Se había girado, me había mirado por escasos segundos para luego volver su vista hacia delante acompañado por un suspiro de cansancio.
Pude sentir como mi pulso se aceleraba y al final sentí que se detenía.
Que idiota, por un momento imaginé que mis palabras le habían llegado al grado de comprender y quererme de nuevo.
¿Todo había terminado ahí? Yo no quería... no quería que todo acabara. Akira Suzuki era ahora mi vida, ¿Cómo un humano puede vivir sin tener vida?
Quise llorar, quería tirarme en el suelo en ese mismo instante y morir en ese mismo suelo pero no, después de todo mi actitud arrogante y orgullosa nunca me ha dejado hacer aquello. Resistí, resistí mis ganas de querer humillarme —aún lo considero humillante — y seguí mi camino, con la cabeza baja y el corazón destrozado. Me destrocé yo solo, sin ayuda de nadie, vaya imbécil que soy.
Moví mis pies con pesadez, yo bien sabía que no quería llegar a ningún lado. Entonces lo entendí, no tenía sentido seguir adelante... no sin él. Podía seguir mi monótona vida sin sentido o podría derribar mi orgullo.
Me giré con desesperación, me giré de cuerpo completo y entre la multitud de la gente pude verlo, inconfundible. Con la fuerza restante de mi cuerpo después de haber trabajado tanto ese día hasta el agotamiento y la fuerza de mi mente más baja por la depresión, corrí.
Corrí en dirección al hombre al que tanto odie y que ahora amo, quisiera poder olvidarlo; este sentimiento es estúpido. Sin embargo quiero seguir sintiéndolo y hacerlo crecer.
— ¡¡Akira!! —grité con fuerza, poco me importó que me vieran raro, poco me importó qué pensaran de mí pues mi grito logró captar la atención de Reita haciéndole girar.
Se detuvo y yo me acerqué cada vez más, mis ojos nunca se separaron de los suyos y llegué hasta él. Me miró escondiendo sus labios en su boca arrugándolos, podía ver dolor en esos ojos ahora sin brillo pero aún más rencor y podría jurar que fastidio hacia mi persona. No me importó.
Pude haberle pedido disculpas, chillado en sus narices y rogarle que regresara conmigo, ese no sería yo.
Me acerqué más a él y lo besé, lógicamente por mi estatura tuve que estirarme un poco más ¡Pero eso es lo de menos! seguido lo abracé por el cuello acercándolo aún más para poder profundizar el beso pero por más que intenté abrir su boca no lo hizo, al contrario, al paso de los segundos me separó de él y me miró enojado, con el ceño ligeramente fruncido y sus ojos llorosos.
—Ya basta, Takanori. —dijo con suma molestia, me odia no hay duda.
Retrocedí y no pude evitar tirar lágrimas, soy un idiota por creer que con un beso todo se resolvería, Reita no es así. Akira es sentimental, conoce y aprecia el amor, sabe lo que es la ternura y el cariño, Reita se da a respetar en todos los sentidos y se ama a sí mismo como para no permitir que le lastimen, y yo lo hice.
—Lo lamento... Akira, yo en verdad te amo... —empecé a balbucear pero me interrumpió.
—Takanori, tú no sabes el significado de esa palabra. —dijo burlonamente.
—Por tu culpa ahora sí le conozco. —admití con una sonrisa en mis labios que claramente se notó que le molestó.
—Púdrete. —exclamó y se volvió para alejarse de mí. Pudrirme, no sabes lo que daría por poder hacerlo.
No le detuve, no tendría sentido hacerlo pues... sé que rogando yo no
conseguiré nada.
Lo haré a mi manera, le mostraré que esto que siento es verdadero. Suena cursi pero no me importa, no ahora.
Después de ese día se podría decir que me convertí en su acosador. Iba todos los días hasta su casa y esperaba a que saliera, cuando lo hacía me unía a su lado y no me despegaba hasta que llegáramos al trabajo.
Comúnmente trataba de apresurar el paso y dejarme atrás pero yo corría si era necesario, o se quedaba largo rato en un supermercado fingiendo que compraba para que yo me desesperara y me fuera, pero eso nunca pasó, no me importó llegar tarde a mi trabajo en miles de ocasiones.
Convertí su apartamento en una tienda de regalos: con globos, flores y peluches. Todos con la frase ´´Te amo´´ y su nombre bordado en algunos peluches, yo no lo hice pues no sé bordar pero algunas personas hacen maravillas por dinero
Al principio creí que los había tirado, aún cuando ya había gastado miles de yenes en obsequios que quizás terminaban en el contenedor plateado no me importó y seguí mandándole una y otra vez, terminaba al final de la quincena sin un solo yen pero lo valía.
Sonreí muy muy feliz cuando mi amigo Aoí que también es amigo de él me contó que tenía cada uno de mis regalos por toda su casa."No te ha olvidado, Ruki" aunque su comentario fue acompañado de una risa y era obvio que se burlaba me hizo el día ´´Muy vergonzoso´´ siguió burlándose.
