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La familia Kim por Nanaa

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Notas del capitulo:

Holaaaaa!! Ah, por fiiiin conti n_n Para ustedes <3

Capítulo 34: Vuelve

JongHyun despertó aquel día gracias al fuerte llanto de su bebé. Abrió ambos ojos perezosamente, desganado, prácticamente sin las fuerzas necesarias.  

“Ahora no” se dijo. Pero no podía ignorarlo, no podía ignorar a su pequeña Isabelle, su niña recién nacida.

Palpó el lado opuesto de la cama, sintiendo el hielo calar en sus dedos. ¿Qué….? ¿Dónde? ¿Dónde estaba su esposo? Miró aquel lado claramente vacío. Arrugas recorrieron alrededor de sus ojos y entre ellos; era un ceño fruncido, una molestia recién adquirida sobre su mirada, sobre su rostro.

Se levantó de la cama sin importarle hacerlo descalzo. Los pasos presurosos llegaron hacia la única habitación que mantenía sus luces encendidas. Se adentró en aquella rosada recamara, encontrada en ella a un cuerpecito delgado de pie justo al lado de la cuna blanquecina que, a diferencia de él, usaba unas pantuflas peludas. En los brazos de aquel rubio se encontraba una criaturita de escasos días de vida.

-Kibum, te dije que descansaras. Acabas de salir del hospital, ¿no lo entiendes?

Kibum profirió un respingo. Volteó el rostro hasta encontrarse con la mirada molesta de JongHyun.

-JongHyun… me asustase.

 Lo siguiente que sucedió le hizo retroceder dos pasos. JongHyun le quitó a Isabelle de entre sus brazos sin avisarle. No pareció amable.

-Jonggie…-suspiró-, entiendo que también estés cansado por las largas jornadas de trabajo, pero no tienes que tratarme de esta manera.

-¿De qué estás hablando?

Meció a su hija entre sus brazos, pero evitó mirar a la persona que le dirigía la palabra. No miraba a Kibum.

-Hace semanas que te comportas tan… extraño. Estás cambiando, JongHyun.

“Estás cambiando”

Entonces lo miró. Negó con la cabeza, le miró como si estuviese diciendo alguna barbaridad.

-Cariño, no entiendo a qué te refieres, sigo siendo el mismo de siempre.

-No… no es verdad y lo sabes. ¿Qué está pasando, tienes algún problema? Sabes que puedes confiar en mí, siempre.

JongHyun vio a su pequeña, notando que el llanto se detuvo por un solo motivo: tenía su dedo índice en la pequeña boca. Tan sencillo descifrar que tenía hambre. Sintió, segundos después, que su esposo se posaba detrás de él, sintió que acarició sus hombros, sintió que los masajeaba y después apoyaba su linda cabecita rubia sobre su espalda.

-¿Qué pasa?-repitió.

“No puedo soportar que otros hombres te miren, no puedo soportar que hables con otros hombres, no puedo soportar que le sonrías a otros. ¿Qué pasa? Esto es lo que pasa. Pasa que eres mío y deberías recordarlo, siempre”. “No quiero perderte” “Y me siento tan frustrado y enojado”.

-Nada. No pasa nada, Kibum. Estoy cansado, estresado y sólo quiero que estés en casa cuando llego. Te quiero aquí.

El tono de voz que usó no pareció ser precisamente amable, no pareció serlo al sentir que su novio lo soltaba. Fue rudo especialmente en las últimas tres palabras. Pareció ser una orden.

Kibum negó con la cabeza. No mencionó nada al respecto. Por el momento. Se colocó frente JongHyun y tomó a la pequeña Isabelle entre sus brazos.

-Necesitamos hablar, no ahora, porque tengo que alimentar a nuestra niña, ¿podrías esperar en nuestra habitación?

JongHyun frunció el ceño, sin embargo, no refutó nada al respecto. Se pasó una mano por el rostro, claramente frustrado por alguna razón que Kibum desconocía.

