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La familia Kim por Nanaa

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Capítulo 23: ¿Qué podía pasar?

 

JongHyun caminó presurosamente. Escuchaba, lo podía ver. Desde su posición a cinco metros de distancia.

-¡Doctor Kim!-No supo quién le llamó, sólo caminó hacia el camino que debía tomar.

Los pasos presurosos se perdieron hasta llegar a una sola camilla. El monitor profería un sonido molesto para los oídos de cualquier persona. El corazón del paciente había dejado de latir.

Rápidamente le fue colocado a su lado un carrito rojo por un enfermero. Se debía a un carro de plástico con medidas de aproximadamente 90cm de largo y anchura de 60cm con ruedas y manubrio incluido para su conducción. Su superficie se encontraba vacía; se usaba para la preparación de medicamentos en caso de que se necesitaran. La parte inferior consistía de cinco compartimentos en los que se repartían medicamentos y otros materiales para reanimación u oxígeno. De allí tomarían todo lo que necesitarían. JongHyun, junto al enfermero, y una enfermera más que llegó en el momento, cerraron una pequeña cortina al entrar en el pequeño espacio, para privacidad y respeto del paciente. Las tres personas sabían lo que tenían que hacer.

Reanimación cardiopulmonar.

Tratarían la parada del corazón del paciente.

El par de enfermeros se ayudaron entre sí para preparar al paciente en lo que se venía. Le descubrieron el pecho, teniendo para este momento, dos parches. Rápidamente, un parche fue puesto en el tórax a la derecha del esternón, por debajo de la clavícula del paciente. El otro se colocó  a nivel de la línea axilar media izquierda. Se harían choques eléctricos entre los parches. Finalmente JongHyun se preparó para las descargas. Dio repentinas descargas al corazón a través de la pared torácica. Una, dos, tres, cuatro veces…

 

 

 

-¿Hora de fallecimiento?

-3:35pm.

 

 

*

 

Azai miró junto a Seungri y KyuHyun. Taemin nuevamente se había salido con la suya. Estaba en la línea de salida.

Azai reía mientras observaba al par indignado.

Taemin estaba por empezar una carrera, que parecía ser, también excedía su nivel. Pasaba sus límites. El muchachito sólo lo había visto en carreras una vez, y fue asombroso. Le pareció que lo hizo perfectamente aquella ocasión a pesar de haber quedado en cuarto lugar. Sin embargo, creía entender porque sus amigos tenían tan poca esperanza en Taemin, o quizá no fuese eso, tal vez sólo estaban preocupados por él. Supuso que ellos realmente sabían la capacidad de su vecino. Él no podía decir que sí podía con el nivel de la carrera cuando sólo lo había visto una vez. Sus amigos lo habían visto muchas veces, y el mismo Taemin le confesó en su primera cita que él se había caído unas cuantas veces.

Pero la ocasión anterior, sus amigos estaban tan enojados y preocupados como ahora. Y todo había resultado más que bien. Azai pensó que Taemin haría una excelente carrera.

Comenzó tranquilo, aunque en los últimos lugares. Penúltimo, pero siguió avanzado. Darían quince vueltas. Él, junto a nueve chicos, seguían la carrera con toda la fuerza que podían como si fuese una competencia real y no una de práctica.

Azai jaló el borde de su camiseta.

Taemin pasó por pequeñas montañas de tierra. Eran parecidos a topes, pequeños, que no le hacían nada más que rebotes. Pasó una curva, muy pegado al suelo debido a la velocidad. La moto se inclinó junto a su cuerpo, descendiendo y luego subiendo, siguiendo derecho. Más montículos de tierra le siguieron hasta qua aceleró. La montaña más grande que le haría volar lo recibió lleno de dicha. Pasó como una palomilla y siguió hasta pasar otra curva.  Llegó a la meta, pero esta sólo era la primera vuelta. Seguiría con la segunda.

El niño aplaudió y suspiró aliviado.

El trayecto siguió tranquilamente hasta que Taemin hizo algo inusual, pero no en su práctica. Llegó a la vuelta número cinco. Le hizo señas a Seungri. Éste lo descifró como una burla. Algo parecido como “Yo sí puedo hacerlo y tú no”. Chasqueó la lengua y no hizo caso a la provocación. Después de todo no podía hacer o decir nada cuando Taemin estaba en medio de una carrera.

