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Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

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Notas del capitulo:

Al Masashi lo que es del Masashi. Para lo que no es de él, es mio. No los toquen.

 

Bangles: pulseras de oro o plata. Por lo general las mujeres llevan varios en cada brazo, porque se considera desfavorable llevar los brazos desnudos.

Bangles

 

Dark Horse


 


 


“Dentro de la caja de Pandora”


 


Por LaMueRtHeSitHa


 


 


 


“So what more can I do?



I never wanted to play by the rules,


A knife in hand, I’m playing out the part of the fool


So he were go, you can judged me thoroughly


I’ts too lato to apologies.



We know my determination is unstable


I’m not even mad because I keep on dying


But I don’t even know why I’m trying



Right now I’m made of love”


Stronger than you (Undertale Parody Response) – By AnnaPantsu


 


 


En el suelo y las paredes había notables grietas, marcas de la batalla que todavía no terminaba. Sasuke sentía que no iba a ganar. Ya estaba exhausto y por más que lo derrotara, Danzou conseguía volver a desaparecer y aparecer sin ningún rasguño. Pero en una de las infinitas muertes, Sasuke le arrancó el brazo, y al tomarlo se percató que este estaba repleto de más ojos.


—No sé si me gustaría saber de dónde sacaste tantos ojos. —dijo Sasuke al Danzou que apareció de detrás de uno de los pilares.


—Mejor sigamos peleando.


Sasuke estaba a punto de llegar a su límite. Hacía dos muertes que había deshecho su escudo. Esa pelea infinita le hacía dudar por un segundo de sí mismo. Pero al no rendirse, alzó de nuevo su espada para seguir luchando, cuando de repente sintió una mano en su hombro, que le hizo girar. Era Itachi y veía fijamente a Danzou, quien estaba a punto de romperse a sí mismo el cuello, hasta que se interpuso Sasuke, haciendo a su hermano a salir de la mente del inglés.


—No lo mates. Él sabe demasiado de nosotros, incluso hasta más. —advirtió Sasuke sujetando a Danzou de que no huyera.


Sasuke no permitiría que muriera, no como lo había hecho Kabuto dejándole sin respuestas.


 


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En el palacio de la Suma Miko en Fuyaira, en la sección privada para los magos, dentro de la sala de siete paredes cerradas, estaban siete esferas doradas brillantes de magia pura pululando con libertad. En el centro de la habitación estaba Shion meditando en posición de loto para concentrarse mejor. Y como si en ese espacio dejara de gobernar la gravedad, la miko estaba elevada del suelo a la vez que sus cabellos rubios comenzaban a flotar. Irradiaba un aura lila. Estaba a punto de entrar a la última fase de control de magia, pero para el ritual que iba a hacer no necesitaba tanto poder.


Con estas fases de control podía crear los cuatro escudos sagrados. Uno impedía que su magia fuera inspeccionada, otro sellaba al dios, otro la protegía de cualquier ataque no importando que tan fuerte fuera. Con este último se podría defender de Ahriman, pero tenía la desventaja que al ser tan fuerte sólo lo podía usar una vez. Pero faltaba que le enseñaran uno, el cuál su madre se negaba diciendo que era peligroso. Aunque la verdadera razón por la que la suma miko todavía no se lo había querido enseñar era porque si lo hacía, podría hacer de su hija un ser más temible que el mismo Ahriman.


Ellas no podían ver el futuro, por lo que no sabrían cuando se enfrentarían contra el Ahriman. Pero si podían ver más allá de las cosas y ver dónde estaba él actualmente.


En este ritual Shion entraba en un trance para buscarlo. Veía desiertos, valles y tundras. Sentía las almas de todo el mundo, pero ninguna era la de él. Esa alma que siempre estaría conectada a ella por su deber de encerrarlo. Ya antes lo habían buscado, pero la razón por la que no lo encontraban con seguridad era porque la esencia de él no era aún fuerte. Pero entonces su visión llegó a un campo de batalla, no muy lejos de ahí. Había muerte y desolación, casi como si tuviera una visión en el pasado, en la era del gran cataclismo. Fue ahí cuando sintió la aterradora alma de Ahriman con aires de satisfacción. Shion abrió sus ojos, que resplandecieron de luz, asustada. El dios era mucho peor de lo que se había imaginado.


Con suavidad volvió a poner sus pies descalzos en el suelo, mientras la luz disminuía a la vez que se deshacían las esferas de magia. Su luz se alejó de ella y se guardó a un cascabel que estaba escondido en una esfera para después ir a la palma de ella. Toda esa magia y energía escondida en un cascabel de cristal para utilizarlo en un instante. Ella caminó con delicadeza hasta la salida, donde fue recibida por Katy en reverencia con una bata de seda rosa palo para cubrir su desnudes. La miko sin mirarla fue directo al gran mapa, que cubría una pared completa, y marcó dónde lo había visto. Antes ya lo había sentido dos veces en distintos puntos, pero con esa tercera había sido certera y reafirmante. Ahriman tenía especial interés en una punta del continente asiático.


—¿Ya está listo el contrato del acuerdo? —preguntó a su sirvienta.


—Ya, su majestad


—Entonces prepárenme un carruaje, debo ir a entregarlo de inmediato.


 


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Sasori era muy exigente con el tiempo de Ónix, no importándole que estuviera ocupado o trabajando. Y cuando la batalla en Inglaterra había acabado, él inmediatamente se encontró con la caravana de Ónix al regresar a las pirámides flotantes.


En la carroza, que era resguardada por guardias de élite enmascarados, estaban Sasuke y Sasori, quien “sanaba” las heridas del mago. No podía verlo dañado y ponía más vendajes en las heridas y cortadas, trayendo las mejores pomadas de cicatrización para que no quedara marca. Y aunque el comerciante se había ofrecido para escoltar al chanty, este se había negado, debía mostrarse solo ante los ingleses. Pero esto era para mantener al margen al otro de cualquier incidente.


Sasuke estaba leyendo los mensajes que le habían llegado durante la batalla, que habían pasado el filtro de Itachi para fingir honestidad ante el pelirrojo. Entonces al abrir un pergamino color jade, no pudo evitar mostrar asombro, llamando la atención del otro quién le preguntó por su contenido: Esa era una invitación para reunirse a formar un acuerdo con la India.


