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Instant Crush por littlefreak

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Notas del fanfic:

Hola!!! Se me ocurrió este two shot que es muy corto comparado con otras cosas que he escrito! Pero realmente me gustó mucho! Escuché todo el tiempo la canción de Daft Punk-Instant Crush mientras lo escribía!

Quería agradecerle especialmente a mi amiga Majo, por alentarme a terminarlo y por sus ideas<3 

Quería hacer algo tierno!:)

Espero que lo disfruten!

Notas del capitulo:

I didn't want to be the one to forget

I thought of everything I'd never regret

A little time with you is all that I get

That’s all we need because it's all we can take

 
 

//Aún recuerdo quedarme dormido con tu voz, con tu dulce aroma. Nunca escuché el final de aquel cuento infantil que me inventabas para que pudiera dormir. ¿Ya te habrás olvidado de mí? El poco tiempo que pasamos juntos es lo único que me quedó.//

 

Me encontraba sentado en el sofá del living viendo mis caricaturas preferidas. A mamá le habían dado un mejor puesto en la empresa para la cual trabajaba y tendría distintos horarios. No me molestaba quedarme solo en casa, con mis ocho años ya me sentía un chico grande.

Pero en cuanto oí lo que mamá me decía antes de irse no pude evitar enfadarme. ¿Por qué creía que no podía cuidarme solo? Había llamado al hijo de nuestra vecina, su mejor amiga, para que me cuidara. Simplemente, me quedé sentado de brazos cruzados, esperando a aquel chico.

Habíamos sido vecinos toda la vida, siempre nuestras madres se reunían y cuando él era más chico jugábamos juntos. Pero creció, se volvió un "adolescente" y la diferencia de edad se hizo más notoria.

Pero no lo trataría como un adulto sólo porque era siete años más grande, claro que no. Me negaba a que me consideraran un pequeño con necesidad de una niñera.

Escuché la voz de mi mamá recibiendo a mi vecino en la entrada, para luego despedirse de ambos. No quise contestarle, estaba ofendido.

Vi a mi rubio vecino pararse cerca de la tv, pero no despegué la vista de mis amadas caricaturas mientras él me saludaba.

-Hola Jong, tanto tiempo, eh?-dijo con una sonrisa en su rostro, no sé qué le causaba gracia. No quería hablarle, quería que se fuera.

-No me vas a saludar? mmm, antes éramos amigos. ¿Qué ocurre?-dijo sentándose a mi lado en el sofá, también mirando hacia la pantalla.

-No te me acerques!- grité- Quiero estar solo, no necesito que me cuides!-vi cómo se sorprendía ante mis palabras pero no me importo.

-Está bien Jong, no te molestaré más. Pero tu mamá me encargó que cuidara de ti y aunque no te guste, tengo que hacerlo. Estaré en la cocina.-dijo levantándose y alejándose de mí.

 

No se cuento tiempo pasé pegado al televisor pero justo cuando comenzaba a sentirme hambriento, escuché su voz llamarme.

-JONG!!! Si quieres comer algo, ven a la cocina!!! Ya está la cena!!!-me dijo pero yo aún seguía inmóvil.

-Tú decides si saborear mi delicioso platillo o morir de hambre-agregó riéndose un poco. Muy chistoso, pero mi pancita reclamaba alimento y no me quedó más que ir hasta donde estaba el rubio.

Al principio miré con desconfianza la comida, veía como mi vecino saboreaba alegre cada bocado y no pude resistirme más. Empecé a devorar todo lo que había en mi plato, estaba delicioso!

-¿Y? ¿Estaba bueno Jong?-dijo sonriendo expectante.

-mmm, no mucho- No le daría el gusto de admitir que era mejor cocinero que mi propia madre.

-Debías tener mucho hambre entonces- dijo algo más serio.- Ahora que estas satisfecho seguramente no querrás probar el postre que preparé, puesto que no cocino muy bien-dijo mirándome de reojo.

¿Había dicho postre? Aún tenía lugar en mi estómago para ello! Pero no iba a caer en su trampa y decirle que no era malo cocinando. No sabía qué hacer.

-¿No vas a decir nada? Vamos Jong, sé que no te negaras a una porción de pastel de chocolate. Recuerdo que era tu favorito- Odiaba que fuera él quien estuviera a cargo, me conocía demasiado bien.

-Tal vez, tal vez podría probar algo de ese pastel-dije como no queriendo.

Kibum, así se llamaba el rubio, no pudo contener su molesta risa. ¿Por qué era tan escandaloso? Que se callara!