Isabelle comenzó a llorar al sentir que el dedo de su papá le era alejado de su boquita, pero tan pronto como sucedió fue remplazado por leche materna. El pequeño cuerpecito rosado, ahora envuelto por los brazos cálidos de su omma, percibió la búsqueda de aquella leche natural. Kibum tomó lugar sobre un sillón individual en algún lugar de la habitación, abrió su camiseta del pijama para proporcionarle a su niña el alimento.

JongHyun vio aquella última escena antes de salir por la puerta.

Kibum tardó treinta minutos en regresar a la habitación, encontrando a su esposo sentado sobre la cama. Cuando él ingresó, JongHyun pareció colocarse a la defensiva cruzándose de brazos. No fue capaz de observar su rostro, hubiera querido hacerlo pero la oscuridad de la habitación no le brindaba la ayuda.

Suspiró.

-Yeobo, ¿me puedes explicar tu comportamiento?

Fue directamente al grano, no necesitaba previas, quería respuestas.

-¿Mi comportamiento? ¿Vuelves a preguntarme lo mismo? ¿Acaso quieres la misma respuesta? Ya la conoces, puede dártela de nuevo.

Kibum pareció estupefacto. ¿Cómo…?

-Eso es a lo que me refiero, ¿Por qué me hablas de esta forma? Estás siendo duro, y no me hables sarcásticamente, no necesito este tipo de respuestas.

JongHyun se puso de pie, caminó hacia él hasta lograr posar ambas manos sobre los hombros huesudos.

-Escúchame, quizá suene un poco duro, lo admito, pero por mi parte todo está bien.

Kibum suspiró una vez más.

-Está bien-. Se alejó de él, se alejó de las manos sobre sus hombros y se encaminó a la cama-. Amor…-susurró-cuando estés listo para decirme lo que pasa, aquí estaré para ti.

En aquel mísero instante, al verlo cabizbajo, tratando de recostarse en la cama, en su lado de la cama, aquella que en un principio sintió tremendamente fría al no ver a su rubio recostado, verlo taparse con la sabana que ambos compartían y dándole la espalda a su lado… al lado donde JongHyun dormía. Fue cuando sintió una espina recorrer su estómago, una espina llena de culpa, de un sufrimiento que apenas comenzaba.

Odiaba ver a su persona amaba entristecida por su causa.

Pero no hizo nada para remediarlo.

Dejó que Kibum durmiera con una nueva incertidumbre. Él durmió pensando que estaba siendo injusto, pero había cosas que no podía soportar.

Kibum era suyo.

No dejaría que nadie más lo viese.

Los celos que sentía recorrer sus venas tenían semanas escondidas, ese sentir encadenado estaba moviéndose como un desquiciado en su jaula. Moría por salir, pero al mismo tiempo se reprimía.  

 

*

 

Todo había comenzado meses atrás, poco a poco el nivel se posesión fue subiendo de alguna forma, de nivel. Cada vez más y más elevando. Ascendía y ascendía.

JongHyun se estaba quemando por dentro. 

En una fiesta organizada por el kínder de Taemin, hecha especialmente para festejar el día del padre, ambos padres fueron invitados y con ello, muchos otros padres.

Fue el detonante para JongHyun.

Kibum lucía sencillamente precioso con aquel short azul. La camiseta holgada blanca le quedaba con una fragilidad lindísima. El rubio podía destacar fácilmente sin necesidad de esforzarse ni tener la intención. Pero JongHyun no lo soportó. En todo momento lo tomó de la cintura reforzando su posesión, sin embargo, más de uno se acercó a saludar por mera curiosidad. Kibum saludaba amablemente, sonriendo en todo momento con aquella boca rosada curveada hacia arriba suavemente.

Los eventos comenzaron una hora después. Se tomó asiento en cualquier lugar de la sala mientras, al frente, los niños participan haciendo pequeños bailables y actuaciones graciosamente tiernas. Cuando llegó el turno de Taemin, Kibum no pudo contener la emoción. Tomó las manos de JongHyun entre las suyas mientras daba unos cuantos saltitos sobre su silla. La lindura que desprendió en ese momento llamó la atención de más de uno. JongHyun transformó su expresión cubierta tras una máscara de tranquilidad en una sumamente seria. 