Al encontrarse con su hermano mayor en Egipto en seguida le preguntó por esa invitación.


—¿Crees que voy a ir a ese palacio? —interrogó con cinismo el menor


—Claro, vamos a tomarlos de aliados. No la hemos tenido más fácil. Ellos han sido los que nos ofrecieron la invitación ¿Sabes lo que se dice del poder de sus ejércitos?


—Sí lo he escuchado, pero no creo que el faraón acepte este tipo de alianza.


—Ya lo ha leído y ha aceptado. Ya tiene hambre de poder.


—Es muy riesgoso. —advirtió Sasuke casi para sí.


—¿Por qué dices eso?


—Me van a reconocer.


—Casi no quedó nadie de la familia real y son contados los mandatarios que aún conservan su poder. —y a Sasuke no había necesidad de recordarle aquello, aunque la herida había sanado hacía ya muchos años. Y formuló una pregunta que siempre se había negado hacer.


—¿Quiénes de la familia real sobrevivieron?


—Uno de los hijos del marajash, una de las esposas y unos cuantos de sus primos. —con ello Sasuke confirmó las palabras que le había dicho el rubio en su último encuentro.


—Mamá y yo vivimos con ellos muchos años. —y los ojos de Itachi se abrieron como platos.


—¿Por qué no habías dicho que eran parte de la familia del marajash? —Itachi sabía que Sasuke había nacido en buena cuna en la India, pero nunca se imaginó que fueran tan cercanos a la descendencia directa del gran rajá.


—Me pueden matar sólo por serlo. —Y el mayor fue comprensivo y por un momento pensó en cómo mejorar la situación.


—No creo que te reconozcan, han pasado muchos años.


—¿Y si sí? —recordando que Shion lo había hecho.


—Ya veremos qué hacer. —entonces Hinata tocó la puerta y entró.


—“Tulio” te busca y ha traído un cargamento de regalo. —indicó la chica, quien había obedecido a Sasuke de que le avisara cualquier movimiento que hiciera el de ojos azules.


—Dile que enseguida voy. —declaró el Chanty. —Luego seguimos hablando. —pidió Sasuke al momento de que la otra se marchara.


—Está bien. —y el mayor volvió a ponerse su máscara perruna para salir con él.


La cena de esa noche se llevó en paz. Sólo unas cuantas carcajadas, unas amenas notas y unos sencillos platillos. Sasuke creyó que después de los platillos fuertes, el rubio se acercaría a él, pero este sólo le ignoraba mientras conversaba con su sequito romano. De repente sus miradas se cruzaron, el de ojos azules de inmediato desvió la mirada y el azabache supuso que el motivo de su distancia era por el pelirrojo.


Entonces Naruto se dirigió a la mesa del buffet por otro plato de arroz, y el chanty no desaprovechó. Con disimulo se acercó a “Tulio” y le saludó, aunque el otro le devolvió una sonrisa, su mirada no se dirigió a él, pero esto no impidió hacerle plática. Mientras que desde el otro extremo, Sasori le vio. Molestándole que en toda la noche sólo le hubiera dado a él una sonrisa amable al encontrarse, pero más celos sintió cuando el azabache fuera el que buscara una conversación con el romano.


—Mi buen “Tulio”, que agradable me es su presencia en esta velada. —le saludo Ónix al rubio.


—Me es grato saber eso de su parte, mi majestuoso “Ónix”. —contestó con sequedad, y el otro no quiso terminar la conversación ahí, debía saber la respuesta del otro.


—Y dígame, “Tulio”, ¿Cuál es el motivo de su honrada visita a estás desérticas tierras? —y una sonrisa coqueta apareció, llevando sus pies en dirección al rubio, suplicando su atención.


—Faraón ha pedido apoyo a mi emperador en esta temporada bélica y yo, fiel al emperador, he venido por sus órdenes a entregar su respuesta.  —pero con la duda de no saber si el azabache era un enemigo, permaneció en silencio.


—¡Oh! Ya veo. Sabes, es curioso, pero yo también busco una respuesta, será que me podrá…


Como detesto que me hables tú. —interrumpió en hindi, refiriéndose a “Ónix”. Eso hizo que Sasuke sintiera un dolor en su pecho, sabiendo entonces la respuesta de Naruto.


Y el de marquitas se alejó sin despedirse. Sasuke lo quiso seguir, mas sentía la mirada del escorpión en su ser, y se giró hacia él con una sonrisa para aparentar.


Conforme fuero pasando las horas y las personas se marchaban a descansar, más difícil se le estaba haciendo a “Ónix” escaparse para volver a hablar con el rubio. No podía dejar las cosas así, aunque el otro le mostrara su enfado como contestación, no podía quedar con esa herida abierta. El azabache dejó a Sasori, y aunque el otro le insinuó su compañía con una de esas sonrisas que incomodaban a Sasuke, el chanty se eximió justificándose con su cansancio.


Más tarde Naruto caminó tranquilo a su habitación mientras pasaba por la sombra de los pilares con el cielo índigo con nubes perdidas como fondo, cuando de repente, desde la oscuridad, se le interpuso Sasuke sin maquillaje, ni peluca, ni joyería. Solo él con una túnica que dejaba su pecho desnudo. Y aunque mostró su sorpresa en sus ojos azules, poco después volvió a mostrar su molestia pasando de largo de él.


—Pero yo añoro tu presencia. —rompió la tensión el mayor en hindi, y el otro detuvo su andar, haciendo a Sasuke voltear a verlo. —Estoy aquí a pensar de que me lo haya prohibido mi familia o de saber que esto no es bueno para el futuro de lo que deseamos.


—Es que ya no soy importante para ti. —soltó Naruto.


—No.


Entonces es que me pones en segundo lugar, de veras.


—Claro que no.


—¿Entonces por qué lo parece? —el otro permaneció en silencio y el de marquitas se giró a verle. —¿Qué haces con todo esto? —refiriéndose a ese momento con un ademán con sus brazos.


—No me hagas repetírtelo. —contestó viendo hacia abajo después de un rato.


—¿El qué?


—Te amo. —confesó para recibir la mirada de sorpresa del de marquitas, quien al principio no sabía que responder.


—¿Es esto una broma? Porque no parece que tus sentimientos sean sinceros, de veras. —y en su voz se notaba el fastidio.


