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La familia Kim por Nanaa

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Capítulo 51: Mil suspiros

 

Tomó el pequeño moño negro entre sus dedos para colocarlo en su cuello. El traje lustroso y hermoso se ceñía a su cuerpo como una segunda piel, provocándole lucir el delgado cuerpo detrás de toda aquella tela. Era de esos trajes negros con una camiseta de manga larga detrás del saco, tan simple, tan típico, pero tan distinto en él. Se veía, simple y delicadamente bellísimo.  

Su sonrisa radiante demostraba su infinita alegría, esa sonrisa plasmada trasmitía sentimientos maravillosos. Sus zapatos negros, lustrosos; su cabello rubio bien peinado, pero sin utilizar ningún tipo de químico en él, nada de gel ni spray, sólo el peinado con un flequillo alborotado, así de sencillo y bonito.

Era el día de su boda.

Suspiró por enésima vez, ese día se había convertido en el día de los mil suspiros. Estaba nervioso a mil, asustado un poco, inseguro en absoluto. Pero emocionado y alegre, no se podía comparar con su nerviosismo a mil. La emoción era mayor, la alegría lo era más, sin embargo, no podía evitar morder sus uñas. Seguramente su futuro esposo lo regañaría en cuanto viera sus dedos, pero ahora mismo no lo podía evitar. Sentía la necesidad de morderlas sin parar; mordida tras mordida hasta hacer sangrar pequeñamente su dedo anular, justo donde dentro de pocos minutos un anillo adornaría su dedo.

Profirió un respingo al sentir el dolor, pero al notar el sangrado simplemente decidió morder otro de sus dedos.

-Bien…-murmuró-es hora de irse, es hora, es hora…-miró a su alrededor. Parecía no faltar nada, en realidad él no llevaría nada más que su cuerpo al lugar de la ceremonia. Afuera, su madre le esperaba en la camioneta que recién JongHyun había comprado para su familia. Pero Kibum tenía la costumbre de siempre inspeccionar que no faltara nada cuando iba a salir, más aún cuando salía con su familia.

Se miró en el espejo, esperando que todo siguiera en orden con su vestimenta.

Suspiró.

-Es hora, es hora, es hora…-murmuró más, mucho más mientras salía, por fin, de la habitación.

Su madre le abrazó en cuanto llegó a su lado. Kibum la apretó fuertemente, se hundió en ella y ella le apretujo de la misma forma.

-¿Estás listo, hijo?

-Sí-pronunció simplemente en medio del manojo de nervios, alegría y emoción. Su nerviosismo no le hacía retroceder, quería llegar pronto, pero al mismo tiempo quería verse de la mejor manera para JongHyun-. Pero… ¿cómo me veo?

-Mi hijo, te ves muy guapo.

Kibum sonrió, aun abrazando a esa mujer que tanto quería. Sus vecinos homofóbicos, aunque molestaron un tanto, no pudieron perturbar ese día. Kibum observó a uno de ellos caminar al otro lado de la acera, sintió su mirada penetrante, pero poco le importó. Su sonrisa no titubeó ni un poco.

-Vamos.

 

*

 

 

Se movía de un lado a otro, por más de una razón. Sus pequeños hijos eran una de ellas, y la otra, tan sencilla de adivinar.

Lucía un perfecto traje negro entallado a su musculoso cuerpo moreno. Se pegaba de una manera deliciosa, dejando mostrar, así, cada musculo de sus brazos. Guapo y radiante, y nervioso, pero lleno de alegría.

-¡Appa! Appa, appa, appa.

Sus niños. Taemin, aquel niñito juguetón y travieso de seis años. Los trillizos, mucho más traviesos que el primer hijo, de cuatro años, y finalmente Isabelle, la pequeñita de apenas un año de edad. La nena estaba siendo cuidada por su abuela paterna, Maggie, la madre de JongHyun, arrullaba a la pequeñita entre sus brazos.

El hombre cuidaba a sus pequeños diablillos. Los niños estaban contentos debido al enorme espacio que tenían para jugar. Corrían y reían, alejándose de su appa para no ser atrapados por él.

