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Munr por BB Asmodeus

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II.

 

[+][+][+]

 

"Ya no puedo volver atrás.

Soy parte de este juego,

Que se juega con fuego."

-Thalía (Seducción).

 

[+][+][+]

 

 


 

 

La cama de su humano era demasiado pequeña para sostener a más de una identidad, por mucho tiempo. Esperó a que Hiccup durmiera profundamente, para dejarlo descansar en soledad.

Se escapó por la ventana, dirigiéndose a su percha en las alturas de la choza de la familia Haddock. La luna estaba llena.

Un nuevo tipo de canto se produjo de su ser, esta noche.

Toothless estaba vibrando de… elación.

Y cada nota de su interpretación vocal lo transmitió. La aflicción de las últimas noches ya no existía.

Sus adentros estaban que explotaban con este nuevo sentimiento que se formaba. Era una mezcla de emociones que el dragón jamás había experimentado. Una parte de su pecho ardía con adrenalina, con un fuego que no tenía nada que ver con sus bombas plasma. Simultáneamente, un sentido de plenitud lo llenaba. Un sentido de haber obtenido todo lo que necesitaría por el resto de su vida. Algo—Alguien, que Toothless no había sabido que necesitaba, para completar su espíritu.

Hiccup era parte de él, sí, lo había sabido previamente. Pero, Toothless no había imaginado de que tan profunda podría todavía llegar a ser su unión…

…Hasta que su alegría-amor-vida-fuego-aliento había sido extraído de su cascarón corpulento, expuesto a todos los que quisieran ver—Hasta que el mismo Toothless había presenciado su ser, siendo consumido por las llamas del alegría-vida-fuego-aliento de Hiccup.

Su canto terminó en un aullido de victoria. No le importó lo que los habitantes de Berk fueran a pensar de su mensaje. No podía guardarse esta dicha para sí.

Predeciblemente, Hiccup ni se movió. Cuando se encontraba realmente exhausto, su humano no podía ser levantado ni con sus rugidos.

Hiccup.

Con tan sólo pensar en el joven, las escamas de Toothless sentían cosquillas. Nada había sido igual desde que había desafiado al Dragón Alfa en nombre del humano. Una nueva comprensión había sido alcanzada desde aquel día: adoraba a su humano sin límites, más allá de sus tan marcadas diferencias físicas.

Cuando se asomó de regreso a la recámara de madera, el dragón se escurrió a la cercanía del único habitante, inhalando profundamente. Justo como la esencia de yerbas y vainilla que utilizaba Hiccup para retirar la suciedad, fue lo que captó con su sentido de olfato. A diferencia de las últimas semanas, no había rastro de Astrid en el humano. Ni siquiera en las sábanas.

Toothless sopló por su trompa, colocándola sobre el colchón. Contó las pecas adornando el rostro de su jinete. Cada vez menos, a pesar de la continua exposición al sol. La piel de Hiccup se había fortalecido con el tiempo.

Muchos aspectos de Hiccup, se habían fortalecido con el tiempo.

Deseando marcar al muchacho como Suyo-Suyo-Suyo, para dejarlo de una vez claro con todos los demás dragones de Berk, Toothless frotó su cabeza contra la de Hiccup. Suavemente. Sus feromonas se compartieron entre los dos, un aroma cítrico, pero dulce, solamente percibido para las narices más sofisticadas. Instintivamente, el rostro de su humano se recargó en el poder de su caricia, murmurando incoherencias entre sueños. Toothless esperaba que no tuviera pesadillas esta noche. Hiccup no lo merecía.

Las pesadillas solamente podían ser castigo de Toothless.

Tantas veces, a su humano le había gustado prometer "No permitiré que nada te suceda, amigo", siempre tan ignorante del daño que el dragón podía causar a otros. Hiccup había pagado caro por su ingenuidad. Por su fe ciega.

Toothless gimió con tristeza, enterrando su trompa en el hueco formado entre un hombro y el cuello de Hiccup.

Aun así, aun consciente de lo que sus acciones habían provocado, Toothless no podía dejar ir a esta singular criatura. Debería hacerlo, debería irse, convencer a uno de los amigos de Hiccup—o hasta a Valka—de colocarse el ala auto-pilota que guardaban para emergencias, y volar lejos de Berk. Debería permitirle a Hiccup hacer una vida completamente humana y segura. Astrid cuidaría bien de él…

Pero, no. Toothless no podía. No quería.