Mi acosamiento siguió, lo invitaba muy seguido a salir, lo invitaba a comer, cenar, desayunar o lo que fuera. Le invité a mi apartamento pero a todo se negó, aún así no me importó, seguiría insistiendo, dicen que es bueno insistir pues así demuestras que te importa.
Como aún conservaba su número también fue una gran herramienta para llamar su atención. Una llamada diaria con una simple frase "Buenas noches", pues en la noche no podía verle, y punto. Es el detalle más romántico que he hecho en mi vida, lo admito.
— ¡Déjame en paz, joder! —me gritó un día que le seguí después del trabajo.
—No puedo. —sonreí. Ni loco dejaría de insistir y de sabía que él no lo quería tampoco.
Aunque se girara refunfuñando y maldiciéndome podía ver como sonreía, él no lo notaba pero yo sí que lo veía. Era lógico que aún seguía enamorado de mí y aún más lógico que le gustaran mis detalles, mis mensajes cursis de "Te extraño" "Te amo" "Te necesito" y demás, mis buenas noches que últimamente eran respondidas y no sólo colgadas, mi acosamiento, mis invitaciones...
Era un Ruki nuevo, ¡Hasta ahora lo noto! Ese hombre me cambió terriblemente. Pero no me importa, al contrario, me siento feliz, emocionado y nervioso. Siento como el calor sube a mis mejillas cada vez que le veo, las pocas veces que he podido coger su mano me brinda calidez aunque termine apartándola bruscamente.
Me hice más idiota pero, al menos soy un idiota feliz.
—Se nota que te gusta joder a las personas. —sonrió, me sonrió ¡Fantástico! Me encuentro afuera de la puerta de su departamento.
—Sí, eres la preferida por cierto. —le entregué en sus manos una de esas sudaderas que tanto le gustan y antes de poder decirme que no la quería huí de allí.
Parezco un niño tratando de conquistar a su primer amor con dibujos mal coloreados y un corazón con las iniciales de ambos, en este caso: A&T ... ¡Que va! ¡Se ve más cool: R&R! Me reí de regreso a casa pensando aquello, hace mucho que no me reía así, hace mucho que no estaba tan feliz.
Bajé mi sonrisa con tristeza, nunca imaginé que mi vida fuera tan fracasada como para ser tan miserable, creí tenerlo todo pero realmente no tenía absolutamente nada y en un momento lo tuve todo y lo dejé ir... ahora lo quiero de vuelta.
A veces he pensado que hago demasiado por él, jamás he considerado que una persona lo es todo, bueno, no lo había hecho antes. Pero el hecho de que siento tanto dolor por su ausencia, el hecho de que mi cuarto ha perdido el calor desde hace tanto al igual que mi cuerpo, el hecho de que aún cuando mi ego me grita que lo dejé que no sirve de nada y aún así yo sigo intentando, todas esas cosas son las que me hacen creer cada día más que lo que hago es lo que siempre debí hacer.
Aún cuando tengo presente muchas esperanzas que me hacen confiar en que Reita volverá a mi lado permanece el miedo y la duda.
¿Qué haré si todos mis esfuerzos son en vano?
¿Qué haré si Akira me sigue odiando?
Me odiaría a mí mismo y perdería el sentido de la vida, del amor. No
tendría sentido intentarlo con otra persona, ninguna otra persona me ha hecho sentir lo que él, ninguna otra persona ha podido enamorarme.
Akira, eres especial en todos los sentidos, pudiste romper este maldito hielo que rodeaba mi corazón—o hipotálamo, pero corazón suena más lindo. — calentándolo.
No me importó cambiar todo mi comportamiento, bueno, sigo siendo el mismo de siempre pero ahora soy más cariñoso con él, pero sólo con él, las demás personas siguen siendo tontas y estúpidas ante mis ojos, son cosas que quizás nunca podré cambiar. Fui educado y criado de esa forma, por nadie más que por mí mismo, yo sólo les di la importancia que quería a cada una de esas personas, siempre consideré a muchas como inferiores y a otros como superiores pero siempre fueron unos bastardos ante mis ojos.
Nadie era igual a mí y por ende nadie podía entenderme, sin embargo Akira… Akira es diferente.
Ha accedido al fin a una de mis invitaciones: un simple almuerzo, pero lo ha hecho.
Muevo mis pies, nervioso esperándolo, me he vestido con una camisa azul oscuro y unos pantalones negros, quizás demasiado formal pero creo que esto me hace ver bien, quiero gustarle, quiero que llegue y diga "¡Wow!" y que me bese si es posible, reí sueño demasiado, mi cabello rubio está recién teñido, las raíces de otro color comenzaron a molestarme.
Me pregunto si él tardó tanto en vestirse como yo, si estuvo frente al espejo por horas pensando cómo se vería mejor.
Quizás sólo tomó cualquier cosa y se vino, quizás ni vendrá.
Mordí mi labio al pensar lo último.
Pero Akira no es así, yo lo sé. Llegó después de unos minutos, vestido de forma casual como siempre pero lo que me hizo derretir fue que vestía la sudadera que le obsequié.
Me sonrió levemente, se veía desanimado, bajé mis ánimos de golpe.
¿Qué ocurre?
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