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La paz en tus ojos por Dagi

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Notas del capitulo:

La segunda cita y el trickster(Gabe) haciendo de las suyas.

Jugarretas y estornudos

 

Una semana después…

Castiel salía de la universidad a reunirse con Gabriel para almorzar. Después de tanto trabajo acumulado, ya su cuerpo y su mente le reclamaban un descanso.

Ya se había olvidado de la última vez que se había relajado y de pronto se acordó de la noche agradable que había pasado con Dean.

Llegó a la cafetería y tomó asiento en una mesa que daba una vista directa a la calle. Pasaron unos minutos mientras esperaba la llegada de su hermano. Cuando sin notarlo, Gabriel entró por la puerta y se quedo sorprendido observando a  Castiel. Nunca lo había visto sonreír así, con un gesto tan genuino y natural.

Se acercó hacia donde estaba su pequeño hermano e interrumpió su extraña reacción.

—¡Cassie!—exclamó Gabe divertido.

Por su parte, Castiel despertó de su ensoñación al oír de repente la voz de su hermano.

—No sabía que estabas tan entusiasmado por verme.

—¿Cómo? ¿De qué hablas?—dijo confundido.

Gabe siempre encontraba adorable la cara de desconcierto de su hermanito.

—Por tu hermosa sonrisa, Cassie.

—Discúlpame, no te había notado.

—Entonces… ¿no estabas pensando en mí?—Gabriel llevó teatralmente sus manos al corazón y se desplomó agonizante en la silla.

Castiel se sonrojó avergonzado al escuchar la risa disimulada de la camarera que los observaba atentamente.

—Sólo estaba perdido en mis pensamientos.

—Y… ¿qué clase de pensamientos te hacen sonreír así?—Insistió una vez más Gabe.

—Estaba… estaba pensando en alguien—aclaró indiferente Castiel.

Gabriel no dejó pasar la oportunidad de saber más sobre quién era ese misterioso alguien. Jamás resulto tan evidente el interés de Cassie por otra persona. Ni siquiera cuando salía con Balthazar.

—¿Acaso tendrá que ver con la cita de la otra noche?—preguntó de manera inquisitiva mientras miraba las reacciones de su hermano. Delatándolo—¡No puedes mentirme! Te conozco. Cuéntamelo todo o me pongo a cantar arriba de la mesa—Gabe terminó sus palabras, elevando la voz. Para incomodidad de Cas.

Inesperadamente o para suerte de Castiel apareció la camarera para tomar los pedidos y tratando de que su cliente no interrumpiera la paz del lugar.

—¡Hola! Bienvenidos a Heaven Pie. ¿Qué desean ordenar?

—Solamente tú puedes encontrar ángeles por todas partes, Cassie—el hombre bufó al ver fijamente el logo en el uniforme de la mujer—¿A quién se le puede ocurrir un tarta con alas?

La mujer alzó los brazos y levemente se encogió de hombros.

—Gabe…—masculló por lo bajo Castiel—. ¿Puedes ordenar?

—Bueno, bueno... aquí el profesor aburrido va a ordenar un café, una ensalada y un emparedado de pavo. Y yo voy a pedir una soda, una hamburguesa completa, tu número de teléfono y un pastel de chocolate—contestó meneándole las cejas a la mujer.

La camarera sonrió, mostrándole su anillo de compromiso.

—Enseguida les traigo sus pedidos.

—¡Oh! Bueno, al menos voy a comer pastel—Gabriel resopló y volteó la vista de nuevo hacia Castiel —. Estoy esperando toda la información.

Cas suspiró resignado, ya que nunca podría ocultarle nada a Gabriel. Pero ni el mismo entendía sus emociones con respecto a Dean.

—Ahora vuelvo… voy al baño. Cuida mis cosas y no toques nada, Gabe.

—¡Por favor! Me ofendes, hermanito.

Cas se levantó y una vez que desaparecio de su vista, Gabriel agarró el teléfono celular de Castiel que estaba sobre la mesa. Investigando, encontró lo que sospechaba. Dean Winchester en la lista de contactos.

Por fin confirmando los intereses de su hermano.

Rápidamente ideó una travesura en venganza por los pocos datos recibidos por parte de Castiel y Sam, al darse cuenta en ese momento de las indirectas de su amigo durante toda la semana.