Nadie cuidaría a Hiccup tan bien como su dragón.

Y Hiccup era tan terco, de todas maneras, que no descansaría hasta encontrarlo, donde quiera que Toothless se escondiera. No entendería que todo lo que Toothless deseaba, era protegerlo de futuras perdidas. Hiccup siempre lo encontraba, al final.

Toothless parpadeó, percatándose de que su cuerpo estaba brillando, de nuevo.

Genial. Esta nueva habilidad no era todavía algo que Toothless podía controlar. Se sentía extrañamente… expuesto. No quería que todos los demás humanos se dieran cuenta de lo que su brillo significaba. Era algo privado. Sólo de Hiccup.

Se alejó del humano, antes de arriesgar despertarlo. Su corazón se tropezó bajo su grueso cuero escamoso, al ver una mano de Hiccup estirarse en su dirección, inútilmente queriendo atraerlo hacia sí, aun dormido.

-Tonto humano, nunca estaré lejos. Toothless apaciguó el pequeño cuerpo con un desliz de su cola.

Observó la cama del joven, detenidamente.

En el futuro, necesitarían un lecho más grande.

Sin embargo, por ahora, Toothless no tenía otra opción más que regresar a su cama de piedra, rostizándola, antes de acomodarse sobre ella.

Era demasiada fría, pero el dragón tendría que aguantarla. Por ahora.

Durmió por un rato, con dificultad, sus voces-emociones-miedos-sueños, no dejándolo tranquilo. Hiccup los llamaba pensamientos, pero Toothless los consideraba bichos en su cabeza, grillos, nunca callándose.

Justo al filo del amanecer, Toothless no pudo pretender descansar por un momento más. Observó el alba naciendo en el horizonte, y una gran idea lo atacó.

Echando un último vistazo hacia la figura durmiente, Toothless se marchó de la choza, un nuevo objetivo haciéndolo sonreír.

"Vaya, alguien está bastante feliz el día de hoy." Fue como Valka lo recibió en su ventana, afortunadamente tan despierta, como Toothless había esperado. Esta humana estaba acostumbrada a levantarse más temprano que cualquier otro vikingo. Ahora que era Alfa de su propia tribu, con mayor razón, se le podía encontrar deambulando el pueblo con determinación. Cuando Valka rascó su cabeza, Toothless gimió seducido, sospechando que tendría el apoyo de la mujer para ejecutar su plan. "¿Puedo suponer que mi hijo y tú, por fin, hicieron las paces, Toothless?"

Asintiendo con demasiado entusiasmo, Toothless lo confirmó, ganándose una carcajada de Valka.

"Más que hacer las paces, diría yo." Valka le guiñó un ojos, y Toothless bajó se mentón, algo abochornado. Ese gesto le recordaba a Hiccup. "Aw, no te apenes, pequeño dragón. No hay nada que temer. No encontrarás obstáculos de mi parte. Ahora dime, ¿en qué puedo ayudarte?"

Toothless nunca estuvo más aliviado de que Valka fuera toda una experta en lenguaje dragón—lamentablemente, a un nivel mucho más superior que su propio humano, pero Hiccup aprendería con el tiempo—así que entre gruñidos y gorgojos, compartió sus intenciones, adentrándose a la cocina de la choza de la mujer, energéticamente.

Retirando una manzana de su trompa, Valka sonrió. "Calma, calma, Toothless. ¡Destrozarás mi cocina y está recién construida!"

Pero, Toothless estaba muy ocupado robándose más fruta, de aquellas cajas de madera que los vikingos utilizaban para guardar su preciosa comida, como para hacerle caso.

Valka se miró obligada a jalarle la cola. "Toothless. Déjamelo a mí. Me encargaré de esto, no te preocupes." Con un dedo apuntando hacia una esquina de la cocina, la protectora de dragones demostró que tan vikinga podía ser. "Ahora, ve a sentarte allá, y espera a que esté todo listo."

Con orejas bajas, Toothless cedió. Aunque, secretamente, no tan intimidado. Admiraba el coraje de los Haddock. Era innegable.

