Capítulo 53: No.
Kibum pestañeó. La actualidad le había golpeado suavemente. Su familia, ya no reunida en la mesa, le esperaba a punto de salir de casa. El único que parecía no estar presente era Taemin.
Su recuerdo había durado más de lo previsto. Todo pasó sin darse cuenta de su actual realidad. Sus niños le decían adiós desde la puerta, su esposo le besaba como todos los días antes de irse, y, entonces, se quedaba solo. Solos él y Minho.
Subió las escaleras para verlo. Extrañamente seguía dormido, pero estaba seguro que pronto despertaría. Despertaría, le cuidaría, trataría de darle un año y darse uno a sí mismo, asearía un poco la casa y por ultimo haría la comida del día. Tal vez haría todo aquello. Tal vez.
*
Taemin tocó la puerta un par de veces. Esperaba que tras la puerta sólo estuviera el muchachito, no esperaba a nadie más que él. Si fuese la madre del niño no sabría que podría hacer.
La puerta no se abrió y por segunda vez volvió a tocar; más fuerte y con más ganas. Creyó escuchar un ladrido, muy imperceptible y apenas audible, volvió a tocar, pero esta vez no escuchó nada. ¿Qué es esto…?
Pegó su oreja a la puerta mientras volvía a tocar. Fue allí, cuando sucedió lo que había esperado desde que tocó por primera vez. Fue abierta sin que lo esperara. Su cuerpo cayó estrepitosamente contra algo dulce y suave.
-¡Amor!-exclamó la dulce vocecita, sorprendido, y ciertamente algo adolorido-¿Te gusta mucho saludarme de esta forma?
Taemin sonrió, aunque trató de alzarse lo suficiente con los brazos. El niño quedó debajo de él. Los cachetitos rojitos le dijeron hola porque Azai no pudo articular ninguna palabra, por el momento. Su boquita rosita se abrió, había intentado decir algo, pero sólo profirió un respingo.
-Al parecer me gusta mucho-respondió.
No esperó recibir una respuesta de parte de Azai, pero si le permitió pestañear y prepararse para un beso. Azai exhaló. Su pequeña boca recibió a Taemin y sus brazos se enrollaron suavemente en el cuello de su novio. Suspiró, una y otra vez. Sus manitas se movieron demasiadas veces en el mismo lugar, sobre esa piel del cuello. Sentía las manos de Taemin sobre su cintura, sobre sus caderas, moviéndose imperativamente al igual que sus propias manos. No esperó que la intensidad fuera a subir de forma tan acalorada, tanto, que sus mejillas y todo su rostro no pudieron soportarlo. El beso no fue capaz de detenerse. Siguió y siguió, al igual que los movimientos en sus manos.
Taemin movió las manos hacia el vientre de su niño. Los movimientos circulares provocaron escalofríos agradables en el muchachito. Cosquilleaban de una forma particular. Azai conocía esa sensación.
Las manos de Taemin entraron bajo la camiseta. La sensación en Azai se identificó. El beso, aún más, mucho más. La piel de su niño no solo era suave, no sólo podía ser suave.
Gimió. Su niño gimió, la tierna voz le llegó al oído, agudita y linda.
El rostro de Taemin mostró una mueca arrogante, los ojos brillaron y una voz le provocó un maldito aleteó en el corazón.
Maldita sea.
-Azai, hijo, olvidé mi bolso. No sé cómo pudo pasar, esto es increíble.
La puerta se atrancó. La mujer no pudo abrir, pero ambos siguieron sobre el suelo, petrificados.
¡Maldita sea! ¿Era en serio? ¿Justo cuando estaban solos? ¿Justo ese día tenía que olvidar el bolso?
-¿Azai? ¿Estás en casa? Ah, diablos, no puedo abrir la puerta, ¿qué está pasando?
La respuesta estaba en los pies de Taemin. Literalmente. Sus pies estaban justamente tras la puerta, la mujer intentaba abrir, pero los pies de Taemin ejercían increíble fuerza.
-Mi amor…-susurró el niño-lo siento, perdón, no debí pedirte que vinieras. Ahora nos va a descubrir y tendremos que terminar, ya no podremos estar juntos, ya no, ya no…
Taemin le escuchó hablar rápidamente, tan rápido y murmurante, pero fue capaz de entenderle. El pechito de su niño se alzaba contra el suyo tan rápido como sus anteriores palabras pronunciadas. El lindo sonrojo había desaparecido y terriblemente dio paso al susto. Taemin no pudo decir que el actuar de su novio era normal. No lo era. Azai estaba aterrado.