Gabe fue directo a la casilla de mensajes y escribió con una sonrisa picara en su rostro.

“Hola, Dean. Soy Castiel, espero que te acuerdes de mí. Estuve pensando si te gustaría hacer algo, mañana por la noche... en mi casa a las ocho…”

Mientras le daba la dirección y chequeaba que su hermano no regresara pronto, lo envió y esperó una respuesta inmediata.

La respuesta no se hizo esperar, pues Dean le confirmó al instante que iría y de paso lo sorprendería llevando la comida y algo para entretenerse.

Gabe apresuró la marcha y borró toda la evidencia justo a tiempo. Dejó el teléfono celular en su respectivo lugar, justo cuando Cas volvía con una expresión de cansancio.

—¿Por qué tardaste tanto?

—Debía refrescarme. Hoy tuve un largo día.

Entre tanto, llegó la camarera con los pedidos.

—Vamos, Cassie...cuéntame ya de tu cita que no me hago más joven... quizás más sexy…

Castiel rodó los ojos y sacudió la cabeza. No podía con su hermano.

—Se llama Dean...—no sabía cómo explicarle a su hermano sus sentimientos, así que comenzó a divagar—.  Tiene su propio negocio… además de una gran personalidad y admito que me gustaría conocerlo más… pero, no sé cómo dar el siguiente paso…

—Espera ahí... ¿Siguiente paso de qué?

—No lo sé, Gabriel.

El hombre podía notar la extraña mirada en su hermanito. Una mezcla de miedo e ilusión.

Cayó un silencio entre los dos hermanos y Gabe pensaba que en su travesura, quizás pudo haber acertado al unirlos una vez más.

—Entonces... ¿Quieres verlo otra vez, verdad?

—No creo que haya una segunda cita.

—El destino es misterioso, Cassie… misterioso.

Luego de una larga e interesante charla, ambos hermanos se despidieron. Quedando para almorzar otro día.

 

****

 

Al día siguiente, Castiel se encargaba de la limpieza con la ayuda de Misha, quien jugaba con el canasto de la ropa sucia.

Sentía el cuerpo pesado y los pensamientos entumecidos. Simplemente no podía apagar su cerebro.

Odiaba sentirse así. Con mil cosas en la cabeza y sin poder concentrarse.

Estaba tan ensimismado que no se dio cuenta que la hora se pasó volando y ya se hacía de noche. Ni siquiera notó que seguía con la misma ropa de dormir.

Al percatarse de que ya oscurecía, decidió prepararse algo para comer. Fue directo a la cocina y sin encontrar nada en la nevera se irritó por su descuido.

En ese instante, sintió que tocaban el timbre. Se preguntó quién podría estar del otro lado a estas horas.

Malhumorado, Cas fue sin ganas a ver quién era.

Al abrir la puerta, su rostro mostraba sorpresa e incredulidad.

—¿Dean?

—¡Hey, Cas!—el hombre saludó sonriente—¿Estás listo para unas hamburguesas y una maratón de Dr. Sexy?

Castiel no podía articular palabra alguna. ¿Qué hacia Dean parado en su puerta?

—¿Cómo...? ¿Cómo supiste mi dirección?

Dean miró al hombre con estrañeza, sintiendo que algo no andaba bien.

—Cas, tú me pediste que viniera. 

Ninguno de los dos podía entender lo que sucedía.

—Está bien, hombre… algo extraño está pasando. ¿Podemos aclarar esto?

Cas reaccionó de repente y le indicó que entrara.

Dean situó sus cosas en una mesa cercana con mucha cautela. Su cuerpo se tensó cuando notó que algo blanco se deslizaba con rapidez por sus piernas.

—¡Qué carajo!

Dean oyó un maullido e inmediatamente se inicio sus molestos estornudos.

—Creo que le gustas, Dean—dictaminó de lejos Castiel.

—¡Grandioso! Esto es jodidamente increíble—murmuró por lo bajo Dean. No había tenido buenas experiencias en su niñez con los gatos. No se debía por temor o repulsión, sino mas bien por precaución. Las pequeñas bestias tenían garras que podían lastimar y además tenía alergia a ellos. Mientras más lejos mucho mejor.

