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Fingiendo que no te amo. por LycanZero

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Notas del capitulo:

Hola. Aparezco de nuevo para dejar un cap. más de esta historia. Me alegra mucho que tenga aceptación por varias de ustedes y que también comprendan mi inconcistencia en las actualizaciones.

Juro que no son intencionadas u.u

 

Agradezco a mi beta, Erza-san, por tomarse el tiempo de corregir mis fallas nwn

 

Espero el capitulo sea de su agrado.

Tardó un poco en comprender lo que estaba pasando. Su cuerpo quería moverse pero nada en él reaccionaba, el shock era fuerte. El beso no era profundo, esos húmedos labios sólo permanecían quietos sobre los suyos, esperando una respuesta que no llegaba a causa del aturdimiento. No entendía qué era lo que estaba pasándole a Kise, de todas las cosas que podía hacer o decir ¿Por qué hacía esto? No sabía la respuesta. Sin embargo un ligero movimiento de aquellos labios le hizo responder de forma inconsciente. Permitió al otro invadir su boca, perdiéndose en un ósculo lleno de sentimientos y al mismo tiempo ausente de otros.

 

Sintió un febril cosquilleo recorriéndole la columna cuando la lengua de Kise golpeó con cierta timidez la suya. Un gruñido bajo salió de su garganta, era una sutil provocación que no pudo rechazar. Sus manos temblorosas tomaron los hombros del rubio, no sabiendo qué hacer después, si empujarlo para crear distancia o acercarlo más para que su lengua comenzara a enredarse con la ajena. No, nada de esto estaba bien. Se supone que el rubio ama a Aomine, ¿no? Y con esa idea golpeándole la cabeza logra separarse del chico y plantarle un fuerte coscorrón en la cabeza.

 

- ¡¡ ¿En qué diablos estás pensando, idiota?!! —Sus mejillas mostraban un furioso color rojizo a causa de la vergüenza mientras que el dorso de su mano cubría sus labios. Sin darse cuenta se encontraba de pie al lado de Kise, tomando distancia sólo por prevención.

 

-No parecía disgustarte, Kagamicchi — susurró mientras se sobaba la cabeza, el golpe había llegado con mucha fuerza. Una sonrisa triste abarcó su rostro y su mirada era cubierta por su flequillo rubio. El beso había sido casi perfecto. — Lo siento, Kagamicchi… Yo sólo…

 

El pelirrojo observó con sorpresa como las lágrimas comenzaban a recorrer las mejillas de su amigo, sus dientes apretaban con demasiada fuerza el labio inferior y por un momento temió a que se lo desgarrara. Tomó varias inhalaciones y se calmó para sentarse de nueva cuenta al lado de Kise, su mano se posó en la rubia cabellera y dio suaves caricias, algo torpes, en un intento de calmar ese llanto. Aún estaba confundido y, en cierta forma, ahora comprendía porque Kasamatsu exigía que hablara con Ryôta lo más pronto posible, algo estaba pasando con el chico, aunque no sabía exactamente qué.

 

-Habla de una buena vez sino quieres que te golpee de nuevo — replica el pelirrojo con cierto desespero pero también queriéndole mostrar al rubio que no estaba enfadado, confundido sí y mucho, pero no enojado. Algo realmente sorprendente teniendo en cuenta que el pelirrojo era muy fácil de provocar.

 

-En la mañana estaba pensando… En muchas cosas… — Comenzó a hablar mientras se limpiaba las lágrimas, armándose de valor para poder explicarse y rogando no perder la amistad de Kagami por sus pensamientos infantiles. — Y llegó un momento en el que pensé que… que Kurokocchi es un verdadero idiota — rió ante lo dicho, una risa baja y amarga mientras que Taiga fruncía el entrecejo, tenía la creencia que a Kise le agradaba mucho Tetsuya. — Es un idiota por dejar ir a alguien como tú… — Sus ojos por fin se fijaron en los de Taiga, quien no puede evitar dar un respingo por tal confesión.

 

-Kise… — El rubio negó, quería seguir hablando, no quería interrupciones porque se acobardaría y no diría todo lo que estaba ahogándole, necesitaba la ayuda del pelirrojo para poder aclarar todo eso, ya no sentirse como una hoja que viaja a voluntad del viento.

 

-Eres amable, quizá de un carácter explosivo pero… pero antepones el bienestar de quienes te importan antes que todo, sigues adelante aunque la corriente quiera arrastrarte con ella. A pesar de lo que digan, eres paciente y ofreces tu mano a quienes han caído en el camino. Eres una persona muy sincera Kagamicchi pero al mismo tiempo procuras no lastimar a nadie… — Sin darse cuenta se dejó caer al piso, recargando su espalda en el sillón, ocultando su rostro sobre sus dobladas rodillas. — Y por como hablas de Kurokocchi… puedo decir que si te hubiese correspondido le demostrarías que es lo más valioso que tienes… que… que se ahogaría en tus atenciones y yo… yo quiero eso… quiero alguien que me quiera, que sea amable conmigo, que no me insulte a cada rato que… que se preocupe por mí… quiero ser como Kurokocchi, ser el centro de alguien como tú. — Sus sentimientos eran un vórtice furioso, yendo a todos lados, no queriendo parar por temor a salir aún más dañado.

 

Bien, ¿ahora qué? Kagami en cierta forma podía comprender lo que el rubio decía. Aomine era todo menos atento. ¡Joder! ¡El tipo no conocía la palabra amable siquiera! Y eso es lo que afecta en gran parte a Kise, sus sentimientos fueron aplastados sin la menor vacilación, destruidos por la voz fría de un moreno sin tacto, destruyendo ilusiones y un corazón que lo único que quiere es pertenecer a alguien. El efecto de ello fue enorme y una de las causas es que Kise busque el afecto que le fue negado por parte del moreno, sin embargo es algo que Kagami no puede darle porque su corazón ya tiene dueño y no va a cambiarlo aun cuando sabe que sus sentimientos tampoco son correspondidos, por ahora.

 

Lamentablemente Ryôta ama a una persona que está lejos de ser romántica, dedicada y atenta, para Daiki primero esta él mismo antes que cualquiera y eso es lo que no le permite ver lo que se está perdiendo, porque a pesar de todo el rubio le acepta tal cual es, amó al Aomine del pasado pero ama también al del presente, el déspota, flojo y ególatra. Sí, fue admiración lo que sintió primero al ver lo asombroso que era Daiki en la cancha, el cómo sonreía y disfrutaba enormemente de un partido pero poco a poco aquel sentimiento fue mutando, comenzó a distorsionarse para ser algo más profundo y personal.

