Cayó estrepitosamente sobre la hierba e hizo una mueca cuando se torció el tobillo. Se levantó como pudo y empezó a correr, llorando en silencio. Ahora todo le daba igual. Se había entregado en cuerpo y alma a ese hombre, y él lo había tirado todo por suelo. El corazón de Tao se rompió lentamente, a cada paso, un trozo caía al suelo. A cada paso, millones de lágrimas. Se metió en un callejón y se agachó entre las sombras, mirando la calle.
-¡Tao! -Se tapó los oídos y empezó a respirar poco a poco, calmándose, intentando que su corazón no golpeara con fuerza su pecho.
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Hizo una mueca cuando probó la comida que el mayor le servía.
-Si no te gusta, te jodes… -Le dijo comiendo a gusto.
Tao se secó las mejillas, comiendo aguantando las muecas de asco. Hacía tres meses que vivía con ese hombre, y cada día le odiaba y temía más. Sus manos eran crueles, y sus brazos fuertes. Esa noche debía cenar si no quería dormir en el balcón de nuevo.
-Dime Tao… ¿Esta rico?
-No me gusta la carne… -Le susurró.
Suho se levantó de golpe, haciendo caer la silla. <<Oh no…>> Tomó su brazo con fuerza y lo jaló escaleras arriba, arrancándole gritos de auxilio al menor.
-¡Cállate! -Le golpeó en la espalda, y se mordió el labio al ver como el menor se callaba.- Bien enano… -Le arrancó la ropa y lo arrojó al balcón, donde el frío era insoportable.
Se acurrucó en una esquina, mirando con miedo a ese hombre.
-Estarás aquí hasta que amanezca…
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-¡Tao maldita sea! -Escuchó gritar a su tío, y se hizo más bola, temblando con sutileza. El dolor estaba amenazando su corazón, le dolía a horrores el pecho. Y empezó a tener sueño… Mucho sueño….
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Cuando despertó, unas manos estaban acariciando su espalda con dulzura, curando las heridas que ardían en su piel. Sus ojos se cerraron suavemente y se dejó hacer por el mayor.
-¿Volverás a cerrar así la puerta, Tao? -El menor negó con la cabeza.- Bien, buen chico… -Besó su cabeza y lo alzó. El menor hizo una mueca.- ¿Que?
-Me duele todo el cuerpo, hyung…
Sintió como el calor de ese hombre le protegía. Pero el menor sabía la verdad. Él era malo. Él le hacía daño. Él no era bueno. Vio como se encaminaba a la cama donde dormía él, y se apoyó en su hombro, dejándose llevar.
-Dormirás conmigo, ¿vale? -Le susurró.
-Si, hyung…
Los ojos de Tao se cerraron de nuevo, y el sueño se apoderó de él.
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-¡Siwon! ¡Dime que Tao está contigo! -Suplicó el rubio, llorando y jadeando.
-No.. ¿Que ha pasado?
-Me ha visto con Lay… Joder, me ha visto Choi…
-Calma, ahora voy para allá…
Tao se abrazó a su peluche y le miró con los ojos casi cerrados. Nunca le había puesto nombre, nunca.
-Te llamarás… Gege… -Susurró con un hilo de voz y se abrazó a él. El dolor de su pecho aumentaba a segundos, y en ese momento supo que hacer.
Dejarse llevar.
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Tao se despertó entre sus brazos, estirándose sutilmente. Sus ojos enfocaron al hombre que yacía a su lado.
-Hyung…
El llamado abrió los ojos.
-Tengo hambre…
-¿Y? -Gruñó Suho.
-¿Puedes hacerme algo de comer? -Suplicó.
-¡Ah! ¡Cállate joder!
-P-pero…
-¡¡QUÉ TE CALLES!!
Suho agarró el cojín que había a los pies de la cama y tapó el rostro del menor con ella, presionando con fuerza. Tao empezó a patalear y gritar como podía. A sus pulmones apenas llegaba aire. Sus ojos lloraban, su corazón latía lentamente… Cada vez menos…
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Tao sintió como alguien se acercaba, y tembló con fuerza. Alzó un poco la vista, tratando de ver quien era, pero sus ojos no enfocaban bien a la figura que había frente a él.
-Pequeño… -Le susurró una voz conocida para el menor, y sintió como lo alzaban, transmitiéndole calor,- Vamos pequeño, cuidaré de ti…
Los ojos de Tao se cerraron unos instantes, y se sumió en un profundo sueño.
Tao despertó en una cama desconocida, una habitación desconocida, con ropa que no era suya. Recordaba todo a la perfección. Kris con Lay, sus palabras, su huida…
-Por fin despiertas… -Susurró una voz bastante melodiosa, situada al final de la habitación.
Miró a la persona de la que se trataba, y reconoció al chico de los hoyuelos de antes.
-Kris y Siwon están muy preocupados, pequeño… -Le susurró de tono cariñoso.
-Ve...te…
Lay suspiró y se acercó a él.
-Lo de Kris y yo ha sido un error, jamás se volverá a repetir…
-Exacto
Lay se separó del menor y vio a Kris en la puerta, acercándose lentamente hasta el pequeño. Lo abrazó con fuerza, besando su cabello.
-Pensé que estabas muerto, cuando te vi en la calle lo pensé…
El mayor empezó a llorar entre sus brazos, acariciando con desesperación su espalda. Las manos de Tao se enredaron en su cabello y empezó a llorar con fuerza también.
-Gege…
El rubio le miró.
-No me dejes nunca….
Kris unió los labios de ambos en un beso dulce.
-Nunca bebé…