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Fingiendo que no te amo. por LycanZero

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Notas del capitulo:

Después de mucho tiempo vuelvo a poner una actualización.

No daré los porqué de esto, de alguna forma sé que pueden sonar a excusas. Lo único que puedo decir es que actualizaré lo más pronto que pueda, que no le voy a dejar de lado y que llegará a su final.

 

Agradezco a Luppy, mi nueva beta y queridisima amiga por su ayuda con este capitulo.

Tenso. El ambiente estaba demasiado tenso. La presencia de ambas estrellas era demasiada para que los demás pudieran soportarla. El silencio sofocante sólo ponía a todos alerta, listos para intervenir en una posible pelea, aunque de todo corazón esperaban que no se suscitara ninguna. Ambos entrenadores habían hablado con Kagami y Aomine, advirtiendoles que si volvían a comportarse de forma violenta se les sancionaría con mucha más severidad y las consecuencias serían permanentes, sin embargo estaban comenzando a dudar del efecto que dicha amenaza había causado en ambos jóvenes. Las miradas que se lanzaban eran determinadas, retadoras.


 


 


Nadie se atrevía a hacer ruido alguno, ya que temían que al mínimo sonido ambos se arrojaran contra el otro. Harasawa seguía sin estar seguro de que el problema de Aomine hacía Kagami haya sido la pérdida del partido debido a que en encuentros anteriores, mucho antes de que aquel enfrentamiento se hubiese planeado, el moreno ya mostraba indicios de molestia cuando se encontraba con el pelirrojo. Ambos se retaban, se arrojaban advertencias que para él no tenían sentido por lo que aún no podía encontrar la causa principal del problema, de conocerla podría dar una solución más acertada a esta situación.


 


Que frustración. Aun siendo un adulto no podía darle una solución a algo tan sencillo como lo era una pelea entre adolescentes. Se decepcionaba de sí mismo.


 


Por otro lado, Riko se sentía impotente. Desde hace mucho notó que Kagami y Kuroko estaban desmoronándose por problemas que se negaban a compartir con sus superiores, dejando en claro la desconfianza que había hacía ellos y para empeorar las cosas, antes de siquiera pensar en una buena solución, surge este torneo de la nada donde se ven obligados a convivir con un equipo que consideran un gran rival, agravando la situación en vez de mejorarla.


 


Sinceramente, Aida había tenido la ligera esperanza de que la rivalidad «amistosa» entre Kagami y Aomine animara al primero, sin embargo ocurrió todo lo contrario. Tan inútil. Era como la entrenadora se sentía.


 


-¡Suficiente, idiotas! —Las rodillas le temblaban y, para ser sincero, estaba que moría de miedo pero no podía permitir que esos dos le intimidaran. Con rápidos movimientos los golpeó en la cabeza, haciendo que ambas estrellas se inclinaran y rompieran contacto visual. — ¡Si no dejan de comportarse como animales, los encadenaré y arrojaré al río! — Hyûga observaba como ambos chicos se sobaban la cabeza y comenzaban a farfullar cosas que no comprendía. Sentía que sus piernas se transformaban en grandes piezas de gelatina, así que ignoraba el motivo por el que aún pudiera mantenerse de pie, haciendo un intento de imponer su presencia.


 


-¡Maldito! —Daiki fue el único que se incorporó y acercó amenazante al capitán de Seirin, iba a regresarle el golpe y con creces. Ambos entrenadores se levantaron de inmediato, dispuestos a detener al moreno para que no cometiera otra locura, sin embargo se quedaron completamente quietos, sorprendidos de que Junpei le hiciera frente.


 


-Si no quieres que te golpee de nuevo, más te vale comportarte. —Muchos creerían que Hyûga era muy valiente como para enfrentarse a Daiki y no retroceder ante la amenazante figura, empero sucedía lo contrario. El capitán sabía que si movía un solo músculo caería de bruces en el suelo. —Estamos aquí para discutir qué haremos con ustedes. Te recuerdo que lo que tú y el idiota de Kagami hicieron no es algo que nos tenga muy contentos. —Pese a todo tenía que imponer su autoridad, no podían seguir en esta situación tan rígida. Torneo improvisado o no, tenían que aprender a trabajar en equipo y no iba a permitir que aquellos mocosos fueran un impedimento.


 


»Tengo el poder suficiente como para impedir que toques la cancha el tiempo que yo quiera. —Hyûga puso una mirada penetrante y desafiante, haciendo callar al moreno. —Deja de hacer tonterías y comienza a respetar a tus mayores. Estoy comenzando a cansarme de sus berrinches, si no quieres jugar con nosotros entonces puedes irte, la puerta es muy grande.


 


Aomine gruñó con molestia pero retrocedió un paso y tomó asiento nuevamente, desviando su mirada por completo. No era idiota, comprendía perfectamente la situación en la que estaba, así como entendía que su acción en el partido no fue muy profesional, por ende los entrenadores tenían todo el derecho de impedirle jugar, y aun sabiéndolo no puede evitar causar alboroto. Pero también estaba seguro de que no toda la culpa era suya, sino que Kagami tenía mucho que ver en esto, por entrometido. De saber que el pelirrojo iba a estar tan profundamente relacionado con Kise, entonces él mismo se hubiera apartado para no meterse en más líos, sin embargo ya era demasiado tarde. Ahora, gracias a Midorima, sabía lo que le pasaba y lo que sentía, por lo que ya no iba a correr como un cobarde.


 


Antes hubiese hecho todo lo necesario para no chocar con violencia contra Taiga, empero las cosas han cambiado. Sí, tenía claro que fue él quien mató toda posibilidad para estar con Kise pero eso no iba a detenerle, de alguna manera lograría no solo el perdón del rubio sino que también le dé una nueva oportunidad. Sinceramente no estaba muy seguro de si podrá lograr algo; sin embargo no iba a rendirse, pese a no tener nada de experiencia en el amor definitivamente no iba a arrojar la toalla sin luchar. Solo debía conseguir ayuda «profesional»  en estos temas para que le indique que hacer y cómo actuar; la idea solo le guió a una sola persona y eso le hizo bufar con molestia.


 


-Bien, comencemos la junta. — Riko se quedó bastante sorprendida al ver como Aomine retrocedía ante las palabras de Hyûga y tomaba asiento para poner en orden sus pensamientos, aligerando considerablemente el ambiente.


 


-Les prepararé un poco de té. — Kise se levantó de su sitio y se apresuró a llegar a la cocina. El cuerpo le temblaba y las manos le sudaban al verse liberado de la presión que había sido creada por Aomine y Kagami. Aún seguía sin comprender porque Daiki actuaba de esa forma tan agresiva con su amigo pelirrojo.


 


« ¿No serán celos? Estoy seguro de que son celos. Al menos yo reaccionaría así con Kuroko.». Esas tres simples oraciones resonaron en su cabeza, pero de forma inmediata deshecho la idea, eso no podía ser posible ya que Aomine no tenía sentimientos hacía él, ya estaba más que comprobado.


 


Kuroko por su parte se quedó quieto, atento a lo que estaba pasando alrededor pero al mismo tiempo luchando para contener sus sentimientos que deseaban salir y ser expresados, darse a conocer. Luego de escuchar la petición de Kise hacia su Kagami la mente le quedo en blanco para luego llenarse de infinitas imágenes indecorosas entre el rubio y su luz, comenzando a brotar un deseo en él de atacar a Ryôta. Si no fuera por la intervención de los otros miembros del equipo, Kuroko posiblemente hubiese perdido el control sobre sí mismo para arremeter contra el rubio. Su tensión pudo ser cubierta por una más potente causada entre el choque de Aomine con Kagami, y gracias a eso pensó en varias cosas y le quedaron concretas otras, como que Kise tenía una clara ventaja sobre él.