Para la vuelta número seis volvió a hacerle señas. KyuHyun notó, entonces, que no se señalaba a sí mismo como un “yo sí puedo hacerlo” señalaba la moto. La pregunta era: ¿por qué?

KyuHyun supo inmediatamente que Taemin debía parar, pero no lo hacía, pensó que se debía a que estaba, ahora, en los primeros lugares, si paraba, se llevaría consigo a un chico y a su moto. Quizá hasta a más de un chico.

Fue cuando Azai observó a un muchacho demasiado alto para ser real. Un hombre que fue llamado por KyuHyun. Sintió la mirada del chico sobre él. No pudo evitar mirarlo al sentir aquella mirada tan pesada. La podía sentir aunque estuviese a metros de distancia. Tenía unos ojos oscuros como toda su aura. Inmediatamente le dio mala espina.

-Pide que paren la carrera, no le harán caso a nadie más a menos que seas tú.-KyuHyun pidió, pero el hombre alto sólo sonrió. Parecía la sonrisa ladina que Taemin de repente le lanzaba, esa que no le gustaba, pero si la de Taemin no le gustaba, está la odiaba. Era sacarrona y jocosa, pero había algo más que le provocó la piel de gallina. Parecía tan malvada como la de un vampiro.

Desvió la vista hacia la carrera, pero no evitó seguir escuchando la conversación, después de todo estaba a su lado.

-¿Por qué lo haría?-preguntó serenamente-. Tranquilo, KyuHyun. Sólo es una carrera de práctica

-Damián. Detén esto.

-¿Qué sucede, por qué quieres que paren?-Seungri habló intercalando la mirada entre la carrera y KyuHyun.

Taemin pasó la vuelta número siete. Siguió haciendo señas.

De pronto, el que parecía ser Damián, rodeó por los hombros a KyuHyun con un brazo mientras seguía sonriendo de aquella manera misteriosa.

-Parece que KyuHyun está asustado por el pequeño Taemin.

-Kyu…, creo que Taemin lo está haciendo bien-pronunció Seungri- ¡Mira, ya va para la octava vuelta!-señaló emocionado.

-Claro. ¿Qué puede ocurrir? Taemin sabe dar lo suyo muy bien.

¿Qué podía pasar?

Algo como un accidente.

Taemin intentó bajar la velocidad para poder posicionarse en el último puesto. Fácilmente podía salir de la carrera si dejaba a todos los muchachos avanzar antes que él.

Pasaron a su lado dos chicos, un tercero le golpeó un hombro y le hizo tambalear. Logró estabilizarse, pero lo que no pudo lograr estabilizar fue un dolor agudo sobre su pierna. Miró hacia abajo. Un segundo. Sangraba. Algo le atravesaba la pierna. Pestañeó sin poder creerlo. ¿Qué era?

¿Qué?

Ese segundo de distracción lo sentenció.

Miró al frente al verse demasiado cerca de una moto. Las ruedas chocaron entre sí. La delantera de Taemin y la rueda trasera del muchacho.

Se detuvo, pero fue una mala idea.

Una caída estrepitosa al subir la montaña grande. En lo alto, llegó al otro lado, cayendo de lleno contra la tierra y todos aquellos montículos de tierra.

Cayó y se llevó a dos chicos con él.

Cayó de la motocicleta y su pierna se enrolló en la moto en medio de la caída, llevándosela con él mientras daba vueltas en la tierra como si fuese un muñeco de trapo.

Su cabeza rebotó como si brincara contra un trampolín, y su cuello quedó en una posición extraña.

Eso podía ocurrir.

-¡Taemin!-Azai gritó lleno de terror.

Se veía mal, muy mal. Los otros dos chicos se pararon junto a sus motos pero Taemin no lo hizo. Siguió en el suelo. Pero se movía, se movía y…gritaba.

La carrera de detuvo sin que Damián tuviera que hacer nada. KyuHyun lo empujó hasta casi hacerlo caer. Damián le miró con los ojos inyectados en una molestia claramente descifrable, pero KyuHyun no se percató y tampoco le importó.

Azai fue el primero en salir corriendo, después fue Seungri hasta terminar en KyuHyun.

El niño se tumbó junto a Taemin.

-Ta-Taemin…-susurró. ¿Qué podía decir, preguntarle qué si estaba bien? Claramente no lo estaba. Hizo lo que creyó era lo mejor en este momento. Intentó quitarle el cascó, pero Taemin gritó con más fuerza.