—Yo en ningún momento…


—No entiendo el motivo de tu lucha. La siento tan insensata. —pero el otro permaneció en silencio. —¿Entonces me estás diciendo que los deseos de tu familia, que son seres que conoces desde menos que la relación que tenemos tú y yo, son mucho más importantes que nosotros? —cuestionó con enfado.


—No.


—¿Entonces qué es? ¿Qué es lo que te detiene? No te entiendo. —la situación estaba desesperando al rubio.


—Que aunque creamos que estamos juntos no lo parece. —y un momento incómodo apareció mientras un relámpago surcó el cielo. —Tú pecas de lo mismo que yo. Sé que tu primordial labor es estar con India, sé que no vas a estar de mi parte, ni por tiempos ni por compromiso.


—Ahora soy yo el que está mal por cambiar prioridades. Mira quién habla. Ya ni te reconozco. Te has vuelto egoísta, manipulador y pedante. Haciéndome entender que no tiene valor el amarte.  —y entonces el de mirada azulina se giró para volver a su camino. Aceptando el otro su respuesta. Pero Naruto no podía ser tan fuerte con Sasuke. Porque no importando qué ni quién fuera que se interpusiera en su camino, se apoyarían mutuamente. Aunque no era la única lealtad recíproca.


—Perdón por hacerte perder tu tiempo. —le contestó finalmente el azabache. Entendía el enojo de Naruto, y pensó en enfocarse en su venganza porque era lo mejor para su familia. —Sólo quería…


—Pero a pesar de todo, yo siempre estaré ahí para ti. —le dijo el rubio con cierta melancolía y pesar, pero seguro de lo que había dicho.


—…que me dieras suerte para mi viaje. —continuó sus palabras el azabache, no sabiendo que más decir por lo impresionado que estaba por sus palabras.


—¿Cuál viaje? —interrogó con curiosidad el de marquitas deteniendo su andar volteando a verle. No podía evitar preocuparse por el azabache.


Entonces, sabiendo que tenía su interés, aunque fuera por poco tiempo, Sasuke aprovechó. Él hizo aparecer un sillón en el que invitó al rubio, delatando que estuvieron en el diamante desde que el otro había dado vuelta a ese pasillo. Y en aquella distante madrugada eterna el mayor, desde el suelo, comenzó a contar lo que había pasado en la batalla con la orden de magos ingleses mientras que el de ojos azules le escuchaba atento recostado en el sillón


—¿Cuál es la mejor manera de sacarle la información a alguien? —mencionó el azabache con su característica seriedad a mitad de su relato.


—¿A quién quieres interrogar? —preguntó el de marquitas.


—Durante la invasión capturé un mago que tenía ojos Uchiha en sus brazos. —y un escalofrío recorrió la espalda del menor ante la desagradable imagen que se formó en su cabeza. —No pudimos atacar la sede de su parlamento de magos, pero es más que obvio que él sabe mucho de los Uchiha. —Itachi había intentado sacarle información entrando en su mente con el mangekyou, pero Danzou tenía un nivel similar a Itachi, no queriendo reconocerlo como superior. Pero no por nada Danzou había estado investigándolos durante más de la mitad de su vida.


—Nunca me ha tocado hacer interrogatorios. Pero el método que más ha funcionado en el ejército es la de presión. No le damos de comer ni beber ni lo dejamos dormir, y tarde o temprano hablan. —y aunque Naruto estaba parcialmente en contra de la tortura, sabía que conocer el arma secreta de su enemigo podía determinar la victoria o fracaso de la batalla. En ese momento el de marquitas notó la expresión cansada del otro en sus parpados pesados. —¿Qué más pasó en Inglaterra?


—Nada, eso fue lo más importante.


—¿Entonces porque esa cara? ¿Quieres dormir? —le sugirió con cariño escondido, pero el otro negó con la cabeza para después soltar un suspiro desganado.


—Es por mi viaje. —y el menor concentró su atención, recordando el motivo de su quedada. —Me han invitado a ir a conocer a la familia real de India. —y el azabache miró con cierto temor escondido a Naruto quién lo supo reconocer, pero sorprendido.


—¿En dónde estábamos? ¿Nuestra casa?


—No lo sé, sólo recibí…


—Déjame ir contigo. —exigió inmediatamente Naruto, a lo que Sasuke lo vio consternado. —Tengo que saber cómo sigue el palacio para poder atacarlo. —y el azabache lo pensó antes por un momento. No quería arriesgar a Naruto a ir a tal peligrosa incursión.


—¿No te opondrás a lo que pida ni retractarás tus palabras?


—Claro que no. —y el de mirada oscura se levantó para acercarse a su rostro y colocar sus labios junto al oído del rubio.


—Bésame. —e impactado Naruto se separó del otro, incrédulo de sus palabras.


Porque esa petición era más que un gesto o caricia. Era una solicitud de devoción. Pues en ella le pedía que le siguiera pretendiendo a pesar de que “Ónix” estuviera ocupado. Pero no había nada que Naruto deseara más. Y como un creyente se acercó a Sasuke mientras cerraba sus ojos, dando señal al otro de hacer lo mismo. Y al sentir sus labios se ofrecieron en ese beso la lealtad que siempre se tuvieron.


 


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En una habitación completamente vacía y oscura, se enciende una luz desde lo alto iluminando un imponente trono dorado con piedras preciosas y con múltiples almohadas para comodidad de su usuario. Entonces aparece un hombre alto, con piel como la arena, vestido a juego con su trono y con un turbante con un gran zafiro. Y se sienta en el trono sin pensarlo.


Él es “El último marajash”, o el padre de Naruto y Sasuke. Él había logrado conseguir una paz tan duradera que la consideraron la más larga del reino. Siendo una de sus decisiones clave la unificación de la familia real para evitar traiciones, preparando todo para que él pudiera subir al trono con la menor cantidad de sangre derramada. Sólo para que al lograrlo se dedicara a conseguir aliados fuertes, pero sobre todo leales. Con una habilidad de labia que lo destacó como un excelente negociador. Cuidando de su pueblo y dándole oportunidades para crecer cada que podía. Sólo deteniéndolo los deslices naturales que hasta los monjes decían que eran piadosos con su gente por favor a los dioses. Hubiera sido perfecto contar que su reino próspero hasta al final de su larga vida.


