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La familia Kim por Nanaa

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Notas del capitulo:

Holita n_n/

Capítulo 41: Un fuerte acto envuelto en ternura.

 

Kibum abrió los ojos un par de segundos… los cerró al instante. El cansancio que sentía no era un juego. No era como antes, no tenía la misma fuerza de antes. Estaba seguro que Minho sería su último hijo. Definitivamente no podría cargar con otro bebé dentro de él.

Palmó su vientre, despacio,  con calma excesiva para no tocar más de lo necesario. Dolía, pero sabía el dolor pasaría dentro de algunos días. Ahora sólo se dedicaría a descansar.

Dormir, dormir… era lo único que necesitaba.

 

 

*

 

 

JongHyun permaneció un momento en su lugar; de pie en medio de la sala. Tuvo que esperar. KyuHyun lamentablemente tendría que esperar. No podía dejar a sus hijos solos con Remi una vez más, mucho menos ahora que Minho estaba con ellos, su mini integrante de la familia. 

Lamentó no poder ir por el muchacho, a pesar de todo imaginaba el susto que estaba pasando en lugar como aquel. La prisión simplemente no podría ser algo agradable, sin embargo, pensaba que era lo que KyuHyun había hecho para que le encarcelaran. Esperaba que no fuera algo grave y le dejaran libre dentro de algunas horas.

Fue así, que en medio de sus pensamientos, el llanto chillante de su pequeño hijo le llenó los tímpanos.

-¡Appa! Minho llora, ¿omma debe darle de comer? ¿Le hablo?

Onew permaneció atento a una respuesta de su padre mientras el resto de sus hijos intentaban tranquilizar al bebé, lo que realmente no traía buenos resultados. Esta vez Minho parecía molesto de recibir tanta atención. Necesitaba algo, y esta vez no era atención. Pocos segundos pasaron cuando todos supieron que era lo que quería.

“Algo huele mal”

-Appa, tu turno.

Isabelle no soltó a su hermanito, aunque no tenía pensado limpiarlo por sí misma, esperó porque su appa diera alguna orden, cuando llegó, se levantó de su lugar y siguió a JongHyun.

-Hija, ponlo sobre la cama. Vuelvo enseguida, voy por un pañal limpio.

Daniel ingresó a la habitación de huéspedes después de que su appa se hubiese ido ya que éste se lo pidió. Observó a Minho. El bebé usaba un trajecito afelpado y azulado. Tenía mucho cabello, tan negro como el suyo, y aquellos grandes ojos le hacían ver diferente al resto de sus hermanos. Sonrió, Minho sería el consentido de todos. Sería un niño mimado, pero no dudo en que sería tan amoroso como todos en casa, quizá un poco más que otros.

-Minho, appa regresara pronto y dejaras de oler tan feo, tranquilo.

Daniel sonrió, las palabras de Isabelle le hicieron ver que, definitivamente Minho sería el consentido de la casa.

JongHyun llegó pronto.

-Daniel,  ve lo que hago, tú nos ayudarás a cambiarlo cuando nosotros no podamos ¿de acuerdo?

El chico parpadeó.

Okay.

Minho podría ser el nuevo consentido, pero no quería cambiarle los pañales.  A pesar de ello, asintió. Qué más da, pensó, pero…

-¿Qué hay de Dan y Dana?

Si él iba a caer, sus hermanos también.

-Claro, ve por ellos, rápido.

Daniel dejó ver en su rostro una sonrisa llena de broma, de esas diabólicas que mostraban que algo estaba por pasar, y no sería algo bueno. Cuando Dan y Dana lo vieron supieron de inmediato que Daniel les tenía una noticia no tan agradable.

Cuando ingresaron a la habitación, el aroma del bebé les siguió en las narices. Su padre les pidió que se acercaran, tuvieron que ver todo hasta que acabó. No se veía difícil. JongHyun lo hacía con tanta facilidad, rapidez e incluso maestría. En pocos minutos el bebé estaba limpio y con nuevo pañal.