-¡No! No… Lindura, espera un poco, un poco.

Azai lo soltó con miedo. No sabía que hacer… ¿qué debía hacer? Sintió ganas de llorar, pero se aguantó. Se aguantó incluso cuando vio sangre. Tanta sangre como nunca en su vida. Aquello no se comparaba con las pequeñas cortadas que alguna vez tuvo cuando era un niño, como cuando aprendió a andar en bicicleta y se caía. Eso no era una pequeña cortada, era una gran cortada. No era un poco de sangre, era mucha sangre. Lo era para él que nunca vio tanta sangre arremolinada en una sola herida, ni a una persona sufrir de dolor.  Sintió que alguien lo tomaba de las axilas hasta levantarlo de la tierra. No supo quién fue, no lo miró, nunca lo hizo, su vista no se apartó de Taemin. Ni de la sangre que salía de su pierna.

La moto permanecía sobre las piernas de Taemin. Parecía que su pierna se había atorado con una de las ruedas, pero esa no parecía ser la verdadera causa. Un trozo de la moto estaba fuera de su lugar. No parecía ser una moto en buen estado, parecía vieja a pesar de estar llena de tierra al ser revolcada junto al cuerpo de Taemin.

KyuHyun miró a Damián por una fracción de segundo. Una fracción que denotó infinito odio. Él era quien les prestaba las motos, ¿cómo no sentirse molesto?

Le preguntaron tantas cosas a Taemin como pudieron mientras que Seungri se encargaba de llamar una ambulancia.

Taemin miró a Azai. Vio en sus ojos tanto miedo, vio lágrimas a punto de salir. Pero no le gustó verlo delante de Damián. Le pidió en medio de quejidos que se acerara. Él lo hizo sin dudar. Se arrodillo a su lado mientras Taemin buscaba sus manos. Se las tendió sin chistar, olvidando todos sus sonrojos, nervios y vergüenza.

Azai sintió que sus manos eran tomadas con mucha fuerza. Sintió los huesos grujir, pero aunque le doliera, sabía que ese dolor no se compara con él que Taemin estaba sintiendo.

Fue cuando le quitaron de encima aquella moto vieja.

-Te dije que tendríamos una cita no tan normal.

Azai sonrió ante las palabras de Taemin, sonaba gracioso, pero en realidad no lo era. Rio ante su ocurrencia y luego negó.

-Sólo ponte bien y volvamos a tener otra cita, esta vez una normal.

-Lo normal es aburrido.

-No si te lastimas.

Fue el turno de Taemin para mostrar una sonrisa, aunque le duró muy poco.

 

*

 

JongHyun salió por un momento. Necesitaba salir al pasillo, alejarse un momento de todos sus compañeros y pacientes. Respiró ruidosamente profiriendo lo que parecía un suspiro. Pasó ambas manos por su cabello. Cerró los ojos y trató de tranquilizarse. ¿Cuántas veces había hablado con aquel paciente fallecido? La verdad es que no mucho, pero le vio cuando aún estaba vivo. Siempre sonreía a pesar de que sabía que podría morir en cualquier momento. JongHyun sabía que el paciente no quería morir. Los ojos del hombre, aunque cansados, siempre estaban llenos de esperanza al llamarle... “¿Doctor Kim, me recuperaré, verdad?”. No sucedió, a pesar de todos sus esfuerzos.

No pudo evitar pensar en la enfermera Hana, quien le asistió en la reanimación junto al otro enfermero. Ellos pasaban más tiempo con los pacientes, Hana fue la encargada de cuidar al paciente fallecido. JongHyun la miró justo en el momento. Caminaba hacia el baño. Sabía que le pasaba lo mismo que a él, mucho más al ser una enfermera recién graduada. Apenas empezaba su travesía.

A pesar de lo duro que pudiese ser, JongHyun siempre les hablaba con la verdad a sus pacientes. Era el trabajo de cualquier doctor, hablar con la verdad aunque fuera tremendamente dolorosa. El paciente que hoy no pudieron salvar, pudo recuperarse, pero también existió la posibilidad de que no sucediera. Tristemente la posibilidad negativa era mayor. El paciente terminó muriendo. Se lamentó por no poder hacer nada más. Aunque tenía años ejerciendo su carrera, siempre era dolorosa la pérdida de un paciente.

