El desconocido
La música sonaba a lo largo del restaurante, las meseras se movían rápidamente de improviso había llegad más gente y no se daban abasto, era un viernes cualquiera y a decir verdad todos se encontraban muy felices las propinas eran buenas, no había ninguna queja sobre la comida solo felicitaciones.
Un chico se encontraba sentado en un banco tratando de guardar la calma y comenzar a regular su respiración ya que había entrado en un ataque de ansiedad poco después de que le dijeran la verdad sobre aquel castaño, esta era su vida llena de sorpresas malas ese chico era un psicópata o tan vez un fanfarrón no lo sabía bien, pero hablaba muy enserio cuando dijo que se casarían.
-Joey ya ve por tus cosas hemos acabado nuestro turno- Decía Tea quitándose unas cuantas gotas de sudor
-¿Crees que este allá afuera esperándome?- dijo un tanto asustado
-¿Enserio crees lo que te dijo ese tipo? Por supuesto que no solo estaba jugando es otro psicópata más-
-Claro tienes razón jajaja- Joey recobro los ánimos y sin más se fue a cambiar –Listo Tea ya vámonos- ambos sonrieron y abrieron las puertas del restaurante.
-Hasta que te dignas a salir- Decía el millonario que se encontraba recargado en la pared
-¿Qué quieres loco?- decía Joey
-Que seas mío solo eso- tranquilamente el castaño se acercó –y vas a ser mío toda la vida ¿entendiste?-
-Yo no soy de nadie-
-Déjalo tranquilo brabucón- Tea con miedo apenas podía hablar- Él no quiere estar contigo-
-¿y tú quién eres? ¿Tratas de quedarte con lo mío?- se acercaba nuevamente hacia Joey, pero esta vez sujeto sus brazos dejándolo un tanto inmóvil
-Él no es tuyo- la chica cada vez se aterraba mas
-¿Qué quieres decir con que no es mío?- soltó una risa sarcástica y son una agilidad impresionante tomo con la boca el cuello de Joey hasta hacerle una marca con sus dientes- él tiene marcas que lo hacen mío, él es mi esposo-la chica comenzó a pegarle con su bolsa para que liberara a su amigo, Joey trataba de igual manera de pegarle pero todo parecía en vano –Chicos llévense a estos dos- de inmediato aparecieron unos hombres vestidos de negro que sujetaron tanto a Joey como a Tea, pusieron un trapo en su boca, amarraron piernas y manos para meterlos a una camioneta negra, al final un tipo mal encarado puso un trapo son somnífero en la nariz de ambos, que lentamente se perdieron en un sueño profundo.
La mañana para Joey siempre había sido un tormento, él se levantaba temprano cada día con un espantoso dolor de cabeza y de cadera por la incomodidad que pasaba en su cama, a esto se le sumaba que solo dormía algunas horas que no son suficientes para recobrar fuerzas, aunque esta mañana no era como las otras ya que el rubio sentía una extraña tranquilidad, las sabanas que lo cubrían eran muy suaves era casi como un sueño de pronto los rayos del sol comenzaron a caerle en la cara, trato de taparse los ojos con la mano pero rápido cayo en cuenta de algo en su recamara no habían ventanas ni nada de lo que estaba experimentando… entonces ¿Dónde se encontraba? Trato de voltear discretamente a algún lado para saber su ubicación.
La habitación era blanca con toques café, las sábanas blancas en una cama de caoba, de su lado izquierdo había un extraño cuadro con puntos de colores, una mesita con una lámpara, lo que parecían ser muebles para guardar ropa, lo maravilloso de aquel lugar era la hermosa vista de enfrente, el muro era de cristal con una puerta la que daba a un balcón, parecía que estaba frente a un bosque ya que lo único que se veían eran árboles y unas cuantas montañas a lo lejos, Joey no podía creer que esto fuera realidad.
-¿Maravillado con la vista?- esa voz provenía de su lado derecho, junto a la cama en un sillón se encontraba aquel chico mirándolo atentamente, inspeccionando cada parte de su cuerpo, sus ojos azules parecían un escáner que buscaba alguna seña de algo.
-¿Qué haces aquí idiota?- Joey se levantó rápidamente saliendo de la cama
-Estamos en mi casa, es obvio que tengo que estar aquí contigo- decía Kaiba mientras seguía revisando con la mirada el cuerpo del chico –deberías meterte a la cama o ponerte un poco de ropa-
Joey se encontraba completamente desnudo, sonrojado se cubrió con una sábana –pero que hago desnudo la última vez que me vi traía ropa ¿Qué me hiciste pervertido?-
-solo revise mi nueva adquisición- se estiro un poco para levantarse del sillón- tienes unos glúteos hermosos, tal y como me los había imaginado- el rubio sintió mucha vergüenza y lo único que se le ocurrió hacer en esta situación tan embarazosa fue aventarle las almohadas al castaño.
-Espera… ¿Y Tea? ¿Dónde está?-
-Ahhh la chica tiene rato que despertó ahora mismo se encuentra en el comedor desayunando con mi hermano- decía Seto dando la espalda
-¿Qué le hiciste rufián? Ella no tiene nada que ver en esto-
-Eso lo sé bien, yo no quería traerla pero de no ser así habría testigos de lo que hice así que decidí que la mejor opción era traerla, siempre se necesitan sirvientas- tomo la almohada que le habían arrojado- si te parecen incomodas estas almohadas puedo pedir que te traigan otras… puedes bajar a comer cuando quieras- y sin más salió de la habitación
Joey busco un poco de ropa en algunos cajones y bajo las escaleras, la casa era grande habían pasillos y pasillos, llenos de puertas con salas, habitaciones, oficinas y baños, él estaba completamente perdido.
-Papá Joey ¿Qué haces aquí?-