Castiel aún no comprendía que es lo que ocurría. ¿Cómo había conseguido su dirección?

Sin previo aviso, Dean sacó su teléfono celular y apretó algunos botones, mostrándole el mensaje de texto que había recibido el día anterior.

Él leyó el mensaje reconociendo su número. Entonces observó el horario de envió y se dio cuenta de la trampa que le tendió su hermano.

Sin decir ningún comentario, Cas se excusó y agarrando su teléfono celular marcó el número de Gabe.

Oyendo la discusión de Castiel con otra persona y viendo su comportamiento, Dean comprendió que otra vez habían caído en las redes de sus hermanos.

Cortando la llamada se dirigió nuevamente a la sala. Cas comenzó a pedir disculpas, pero Dean le cortó las palabras.

—Fueron ellos, ¿verdad?

—Si, Dean.

—Ahora que el asunto está aclarado. ¿quieres comer o me largo? Tú decides, Cas- dijo esperando una respuesta.

Dean no tuvo que esperar demasiado, porque escuchó con suma claridad el estomago de Cas reclamando comida.

—Creo… que eso lo dice todo, ¿no?—dijo sonriéndole.

—Eso estaría bien para mí, Dean. Gracias.

La noche dio un giro total. Ambos se acomodaron en el sofá y Dean le mostró a Cas lo que había traído.

Castiel pudo notar la emoción del hombre cuando le propuso ver la serie de Dr. Sexy.

La noche transcurrió entre explicaciones y risas. Dean hacía de traductor sobre la historia y el desarrollo de la serie. Castiel aún no comprendía porque la mayoría de las acciones sucedían en el cuarto de mantenimiento y no solamente haciendo referencia al sexo entre los doctores y pacientes.

En el momento en que iba a levantar un vaso que estaba sobre la mesa, se quejó de un agudo dolor en el hombro.

—¿Estás bien, Cas?

—Si, Dean. No es nada—comentó minimizando la reacción.

—¡Nada y una mierda! Siéntate y relájate.

Castiel se sobresaltó cuando sintió que Dean posaba sus manos en sus hombros. El hombre empezó a darle masajes.

Decir que se sentia raro era poca cosa. Nadie lo había cuidado tanto a excepción de su familia. La sensación de las manos de Dean lo relajó a tal punto que se sentía flotando y en paz.

Se quedaron en un cómodo silencio mientras la serie continuaba. Dean pudo darse cuenta de que Cas se había quedado dormido. En consecuencia, lo posicionó más cómodamente en el sofá. Observándolo mientras dormía.

Estaba tan confundido con respecto de sus sentimientos. Sentía una conexión misteriosa con el hombre, pero no sabía definir de que se trataba. Suspiró y escapando de sus pensamientos, volvió a mirar la serie y a tomar su cerveza.

De un momento a otro y sin saberlo también cayó dormido.

 

****

 

Un sentimiento cálido y reconfortante invadió su cuerpo.

Sintiéndose descansado, Castiel se despertó de a poco y sin saber donde estaba en un inicio, sintió a alguien que lo abrazaba. Despejándose por completo, volteó la mirada y descubrió que era Dean. Que en algún momento de la noche se había acurrucado junto a él.

Cas miró detenidamente el rostro de Dean. Se encontraba fascinado por la expresión tan pacifica de Dean durmiendo. Esto hizo que inconscientemente sonriera. Sintió una mirada fija en él y descubrió a Misha sentado en la pequeña mesa, frente a ellos, observándolos.

Castiel se levantó de forma lenta tratando de no molestar al otro hombre. Sin embargo, Dean se despertó con un estornudo, ya que Misha saltó encima de él. El gato le estaba dando un beso de los buenos días, lamiéndole la cara.

Sobresaltado y perdido, Dean se cayó del sofá. Provocando una situación divertida en Cas.

—No es tan gracioso, Cas—dijo haciéndose el ofendido.

—Si, lo es—Dean le hacia sonreír y reírse como nadie—. ¿Quieres Café, Dean?

Dean asintió y tomó la bola de pelos entre sus brazos, sin importarle la alergia y su constantes estornudos, siguió al hombre de ojos azules hacia la cocina.

Iniciando una singular y atípica mañana.

Notas finales:

Gracias por leer.


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