Desde las sombras aparece una hermosa mujer, con piel similar y de hipnóticos ojos verde esmeralda. Ella baila para el gran rajá contoneando las campanillas que adornan su delicado atuendo. Pero él no la ve con deseo, sino con amor. Entonces los ojos oscuros de él se comienzan blanquear, dejándolo ciego. Ella de entre sus ropas saca un cuchillo con el que lo apuñala y lo vuelve humo.


Ella sonríe. Toca los almohadones y estos se convierten en un lujoso vestido con delicados bordados. Ella tararea mientras se viste y con las piedras preciosas se pone arracadas, collares y bangles. Entonces de detrás del trono sale un niño de cinco años con brillantes ojos verdes en calzones riendo y corriendo. Ella lo atrapa juguetonamente y quita el oro del trono como si fuera una manta para cubrirlo a él. Quedando solamente el trono hecho de piedra gris. Esta joven y el niño eran “La Esmeralda” y su hijo Param, quien tal como había llegado se fue detrás del trono vacío. La esmeralda pasó de una mano a otra hasta llegar al actual marajash. Un hombre alto, piel clara y de mirada intimidante camina con firmeza. Sus ropas son similares a las del primero, pero en su turbante no hay nada. Y se sienta en el trono con cara seria.


Madara es su nombre. Él también conseguía aliados poderosos, “consintiéndolos” y también aniquilando a la más mínima seña de traición. Él no negociaba, él imponía. Y a cada nuevo ser que escuchaba su nombre, debía hacerse hacia atrás si no quería morir por interponerse en su camino. Madara era de temer. Mas si se enojaba, era mejor no estar presente. Lo único que tenía de semejante con el padre de nuestros protagonistas era esa vena de conquista de ampliar su reino, sólo que de forma violenta y sanguinaria.


Y siguiéndole los pasos apareció de detrás del trono Param, pero ya de diecisiete años vistiendo de forma impecable. Aunque Madara era su imagen paterna, Param estaba más interesado en las extravagancias. Él no aplicaba la palabra “humilde” en su vida diaria, no había sido educado bajo el Mahábharata como sus hermanos mayores. Siendo tan estrafalario que pareciera un personaje, como lo fuere “Ónix”, pero él realmente ERA así. Sintiendo que ese gran vacío que tenía en su alma por falta de amor o aprecio lo podía rellenar sintiendo que era mejor que los demás. Pero él tenía un lado sanguinario, escondido a los demás, pero que no era su lado oculto verdadero. Este lado era mucho más poderoso. Pero de este detalle, los únicos que lo sabían con certeza eran el Marajash y su esposa. Y un denso humo negro comenzó a abrazar al príncipe.


La esmeralda y su hijo están a cada lado del trono y ven con soberbia al frente y sonríen. Madara también, pero al hacerlo el trono de piedra se empiezan a agrietar.


 


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Estaba Naruto colocándose su disfraz de sirviente para evitar conflictos. Se acomodó por última vez la peluca oscura frente al espejo y se admiró por última vez. Su túnica blanca con su cordel rojo con dorado estaba en su lugar distinguiéndolo como esclavo. Hacía mucho que no era un mozo, pero todavía tenía las nociones básicas. Lograría pasar desapercibido. Salió detrás de una cortina, viendo a Sai, quien tenía un atuendo similar al de él. Su asistente no era el único que había ido por él, también había logrado llevar a un pequeño ejército, ajenos al emperador romano, escondidos como sirvientes. Ambos fueron en busca de Sasuke.


Y así como había logrado crear articulaciones nuevas para la fiesta romana, había cambiado su piel a una mucho más oscura, similar a la de los egipcios, al igual que sus labios bembones, pero su delineado y su peluca se mantenían. Sólo por ese detalle de mantener sus ojos como los de siempre fue como Naruto logró reconocerlo.


Sasuke lo llevó del brazo a un lugar privado de la mirada curiosa y entre las sombras, pecho a pecho, sacó un collar de su bolsillo que colocó en el cuello del rubio, quien sin explicaciones aceptó. Ese precioso collar ayudaría a pasar desapercibido el secreto de Naruto frente a los magos desconocidos. Y antes de distanciarse, el azabache no pudo evitar robar un rose del rostro de “su esclavo” con su mejilla, pero el rubio respondió con una mirada severa advirtiendo sobre ese tipo de gestos en terreno minado. Fue entonces que el chanty le entregó una máscara similar a las que usaban sus guaruras de élite, la que sólo podían usar sus familiares.


Ónix pasó armónico y confiado con su impecable túnica egipcia que dejaba al descubierto su pecho en el que resaltaba un ancho collar que le cubría la mitad del mismo hecho de oro, topacios y granates. Seguido de su sequito anduvieron por los pasillos del palacio guiados por un sirviente. Y aunque el rostro del de marquitas no se podía, ver, en él se mostraba melancolía por los recuerdos de su infancia y de lo que ya no podía ser.


Llegaron a la sala real detrás de la cortina de humo de incienso. Un lugar de pilares hexagonales con cortinas azules de techo a suelo, esculturas de elefantes hechas de cristal pintado y con una bella vista a sus jardines en los que paseaban sus pavorreales. Ahí los esperaban, como si posaran para un cuadro, las principales cabezas del reino: Madara con su turbante vacío en un asiento dorado, la esmeralda con su brillante atuendo canario con numerosos y ruidosos bangles en sus brazos y con un aro de piedras preciosas en su nariz; sentado a su lado en el sillón, su hijo Param, en una vestimenta verde haciendo resaltar sus ojos de mirada arrogante. Y Orochimaru a un lado del marajash, como fiel secuas.


Sasuke sonrió con falsedad por querer ocultar su impresión al ver a Orochimaru. Y él que pudo haber jurado que nunca volvería a cruzar palabra con ese no-mago por haberlo matado con sus propias manos, demostrando que era duro de matar. Mas no tenía tiempo para excusarse y retirarse, debía seguir adelante con el plan.


Detrás de él entró “Basted” y Naruto con sumisión, este último viendo las expresiones de la esmeralda. Ella aun lucía muy hermosa para su edad, pero lo que a uno distraían de las pequeñas marcas de la edad eran sus hipnóticos ojos verdes. Pero al parecer del de marquitas, ella no los reconoció, pues no notó sorpresa en su rostro, por lo que pasó a ver a su hermanastro. Sus ropas, dignas de un príncipe, eran maravillosas y delicadas, pero en su cara dibujaba a su padre de forma joven. No había necesidad de buscar la marca de nacimiento para saber que él era su medio hermano.


