Capítulo 4: Buenas noches/cereza.
Un leve quejidito salió de sus labios acorazonados; las pestañas batiéndose, las manos cerradas formando puños. Gimió, suspirando después…
Entonces, abrió los ojos. Sus puños se abrieron, un leve latido pareció haber recorrido todo su cuerpo; uno potente, alto, hasta retumbar dentro de su cabeza, en sus oídos. Se sentó en la cama, preocupado. Miró hacia la ventana abierta, estaba oscuro, había anochecido. Otro latido. Terremotos, rayos y relámpagos, no había hecho la cena.
Pero, lejos de todo, se sentía muy fresco. Había dormido bien, aunque aun tenía un poco de sueño, pronto volvería a dormir nuevamente. Se estiró, alzando los brazos. Segundos después su estomago gruño.
-¿Qué pasa, bebé?-Miró su estomago, posicionando las manos en la pancita chiquita- ¿Tienes hambre? Ah, ya mismo iré a prepararte algo.
Movió sus pies, dispuesto a salir de la cama, pero un dolorcito lo hizo detenerse. Arrugó el entrecejo, extrañado. Debajo de sus piernas había un pequeño objeto, algo que había estado allí desde que se acostó a dormir. Alzó las piernas, sacando así el objeto. No era un objeto sino un dulce. Su manzana azucarada, por fin. Se mordió los labios, podía sentir el sabor dulzón dentro de su boca; explosivo caramelo rojo cubriendo la manzana dulce. Lamió sus labios, pero algo lo hizo detenerse. Dejó la manzana sobre su mesita de noche.
La casa estaba demasiado silenciosa, ¿Cómo era eso posible?
Le dedicó un puchero a esa manzana tremendamente cruel que no se dejaba comer. Tenía que ir a la planta baja, no estaría tranquilo hasta saber cómo estaban sus hijos, ese silencio le preocupaba. Seguramente JongHyun tendría todo bajo control, pero aun no podía evitar sentirse extraño ante tanto silencio.
Bajó de la cama, bostezando un par de veces mientras salía de la habitación. Miró hacia suelo, tallándose los ojos en el proceso, se dio cuenta de que estaba descalzó. Resoplando, regresó a la habitación por sus pantuflas, estaban viejas, pero lucían impecables. JongHyun se las había regalado un día, simplemente llegó y se las tendió. Le pareció un lindo detalle, sobre todo porque tenía que usar calzado cómodo debido a sus embarazos. Tenía más de un año con ellas y aunque JongHyun le había llevado otras pantuflas nuevas, él no dejaba de usar las viejas. Eran blancas y llenas de pelusa. Aunque las pantuflas eran pequeñas, se veían enormes debido al pelaje, bombas y bombas de relleno con ojos y boca; un perrito, las pantuflas representaban a un cachorrito. Y Kibum las amaba. Quizá porque le recordaban a JongHyun, aunque el hombre era moreno y las pantuflas blancas, bueno, no importaba. Caminó con ellas hacia los escalones, hasta llegar a la planta baja y encontrarse con una escena deliciosa. Si, deliciosa. Cuatro cajas de pizza olorosas a queso. Por supuesto, sus hijos y esposo también estaban allí, regados por toda la sala, emocionados mientras veían una película en DVD.
JongHyun se percató de su presencia cuando vio una bola de pelos en los pies de Kibum. Cuando lo miró, su esposo pronunció cuatro simples palabras: “¿Pediste con queso extra?” Por supuesto, la respuesta fue una palabra: “Si”
Eran las nueve de la noche, tarde para cenar, pero sólo de esa manera Akemi y Hiromi no comerían pizza. Los niños menores estaban dormidos. La realidad era que los papás Kim eran demasiados estrictos con la comida que sus hijos comían. De vez en cuando comían pizza o hamburguesas, o en una ocasión como esta en la que JongHyun estaba demasiado cansado para preparar algo. Kibum prefería que su familia comiese sanamente de sus preparados. JongHyun era médico, así que sabía muy bien qué tipo de alimentos debía de consumir su familia, incluso tenía un amigo que era nutriólogo.