 


La relación entre esos dos quizá esté muy avanzada, mientras que él a causa de sus temores dio varios pasos hacia atrás, pero no debía retroceder más. Momoi tenía razón, ya no era momento de ocultarse ni de alejarse sin más, dando por perdida una pelea antes de siquiera haberla declarado, dando una victoria sencilla. Sabía lo que tenía que hacer, la lista estaba en su mente. Primero se disculparía con Kagami, en seguida le explicaría todo por muy patética que quedará su imagen justificándose por algo que ahora consideraba absurdo. Aun así, seguiría adelante, pues el pelirrojo tiene todo el derecho a saber la verdad.


 


Tercero, dependiendo de la respuesta de Taiga tomaría la decisión de cómo proseguir; aunque sinceramente se sentía confiado en que sería perdonado puesto que el pelirrojo no es de los que guarda rencores, al menos esperaba que con él no lo hiciera. Kagami es una persona amable y hasta cierto punto inocente. Sí, definitivamente conseguiría una oportunidad.


 


Kagami, a diferencia del moreno y de su sombra, era el más centrado de todos en el sentido de que tenía en claro que no podía reaccionar de forma agresiva otra vez, a menos que quisiera ser suspendido de forma definitiva del equipo y ese era un lujo que no estaba dispuesto a tomar. Quizá ahora no tenía ningún plan, pero estaba seguro de que si se mantenía a lado de Kuroko las posibilidades el estúpido de Aomine se reducirían considerablemente y él podría pensar en algo para quedarse con Tetsuya. Por ello no pudo evitar felicitarse a sí mismo cuando no reaccionó en contra del moreno, a pesar de que este le provocaba con la mirada.


 


La reunión se realizó sin ningún percance. Se hablaron de las asignaciones así como del uniforme a usar, muchos pensaron que se verían ante un nuevo debate, sin embargo Momoi no lo permitió. Había trabajado horas extra para terminar al menos cuatro uniformes y todos la felicitaron por ello. La tela era del tipo militar, solo que en vez de verde sus diferentes tonalidades eran grisáceas hasta casi llegar al blanco, con letras rojas estaban los nombres de ambas escuelas. Para deleite de Satsuki, los dos equipos ahora comenzaban a discutir el cambiar sus uniformes que usualmente usan por los que ahora se les estaba mostrando, alegrando  aún más a la chica. Puede que falle un poco en la cocina pero la costura, el corte y confección de ropa siempre se le ha dado bien.


 


-Es nuestra manager, así que nosotros tenemos más derecho a usarlos después. —Refutó Imayoshi con una sonrisa altanera en signo de victoria, sin embargo Mitobe negó y luego señalo a su equipo y asintió.


 


-Tiene razón. —Coincidió Koga ante el silencio de su amigo. —Tú vas a irte a la universidad y a nosotros aún nos queda un año. Tenemos más ventaja. —Señaló siendo apoyado por Izuki y el resto de los de segundo año.


 


-¿Cómo es que el tipo dijo eso si no abrió la boca para nada? —Exige saber Wakamatsu, alentando a su equipo a apoyarlo para tener definitivamente el uniforme para ellos.


 


La discusión se alargó un rato, pero al menos ya era más ameno, siendo Kuroko y Aomine los que guardaron completo silencio mientras que Kagami y Kise comentaban de vez en cuando. Todo termino llegando la noche, con la conclusión de que los de tercero jugarían solo el primer y último partido, mostrando así su confianza de que llegarían a las finales; como segundo punto, tanto Daiki como Taiga no jugarían el primer partido como amonestación a su conducta; y como último y tercer punto se decidió que Kagami jugará el primer y tercer cuarto mientras que Aomine participará en el segundo y último en cada partido. Todos pensaron en que el moreno se quejaría, pero solo hubo un ausente asentimiento de cabeza, todavía no era el momento de ponerse rebelde, aun cuando le costara trabajo iba a ser obediente y seguir al pie de la letra todas las instrucciones que le den sus mayores.


 


 


***************


 


-¿Qué traes entre manos, Dai-chan? —Una vez solos, Momoi se arriesgó a preguntar pues era posible que no obtuviera respuesta alguna o un cortante no te metas en mis asuntos por parte de su amigo. Pero no podía evitar cuestionarlo, de todas las personas que rodeaban al moreno, Satsuki era la que mejor le conocía y que estaba consciente de que Daiki era un grandísimo idiota en cuanto a sentimientos, testarudo en sus ideas e infantil cuando no se cumplen sus caprichos.


 


Sin embargo también era consciente de que tenía grandes virtudes que opacaban en gran medida algunos de sus defectos, por ejemplo cuando comete algún error procura en arreglarlo dejando la disculpa como su última opción, si quiere algo se aferra a ello hasta conseguirlo, muy pocas veces lo ha visto tomar atajos, si Satsuki contara esas ocasiones solo mostraría dos dedos, y como último su sinceridad en decir las cosas, muchos pueden pensar que su forma es muy hostil y con nula consideración por los demás, pero cuando eso pasa significa que la persona a la que se lo dice le importa mucho, ya que al mostrarle lo grave de la situación, sin rodeos, le hará ver que tiene que seguir adelante y encontrar una solución rápido. Esa era su extraña manera de animar a las personas que quiere, muy a su ruda manera.


 


-¿Cómo se arregla un problema que uno provoca pero que no sabe cómo lo hizo o cómo lo causó? —Satsuki se quedó un momento en silencio, intentando descifrar qué es lo que quería decir su amigo exactamente con esa enredada pregunta. Separando las partes pudo darse cuenta de que estaba claro que Aomine ya se percató de que provoco algo pero, como todo buen idiota, no lo identificó de forma inmediata, sino hasta que ya era demasiado tarde para arreglarlo con algo sencillo.


 


-¿Disculpándose? —Tanteo. Satsuki quería ayudar, realmente deseaba que su amigo pudiera dejar de mortificarse, sin embargo no estaba muy segura de que estaba hablando, tenía una idea con una alta probabilidad de ser cierta pero debía tener la afirmación de su amigo para poder dar una opción mejor a Daiki.


 


-No creo que esa sea la solución esta vez, Satsuki. —Negó lentamente con la cabeza. —Al menos no con Kise. —La chica tuvo que taparse la boca para evitar que un fuerte grito emocionado saliera de su boca, estaba pasando lo que, de alguna forma, creyó tardaría mucho en suceder.


 


-¡Ya entraste en razón, Dai-chan! —Dio un pequeño brinco emocionado, sin embargo se guardó sus demás comentarios cuando se percató de que su amigo estaba frunciendo el ceño. Aun siendo un momento de una gran revelación, no podía tantear tanto su suerte.


 


-Gracias, Satsuki. —Desvió la mirada justo cuando soltó aquellas palabras. Había sido un desconsiderado con su amiga, que lo único que buscaba es que estuviera bien. —Por todo, incluso por lo de Midorima. —Pronunciar su nombre causaba un amargo sabor en su boca, sabía que en parte era por su orgullo herido. No podía creer que la intervención de aquel tipo fuera crucial para poder entender sus desordenados sentimientos, no fue de su agrado el saber que su amiga decidió que él era la mejor opción pero lo fue, así de sencillo. No tenía caso hacer rabietas por algo que ya había pasado y le había servido, mucho.


 


La chica sonrió enormemente, no pudiendo evitar arrojarse a abrazar a su amigo. Sus ojos brillaban de infinita alegría y el rosado de las mejillas mostraba que pese a su felicidad también estaba avergonzada por las cortas pero sinceras palabras del moreno. Había valido la pena los problemas y las pequeñas malinterpretaciones que este había contemplado, aunque sabía que solo fue el primer paso ya que el daño era bastante severo como para que, como dijo Daiki, una simple disculpa lo arreglara todo.