-Su omma y yo tenemos que hacer tantas cosas, cuidar de todos ustedes, ayúdennos y cuidemos mucho a Minho, nunca debemos dejarlo solo, ¿muy bien?

Todos en la estancia asintieron.

JongHyun tendió el pañal sucio como si fuera un ramo de rosas; lo extendió como si nada, casualmente, y dijo:

-Tírenlo en la basura.

Dan y Dana dieron un paso atrás, Daniel actuó demasiado tarde. El pañal cayó directo sobre sus manos. Rayos. Dan y Dana rieron, lo que ocasionó que JongHyun lo hiciera también, pero su sonrisa mostraba algo diferente. Cargó a Minho bajo la atenta mirada de Isabelle. Miró a sus hijos burlones.

-Claro, para la próxima, el primero en limpiar a Minho será Dan y después Dana, suerte, hijos.

Salió de la habitación, llevándose las risas de sus hijos con él.

-Ahora entiendo porque a veces Daniel es medio diabólico- Dana pronunció. Daniel ironizó, haciendo una mueca sobre su rostro.

-Ajá, claro, y ustedes son unos angelitos.

JongHyun siguió sonriendo. Sus hijos estaban teniendo más responsabilidades, pero aunque discutían sobre ello sabía que le ayudarían a pesar de todo.

Minho hipaba sobre sus brazos, el pequeño cuerpecito parecía tranquilizarse. Lo vio bostezar, los ojitos cristalinos por el reciente llanto comenzaron a cerrase en cámara lenta. JongHyun suspiró lleno de dicha.

Muchos otros padres de familia podrían estar cansándose, podrían desear escapar de tanta responsabilidad, desearían salir de casa y perderse en los bares donde podrían salir de su rutina, conocer muchachas jóvenes… donde empieza la infidelidad y la vida llena de mentiras; donde se destroza y muchos pierden a su familia. Podría ser fácil salir de casa por la noche, nadie se daría cuenta, pero su remordimiento sí. JongHyun realmente no pensaba e hacer algo como tal, consideraba su vida perfecta, aunque la perfección no existía, la consideraba perfecta, con los perfectos problemas, las perfectas rutinas, las que a veces no lo eran y eso mantenía en pie su matrimonio, con los perfectos hijos. Con el perfecto esposo, aquel que con los años parecía envejecer más, pero su alma parecía ganar más juventud. 

Las personas solían decir que Kibum se veía joven para tener tantos hijos, pero él notaba que su esposo no era lo mismo de antes. Su cuerpo no era tan firme como años pasados. Días atrás le vio un par de canas y arrugas alrededor de sus preciosos ojos gatunos.

Una cosa podría decir JongHyun ante todo aquello, al subir las escaleras, al llegar a su habitación, al verlo recostado sobre la cama, sonriendo entre sueños a pesar de su cansancio, esa cosa que diría, aquello que mencionaría, mil veces, una y otra vez, al contemplarlo…  seguía teniendo al esposo perfecto. Nunca nadie lo podría hacer tan feliz como Kibum lo hacía. Los años, las arrugas, el cuerpo de juventud, era lo que menos importaba.

-Cariñito…

Cariño.

Ese niño que conoció, el pequeño rubio, delgado, con la sonrisa más hermosa que pudo contemplar. El que siempre estaba lleno de vida, ese mismo que le hizo ver más allá, que le hizo conocer cosas, ver más… salir de su vida estricta.

Miró a su bebé, tan dormido como la omma. Cerró los ojos y se dejó recordar una escena, un momento de tantos, juntos, en la parada del autobús.

 

Algunos años atrás, JongHyun se vio nuevamente con un mechón de cabello pintado de rubio. Ese día, había llevado su auto destartalado a la preparatoria, recogería a su novio, pero éste se negó a subirse al auto.