-Azai, detente, lindura… escúchame.
-Perdón, no debió pasar, lo siento…
Sostuvo las mejillas flaquitas entre sus manos, logrando la total atención en Azai. Parecía a punto de largarse a llorar. Taemin no quería verle llorar, Azai estaba alterándose demasiado.
-Tranquilízate. Vamos a salir de esto, sólo ayúdame.
Azai asintió frenéticamente. La primera lagrima salió mientras su madre volvía a pronunciar palabras tras la puerta.
-Necesito que salgas de debajo de mí, deslízate e intenta seguir atracando la puerta, mientras buscare un lugar para ocultarme.
Azai le miró por algunos segundos, parecía asimilar todas las palabras de su novio. Volvió a asentir rápidamente. Su pequeño cuerpecito dio una vuelta entre los brazos de Taemin, dándole la espalda. Sus manos se movieron junto a su cuerpo y simulando un gateo, salió arrastrándose. Se puse de pie y tropezó, emitió un quejido, pero ignoró su propio dolor.
-Cuidado-dijo Taemin al verlo, Azai no dijo nada, simplemente se movió hacia la puerta. Se colocó encima, evitando que fuera abierta colocando todo su cuerpo contra ella. Taemin se levantó lo más rápido que pudo. Tomó sus muletas y entró en un cuarto sin siquiera notar cual era o que había dentro.
La puerta se abrió finalmente, pero, aun así, no hubo buena respuesta por parte de la mujer. Ver el estado alterando de su hijo no fue agradable.
-Azai, ¿qué sucede? ¿Qué pasó?
-Nada, nada…-murmuró rápidamente- sólo que voy tarde, me tengo que ir ya. Es demasiado tarde, demasiado.
La mujer entrecerró los ojos. Mentía. Su hijo mentía. Lo observó detenidamente, notando que sus ojos observan de reojo en una sola dirección. Le vio voltear directamente hacia aquel lugar, después mirarle de nuevo a ella con esos ojitos cobrizos.
No preguntó nada más. La verdadera respuesta al sentir asustado de su hijo estaba tras esa puerta. La habitación, que no tenía un nombre especifico, la habitación donde su hijo hacia tareas, donde ella hacia trabajos pendientes o donde solo descasaba.
-¿A dónde vas?-pronunció en un hilo de voz-. Puedo buscar tu bolso y podemos irnos juntos.
-Me estás mintiendo, Azai.
El niño exhaló. No. Ella no podía entrar. No podía verlo.
-Mamá no, por favor. No.
Pero ella ahora sabía que definitivamente allí estaba su respuesta.
*
JongHyun llegó a su trabajó prácticamente corriendo. Era tarde. Llevar a todos sus niños a la escuela implicaba más paradas en el camino, pero Kibum no podía llevarlos. Con su pequeño Minho en casa, ambos preferían que se quedará en casa, al menos por un tiempo. Llevar a los hijos más pequeñitos a la escuela, a pie, y con Minho en su carriola, podría no ser tan sencillo. Y, en un taxi, no cambian todos. JongHyun simplemente tendría que ser más rápido por las mañanas, al igual que sus hijos, y salir antes de casa.
Por el momento, llegaba al checador respirando ruidosamente gracias a la carrera improvista. Dos minutos tarde. Podría no ser mucho, pero igual serían descontados de su paga. Suspiró. Al menos había llegado al trabajo, aunque con una mujer pisándole los talones.
La doctora que tanto le miraba.
-Doctor Kim, buenos días.
JongHyun emitió un respingo. ¿En qué momento había llegado? Estaba justo detrás de él.
-Buenos días, doctora.
-¿Cómo está su hijo?
-¿Mi hijo?- sonrió, recordando a esos pequeñitos-.¿Cuál de todos?
Dio media vuelta, encarando a la mujer. Ella seguía usando esos lentes que tanto le caracterizaban y seguía siento tan guapa como siempre, con su coleta y su uniforme blanco. Y una gran sonrisa.
-El pequeño, el más pequeño.
-¿Minho? Mi bebé está perfectamente, muy pronto le tocaran las vacunas de los tres meses.
-Ya veo… me gustaría conocerlo.