Capítulo 36: Dulce sonrisa y agrio recuerdo.
JongHyun se vistió tan rápido como le fue posible. No se perdería el parto de su esposo. Había perdido uno, no perdería otro. Perdió el más riesgoso y no estuvo con él en aquel momento. Prometió que nunca más volvería a ocurrir. Onew fue un bebé prematuro, nació antes de tiempo, y Kibum estuvo solo en casa cuando Onew decidió llegar a este mundo.
No volvería a descuidarse.
Había llamado a Remi para ponerle al tanto sobre el parto e incluso sobre KyuHyun. El hombre seguramente estaba en casa, cuidando de sus hijos junto a Azai. Aquel niño…
Azai y sus hijos, sólo uno de ellos pudo ocupar lugar en aquel pensamiento, uno de sus hijos se clavó dentro de su mente. Taemin. Cerró los ojos por un momento. Debía comenzar a conservar la idea de que sus hijos crecían, y crecer conllevaba tantas cosas como el hecho de tener novios. Pero había uno ahora mismo que aún no nacía. Y un esposo que sufría de dolor debido a ello.
Se apresuró a entrar a la sala donde el rubio estaba a punto de ser intervenido. Él no sería el médico que se encargaría del parto, ni siquiera lo asistiría. Sólo observaría, y, en todo caso, ayudaría si hubiese alguna complicación.
Aquel no solía ser el lugar donde JongHyun trabajaba aunque fuese el mismo hospital en el que hacía su servicio. Se encargaba con más frecuencia del área pediátrica y urgencias, encargarse del parto sería como quitarle el trabajo al médico que atendería a su esposo. No era su lugar de trabajo, por tanto no le competía encargarse del parto aunque lo quisiera. Se dedicó a observar, siendo tan solo esposo y padre en aquel instante, no un médico.
Tocó la frente del rubio, éste, al sentir la caricia, abrió los ojos. Le habían puesto anestesia, por lo que el dolor se había esfumado. Kibum intentó sonreír, lográndolo en medio de una mueca cansada. Kibum estaba exhausto y la cesaría aún no comenzaba.
-Cosita-susurró contra sus labios al mover el rostro para mantenerse frente a frente-,descansa, nuestro bebé nacerá perfectamente.
Kibum asintió, no pronunció palabra, pero su dulce sonrisa lo dijo todo.
Ambos estarían bien, confiaba en ello, no temía.
*
Azai se encargó de los vasos rotos, el jugo natural desparramado y de las frituras. Vio todo después de haber terminado. Azai reconoció gran esmero realizado en la comida que, sin esperar, fue tirada por la misma persona que la preparó.
El niño pensó en una vida paralela donde hubiese nacido en una familia como la que Taemin tenía. Imaginó un mundo donde Kibum pudiese ser su madre e incluso JongHyun su padre. Pensó que su vida hubiese sido más feliz. Posiblemente aún pudiera concebir.
Bajó el rostro y sus ojos se toparon con el vientre plano. Sabía que jamás podría tener un vientre que albergara una vida. Tocó el lugar, sobándose con ambas manos, acariciándolo con un sentimiento lleno de tristeza.
Nunca lo dijo y tampoco lo demostró, pero siempre que veía a Kibum (las pocas veces que lo hizo), el vientre redondeado llamó su atención con la sola presencia, con aquel rubio tan amable que, le hubiese gustado tanto acariciar su vientre aunque sea una vez.
Miró a su alrededor, viéndose solo en la segunda planta de la casa. Taemin había insistido en acompañarle, pero Azai se negó, era mejor que se mantuviera abajo, con sus hermanos para tranquilizarles.
-Madre…-musitó-¿por qué me has hecho esto? Yo no quería, no quería…-su voz rota le dio el recibimiento a un hipido. Una de sus manos se apartó del vientre, tomando lugar sobre su boca. Intentó acallar el llanto, pero entre más lo intentaba, los sollozos parecían ganar potencia.
No podía.
