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La paz en tus ojos por Dagi

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Notas del capitulo:

¿A quién amas, Dean? 

Triste realidad

 

Dean se encontraba con un humor de perros.

La causa de su malestar tenía nombre y apellido: Castiel Novak.

El hombre había cancelado su encuentro de esa noche, manifestando que estaba muy ocupado con unos papeleos de su trabajo. A estas alturas, Dean no quería saber si le decía la verdad o una mera excusa para no verse. Ya le daba todo igual.

La variada comida china que había pedido se enfriaba en sus respectivas cajas. No tenia ganas de probar bocado, porque la comida asiática era comprada especialmente para Cas. También ya había apagado su televisor y su lector de Dvd.

Dean se recostó en su sofá, sosteniendo en su mano una botella de Whisky.

¿Acaso no habían cruzado los límites de la amistad? Había sido un simple beso. Sin embargo, era mas que eso. Mucho más.

Él ya no sabía cómo reanudar el antiguo clima de compañerismo. Cuando charlaron aquel miércoles, se dejó más que claro que nunca… pero nunca habría algo más entre ellos dos. En realidad, él lo había decretado, porque era un cobarde. Un idiota obstinado que no podía hacer nada bien.

Su vida era un desastre.

Dean ya había perdido la cuenta de cuantos tragos del líquido ambarino corría como agua por su garganta. Tal vez, cuando dejo de tomar del vaso y fue directo al pico de la botella.

¿A quien quería engañar? Desde el mismo momento que su mirada se cruzó con esos ojos azules, ya no tenía ninguna escapatoria.

¿Por qué? ¿Por qué entre tantas personas tenia que enamorarse de Cas?

En un principio, Dean no podía comprender con claridad el por qué de sus acciones o reacciones. No tenía ni idea de porque las simples cosas que Castiel realizaba lo hacían sentir aterradoramente feliz. Como por ejemplo, una sonrisa.

Si. Estaba jodidamente enamorado de su amigo.

En esos instantes, Dean tenía un enorme vacío en su corazón y un gran dolor. Eran emociones que desde hace mucho no lo sentía con tanta fuerza. Desde… el accidente de sus padres.

<< ¡Mierda! ¡Jodida mierda!>> pensó, mientras seguía bebiendo. No quería profundizar en sus pensamientos y conclusiones. No quería sentirse más miserable de lo que ya se encontraba.

Ahora, Dean sólo quería ver el fondo de la botella de Jack Daniels y nada más.

 

****

 

En un punto cumbre de su ebriedad, Dean marcó el número de su hermano. Estaba en un momento donde la razón se había esfumado.

Sam contesto la llamada al tercer timbrazo. La voz del hombre se oía con fastidio.

—Amigo... dame una buena razón de por qué estas arruinando mis horas de lectura.

Hubo un largo silencio en la línea y Sam no recibió una de las características respuesta de su hermano mayor.

—¿Dean?

Cuando Dean escuchó la voz de su hermano, sus ojos se volvieron borrosos y las lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas. No podía hablar. Se suponía que los hombres no lloraban. Puras mentiras.

—O-Oye, Sammy… —sus palabras se ahogaron en sus labios.

—¿Estás bien? ¿Qué está pasando?

Dean tomó un respiro profundo antes de continuar.

—Yo… estoy bien… ¡De maravilla!—sus últimas oraciones fueron un susurro sin sentido.

—No te entiendo, Dean. ¿estás bebiendo?

El hombre insinuó una especie de sonrisa desganada y cómplice.

—¡Me conoces! eres un maldito psíquico… la cagué, Sammy… finalizado, arruinado, terminado—Dean hizo con su boca un sonido de explosión.

Pero sus incoherencias fueron interrumpidas por Sam

—Cálmate.

Dean sentía que una nueva oleada de lagrimas surcaban sus ojos.

—… ¡Maldito!—su voz era descoordinada—. Cas no está aquí... no me importa, Cas ¿Quién carajo se cree que es? No me interesa su… su gabardina aburrida y fuera de moda… y ese maldito cabello sexual… y su rostro serio, c-como si… ¡Jesús! quiero besarlo y tocar ese…

—¡Detente, Dean!— Sam intentó centrar a su hermano—. Mañana temprano iré a tu casa y hablaremos —remarcó con su voz la siguiente frase—. Hablaremos cuando estés sobrio, Dean. Ahora vamos a decir adiós. ¿Sí?