 

-Pensé que amabas a Ahomine  —después de un largo silencio, y de que Kagami pensara en las palabras adecuadas para no dañar a su amigo, decidió romper con aquella incómoda muralla. Con el pasar de los días logró desarrollar una buena amistad con Kise, ambos se hacían compañía, escuchaban al otro y se apoyaban como podían. Una camaradería que no quería perder por el hecho de no poder corresponderle.

 

-Lo hago… Pero nada va cambiar. ¡Aun cuando siga amándolo no va a responder a mis sentimientos! — Exclamó Kise al borde de la histeria. Estaba muy confundido y Taiga no estaba ayudando mucho luego de esa frase. — ¿¡Por qué no me enamoré de alguien como tú!? ¿¡Por qué fui por alguien idiota como Aominecchi!? — Sus ojos ambarinos, cristalinos por las lágrimas, exigían respuestas al pelirrojo, unas que no podía dar ya que no las conocía. Lo único que pudo hacer fue tomar a Kise de los brazos y atraerle a los suyos. — ¿¡Por qué nadie puede quererme!?

 

Había tenido novias, por montones. Empero le fueron tan indiferentes que no se acordaba de sus nombres ni rostros. Ninguna de ellas valió la pena para Kise porque todas buscaban la fama del “guapo modelo”, ninguna se tomó la molestia de conocer a la “persona” que había tras esa fachada. Todas habían actuado como bestias carroñeras que se sentían atraídas por el olor de la fama, por el dinero que gana y por el placer de poder estar en su lecho. Envueltas en una nube de lujuria, disfrutando del perfecto cuerpo de un modelo, abriéndose para sentir un clímax único bajo el calor de un chico apasionado como Ryôta.

 

Cada relación era vacía, sosa, carente de sentido alguno. El rubio siempre buscaba arraigar su corazón a una persona que lograse ver a través de aquella mascara que sólo mostraba sonrisas divertidas e infantiles berrinches. Deseaba que alguien amase su lado inmaduro, que soportase sus celos y que hiciera desaparecer la inseguridad que tenía sobre su existencia, a su motivo de estar aquí. Pero estaba pidiendo demasiado. Nadie deseaba tomarle en serio, todo el mundo veía un objeto en vez de una persona. Recordar eso siempre le causaba un inmenso dolor, contraía su pecho hasta hacerlo diminuto e impedirle respirar.

 

El abrazo de Kagami se hizo más fuerte, sacándolo de sus deprimentes pensamientos y arraigándolo a la realidad. Sus ojos ardían por las lágrimas silenciosas recordándole su primera vez en casa de Taiga, ambos dijeron muchas tonterías para menguar su dolor pero también lloraron hasta que sus ojos se secaron. Nadie conocía mejor su dolor que el contrario, aquel con quien se comparte el mismo desgarrador sentimiento.

 

-Lo siento. Yo no puedo quererte como pides — susurró en un lamento, lo que menos quería era causar más dolor al rubio, suficiente tenía con el que Aomine le causó. — Eres un buen amigo y aunque quiera… y no estoy diciendo que quiero… bueno… puede que quiera pero no es el caso… lo que quiero decir… eres un gran tipo y eso… aun así no te quiero… de la manera que quieres… bueno sí te quiero, pero no así… es decir… — El pelirrojo se perdió por completo, no sabía cómo explicarse, estaba tan enredado en sus propios pensamientos que no tenía ni idea de cómo acomodar las palabras.

 

Ryôta se mordió el interior de la mejilla intentando no reírse de Kagami. Estaba enternecido al ver que intentaba rechazarlo pero sin herirlo y eso le tranquilizaba, y volvía a preguntarse ¿Por qué se había enamorado de alguien como Aomine Daiki, engreído y carente de tacto y no de alguien como Kagami Taiga, tan dulce y considerado? Porque el pelirrojo podía ser torpe, bueno, un poco idiota, pero siempre tenía en cuenta los sentimientos de los demás y si cometía un error intentaba remediarlo al siguiente instante, no se hacía el indiferente.

 

-Entiendo, Kagamicchi. —Después de reír un poco Kise comenzó a soltarse del abrazo del pelirrojo. Esa pequeña acción de afecto le ayudó a tranquilizarse.

 

-Eres como otro hermano, Kise. Digo… el sentimiento que tengo por ti es… es como el que tengo por Tatsuya. Por eso no puedo…

 

-Ya entendí. Muchas gracias. Estaba tan confundido que me estaba asustando de empezar a enamorarme de ti… y eso no es malo, sólo que… con eso de por medio, mi amistad contigo se vería amenazada y no quiero, no quiero perder esta rara amistad que tenemos — se sentía bien el ser sincero y aún más que las incertidumbres ya no estuvieran aglomerándose en su mente, se sentía en paz y agradecía que Kagami, a su manera, le ayudase a disipar sus dudas. Porque, aunque le doliera sabiendo que jamás tendría al amor de su vida en sus brazos, sabía que su corazón sólo tenía un dueño y que aun cuando pasasen los años nada cambiaría ese hecho.

 

-Vamos a cenar. Muero de hambre y tranquilo… todo se resolverá — aseguró Taiga mientras se frotaba el estómago, el constante gruñido que emanaba de ese lugar indicaba que necesitaba alimento, demasiado.

 

-Espero que te guste lo que preparé — con ánimo renovado Ryôta se dirigió a la cocina, viendo que las cosas aún estuvieran comestibles.

 

 

 

***************

 

 

No era suficiente. Necesitaba más. Tenía que agotarse, quedarse sin energía. Deseaba dormir tranquilo esta noche.

 

Arrojó el balón y cayó pulcramente en el aro, sin rozarlo si quiera. Un tiro perfecto. Un tiro digno de Aomine Daiki. Sin embargo aquel chico no estaba feliz, la adrenalina todavía corría por sus venas, punzando sus músculos e incitándolo a seguir moviéndose. El furor de su cuerpo no cesaba a pesar de la exigencia que le imponía. Desde hace semanas que sus sueños son interrumpidos por una mirada dorada, sin brillo, mostrando una gran tristeza que le movía cada nervio, haciéndolo despertarse sobresaltado, sudando y buscando en la oscuridad de su habitación a aquella persona que le miraba de esa manera.