Las negociaciones en latín no se hicieron esperar. Y aunque Ónix se dirigía a la familia real, el viperino debía de hacerla de traductor. Ellos no hablaban otra lengua que no fuera el hindi, y Sasuke debía aparentar, pero a pesar de todo esto le dio ventaja. Ellos hablan en hindi entre ellos sintiéndose protegidos por el desconocimiento, por lo que el mago supo cómo negociar. Madara hablaba con firmeza mientras que Ónix objetaba o pactaba con elocuencia. Sólo pidiendo un descanso con una simpática sonrisa, para después hacer un ademán con su mano, ordenando que les sirvieran un regalo otorgado por el faraón, en agradecimiento por su consideración y buen recibimiento. Fue cuando Sai hizo aparición en la sala con los jarrones de vino. El descanso se alargó, trajeron bocadillos y más alcohol; y Param comenzó a sentir extrema simpatía por Ónix por su conexión.


Tus esclavos están muy bien educados. —comentó el príncipe, para después ser traducido al latín por Orochimaru.


—Claro que sí, no por nada nos tratan directamente a nosotros. Sólo lo mejor para lo mejor. —dijo el chanty en latín mientras tomaba otro bocadillo y era traducido. 


—Voy a querer de esos en mi sequito. —comentó la de ojos verdes, mientras recibía más de ese vino exclusivo por parte de Hinata.


—Menciónale que vamos a querer mil doscientos de sus esclavos, además de sesenta de sus guardias de élite. —le dijo Madara al viperino, refiriéndose a los gururas enmascarados.


—Son demasiados. —declaró Ónix, cortando el trago de su copa.


Sí, pero nos lo puedes dar a plazos. La mitad al terminar la guerra y los otros dos cuartos los siguiente cinco años. Aunque claro, después de que demos mil soldados en tu retirada para tu frente. —declaró Madara al dar su crédito. Los esclavos se habían vuelto moneda de cambio para ellos.


—Podría haber repercusiones por eso.


—Nuestros esclavos ya son expertos en armas, no tendrás que entrenarlos mucho. —pero la mirada negativa del Chanty en la nueva versión fue la misma: NO. —Son sólo ratas, no les des tanta importancia.


—Incluso, si quieres, te daremos 80 condenados esclavos más para que sean carne de cañón. Total, son traidores. Irían a la horca, después de todo. —mencionó Param como si hablaran de canicas.


Pero antes de que pudieran traducirlo, Naruto se retiró de ahí, a pesar de que Hinata intentó detener por el brazo. Esto impactó el semblante de todos los presentes, a excepción de Sasuke. La petición de la familia real era excesivo y denigrante.


—Discúlpenlo, es nuevo. —justificó Ónix con una sonrisa cordial ademando con su copa al aire.


Mas no es manera de comportarse. Él SIEMPRE debe solicitar permiso de retirada. —recriminó la esmeralda. —Si espero esa calidad de esclavos, —que era una parte substancial de la alianza. —mejor no quiero nada. —declaró con despotismo. Sasuke pensó rápidamente en una solución, para un segundo después poner un rostro serio.


—Discúlpenme un momento. En seguida vuelvo, altezas. —y el azabache se levantó para ir a la puerta.


¿Irás a darle un escarmiento? —mencionó la esmeralda y el chanty detuvo sus pasos al escuchar a Orochimaru.


—Por supuesto. —respondió con una sonrisa falsa y con mirada complaciente.


Tan pronto estuvo fuera de su vista, Sasuke se deslizó entre los pasillos, encontrando al otro rápidamente, sólo para tomarlo del brazo y llevarlo a un lugar escondido. Conocían su hogar, pero ya no lo era. Como cuando quieres que el tiempo no avance para seguir reconociéndolo.


Al estar a solas Naruto arrojó su máscara y la peluca a un rincón, para poder masajearse el cuero cabelludo, pero de forma iracunda golpeó un par de veces las paredes. Sasuke lo comprende, el de marquitas no está acostumbrado a ese tipo de presión. Y lo detiene tocando su hombro, pidiéndole así que tuviera paciencia por la situación.


Naruto lo vio con los ojos rojos por la furia reprimida. Había aguantado que llamaran estúpido a su padre al igual que a su sistema de justicia, insultar a sus madres por la poligamia, que ya estaba prohibida. No importaba cual ofensa era más fuerte, sólo que ya no podía soportar un comentario más de ellos.


—Naruto, mejor ya no seas mi guardia. —comentó Sasuke tratando de quitarle un peso de encima, pero el otro negó con la cabeza.


—Debo ver más el palacio.


—Está bien, pero a la mínima muestra de queja, te vas. —decretó el mayor. El otro asintió serio dispuesto a volver, pero fue detenido. —Tú ya no regresas, me dejaste muy mal parado. Ve con Hinata y pídele que te oscurezca el cabello. Sólo así podrás acompañarme al banquete.


 Pero para infortunio de nuestros protagonistas, alguien les oía a la vuelta de la esquina.


 


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El banquete era digno de alguien estrafalario como Ónix: el hermoso piso de cristal con los tritones nadando debajo, tragadores de espadas y fuego, exquisitos platillos que ponían en alto la gastronomía de India, bailarinas que movían sus caderas con maestría, alcohol por montones, e incluso algo nuevo para el chanty.


—¿Opio? —interrogó el mago, quién vestía con ropas tradicionales de India para honrarlos, rechazando la boquilla de la shisha que le ofrecía el príncipe.


No me digas que nunca lo has probado. —comentó en tono burlón su medio hermano, para ser traducido por una hermosa mujer en ropas translucidas.


—Le he visto en ungüentos, pero nunca fumado. —y cuando Param supo lo que dijo, sonrió con seducción y volvió a ofrecerle la boquilla.


Me lo agradecerás en unos minutos. —y aunque Sasuke tenía sus dudas, Ónix no podía negarse. Y el azabache tomó con firmeza la pipeta e inhaló con seguridad. Sólo para segundos después ser llamado por el hombro por su otro medio hermano.


—“No creo que esto sea buena idea.” —comentó un Naruto enmascarado al oído en japonés. Se había controlado porque tuvo ganas de darle un manotazo para alejar la droga.