-Te sonrojaste- dijo pellizcando una de mis mejillas. Detestaba que aquel rubio me tratara como a un bebé. ¿Cuándo me dejaría en paz?

 

Luego de comer todo el pastel que quise, me fui a jugar a mi cuarto. Era fanático de los dinosaurios desde muy chico. Tenía revistas coleccionables, enciclopedias, un esqueleto fluorescente de tiranosaurio rex, todo! Tenía muchos muñequitos de dinos, enfrentaba a los carnívoros con los herbívoros. Construía casas para cada uno de ellos, a cada uno le asignaba una actividad, formaba familias. Y luego, lo más importante, la guerra entre ellos. El final de mi juego dependía de que bando triunfara. Nunca era igual.

-Ya es tarde, tu mamá se enojará si se entera que estuviste despierto hasta estas horas-dijo Kibum desde la puerta de mi habitación. No quería que el rubio me diera órdenes, no era mi mamá. Además estaba interrumpiendo mi juego. ¿No sabía tocar la puerta? Me estaba cansando de aquel invasor.

-Yo me quedo despierto hasta la hora que quiera-dije sin hacerle caso. Kibum rodó los ojos al escuchar mi respuesta.

-Vamos Jong, mañana tienes que ir a la escuela temprano, no querrás levantarte después!-dijo tratando de hacerme entrar en razón.

-No quiero! ¿Por qué no te vas a tu casa? Vos también tenés que ir a la escuela mañana!-dije protestando.

-Jong- dijo algo apenado. ¿Qué tanto le importaba?- Esta noche me quedaré aquí. Si quieres puedo contarte un cuento como cuando éramos más chicos-dijo sonriendo amablemente.

¿Un cuento? ¿Cuántos años se pensaba que tenía? No recordaba que antes me haya contado cuentos! Debió haber sido hace mucho.

-No necesito ningún estúpido cuento para quedarme dormido-dije caminando hacia mi cama y metiéndome dentro.

-Está bien Jong, como quieras- dijo resignado el rubio. Vi como terminaba de taparme y apagar la luz del velador, finalmente dejándome solo en mi cuarto.

 

Ya era muy tarde y me removía en la cama. No sabía si estaba dormido o despierto. En mi mente no dejaban de aparecer cosas que me asustaban. Tenía miedo. Un grito que luego reconocí como mío me despertó. Me senté en la cama, me sudaba la frente y las manos. ¿Pesadillas?

Vi una delgada figura aparecer en la puerta de mi habitación. ¿Quién era? No quería que los fantasmas me comieran. Me oculté debajo de mis sábanas. Pero aquel ser trataba de quitar mi protección.

-Ya, Jong. Soy yo, Kibum. No tengas miedo.-en cuanto reconocí esa voz chillona, salí de mi escondrijo. No quería quedar como un miedoso adelante de él.- ¿Estas bien?-me preguntó mirándome con esos ojos que parecían los de un felino.

Asentí con la cabeza. Todavía estaba asustado por las imágenes que habían poblado mi mente, pero él no tenía por qué enterarse.

-Te escuché gritar-agregó frunciendo el ceño preocupado.

-No es cierto-dije bajito.

-Okey, entonces volveré a dormir- dijo fingiendo levantarse de mi cama. No quería estar solo, estaba todo tan oscuro. Dejando de lado mi orgullo, lo retuve atrapando la manga de su pijama con mi pequeña mano.

-¿Qué pasa? ¿No querrás que me quede?-dijo volteándose intrigado.

-No-dije soltándolo algo avergonzado.

- ¿Seguro? Podría contarte un cuento y luego irme-me ofreció cariñosamente, sentándose nuevamente.

-¿Qué cuento?-dije algo curioso.

- La verdad es que no soy muy bueno inventando historias. Pero recuerdo que nuestras madres nos contaban uno. ¿No lo recuerdas?-dijo el rubio mirándome a los ojos.

-No, no recuerdo ningún cuento- dije muy seguro.

-Ah!-suspiró- Esta bien, tampoco recuerdo todos los detalles, pero lo intentaré. Es muy tonto e infantil, pero me acuerdo que lo disfrutábamos de chicos. Iba así-dijo comenzando la historia.

"Había una vez un bosque en el que vivían muchos animalitos alegremente. Habían traviesas ardillas, cariñosos conejos, curiosos mapaches, ruidosos pajaritos, pícaros zorros, ranitas cantarinas, osos gorditos y un perrito juguetón.

Todos cuidaban el bosque y vivían en paz. Se encargaban de sembrar semillas que luego se volverían grandes árboles que servirían de casa para otros animalitos. Mantenían limpio el lugar. Y en su tiempo libre jugaban entre ellos diversos juegos. Todos tenían un compañero, todos menos el cachorrito.