Debajo de ellos, sus pies pisaban el pasto verde. Los niños rodearon la enorme fuente hexagonal de piedra. En los largos bordes se encontraban repartidas velas cuadradas, y entre aquellos, ramos de flores blancas le adornaban. Sobre el agua, más flores nadaban en la superficie, cubriéndola casi por completo. En medio, el agua salía disparada a su alrededor.

Sólo diez mesas circulares, adornadas con más ramos de flores blancas en su centro, servilletas de tela, utensilios blancos y sillas color oro.

Más alejado, entre árboles, arbustos y flores blancas, se encontraba el altar.  El camino de piedra lisa que conducía al altar, mantenía pétalos en sus orillas, así como arbustos. Un enorme árbol a medio camino, inclinaba sus ramas, cubriendo el camino con una leve sombra debido al casi oscurecimiento del día. Numerosas ramas, de aquel árbol, colgaban lámparas.

El altar, el lugar más lleno de luz, con más velas adornadas por el suelo.

Kibum exhaló cuando lo vio todo. No fue capaz de avanzar por un momento. Sus pies se enterraron en el pasto sin posibilidad de movimiento. JongHyun había sido el encargado de la decoración, quería que fuese una sorpresa para su prometido. Kibum lo aceptó cuando se lo pidió. No se acercó al lugar hasta ese momento.

-¡Omma!-. Los niños anunciaron su llegada por él. Todas las miradas de colocaron en él, pero una de ellas fue totalmente diferente.

Los niños corrieron hacia él, Kibum les recibió con los brazos abiertos.

JongHyun caminó calmadamente a comparación de sus hijos. El motivo era simple, la impresión embriagó su sistema.

Su novio, su querido y lindo rubio, se veía de lo más hermoso. Precioso, tierno, dulce y brillante.

Dios Mío.

No podría describirlo, él no podía hacerlo.

Llegó a su lado, los niños se abrazaban a sus piernas, pero JongHyun sólo alzó una de sus manos y acarició su mejilla.

-Precioso-. No era un llamado, le estaba llamando directamente precioso. JongHyun fue capaz de mirar el delicado sonrojo en su rubio, los pómulos altivos se alzaron más, mostrando una sonrisa tímida-. Más que eso, amor.

Sus labios estuvieron a punto de tocarlo, besarlo porque realmente moría de ganas por hacerlo. Pero no.

-JongHyun, aún no es momento.

Se movió hacia atrás rápido y brusco porque no esperaba ver aquella mano interponiéndose entre el rostro del rubio y el suyo.

¿Pero quién?

Maggie, quien aún cuidaba de su nieta Isabelle. La bebé tenía los ojitos abiertos, pero se mantenía tranquila. La nena era bastante tranquila en realidad, no se comparaba en absoluto con sus hermanitos mayores.

-Madre, por favor-llamó JongHyun.

-La magia está allá.

¿Magia?

JongHyun estaba a punto de reír, pero Kibum suspiró cuando vio detalladamente aquel lugar. El altar.

-Dios… Jonggie, amor, todo esto es hermoso. No lo esperaba, yo… no sé qué decir. Te amo mucho, mi amor, tanto. 

-Eso se supone que se lo digan allá-murmuró Maggie, sin embargo, nadie le prestó atención.

Kibum alzó los brazos esta vez para abrazar a JongHyun.

Maggie resopló.

Bueno, ser ignorada no era algo que le gustase, así que prefirió alejarse. Daba igual, se dijo, ellos estaban radiantes, no importaba si se besaban de una vez o más tarde. O si el anillo era colocado en el dedo anular mordido del rubio un rato después, o si JongHyun le llamaba la atención a su rubio por ello, o si las palabras que dijeron en el altar fueron más cortas de lo esperado, pero concisas y llenas de ese cariño que, si era esperado, o si el beso fue menos profundo, si fue más superficial porque eran conscientes que no era el momento para un beso apasionado. Ambos sabían, que tenían tiempo más adelante, mucho tiempo para decir y hacer lo que desearan.

El beso terminó, pero sus frentes se unieron, sonrieron y se llenaron de dicha.

El “acepto” llegó. Eran esposos, recién casados.

Más tarde, después de unos cuantos juegos típicos en bodas, donde no hubo ramo que arrogar, fueron dos mandiles, la música sonada fuertemente, con aquellos padres modernos que se divertían al ritmo de música electrónica. Isabelle no estaba en la fiesta para ese momento, había sido llevada por su abuelo paterno, Dongwan, a casa.