 

Muchas veces se cuestionó quién era, o más bien se negó a aceptar de quien se trataba en un primer momento. Se oponía a admitir que era Kise quien le atacaba en sueños, no quería comprender por qué se sentía tan mal al ver aquella mirada opacada, era como si hubiese cometido un grave crimen. Cada noche esos ojos le hacían recordar el frustrante sentimiento que tuvo cuando le derrotó, una victoria amarga, de la que no pudo disfrutar sabiendo que había hecho llorar a un gran rival, un ex-compañero y gran amigo. De igual manera recordaba el momento en el que rechazó a Kise, en aquel día en el que no estaba de humor para bromas y le dijo cosas que, según los regaños de Satsuki, habían matado al rubio, no literalmente, pero sí le había destrozado el corazón.

 

Me gustas, es decir… Te he amado desde nuestro segundo año de secundaria. ¿Por qué no podía quitarse esas palabras de la mente? Siempre rezumbaban como abejas furiosas en su cabeza, causándole intensos dolores por tanto pensar. No quería seguir recordando aquello, ya no deseaba ver en sus sueños aquella opaca mirada, ¡no soportaba ver a Ryôta sonriendo con el idiota de Kagami!...

 

Sin pensárselo dos veces tomó el balón y corrió con él hacía la canasta, saltó y ejerció una fuerte clavada, doblegando el aro hasta el punto de amenazar con romperlo. Sus piernas aterrizaron de forma seca y las rodillas se doblegaron ante el peso, ya no podían soportar por más tiempo la exigencia de su dueño. Cada músculo punzaba con dolor, reprendiendo a Daiki por aquel exceso. Pero no se movió de su posición, necesitaba reunir suficientes energías para poder levantarse e irse a casa. La ira le cegó por un momento, la visión de Kise junto a Kagami hacían que su sangre hirviera y apagaran cualquier atisbo de razonamiento. No entendía. No quería entender. Desde hace mucho que tiene una actitud sosa y no demuestra interés por muchas cosas, sin embargo comienza a tener un claro miedo de sus impulsos, querer pegarle al pelirrojo sin motivo aparente era uno de esos temores. Kagami es quien le derrotó, un digno rival e incluso cuando lo negara tenía un pequeño sentimiento de respeto hacia él, sin embargo todo se esfumó cuando le vio muy cerca de Kise.

 

Cuando les vio juntos toda tranquilidad desapareció por completo, dejó que la ira le tomara y quemara de forma lenta su cuerpo. Aquel sentimiento primitivo que no sabía que tenía emergió, una especie de monstruo que deseaba salir para reclamar lo que por derecho le pertenece. Pero su tozudez se negaba a mostrar “el objeto de su deseo”, llevándolo por caminos sin salida como si estuviese en un laberinto engañoso, donde cada camino cerrado le mostraba escenas que sólo alimentaban su furia.

 

Vaya idiota testarudo. Fue el pequeño pensamiento que tuvo Satsuki al observar desde las sombras a su amigo, su mirada rosada expresaba la tristeza que le causaba verlo de esa forma, pero no había opción, él se lo había buscado y ahora tendría que sufrir las consecuencias hasta que comprenda y acepte por completo aquellos sentimientos que sólo desean emerger para dar paz a su mente.

 

Le dolía tener que forzarlo hasta los extremos y también le preocupaban las consecuencias que esto pudiese tener. Favorable o no, quien corría el riesgo de tener una herida permanente era el rubio además de que la actitud impulsiva de Aomine podría causar un inminente choque con Kagami, más ahora que trabajarían en un solo equipo, un movimiento que jamás pasó por su mente pero que ahora podría utilizar al máximo.

 

Pros y contras. Había mucho en juego en todo esto. Advertirle a Kagami tampoco era una opción, si quería que todo fluyese de manera favorable tenía que guardarse algunas cosas. La ignorancia de todos en este asunto era su carta de triunfo y no podía mostrarla. Con pasos lentos y silenciosos se alejó de aquella cancha, tenía muchas cosas que preparar antes de que amaneciera y fueran a casa de Kagami para planear de forma definitiva la forma de entrenamiento de ambos equipos.

 

Aomine se movió minutos después, con cada músculo agotado. Llegó a dormir pero aquellos insistentes ojos dorados hicieron de aquel sueño una desgastante agonía.

 

 

 

*************

 

 

Nigou gemía de forma queda mientras agachaba sus puntiagudas orejas, sus azulinos ojos veían con clara preocupación a su amo. Quizá el cachorro no podía entender mucho del actuar humano pero su amo exudaba tristeza y no le agradaba en lo más mínimo. Kuroko es una persona tranquila y seria pero sonreía en varios momentos de los que convivía con los demás chicos, pero las pocas sonrisas habían desaparecido hace un tiempo. Ahora sólo llegaba a casa, saludaba cortésmente a sus padres y se iba a acostar temprano incluso cuando no durmiese. Le costaba demasiado poder conciliar el sueño.

 

El pelirrojo siempre estaba en sus sueños, sonriéndole y estando sólo para él, sin embargo todo se rompía cuando aparecía el rubio, su sonrisa traviesa y provocadora hacía que Kagami se alejara de Kuroko sin mirarlo siquiera. Corría a los brazos de Kise para abrazarlo, besarlo y verle de forma intensa, demostrando profundos sentimientos que causaban un inmenso dolor en Tetsuya. Esa visión siempre le hacía despertarse con lágrimas en los ojos, el corazón le latía debocado pero de una manera tan dolorosa que le obligaba a desear, en varias ocasiones, que se detuviera por completo, parar su vida, y terminar con su sufrimiento.

 

Luego de algunos instantes negaba con la cabeza ante aquellos pensamientos suicidas. Él no era así. Estaba dolido, sí, pero no era tanto como para desear morir. No. Amaba vivir. Agradecía estar aquí. Y gozaba el tener un poco de tiempo con el pelirrojo, aunque últimamente aquellos momentos sólo eran utilizados para disculparse por los pases sosos y torpes que terminaban golpeando a su luz. Lo único que le provocaba su actitud en la cancha era incertidumbre ya que al estar fallando como sombra aumentaba su preocupación de perder su derecho a estar con Kagami, el ser su compañero.