Él amaba jugar, era muy amistoso y todos lo querían mucho. Era muy fiel a cada una de sus amistades. Aunque a veces era demasiado travieso y le gustaba hacer bromas, al final lo perdonaban.

Pero un día llegó un nuevo animalito a aquel bosque. Nunca habían visto a uno de su clase, parecía perdido. Era pequeño y muy peludo.

Era un gatito blanco de ojos verdosos. Era tan bonito que ya todos lo querían. Era tímido pero sumamente tierno. Al cachorrito no le gustaba la atención que recibía ese nuevo habitante y por alguna razón, no le caía nada bien.

Sin embargo, el resto de los animalitos le habían encargado el cuidado del gatito a él. Puesto que era el que más tiempo libre tenía de todos ellos.

El perrito estaba muy molesto con tener que cuidar a esa bola de pelo blanca. El gatito siempre iba sonriente hasta el cachorrito y le pedía que jugaran juntos. Pero invariablemente, el perrito se negaba y no hacía más que maltratarlo en su intento de alejarlo.

Ya había probado de todo. Pero nada parecía funcionarle al cachorrito. Mordía la cola del pequeño gatito hasta hacerlo llorar. Lo engañaba diciéndole que lo espera en algún lugar al que nunca se presentaba. Cuando dormía su felino amigo lo llenaba de cintitas formando moñitos, haciendo que el resto de los animalitos se rieran de él. Pero aun así, el gatito pensaba que a su compañero pronto se le pasaría. Le caía bien ese perrito a pesar  de que fuera malo con él.

Pero un día, el gatito encontró lloriqueando al cachorrito de grandes ojos marrones. Se acercó tímidamente, no le gustaba verlo así. Quería que dejara de llorar y no se le ocurrió otra cosa que abrazarlo. Pero, apenas hizo esto, el perrito lo apartó bruscamente.

-No te quiero! No me toques! ¿Por qué no dejas de molestarme?-gritó el cachorrito aun con lágrimas en los ojos.

El gatito sintió como esas palabras estrujaban su corazón y se fue corriendo de allí.

Nadie sabía dónde estaba el gatito. Muchos pensaban que su dueño lo había encontrado y se lo había llevado. Estaban apenados por no haberse despedido. Pero el perrito no parecía lamentarlo hasta que los días pasaron…"

No recuerdo oír como continuaba esa infantil historia. La voz de Kibum y el aroma dulce que emanaba, me habían dormido completamente. Ese gatito también me parecía molesto y me alegraba que por fin se hubiera decidido dejar en paz al cachorrito.

Mi mamá continuó con sus horarios nocturnos por un largo tiempo. Kibum venía bastante seguido a casa, a pesar de que al principio rechazaba su compañía, terminé por acostumbrarme. Era como volver a los viejos tiempos y ese rubio volvía a ser de mi agrado, aunque me costara admitirlo.

Cada noche se sentaba a los pies de mi cama y comenzaba a narrar la conocida historia. Siempre, sin importar qué, me quedaba dormido antes de llegar al final.

El tiempo pasó, Kibum se iba de la ciudad para comenzar su carrera universitaria. Al principio, no le di importancia. Luego, me di cuenta que me faltaba su presencia, pero  nunca dije nada.

Inevitablemente crecí, ya era un adolescente de dieciséis años. Escuché decir a mi madre que ese día Kibum volvía y que ya se había recibido de diseñador. Ese había sido siempre el sueño del rubio y luego de mucho luchar, finalmente lo había conseguido. Fingí que no me interesaba la llegada de Kibum.

-ah! Jonghyun, esta noche iremos a cenar con la familia de Kibum, no te olvides!-me recordó mi mamá. ¿Cómo estaría? No podía evitar preguntarme si seguiría igual que antes. Lo había extrañado.

 

Se hizo la hora de ir a la casa vecina. La mejor amiga de mamá nos recibió alegremente. Al entrar, vi una figura descender por las escaleras. Me quedé paralizado. Allí estaba sonriendo una vez más. El chico con el que había crecido, él que me había cuidado y luego abandonado sin aviso. El día que se fue, no quise ir a despedirlo. Simplemente no podía, dolía.

Pero ahora volvía y me sonreía. Sus cabellos ya no eran rubios sino cobrizos. Se veía más maduro pero igual de radiante.

- Hola Jong! ¿Cómo has estado?- me preguntó como si el tiempo no hubiera pasado entre nosotros.