-Vámonos en el transporte público.

JongHyun casi deja caer su quijada sobre el pavimento al escuchar tales palabras. Subir al transporte público no era el verdadero problema, la cosa radicaba en que era la hora pico y las paradas del bus estaban a rebosar.

-Amor, ¿estás seguro?

-¡Pos supuesto, vamos!-Kibum lo tomó del brazo y lo arrastró a la parada. JongHyun sólo pudo tomar su mochila del asiento del conductor después de ser arrastrado por su rubio. Su auto tuvo que esperar.

-Cariñito, pero no puedo dejar mi auto en este lugar.

-No le pasará nada. Mañana vienes por él.

-Pero…

-¡Allá viene el bus! ¡Corre! ¡Está por llover!

-¿Llover?

Fue cuando sintió una pequeña gota tocar su nariz. Llevó la mano libre a la zona, notando la humedad sobre su dedo. Miró al cielo, aunque había sol, las gotas caían con lentitud. Poco a poco el cielo parecía teñirse de gris.

-Kibum, creo que sería mejor que nos fuésemos en mi auto.

-Amor, calma, estos momentos debemos disfrutarlos. Pienso que lo inesperado es lo mejor.

JongHyun no entendió las palabras de Kibum, realmente no comprendió que momento habría que disfrutar si estarían en un bus repleto de gente hasta reventar. ¿Inesperado? estaba sólo de acuerdo en que ese momento era totalmente inesperado. Creía que llevaría a Kibum a casa, quizá antes pasarían por un helado, pero por lo visto el tiempo no estaba para ello, quizá sólo lo hubiese llevado a casa. Pero eso no ocurriría.

Vio frente sus ojos como el bus pasaba frente ellos y no se detenía. Los adolescentes alrededor de JongHyun comenzaron a hacer bulla. Sus voces sonaron en un coro distorsionado y sin orden. Gritos, risas, burlas. El bus que pasó frente ellos estaba a rebosar de gente, no pudo parar aunque quisiera, ningún otro cuerpo habría podido caber.

-¡Ehhhhhhhh!

JongHyun alzó el rostro entre sorprendido y curioso, esa voz… ¿había sido la de Kibum? ¿Kibum también hacía bulla? ¿Su dulce y tímido Kibum también se unía al escándalo?

-¿Kibum?

-Ahora tenemos que esperar al próximo bus. ¿Es divertido, no crees?

JongHyun asintió dudoso. Kibum parecía feliz, demasiado. Apretó la mano que lo unía con la del rubio. Su novio lo sorprendió. Le hizo reaccionar en aquel instante. Estaban juntos, alrededor de aproximadamente cincuenta adolescentes. Todos esperaban el transporte público, todos reían y hacían bulla, todos parecían divertirse en medio del escándalo a pesar de que estaba comenzando a llover.

-Sí, pienso que es divertido.

Otro bus pasó.

-¡Ehhhhhhh!

-¡Qué al cabo que ni me quería subir!

 Otro bus los dejó, otro más los ignoró, el siguiente se detuvo.

Se escucharon silbidos.

-¡Corraaaaaan!

Desconoció la voz de la persona que gritó, pero conoció perfectamente la siguiente voz que gritó.

JongHyun quedó estático en su lugar, si no hubiese sido por el jalón de Kibum a su mano no habría corrido.

-¡Corre!

Los adolescentes, empapados como ellos, corrieron como si sus vidas dependieran de ello. Por supuesto, ninguno otro quería esperar por otro bus.

Algunos no lograron llegar a tiempo, el bus llenó y no quedó más espacio. Cuando dio marcha a seguir, las bullas continuaron. JongHyun y Kibum quedaron en medio del pasillo, así como en medio de otros cuerpos. El bus parecía tener prisa por llegar, no se detenía en ninguna parada y los topes era una tortura para las personas a bordo, pero era peor cuando doblaba en las esquinas. Tenían que agarrase con fuerza para no caer, pero todas las personas parecían felices, no parecían molestarse, simplemente parecían acostumbradas.