Estaba preocupado de que Hiccup despertara antes de lo previsto, pero Valka no tardó mucho tiempo en juntar varios elementos de un desayuno humano—y no tan humano—dentro de una canasta. "Antes de que coma algo, oblígalo a tomar este té. Ayudará con la gigantesca resaca de este chiquillo." Valka sacudió un jarrón muy bien sellado en la dirección del dragón, prosiguiendo a meter la pócima misteriosa a la canasta. Toothless no sabía que era una resaca, pero los deseos de Valka eran órdenes. "Tengo justamente, algo del salmón de la otra noche—Te encantó, ¿cierto?"

Toothless comenzó a salivar. Salmón.

Valka volvió a reír con ímpetu. "Lo empacaré, entonces."

Cuando la canasta estuvo lista, Valka la cargó hasta donde Toothless esperaba. Extendió el objeto hacia su trompa, pero cuando los dientes del dragón estaban por posarse en la agarradera, Valka retrocedió. Su expresión facial era algo seria. Toothless esperó.

"Desearía que las cosa fueran más fáciles para ustedes dos, pero no lo serán. Toothless, por favor, sean cuidadosos. Tú, mejor que nadie, sabe qué tan voluble es el carácter de un vikingo. Habrán personas que no estarán de acuerdo con… tu unión… con mi hijo. Y esta vez, Stoick no estará aquí para frenarlas. Todos nosotros estaremos en una posición vulnerable."

Toothless bajó su mirada. Aventó un soplido. Valka tenía razón. Los humanos eran tan caprichosos. Les encantaba culpar a los dragones de sus desgracias. Todavía.

Pero, lucharía con el que se interpusiera en su camino. Nadie lo separaría de su Munr.

Reformando su compostura con nueva determinación, Toothless alzó su cabeza y su lomo, gruñendo ligeramente para demostrar su feroz opinión.

Valka acarició su frente. Dejó ir la canasta, comprendiendo su mensaje. Más palabras, no fueron necesitadas.

Cuando se escurrió de regreso a la choza, lo hizo justo a tiempo.

"¿Tooth'? ¿Dónde—" Un bostezo cortó su curiosidad. "—andabas, amigo?" Hiccup estaba sentado sobre la cama con sus brazos estirados al techo. Sus cabellos eran un desastre pelirrojo. "Ugh. Por Odín—Mi cabeza. Nunca haré eso de nuevo, lo juro…"

Toothless se introdujo a la habitación cuidadosamente, balanceando la enorme canasta con gracia. Hiccup lo miró con cejas fruncidas, todavía adormilado. Cuando el dragón colocó la canasta en el piso y lo empujó de regreso a la cama, el vikingo no se quejó, cayendo como un puño de hojas secas, a su comando.

"¿Qué traes ahí, chico?" Se levantó la cabecita del muchacho.

Toothless lo empujó de nuevo, añadiendo un gruñido de advertencia. Hiccup rio incrédulo.

"¿Qué es esto?" Fue lo primero que salió de su boca cuando se le fue ofrecido el jarrón de Valka. Toothless roló sus ojos. ¿En verdad, Hiccup tenía que cuestionar todo? Amaba hacer preguntas más que volar, en ocasiones. "Conozco este envase. Es de Ma', ¿verdad?"

Un resoplido. Después, Toothless sacó una manzana, dejándola caer en la cama. Prosiguió con el mismo procedimiento hasta que tuvo unas cuantas naranjas, una rodaja de pan, una mitad de queso, y su preciada ración de salmón crudo. No era ni cerca de la cantidad de pescado que Toothless usualmente desayunada, pero el salmón no dejaba de ser bien apreciado.

"¡Ugh!" Hiccup sacó su lengua exageradamente. Parecía que había tomado el primer sorbo de su té. "¡Sabe tan horripilante a como huele!" A pesar de sus quejas, el chico continuó tomando tragos de la infusión, su rostro torciéndose en expresiones inimaginables. "¡Uuuuuugh!" Por un momento, Hiccup lució a punto de vomitar, así que Toothless bajó su salmón a la seguridad del piso. "No puedo creer que lo estoy diciendo pero, prefiero pescado crudo, que esto…"

Toothless no pudo evitarlo: desnudó sus encías en una risa malévola.

"¡Oh, Ja, Ja!" Hiccup reaccionó de inmediato. Por un momento, todo indicó que le contra-atacaría verbalmente, pero fue entonces, que Hiccup se percató de la comida acomodada en su cama. Miró a su dragón, y a su colchón, con su ceño torcido. Pensando-Pensando-Pensando, como siempre. "Toothless…" Extrañamente, un color tan rojo como la bandera que Toothless vestía en la punta de su cola, invadió el rostro del humano. "Chico. ¿Trajiste esto para mí?"