La persona, sentada al lado de Kibum, sonrió hasta mostrar todos los dientes.

En ese entonces no lo sabían, pero aquel hombre era el padre de Seungri, de aquel pequeño niño que, ya en ese entonces era el amiguito de Taemin.

Los niños vestían como tiernos animalitos; de todo tipo se encontraban formaditos para comenzar la actuación. Taemin era un osito café, Seungri era un conejito blanco. A KyuHyun lo conocerían en sexto de primaria.

-Mi amor…-Kibum exhaló emocionadísimo-.Nuestro Taemin se ve tan adorable, oh, es hermoso-pronunció con las manos sobre su pecho al mismo tiempo que mantenía las grandes manos de JongHyun entre las suyas.

Kibum no tenía ojos para nadie más que para su esposo y su hijo, pero JongHyun no podía ver aquello. Para él, las sonrisas que su novio adornaba en cada momento sobre sus labios, era una provocación para otros hombres.

Hace tiempo que no salían a lugares concurridos. Kibum siempre llamó la atención, pero JongHyun no se percataba de ello, estaba demasiado ocupado cuidado de sus niños, demasiado ocupado admirando a su novio para detenerse a observar como otros hombres lo miraban. Esta vez lo podía ver todo. No estaban sus hijos, sólo Taemin participando y jugando con otros niños, y varios hombres se habían acercado a saludar. ¿Era normal, acaso? ¿Otros hombres saludaban a otros hombres? El lugar estaba repleto de hombres debido al día del padre, muchos estaban solos y sólo cuidaban de sus hijos, quizá era el aburrimiento de verse solos sin sus esposas u esposos, tal vez sólo querían ser amables y entablar alguna conversación con otros padres.

JongHyun no lo veía de esa forma, para él todos intentaban coquetear.

Los celos estaban explotando.

Taemin, el pequeño niño bailaba al ritmo de “Balloons”, una melodía interpretada por cinco jóvenes cantantes. De alguna forma se cambiaron algunos pasos para hacerla menos complicada, y con más niños bailándola al mismo tiempo. Eran diez pequeñines en total. Todos vestidos de animalitos peluditos. Taemin movía las manitas en el aire, movía los piecitos de un lado a otro, brincaba, reía, a veces se mantenía serio, pero miraba a sus appas, los buscaba con la mirada cerciorando que ellos estuvieran allí, acompañándolo en ese día.

Y allí estaban, unos de sus appas sonriente y meramente emocionado hasta no poder más, mientras el otro appa mantenía una seriedad extremista.

El tiempo pasó con JongHyun reprimiendo los celos; las ganas infinitas de regresar a casa lo antes posible. Pero existía un enorme problema, lo era para él: Kibum adoraba salir, no le importaba salir con sus hijos en cada mano. Le encantaba salir con los niños, cualquier lugar estaba bien mientras fuera seguro para ellos, por supuesto JongHyun se mantenía a su lado todo el tiempo.

JongHyun no soportaba que otros hombres charlaran con su esposo, mucho menos soportaba al padre de Seungri, a quien con las semanas vio más seguido incluso en su propia casa. Kibum había invitado al matrimonio a cenar. Sus celos hirvieron al observar a la pareja del hombre, era un doncel como su esposo. Seungri y Taemin habían reforzado su amistad, los niños corrían felices en el patio sin ser conscientes de lo que avecinaba en la mente de JongHyun.

-Kibum, su casa es bastante bonita-pronunció Charles; un guapo doncel coquetón.

El esposo de Seungri era alto, delgado y portaba un tono de piel tostado. Era atractivo como lindo a la vez. Una combinación agradable a los ojos de los presentes. Aunque el hombrecito no se parecía mucho a Kibum,  pero JongHyun no dejaba de pensar que el padre de Seungri, Mok, veía más de lo necesario a su novio.

No le resultaba para nada agradable. Mucho menos lo fue la despedida. Cuando Charles se alejó camino al auto, Mok se despidió con un beso justo en la mano de Kibum.  

-Por favor, puede retirarse.

Cuando JongHyun pronunció aquello, Kibum le miró como si la locura hubiera invadido su sistema.