—“Tranquilo, he pasado por estas situaciones antes.” —calmó el chanty con una sorna sonrisa.


Pero no fue así, y antes de que se sirviera una copa de vino, Sasuke ya estaba perdido sobre el sillón. A Naruto no le gustaba verlo así e intentó llamar su atención, pero Sasuke no estaba disponible. Durante un momento de distracción del de cabellos pintados, el chanty se recostó plácidamente sobre tersos almohadones bordados, turbante con turbante, con el príncipe mientras conversaban con suavidad. Y el de ojos azules se lo llevó de inmediato lejos del bullicio para regañarle por lo que acababa de hacer. Pero el otro tardó en regresar de la extrema placidez.


Sasuke agarró la conversación a la mitad. Naruto había tenido que quitarse su máscara para que lograra reconocerlo y le decía algo sobre que había sido demasiado que le hablara al príncipe en hindi, que no venían a hacer amistad, sino por la guerra. Todo hablado en su lengua madre porque el azabache no pudo contestarle en ningún idioma clave. Pero la situación ya había pasado el nivel de riesgosa, y antes de que el mago pudiera justificarse, alguien apareció entre las cortinas.


¿A qué guerra se refieren? —preguntó la esmeralda.


¿De cuál otra guerra podríamos estar hablando? —contestó Sasuke sin ver al origen, arruinándolo todo.


Lo sabía. Sabía que no debía confiar en ustedes, no por nada me olía a rata. —contestó con despotismo, pues había escuchado su conversación de la tarde, entendiendo únicamente el nombre del de marquitas, activando sus sospechas cuando recordó que le faltaron niños en la lista.  


—De qué está hablando, su majestad. —Sasuke intentó arreglar la situación mientras que Naruto se quedaba callado.


—A mí no me engañas, Naruto. Tú viniste a ocupar el trono. —señaló la de ojos verdes con su dedo al acusado. No había logrado reconocer a Sasuke. —Aunque pintaras tu cabello, yo reconocería tu cara de niño llorón donde fuera. No sé qué esperas de esto. Vas a perder. Eres sólo un miserable que se topó con una gran pared. —y enervado Sasuke comenzó a destilar un aura oscura, haciéndola sentir amenazada.


De repente apareció Param con un aura similar, protegiendo a su madre. Y por instinto Naruto hizo lo mismo por Sasuke, desenfundando su espada listo para atacar. Fuera de la sorpresa de ver que el chico también tenía magia, lo que les llamaba la atención fue que de sus ojos habían desaparecido sus pupilas e iris.


¿Cómo puedes ser mago? —interrogó Naruto con enojo. Mikoto se hubiera dado cuenta que la esmeralda también tenía magia y le hubiera advertido de ello.


Diosa Ate. —corrigió y se presentó con una sonrisa siniestra desde el príncipe.


Eso es imposible. —declaró Sasuke.


Permíteme demostrarlo. —y sus manos se cubrieron de piedra incandescente y se dispuso a pelar.


Param era un mocoso vanidoso, pero con la capacidad persuasiva de convencer a los demás de hacer lo que él quisiera, heredado de su madre. Esto es lo que había logrado captar la atención de la diosa Ate. Diosa del engaño y la imprudencia, invocada por la venganza y la amenaza. Ella había reencarnado. Otra forma de ser mago, sin necesidad de ser descendiente directo del dios o sus protegidos, sólo ser escogido. Sasuke nunca hubiera hecho lo que hizo, sobretodo por la delicada situación, pero Ate lo había influenciado con un hechizo que el mago no pudo notar.


Naruto peleó con su espada, mientras Sasuke lo hacía con su magia. La pelea los llevó al lugar del banquete, sembrando el caos y la sangre entre los guardias de los distintos bandos. Sasuke intentó utilizar el sharingan, pero este no podía contra un dios y en definitiva Param era uno. Durante un momento de la batalla, Naruto logró rasgar profundamente el brazo de príncipe, haciéndolo sangrar. La diosa Ate habrá tomado el cuerpo de Param, pero este seguía siendo humano. Con el dolor se distrajo y Sasuke logró detener sus pies con hielo lo suficiente para darle un choque eléctrico que le hizo caer al suelo.


La esmeralda, quien no se había apartado por ver a su hijo, quiso intervenir, pero uno de sus guardias la detuvo y ella no dejó de gritar aun cuando ya se la habían llevado.


—Hay que contenerla. —indicó Naruto, recuperando su respiración.


Sasuke asintió y con corrientes de agua congeló a la diosa en un bloque de hielo hasta el cuello, pero esto se complicó porque ella calentaba sus puños derritiéndolos. Pero no necesitaba de sus manos para lo que iba a hacer. De un momento a otro Param escupió una gran cantidad aceite hacia Naruto para después lanzarle fuego. El chanty debía ayudar a Naruto, pero si lo hacía la diosa escaparía.


Para su fortuna “Anubis” llegó con más agua y rápidamente terminó de encapsularlo en hielo.


—Ve a ayudarlo y después quiero que vayan a la entrada principal. —indicó el mayor. Y Sasuke fue hacia el de ojos azules.


—¡Quédate quieto! —ordenó Sasuke al ver cómo Naruto rodaba para apagar el fuego.


Sobre el pecho del de marquitas, que era donde estaba ardiendo el aceite derramado, Sasuke formó un pequeño remolino sobre este. Es cierto que el viento aviva la llama, pero por brindarle oxígeno y el mago estaba encapsulando el fuego y robándole el elemento.


Sasuke quitó la prenda quemada y vio las terribles quemaduras de Naruto. Puso sus manos sobre la piel sana y comenzó a pasarlas a su cuerpo lo más que pudo, conteniendo sus quejas de dolor. Sanaría más rápido con quemaduras de primer grado que de segundo. Se quitó su turbante y levantó a Naruto para vendarlo y no fuera con la herida al aire. Cuando ellos se habían marchado Itachi utilizó la misma técnica con la que el mago del agua le había herido: cortó con agujas sus músculos, medula y órganos. Con la diferencia de que él lo mató.