Después de todo existía algo que no era enseñado en la carrera, no era enseñado cómo superar o ver las muertes de tantas personas, ¿cómo podría existir una materia que lo explicara? Era imposible.

JongHyun siempre tenía plantado en su cabeza que debía tratar a todos y cada uno de sus pacientes como si fuesen su propia familia. Cuando estaba en el área de pediatría, pensaba en sus hijos cuando veía a los pequeñines enfermos. Trataba de darles el mejor trato posible, aunque lloraran, aunque gritaran, aunque ni siquiera querían verlo porque le temían a él y a sus ajugas a pesar de que no tuviese una aguja con él. A las enfermeras, incluso, les lloraban con sólo verles el termómetro en mano. Era el susto de los pequeños, el terror, y los padres debían estar a su lado para poder calmarles.

Cada paciente quiere el mejor trato, chicos o grandes. Quieren recuperarse, quieren curarse, aunque algunas enfermedades lamentablemente no fuesen curables.

Existían ocasiones donde el personal podía perder la paciencia, pero trataban de atraer esa tranquilidad que tanto necesitaban. También había pacientes difíciles, algunos no se dejaban ni siquiera tocar, se les pedía que hicieran algo tan simple como tomar su medicamento y se negaban. O aquellos inquietos que se descanalizaban; se quitaban el suero, sangraban y se ensuciaban a sí mismos, y luego se negaban a ser canalizados nuevamente. Ese no era el trabajo de JongHyun, era de los enfermeros, sin embargo le había tocado ver como muchos desesperaban pero volvían a hacer su trabajo como debía. JongHyun tomaba análisis de sangre, y era exactamente cuando muchos pacientes se negaban, especialmente los niños.

Pero era gratificante cuando le agradecían. JongHyun, como otros, lo único que necesitaban era ver una sonrisa y escuchar un gracias de sus pacientes recuperados. Eso, y que no volvieran nunca más a pisar el hospital. Claro, porque desear que un paciente regresara, enfermo nuevamente, sufriendo otra vez.  

Por otro lado, ningún paciente quería ser regañado por el personal sanitario cuando ya estaban cansados y enfermos. ¿Por qué regañarlos cuando estaban desesperados, quizá molestos con su condición, demasiado tristes que no tenían ánimos de hacer lo que le pedían? Lo regaños eran lo peor que cualquier personal sanitario pudiese hacer. Podía hablárseles más fuerte, pero no regañarles de alguna manera ofensiva ni mucho menos agredirlos.

Era el dolor de JongHyun, porque él era amable con todos sus pacientes. Era un doctor muy querido, pero eso también significaba mucho dolor para él solo. Entendía porque existía personal demasiado frio y distante de los pacientes. Sólo cuidaban, no sonreían hacia sus pacientes, no hablaban de nada que no fuese la condición del paciente. Si el paciente trataba de entablar una conversación, la cortaban inmediatamente y se iban, aunque muchas veces lo hacían porque no tenían tiempo y debían atender a otros pacientes. Era cuando muchas personas decían que los doctores y enfermeros eran personas crueles y frías. El personal hacía aquello por una razón, JongHyun creía que era por esa razón. No querían encariñarse con un paciente y después verlo partir porque era demasiado triste. Pero no todos eran así, existía JongHyun, existían los enfermeros que cuidaban a los pacientes terminales, que eran amables con ellos, que se disfrazaban de payasos para traerles alegría. Aunque también existía un porcentaje de personal amargado.

Sobre todo a JongHyun le habían enseñado que debía ser amable con todos. Que debía dar el trato que le gustaría que le dieran a él.  Pero él los cuidaba como si los niños fuesen sus hijos, como si los ancianos fuesen sus padres y como si las personas embarazadas fuesen una sola persona, su esposo, Kibum.

Sacó su celular del bolsillo de su pantalón trasero detrás  de la bata blanca que aún usaba.

Marcó un número que conocía de memoria. Ahora necesitaba escucharlo.

-Jonggie, amor.

JongHyun sonrió. Si había alguien que le daba el consuelo que necesitaba en una situación como perder a un paciente, ese era su esposo, o la voz de su esposo al otro lado de la línea. También la de sus hijos. Aunque no podía hablar con todos aunque quisiera. En el hospital no disponía de mucho tiempo.

-Cariño, ¿Cómo te sientes, el cansancio sigue allí?

