Epílogo parte 1
Un año después…
Castiel se situaba en la entrada del bar “The Roadhouse”.
Tenía esta sensación a su alrededor. Era... era como una especie de Déjà Vu.
Cas respiró hondo y recordó el inicio de su día…
Ni bien sus ojos se abrieron, percibió que el otro lado de la cama estaba vacía. Hace días que Dean se comportaba de una manera extraña y alejada. Cas conocía sus modismos y sabía que algo estaba pasándole, porque ambos habían creado una rutina de quedarse más tiempo acurrucados en la cama antes de comenzar sus obligaciones de cada día. Al ver que se había ido más temprano de lo habitual a trabajar, confirmaban sus sospechas. Sacudió varias veces su cabeza mientras tomaba su bendito café, despejando sus pensamientos. No quería pensar demasiado, porque tal vez era su imaginación y capaz nada estaba ocurriendo.
También tenía que prepararse para ir a la universidad y antes de partir encendió el televisor. Los canales de noticias marcaban con gran importancia la fecha en que se situaban: San Valentín.
Cas ya había pensado un buen regalo para Dean y al final había optado por regalarle unos cupones pagos en The Heaven Pie.
Durante el resto de la mañana, supuso que el posible motivo de la conducta de Dean se debía tal vez por la fecha. No esperaba con muchas expectativas un regalo. Bueno, es que tampoco lo presionaría para que lo hiciera. Castiel conocía a la perfección la incomodidad del hombre en cuantos asuntos del corazón y no por eso iba a pensar menos de su persona. Además no podía dejar de admitir que Dean había dado unos grandes pasos en ciertos momentos. Y de eso estaba muy agradecido, porque significaba que trataba de ser sincero acerca sus sentimientos.
Al fin de cuentas, solamente era un festejo comercial. Ellos tendrían el resto de sus vidas para demostrarse el amor que sentían.
El día se pasó volando y ya terminando su última clase por la tarde, recibió un mensaje de texto de Dean, dando señales de vida.
“Ángel, estoy ayudando a Bobby con unos encargos. A las siete te espero en el The Roadhouse.”
****
Media hora antes de la cita...
—¡Cálmate, Dean! vas hacer un agujero en el suelo.
Dean estaba a punto de dar un gran paso…
¡Iba a proponerle matrimonio a Cas en el jodido día de los enamorados!
—Bueno, Samantha… tu grandiosa técnica de relajación no funciona.
Y pensar que hace años atrás, para esta fecha… sólo era un día mas para ligar con la primera persona que estuviera disponible y quisiera un poco de acción.
—Idiota.
Por más que su gigante hermanito tratara de ayudarlo, sus nervios estaban bombardeándolo a cada segundo.
—Perra.
Le era muy difícil las demostración afectivas y más en público. Durante un tiempo logró ir a un terapeuta. Por supuesto que se encontraba reacio al comienzo, pero pensándolo mejor y sintiendo que podía ser un buen momento, se psicoanalizaba una vez por semana. Más de una vez salía quebrado después de cada sesión, ya que revivir ciertos recuerdos del pasado no eran nada fácil. Claro que siempre era reconfortado por la presencia de Cas y es por eso que no podía dejar de decirse a sí mismo, una y otra vez, que era muy afortunado.
—Ustedes, par de idiotas—gritó Bobby—. Van ahuyentar a los clientes si siguen comportándose así.
Según la brillante idea de Sam y Gabe, la proposición debía realizarse en el mismo lugar en que se conocieron.
—¡Lo siento, Bobby!
—¡Entendido, viejo!
Se suponía que Dean tenía que colaborar, sin embargo la situación lo estaba sobrepasando.
—¡Hola gente! ¡Feliz San Valentín!—dijo entusiasmado Gabriel mientras se adentraba al bar.