-Bien, sólo bien-dije algo serio. Me sentía algo triste no entendía que me pasaba. Era tan extraño volver a verlo. Pensaba que ahora yo sería el más alto de los dos. Pero él seguía ganándome en altura. Pero su cuerpo seguía igual de delgado, en cambio el mío estaba mucho más desarrollado. Sus ojos tenían un extraño brillo. ¿Qué me preguntaban?

- Me alegro que estés bien! Sí que pasó el tiempo, creciste mucho!-dijo sin dejar de sonreírme aunque ya no lo notaba igual de alegre.

Nos sentamos en la mesa y mi madre no paraba de hacerle preguntas a Kibum. Él contestaba cada una de ellas alegremente. Parecía que le iba bastante bien. Ya tenía varias ofertas de trabajo. Las que más le interesaban eran una en nuestra ciudad y otra bastante más lejos. Nuestras madres le decían que eligiera la que él quisiera pero que no se olvidara de visitarlas. Por mi parte, permanecía callado, observando de reojo a Kibum. ¿Tanto lo había querido? No me entendía. ¿Por qué le daba tanta importancia? Que se fuera de una vez pero en realidad quería que ya no se fuera más.

Veía como él también me miraba de a ratos. ¿Qué quería?

 

La cena al fin acabó. Las mujeres se pusieron hablar en el living, mientras que yo sin decir nada salí al patio. Me quedé mirando las estrellas brillar en aquel cielo helado.

 

-Sabes, las noches que estaba solo en la gran ciudad, abría la ventana y me quedaba mirando el cielo. Así sentía que no estaba tan solo porque tal vez en alguna otra parte había alguien observándolas. Justo como yo lo hacía- Dijo Kibum, quien se encontraba a mi lado. No sabía en qué momento había aparecido. Quería estar solo. No dije nada.

- Creo que no me quedaré aquí- dijo.

-¿A qué te refieres?-dije finalmente. Ya me estaba cansando su forma de hablar. Demasiado complicado.

- Me refiero a que voy a aceptar la oferta de trabajo en la otra ciudad- esta vez Kibum me miró al hablar- ¿Qué piensas de eso Jonghyun?- esos ojos felinos se clavaron en mí. Siempre me habían parecido hermosos, tan únicos. Pero aquella noche brillaban más que nunca.

-¿Por qué me lo dices? ¿Por qué tendría que importarme Kibum?- pregunté algo débil sin mirarlo. No podía mostrarme indiferente, no podía fingir. Mucho menos, mentirme.

Vi como Kibum pateaba una piedrita en el piso y miraba para un costado. Luego, volvió la vista hacia mí.

-No tiene por qué importarte, olvídalo. Hace mucho frío, me congelaré si sigo aquí, iré adentro.-dijo frotándose las manos y dirigiéndose a la puerta.-También deberías entrar- dijo mientras veía su figura desaparecer.

¿Para qué había vuelto? No entendía nada. Sólo me quedaba claro que Kibum volvería a abandonarnos.

Pasaron los días y cada una de las palabras de Kibum volvían a mí. No sabía cómo alejarlas. Se habían clavado fuerte en mí. Me lastimaban, no comprendía pero aun así dolía horrores. No podía hacer nada para impedir que se fuera, era su vida, nunca había importado lo que yo quería. Inevitablemente, las imágenes que creí haber olvidado hace tiempo volvieron. Cada uno de mis recuerdos junto a él. Nuestras risas, nuestros juegos, nuestras peleas. Palabras que nunca dije, sentimientos que nunca descifré. Sentía unas inmensas ganas de llorar. Era ya tarde y aun no podía dormir. Tal vez fue esa la razón por la cual a mi mente vino aquel estúpido cuento.

No entendía por qué cuando Kibum narraba aquella historia victimizaba al gatito. La verdadera víctima era el perrito, él había sido abandonado sin explicación alguna. Pero luego vino a mí la frase de aquel cachorrito.

"No te quiero! No me toques! ¿Por qué no dejas de molestarme?"

Sabía que aquel cachorrito no quería que el gatito se alejara. Sólo tenía graves problemas para expresar lo que sentía. Ese gatito era un exagerado. Él nunca le había dicho que se fuera. Seguramente, el cachorrito había sufrido mucho la ausencia de su compañero de juegos. En el fondo quería muchísimo a aquel gatito. Aunque tratara de distanciarlo sabía que el cachorrito estaba encariñado con el gatito.

¿Por qué nunca había escuchado el final de aquel cuento? Necesitaba escucharlo, necesitaba saber que ocurría entre el gatito y el cachorrito. Necesitaba saber qué ocurriría entre Kibum y yo.