-No... Estoy mejor.- La voz temblorosa le trajo el beneficio de la duda.

-Ahora dime realmente cómo te sientes.-Escuchó un suspiro al otro lado de la línea.

-Me duele la espalda, tanto, yeobo. Regresa pronto para que me des un masaje.

-Cariñito, te daré más que un relajante masaje.

-Ven pronto.-JongHyun rio, dándose cuenta instantáneamente que había ignorado la parte del más que un relajante masaje.-Te extraño.

Entonces sonrió más grande, más inmenso hasta que llegar a mostrar los dientes.

Si no se equivocaba, parecía que Kibum estaba entrando en aquella etapa donde comenzaba a extrañarlo cada media hora.

-Yo también te extraño, mi amor. Y a los niños.

-Acabó de regresar de la lavandería, y los niños están a mi lado…-JongHyun escuchó un sonido parecido al de bolsas de plástico estrujadas entre dedos. Supo que Kibum se había quitado el teléfono del oído y lo conducía hacia sus hijos.

-¡Hola papá!

Voces chillonas, gritonas, llenas de vida y alegría. Inocentes, divertidos. Sus hijos, seguramente eran las voces de sus niños más pequeños. Más al fondo, podía escuchar a los trillizos y sus videojuegos.

Estuvo a punto de responder, cuando la voz de Kibum nuevamente le llenó los tímpanos.

-¿Escuchas? Aunque no lo hayan dicho, los niños también te extrañan. El pequeño que tengo en el vientre extraña que le cantes.

-Llegando a casa lo haré.

-En serio, regresa pronto. Por alguna razón tan extraña que no comprendo-la risa cantarina interrumpió por unos segundos, después continuó:-te necesito, aquí, a mi lado. Ven a casa y dame más que masajes.-Colgó.

JongHyun parpadeó.

Tenía que ir a… casa. Tenía, tenía, tenía. Pero no podía. La historia de su vida.

-Jong.

No.

Esa única voz femenina que le llamaba Jong. La única que escuchaba todos los fines de semana sin falta alguna.

-Lo siento-pronunció enseguida. Guardó su celular en el bolsillo mientras se acomodaba la bata-. Tengo que regresar con mis pacientes, doctora.

-Jong. Tú risa es tan bonita.

¿Bonita? ¿Qué?

Miró a la mujer, estaba a su lado. No le sorprendió no haberla visto llegar, ni escuchar sus pasos, ni sentirla a su lado. Era una situación que ya había vivido más que una vez. Lucía era atractiva. Su cabello, aunque siempre atrapado en una coleta, era negro y muy lacio, bastante bonito. Esbelta con todo y bata ancha. Sus ojos, cubiertos por unos lentes grandes, negros, de marco delgado, dejaban ver unos grandes ojos redondos y expresivos. No eran unos lentes feos ni tampoco unos ojos feos. JongHyun no podía dejar de entender cómo es que aquella chica guapa podía estar acosándolo cuando podía conseguir a cualquier otro hombre cuando quisiera.

-Disculpe, doctora, ahora no tengo tiempo.

-Lo sé, yo tampoco tengo mucho. Acabo de regresar de comer, aunque apenas pude meterme unas cuantas galletas y un poco de jugo-rio, y esa risa era tan preciosa y encantadora.

JongHyun de nuevo no pudo entender.

-Lucía, escucha.-JongHyun la miró con más atención, y aquellos ojos enmarcados en lentes, le miraron llenos de ilusión. A JongHyun le asaltó una sensación nada agradable. Lástima.

“Sólo hay que actuar maduramente, no caigas en su juego. Ni mucho menos, por lastima, la dejes entrar en tu vida”. Las palabras de Hansol le retumbaron en sus memorias. Había visto tantas cosas terribles en su carrera, no sería tan difícil rechazarla. Aunque eran situaciones meramente diferentes. Sin embargo, había rechazado a la chica infinidad de veces que ya no sería capaz de contarlas con los dedos de sus manos.

-Dime, Jong. Soy toda oídos, siempre para ti.

-No voy a perder a mi esposo por ti, no me arriesgare por un amante, por una aventura.-Fue al grano, como siempre lo hacía. Además no disponía de mucho tiempo.-No sólo perdería a mi esposo por ti, también perdería a mis hijos. No voy a perder a mi familia.

Lucía le miró parpadeante. Abrió la boca, pero JongHyun suponiendo lo que iba a pronunciar, continuó hablando. 