 


-¿Todavía no hay una idea de cómo arreglar esto? —Sorprendentemente el moreno no le alejó, aunque tampoco respondió el abrazo. Aunque eso a Momoi no le molesto, ya sería mucho milagro si Aomine correspondiera a su gesto.


 


-No te estaría pidiendo ayuda si ya tuviera una solución, ¿no crees? —Frunció el entrecejo, buscando la mirada de la chica que, al notar la obviedad de la situación, solo se disculpó y sonrió con pena.


 


-Lo siento, me deje llevar por la emoción. —Carraspeo un poco y comenzó a caminar, con Aomine a su lado. —Primero que nada, dijiste que no sabías cómo habías causado el problema, ¿cierto? —El moreno asintió, si bien entendía que había hecho algo que hizo que el rubio no solo buscará consuelo en el pelirrojo sino que también pusiera distancia, aun no recordaba el qué. —Bueno, entonces tienes que comenzar por ese punto, al saber que hiciste sabrás lo que tienes que arreglar.


 


-No es fácil, siempre le he hecho comentarios sarcásticos o maldades a Kise, no sé en qué momento todo se… —Lo sabía, claro que sí. Un evento como ese no se olvida tan fácilmente, quizá lo enterró para no sentir culpa, curiosidad o sea lo que se tenga que sentir en esos momentos. Estaba claro el punto donde todo inició. —Se me declaro… tú me pateaste… —Daiki era lento para entender unas cosas, en algunas de las ocasiones necesitaba guía para comprender cuánto era dos más dos, pero cuando tenía la comprensión de sus acciones se le era más fácil trabajar sobre ello. — ¡Pero que idiota fui…!


 


Golpeó con su mano su frente, teniendo un claro recuerdo de aquel día. El rubio había esperado pacientemente la conclusión del entrenamiento de todos los de Touou para poderse quedar a solas con él. El nerviosismo fue claro, el rojo en sus mejillas, la mirada ansiosa… todo, todo comenzaba a tener sentido. Él lo había tomado como una broma, una reacción causada por el miedo, la incertidumbre de no saber que le estaba pasando a su cuerpo cuando escuchó las palabras salir de la boca de Kise provocaron una respuesta que ni siquiera estaba bien pensada. Fueron erráticos pensamientos formando una idea que ignoraba por completo el daño que causaba en el otro chico.


 


No podía justificarse, las sensaciones nuevas que sintió en aquel momento no eran una excusa que pudiera usarse para ir y pedir perdón. Las palabras que había dicho definitivamente causaron un gran daño en el rubio, un quiebre que aun no estaba muy seguro de como reparar. Pero estaba claro que todo se había desencadenado en ese momento, no solo por el golpe que le dio su amiga al día siguiente sino porque después de ello comenzaron sus malos días. Si bien la escena como tal no pasaba en su mente como recordatorio, inquietantes emociones aparecieron luego de ello. La ira de que alguien tocara de más al rubio, la molestia de la amena convivencia que este tenía con el pelirrojo, el sabor amargo en la boca y un fuerte dolor en el pecho cuando le comparó con Haizaki, como si una daga hubiese sido clavada con brutalidad.


 


No podía darle nombre a todas esas emociones, pero sabía que sí le preguntaba a Satsuki, esta le daría rápidamente las respuestas. Ella era la que más pendiente estaba de todo eso, quien le buscó ayuda y la que está dispuesta a apoyarle para que esto pudiera arreglarse. Aun así tenía que ser sincero consigo mismo, el daño estaba hecho y había un camino muy largo por delante si quería hacer que el rubio le diera un perdón que, quizá, no se merecía.


 


-Sí, lo fuiste. —Momoi no podía negarle ese hecho a su amigo, aunque este le viera de una manera furibunda. — ¿Qué? Es la verdad, Dai-chan.


 


-Gracias por los ánimos. —Respondió de forma sarcástica, con un tono hosco que daba a entender que no era necesario que le recordaran que había echado todo a perder a lo grande. —No va a hacer sencillo, pero necesito que Kise me perdone. —Sus ojos brillaban de una determinación pura, aquella que decía a Satsuki que su moreno amigo no iba a detenerse hasta cumplir con su objetivo. Sonrió satisfecha, quizá el perdón no sea fácil de conseguir y menos cuando se causó tanto daño al corazón, pero esperaba que Ryôta lograra perdonarlo en algún momento, pues si bien Daiki lo lastimó también estaba dispuesto a arreglar su error.


 


-Entonces~ ¿por qué quieres que te perdone? —Su voz y mirada picara hicieron que Daiki se tensara, pues la chica había tocado un punto que él aún estaba en proceso de aceptar, sin embargo Satsuki no desistiría, ella quería saber la respuesta, quería estar segura de que no era un mero capricho que después desaparecería. Su amigo no era así, pero una confirmación no le hacía daño a nadie.


 


-Porque le trate mal. —Aun así el moreno quería irse por la tangente, la vergüenza de decir algo que era nuevo para él evitaba que fuera sincero.


 


-Eh~… no sabes entonces. —La mirada de Momoi se oscureció un poco, mirando de forma sospechosa a su amigo, era la mirada que siempre le daba cuando este intentaba ocultar alguna de sus revistas porno.


 


-Claro que sí lo sé, idiota. —Refutó, su ceño volvía a fruncirse y sus mejillas se tiñeron de color rojo. No pudo soportar la mirada de la otra, así que desvió la suya y se rasco la cabeza, pasando a lado de Momoi y seguir con su camino. La joven protestó y empezó a seguirle, casi corriendo pues el otro había apresurado el paso, insistía en saber los motivos, deseaba que salieran de la boca del moreno.


 


-¡Puede que me guste! —Como era de esperarse, la paciencia Daiki se rompió después de tanta insistencia y su enojo le impulsó a decir aquellas palabras, si bien no confirmó nada, fue una respuesta bastante satisfactoria para su amiga. Entendía que esto de querer a alguien era algo nuevo para Aomine, sin embargo la posibilidad de que sintiera algo por Kise aumentaba aún más. Añadiendo lo que le contó Midorima pues, sencillamente, solo tenía que esperar a que su amigo estuviese seguro y por fin pudiera dar una respuesta positiva a los sentimientos de Kise.


 


-¿Qué vas a hacer? —Canturreó mientras daba brinquitos en su andar, sonriendo entusiasmada por cómo se veía el futuro entre Aomine y Kise.


 


-No tengo ni idea aun. —Contesto seguro, causando que su amiga trastabillara y por poco cayera al suelo. Su amigo había respondido con un orgullo que estaba fuera de lugar. —Pero algo tiene que ocurrírseme. —Sonrió con cierta prepotencia, como si estuviera a punto de jugar un gran partido contra un gran rival. La adrenalina recorría su cuerpo, haciéndole sentir un cosquilleo por todo el cuerpo. Algo iba a hacer, eso era definitivo.


 


No iba a dejar ir a Kise tan fácilmente.


 


 


***************


 


-Shin… ¡mng! —Takao se tapó la boca, silenciando un gemido estridente que estaba a punto de escapar de su boca. Sentía el ansia de su pareja, los dos dedos en su interior se movían con cierta energía, mostrando la desesperación del otro por entrar mientras la mano libre de Midorima ejercía cierta presión en el cuello, manteniendo el mensaje de que tenía el mando y el otro solo tenía que sucumbir a su deseo. Para Kazunari ese no era ningún problema, le encantaba dejar todo el trabajo a su tirador preferido ya que podía observar como aquel chico que parecía estoico con la demás gente, perdía el control cuando estaban solos. La lujuria se disparaba vertiginosamente en Midorima cuando comenzaba a ver a Takao con menos ropa.