 

Kuroko no quería comprender, o quizá estaba tan ensimismado en sus celos como para poner atención en que aquellos pases eran una forma inconsciente de reprocharle a Taiga por estar con el rubio, por olvidarle tan rápido y dejarlo de lado. Cuando Kagami se le confesó y fue rechazado estuvo varios días triste por ello, incluso era él quien se mostraba torpe en los entrenamientos, sin embargo todo cambió cuando el rubio apareció. Aquel sentimiento llamado amor ya no era dirigido hacia Kuroko, así de fácil. No pasaron meses ni años para que Kagami se olvidase de su sombre, sólo necesitó unos días para ello.

 

¿Tan fácil era deshacerse de los sentimientos dirigidos hacia él, una sombra, un fantasma del que muchos ignoran su presencia?

 

La respuesta era muy obvia. Comprendía y sabía que era su culpa el que Kagami buscara el amor en otros brazos. Lo tenía perfectamente claro. Lo que no estaba en sus planes era el dolor que eso le causaría. Si bien desde hace mucho dejó de amar a Aomine no consideró nunca la idea de volver a enamorarse, por ello rechazó a Kagami, asustado de que volviesen a herir su corazón. No quería volver a ilusionarse y ser despertado de su ensoñación de una manera brusca y dolorosa. La declaración de Taiga sólo removió viejos temores que creía enterrados y cobardemente huyó de ellos, importándole poco en ese instante si lastimaba a su amigo.

 

Muchos pensaban que no tenía sentimientos debido a su inexpresiva actitud, pero se equivocaban. Él era alguien que pensaba mucho en las consecuencias que podía traer su actuar, decía cosas sabias porque las leía en muchos libros, sin embargo la realidad es que era un ser acostumbrado a la soledad y temía terriblemente no poder pertenecer a nadie en toda su vida. Además era un poco impulsivo, tardaba en perder la calma pero cuando lo hacía no razonaba y cuando oyó los sentimientos que tenía el pelirrojo hacía él perdió aquella quietud. Actuó sin pensar, hirió sin dudar y huyó sin dar una oportunidad. Cada segundo después de eso se reprendía por su actitud.

 

Lo único que le quedaba era fingir. Ser el “inexpresivo compañero” que todos conocían. Hacer de cuenta que nada de esto le afectaba. Aparentar que sólo tenía sentimientos de compañerismo hacia Kagami Taiga, sólo eso.

 

 

 

***************

 

 

Las ojeras alrededor de los ojos de Aomine marcaban claramente que no había dormido bien por no decir que no durmió en absoluto pese a que su cuerpo estaba completamente cansado debido a las horas que pasó en la cancha. Era increíble el ver como su vida había cambiado por completo desde que sucedió lo de la confesión, sí, quizá sonaba exagerado pero no podía decirlo de otra forma. Desde que Kise decidió decirle que le amaba no podía dormir tranquilo, su mente se había vuelto un caos y su actitud ahora era más enfurruñada que antes. Nadie quería acercársele por miedo a ser agredido.

 

Pensó muchas veces lo que había y estaba pasándole incluso cuando le daba flojera hacerlo, pero simplemente no lograba dar una explicación lógica, además, el último regaño de Satsuki no le sirvió para nada. Saber que lo que dijo Kise era en serio tocaba muy en el fondo un nervio que le causaba incomodidad al entender que había hecho sufrir con sus palabras a una persona tan vivaz como lo es Ryôta, sin embargo ahora tenía sus dudas de si en verdad era amado por el rubio ya que la cercanía que mostraba con Kagami le parecía algo fuera de lo normal.

 

Se notaba, hasta para un idiota como él, que Kise y el pelirrojo tenían una relación bastante estrecha llegando al punto donde uno le daba la llave de su vivienda a otro, ¿qué pensar al ver por sus propios ojos como Kagami se encargaba de que Kise no le viera? Celos, obviamente. ¿Cómo interpretar que actuaran como una estúpida pareja recién casada? Estaba claro que esos dos algo se tenían entre manos empero no quería saber qué era exactamente. Sí, algo en él se removía nervioso, con miedo al ver al rubio y pelirrojo juntos. Temiendo, pero ¿a qué? ¡¡Joder!! ¡Esto era muy difícil, no entendía absolutamente nada! Quizá sólo estaba echando drama a su vida y la solución más fácil era ir con un médico, posiblemente estaba enfermo y él se estaba torturando por algo que podía curarse con unas simples pastillas o algún jarabe.

 

-… mine… Aomine… ¡Aomine-kun! — cansada de ser ignorada Momoi se paró enfrente y puso ambas manos en el vientre del moreno para pararle. Aquel chico amaneció más raro que de costumbre. Era como ver a un zombi vagando por las calles, uno de manera literal ya que la peli rosa notó en sus ojos las prominentes ojeras y, aunque fuese de piel morena, también había una ligera palidez en su tez. Le miro con preocupación, esto estaba empeorando más rápido de lo esperado.

 

-¿Qué quieres Satsuki? — Preguntó con desgana al ver a su amiga frente a él ¿cuándo es que se reunió con ella?

 

-¿Qué quiero? Que te detengas, ya pasamos el punto de reunión. Estoy segura que no me has hecho caso en todo el camino — reclamó de forma infantil, intentando no hacerle notar a su amigo que ya se había dado cuenta de lo mal que se estaba poniendo.

 

 

 

***************

 

 

Todo Seirin y los otros miembros de Touou veían con expectación como el moreno había pasado de largo aun cuando Wakamatsu le gritó sonoramente a causa de su tardanza, pero Aomine siguió caminando, ignorando a todo y todos, Satsuki fue tras él y se sorprendieron mucho al ver que Daiki no notó la presencia de su amiga. ¿Qué estaba mal con el moreno? No parecía el mismo Aomine Daiki que todo el mundo conocía. El entrenador también le observaba con detenimiento, quizá ya estaba bien de hacerse de la vista gorda y tener una seria charla con su jugador estrella, las cosas no podían seguir así ni para él ni para el recién nacido equipo.

 

Como siempre el ignorado fue Kuroko, también estaba desvelado y las ojeras eran prominentes sin embargo, a causa de su desgano y pocas ganas de habar nadie reparó en él hasta que Hyûga preguntó si no había llegado aún. Varios gritos de sorpresa se dieron entre los presentes al notar a la sombra por completo. Sorprendidos por su estado, su cara seria quedaba atrás para mostrar una desgastada y cansada, los ojos rojos eran un claro signo de que había estado llorando el tiempo suficiente como para que la hinchazón no desapareciera.