-Disculpe, JongHyun no…

-Para usted sólo señor Kim.

-JongHyun….-Kibum susurró lleno de sorpresa. JongHyun se veía tan molesto, como nunca antes lo había visto. Lo que no sabía era que vería más, mucho más de ese JongHyun irreconocible hasta ese momento para él.

La situación pareció empeorar cuando en temporadas navideñas se organizó una posada por parte del trabajo de JongHyun. Llevo a Kibum con él. Minutos después de llegar supo que había cometido un error. Su novio debió quedarse en casa.

JongHyun no paró de recibir felicitaciones por tener un esposo tan lindo y agradable. No era sorpresa que Kibum fuese un muchacho bastante simpático y alegre.

No quería que nadie más que él pudiese admirarlo. No quería que nadie se lo quietase al contemplar el valioso tesoro como novio que tenía, aunque sabía que Kibum no era ningún objeto no podía evitar sentirlo como de su propiedad y sentir una sensación que le decía que siempre debía serlo. Su paciencia se agotó cuando uno de sus compañeros contempló a su novio de pies a cabeza y fue a parar demasiado cerca de él, fue demasiado cuando vio al rubio sonrojarse. Lo que JongHyun no supo fue que aquel sonrojo sólo significaba incomodidad.  

Un día, los celos que ya habían explotado, retumbaron por todo el cuerpo de JongHyun y se extendieron como lava hirviendo en Kibum. Fue cuando los problemas comenzaron, fue cuando Kibum sintió que estaba siendo obligado a permanecer encerrando en casa con llave y candado.

-¡Basta, JongHyun!

-¿Basta? ¿Es que no te das cuenta? Siempre que salimos es lo mismo, ¡todo el maldito tiempo!

-¡No maldigas, no lo hagas! Tampoco me grites que te escucho perfectamente.

Ese día los niños habían sido llevados a casa de la abuela, ese día JongHyun no lo soportó más y tuvo que hablar claramente con su esposo, aunque la situación estaba escapando de sus manos tan fácilmente con arena entre sus dedos. Tomaba los brazos de su esposo, causándole sin darse cuenta una sensación de ardor debido la fuerza ejercida sobre la zona.

-Kibum… ¿Nunca te das cuenta, nunca lo ves?

-Estás siendo paranoico, no pasa absolutamente nada.

Kibum trató de escaparse del agarre, pero JongHyun se lo estaba haciendo imposible. Kibum se dio cuenta que no podía con él. JongHyun parecía demasiado molesto para lograr detenerlo. Lo que más le dolió fue sentir esos molestos ojos directamente puestos en él. También lo hizo el escuchar las siguientes palabras.

-Mañana ni pasado sales. Te quedas en casa a cuidar de nuestros hijos.

-¡No puede prohibirme salir!

-Escúchame…

De pronto, el agarre sobre sus brazos pareció transformarse en una fuerza desmedida que logró lastimarlo. Un quejido retumbó de sus labios pero JongHyun pareció ignorar por completo su dolor.

-Detente, detente ahora, JongHyun…

-Quiero que me escuches.

-¡Y yo quiero que veas lo que estás provocando! Me estás lastimando, ¿no te das cuenta?

Kibum señaló con la cabeza sus brazos, las manos de JongHyun que lo tomaban como si quisieran romperlos. JongHyun fue consciente, entonces, del mal que estaba provocando. Soltó a su novio, se pasó ambas manos por el rostro mientras daba una vuelta sobre sí mismo. Kibum no supo que pasó a continuación, quizá fue el estrés del momento, la frustración infinita, pero JongHyun lo vio una vez más antes de salir de la casa.

Pronunció unas últimas palabras antes de salir de casa, fueron esas palabras que le hicieron saber que a pesar del tiempo no conocía lo suficiente a JongHyun. Años después conocía la parte mala de JongHyun, una parte que no sabía que existía. Aplicó tan perfectamente la frase: nunca terminamos de conocer a las personas.

-Eres mío, sólo mío. Todo tú, me pertenece. No quiero que estés cerca de otros hombres, detesto que sonrías de esa forma suave frente otros, así que detente de una vez.