El dragón alzó el salmón entero en su hocico, claramente indicando un "¡No sólo para ti!"

"No me refiero a eso—Quiero decir—Umm, olvídalo." Con ése raro murmullo, el humano ahogó su voz con más líquido. Sus mejillas redondas, estaban más rojas que las manzanas postradas a sus piernas. "…Gracias por el desayuno, Tooth'."

Toothless quería hacerle saber que no debía agradecerle. Proveerle a su Munr era su responsabilidad. A su Elegido nunca le debía faltar alimento, protección, atención, o compañía. No eran acciones que el mismo Hiccup dejaba pasar. Era justo que Toothless le fuera recíproco. Quería comunicarle esto y mucho más, y aunque Hiccup hacia su mejor esfuerzo en comprender su lenguaje corporal, todo tenía su límite.

No quedaba otra opción, más que mostrar sus deseos en acciones.

Después de tragarse su salmón, el dragón picoteó una naranja con su trompa, acercándola lentamente a la mano libre de su humano.

Hiccup no tomó la naranja, pero su sublime sonrisa le indicó que captó el significado de su ofrenda. Aquellos astutos dedos humanos fueron tramposos, mientras el dragón se distrajo. Aquellas armas se enredaron por debajo del mentón de Toothless cuando menos lo esperó, y comenzaron a rascar de aquella manera tan deliciosa—La mente de Toothless se blanqueó temporalmente, solamente pudiendo registrar intenso placer.

-Ooooooh.

"Je, je, ¿quién está riéndose ahora, muchachote?" Apenas logró escuchar a la distancia. "Oh. ¡Eres azul de nuevo!—Pero, me preguntó, me amarás por lo que soy realmente, ¿o sólo por mis poderosos dedos mágicos, eh?"

En ese momento, ni Toothless podía decidirlo.

Cuando la nube de delirante goce se fue esfumando, Toothless descubrió que estaba acostado encima de Hiccup, su cabeza enterrada en el regazo del humano, quien comía una rebanada de pan, casualmente. Sus yemas proseguían con sus dulces caricias, pero de manera más sutil, recorriendo la parte superior de la cabeza del réptil.

Un ronroneo se tejió entre los dos. Hiccup lo recibió con una sonrisa sin igual. No tan tierna. No tan dulce. Armada con un filo extra de algo místico y tentador. El verde de sus ojos había oscurecido, considerablemente. Le alimentó pan a su dragón con una galanura, que le causó a Toothless escalofríos. Continuaron con el desayuno en un tranquilo silencio, envueltos en una atmósfera azulada y rediseñada con nuevos significados. La mañana se consolidó, y ninguno se movió, intercalando miradas entre mordidas de queso. Hiccup hasta compartió los camarones fritos de su Madre, que tanto adoraba.

Justo cuando aquel espíritu de compartir estaba siendo ejecutado, el rostro de Hiccup estaba demasiado cerca, y lamer migajas de pan de su mejilla fue imposible de resistir. La piel de Hiccup, aparte de fortalecerse, había ganado una cobertura vellosa con el tiempo. Toothless todavía no decidía si le agradaba. A Astrid había parecido encantarle, y en muchas ocasiones, Toothless la había observado acariciarla con una sonrisa coqueta. Sin embargo, ella no había tenido la costumbre de lamer aquella textura (eso, Toothless esperaba), así que su opinión era muda, a final de cuentas.

Adicionalmente, había una cicatriz en el pequeño mentón de humano, que siempre llamaba su atención…

"¡De acuerdo!" Hiccup saltó, repentinamente, fuera de su alcance. "Tú—Yo—Lento—¿Recuerdas?"

Toothless parpadeó, completamente confundido.

Hiccup cubrió su rostro con sus manos, sus hombros temblando. "No—No es tu culpa. Yo comencé. Esto es mi culpa. Lo siento—Lo siento, Toothless."

Toothless continuó parpadeando.

Cuando finalmente, su jinete bajó sus palmas, estaba más calmado. "No es algo—Normal. Lo que siento. Lo que estuve sintiendo mientras tú… Erh. No es algo físico, ¿sabes? No es como con Astrid—No, no, antes de que gruñas, ¡déjame explicarlo!"