 

Los miembros de Seirin intercambiaron una mirada preocupada, esto no estaba bien. Al parecer no sólo Aomine tenía problemas sino también uno de sus buenos jugadores y querido amigo, la impotencia apareció de pronto en cada miembro, no sabían qué hacer ni qué decir y eso que estaban seguros de que si comenzaban a hablar Kuroko simplemente les diría que no se preocuparan, que estaba bien. Ya había pasado con anterioridad.

 

En silencio y ya sin mucho entusiasmo todos comenzaron a caminar en dirección a la casa de Kagami, afortunadamente no estaba muy lejos desde el punto de encuentro. Después de este día si necesitaban un lugar donde volver a reunirse, ya sabrían llegar cada uno por su cuenta a la casa del pelirrojo, quien a pesar de sus protestas por ser su casa el punto de aglomeración del nuevo equipo no se mostró incómodo. Y su equipo había notado que, en las pocas reuniones que se hicieron en su casa, Taiga siempre sonreía porque no estaba solo en un lugar tan grande.

 

 

 

***************

 

 

-Deberíamos tocar — comenta un nervioso Ryô al ver como Riko abría la puerta del departamento como si fuese su propia casa.

 

-No hay problema, Kagami dijo que dejaría la puerta abierta para que pudiésemos pasar en cualquier momento — comenta Hyûga entrando tras la entrenadora, recorriendo el pasillo pero antes de llegar a la sala se detienen en seco. Sintiendo un escalofrío recorrer sus espaldas al escuchar unos sonidos algo… extraños.

 

-No… lento… Kagamicchi~ — en un largo suspiro salió aquella suplica, disfrutando del toque del contrario.

 

-¿Así? — presionó un poco más hondo, procurando no propasar su fuerza, quería relajarlo no causarle más dolor del necesario.

 

-Hgn… ¡no!... no lo entierres tanto que… duele… — lloriqueó al sentir la punzante presión en su cuerpo, hundiendo la piel.

 

-Lo siento — comenzó a relajar sus músculos y ejercer menos presión, comenzando a moverlo en círculos. Sonrió al ver que lo estaba haciendo bien, suspiros y cortos gemidos salían de la boca de Kise, estaba disfrutando esto.

 

-Ah… así… se siente hnm… bien — Kise cerró los ojos, disfrutando con totalidad la acción, ya no había dolor alguno, nada le impedía gozar de esto.

 

¿¡Qué rayos están haciendo!?... Ahora no sólo Seirin estaba petrificado por los extraños sonidos que salían de la sala sino que incluso Touou tenía la cara roja, a excepción de Aomine, quien de repente se vio lleno de imágenes de un Kise completamente desnudo, arqueándose por el placer que le era dado, retorciéndose debido a las sensaciones que inundaban su cuerpo.

 

Aquella fiera dormida en su interior volvió a despertar, hirviendo su sangre y acalorando su cuerpo debido a la rabia. Sus puños estaban apretados y la idea de entrar de forma escandalosa para interrumpir a la pareja le inundó de repente, sin embargo algo le detuvo, un extraño cosquilleo invadió su vientre al oír un gemido por parte de Kise, aquel mariposeo bajó lentamente hasta instalarse en su entrepierna, en la cual comenzaba a acumularse la sangre, endureciéndola poco a poco.

 

-¿Kagami-kun? — Harasawa llamó con fuerza al pelirrojo, intentando controlar un sutil sonrojo que comenzaba a adornar sus mejillas. Era un hombre adulto por ende tendía que tener mejor control que todos los ahí presentes, sin embargo los ruidos escuchados por todos provocaba que sus pensamientos se desviaran por caminos nada castos.

 

-¿Escuchaste algo? — Kise sacó el rostro de la almohada para mover su vista a la entrada que daba al pasillo.

 

-Sí, eso creo — Kagami detuvo cualquier movimiento y agudizó la mirada. — ¿Entrenadora? — Preguntó tanteando no muy seguro de si en verdad había escuchado algo o su imaginación jugaba con él.

 

-… S–sí… ¿Llegamos en mal momento? — Riko sacudía una mano frente a su rostro intentando bajar la temperatura de sus acaloradas mejillas.

 

-¿Eh? ¡Claro que no! ¡Pasen! — Gritó Kagami extrañado de aquella pregunta. Se supone que habían quedado que en su casa sería la reunión así que no comprendía la pregunta extraña de su entrenadora.

 

Cada miembro miró a los demás, dudando en entrar como si nada a la sala o quedarse ahí parados, así que después de varias respiraciones decidieron adentrarse al lugar, sorprendiéndose al encontrar a Kagami sobre la espalda del rubio, quien se encontraba acostado a lo largo del sillón. Sus caderas eran apresadas por las piernas de Taiga mientras que sus pulgares estaban incrustados en los omoplatos. Las caras rojizas de Seirin cambiaron de inmediato por unas muy pálidas y estupefactas, sus mandíbulas estaban abiertas de manera exagerada, la vergüenza recaía en cada consciencia como un bloque de varias toneladas, reprendiéndoles por sus malos e insanos pensamientos. Aquellos gemidos y suspiros proliferados por el rubio eran a causa de un masaje dado por un pelirrojo, completamente vestido.

 

-Pasen, perdonen la escena — con lentitud se quitó del sillón, permitiendo que Kise pudiese levantarse, mostrando semidesnudo cuerpo. — Kise quería un masaje — explica mientras el rubio se estiraba para hacer tronar sus articulaciones. De alguna forma el pelirrojo quiso justificarse puesto que las miradas indescriptibles de cada uno de los presentes causaban en él también cierta incomodidad, como un niño atrapado en plena travesura.

 

-Y ahora ya estoy mejor, gracias a Kagamicchi — anuncia con una sonrisa satisfecha en su rostro. — Buenos días a todos, pasen, pasen. Siéntanse como en su casa — tomó su playera y se la puso mientras comenzaba a moverse e ir directo a la cocina para ayudar al pelirrojo quien comenzaba a servir té. Ambos habían acomodado la sala de tal forma que pudieran caber todos los miembros del nuevo equipo, lograron “crear” una mesa lo suficientemente larga como para poder varios platillos y que todos pudiesen comer, arrodillados, pero cabían perfectamente y no habría problema alguno para poder desayunar y hablar con comodidad.

 

Por otro lado Kise estaba usando todo su autocontrol para lucir natural, querer demostrarle a Aomine que su presencia no le afectaba como antes. Aun así el nerviosismo le embargaba, de todas las presencias acumuladas en la sala era la de Aomine la que más relucía. No por ser un excelente jugador sino porque su cuerpo emanaba ira y, de alguna forma, el rubio la sentía palpable y le causaba miedo.