-La verdad tarde o temprano siempre se sabe. Si yo, tuviera algo contigo fuera por un corto o largo tiempo, mi esposo lo sabría. No quiero tener nada contigo, no me interesas de la manera que tú quieres. Lo sabes bien, por eso, por favor te pido que nos tratemos como compañeros de trabajo. Ningún trato especial.

JongHyun parpadeó cuando la mujer le dio un beso fugaz en una mejilla y salió corriendo rumbo a su zona de trabajo.

Suspiró. Creía que esta vez había sido duro, firme y muy claro.

¿Qué pasaba? De nuevo Lucía no lo había entendido. Pero había algo que JongHyun no vio en Lucía, no pudo verlo aunque hubiese querido. Lucía le daba la espalda cuando salió corriendo, fue incapaz de ver las lágrimas que se asomaban por sus ojos y recorrían sus mejillas.

 

 

Caminó hasta el área de urgencias. Llegó en poco tiempo al no estar lejos. Al ingresar, se lavó las manos mientras miraba el alboroto de enfermeros caminando hacia un solo paciente. Algunos se quedaron atendiendo a otros pacientes, otros ignoraban la situación con maestría mientras se encargaban de preparar medicamentos. Hana, en una esquina, se encargaba de su paciente fallecido. Él estaba de pie, formando parte del pequeño grupo que caminaba hacia el paciente.

Frunció el ceño.

El paciente parecía joven.

JongHyun escuchó murmullos y gritos delante de él: “¡Pásame un punzocat!” “¡Una solución fisiológica!” “Rápido, que alguien le tomé los signos vitales”

Miró sangre. Un rastró seguía el recorrido de la camilla.

Parecía que el paciente estaba inconsciente.   

Se sintió perdido por un instante al ver el joven rostro. Pareció sentir la punta de mil agujas insertadas por todo su cuerpo. Hasta en sus ojos, donde una terrible aguja le escoció en medio de una sensación angustiante.

-¡Taemin! ¡Taemin!   

Exhaló. Aquello gritos, no los reconocía. No reconocía esa voz. ¿De quién era? ¿Era el responsable de las heridas de su…hijo? Afuera, en el área de espera, se escuchaba la dulce voz que retumbaba con fuerza. El área de urgencias y el de espera, estaban separados sólo por una puerta. JongHyun podía escuchar aquellos gritos a la perfección. Pronto dejaron de escucharse.

Taemin.

No. No, no, no, no, mil veces no. No podía ser, sus ojos no podían encontrarse con esto. No con él, no con su hijo.

Llegó a su lado hecho un nudo de nervios.

-Doctor, parece tener un esguince en el cuello. Cuando lo ingresaron en la camilla, no dejaba de quejarse debido al dolor en el área cervical. Durante el camino perdió el conocimiento.

Asintió.

-¿Cuánto de presión arterial?-preguntó. Intentó mantener la calma. Si no lo hacía, no podría atender a su propio hijo.

-100/60. Sigue bajando-respondió una enfermera.

-¿El resto de los signos vitales?-volvió a preguntar mientras otra enfermera le entregaba unos guantes. Los usó enseguida sin perder tiempo. JongHyun se encargó de observar la terrible herida en la pierna derecha. La tocó repentinas veces, examinándola, notando el fémur roto, de aquella parte la sangre salía a borbotones. Necesitaba cirugía inmediatamente.

-Frecuencia cardiaca, sesenta latidos por minuto-siguió hablando la enfermera. Su frecuencia cardiaca era baja.- Frecuencia respiratoria, dieciséis por minuto y temperatura 36 ºC.

-¿Cuál fue la razón?-Preguntó lo que más había deseado desde que vio el rostro dormido de su hijo.

-Accidente en una motocicleta.

¿Motocicleta?

Un momento, ¿Qué? No. No podía ser. ¿Cómo podía ser posible?

-Está perdiendo bastante sangre-habló alguien a su espalda.

Quizá tratara a todos sus pacientes como si fuesen su propia familia, pero ver realmente a un hijo allí, sangrando, con una fractura y lo que parecía ser un esguince en el cuello, era horroroso. No tenía explicación.

 

*

 

-¿Hola?-Kibum contestó dudativo. Pensó que el tema con KyuHyun había quedado zanjado. Entonces… ¿Por qué le llamaba? Contestó al verse solo en la sala. Sus hijos jugaban en el patio y había mandado a los trillizos a limpiar sus habitaciones.