Grace y Onew estaban dormitando en los sofás, luchando por quedarse despiertos porque querían ver el final de la película. No lo lograron, a mitad de ella, quedaron profundamente dormidos.
Kibum se acomodó en el suelo, al lado de su hijo mayor y su trillizo mayor, Dan.
-Kibum- pero enseguida escuchó la voz de JongHyun- Ven aquí.
-Omma…- Otro de sus hijos le llamó, Kibum supo que había sido Daniel.
-Aquí omma- Esa era la vocecilla de Isabelle, sentada en el sillón individual, pero dispuesta a cederle su lugar a su madre.
-No omma, aquí- Y finalmente, Dana.
-Está bien, mis niños, es cómodo el suelo- Lanzó una pequeña carcajada, que murió rápido porque comenzaba a emocionarse con la película. El rubio estaba sentado sobre un almohadón, Taemin se la había pasado. De ninguna manera dejaría que su madre pasara incomodidades, él bien sabía que su omma estaba demasiado agotado por su decimo hijo, Minho. Estaba pensando que él pudiese preparar los almuerzos con ayuda de los trillizos, y si estos se negaban, los obligaría, no había problema, era el hermano mayor, los haría comer tierra si osaban decirle que no, Okay, no lo haría exactamente, pero sabía cómo manipular a todos sus hermanos.
Taemin podía ser un muchacho rebelde de tiempo completo, pero se preocupaba mucho por su familia, aun cuando se pelease algunas veces con sus hermanos; eran hermanos después de todo, ¿Qué hermanos no discutían?
El muchacho fue por su tercera rebanada de pizza…, ah, y también comía mucho. Taemin estaba seguro de que si quedaba pizza, se escabulliría entre la noche hacia la cocina para tomar una rebana más, calentarla en el microondas y largarse hacia su habitación con ella. Sonrió y siguió comiendo.
Mientras tanto, JongHyun estaba sentado en medio de Daniel, Onew, Grace y Dana, Isabelle en el sillón individual, quedándose dormida de a poco. Empezó a acariciar el cabello rubio de su esposo, lo tenía recargado contra sus rodillas. Bajó hasta las orejas, involuntariamente, porque realmente no estaba haciéndolo a propósito, estaba muy atento a la película. Finalmente, su mano se posicionó en una de las mejillas tersas y regordetas, fue allí, cuando dejó de poner atención a la pantalla. Eran las 10:35 de la noche para ese entonces. Miró a su alrededor, Onew, Grace e Isabelle estaban dormidos. La película estaba por terminar, recordó que les había tenido prohibido ver televisión a cuatro de sus hijos, y al parecer, sin darse cuenta, le levantó el castigo a dos de ellos, Onew y Grace. Bueno, no importaba, después tendría oportunidad de darles otros castigos, después de todo, en algún momento harían alguna otra travesura.
La película terminó veinte minutos después. Los trillizos se fueron dando las buenas noches. Taemin subió a todos sus hermanos dormidos a sus cuartos, JongHyun se lo agradeció.
Poco después, la omma y el appa se quedaron solos en la sala. JongHyun aprovechó y atrajo a su esposo hasta sus piernas, sentándolo cómodamente en ese lugar.
-Yeobo-canturreó-¿Me das mi beso de las buenas noches?- Estiró los brazos cómodamente- Umm-gimió-quiero que me lleves a mi cama-Enrolló sus brazos en el cuello moreno, dispuesto a que lo llevara a su habitación.
-Claro, aunque te advierto que no será sólo un beso, ¿De acuerdo?
-De acuerdo- Kibum sonrió, sintiendo como era elevado en ese momento.
Esa noche, no pasó nada que pudiese proseguir a las palabras mágicas: hacer el amor. Habían empezado con simples caricias, apenas pequeñas, cuando Akemi ingresó a la habitación para dormir con ellos. Había tenido una pesadilla. Aceptaron a su niño en la cama, durmió en medio de ellos. JongHyun y Kibum sonrieron, cómplices, estaban acostumbrados a que ese tipo de cosas ocurrieran.