Todas las personas que eran importantes en su vida estarían presentes para presenciar el compromiso. Y para Dean eso también incluía al bromista. Aunque en el exterior parecía que los dos se odiaban en el fondo se agradaban… de vez en cuando.
—Gabe.
—Cuñado… ¡Sam!
Gabriel se acercó a su amigo y le dio un beso en la boca con mucho énfasis. Sam había quedado aturdido para luego comenzar a reír. Tomándolo como un juego más del hombre.
—Aléjate de mi hermano, oportunista.
Gabriel sonrió.
—Dean-o hay que aprovechar cada momento. Un día, el chico caerá rendido a mis pies— afirmo mientras le lanzaba un guiño.
Dean sentía una inmensa necesidad de estrangular al pequeño hombre, pero no era el momento.
Suspiró y trató de tranquilizarse.
Gabriel y Sam revisaron cada detalle del plan con él, y le dieron los ánimos finales que tanto estaba necesitando.
¡Oh, sí! Definitivamente, Dean Winchester iba a dar un gran paso.
****
Actualmente…
Al entrar al bar, Cas pudo divisar a Ellen y a Jo quienes atendían con maestría y naturalidad detrás de la barra. Las mujeres también lo vieron y sus miradas se cruzaron en un saludo.
El establecimiento se encontraba empapelado con una simple y jovial decoración de San Valentín.
Caminó unos cuantos pasos más, buscando a Dean. Se detuvo en seco al observar a su novio posicionado a un costado del bar en el mismo sitio en el cual se habían conocido la primera vez. Y detrás de Dean estaban no sólo Sam, sino que su hermano y Bobby.
Automáticamente se fue acercando cada vez más.
—¿Dean?—Castiel se percató de la rosa roja que tenía en su mano.
El hombre acortó los centímetros que los separaba y le entregó la flor.
—Feliz día, ángel— susurró solamente para ambos.
Castiel no podía creer tal sorpresa. Sus palabras se anudaban en su boca, sin obtener ninguna salida.
—Sabes…— la voz de Dean se alzó un tono más. Parecía querer que toda su familia y parte de la gente, escuchara—. ¡Demonios esto debe sonar muy estúpido viniendo de mi parte!... en un principio, cuando acepte ir a esa cita a ciegas hace un año atrás y Sam me dio una rosa roja para identificarnos, pensé que era lo más estúpido que se le hubiera ocurrido. Era demasiado pastel para mis estándares de citas—se rió por lo bajo—. Aún siento que es así… pero algo cambio, porque supe el significado de regalar un tipo de flor como esta…
Cas podía ver como su novio estaba tomando todo el valor del mundo para continuar.
—¿Qu-ué significa…?— preguntó emocionado.
—Amor para toda la vida— sentenció. Su valentía se empezaba a desmoronar al ver los ojos brillosos de su ángel—. Honestamente, durante esta vida sólo éramos Sam y yo. Nunca pensé que tendría una oportunidad de tener estos sentimientos y sin embargo... desde que te conocí Cas… ¡maldición! Alteraste mi vida para bien. Siempre para bien.
En esos segundos, Dean sacó de manera temblorosa la caja de terciopelo con los anillos, ya que los tenía bien asegurado en el bolsillo de su pantalón.
—Cas…—Dean abrió la cajita y se vislumbró un par de anillos de oro— ¿Quieres casarte conmigo?
Todos los allí presentes esperaban con expectativas la respuesta de Castiel. Inclusive las Harvelle, habían dejado sus puestos y estaban con el grupo.
—Si, Dean. Me casaré contigo.
Un estallido de ovaciones se oía detrás de Dean quien suspiraba de alivio y emoción al sentir aquellas palabras.
Los dos hombres sellaron su compromiso con un suave y largo beso. Rompieron su unión para recobrar el aliento y presionaron sus frentes mientras se aferraban mutuamente como si no existiera otro lugar donde quisieran estar.
Amor para toda la vida… dictaminó el destino desde un inicio.