 


El control se perdía casi por completo, ya no había paciencia ni mente fría para pensar las cosas. Shintarô se convertía en un depredador ansioso de comer a su presa, la cual se ofrecía tan mansamente. Él no había querido hacer nada de esto en un principio, pues los entrenamientos estaban siendo demasiado rigurosos como para que su pareja tuviera cansancio de más, pero Kazunari aprovechó que había entrado al baño para desnudarse, recostarse en la cama y dejar ligeramente abiertas las piernas. Espero pacientemente a que el joven de verdes cabellos entrará de nuevo a la habitación y le observará.


 


Midorima había quedado mudo al instante, su mirada recorrió lentamente el cuerpo, desde la sonrisa prepotente de su pareja hasta los glúteos que escondían el lugar que le hacía delirar. Sin ser muy consciente de sus actos, había humedecido sus labios con la lengua al mismo tiempo que se había acercado a la cama, sus manos se movieron por cuenta propia para quitar la estorbosa ropa y quedar en la misma situación que Kazunari, desnudo y abriendo las piernas del menor para acomodarse entre ellas.


 


Y ahora, ahí estaban, con Kazunari intentando no ser tan escandaloso mientras que Midorima empujaba los dedos en la estrecha entrada al mismo tiempo que su boca daba mordidas en la cara interna del muslo derecho, el cual era levantado ligeramente por el hombro de Shintarô.


 


-¿Por qué te callas? —Mordió con un poco más de fuerza, queriendo obligar al otro a alejar aquella mano que callaba los sonidos que tanto quería escuchar. Sin embargo Takao no respondió, solo se limitó a poner su otra mano sobre la que cubría su boca. —Kazunari. —Detuvo toda acción, reprendiendo al mencionado por no dar una respuesta clara. Estaban solos, sus padres ya habían avisado que llegaría hasta la tarde del siguiente día, no había razón para silenciarse.


 


-¡Shin-chan! —Repeló al ya no sentir las caricias el otro. —Tú dijiste que era muy ruidoso. —Después de darse cuenta de que su puchero no serviría para convencer al otro de seguir, tuvo que ser sincero. Sin embargo aquella confesión solo hizo que sus mejillas se pusieran aún más rojas, llegando incluso hasta las orejas, la mirada avergonzada veía a cualquier sitio menos a Midorima.


 


-Idiota. —Ambas manos, sin vendajes, tomaron las rojas mejillas y le movieron hasta que sus miradas se encontraron. Los verdes ojos aún brillaban con intenso deseo, sin embargo estaba un brillo que nadie más que Takao notaba, un cariño inmenso, un amor que no sabía si en algún momento se perdería o crecería pero que había decidido disfrutarlo en su presente. — No lo dije porque me molestara.


 


Kazunari tardó unos momentos en procesar la pequeña oración y Midorima no le presionó, sabía que su pareja podría descifrar lo que había dicho en unos segundos. Siempre era así. Se dedicó a besar el cuello, donde había una ligera marca rojiza a causa de su agarre, sus dedos volvieron a ser prisioneros en las estrechas paredes, se mantenían quietos, en la espera de algún movimiento por parte de Takao.


 


-Shintarô. —Se recrimino mentalmente al malentender la situación, si Midorima hubiese demostrado desagrado lo hubiera notado al instante. —Más. —Suplicó mientras sus brazos se movían para poder acariciar la ancha espalda y sus caderas se meneaban ansiosas. Ya no podía esperar ser tomado por Midorima.


 


Después de aquello todo se volvió algo borroso. Pues las atenciones de su pareja le hacían perder sus sentidos, mareándolo por el placer que sus labios provocaban cuando lo besaba de manera furiosa, consumiendo cada gota de oxígeno que tenía; por sus manos que tocaban puntos que le hacían poner la mente en blanco y por aquel miembro que entraba y salía sin descanso de su entrada, golpeando un punto que simplemente le hacía gritar el nombre de quien le estaba dando el más exquisito de los placeres. Sus manos se aferraron a los hombros con fuerza, pues sentía que flotaba y lo que menos quería era caerse. Sus piernas rodearon las caderas de Shintarô, provocando que las estocadas llegaran aún más dentro. Se perdió por completo a mitad del camino, no podía pensar, su voz solo suplicaba por más y mostraba cuánto le gustaba la rudeza con la que estaba siendo tratado.


 


Shintarô también se perdió de momento, las súplicas, los gemidos y sensuales movimientos de Kazunari le hacían abandonar el control increíblemente rápido. Aún no comprendía cómo es que aquel chico tenía ese poder sobre él pero tampoco le importaba. No había momento para pensar, su razón solo servía en estos momentos para no ser tan brusco y así evitar lastimar a Takao. Sus labios ya ardían por tanto beso, los sentía calientes e hinchados, pero eso no le detenía; las manos estaban sujetas a las caderas, obligando a su pareja a tener un ritmo errático, por no decir desenfrenado. Ambas pelvis chocaban sin cesar una y otra vez, sino fuera por los gemidos y gritos de Kazunari, Midorima podría jurar que se escucharía el choque de ambas pieles.


 


Sintió una corriente recorrer su espalda y acentuarse en su miembro, estaba llegando al límite pero no lo haría solo; una de sus manos tomó el falo de su pareja y comenzó a masturbarlo con frenesí, incitándolo a correrse al mismo tiempo que él. Las palabras no fueron necesarias, Takao con solo verle a los ojos comprendió lo que planeaba y no se negó a complacerlo. Con un ronco gemido, Midorima llegó al clímax y se permitió llenar a su pareja con su semen, mientras que Kazunari mojo la gran mano que cubría su miembro.


 


Las respiraciones aceleradas de ambos les impidieron hablar de momento, sin embargo Takao ya sabía la rutina. Una vez calmados, Midorima le daría un corto beso en los labios, saldría muy cuidadosamente de su interior e iría por unas toallas húmedas, calientes obviamente pues no quería que les diera un resfriado, después le pondría un bóxer limpio y le movería un momento al sillón que tenía cerca de la ventana, ya con las almohadas bien acomodadas para evitarle algún malestar; cambiaría rápidamente las sábanas por unas limpias y le recostaría nuevamente, cubriéndolo para evitar que pase frío.


 


-Shin-chan, te quiero conmigo. —Por último, el tirador se limpiaría y pondría también ropa interior antes de adentrarse a la cama. A Takao esa parte le enternecía, pues aun cuando podía ser algo frívolo, hosco o quisquilloso en la mayoría de las ocasiones, siempre que estaban solos podía ser consentido y cuidado con esmero. Más cuando tenían relaciones, debido a la brusquedad incontrolable de su Shin-chan, al final le trataba como si fuera a romperse en cualquier momento e incluso le abrazaba y daba suaves masajes en las caderas para que la incomodidad fuera mínima.


 


-Mañana no quiero quejas nanodayo. —Midorima se aseguraba que Takao tuviera siempre el rostro a la altura de su pecho mientras una de sus manos se mantenía sobre la negra cabellera, de esta manera evitaba que su burlona pareja viera su sonrojo. Perder el control sobre algo no era típico de Midorima Shintarô.


 


-No prometo nada. —No hacía falta elevar la mirada para saber que estaba avergonzado, podía sentirlo en su acelerado palpitar. —Pero podría considerarlo si mañana solo vamos caminando, no creo aguantar pedalear el carruaje real. —Exclamó con cierta burla, pero había cierta súplica en sus palabras. Pedalear con el dolor de cadera que tenía no iba a ser sano y estaba seguro que Shintarô se negaría a ser el chofer, aunque fuese un día.


 


-No es carruaje. —Refutó con cierta molestia, aun cuando sabía que era una estrategia del otro para irritarle, no podía evitar caer en la trampa. —Está bien, mañana iremos caminando. —Y tampoco podía evitar consentirlo, aunque esto jamás iba a admitirlo.