Ver a Kibum lo llenaba de tristeza porque le hacía recordar. Le hacía llenarse de ilusión, imaginar que él podría alguna vez formar su propia familia. Pero todo se rompía demasiado pronto cuando entraba entre láminas rotas a su realidad; sentir que no podía concebir, que jamás lo haría. Podría llenarse de envidia, pero Azai no era tonto. Su vida era lo suficiente desdichada como para llenarse de aquel sentimiento tan agrio como la envidia. No podría, mucho menos cuando una persona parecía relucir entre tanta oscuridad.
Taemin.
Un sollozo lo suficientemente alto escapó de sus labios cuando sintió que alguien lo abraza detrás de él.
-No…-susurró-no, no…
Asustando, intentó quitarse las manos ajenas de encima, pero no logró nada, mucho menos cuando aquella persona en un solo movimiento se pegó a la pared. Azai supo porque lo hacía. Era Taemin. Dejó de resistirse al saber que si seguía moviéndose haría que Taemin perdiera el equilibrio y cayera. No podía olvidar las muletas de Taemin.
-Siéntate.
El muchachito se movió. Sus ojos llorosos se toparon con el rostro serio de Taemin. Sintió tanta vergüenza, pero sobre todo sintió que Taemin no debió de haberlo visto. No cuando seguramente estaba preocupado por su omma y él estaba allí, llorando, aumentando quizá otra preocupación.
Quería estar solo. No quería que nadie lo viera, nunca le gustó llorar frente otras personas. Sin embargo, al verse envuelto entre los brazos de Taemin al dar media vuelta, sobre su pecho, con el tierno rostro sonrojado mirando hacia arriba, mirando a Taemin recargado con dificultad sobre la pared, no pudo negarse. Su reacción fue sentarse sobre el suelo lentamente mientras intentaba calmar sus hipidos. Se recargó contra la pared y esperó por Taemin.
Remi subió las escaleras al no ver a Taemin en el momento que llegó. Se detuvo a punto de llegar al segundo piso cuando vio a Taemin al lado de un lindo y lloroso jovencito. Entrecerró los ojos al verlo acariciar el cabello cobrizo del tierno muchachito. El niño cerró los ojos por un momento, y tan pronto, en un abrir y cerrar de ojos, se alojó por completo a los brazos de Taemin. Se pegó a su pecho, escondiendo por completo su rostro, y sollozó, sollozó y sollozó y no paró.
Azai no lo supo, quizá nunca lo sabría, pero desde hace mucho necesitaba llorar como lo estaba haciendo ahora. Tener a alguien que pudiera ayudarle era un gran alivio.
Taemin lo envolvió fuertemente, sus manos no pararon de sobar la espalda pequeña, tratando de consolarle.
Remi supo que no sería bienvenido, así que por el momento no interrumpió y sólo se alejó lentamente.
*
Kibum hubiera querido alzar el rostro en el momento que escuchó el primer llanto, pero no fue posible. Sólo pudo ver a JongHyun y supo que todo estaba bien justo como él se lo había dicho antes de iniciar la cesaría.
Cerró los ojos y se dejó envolver por una sonrisa.
-Jonggie…
JongHyun miró a su esposo. Sonrió como él lo hacía, y su única reacción fue inclinarse hacia él y besarle la frente.
Kibum escuchó a los doctores y enfermeros hablar sobre su hijo. Muchas exclamaciones alegres lo llenaron de dicha.
“Tiene unos ojos preciosos, son tan negros” “¡Tanto cabello!” “¿Éste bebé es coreano? Sus ojos son hermosos” “Oh, doctor Kim, lo han engañado con un americano”
Kibum lanzó una pequeña risita al escuchar el último comentario.
Negó con la cabeza mientras volvía a abrir los ojos. JongHyun mantenía el ceño fruncido en medio de una sonrisa, sabía que sólo estaba fingiendo molestia. De igual forma, el ceño fruncido desapareció demasiado pronto. JongHyun volvió a dedicarle otra mirada al momento que se inclinaba sobre él.
-Cariño, Minho tiene unos ojos enormes.