Tao despertó con las primeras luces de la mañana, como de costumbre. Tardó apenas tres minutos en recordar todo lo que había pasado la noche anterior y, lo extraño, era que no había tenido ninguna pesadilla. El menor se giró sobre la gran cama y vio que el lado de Kris estaba completamente vacío. Suspiró con suavidad y se levantó de la cama, tomando en brazos su peluche y caminando por los pasillos que conocía tan bien. Se dirigió a su cuarto y tumbó al peluche en la cama, tapándolo con ese deje de ternura que pocas veces dejaba salir.
-Por fin despertaste… -Susurró una voz grave que hizo que el menor se sobresaltara un poco y se volteara.
-Kris Gege… -Susurró sonrojado- Buenos días…
Agachó la cabeza al sentir como Kris se acercaba a él y lo abrazaba con fuerza, suspirando. El pequeño no era tonto, y sabía que a YiFan le pasaba algo.
-¿Kris estás bien? -Le preguntó más dulce de lo que pretendía. Se golpeó mentalmente por eso. “Nunca uses esa voz, Tao” se repitió mentalmente mientras sentía como los cálidos labios de Kris se posaban en su mejilla.
-Sí pequeño… ¿Por qué? -Susurró el rubio acariciando las pequeñas manos del menor.
-M-me… me has abrazado… -Susurró sonrojándose. Kris sonrió.
-Cierto, lo hice -Le miró a los ojos, con ese brillo especial. Pero no obtuvo respuesta del menor a ese gesto, así que solo suspiró y lo cargó, haciendo que se sentara en su hombro.
Tao se agarró a su cuello con fuerza mientras sonreía levemente, miró su mejilla y sus labios empezaron a picarle. ¿Quería besar su mejilla? Su pequeña lengua relamió sus labios sin apartar la vista del mayor. Maldita sea…
Kris, por su parte, vio el pequeño acto de Tao y no evitó que se mordiera el labio. Dios… ¿Es que acaso el pequeño no se daba cuenta de lo sexy que era haciendo eso? sin saber cuando, sus piernas dejaron de funcionar, y miró a su sobrino mordiéndose el labio. Quería besarle.
Tao se sonrojó con fuerza y parpadeó varias veces al darse cuenta de la mirada de su tío, deseando que la tierra le tragase. Sintió como el mayor empezaba a cortar la distancia entre ambos y su pequeño cuerpo se tensó un poco.
El timbre sonó.
Kris se separó de golpe jadeando un poco y bajó a Tao de sus brazos, quien tomó su mano tiernamente. El mayor le sonrió como de costumbre y se dirigió a abrir la puerta, viendo a Siwon tras ella.
-¡Siwon hyung! -Gritó Tao y se abrazó a su pierna. ¿Porque actuaba así de repente? Suspiró al no saberlo, pero solo sabía que estaba contento hoy.
-¡TaoZi! -río el mayor y besó su frente antes de pasar, con un niño de más o menos la edad de su sobrino en brazos.
Kris frunció el ceño.
-¿Y él es…? -Preguntó señalando con la barbilla al niño pequeño, sintiendo como Tao se abrazaba ahora a su pierna.
-Oh... Él es Kyuhyun... -Miró a Kris haciendo un movimiento de cabeza, y en ese momento Kris recordó. Kyuhyun era el alumno de Choi, por el que había empezado a sentir algo. Sonrió.
-Tao bebé, ¿porqué no vas a jugar con Kyunnie-ah a tu habitación?
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-¿Como pude enamorarme de Kyuhyun? -Susurró Choi despeinándose- Es decir... Es muy tierno, lindo, cariñoso... Pero....
-Pero es un niño, ¿no? -Completó Kris, quien estaba apoyado en su pecho.
-Exacto Fan... ¿Que hago? Yo... Amo besarle, sentirle...
-Antes quise besar a Tao... -Susurró, dejando a Siwon perplejo.- He estado a punto...
-P-pero YiFan... ¡Es tu sobrino! -Le dijo alarmado ante eso.
-¡Lo sé! Pero... Me siento muy atraído... Y....
-¡¡Siwon!! -Gritó el pequeño Kyu, que bajaba las escaleras como una bala antes de abalanzarse a los brazos del mayor. Este lo abrazó y vio como Tao se sentaba encima del rubio, besando su mejilla.
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Cuando Siwon y Kyuhyun se fueron, volvían a ser dos personas solo. Kris le dijo a Tao que en unas horas venían unos amigos suyos, con los que debía tener una reunión y debía prepararlo todo.
Tao se encerró en su habitación, se cambió y se metió en la cama, sin hambre.
Cerró los ojos al recordar el casi beso que se daba con Kris, y suspiró. ¿Porqué en aquel momento había deseado besarle? ¿Qué pasaba con él?
Se dio la vuelta.
¿Y porqué su tío? ¿Porqué no otro chico? ¿Uno de su edad? Pues no, su tío de treinta años, hermoso y sexy.