—¡Si mami!—Dean rió descontroladamente—. Adiós, Sam.

Dean acabó la llamada en un estado deplorable. Estuvo un buen rato observando con detenimiento el whisky. El líquido estaba por la mitad de la botella. Iba a hacerle caso a Sam, pero decidió beber un poco más… total, mañana podría arrepentirse de haber sucumbido al camino más fácil.

Siempre lo hacía.

Tiempo después, se fue tambaleando hacia el segundo piso. Se sostuvo de la pared y de todo lo que fuera solido. Llegó a su habitación y sin prender la luz, se dejo caer en la cómoda cama. Ni siquiera se lavó los dientes, ni mucho menos se quitó la ropa. Sus últimos pensamientos, fueron para el hombre que amaba.

<< Cas…>>

 

****

 

A la mañana siguiente, Sam entró a la casa de Dean. Caminó unos pasos por el pasillo de entrada, y notó un característico aroma a especies. En sí, el olor no era desagradable, pero si muy fuerte. Se dirigió hacia donde se encontraba el foco central de la emanación y se sorprendió encontrar la sala en un completo desastre.

Arrugó su nariz al ver toda la escena. ¿Por qué Dean siempre se lastimaba?

La noche anterior, cuando terminaron de hablar, Sam había recibido un repentino mensaje de Gabe.

 “Más vale, que no me cruce con tu sutil hermano...”

Sam estaba enojado y cansado. No comprendía el comportamiento contradictorio de Dean.

Se dio la media vuelta, y se fue directo a la cocina. Agarró un recipiente y lo llenó con agua helada del grifo. Subió las escaleras y abrió por completo la puerta de la habitación de Dean. Su hermano estaba despatarrado en el medio de la cama. Aún con la ropa puesta y un hilo de baba que sobresalía de la comisura de su boca.

Y sin pensarlo dos veces, Sam volcó el líquido en el rostro de su imbécil hermano.

Dean reaccionó de inmediato, levantándose de golpe y muy desorientado. Estuvo un buen rato murmurando incoherencias antes de despabilarse por completo.

—¿¡Qué mierda!?

—Levántate, dúchate y ve a la cocina, yo estaré ahí— Sam salió sin decir nada más.

Dean gimió y cubrió su rostro con las manos. Sentía un sabor amargo en su boca. Se levantó un poco mareado y con un fuerte dolor de cabeza. Una reconocida resaca.

Sacó ropa limpia de los cajones del armario y se dirigió al cuarto de baño. Las gotas de agua que caían en su cuerpo causaban que se relajara. Sus recuerdos se encontraban en una neblina de confusión. Imágenes y sonidos fragmentados le llegaban a cada segundo. No sabía con exactitud qué había hablado con Sam, pero el nombre de Cas rodeaba su mente y supuso que la respuesta no era tan difícil de obtener. 

Media hora después, Dean entró a la cocina.

Un gran aroma a café inundaba el lugar y su estomago empezó a rugir de hambre.

—Gracias por la ducha, la próxima vez que sea agua templada.

—El día que dejes de beber y enfrentes tus problemas, dejaré de hacer estas cosas.

Dean podía percibir que ninguno de los dos estaba irradiando alegría.

—No tenias que haber venido. No es necesario.

—Entonces no tenías que haberme llamado anoche.

Un incomodo silencio se estableció en el lugar y se prolongó por varios minutos.

—Bien, acabemos con esto... escúpelo ya, Sam—dijo mientras esperaba por una próxima discusión. Se sirvió una taza de café y lo bebió junto con analgésicos.

Su breve calma se disolvió, porque Sam comenzó con su verborragia habitual.

—¿Por qué cada vez que consigues una oportunidad lo desechas como si nada?

—Wow, si que te lo tenías bien guardado, Sammy.

Su hermano hizo una mueca y siguió.

—¿Puedes dejar de sentir lástima de ti mismo, Dean?

En ese instante, Dean explotó de furia. No tenía porque oír esos sermones y acusaciones.

No hoy.

Se cruzó de brazos y miró a su hermano.