Kibum, en una esquina, perdió la mochila, cayó de su hombro al tener la costumbre de sólo usar una agarradera y no las dos sobre sus hombros. JongHyun lo notó. El rubio intentó tomarla, pero al hacerlo se soltó del tubo que le impedía caer. JongHyun lo sostuvo rápidamente de la cintura mientras con la otra mano se sostenía del tubo.

-Cariñito, ten cuidado.

El rubio abrió los ojos en demencia. Gimió suavemente, su sorpresa le hizo taparse la boca con ambas manos, aunque no sabía realmente de que se había sorprendido. ¿La sorpresa de casi caer o la sorpresa de  sentir los labios de JongHyun sobre su cuello, susurrándole aquellas palabras? 

Se dejó hacer por su novio. Sintió que lo enderezaba.  Por inercia se agarró del tubo. Su mochila estaba en su lugar gracias a JongHyun, aunque no sobre su hombro sino sobre el hombro del castaño. Quedó frente JongHyun, dándole la espalda, él le rodeaba con sus brazos y le respiraba en el cuello. Tragó saliva, pero sabía que JongHyun lo hacía a propósito. Él escuchó su gemido.  Lo sabía, lo sabía, lo sabía.

-Jonggie…

-¿Qué pasa, mi vida?

Si, lo hacía a propósito.

-Llueve mucho… ¿Cómo bajaremos así?

JongHyun sonrió de lado, aunque Kibum no podía verlo.

- Amor, calma, estos momentos debemos disfrutarlos. Pienso que lo inesperado es lo mejor.

Kibum exhaló.

-¿Esto es un especie de contraataque?

-No, sólo he comprendido tus palabras y son maravillosas.

Kibum sonrió nerviosamente, pero feliz,  feliz y con las mejillas a rebosar de colores.

Esto era sentirse pleno.

Al bajar del bus corrieron, no se detuvieron y no dejaron de reír. Tomaron sus manos y dieron fin a sus pasos al llegar a una esquina, a la vuelta se encontraba la casa de Kibum. Se abrazaron porque comenzaba a hacer frio, aunque el abrazo era más que eso, más que cubrir su frio con sus cuerpos. O sus labios. JongHyun lo tomó de la cadera huesuda, Kibum gimió y sus labios se abrieron. Recibió más que unos labios gruesos, recibió una lengua y un beso pasional que le quitó el frio.

Ambos olvidaron que sus mochilas no protegían los libros dentro de sus mochilas, ni a sus celulares. Pero no olvidarían ese momento, no olvidarían que a pesar de todo y de los regaños de sus padres, valdría totalmente la pena. Lo volverían a repetir si tuvieran la oportunidad porque después de aquello, hicieron una locura más. La más grande de todas, quizá, aunque más adelante vendrían más.

Corrieron nuevamente, juntos, cómplices. Ambos sabían lo que iba a pasar. Una cabina telefónica, azolada, así como las calles a su alrededor.

JongHyun abrió la puerta, no hubo espacio para palabras.

Entraron y los besos subieron de tono, más candente, más fogosos, más llenos de pasión y fuego.

Entre su estallido de chispas, besos y caricias, el teléfono cayó al suelo, ninguno de los dos lo notó. La lluvia afuera se identificó, incluso un poco de aire pareció azotar las calles. Los árboles se movían al compás. La lluvia lo hacía también junto con la ropa empapada que caía al suelo.

Kibum tembló y JongHyun lo cubrió con sus brazos, y su boca. La camiseta del rubio desapareció, pero apareció la boca de JongHyun para morder ciertas partes; disfrutarlo a su antojo, acariciar con sus labios desde la clavícula hasta los botones rosados.

Feroz, le arrancó gemidos, jadeos y suspiros.