Los amigos de Kibum bailaban a su lado, formando un circulo con sus cuerpos. Remi, Arisa, Teo y Allie. A decir verdad, era el grupo más escandaloso. Kibum brincaba y movía las caderas con increíble facilidad, parecía nadar suavemente por medio de sus caderas, pero retumbaba con fuerza y emoción por sus extremidades. Sonreía y reía con aquella risa escandalosa que poseía, pero que no era escuchada debido a la fuerte música.

Los niños recibían la atención de sus abuelas, comían unos cuantos dulces que eran repartidos en la mesa de postres. Por el momento se encontraban tranquilos, pero terminando con la explosión de azúcar seguramente volverían a correr.

JongHyun, por su parte, se encontraba con algunos compañeros de trabajo. Charlaban un poco más alejados del resto de los invitados, pero el recién casado era capaz de ver a su esposo a pesar de la distancia.

Sostenía una botella de cerveza, dando sorbos de vez en cuando. No estaba en sus planes embriagarse aquella noche, pero para Kibum, la historia era distinta. Su sonrisa no sólo se debía a la felicidad de su boda, o a la euforia del baile, sino a su estado de ebriedad.

JongHyun se había encargado de llevar vodka y ron, sabía que Kibum amaba combinar, especialmente, aquellos licores con jugos o refresco. No lo había hecho con la intención de embriagarlo, simplemente por la intención de que tuviera sus bebidas favoritas, aunque Kibum también había tomado cerveza. Todos sus amigos lo habían hecho, ellos estaban disfrutando a lo máximo. JongHyun no se quedaba atrás, estaba disfrutando a su manera, también había bailado con su grupo de compañeros, pero ahora descansaban después de tanto.

Observó que, de improvisto, Kibum y sus amigos dejaban la pista de baile y se alejaban. Kibum se acercó a sus niños, Daniel y Taemin se veían cansados, parecía que pronto se dormirían, pero Dan y Dana estaban más despiertos que nunca. Los niños, entonces, pasaron a ser cuidados por su omma. Las abuelas se retiraron a bailar, parecía que Kibum había charlado un poco con ellas y, ellas, en poco rato, se retiraron a la pista de baile. Los amigos de Kibum fueron a sus mesas, mientras que, JongHyun, para ese momento, se acercó a su esposo. Era su turno.

-Cariño.

JongHyun se sentó a su lado. Kibum le miró con sus ojitos gatunos. Se veía tan lleno de vida, pero un poco cansado, supo adivinar que ese cansancio se debía al alcohol. Lo comprobó al escucharlo hablar.

-Yeobo-. Su lengua se trabó, pero no minimizó el significado de la palabra. Era la primera vez que le llamaba yeobo. Una palabra que podía significar “cariño” y sólo se usaba para las parejas casadas.

-Yeobo-repitió él-, que bien se escucha.

Kibum sonrió.

-Claro, ¿verdad que sí?

-Por supuesto.

JongHyun se inclinó hacia él y besó su frente, removiendo antes el flequillo húmedo, húmedo gracias al baile. Kibum cerró los ojos, sus mejillas rosas se volvieron más rosas. JongHyun supo que esa noche vería demasiado ese colorcito característico en su esposo.

Los niños se durmieron una hora después, y ellos, se movieron a la pista de baile con todos sus invitados, con sus amigos y compañeros.

Mucho más tarde, por la madrugada, Kibum y JongHyun tomaban un autobús rumbo a la llamada luna de miel.

 

*

 

Entre las lámparas del lugar, sobre más pasto y árboles altos, caminaban siendo guiados por una de las personas encargadas del lugar.

Ellos no eligieron ir a un lugar extremadamente lejano. Era un lugar que podía llamarse sencillo, pero grande para ellos, podían ir a tantos lugares, alejarse y pasar buenos momentos.

En medio del camino, se abrió paso una gran cabaña. Dos pisos y un enorme ventanal en frente, en segundo piso. Tenía un porche donde había una mesa con dos sillas. Masetas a los lados de la puerta y un interior bastante acogedor.

Kibum entró tambaleándose un poco, pero siendo tomado fuertemente por los brazos de su esposo. El rubio no notó lo lindo del lugar, reía pequeñamente mientras lo miraba.