 

-Yo voy — Le susurra Kagami mientras le regala una sonrisa para tranquilizarlo entendía que su amigo aún no estaba listo para ir a atender a los visitantes, él también estaba nervioso, aunque por un motivo completamente diferente. Quizá no todos los presentes se habían percatado pero la mirada de Kuroko sobre su espalda era tan penetrante que Taiga se sentía expuesto, era como si el peli azul quisiera ver más allá de su piel y carne.

 

-Gracias — Kise no se avergonzó de reír aliviado al escuchar al pelirrojo, el estar un poco más en la cocina le ayudaría a tranquilizarse un poco antes de ir a la sala y ofrecer unos bocadillos. Los demás no decían nada, de forma inconsciente se mantenían atentos a la interacción de los otros dos.

 

-¡¿Por qué pienso que se ven muy bien juntos?! — No es que Hyûga fuera prejuicioso, ya había demostrado que aceptaba la relación que tenía su kohai con otro hombre, sin embargo no se hacía aún a la idea de que una pareja del mismo sexo pudiese verse… tan normal. Aun con la negación de la sociedad ante las parejas del mismo sexo, el capitán no podía ver de nada malo en ello, Kise y Kagami parecían disfrutar mucho de su interacción y eso era lo importante, ¿no?

 

-Aquí tienen. Kise en un momento traerá los bocadillos — comportarse de manera tan correcta no era una de las cualidades del pelirrojo pero si quería demostrar que era una buena luz entonces tenía que pulir los defectos que, según el rubio, compartía con el moreno. Entre ellas estaba la poca “amabilidad” que mostraba hacia sus visitantes. Empezar a ser cortés era un buen comienzo para demostrar que puede cambiar su actitud de acuerdo a la situación en la que se encuentre.

 

Decir que los miembros de Seirin estaban sorprendidos es decir muy poco, estaban completamente anonadados con la actitud que Kagami estaba tomando. Mientras que los de Touou comenzaban a sentirse incómodos, más por la notoria agresividad que Daiki plasmaba en su rostro, temían que su As en cualquier momento comenzara a atacar a todo el mundo. Y eso no ayudaba para nada a disminuir la tensión que estaba cayendo en el ambiente, los entrenadores y capitanes esperaban que en esta segunda reunión las cosas fueran mucho más amenas, contrario al primer encuentro, pero dolía ver que habían esperado demasiado. Más ambas estrellas.

 

Después de unos minutos Kise comenzó a servir a los “invitados” siempre intentando mantener una sonrisa en su rostro. Cuando llegó con Aomine le dio un pequeño cuenco que contenía pequeños trozos de manzana picados de forma cuadrada untados con miel y un poco de almendras. El moreno enarcó una ceja al ver que sólo era porción suficiente para una persona y, sin poderlo evitar, levantó su rostro para ver al rubio de forma interrogante. Kise al verse en la mira del moreno no pudo evitar sonrojarse sutilmente y el nerviosismo comenzaba a tomar control sobre él.

 

-Las… las manzanas son buenas para quitar el sueño. Te ves algo cansado así que… —Expresó con sincera preocupación. El rubio se relamió los labios para humedecerlos al sentirlos secos debido a sus alterados nervios, detalle que no pasó desapercibido por los azules ojos de Aomine. — Deberías comer algunas, Aominecchi… repondrás energías… —Kise quería moverse, alejarse de aquel lugar y poder salir de la mira del moreno, pero algo le impedía moverse e incitaba a esperar la reacción de Daiki quien no mostraba indicios de moverse o decir algo al rubio.

 

-¡Kise! ¡¿Has visto la hora que es?!... ¡Lárgate! — Gritó el pelirrojo rompiendo de manera definitiva el ambiente que había comenzado a formarse entre el rubio y el moreno. Ryôta respingó ante la declaración de Kagami y volteó a ver al reloj.

 

-¡Ah! ¡Voy a llegar tarde! — exclama un poco preocupado, acercándose a la cocina para dejar el delantal que se había puesto y corrió a la habitación de huéspedes. — ¡Kagamicchi! ¿¡Has visto mi camisa azul!? — Grita mientras comienza a ponerse un pantalón de vestir, tenía una sesión de prueba hoy para una empresa que comenzaría a sacar una línea de ropa para la primavera.

 

-¡Creo que la dejaste en mi habitación! — exclama mientras terminaba de servir diversos platillos en la improvisada mesa, no sabía que le gustaba a los miembros de Touou para desayunar por lo que hizo varios platillos, con ayuda de Kise, aptos para el desayuno.

 

El rubio se puso los zapatos y salió de la habitación para entrar a la del pelirrojo con mucha confianza, sus ojos ambarinos divisaron la prenda colgada en el closet de su amigo, su ceja se arqueó ante aquello ya que no recordaba cómo es que su camisa llegó a ese sitio siendo que él había acomodado la ropa después de plancharla. En fin, no tenía tiempo para pensar en trivialidades, tenía una cita de trabajo a la que llegar y si no quería que su representante comenzara a regañarle entonces tendría que apresurarse para llegar a tiempo. Su vestimenta no era muy “seria” pero daba a relucir porqué era un modelo profesional a pesar de su corta edad.

 

Su pantalón negro y su camisa azul oscuro le daban un aire maduro pero al mismo tiempo lograban hacer que desbordara sensualidad. La camisa se pegaba a su figura como una segunda piel, delineando cada curva y cada musculo marcado que tenía a causa de los entrenamientos al igual que el pantalón, este se ajustaba bien a su cadera, remarcando sus glúteos y sus largas piernas. Para Kise y muchos más, se veía simplemente perfecto. Salió del lugar y se aproximó a Taiga, quien terminaba de ponerle su almuerzo para que se lo llevara.

 

-¿Cómo me veo? — Kise no podía evitar ser algo vanidoso, gustaba de los halagos que le daban para sentirse completamente cómodo con las prendas que usaba. El pelirrojo le escaneo de arriba abajo, asintiendo cuando veía que la ropa era justa para este tipo de entrevistas, si bien él era un desastre organizando su ropa, sabía que para un trabajo siempre hay que ir lo más formal posible.

 

-¿Y la corbata? — Para el pelirrojo también era importante que Kise consiguiera el trabajo, ya que el dinero comenzaba a escasear a tal punto de que el rubio sólo podía comprarle la mitad de las hamburguesas que normalmente comía y eso era un asunto grave.