El rostro de Kibum reventaba en rosado, en rojo, en colores. El frio parecía darle cosquillas, no era nada ahora. Todo se lo estaba llevando JongHyun.

Mordió el cuello del castaño, en medio de su pasión ni siquiera notó lo que hacía, sólo sabía que también quería tocar. Tal vez mañana sería consciente de todo lo que hizo, ahora, sólo quería disfrutar  y realmente lo estaba haciendo, así como la camiseta de JongHyun desapareció.

La piel chocolate era algo que quería recorrer con cada yema de sus dedos. Cada una.

-¡Agh!

Sus pantalones fueron bajados, su entrada acariciada y finalmente la ropa interior se vino abajo.

JongHyun le iba a dar la vuelta, pero sentir las preciosas manos de su novio sobre su cuerpo no era algo que quería que desapareciera tan pronto. Lo alzó y lo sostuvo con ayuda de sus caderas. La penetración llegó tan pronto como lo subió sobre él. Kibum gritó ahogadamente. Se agarró fuertemente del cuello de JongHyun, su rostro fue a tomar lugar sobre el pecho fuerte. Respiró irregularmente sobre aquel lugar. Pero lo disfrutó, le encanto, quería que se moviera, que lo hiciera ya, fuerte, rápido.

-Más… más, Jonggie, amor…

Recibió lo que pidió.  Fue un total gusto para JongHyun.

La euforia por ser descubiertos, el ruido de la lluvia, el viento, sus respiraciones, sus pieles, el vidrio de la cabina empañado. Todo estaba siendo increíble. La rudeza de su sexo, de su acto. Las caricias que podían ser rudas pero profesaban ese respeto que las personas enamoradas sólo podían sentir. Un fuerte acto envuelto en ternura.

-Te amo, te juro mi amor que siempre te amaré.

-Jonggie…siempre, amor.

Un beso contra su cuello, y JongHyun abrió los ojos.

Para él, no existía ningún en cambio en su esposo a pesar de su físico. Era precioso. Su corazón aventurero había llegado a él. Lo había tomado con alegría. Ese rubio que seguía durmiendo, que acababa de dar a luz, seguía siendo el mismo desde entonces. Su amor.

 

 

*

 

Azai despertó.

Despertar en esa posición, con su… novio, fue extraño en muchos sentidos. Estaba en la casa incorrecta.

-¿Taemin?

Picó su nariz porque no sabía de qué otra forma despertarle. Estaba increíblemente nervioso. Y asustado. ¿Qué había hecho?

-Cielos, Taemin…

Le movió del hombro. Su estómago estaba haciendo cosquillas por alguna razón. Sentirse tan cerca de Taemin le hacía sentirse extraño. Sabía perfectamente que era todo lo que estaba sintiendo, no se iba a ser el tonto preguntándose que estaba pasado, lo sabía mejor que nadie, por supuesto, eran sus sentimientos.

-Mi amor.

Rio, lleno de nerviosismo hasta donde no cabía. Le había dicho mi amor a Taemin y, le daba risa, realmente le daba risa.  Sus nervios estaban atacando hasta lugares recónditos.

-¿Qué me estás haciendo, Taemin?

Abrazó a Taemin con sus pequeños brazos, acarició el brazo, descubriendo que no podía envolverlo con sus manos. Hizo una mueca, pensando que realmente tenía unas manos muy pequeñas.  Pero entonces se detuvo y su corazón pareció dispararse a una velocidad que no era permitida.

-No lo sé, lindo, pero puedes decirme mi amor una vez más, eso quizá tenga una respuesta.

-Oh.

-Sí, oh.

 

 

Notas finales:

Nanaahistorias

Les dejo mi pagina porque AY no me deja poner muchas notas, me salen muchos anuncios publicitarios y hasta termina sacandome de la pagina u.u intente publicar ese capitulo más de tres veces hasta que pude, bueno, espero esta sea la buena, los quiero, bye <3


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