-Estoy bien, yeobo-murmuró trabando su lengua.

-Eso díselo a tu pronunciación, mi amor-sonrió mientras negaba con la cabeza.

-Puede que esté así-reconoció-pero se lo que hago, y se lo que pasa.

Kibum de improvisto se colocó frente él y rodeó su cuello con los brazos delgados. JongHyun retrocedió un paso al no esperarlo. Mucho menos al sentir los dulces labios, aunque con sabor a alcohol y chocolate (debido a los dulces que comió de la mesa de postres), sobre los suyos.

Hm. No desaprovechó el momento de ninguna manera. Lo asió fuertemente por la cintura, pangándolo posesivamente a su cuerpo. Y, el que inició como un beso lento por parte de Kibum, donde la caricia inició y se rozó suavemente, se convirtió por JongHyun, en algo rápido y lleno de suspiros.

Lo recostó, sin embargo, al contrario del apasionado beso, suavemente en la alfombra que no sabía estaba allí hasta ese momento. No habían encendido las luces, y, sorpresivamente, escucharon un rayo, poco después, la lluvia torrencial invadió el bosque donde se encontraban.

Pero no importó.

Sus labios no dejaron de tocarse, y pronto los jadeos invadieron sus bocas. Kibum lo rodeó con sus brazos y sus piernas, y, de nuevo hizo algo que sorprendió a JongHyun. Se movió a sí mismo, sobre la ropa, movió sus caderas. Inició, así, una simulación de embestidas que provocó que sus entrepiernas se rozaran la una a la otra.

JongHyun se encendió demasiado rápido. Sintió quemazón, sintió dolor en su hombría. Detuvo al rubio, la ropa estaba siendo un estorbo increíblemente grande. Le quitó el saco mientras sus labios tampoco daban tregua. Le besó el cuello sin inmutarse en dejar marcas. Lo estaba haciendo sin importar nada. Esta noche era suya, completamente.

Posteriormente el mismo rubio intentó quitarle el saco, JongHyun lo hizo por sí mismo al notar su intención, pero de nuevo atacó a su esposo. Le desabotonó la camiseta blanca, dejando al descubierto la piel suave que tan bien conocía.

Sus labios se movieron desde el cuello hasta el pecho donde las marcas continuaron. Los pezones rositas fueron tomados por sus dientes, después por sus labios. Kibum mantenía las manos sobre el cabello de su esposo. Los dedos delgados se movían por todas partes, jalaban débilmente y su boca emitía sonidos agudos. Metió las manos debajo de la camiseta de JongHyun, pasó por su cuello y metió en los hombros, subió, pasó al cuello, llego de nuevo al cabello, terminó abrazándolo por la espalda, aunque no duró demasiado tiempo al sentir que JongHyun se alzaba para quitarle el pantalón, pero antes, se deshizo del moñito alrededor del cuello del rubio. Aprovechó, y besó sus labios, pero esta vez fue distinto, fue como el beso que Kibum inició. Se detuvo y acarició sus labios lentamente, suspiró, pero sus manos no se detuvieron, bajaron y acariciaron el bulto de Kibum. El rubio se removió inquieto. Sus manos se volvieron puños y el beso se volvió apasionado una vez más.

Los pantalones de Kibum desaparecieron, y él no fue consciente exactamente del momento en que sucedió. JongHyun no dejó de tocarlo en aquella parte íntima en ningún momento. ¿Entonces? Lo estaba haciendo por debajo del pantalón. El contacto se sentía con más profundidad, pero no se pudo comparar al momento que lo hizo debajo de la ropa interior.

-Mghhh~ JongHyun.

-Dímelo tantas veces cuantas quieras, cariño.

Mi nombre.

Y así fue.

Un relámpago, para su deleite, le permitió ver al precioso rubio frente él, abiertito para él. Además, de aquellas hermosísimas mejillas rosadas que esperaba observar. Lo miró lleno de marcas, admitió que se había excedido, pero no se arrepintió. Las piernas que tanto le gustaban, llegaron a sus labios, se llenaron de tantas marcas como el delgado cuello y torso del rubio.

Se alzó un poco, alejándose un tanto de su esposo. Tomó su saco sobre la alfombra, sacando un tubo de lubricante. Él venía preparado.