Naruto y Sasuke corrieron por los pasillos mientras que eran protegidos por los guardias de élite. El chanty suplicaba que ni por accidente la mirada azulina se cruzara con algún sharingan. De repente se escucharon los gritos furiosos de una gran horda que lo hizo se voltear a ver. Eran docenas de guardias de la India contra no más de tres de élite y unos cuantos de sus guerreros. Las posibilidades de ganar eran mínimas, por lo que Sasuke sacó de entre sus ropas la máscara de Naruto.


—Póntela, ve fuera y busca a Hinata. —ordenó Sasuke con lo que le permitían los pulmones.


—No, no te dejaré.


—No, Naruto. Esto ya es magia, es demasiado para ti. —regaño el mayor. —Entiéndelo. —suplicó con firmeza, y el de marquitas vio de reojo los problemas que enfrentaban sus guerreros, él sería un estorbo, y asintió. —Y por favor, por nada del mundo veas a los ojos a ningún otro que tenga máscara. —Y sin preguntar, volvió a asentir para salir de inmediato.


Sasuke fue hacia la batalla mientras formaba su gigantesco escudo purpura, para acabar con los guerreros como si fueran juguetes. Mientras que el de cabellos pintados tomó una espada para defenderse. Hubo un momento en que peleó con un guardia cuando de repente un enmascaro fue a ayudarle a derrotarlo. Naruto estuvo a punto de agradecerle cuando recordó lo de no verlos a los ojos y sólo agachó su mirada y continuaron el camino juntos.


Fue entonces que vio a uno sus guerreros en problemas y fue en su rescate, pero se sintió confundido cuando notó que ningún enmascarado le siguió. Fue cuando se percató de que lo habían protegido, pero porque creían que era uno de ellos. Por eso su hermano había insistido. Y se sintió ligeramente traicionado porque a pesar estar juntos en la batalla, al final lo más importante era que el ejército de Sasuke prevaleciera.


De repente esculturas de tres metros de altura, oscuras y vivas aparecieron detrás de él. Ya se estaba preparando para atacar cuando estás pasaron de él y atacaron a los de India. Aunque lo que más le sorprendió fue ver que encargado de todo ese poder era Sai, quien les abrió camino para que escaparan con seguridad, mas ellos no lo ayudaron a que se fueran con ellos. Todo era egoísmo, al fin y al cabo. E indignado apretó la empuñadura de la espada y fue con él para pelear hombro con hombro. Descubriendo así cómo era que Sai creaba esas enormes criaturas. Su asistente sacaban un tintero y con él dibujaba en cualquier superficie: papiros, paredes y jarrones, sólo para aparecer criaturas que obedecían sus mandatos.


—¿De dónde sacaste eso? —preguntó refiriéndose a la herramienta mágica el de marquitas en la primera oportunidad.


—Anubis me mandó a investigar las bóvedas y me lo encontré. Cuando comencé a escuchar la batalla, sólo lo tomé y hui.


Naruto sabía que el pintor, antes de ser su asistente, había sido espía y reconoció sus habilidades sigilosas. Casi a punto de salir del lugar se vieron acorralados y Sai dibujó un ave en el que subieron para escapar, y al tocar a la figura quedaron manchados de esa tinta, pero lo importante fue que habían salido con vida. Ya fuera sobrevolaron sobre la batalla buscando a Sasuke mientras que el de mirada azulina pidió a los dioses encontrarlo sano y salvo. Y lo escucharon porque lo encontraron luchando cuerpo a cuerpo, pero su escudo ya no estaba. Se estaba agotando. Naruto se puso su máscara y bajó por él.


—¡Vámonos!—exigió el menor.


—¡Debemos derrotarlos! —exclamó Sasuke. Sentía que todavía tenían posibilidades de ganar. Y de repente un león gigante con piel de tinieblas apareció en la salida del palacio.


Rugía con la fuerza de cien truenos y en sus ojos había luz de infierno. Este se arrastró para salir, mas por lo inmenso que era rompió parte de la entrada del palacio. Así pudo mostrar sus grandes alas que al mostrar su fuerza hizo que todos se cayeran de espaldas. El león intentó levantarse, pero la mitad de su cuerpo todavía se encontraba atorado, y comenzó a aruñar la tierra luchando por ser libre, llevándose consigo árboles, fuentes y varias vidas. Todos le vieron sorprendidos. Eso era increíble.


—Ahriman. —nombró el de mirada azulina atemorizado.


Si a Ate les había costado derrotarla aun con el cuerpo de Param. Un dios con su verdadero cuerpo les sería imposible. Y fue cuando Naruto tomó la mano de Sasuke y se lo llevó de ahí en el ave. Desde lo alto no dejaron de ver al dios, que así como había aparecido, se fue haciendo pequeño hasta guardarse de nuevo en las ruinas.


—Llévanos al mar. —pidió Sasuke. Ahí les esperaban con un barco para irse tan pronto llegara él, Hinata, Itachi, el resto de los Uchiha y los sobrevivientes que alcanzaran.


Ya casi amanecía, pero las nubes detenían la poca luz que llegaba. Desde el otro lado del palacio la esmeralda iba desolada por los pasillos que ya habían sido vaciados de enemigos camino a las murallas. Ahí vio que su ejército le estaba costando echar a sus indeseables invitados. Pero recordó la frase de Madara: “Que los que no sean agradecidos contigo y tu hijo no serán bendecidos”. Y presurosa bajó hasta unas celdas escondidas en las murallas.


¿Qué podía ser más fuerte que la mezcla de las armas y la magia? La protección de la plaga y la muerte.


Pasó por unos oscuros y húmedos pasillos con una antorcha en lo que las bestias que ahí habitaban sacaban sus manos huesudas a través de las rejas, intentando alcanzarla mientras gruñían hambrientas. Seres inconscientes que sólo deseaban saciar su hambre, aun a pesar de sus cuerpos putrefactos e incluso desnudos faltos de vergüenza. Fue hacia una pesada palanca y con toda su fuerza la bajó, liberando a los monstruos, a sus perros traídos directo del averno: unos seres caníbales irracionales.


Volvió a la cima a admirar el paisaje: guerreros peleaban con espadas y flechas, magia saltaba por los aires, al igual que fuego y hechizos. Y al ver a sus perros comenzar a morder, una siniestra sonrisa apareció en su rostro. Que los dioses ayudaran a los que despreciaran a la reina, porque no habría fuerza humana que detuviera la maldición que ella había arrojado a sus enemigos. Y comenzó a carcajear con locura por la venganza que había soltado. Se abrazó a sí misma y giró emocionada haciendo volar su vestido y sonar sus joyas. Pero ella dio un mal paso y se tropezó con su vestido, haciéndola caer a la sima llena de desgracias que ella misma había formado.