-Señor Kim.

-KyuHyun, ¿qué necesitas?

-Kibum…

Frunció el ceño. KyuHyun sonaba desesperado. Su respiración tras el teléfono sonaba acelerada, la podía escuchar claramente. Parecía como si hubiese corrido sin descanso por horas. Su voz temblorosa era angustiante. Sonaba preocupado y asustado.

-KyuHyun, ¿qué sucede?-preguntó nuevamente.

-Su hijo…-Kibum exhaló. Sintió las rodillas hechas gelatinas. Supo que no podía mantenerse en pie por más tiempo. Caminó hasta uno de los sofás.

-¿Qué pasa con Taemin, está bien?-preguntó inmediatamente.

-Lo siento…

Una disculpa no era lo que quería escuchar. No lo era, no quería. Sólo significaba algo malo. Ahora sólo podía significar algo malo.

No.

-Perdóneme. No pude detenerlo a tiempo, lo intenté pero no pude.

¡No!

Kibum se detuvo a pesar de sus piernas gelatinosas.

-Mi hijo…-musitó-¿Qué pasa con mi Taemin?

-Tuvo un accidente-pausa-está en el hospital.

-¿Cómo…?-espiró-¿Está…está bien?

-No lo sé…lo siento, perdóneme…perdón.

El rubio dejó caer el teléfono. El sonido estruendoso profirió un golpe fuerte. Los trillizos bajaron al escucharlo, encontrándose con su omma de rodillas sobre el suelo. Sostenía su vientre mientras respiraba dificultosamente para intentar calmarse. Tenía que hacerlo. No podía mostrarse débil frente sus hijos, lo único que lograría sería asustarlos. Tenía que tomar fuerzas para proteger también su embarazo y llamar a Remi para que cuidara de sus hijos mientras él se iba al hospital. Tenía…

-¡Omma! ¡Ya va a nacer Minho!-gritó Dana.

En ese instante, todos los niños ingresaron a la sala.

-Si…-susurró-Ya nacerá, llamen a appa y díganle…

Los pequeños miraron horrorizados como su omma caía sobre el suelo. Dan reaccionó a tiempo y lo sostuvo antes de que su vientre tocara completamente la superficie dura. Trató de acomodarlo de lado mientras le llamaba.

Parecía que no despertaría.

-¡Omma! ¡Omma!-gritaron entre todos. Los trillizos, al ser los mayores, trataron de tranquilizar el ambiente, pero no lograron evitar que sus hermanitos empezaran a llorar.

-¿Omma está muerto?-preguntó Akemi inmensamente asustado.

-¡No!-Daniel gritó, negando inmediatamente mientras tomaba el teléfono sobre el suelo, que su omma había dejado escapar. La pantalla estaba rota, pero aún podía hacer la única llamaba que le importaba.-Omma estará bien. Sólo se durmió porque nuestro hermanito ya nacerá.

-¡Pero cuando tuvo a Akemi y Hiromi no se durmió!-Onew gritó en medio de llantos mientras Isabelle, al verlo tan deshecho, lo abrazó. El niño se aferró a su hermana. Akemi y Hiromi, al verlos, se acercaron y los abrazaron en medio de lágrimas y un susto inmenso. Grace corrió hacia ellos y los trillizos se miraron, esperando que su appa contestara. Los timbres sonaron y lo hicieron por casi diez minutos. Dos llamadas, tres llamadas, cinco, ocho, once... JongHyun nunca contestó.

 

 

Notas finales:

No me peguen u.u

Hasta este punto no sé si, ahora, les siga gustando la historia. Siento si creen que lo he arruinado todo, pero esto era algo que ya tenía planeado. Esto es sólo para que vean que la confianza en los padres es algo muuuy importante. Que los mejores amigos que cualquier persona puede tener, son sus padres. Taemin guardó un secreto, dejó entrar en su vida a una persona no muy confiable, seguro ya imaginaran de quien se trata. 

En cuanto Azai y su secreto, esa es otra historia, porque tambien le miente a su madre. La historia de ellos dos tambien nos enseñara algo más adelante c:

Gracias por sus comentarios n_n Ya los leí todos, fueron hermosos y me hicieron sonreir mucho! <3 Gracias, los quiero, espero leernos pronto n_n


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