 

-No me gusta la corbata, además no me la sé poner — exclama en un puchero sin embargo en su mano izquierda traía una corbata de color amarillo, uno opaco ya que se vería ridículo si usaba la de un amarillo llamativo, según las creencias del rubio.

 

-Trae, sabes que tienes que ir presentable — le regañó en un gruñido mientras tomaba la corbata y comenzaba a ponérsela a un quieto rubio que aún mantenía el puchero.

 

-¡¿Es su novio o su mamá?!... Los miembros de Seirin no sabían qué pensar. Si bien sabían que una relación amorosa tenía sus conflictos y sus beneficios… no podían creer lo maternal que se veía Kagami haciendo ese tipo de cosas. Más que una esposa regañando al marido, parecía una madre que corregía la forma de vestir de su pequeño.

 

-Ya lo sé, pero no me gustan mucho las corbatas, siento que me ahorcan — se defiende mientras eleva un poco el cuello para que Kagami logre acomodarle bien aquella prenda.

 

-Listo, sólo será por unas horas, cuando termine la entrevista eres libre de aflojarla un poco — le exclama jalándole deliberadamente una mejilla en forma de reprensión. El rubio se quejó por la agresión, llorando infantilmente como siempre solía hacerlo. — Aquí está tu almuerzo, ahora vete que necesitamos que consigas ese trabajo — exclama con determinación, sus hamburguesas estaban en juego.

 

-Ya lo sé — el rubio sonrió divertido, sabía que si bien el pelirrojo tenía un interés en el trabajo por su comida, pero también era su forma de desearle suerte. Tomó su almuerzo y comenzó a salir. — Con su permiso, debo irme. No vemos al rato, Kagamicchi. Te llamaré cuando me den la noticia de si lo conseguí o no — promete antes de salir del departamento con alivio por no estar más en aquel lugar donde estaba el moreno pero también determinado a conseguir el empleo.

 

Cuando oyen la puerta cerrarse todo el encantamiento se rompe y el bullicio comienza a tomar su lugar. Era como si nunca hubiesen presenciado una escena “amorosa” entre el rubio y el pelirrojo. Kagami se acercó a su equipo y se sentó al lado de Kuroko, ignorando de forma olímpica la intensa mirada que éste le proporcionaba. Era algo incómodo pero podía soportarlo, al menos eso esperaba porque segundos después no sólo era su sombra quien le observaba sino también el moreno que no temía en demostrar que estaba completamente enojado con él, ¿razón? Simple. La familiaridad que Taiga demostró con Kise fue como un insulto para él, sentía el que pelirrojo le estaba restregando en la cara que podía estar con el rubio de una forma que el moreno nunca estaría.

 

 

Sin embargo, eso sólo causó más confusión en Daiki.

 

 

Admitía que al ver a Kise cerca de Kagami las ganas de plantarle un golpe al pelirrojo se le hicieron tentadoras, de nuevo. Empero al ver al rubio vestido de esa forma le sacó de combate por un largo tiempo. Sus ojos no pudieron evitar verle de arriba hacia abajo, devorando cada centímetro del formado cuerpo de Ryôta. De alguna forma el cosquilleo anterior volvió a su estómago y sentía que la sangre volvería a acumularse en su entrepierna. ¿Qué rayos era eso? ¿Su cuerpo estaba queriendo decir que le excitaba ver al rubio de esa manera? ¿Por qué?

 

Tenía ganas de jalarse los cabellos, azotar la frente contra algo sólido con la esperanza de que sus ideas se aclararan pero no lo haría, y menos frente a tanta gente. Aquella bomba de tiempo que comienza a acumularse en su interior está comenzando a llegar al límite, no sólo por las raras sensaciones que tenía a causa de ver o escuchar al rubio sino también por la ira carcomiéndole cada vez que ve al pelirrojo acercarse a Kise de forma confianzuda. El pecho se le oprime cada que los ve, la sangre corre frenética por sus venas y todo su cuerpo se tensa, incluso cuando es un chico de carácter explosivo podía controlarse, sin embargo temía perder el control en cualquier momento.

 

-Primero debemos escoger las alineaciones para los cuatro cuartos —Harasawa comenzó a explicar los puntos a tratar mientras desayunaban. Si no empezaban con esto cuanto antes jamás terminarían. —Debido a que Imayoshi y Susa están preparándose para los exámenes de la universidad quiero proponerles que les usemos al mínimo con el fin de que no afectemos sus estudios —explica con paciencia al equipo Seirin ya que, al contrario de Touou, todos sus miembros son de segundo y primer año. Aún no tienen que sufrir los exámenes de admisión, cosa diferente a los chicos de tercero.

 

-No hay problema con ello, podemos ponerlos en los dos últimos cuartos y permitirles un horario de entrenamiento menos exhaustivo para que puedan estudiar sin mucha presión —Riko respondió con una suave sonrisa, entendía la situación del otro equipo, además de que este torneo había nacido prácticamente de la nada, estaba segura que muchos de los otros equipos participantes tendrían el mismo problema. —Dejando de lado a Imayoshi-san y Susa-san por el momento… propongo que en los primeros cuartos usemos a Wakamatsu-kun, Izuki-kun, Sakurai-kun, Kagami-kun y a Kuroko-kun con la intención…

 

-¡Espera un momento! —Aomine volteó rápidamente para ver de manera penetrante a Aida, quien sintió un escalofrió recorrer su columna. — ¿Por qué tiene que empezar el idiota de Kagami? Yo soy mejor que él, debería ser yo quien iniciara el juego —en estos momentos el moreno sentía que estaba en un nivel de rivalidad más alto con Kagami, así que no toleraría que empezara él algo tan importante como lo es un partido de básquet, no cuando está muy seguro de que Kise lo estará viendo.

 

-¡¿A quién llamas idiota, Ahomine?! —Taiga se incorpora en un solo movimiento, viendo de manera enojada al moreno. ¿Por qué tenía que empezarle a agredir tan de repente?

 

-Tengo derecho a ser el primero en jugar —exclama encogiéndose de hombros. —Yo soy la primera luz de Tetsu, puedo jugar con él mejor de lo que tú podrías —aquellas palabras calaron de forma profunda en Kagami, recordándole el momento en que Kuroko afirmó que aún seguía queriendo a Aomine. No. No podía permitirle ser la luz de su sombra, no le daría la oportunidad de que aquel lazo roto volviera a construirse.

 

-¡Que hayas sido el primero no tiene nada que ver…!