 


-Te quiero, Shin-chan. —Aun cuando sonaba escueta, sabía que la respuesta estaba ligada a la preocupación que su pareja sentía por él y eso le hacía malditamente feliz. La sonrisa aparecía en su rostro sin su permiso y era muy difícil hacerla desaparecer, ni siquiera dormido desaparecía. Era una felicidad tan pura que era inevitable no demostrarla.


 


-Duerme. —Midorima le presionó más contra su pecho, recargo la barbilla en los negros cabellos y suspiro, estaba muy avergonzado por la declaración que Kazunari había hecho sin tapujos con tanta sinceridad y alegría que le abrumaba. Su corazón latía de gozo, una sutil sonrisa surcaba sus labios y las mejillas se veían invadidas por un intenso color rojizo.


 


-Dulces sueños, Shin-chan. —Soltó una ligera risa y dio un beso en el pecho antes de acurrucarse mejor para permitir a su cuerpo descansar. Para Kazunari no era ningún problema el no escuchar una misma respuesta como la suya por parte de Shintarô, pues este no la diría a causa de su vergüenza. Es tan malditamente Tsundere que iba a ser capaz de morderse la lengua para no decir incoherencias provocadas por su nerviosismo.


 


No importaba. A Kazunari no le importaban las palabras porque podía notar las reacciones, el palpitar del corazón por sí solo delataba la emoción de su pareja, incluso podía imaginar la sonrisa que tenía en los labios, corta pero sincera. Solo una vez la había visto, cuando la curiosidad le hizo luchar con el agarre de la mano de Midorima para elevar la mirada y verle; fue algo curioso pero enternecedor. Una imagen que ponía en su mente cada que le expresaba sus sentimientos.


 


-Descansa, Kazunari. —Cuando Shintarô creía que ya estaba completamente dormido, comenzaba a acariciarle los cabellos y a dar cortos besos en las mejillas, mientras que su otra mano acariciaba la espalda de Takao de manera relajante, creando formas abstractas en ella. El pelinegro se daba el lujo de disfrutar de esas caricias por unos minutos, fingiendo dormir, pues aquellas atenciones eran como una especie de canción de cuna que le hacían perderse en algún momento y despertar al siguiente día con las energías renovadas. Burlonamente siempre le decía a Midorima que sus cariños le pasaban energía.


 


 


***************


 


Decir que Daiki pudo resolver el problema rápidamente es como asegurar que la tierra es cuadrada, o al menos esa es la forma de pensar de Satsuki. Si bien su amigo se dio cuenta de su error y de sus sentimientos, al menos en su mayoría, no había podido darle una solución definitiva. El tiempo había  transcurrido muy rápido, a tal punto de estar a un día de iniciar el famoso torneo de primavera, Harunoyoru. Y Daiki no ha tenido la oportunidad de hablar claramente con el rubio.


 


No porque no quisiera sino que hubo muchos inconvenientes y situaciones que se vinieron presentando a lo largo de los días que, de alguna forma, siempre evitaban que Aomine pudiera decir más de un hola, cosa que desconcertaba en cada ocasión al rubio.


 


Y por eso Daiki comenzaba a perder la paciencia.


 


Los entrenamientos fueron intensos y más emocionalmente para el moreno, quien tenía que reprimir su actitud en la mayoría de las veces pues no quería causar problemas que le sacaran del equipo, las reuniones fueron pocas y muy concisas, pues el resto del equipo no quería tentar demasiado su suerte y dejar que ambas estrellas convivieran por demasiado tiempo. Se sorprendieron del cambio de actitud de Daiki, pues se mostraba más tranquilo y participativo, si bien había momentos en los que protestaba o se oponía a algunas cosas no eran ya muy frecuentes estas situaciones. Pero eran acontecimientos demasiado aislados como para que alguien pudiese adivinar los “porqué” de dichas reacciones, solo Satsuki sabía el verdadero motivo tras la tranquila fachada de su amigo, así como también comprendía que estaba sobre los límites de su paciencia.


 


Se alegraba mucho de que Daiki no había tenido oportunidad de aclarar las cosas con Ryôta, no porque no quisiera una reconciliación sino que su amigo aún no tenía una idea clara de cómo abordar el tema de la disculpa y, si era muy positiva, tampoco la confesión en cuanto a los propios sentimientos. Satsuki temía que sí su amigo dejaba todo sobre marcha sin tener nada planeado, las cosas podrían descomponerse al punto de que ya no se pudiera hacer cosa alguna para arreglar nada. Momoi debía pensar en algo para que las cosas tomaran un curso óptimo.


 


Lo primero sería extender lo mejor posible la paciencia de su amigo, después encontrar un plan sólido y sencillo que el idiota de Daiki pudiera seguir sin volver a echar a perder las cosas y por último encontrar un ambiente adecuado para dejar al moreno y al rubio solos, y así provocar una conversación en donde, esperaba, se pudieran arreglar las cosas. Sí, sencillo, se escuchaba demasiado sencillo en su cabeza pero entendía que hacerlo realidad iba a ser complicado. Suspiró cuando Aomine, exasperado por no ver al rubio de nuevo, arrojó el balón contra la pared, rebotando furiosamente y estampándose de lleno en la cara de Sakurai, quien se disculpó por frenar el curso del balón luego de recuperarse del golpe.


 


Definitivamente esto iba a ser difícil.


 


 


***************


 


Por otro lado Kise se metió de lleno en su nuevo trabajo, necesitaba el dinero, así que debería poner todo su empeño para que no fuera primera y única vez que le contrataran. Y debido a ello junto con los entrenamientos, el tiempo que pasaba en casa de Kagami era muy poco, por no decir nulo, y eso de alguna manera le inquietaba. Algo dentro de él le decía que el ya no estar cerca le estaba haciendo perder algo importante, aunque no estaba seguro de que era, pero era un sentimiento demasiado molesto que en ocasiones le metía en problemas con el fotógrafo, pues al estar distraído no podía complacerle en las poses indicadas para las revistas.


 


Pese a que podía comunicarse con Kagami por medio del celular, sentía que no era suficiente. El pelirrojo siempre le aseguraba que no había pasado nada nuevo, además de que Aomine estaba comportándose demasiado bien, era lo único que resaltaba a ojos de Taiga en cuanto a curiosos acontecimientos. Para Kise eso no era suficiente, su instinto le insistía en que había algo más. Una inquietud que no le ayudaba a concentrarse y que le perturbaba por las noches, la frustración de no saber que era solo iba en aumento con el pasar de los días.


 


-¡Contesta, idiota! —Kasamatsu había sido demasiado paciente, le dio tres segundos para que reaccionara por cuenta propia, pero Ryôta no había respondido como era debido así que se había ganado con creces el fuerte golpe en la cabeza, un buen coscorrón siempre despertaba a cualquiera.


 


-¡Eso duele, senpai! —De no ser por sus increíbles reflejos ya estuviera en el suelo. Estaba tan adentrado en sus pensamientos que se había olvidado por completo que Kasamatsu seguía a su lado.


 


-¡Es tu culpa por no ponerme atención, idiota! —Se acomodó su bolso en su hombro y siguió su camino hacia la salida del instituto. El entrenamiento había terminado, así que se merecía un buen descanso, además no estaba de muy buen humor. Debido al maldito festival improvisado no ha podido ver a Izuki en varios días y eso le afectaba, ya que se había acostumbrado a convivir con su pareja casi todos los días. Shun le hablaba en la noche pero no era suficiente, tenía que tocarlo, besarlo, abrazarlo.


 


-¿Le pasa algo senpai? —Ahora el ignorado era Kise, quien se estaba esforzando para poderle pedir mil disculpas a Yukio pero este  parecía perdido en su propio mundo.