Una ligera lluvia inició después de ello, y así como la nada es eterna, el ave en que volaban Sai, Sasuke y Naruto comenzó a deshacerse por el agua, dejándolos caer sobre la espesa jungla. Naruto logró sostenerse de unas lianas, Sasuke cayó con suavidad por la magia del aire, pero Sai no tuvo suerte y calló con brusquedad al suelo, lastimándose su tobillo. El de ojos azules fue en su apoyo cuando una serie de gruñidos les hizo voltear en dirección al palacio. Pero por la espesura todo se veía oscuro y no podía saber que era.


Y si el ser humano podía enfocar cincuenta objetos o detalles por segundo, con el sharingan podían con doscientos cincuenta. Y Sasuke percibió como unas criaturas enfermizas con silueta de humanos se acercaban. Pero al no saber que eran, sintió temor. Inhaló profundamente y lanzó desde su boca un muro de fuego para protegerse mientras iban a la playa.


En playa se vio a la lejanía el gran barco que les esperaba y como unas cuantas embarcaciones ya iban hacia ella. Sólo quedaba una pequeña balsa de remos y fueron lo más rápido que pudieron llevando casi a rastras a Sai. Mas su paso se detuvo cuando vieron que el dueño, quien desesperadamente les hacía señas para que se acercaran, era un habitante de la India. No pudiendo evitar sospechar que fuera una trampa y que él fuera leal a Madara. Voltearon a ver a la jungla, considerando que estarían mejor en tierra, pero para su desgracia las bestias que habían estremecido a Sasuke aparecieron cubiertas de fuego.


—¿Qué son esas cosas? —preguntó atemorizado Naruto a su hermano.


—No lo sé. Pero no quiero averiguarlo.


Y los tres subieron presurosos. Al estar ahí se dieron cuenta porque los llamaba el señor: él estaba herido de su brazo y no podía dirigir el bote. Naruto remó en lo que Sasuke se encargó de curar al dueño, y cuando pasó a revisar a Sai, el viejo no dejaba de ver al de marquitas, incomodándolo.


—¡Mohammed Naruto! —le llamó el dueño que les había salvado. —¡Gran príncipe! —exclamó con esperanza por sus ojos y sus marcas, y se levantó tan rápido que el susodicho no pudo detenerlo mientras le revisaba la marca de nacimiento. Entonces el viejo se reverenció. —Sabía que todavía no llegaba el fin de India.


—Disculpé, pero ¿Quién es usted? —interrogó Sasuke con desconfianza.


—Yo atendía al príncipe cuando era un niño, a él y a sus hermanos. Incluso recuerdo cuando se extravió en el palacio y lo encontramos hasta el día siguiente, más de una vez me tocó tener que bajarlo de algún árbol—y el señor volteó a ver al príncipe para regañarlo. —, al que te negabas a dejar por no querer ir a tus lecciones… —pero los recuerdos de Naruto eran confusos, y al remembrar en algunos sonrió ilusionado, mientras que Sasuke, quien sí recordaba todo lo que el hombre contaba, reflejaba su asombro en sus ojos. —…y ahora has regresado, y-y… —el hombre no cabía en la emoción.


—¿Y por qué seguiste trabajando para ellos? —cuestionó con simplicidad Sai.


—Cuando no sabes ni usar una espada y tienes que proteger a tu familia solo, haces lo que sea, incluso si eso significa obedecer a esos cerdos. Pero, alteza, que esto no lo haga desconfiar de mí. Tenemos aliados dentro del país y sus fronteras, si usted viene con nosotros tendremos un líder. —declaró con total devoción el sirviente.


Naruto intentó presentar a Sasuke como el otro príncipe, pero este se negó, confundiendo al de ojos azules. Ya en el barco, los enmascarados quisieron atacar al viejo, pero Sasuke se interpuso diciendo que era su aliado.


 


xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx


 


Hinata estaba frente a una gastada libreta que había logrado encontrar de entre las ruinas. En ella escribía todas las visiones que tenía, que eran una o dos diarias. De los cuales las que la que estaban tachadas significaba que ya se habían cumplido. Eran contados los que no se cumplían, convirtiendo las visiones de ella en casi una maldición.


Cambió la página llegando a una que estaba en blanco con una tache encima. Esa era la visión que había tenido al recibir el saludo de Naruto. No tenía necesidad de escribirlo, esa visión nunca se le olvidaría. Pero lo había dejado en blanco por petición de Sasuke, pues en ese momento le confesó que Itachi leía el diario a escondidas.


A diario tenía una o dos visiones, algunos de eventos simples, otras de hechos decisivos. Ya había visto a Naruto en unas cuantas, casi siempre veía algunas de Itachi, y de ahí los siguientes eran del resto de su familia.


Entonces notó algo extraño que la obligó a volver a revisar casi todo el diario, sólo para corroborar lo que no quería. Y temió. No era la primera vez que le pasaba eso. Y sus ojos comenzaron a cristalizarse.


—¿Qué sucede? —le preguntó Itachi abrazándola para consolarla. —¿Has visto algo malo? —y es que le recordaba cuando ella lloraba de pequeña cuando veía que iban a pasar cosas malas, aunque fueran pequeñas.


—No es así. —y tratando de contener su llanto tomó aire. —Pero desde hace mucho no tengo visiones de Sasuke. Pronto él morirá.

Notas finales:

Sobre la mesa están las apuestas.

Orgullo, esperanza, paz, poder.

Y entre los participantes uno arroja su alma.

La primera pieza de dominó ha caído.

Un movimiento que no es de ningún jugador.

 

 

Stronger than you (Undertale Parody Response) By AnnaPantsu

 

Sé que en lugar de esta debería las mañanitas de topoyiyo o las de cepillin. 

Feliz aniv3rsario!!! Gracias a todos los que se han mantenido leyendo mi fic y me han tenido paciencia por lo que me tardo en escribir ^^U

Espero que les haya gustado el capi y se agradecen los comentarios/galletas/amenazas de bomba :D

 

Buenos días, tardes, noches o lo que se les antoje ;D

 

Atte:

La Muerthesitha ^^*


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