Epílogo: parte 2
Era una mañana de mediados de Junio en la casa Novak-Winchester o Winchester- Novak y se escuchaban de vez en cuando algún ruido de platos y otros materiales culinarios que provenían de la cocina. También se podían oír algunos murmullos quejosos y gritos ahogados (más de espanto, que otra cosa).
Parecía que algo se estaba gestando en secreto.
De un momento a otro, toda actividad que se estaba labrando allí había cesado.
La pareja salió caminando del lugar con bandejas en sus manos.
En un ritmo lento y sigiloso, subieron las escaleras del segundo piso. Toda su comunicación era a través de las expresiones de sus caras, una encogida de hombro y algunos besos como medio de disculpa.
Ambos se situaron en frente de una puerta de color suave que estaba cubierta con varios poster de programas infantiles. Dean logró maniobrar su bandeja y abrió la puerta para luego asomar su cabeza y verificar que todo estaba bien.
Dando su visto bueno a su esposo, entraron a la habitación.
—Oye, Em.
—Emma, despierta hermosa…
Llamaron los dos hombres con calma.
La pequeña niña abrió lentamente sus parpados, bostezó y murmuró unas cuantas palabras.
—¿Pa? ¿Papá?
Dean y Castiel encendieron la vela con la forma del número ocho y comenzaron a cantar la canción de Feliz Cumpleaños a su hija.
Habían pasado cuatro años desde la celebración de su matrimonio y su nueva vida juntos.
Durante esa transición, ambos decidieron que querían extender su familia y consideraron la posibilidad de adoptar, pero debido a que las leyes eran muy estrictas y mas con las parejas del mismo sexo y sumándole que la mayoría no lo veían correcto, causó que no siempre estuvieran la esperanza de ser padres.
Por supuesto que tanto Cas y Dean tenían grandes aliados. Así que cualquier documento rechazando sus solicitudes en las listas de espera fueron impugnados por la determinación de dos grandes abogados: sus hermanos. Quienes poseían un buffet propio siendo socios.
Los temas burocráticos y la discriminación constante no cesaban hasta que un día las buenas noticias llegaron; la asistente social que les fue asignada, les comentó sobre una pequeña niña que era trasladada constantemente a institutos estatales debido a su edad.
Emma, se llamaba la niña.
Su madre no tenía los medios necesarios y básicos para cuidarla, así que por propia voluntad (cediendo sus derechos de progenitora) y firmando varios papeles, la dejó.
El periodo de adaptación para los tres fue de mucho aprendizaje, paciencia y amor. En la actualidad se encontraban festejando y viendo a su hija que irradiaba mucha alegría.
—¡¡¡Feliz cumpleaños, preciosa!!!
Después de comer su pastel de cumpleaños, abrió los regalos y consiguió para su colección otra muñeca y un nuevo juego de karaoke con canciones conocidas y divertidas.
—Papá, por favor… una canción—rogaba Emma a Castiel.
El hombre agarró el micrófono y empezó a cantar un tema de Disney.
"Bajo del mar… bajo del mar... vives contenta, siendo sirena eres feliz..."
Mientras tanto, Dean disfrutaba de ver a Cas entonando una canción de La Sirenita y frunciendo el ceño a cada instante. Tan concentrado.
Cuando Castiel había terminado, fulminaba con la mirada a su marido.
—Está bien, ángel. Déjamelo a mí— dijo guiñándole el ojo y dándole una sonrisa a su hija, Dean escuchó la petición de Emma.
—T-Swift, Pa- chilló de alegría.
Una vez seleccionado, comenzó con las notas.
" ¡¡¡Shake it off!!!… ¡¡¡Shake it off!!!..."
Dean siguió toda la canción hasta el final, sintiendo unos aplausos y unos comentarios de Emma diciéndole que lo había grabado y le enviaría el video a su tíos Sam y Gabe.
Dean fingió consternación y acercándose a su familia, inicio con las cosquillas a sus dos ángeles.
Los tres se finalizaron unidos en un fuerte y cálido abrazo.