Kibum quedó con mil palabras en la boca, estancadas entre su lengua, perdidas en la oscuridad recóndita de su cuerpo. Se ahogó en una laguna de palabras por decir, por desear pronunciar contra su novio, cuando JongHyun simplemente se fue y cerró la puerta tras él.  

Los días siguientes la posesividad de JongHyun se reafirmó. Kibum no podía decir mucho porque sus hijos permanecían presentes y no quería discutir con sus pequeños escuchando todo. Tenía que morderse la lengua y asentir a todo lo que JongHyun dictaminaba.

Pero se estaba hartando. Mucho, muchísimo. Se dijo a sí mismo que no podía seguir viviendo de esa forma. Los días se estaban convirtiendo en una tortura.

-Iré a visitar a mi madre.

-No saldrás.

-¡JongHyun! Hace semanas que no salgo.

-No sales. Me tengo que ir a trabajar, te veo en un rato.

-¡JongHyun!

Ese hombre no era el que conoció, no era aquel estudiante de medicina que lo recogía todos los días de la preparatoria en su automóvil destartalado. No se parecía en nada, era un desconocido. Se estaba convirtiendo en un desconocido.

-Quítate ese short, nunca me ha gustado.

-No lo haré, es mi favorito.

-Kibum…

-No. No me vestirás, estos son mis gustos, así que será mejor que lo respetes.

-¿Respetar algo tan corto? ¿Cómo se supone que respete una prenda que parece salir de una tienda de quinta?

Esa fue la primera vez que JongHyun recibió una bofetada de parte del rubio.

“¿Con quién estoy compartiendo mi vida?” “¿Será así todo el tiempo?” “Jonggie, por favor… vuelve”

“Vuelve”

JongHyun no volvió por un tiempo.

-Quiero el divorcio.

Esas fueron las palabras que casi le hicieron perder la cabeza. La cabeza, su propia mente porque no pudo dormir esa noche, ni la siguiente, ni la que le siguió.

-¿Qué…? ¿Por qué?

-No puedo soportar esto, JongHyun. No me dejas hacer tantas cosas… me siento encerrado, me siento mal… no soy feliz a tu lado, ya no…

“No soy feliz a tu lado”

Dolía como si le estuviesen desgarrando el alma. Dolía tanto que no podía acceder. Acceder sería como enterrarse una estaca en el corazón. Fueron aquellos días en los cuales sintió un odio irrefutable contra todos esos hombres que alguna vez vieron a su novio. El odio fue consumiéndolo hasta hacerlo sentir miserable.

JongHyun sentía que lo perdía todo.

Fue cuando cayó en una profunda depresión.

-No quiero que te vayas, Kibum. Por favor, regresa…

“Vuelve”

-Me iré a casa de mi madre por un tiempo.

No…

-Kibum, cariño. Por favor, no te vayas, no me dejes. Te amo, te amo, te amo. No lo hagas.

Por favor.

-No se vayan, mis hijos…

Kibum lloró como una cascada descompuesto, JongHyun se derrumbó.

Kibum se fue, JongHyun lo buscó, hasta que un día no lo hizo más. Kibum regresó, lo vio dentro de la habitación que alguna vez compartieron, más delgado, más triste, más desdichado…

Los niños no dejaban de preguntar por papá, también por el día en que regresarían a casa. Kibum no se derrumbó por completo sólo por un motivo, sus hijos; y uno más, otro hijo, que ahora venía en camino, el que sería Onew. Sin embargo, la tristeza lo embargó fuertemente. Extrañaba a JongHyun. Tanto. Kibum tenía a los niños, pero JongHyun no tenía nada. Aunque dejaba que viera a los niños, él se iba inmediatamente y regresaba unas horas después por sus bebés, JongHyun nunca dejó de insistir porque volvieran, prometiendo firmemente que pararían sus celos excesivos.