Kibum emitió un quejido cuando sintió el primer dedo invadir su interior, el segundo dolió, el tercero dolió más, pero JongHyun no dejaba de tocarlo, besarlo y acariciarlo. Kibum, por su parte, tampoco mantenía sus manos tranquilas. Se movía en medio de temblores por la camiseta ajena, tocando los brazos cubiertos, llegando al pecho para desabotonar y poder tocar esa parte de la anatomía de su esposo. Sus labios se hicieron presentes y repartieron pequeños besitos por la piel morena y medio sudorosa. Era realmente delicioso. Kibum realmente disfrutaba tocarlo, aunque no podía evitar sonrojarse, muchos menos al sentir los penetrantes ojos del moreno sobre él, pero esta vez evitó verlo, ver los ojos de JongHyun sobre él. Quería tocar también.

Sentía el rostro arder, pero su interior era el que verdaderamente se quemaba. Se agarró fuertemente a su esposo cuando sintió que estaba por entrar. En él.

-Jonggie,amor~

-Precioso, voy a entrar.

Kibum asintió, cerró los ojos y exhaló cuando pasó. Varios besos fueron repartidos por su rostro, fueron una buena distracción para él, sin embargo, no pudo evitar mostrar un par de ojos vidriosos, ni soltar un par de lágrimas por sus mejillas ruborizadas.

Así, fue como le quitó la camiseta a JongHyun en medio de quejidos y toques de placer. Iniciaba el placer. Poco a poco llegaba, y él, aún mantenía su camiseta puesta, pero abierta, aunque lentamente salía sin mayor esfuerzo. Las mangas tapaban sus manos, tapaban sus dedos, pero sus uñas, esas no eran posible. 

JongHyun se movió.

-¡Ah! Mghh~

Sus uñas se enterraron, pero no sólo fue en espalda, subió a cuello y JongHyun supo que Kibum no sería el único libre de marcas.

El placer llegó a su punto y se mantuvo por un largo rato. Hubo repetición, fueron tres, y ambos quedaron exhaustos, pero JongHyun se mantuvo al final.  Lo vio recostado sobre la alfombra, dormido, aún con mejillas rosas y una muy delgada capita de lágrimas secas. Pasó sus manos sobre el cabello rubio, bastante alborotado, le vio suspirar, mover la boquilla que tantas veces besó esa noche o madrugada. Kibum se acomodó de lado, se hizo bolita e inesperadamente comenzó a temblar. JongHyun sonrió ante la ternura que le provocó la acción.

La lluvia se había convertido en simple brisa, pero el frio era notorio, incluso él comenzaba a sentirlo.

Cargó a su rubio sobre sus brazos, pero antes le quitó por completo la camiseta blanca, estaba húmeda y eso provocaba más frio en el delgado cuerpo. Subió a su habitación, la habitación que no usaron hasta ese momento. La enorme cama se veía cómoda, pero la alfombra también lo fue.  

Lo recostó y bajó nuevamente al primer piso. Tomó las maletas que habían quedado completamente olvidadas. Subió con ellas y buscó rápidamente ropa para dormir. Se puso un pantalón de algodón, para después cambiar a su esposo. Le colocó otro pantalón idéntico al suyo, pero más pequeño y una camiseta grande de manga larga. Finalmente se recostó a su lado. Una gruesa cobija los cubrió, y así, cerró los ojos junto a la persona que amaba. 

 

 

Notas finales:

Hola beshos <3

Chicos, siento no contestar sus RW :c Mis días se están volviendo más ocupados, realmente me estaba estresando y hartando de una manera muy fea, pero al menos eso ya pasó >u< Tratare de responder en la semana, perdón si no llego a hacerlo, pero los leo todititos y de verdad se los agradezco, son pocas las personas que comentan, y soy feliz con leerlos, a mis lindos lectores <3 También a los que me comentan en face n.n Muchas gracias chicos!

El recuerdo de este capi  aún no acaba, no pude poner el casi aborto de Onew, sera para el proximo, el capi estaba saliendo muy largo >u< y bueno, la luna de miel del JK seguirá también n.n/

Hasta la proxima semana, o sino, dentro de quince días, no me peguen >u< sadasadad


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