Otra vuelta.
Debería lanzarse... Por suerte para él, mañana había escuela y podría preguntarle a Luhan consejos, ya que él es cinco años mayor y podía explicarle alguna manera de... ¡Mierda! Mañana tenía que madrugar... Suspiró entre nervioso y angustiado. Tenía que dormir.
Se abrazó a su osito panda de peluche, haciéndose una bola y escuchando como Kris abría la puerta principal, y hablaba en chino. Tao sabía chino, pero no quiso prestar atención. Sus ojos estaban más que cansados, su cuerpo se relajó hasta el punto de quedarse dormido de una.
Caminó por la casa de nuevo, descalzo como de costumbre. Sus ojos estaban hinchados de llorar, temblaba del frío y sus pequeñas manitas estaban totalmente frías. Le dolía la cabeza, mucho.
-¿Lo volverás a hacer, Tao? -Le dijo una voz dura y cruel, esa voz que tanto odiaba.
Tao negó.
-¡¿Qué te dije sobre contestarme así?! ¡¿Eh?! -Le dio una bofetada, pero el menor solo sollozó con fuerza.
-N-no... Hyung....
El mayor asintió satisfecho.
-Bien, así no tendrás que dormir otra vez en el balcón en invierno, sabes que puedes enfermar... Vete a dormir...
El menor asintió y, todavía congelado, obedeció y subió las escaleras hasta su pequeña habitación, puesto que la casa era muy pequeña. Se limpió una lágrima y cerró la puerta con algo de fuerza al no poder controlar sus brazos. Se encogió y corrió a una esquina de la habitación. La puerta se abrió de golpe... <<No...>>
-¡¿Que te he dicho de cerrar las puertas así, Tao?!
-L-lo siento... Tengo frío y... No siento el cuerpo... -Susurró aterrado y sollozando.
-Eres un bebé para tener siete años, Tao... -Susurró el hombre- ¿Tienes el cuerpo congelado? -Se remangó la camisa y sonrió cuando el menor asintió- Te calentaré.
-¡No! -Tao trató de huir de él, pero lo tenía fuertemente sujetado por el brazo.
Fue arrastrado fuera del escondite y lo tiró sobre la cama, quitándose el cinturón. Tao estaba hecho una bola, dándole la espalda al mayor, temblando como una hoja. Él solo le dio un latigazo con todas sus fuerzas, haciéndole sangre y arrancándole un gran grito al pequeño, quien al tercero estaba casi inconsciente del dolor, llamando a gritos a sus padres.
-¡Cállate! -Escuchó Tao, otro dolor en la espalda y después... nada.
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Tao se incorporó en la cama, sollozando y sudando, con la respiración agitada y las manos apretando su peluche. Se hizo una bola entre las sábanas, sollozando más fuertemente. Otra vez ese maldito recuerdo, ese recuerdo que siempre le perseguía, esas noches pasando frío...
Odiaba a ese hombre.
Se sentó en la cama, negándose a dormirse de nuevo. Volvería a soñar de nuevo con él, volvería a soñar como le azotaba, como le hacía dormir sin ropa en el balcón... Todo su cuerpo se estremeció al recordarlo. Escuchó la voz de su tío hablar y miró el reloj.
Las 2 am...
Se levantó del todo y caminó hasta donde estaba el despacho del mayor, abrazado a su peluche. Paró frente a la puerta y escuchó las risas de un par de hombres más, y después la de Kris. Picó suavemente y esperó a que le indicara que podía pasar. Modales los tenía.
Abrió la puerta un poco y asomó la cabeza, viendo a su tío sonreír tiernamente.
-¿Qué pasó, pequeño? Mañana tienes escuela...
-Tuve una pesadilla... -Contestó con un hilo de voz y la gran mano del mayor de indicó que se acercase. Fue hasta él avergonzado y YiFan lo cargó y acomodó de lado en su regazo.
-Bueno... Trata de dormir ¿vale? -Le susurró y miró a sus amigos.- Ellos son Lay y Chanyeol. Él es Tao..
-¡Oh! -Exclamó el chico de los hoyuelos.- ¡Por fin sabemos quien es el niño de tus ojos! -Los mayores rieron y Tao solo sonrió, demasiado cansado por todo. Lentamente se empezó a dormir, cayendo en un sueño profundo.
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-Bueno Fan, fue un placer volver a verte... -Susurró Chanyeol dándole un apretón de manos.
-Lo mismo digo a ambos, espero veros otro día... -Susurró Kris y se despidió de ellos.
Cuando los vio marchar con el auto, entró en su habitación y tumbó al dormido panda con delicadeza, junto a su peluche. El menor se revolvió en lo que Kris tardó para cambiarse y meterse junto a él, abrazándolo con fuerza. El menor se acurrucó y ambos durmieron abrazados, completamente relajados.
Esa noche Tao ya no tuvo más pesadillas.