-Jonggie, mi amor…

JongHyun se dejó ver en medio de la oscuridad de su habitación. Alzó el rostro, viendo al hermoso rubio, a ese precioso rubio que creyó suyo. En realidad no era de nadie. Kibum era una persona que merecía libertad  como cualquier otra aunque él fuese su novio, no era suyo, nunca lo fue, porque no era un objeto, no era algo que pudiese poseerse, como comprarse y tenerse para siempre hasta que se rompiera o descompusiera. Sin embargo, JongHyun supo qué él había causado su ruptura, había roto a su esposo. Lo veía ahora, frente él, recostado en esa cama sucia, en la que no había tenido ánimos de cambiar las sabanas. Lo veía tan triste como él, más delgado como él. Esos ojos de gato, tan preciosos y siempre brillantes, mostraban una luz opacada por la oscuridad, por colores grises y ánimos caídos.

Como él… como él.

“Vuelve”

-Jonggie, estoy aquí, amor.

-Cariño, mi vida.

Lloraron como dos niños, los adultos lloraron como niños. JongHyun lo abrazó tan fuerte como pudo, pero esta vez no le causó ningún daño físico. Nunca más. Sentir el delgado cuerpo contra el suyo, esa calidez exquisita, esa fragancia de naranja. Ese cabello rubio, el rubio, el color maravilloso. Lo había extrañado todo de él.

-No volveré a causarte daño, volverás ser feliz. Por favor, se feliz de nuevo conmigo.

-Quiero serlo, yeobo.

“Ah, Yeobo” Cuanto lo había extrañado, esa palabra cargada de sentimientos, de ilusiones, de todo lo que ellos significaban.

-Vuelve a mí, vuelve a tu casa, trae a los niños contigo. No volveré a encerrarlos, ahora comprendo todo. Hice mal, me equivoqué y no sabes cuánto me arrepiento. Lo siento tanto, perdóname.

Kibum lo miró, detalló aquel rostro delgado, ese rostro pálido y ojeroso. Describió una imagen que deseó nunca más volver a ver. El hombre que amaba sufría y no podía soportarlo. Tomó el rostro entre sus manos, sintiéndolo frio bajo su tacto, intentó calentarlo, traerle de vuelta esa calidez que parecía esfumarse día con día.

“Vuelve”

-¿Ya no amas? Dime si esa es la razón, cariño… dímelo. Por favor, prefiero esta verdad, a que vivas desdichado viviendo conmigo si ya no me amas.

Las palabras supieron a ácido, se saboreó como fuego, como veneno, se sintió como ardor, como un dolor inmenso.

-Te amo, JongHyun

Pero al menos no duró tanto, porque ambos se seguían amando. JongHyun agradeció como nunca antes, agradeció que nunca hubiese tocado a su puerta algún licenciado con el acta de divorcio, pidiendo su firma, en ese instante hubiera gritado, maldecido, se habría enojado como loco, pero habría entristecido como un desquiciado. 

Nunca pasó.

En vez de eso, su familia volvió. Kibum volvió, sus hijos volvieron.

El amor volvió a su vida. Las lágrimas que por semanas permanecieron como tatuajes pintarrajeados por sus ojos, parecieron esfumarse y convertirse en arrugas de alegría. Tener a sus hijos de nuevo en sus brazos fue una bendición. No dormir solo nunca más, sentir la calidez del precioso rubio otra vez, sus labios, sus manos, su voz… a su lado.

Lo cuidó, lo apreció, porque supo lo que era perderlo y no quería que nunca más volviese a pasar. Nunca.

-Jonggie, vamos al parque, los niños quieren salir.

-Por supuesto, a todos los lados que quieran. Vamos de una vez, ¿qué esperas?

 

 

 

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Les gustó? Me hubiera gustado agregarle más cosas porque en algunas partes se me hizo un poco golpeada la narración, como ese JongHyun tan celoso, quizá se exageró, pero debía ser así, pues esa fue la razón de su casi divoricio >u< Hmm, bueno, pero ya quedó xD

Espero les haya gustado n_n para los amantes de Azai y Tae, en el siguiente cap sabremos más sobre ellos ;) 

Gracias por sus beshos comentarios, como siempre son un amor <3 los quierooooo mis queridos lectores <3

Byebye n_n/


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