El dragón no se había percatado de que, efectivamente, había comenzado a gruñir ante la mención de la humana. Bufó fuertemente, para descarrilar más sonidos de los que Hiccup desaprobaría. Retiró su cabeza del regazo de su Munr, alzándose al nivel del joven.

Hiccup rodeó su rostro, algo desesperante marcando su lenguaje. "Es algo que nunca había sentido antes. Es como si, ahora que lo he aceptado, este enorme sentimiento se ha dejado de esconder en mis adentros, ¿sabes? Estar tan cerca de ti, Toothless—Me está provocando esta intensa presión en mi pecho. Algo… urgente. Penetrante. Pero… que se siente tan… bien. No es algo que se pueda ver, tocar o medir."

Eso es lo que siento yo también! Toothless gorgojó impaciente. -¡Mi Sál arde cuando estoy cerca de ti! ¡Me quema por dentro!

Las pestañas rojizas de su humano cayeron ligeramente, pero sus pupilas oscuras no rompieron su conexión. "No estoy hablando del resultado de sexo ordinario. Ya he tenido eso, y nunca se sintió de esta forma. Es mucho más poderoso, Tooth'. A eso me refiero—Por eso, es tan diferente a lo que tenía con Astrid. Esto va más allá de placer carnal."

El pecho de Toothless sufría de la misma urgencia. Una instintiva necesidad por comunión, por acercarse a Hiccup hasta que no quedara espacio entre los dos—pero no se trataba de una comunión física. Toothless estaba tan aturdido como Hiccup, al respecto.

"¡Uf!" El vikingo exclamó con su propio soplido, dejando caer su cabeza sobre la del dragón. "¿Sabes? Creo que necesitaremos algo de ayuda con esto. Y ayuda de la última persona que quisiera ver, ahora mismo."

Toothless hizo un chillido inquisitivo.

"Pero, todavía no. Aún es temprano." La voz de Hiccup vibró contra su cráneo. "No te mandaré lejos otra vez, Toothless. No te preocupes. Enfrentaremos esta última novedad juntos…" Con un suspiro, el humano retiró su rostro, optando por acostarse de regreso a su cama. "…Incluso si eso significará muchas duchas de agua fría, en mi futuro."

 

 


[+][+][+]


 

 

Como lo había anunciado, Hiccup tomó otra ducha después de su desayuno. Toothless esperó sobre el techo de la residencia, disfrutando de los frescos rayos del sol sobre sus aletas. Cuando tuvo la certeza de que Hiccup había regresado a su recamara, no fue porque lo escuchó, o por haberlo olfateado.

Fue, únicamente, una certeza en su ser.

Su humano todavía no se colocaba su armadura especial, optando por las ropas más simples. Toothless se apresuró a marcar a Hiccup por segunda ocasión, esta vez optando por recorrer el cuerpo entero del chico con una de sus alas. Sorprendido por el gesto, Hiccup permaneció inmóvil durante el ritual, aceptándolo, pero con preguntas prácticamente cayendo de su boca.

"¿Eh, Toothless? ¿Qué estás haciendo?"

El ritual fue finalizado con la trompa del mencionado rozando el cuello de su jinete. Concluido todo, el dragón retrocedió. Asintió con satisfacción al olfatear la cercanía del vikingo y sólo encontrar su marca resonante.

"¿Toothless?"

El dragón alzó su propia pata delantera, haciendo una imitación de un humano oliendo su axila. Trató de explicar que su aroma, ahora en Hiccup, era aceptable—Pero, dudó de su éxito.

Hiccup suspiró, sonriendo posteriormente. "Eres el dragón más loco de todos."

Toothless lo tomó como un cumplido.

"Estaba pensando…"

Un resoplido.

"Oye, no seas grosero." Hiccup le apuntó con un dedo, no teniendo idea de que tanto asimilaba a los gestos de Valka. "Como decía. Estaba pensando en que, tal vez, deberíamos hacer algunas renovaciones en... nuestro hogar. Por ejemplo…"

Toothless no necesitó otra oportunidad. Se dio la media vuelta, y prendió en llamas la insípida cama de la que ya había planeado deshacerse.

"…un nueva cama, supongo. Bueno, que fortuna que tengo un dragón que no teme hacer obvios sus deseos." Girando sus ojos, Hiccup tapó su boca al percibir el humo. "¡Tú te encargarás de conseguir una nueva, entonces, genio!"

Excelente. Toothless ya tenía ideas formadas en su imaginación.