 

- Puede que Aomine-kun tenga razón, quizá los dos junto a los otros tres podamos subir el marcador lo suficiente para evitar que nos alcancen —interrumpe Kuroko, dejando callados a la mayoría de los presentes. Kagami sintió como si le diesen una fuerte patada en el estómago, sacándole todo el aire, impidiéndole respirar con normalidad e incapacitándole para hablar.

 

En estos momentos Kuroko no estaba pensando con claridad. Los celos le cegaban y si bien él no era agresivo como lo es Aomine o Kagami, sabe sacar su enojo mediante palabras que no hacen notar su rabia debido a la inexpresión de su rostro, así que ignoraba el daño que estaba haciéndole a su actual luz, otra vez. Riko y Hyûga querían interrumpir aquel pensamiento, sin embargo no sabían que contestar ya que recordando los entrenamientos pasados, podían ver que Kagami no estaba en buena sincronización con Kuroko desde hace un tiempo. Si aplicaban su dúo de siempre en un torneo las probabilidades de que su juego afecte el curso del partido puede ser de forma negativa.

 

-Quizá tengas razón… —La entrenadora acunó su barbilla y comenzó a sopesar las posibilidades de cambiar su propuesta.

 

-¡Espera un momento! —Satsuki se incorporó un poco y chocó sus palmas con la improvisada mesa. —No se me hace justo que sólo por capricho de Aomine-kun tengamos que cambiar la formación, Tetsu-kun ha estado trabajando muy bien con Kagami-kun desde que iniciaron el año, es más que obvio que… —Su intuición advirtió de un peligro y era su deber evitarlo a cualquier costa, algo le advertía que si el curso de la discusión se iba por el camino actual terminarían desatando algo incontrolable.

 

-No, desde hace unas cuantas semanas que Kuroko y Kagami no han estado trabajando bien en equipo —interrumpe Hyûga cruzándose de brazos. —Quizá lo mejor sea hacer caso y…

 

-¡Eso no va a servir de nada! —Exclama Taiga completamente enfadado, ¿en verdad estaban considerando la idea de que Kuroko hiciera equipo con Aomine? No, él no iba a permitir tal cosa. — ¡Cualquiera podría vencer a Aomine y a Kuroko en un partido! ¡Ellos no son buenos jugando juntos!

 

-¿Qué dices? —Aomine también se incorpora para hacerle frente al pelirrojo, los demás también se paran pero sólo para prevenir que aquellos dos no llegaran al punto de los golpes. —Tetsu y yo hacemos mejor equipo que tú y él.

 

-No me hagas reír —una sonrisa torcida apareció en el rostro de Kagami, no iba a retroceder, no ahora. —No sabes trabajar en equipo. Es obvio que harás un desastre si te emparejan con Kuroko, lo único que causarás es que perdamos en el primer encuentro —estaba más que seguro de eso.

 

-¿Qué has dicho maldito? —Aomine tomó a Kagami del cuello de la camisa y lo jaló para que sus rostros quedaran cerca, ambas miradas desafiantes y fieras no daban atisbos de duda o retroceso. Wakamatsu y Teppei sostuvieron a cada uno con el objetivo de evitar alguna pelea. —Tetsu y yo podemos vencerte con cualquier persona que escojas.

 

-Entonces que así sea —Katsunori ya estaba harto de la actitud infantil de ambos. Si esto seguía así el equipo se iría a pique y entonces no habría forma de ganar ni de participar en este nuevo torneo. Por lo que decidió dar rienda suelta a los caprichos de ambos “niños”. —Kagami-kun escogerá a cualquier persona dentro o fuera del equipo para que sea su pareja mientras que tú, Aomine, junto a Kuroko-kun formarán un equipo. Si Kagami-kun gana el encuentro entonces será el quien inicie en los primeros cuartos, de ser tú el vencedor entonces el puesto te será otorgado sin problema, ¿Queda entendido?

 

-Me parece una buena idea. —Exclama el pelirrojo, teniendo muy en claro a quien le pediría ayuda. Esta era una oportunidad perfecta para comenzar a mostrar las mejorías que ambos habían tenido a causa de las prácticas y, también enseñarían a Aomine y Kuroko cuanto habían mejorado. El momento para mostrar que ambos son dignos rivales había llegado y el pelirrojo estaba dispuesto a ir por todo para demostrarle a Kuroko que su luz brillaba más que la del moreno.

 

-Será pan comido ¿verdad, Tetsu? —Aomine estaba muy confiando, no sólo tenía la oportunidad de hacer quedar mal a Kagami sino que le demostraría que aun con el pasar del tiempo él seguía siendo una luz más resplandeciente. Era cierto que no sabía trabajar en equipo pero con Kuroko era diferente, hay un lazo que aún no ha desaparecido por completo y que está dispuesto a usar con tal de hacer que Taiga coma el polvo de la derrota. No importaba a que compañero escogiera, nadie podía parar a Kuroko.

 

Aun después de todas las dificultades seguía siendo el sexto jugador fantasma, y nadie podía detenerle una vez que se perdía de vista. Eso, sumado a sus habilidades como prodigio le daban la suficiente seguridad para confiar en que el partido sería suyo. Kuroko sólo observó la interacción, no supo en qué momento esto se había complicado aún más, sin embargo ya no había camino atrás, no podía retroceder, lo hecho, hecho estaba y nadie podría cambiarlo.

 

-Entonces mañana competirán por el primer puesto y espero que después de esto puedan comportarse mejor y ayudar a que el equipo llegue a la victoria. El juego se llevará a cabo en la cancha cerca de Magi Burger a las 10 de la mañana, ¿entendido? —Katsunori vio cómo ambos asentían. El acuerdo estaba hecho, mañana se enfrentarían en un duelo que no sólo decidirá quien juega primero, sino quién es el mejor.

 

 

Notas finales:

Bueno. Espero sus criticas, amenazas, lindos comentarios (?) y de más uwu

LycanZero. Este es mi Face por quienes quieran agregarme. Solo dejen un inbox diciendo que pertenecen a AY y les acepto. Lo siento es que he tenido algunos pleitos con personas que no estan de acuerdo en lo que publico y por ende son eliminadas de mi face, por lo que procuro solo agregar  aquellas personas con las que sé comparto un gusto en común. 

 

AoKiLovers. Para quienes gusten de ver, leer y platicar con personas que son amantes del AoKi, esté grupo es para ustedes nwn

 

Sin más me despido.

Hasta la próxima.


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