*
Al día siguiente, por la tarde, Kibum recibió entre sus manos una bonita cajita rosadita, pequeñita y llena de caramelos. Lloró alrededor de hora y media.
-Yeobo, precioso… oh, mi amor, vamos… deja de llorar. Tranquilo -Esa era la voz de un hombre desesperado-Se que te encantó mi regalo, lo sé, soy maravilloso-sonrió, sintiendo segundos después como Kibum le daba un débil golpecito en el pecho, pero no por eso dejó de llorar. Al principio había sido lindo verlo llenó de frutos rojos sobre su rostro, sonrojadito nuevamente para él, incluso cuando empezó a llorar le pareció tierno, y le pareció un momento todavía más precioso cuando Kibum se lanzó a por él, enrollando los brazos flacos a su alrededor, abrazándolo con mucha emoción y lagrimas cristalinas cayendo como cascadita sobre sus mejillas. Después, lo besó. Y después, no paró de llorar.
-Cariño, te daré más dulces si dejas de llorar- Lo meció entre sus brazos, acunándolo sobre su pecho. Su camiseta parecía un paño de lágrimas, y ese paño estaba haciendo un buen trabajo; mojada, dejando atrapar las lágrimas en la tela, absorbiéndola rápidamente. El mejor paño del mundo- Kibum, me estas asustando, vamos, cariñito, tranquilízate.
Kibum lloró más fuerte. El apelativo cariñito era una poderosa palabra; poderosa para traer más lagrimas en ese momento.
JongHyun lo alejó un poquito, empezando a sentir un cosquilleó en su estomago. Entonces vio lo que quería. La cajita rosada permanecía sobre las piernas de su esposo. La tomó entre sus manos y cuando la iba sacar de entre sus cuerpos, Kibum se apachurró más contra él. La caja quedó entre sus pechos. Estaban sentados en el sofá más grande.
-Yeobo- pronunció, pero no supo que más decir. Hizo un movimiento, dejando caer su espalda contra el sofá. Kibum cayó sobre él, pero como lo esperaba, se alejó un poco porque no quería lastimar a Minho, jamás se dejaría caer completamente cuando estaba esperando un bebé. Pero no dejó de llorar, aunque ese fue el momento perfecto de JongHyun para sacar la caja.
Sus hijos estaban en el patio trasero, los había mandado a jugar justamente allí cuando Kibum comenzó a llorar.
La pequeña cajita albergaba una serie de paletitas. La misma marca de hace años, los mismos sabores de hace años; fresa, uva, y el favorito de Kibum, cereza. Chocolates, chicles de menta, dulces picantes. Había sido difícil encontrarlos, eran dulces que hacía mucho dejaron de ser populares, tuvo que manejar por varias tiendas de dulces.
Abrió la cajita, encontrando rápidamente su objetivo. La cajita permanecía sobre la espalda de Kibum mientras él buscaba en ella lo que quería, cuando lo sacó, le quitó la envoltura. Una paleta roja, redondita, con un pequeño palito verde de caramelo en medio. Era la forma de una cereza.
-Kibum, tengo algo más que darte.
Las palabras le hicieron alzar rápidamente la cabeza, las lágrimas fluyeron con más fuerza cuando vio lo que JongHyun tenía entre sus manos. Sus ojos brillaron mientras era alzado, JongHyun se sentó nuevamente en el sofá y se llevó a Kibum con él.
-Abre la boca- Murmuró mientras llevaba la paleta dulzona a la boca temblorosa. Kibum apretó los labios, liberando más lagrimas cristalinas- Cariñito….-y la abrió con aquello, dejando que esa paletita fuese probada. Cuando JongHyun alejó su mano, Kibum tocó el palito de la paleta y entonces lo miró.
JongHyun pensó que podría morir en paz.
Kibum tenía la nariz roja, los ojos hinchados, las mejillas llenas de tinta rojiza, los cabellos alborotados y la paleta en su boca de corazón. No, JongHyun, sabía que no, definitivamente no había nada más hermoso de ver. Fue en ese momento, que Kibum dejó de llorar.