 


-¡Nada! —Caminó deprisa, no quería que el rubio viera sus mejillas rojas. Quería a Shun, de eso no había duda alguna pero tampoco era común para él comportarse como un adolescente enamorado, estaba exagerando las cosas y haciendo un berrinche solo porque no había visto a su novio, ¿Qué clase de senpai era mostrando ese tipo de actitudes?


 


-¡Moh~! ¿Y ahora porque se enoja? —Kise infló sus mejillas y apresuró el paso para alcanzar a Kasamatsu, no comprendía la actitud tan errática de este. Su senpai es alguien serio, centrado y algo explosivo cuando la situación lo ameritaba, sin embargo en estos momentos la actitud que mostraba no era propia de él, definitivamente algo estaba pasando.


 


-Por nada, idiota. —Masculló bajando la cabeza, el calor en sus mejillas no desaparecía.


 


-¡Espere, senpai, tengo que hablar con usted! —Ryôta le sujetó del hombro una vez logró alcanzarlo, Yukio prácticamente había corrido.


 


-¿De qué? —Estaba volviendo a tomar el control de sí mismo, así que esperaba que el rubor hubiese desaparecido.


 


-He estado inquieto. —Confesó alejando poco a poco su mano del hombro del otro chico. —Tengo mi trabajo, la escuela y los entrenamientos… así que han pasado varios días desde que no he ido a casa de Taiga, al principio estaba bien pues así no tenía que ver a Aominecchi cuando fueran las reuniones pero… últimamente no puedo dormir… siento que debo ir a ver cómo están las cosas…


 


-¿Kagami te ha dicho algo? —El ambiente se volvió serio y Kasamatsu puso más atención a la situación.


 


-No, me dice que todo está tranquilo, que incluso Aominecchi ya no ha dado problemas. —Aun así aquel sentimiento persistía. Sabía que él no tenía que hacer nada en aquel equipo recién formado, que Aomine no se enamoraría de él solo por estarlo viendo entrenar.


 


-Sí todo está bien entonces ¿de qué te preocupas? —Shun le había comentado que Daiki trabajaba perfectamente con todos los miembros del equipo incluyendo a Kagami, al menos en cierta medida ya que los entrenadores buscaban que interactuaran lo menos posible, pues no querían presenciar otra pelea.


 


-Eso es lo que no sé. —Admitió abatido. Ha pensado mucho las cosas desde el momento en el que aquella inquietud apareció, pero no podía dar una respuesta clara.


 


Después de la reunión donde Hyûga le había puesto un ultimátum tanto a Kagami como Aomine, sintió que algo había cambiado. Quizá era su imaginación que le quería jugar con sus sentimientos o la esperanza de un corazón resquebrajado lo que le hacía ver cosas, en varias ocasiones podía jurar que el moreno intentaba decirle algo, no sabía con exactitud qué era pero cada que este se acercaba sentía un aura diferente, no era hostil ni despreocupada, contenía un cierto grado de seriedad, sin embargo cada que se intentaba entablar una conversación pasaban sucesos que cortaban de tajo el ambiente.


 


-¿Es por Aomine? —No comprendía muy bien la actitud de su kohai, se supone que ya no quería acercarse al moreno, que solo se centraría en verlo como un rival más.


 


Ryôta abrió los ojos en desmesura para demostrar su sorpresa de verse descubierto, luego desvió la mirada. Comprendía el desconcierto de su amigo, él varias veces intentó convencerse así mismo de que no había razón de buscar ser algo más en la vida de Aomine, que se conformaría con ser un rival digno, pero su corazón sigue demostrando su desacuerdo. Aun en las noches cuando sueña con Daiki el cuerpo le hormiguea y un fuerte mariposeo se acentúa en su estómago provocando un abrupto despertar, cuando lo ve el nerviosismo lo envuelve y solo le queda luchar para no sonrojarse. Era tan fácil declarar que ya no buscaría su amor pero ¿Cómo hacer desaparecer ese sentimiento?


 


-Una vez… Taiga me dijo que Aominecchi podía… quizá… —Esto también era culpa de Kagami, si el pelirrojo no le hubiera dicho que había posibilidad de poner al moreno celoso sus ideas no estarían hechas un caos. —Es que no lo sé. —Declaró finalmente, siéndole imposible el admitir algo que Taiga mencionó con una gran y seria seguridad.


 


-Yo menos sino te explicas. —Presiono un poco, no podía engañarse, también deseaba saber que le había dicho el pelirrojo. Estaba seguro que fue algo importante, crucial para este momento, de no ser así su kohai no estaría así de distraído y con los pensamientos más allá de la estratosfera. —Anda, vamos allá. —Le señalo una pequeña cafetería ubicada en la esquina.


 


Ryôta no pudo poner objeción alguna, hoy era su día libre en el trabajo, así que no había presión alguna para salir corriendo por lo que siguió mansamente a su superior. No estaba seguro de si podría contar todo sin un torpe tartamudeo, pero Kasamatsu había sido un gran confidente y un excelente consejero, él más que nadie tenía a derecho a saber lo que estaba pasando y quizá podría recibir a cambio un buen consejo que le ayudara a arreglar sus ideas, disipar sus dudas y tomar una decisión concreta.


 


-Ahora sí, cuéntame todo. —Para evitar llamar la atención, Yukio escogió una mesa retirada, casi pegada a la esquina donde había poca luz, de esa manera prevenía que alguien reconociera por completo a Kise y por ende platicar tranquilos.


 


-Taiga me dijo que Aominecchi podría estar celoso. —Lo dijo muy rápido y con un tono bajo, el solo recordarlo provocaba un acelerado palpitar, llenándolo de entusiasmo y avivando la esperanza. Las sensaciones eran abrumadoras y le asustaban, no quería falsas ilusiones.


 


-Oh. —Fue lo primero que pudo mencionar Kasamatsu una vez logró procesar lo dicho por Kise, esperaba cualquier cosa menos eso. Con el tiempo comprendió que Kagami podía llegar a ser torpe en ocasiones, despistado en otras e inocente en algunas, sin embargo también pudo ver que era alguien que observa, analiza y dice las cosas tal cual son. Pocas eran las personas que podían decir las cosas de una forma tan sincera, por lo mismo aprendió a no tomar a la ligera las declaraciones de Kagami, más si estas involucraban un asunto serio.


 


-Esa no era la respuesta que buscaba. —Después de un silencio prolongado, el rubio se atrevió a hablar.


 


-Ha decir verdad no esperaba ese tipo de comentario. —Admitió, tomándose un momento para pensar, mientras veía la carta dada por una camarera. Pidió un café negro y una pieza de pan, contrario a su acompañante que ordenó una malteada de chocolate y una rebanada de una tarta de fresa. —Vas a enfermarte del estómago. —Sentenció. —Pero volviendo al asunto… ¿Qué piensas tú de lo que dijo Kagami?


 


-Que es una locura. —No dudo en responder, la respuesta salió de forma automática. —Aominecchi fue claro cuando le exprese mis sentimientos… no soy de su tipo. —Y aun dolía admitirlo.


 


-Entonces, si no eres su “tipo”, ¿por qué te mortificas?


 


-En los días… después de la última discusión de Aominecchi con Taiga… —Espero a que les dejaran las órdenes en la mesa, agradeció y observó a la chica alejarse antes de continuar. —He sentido que quiere decirme algo, no sé cómo explicarlo pero… cada que me saludaba… sentía que había algo más que quería hacer y cuando siento que voy a saber que es… —De solo recordar todas las intervenciones por parte de ambos equipos se llenaba de completa frustración, es como si fueran a darle algo importante y esto se le resbalara entre las manos como si fuera agua. —Luego recuerdo lo que me dijo Taiga…


 


-Y comienzas a tener miles de ideas con respecto a lo que puede ser lo que Aomine quiere decirte, ¿no? —Kasamatsu no estaba muy seguro de si era una buena idea averiguar lo que el moreno quería decir, quizá solo era una disculpa o una queja y el rubio ya comenzaba a crear un mar de ideas. —Sabes que no puedes hacerte muchas ilusiones, ¿cierto? —Quizá no sonaba esperanzador o no era lo que su kohai quería escuchar pero no podía mentirle, lo que menos deseaba es que el rubio volviera a deprimirse.


