Después de al menos dos horas de andar por ahí, divagando, finalmente cayó en la cuenta de que aquello estaba mal, no tenía ni la más mínima idea del número del apartamento en que vivía el padre de su amado, sabía la calle ya que al ir rumbo a casa de su madre habían pasado por ahí y su novio había comentado escuetamente “ahí vive mi padre, en el edificio A”.
Channie se detuvo fuera del edificio jugando con una piedrita, en verdad ni siquiera sabía cómo se llamaba el hombre y probablemente no era el único Woo del edificio, se sentó contra el muro del edificio después de un rato, pasaron un par de horas, no estaba seguro de lo que estaba haciendo ahí, probablemente solo estaba causando problemas, si el hombre bajaba y lo reconocía quizás sería capaz de darle unos cuantos golpes también… pero también podía ser posible que su novio ya hubiera vuelto a casa y no lo hubiera visto, quizás ahora mismo lo estaba buscando.
Se levantó de la acera dispuesto a emprender el camino de vuelta a casa, fuera como fuera tenía que empacar y quizás debía esperar que su novio recordara que debían volver a casa al día siguiente a más tardar y que aún tenían cosas de hacer. Se levantó y se sacudió el pantalón, estaba en estas cuando lo miró doblar la esquina, se veía mal. Nunca lo había visto así e incluso desde lejos estaba absolutamente seguro de que había estado llorando, que había llegado corriendo…
- Shin… -susurró deseando caminar y correr cerca de su novio para abrazarlo
- ¡vete a casa! – exclamó el chico mientras corría hasta él y lo rodeaba entre sus brazos con mucha fuerza, mucha para ser normal, nunca lo habían estrujado así antes, sintió que sus pulmones eran exprimidos
- ¿Qué demonios pasa? – preguntó el pequeño lleno de miedo
- Nada… no es nada – dijo Shin mirando atrás, Channie no quería girarse pero necesitaba hacerlo y ahí lo vio, el hombre estaba en la esquina de la calle por donde su novio había llegado con un vaso enorme de plástico en la mano, mirándolos, se asustó mucho y quiso correr aun cuando sentía que sus piernas no le responderían
El hombre que estaba ante el menor del grupo tenía poco de Shin y estaba gastado por el alcohol, gastado por el cigarrillo y la mala vida, su piel tenía un tono casi verde y los miraba con sus ojos inyectados en sangre deseando matarlos a ambos o al menos eso fue lo que pasó por la mente del pequeño, probablemente si lo dejaba en efecto iba a ser asesinado pronto.
- Entonces este es el chiquillo en cuestión – dijo el hombre con una voz ronca que era muy poco agradable
- No es un niño, papá, ya es… grande – dijo Shin mirando a su novio con una sonrisa amable que logró tranquilizar al menor al menos un poco, realmente no mucho, seguía tenso como un resorte deseando salir corriendo ante el primer indicio de peligro
- Claro que si… si no, no sería un maricón como tú – dijo el hombre sin el menor de los tactos y GongChan sintió que algo suyo dolía, nunca antes le habían llamado de esa forma con un desprecio tan grande
- Papá… - regaño CNU y el hombre solo torció la boca en desagrado, el oso seguía sonriendo, no parecía dolerle, quizás estaba ya demasiado acostumbrado a ser llamado de esa forma por el hombre y había dejado de sufrir por ello
- CNU no habla mucho de usted, señor… tampoco puedo decir que sea un gusto conocerlo pero si esperaba poder hacerlo en algún momento – dijo el menor tratando de ser un poco valiente, tartamudeando un poco al inicio, demasiado asustado para hablar con decencia
- No, no es un gusto conocernos, eso ya lo sé, y también quería verte… no conozco del grupo de ustedes nada, solo sé que mi hijo está ahí y cantan cursilerías a ton y son, esperaba que con su talento Shin se dedicara a algo más serio pero parece que tiene intenciones de ser un payaso por siempre – dijo el sujeto sin pena ni gloria causando otra punzada de dolor en el pecho del maknae
- Papá… ya basta ¿bien? Mi novio y yo ya nos vamos, me alegra saber que estás bien, asegúrate de seguir tomando tus medicinas y de tratar de mantenerte sobrio – dijo CNU tratando de ser amable con su padre a pesar de todo
- Por un momento casi pensé que te ibas a echar a llorar como el pelmazo que eres, ShinDong… pero parece ser que en frente del niño eres menos pelmazo y un poco más hombre… ojalá fuera una mujer, con lo marica que parece no le falta mucho debo decir… como sea… suerte con toda esa mierda, mocosos idiotas – dijo el hombre y se alejó a prisa
Shin pareció pasar un trago amargo y luego miró a su novio con una sonrisa amable, le acarició el cabello y con amabilidad le tomó la mano comenzando a conducirlo por el camino a casa.
- Fuimos a beber un licuado, papá no había desayunado… inició con esas palabras desde que apareció en la puerta de la casa, quería conocerte, quería saber cuál de los chicos eras, fuimos al departamento, al de él… dice que no sabe nada sobre la banda pero tiene todos los CD’s, cada poster, cada promocional, las noticias de la prensa, los programas en TV… tiene todo y no lo mira, pero lo compra porque quiere apoyarme de alguna manera aun cuando no apruebe mi forma de vida, algo dentro suyo le grita que debe apoyarme y lo hace lo mejor que puede… no dejes que te afecte, es un sujeto de cabeza dura que se hizo muchos planes conmigo… - dijo el de pelo largo mientras andaban
- En verdad pensé que ibas a echarte a llorar… te veías muy mal – dijo el cachorro tratando de decirle las cosas a su novio de la manera más amable posible, no quería exaltarlo si es que ya estaba sensible por lo ocurrido siendo eso lo más probable.
- Siempre que lo veo me pongo mal, que tu padre te llame marica con la mayor de las despreocupaciones tiende a ser doloroso, además recuerdo los malos momentos y todo se pone mal… pero entonces estás ahí, está tu cara bonita, están los chicos, están las risas, están los abrazos, están las fiestas de mi madre y las risas de mi familia… creo que es básicamente por eso que sigo vivo… pero entonces me encontraste y te encontré, me besaste y caí muerto de amor, flechado por cupido justo en el corazón… voy a amarte siempre, Channie… cada minuto, de cada hora, de cada día, de cada semana, de cada mes, de cada año, año tras año… por el resto de mi vida. Porque te amo demasiado, tanto que no me importa cargar tus compras o aguantar tus berrinches, no me importa levantarme a hacerte el desayuno o llevártelo a la cama, no me importa escucharte quejarte por horas y horas, no me importa que seas mandón a veces… nada me importa si al final del día me abrazas y dices que me amas… porque es gracias a ti que soy un tipo fuerte – le dijo al menor mientras miraba al frente algo apenado de estar siendo tan cursi, y cuando volteó para ver a su novio los gruesos lagrimones escurrían de los ojos del menor - ¿Qué está pasando? – preguntó acercándose a limpiar las lágrimas con sus besos
- Eres tonto… te amo mucho, mucho, mucho… quiero ser tu esposo, quiero ser todo en tu vida y tu todo en la mía… quiero… quiero decirle al mundo que nos amamos… me siento… tan pleno contigo a mi lado – susurró el cachorro mientras se aferraba de la cadera de su novio con todas sus fuerzas sumiendo su cara en el pecho ajeno
- Necio….ya somos el uno del otro… y oye… no necesitamos del mundo, yo te necesito a ti y tu a mi… así es como las cosas deben ser – dijo Shin y le robó un beso de los labios, uno que al igual que su primer beso el menor recordaría por toda su vida.