobre la silla donde me sentaba, y tuve un impulso de escapar, como si intentara hacerme daño. Tuve miedo de una manera inexplicable, y una voz en mi interior me decía que podía escapar ahora, tendría oportunidad, que no la desperdicie. Y en efecto, deseaba escapar.

—Si me gusto. —Conteste rápidamente, levante la cabeza para confrontar su mirada— ¿Mañana desayunaremos?

Goku sonrió alegremente, se levantó despacio y me extendió una mano— Claro, solo nosotros dos. —No tuve tiempo o agallas de cuestionar las razones, simplemente seguí mirando su mano— ¿Te acompaño al estudio?

Me sorprendió eso, yo realmente quería ir a jugar ajedrez o llevarme un libro a mi habitación, me gustaba leer u ocupar mi mente en algo antes de dormir. O distraerme, la que ocurriera primero— No tengo otra opción— Susurre.

Tome su mano, y un frio me recorrió el cuerpo. Me recordó a cuando estudiaba medicina, cuando diseccione los nervios de un brazo humano y tome la mano del cadáver. Estaba igual de frio; Igual de vacío.

Con pánico comenzó a caminar a su lado, inmediatamente miraba las puertas y ventanas intentando memorizar el recorrido. Al final, me era imposible. Llegamos al estudio, un arco grande lo dividía del pasillo.

Las paredes y el suelo parecían viejos y desgastados, al igual que los muebles, era un lindo lugar. Rápidamente me acerque a los estantes con libros, cuentos o leyendas, parecían ser. Tome uno con confianza, “Dos espejos, dos mundos” Se titulaba.

— ¿Lo escribiste tú? —Pregunte, y me di vuelta para ver a Kakarroto. Grata fue mi sorpresa al notar que estaba solo— ¿Hola?

Al final, termine solo leyendo pequeños relatos o libros cortos, hasta que me sentí observado. Levante la cabeza con suavidad sin temor o algo así, los libros me habían llevado tan lejos que olvide mi pequeña agonía que llamo vida. Al final,  era Turles quien me observaba.

— ¿No es muy tarde para andar leyendo?

— ¿Qué hora es? —Me mostro su reloj, salte del sillón al ver que ya eran las dos de la mañana— ¡Qué barbaridad! Las horas pasan volando.

Mi interlocutor río alegremente, me ayudo a guardar los libros. Uno por uno los acomodaba— Dime, ¿Por qué viniste aquí?

Me sorprendió la amabilidad repentina del sujeto, y me hizo dudar de manera irracional. Pero opte por ignorar eso y continuar como si poco hubiera ocurrido— Es complicado.

— ¿Te amenazo, no es así?— Baje la mirada, me sentí apresado nuevamente. Asentí la cabeza— Eso no es muy complicado. Te obligo y ya.

—No es tan malo estar aquí.

El sonrió, apoyo su mano en mi hombro y susurro en mi oído— Solo tienes que saber esto: El sol convierte y la luna trasforma. Lo que es de día, no es de noche.

Me estremecí sin entender la recomendación— ¿Qué quieres decir con eso?

Que tuviste que haber escapado —Se alejó y comenzó a caminar hacia una puerta— Cuando aún tenías oportunidad.

Lo observe irse, con mi corazón inquieto, mis brazos apretaban con miedo un libro aun. ¿Desde cuándo soy tan cobarde? Tal vez, desde que entre aquí. Desde que deje mi orgullo, alma y mi ser entero en la puerta de madera que limitaba el interior con el exterior.

— ¿De qué hablaban?

— ¿Kakarroto? —Me di vuelta al oír su voz— ¿No deberías dormir?

Frunció el ceño con los brazos cruzados— ¿Para qué te encuentres a escondidas con él? No gracias —Se acercó amenazante, con las manos hechas puño como si fuera a golpearle—, seguramente pueden hacerlo perfectamente en tu habitación mientras aún estoy despierto.

Me tomo por los hombros empujándome hacia atrás, la fuerza y el susto evitaron que actuara, temía por mi integridad física, hasta que mi espalda fue detenida por los armarios. Algunos libros cayeron por el impacto.

— ¡Suéltame!

— ¡Dime!

— ¿Qué quieres que te diga? —Mi mirada se encontraba con la suya. Temblaba de miedo, sin entender que decía.

— ¿Hace cuánto lo ves? —Pego su cuerpo al mío, era interesante el tamaño de diferencia— ¿Qué hacían?

Entendí toda la escena de celos, así que me relaje. Inmediatamente él también se relajó— ¿De verdad quieres hacer esto? Ya es tarde.  —Guardo silencio mirándome, como si intentara leerme— No pasó nada, lo hablaremos mañana. ¿Bien?

No se alejó como pensaba, más bien, unió sus labios con los míos de manera bruta y salvaje. Simplemente me beso. ¡Dolían sus mordeduras! Pero no hice nada para alejarlo, es más, incluso lo invite abrazándolo.

[…]

 Estaba recostado sobre la cama grande de mi habitación, mirando el techo en medio de la penumbra. Escuchaba mi respiración cansada y agobiada, y una ajena, la de Kakarroto fuera de la habitación. Apoyado contra la puerta, así estaba, esperando que saliera o alguien se acercara;  Pobre diablo el que lo hiciera.

Me senté sobre la cama, en la orilla a mirar el suelo. Vi mis zapatos algo desgastados, y  a su par el mango de mi maleta. Suspire, no sabía cómo sentirme al respecto. Encerrado y amenazado, ¿Cómo rayos reaccionar? ¿¡Que carajos hare ahora, maldita sea!?

Quiero huir. Me como la cabeza pensando cómo salir de aquí, pero no quiero abandonarlo, porque si lo hago; me buscara, y tarde o temprano, me encontrara.

¿Qué me haría? ¿Me mataría? Probablemente. O me dejaría libre, no lo sé.

— ¿Vegeta?

Levante la cabeza y susurre una contestación débil.

—Te amo. Por favor, no me dejes.

Su voz era débil, como si estuviera destrozado. Sollozando, en medio de la penumbra. Mi corazón se estrujo. Guarde silencio. 

Notas finales:

Y al final, se actualizo. 


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