 


-Lo sé. —Pero aun así no podía evitar sentir la esperanza, la inquietud de saber qué es lo que Daiki quería decirle. —Tengo que hablar con él, senpai. —Y eso no estaba a discusión.


 


Yukio no podía hacer otra cosa más que ofrecerle su apoyo y rogar porque Ryôta no fuera herido nuevamente.


 


 


***************


 


A pesar de ser un festival improvisado, había bastante gente que comenzaba a entrar al gran estadio de Tokio, todos curiosos de saber cómo iba a ser la dinámica de tan improvisado evento. Algunos estudiantes sabían que las cosas no iban a ser fáciles, pues varios equipos no lograban hacer de lado sus diferencias y estaban muy lejos de ser un equipo, esto fácilmente podría repercutir en su desempeño, haciendo que no pasen de las primeras eliminatorias. Sin embargo así como había equipos que no pudieron llevarse bien, había algunos que lograron crear una forma de juego que acoplara ambos estilos, quizá no había completa confianza pero sí la suficiente para fijarse el objetivo de ganar. Torneo de prueba o no, todos iban a por la victoria.


 


-Seremos el segundo equipo en jugar. —Kazunari se dirigía a los vestuarios  con las manos entrelazadas atrás de su cabeza, no estaba muy entusiasmado con esto sin embargo sabía que era un deber hacerlo, el nombre de su escuela estaba en juego.


 


-Acabaremos rápido con ellos nanodayo. —No era el único, Shintarô también mostraba un cierto descontento por la situación, no por la forma en la que se estaba dando el torneo, a final de cuentas esto puede añadirse a su experiencia pero había un detalle que le desagradaba en demasía.


 


-¡Ah! ¡Kazu-chan! —La pareja se tensó al reconocer la voz. Shintarô se llenó de forma inmediata de una enorme ira mientras que Kazunari comenzó a sentir escalofrío, había algo en la manera en la que ese tipo le llamaba que no le terminaba por agradar.


 


-Ya te he dicho que lo llames Takao, Tsugawa. —Midorima agradecía que su amuleto en ese momento fuera una esponja de baño, así no corría el riesgo de romperla como sucedió en algunas ocasiones pasadas, por culpa del tipo que se les estaba acercando.


 


-Kazu-chan suena más bonito. —Tsugawa Tomoki es un escolta del equipo de baloncesto del instituto Seiho, quien gusta de molestar a Midorima y coquetear con Kazunari, aun cuando este busca repelerlo lo más posible. Tomoki tiene un gran rencor contra Shintarô por el simple hecho de ser uno de los miembros de la Generación de los Milagros. Desde que juntaron ambos equipos, Tsugawa demostró su desagrado por trabajar con Midorima y este correspondió al mismo hecho. El resto de los equipos forzaron a ambos a cooperar por la victoria y por su orgullo, pues ambas instituciones son nombradas como Reyes de Tokio y tenían que enaltecer dicho título.


 


-Pero a mí no me gusta. —Takao intentó llevarse bien con todos por el bien del equipo, pero Tsugawa era un asunto a parte, el tipo era molesto y gustaba de alterar los nervios de Midorima, quien siempre luchaba por mantener el control. Sin embargo en poco tiempo Tomoki descubrió que Shintarô y Kazunari eran “muy buenos amigos”, por lo que decidió atacar desde otro ángulo, cosa que estaba funcionando. —Así que agradecería que dejaras de llamarme así. —Midorima no lo demostraba enfrente de los demás, pero estaba claro que deseaba desaparecer a Tomoki, no solo por la cercanía que estaba teniendo con Takao, sino que este le confesó que le causaba escalofríos y eso solo alimentaba un instinto protector que Shintarô desconocía que tenía.


 


-No, ya saben que disfruto de ver como logro hacer enojar a los demás. —Para el colmo, tanto Tsugawa como Midorima eran escoltas, por lo que se avivaba más su rivalidad, además de que la base de Seiho es uno de tercer grado, por lo que su participación es casi nula. Forzando a Kazunari a convivir en la cancha con Tomoki.


 


 


***************


 


Por otro lado, tanto Seirin como Touou estaban buscando un lugar donde poder ver los partidos, pues serían los quintos en jugar. Había sido difícil para ambos entrenadores y capitanes, pero por fin habían logrado tener un estilo de juego que hiciera convivir a la mayoría de los miembros, puesto que tres aún mostraban dificultades. Sorprendentemente Kuroko congeniaba a la perfección con Aomine aun después de la derrota que tuvieron anteriormente; con Kagami había pases decentes pero algunos aun con errores.


 


Esto despertaba cierto temor en el pelirrojo, pues creyó que su victoria con Kise iba a hacer que su sombra notara que era un buen jugador y que si volvían a trabajar juntos podrían obtener el primer lugar en el torneo, pero los resultados que tuvo no fueron los esperados. Notaba a Tetsuya distraído, incapaz de concentrarse en la estrategia que Riko les enseñaba, esto le ganó varios golpes y castigos a su pobre sombra. Cuando jugaban juntos podía notar cierto nerviosismo en Kuroko, haciendo sus movimientos torpes y fáciles de predecir; contrario con Aomine, pues con él había un grado de concentración más decente que hacia los pases sencillos, fluidos y sin errores. Kagami sentía que estaba perdiendo terreno y no sabía cómo arreglarlo.


 


Pero su idea era totalmente equivocada, si había errores que el sexto hombre fantasma cometía pero no era porque no le gustara jugar con Kagami, al contrario, su sola presencia volvía sus piernas débiles, sus manos temblaban y su corazón palpitaba con un agitado acelerar, repercutiendo en su desempeño con el equipo. Intento hablar con el pelirrojo varias veces, pero los entrenamientos evitaron tal cosa además de que también dudaba de los discursos que había hecho, de alguna manera no se quedaba conforme con los resultados que sus letras plasmaban.


 


Eso, más que los entrenadores querían aprovechar al máximo las capacidades físicas de cada jugador y que ambas estrellas no estuvieran peleando. Cuando ya había la oportunidad de poder platicar estaba tan cansado que hasta mover la mandíbula le dolía. Los entrenamientos de Riko eran agotadores, pero juntándolos con los ejercicios del entrenador Harasawa eran casi asesinos, pocos lograban pararse en cuestión de minutos para irse, la mayoría descansaba en el fresco suelo antes de levantarse y emprender el viaje a sus casas.


 


Sin embargo Kuroko no se daría por vencido tan fácilmente.


 


 


***************


 


En algún punto del camino, Aomine logró separarse del grupo e ir en busca de un jugo. Estaba frustrado de muchas maneras, incluyendo la sexual, por lo que no se encontraba de humor para estar aguantando los comentarios y regaños de los entrenadores, su buena conducta corría el riesgo de desaparecer en un parpadeo si permitía que su malhumor tomara el relevo, algo que no podía permitirse. A pesar de no haber tenido tal cual un avance con Kise, admitía que la situación estaba tomando un poco más de claridad con forme pasaban los días, pero su paciencia estaba a punto de romperse, necesitaba hablar con Ryôta lo antes posible.