"Como decía: estaba pensando en modificar mi—nuestra recamara—para improvisar mi—nuestra—privacidad."

Otro resoplido. Este, aún más, sabiondo. Cuando Hiccup le aventó una mirada asesina, el dragón pretendió estar apagando el fuego con una ráfaga de viento, hecha con sus alas.

Hiccup aclaró su garganta. Se dedicó a armarse con su atuendo de vuelo, mientras continuó. "Gobber entra y sale de aquí a como le place. No que tenga un problema con eso, pero será mejor evitarle al viejo vikingo algunas situaciones traumáticas—tanto para él, como para nosotros—¿de acuerdo? Haré algunos diseños esta noche." Decidido con la nueva meta, el muchacho pareció revivir de las profundidades de sus penas, dejando su sombría angustia atrás. Toothless se sintió tremendamente aliviado.

Amaba el fuego de Hiccup.

Una vez con sus mancuernas puestas, su jinete se dio la vuelta, pestañeándole a su dragón con arrogancia. "Ahora. ¿Qué tal un vuelo para dejar algunos vikingos de la villa con el mentón colgando?"

Toothless estiró sus alas, corazón acelerándose con la implicación. Gorgoreó con cautela.

"Quiero dejar claro que Astrid y yo hemos terminado, así como aplacar muchos de los rumores que deben andar circulando por Berk."

Una vez vistos por la villa, todos se enterarían de su reconciliación. Sabrían a quién había su heredero escogido, al final.

Cuando Hiccup se trepó a su lomo, todo fue diferente. Una tensión, un aire de increíble expectativa, los cubrió. Ensamblados, unidos, conectados, ambos dieron un salto fuera de la habitación, entregándose a la brisa mañanera y el potencial de un nuevo día.

Con un grito de inmenso entusiasmo, Hiccup inauguró su vuelo—Su Sál vibrando al unísono con la del dragón, pulsando como un sólo ser. Con uno de sus propios llantos de victoria, Toothless voló por el núcleo de Berk, despertando vikingos, asustando a otros, extrayendo dedos apuntadores y ojos saltones. A pesar de divisar a unos Terrible Terrors, y cierto Gronckle, muy conocidos, a sus periferias, ninguno de los amigos de Hiccup se atrevieron a acercárseles.

Saludaron a Gobber cerca de los muelles, quien gritó algo sobre locuras, y cómo ambos terminarían linchados, para el final del día.

Realizando piruetas por el cielo, el par se carcajeó, tan lejos de la tierra firme, que cualquier problema disminuía de importancia.

Rodearon todo el territorio de Berk con determinación, casi desafiantemente.

"¡Por Thor, extrañaba volar! ¡Esto es vivir!" Toothless compartió su pasión con tanta potencia, que en poco tiempo, sus aletas comenzaron a desprender su aura azulada, para la preocupación de Toothless. ¿Cómo podría controlar este fenómeno? Su suave técnica aerodinámica sufrió de gracia, debido a esta incertidumbre, y Hiccup lo notó al instante. Tras una risa compasiva, su jinete se agachó sobre cabeza, plantando un seco beso en sus escamas.

"Descuida, aquí sólo estamos tú y yo, frigg. Nada más importa. Si quieres brillar… brilla."

Toothless no se mostró tan seguro. ¿Qué pasaría cuando no estuvieran solos?

Hiccup suspiró. "Bien. Sé tan obstinado como un Haddock. En ese caso, tal vez sea tu turno para un baño fresco—"

"Grrr."

"¡Sólo bromeaba! Vaya, para alguien que está brillando de amor, está desprendiendo muy feas vibras." Una pausa. Luego… "Creo saber cómo puedo ponerte de mejor humor…"

El azul se intensificó.

Más risas. Otro beso. "Tal vez más tarde, grandote, si logras impresionarme con nuestra nueva cama—Por ahora, tenemos serios asuntos de los cuales encargarnos. Toma camino para el norte, de nuevo."

Las orejas del dragón se alzaron con curiosidad.

Hiccup exhaló con pesadez. "Tenemos cierta espiritista que visitar."

 

 


 

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Fin de Parte II.

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Notas finales:

Gracias por sus reviews, Melina y Flarevany. Espero les agrade este nuevo capitulo. Por favor, si les gusta esta historia dejen comentarios. Toothless los lamerá en agradecimiento n.n.


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