—¡Oh! Gracias Dr. Phil, olvide que estoy hablando con el señor perfecto.

—¿Qué?¿De qué hablas, Dean?

—¡Vamos, Sam! ¿De qué quieres hablar?—sus palabras salían sin parar de su boca—. ¿De nuestras vidas? Esta bien, te voy a decir la diferencia entre tú y yo… nunca tuviste que lidiar con toda la mierda, después de la muerte de nuestros padres, porque tampoco te lo merecías...pero no fue fácil para mí, Tienes una carrera y un buen empleo. No llegas a regañadientes cada fin de mes tratando de pagar las cuentas. En tus relaciones te ha ido de maravilla. Tuviste todo lo que quisiste y en ningún jodido momento lo arruinaste.

Sam trató de calmarse, pero fue en vano.

—No lo puedo creer, Dean. ¿Te estás oyendo?—el rostro de se endureció de la rabia contenida—. Para mí tampoco fue fácil perder a papá y a mamá. No creas que me sentí feliz viendo que también perdías una gran oportunidad de tener algo mejor en tu vida todo por querer cuidarme. Siempre voy agradecer tu protección. Pude haber tomado el peor camino… pero tú estabas ahí para no dejar que eso sucediera—suspiró y continuó—. Esto no está bien, hombre. Es decir, nunca podemos tener una conversación real. Se supone que somos una familia y la realidad es que parecemos dos extraños. Es por eso que terminamos hiriéndonos, Dean. ¿No lo ves? Ya estoy cansado de esta mierda—término sus últimas palabras con una voz abatida y congestionada. 

¿Por qué siempre terminaban de esta manera? ¿Podrían algún día encontrar un punto de inflexión? Ese momento llegaría si dejaban de lado culpas y recuerdos del pasado que no les hacia bien, para sus vidas.

Dean sabía que la conversación había tocado un punto profundo para los dos y se reprendió a sí mismo por hacerlo sentir mal. Se había metido tanto en el papel de perro guardián que olvido por completo que Sam necesitaba de él como un punto de apoyo, ya sea en la distancia o en la cercanía. Esa codependencia que se había formado a través de los años era la causante de sus problemas actuales, de su falta de comunicación y su falta de confianza mutua. Sam ya era un hombre adulto y tenía una vida propia que transitar. En cuanto a él, ya debía empezar a tomar las riendas de la suya.

Era muy complicado para Dean demostrar afecto de manera abierta, pero esta ocasión merecía todo lo contrario. Se acercó a su hermano y lo abrazo.

—Soy un idiota Sam, perdoname...

—Sólo… ¿Por qué vez todo lo negativo en ti?

—Eres la segunda persona que me lo pregunta. Cas…— Dean se calló de inmediato. Si seguía hablando podría quebrarse nuevamente.

Se alejó y trató de reanudar una buena relación de hermandad.

—La verdad, Dean, ¿Amas a Cas?

Mierda. Debía decir la verdad.

—Si, lo amo. Más de lo que te imaginas— el hombre miró como Sam poseía una sonrisa de felicidad- ¡Joder! Date por muerto si Bobby se entera de esto.

—¿De qué Dean?— Sam se encogió de hombros inocentemente—¿De tu crisis amorosa? ¿O de tu confesión?

—Muy gracioso...— en esos momentos, Dean deseaba agarrar los largos cabellos de Sammy y revolearlos hasta la puerta de salida.

 —Entonces, ¿Por qué no estás con él?

La expresión de Dean volvió a cambiar. Dando seriedad al asunto.

—Ya sabes, la cagué. Le dije pura basura y estoy seguro de que Cas no quiere verme...

—¿Se lo preguntaste?— Sam tenía esa mirada de listillo— . Deja que los días pasen y mientras tanto, arma un plan de acción para reconquistar a Castiel.

Se acercó a Dean y le palmeó el hombro. Podía oír con toda seguridad, los engranajes de sus pensamientos. Su hermano era demasiado terco y era obvio que no se iba a resolver con facilidad.

Sacó su teléfono celular y le mandó un mensaje a Gabriel para hacerle saber que nada estaba perdido aún.

“Estoy con Dean. No puedo darte más detalles, Gabe. Nos vemos el lunes en la oficina”.

Notas finales:

Gracias por leer!!!! :)

 


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