 


Lo bueno de los agotadores entrenamientos y que el rubio tenía un trabajo es que ya no estaba conviviendo mucho con Kagami, sin embargo eso también disminuía cada vez más sus probabilidades de verlo y hablar con él. No tenía un plan, lo admitía. Ya estaba cansado de pensar en que rayos decirle, sabía que una disculpa no era suficiente, sin embargo tampoco estaba seguro de que cualquiera de sus esfuerzos diera un eficiente resultado. Prácticamente destruyó el corazón de Kise, lo golpeó hasta hacerlo polvo, ¿Cómo podía perdonar alguien eso? Aunque darse por vencido tampoco era una opción, no iba a rendirse sin dar pelea.


 


-Hola, Aominecchi. —Ryôta había dudado en ir a ver los partidos, saltarse clases y el entrenamiento podrían traer grandes consecuencias pero no ya no podía contenerse más, necesitaba apaciguar esa inquietud en su pecho, era de tomar el riesgo o nada.


 


-Kise… ¿Qué haces aquí? —Tardó unos segundos en reaccionar, no esperaba a que el rubio se acercara y le saludara.


 


-Bueno… quería ver los partidos… —Mintió, sus manos aferraban con fuerza la correa, esperando que no se notara su nerviosismo. Aun con todo lo que había pasado, Ryôta aún se emocionaba al ver al moreno, sentía incluso que el corazón se saldría de su pecho.


 


-¿Los partidos o a Bakagami? —No lo pensó, eso era obvio, sin embargo no pudo contener la ola de celos que golpeó su cuerpo, ni siquiera tenía planeado decir eso. Su boca actuó por cuenta propia. —Lo siento, no es de mi incumbencia. —Intentó restarle importancia, pero ya estaba dicho. Era mejor salir de ahí, Satsuki tenía razón en que no podía empeorar más las cosas, si bien quería hablar con Kise sentía que si lo hacía en estos momentos la situación no iba a mejorar para nada sino que terminaría por irse a pique. —Debo ir con los demás. —Se terminó su bebida, la arrojó al bote de basura y, con todo el dolor de su ego, emprendió la huida.


 


-¿¡Y eso a ti que te importa!? —Antes de que se fuera Ryôta le encaró, se había sorprendido por la pregunta, palabras dichas con un tono bastante enojado, eso le desconcertaba y la voz de Kagami empezó a rondar por su cabeza. No eran celos, a Aomine no le importaba lo que hiciera entonces… ¿Por qué?


 


-¿Ah? —Daiki se detuvo y observó la mirada furiosa del rubio, eso solo avivó más la llama de su propia ira, frunció el ceño y regreso dos pasos. —Por eso mismo me retracto. —Esto era lo que quería evitar, un enfrentamiento.


 


-Sí no es de tu incumbencia ¿Por qué lo preguntas? —No iba a quitar el dedo del renglón. — ¿O es que tengo que pedirte permiso para poder ver los partidos de Taiga? —Pico, no sabía de donde estaba sacando el valor ni las palabras para enfrentarse a Aomine, pero ya estaba cansado de esta incertidumbre.


 


-Entonces admites que vienes a ver al idiota. —Siseo, la bestia estaba a punto de ser liberada, ya no tenía cabeza para pensar con claridad. Los celos le estaban envolviendo como si fuera una boa.


 


-¿Y si es así que? —Volvió a retar, dando un paso al frente con la mirada altiva, demostrando que no se iba a amedrentar con la ira del moreno. Sin embargo retrocedió cuando este comenzó a caminar hacia él con la furia brillando en sus ojos azules. No se detuvo hasta que chocó contra la pared, cerrando los ojos cuando el puño de Aomine se estampo contra la pared arriba de su cabeza.


 


Cuando abrió los ojos, el rostro de Aomine estaba muy cerca del suyo, dejándolo paralizado, con el corazón latiendo muy rápido y con las mejillas comenzándose a teñir de rojo. Podía sentir el calor del otro, percibir su aroma y vergonzosamente eso él estaba excitando, jamás pensó tenerlo tan cerca. Quería tocarlo pero temía que eso desencadenara algo de lo que podría arrepentirse.


 


Mientras que Aomine estaba luchando con todo para no gritarle, el solo pensar de qué había ido solo por Kagami hacía que la sangre le hirviera. No pudo contenerse en acercarse y arrinconarlo al lado de la máquina expendedora, quería golpear a alguien pero no a Kise, a él ya no podía ponerle una mano encima.


 


-No te acerques más al idiota. —Exigió, las reacciones de Ryôta le parecían tan encantadoras que le desconcertaba, pues sabía que el rubio al ser modelo era considerado guapo pero en su mente la palabra tierno resaltaba mejor.


 


-No… no quiero… —Elevo la mirada, intentando mantenerse firme, ya no quería huir pero el estar aprisionado de esa forma le estaba haciendo flaquear. — ¿Por qué debería… ha… hacerte caso? —Sus pechos se tocaron, el moreno se había inclinado aún más, dejando completamente paralizado al rubio, quien podía sentir un hormigueo recorrer su cuerpo, haciéndolo temblar cuando el aliento del otro tocó su cara. Tan cerca estaban que podía percibir el fuerte aroma de la colonia que Aomine usaba, era picante pero al mismo tiempo embriagador, llenándose de un fuerte impulso de enterrar la nariz en el moreno cuello.


 


Deseaba empaparse del varonil aroma. Sin embargo aún tenía un poco de razón y era lo único que le detenía para no hacer una locura.


 


-Porque vas a hacer mío. —Eso era definitivo, no iba a dárselo a nadie.


 


Para el rubio fue una contestación inesperada, jamás pensada. Su mente entró en un conflicto, no estaba seguro de si esto era real o un maravilloso sueño que había creado. Al no saber qué responder, solo se quedo quieto y mordió momentáneamente su labio inferior expresando de forma palpable su nerviosismo. Sintió los labios secos, así que permitió a la punta de su lengua humedecerlos en un movimiento lento y tímido, conduciendo un paso más a Daiki al descontrol.


 


La imagen que sus ojos azules contemplaba era difícil de describir, su corazón también palpitaba con frenesí, sentía el sudor llegar a sus manos y su garganta reseca le impedía decir cualquier otra cosa. Estaba a punto de alejarse, darle espacio a Kise, pero solo bastó con el asomo de la rosada punta de la lengua para romper el delgado hilo que le mantenía en control. No se arrepentiría de su acción, desde que empezó a tener esos sueños con Ryôta venía anhelando inconscientemente esto. Y si era sincero, iba a ser mejor que cualquier sueño.


 


Poco a poco la distancia se iba cerrando, Kise sintió más fuerte la presión de su pecho contra el de Daiki, sus manos se atrevieron a tocar el vientre del moreno, queriendo empujar el cuerpo pero no encontrando la fuerza para hacerlo. Los segundos parecían minutos, el rubio sentía como el tiempo iba haciéndose más lento. Y después de una larga espera, ocurrió.


 


Una oleada de calor golpeó, haciendo que soltara un ahogado jadeo. Sintió la timidez de los morenos dedos tocar sus rubios cabellos, el agarre suave en su cintura y, por fin, sintiendo un sutil roce que provocaba un tenue ardor. El contacto comenzó suave, un lento recorrido de la húmeda lengua delineando los labios, insegura de seguir su camino, pero luego los movimientos fueron más firmes con un toque ansioso. Ryôta tembló de placer al sentir los dedos de Aomine tomando su mentón, un ligero movimiento hacia abajo hizo que su boca ofreciera una pequeña abertura.


 


 


Un beso.


 


 


Daiki aprovechó la pequeña oportunidad. Sintió los labios abrirle camino, profundizó el beso. De inmediato un sabor dulzón invadió sus papilas gustativas, tenía un toque de vainilla y crema pastelera, estaba seguro que Ryôta probó algún postre en el camino.


 


 


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