 

Pero para cuando lo comprendí ya era demasiado tarde.

 

Debía intentarlo, sentía como mis piernas me fallaban. Mi corazón nunca había latido tan rápido. Kibum estaba en la estación, todos habían ido a despedirlo excepto yo. No cometería nuevamente el mismo error.

Me abría paso entre la multitud. Encontré a nuestras madres yendo en la dirección contraria. ¿Ya se había ido? No podía detenerme. No tenía tiempo para decirles nada. Ya no me quedaba tiempo. Corrí como si la vida se me fuera en ello. Necesitaba encontrarlo.

Creí que el corazón se saldría de mi pecho cuando descubrí aquella cabellera ahora cobriza entre la gente. Sin pensarlo, caminé hacia él. Permanecía de espalda mirando hacia una de las pantallas.

 

- Necesito saber el final. Necesito escuchar el final de la historia-dije con la respiración entrecortada por la agitación. Kibum se dio vuelta lentamente. Me miró sorprendido.

-Jonghyun, ¿Qué haces aquí?-dijo sin entender.

-Vine a escuchar cómo termina la historia. ¿Qué le ocurrió al cachorrito y al gatito?-dije. Kibum no dejaba de pestañar.

-No lo sé, nunca tuve la necesidad de inventar un final porque te quedabas dormido mucho antes-dijo algo bajo para mis oídos.

-¿inventar? ¿A qué te refieres? Pensé que era una historia que nuestras madres habían inventado-dije sonando algo desesperado.

-No, mentí. Lo inventé yo. No sé qué ocurre al final. Supongo que el perrito habrá vuelto a ser feliz una vez que el gatito lo dejó en paz-dijo como si fuera obvio.

-No Kibum!!! Te equivocas! El gatito era el malo de la historia. El cachorrito nunca le dijo que se fuera, a él sólo le costaba aceptar que ese gatito le agradaba y mucho. Seguramente sufrió mucho la ausencia del gatito-dije como un lunático. La gente ya empezaba a mirarme raro, pero no me importó.

-¿Y por qué te importa tanto? Es sólo un estúpido cuento!-dijo Kibum algo irritado aunque sus ojos estaban tristes. Era ahora o nunca.  No quería que se olvidara otra vez de mí. No quería arrepentirme. Mi corazón latía frenéticamente.

-Me importa porque somos nosotros- dije bajito pero animándome a mirarlo a los ojos- ¿No es cierto, Kibum?-le pregunté.

Me miró perplejo, estaba pálido y sus ojos empezaron a cristalizarse.

-Si! Somos nosotros! ¿Estas feliz ahora Jonghyun? ¿Era eso lo qué querías escuchar?-gritó histérico- ¿Pero qué importa ahora? ¿En algún momento pensaste en cómo me sentí cuando no viniste a despedirme? No te importó una jodida mierda! No tenés nada que reclamar y ahora me voy! ¿No fue eso lo que siempre quisiste?-dijo rompiendo en llanto, jamás lo había visto así y me rompía el alma en pedazos.

Lo abracé. Intentaba soltarse de mi agarre pero finalmente dejó de resistirse.

-Me tengo que ir Jong, perderé mi viaje- dijo aun con la voz fallándole.

-No te vayas- dije suavemente- No te vayas sin antes escuchar el final de la historia-agregué.

-mm-asintió.

No lo solté, no lo haría, que el resto del mundo pensara lo que quisiera. Estas cosas no pasaban todos los días.

"El cachorrito se sentía solo, extrañaba horrores al gatito pero no se animaba a contarle al resto de los animalitos. No sabía qué hacer, trató de buscarlo pero no lo encontró.

Pasó mucho tiempo y un día volvió a ver aquella bola de pelo blanco en las cercanías del bosque. Había crecido y era mucho más hermoso. El cachorrito no sabía cómo sentirse ni cómo actuar.

Pero finalmente tomó valor y se acercó al gatito. Este último se asustó pues creía que el perrito nunca lo había querido. Pero el cachorrito estaba muy arrepentido, el gatito lo escucho pacientemente y lo perdonó.

Ahora darían inicio a la amistad más bella de todas. Ya nunca más volverían a estar solos."

Todos los pasajeros ya habían subido, ya era la hora de partir. Kibum se soltó de mi abrazo y se secó las lágrimas con la manga de su polera. Tomó su maleta y me dijo:

-Me alegro que le hayas encontrado un final feliz a aquella historia- me dijo sonriéndome y depositando un beso en mi mejilla.

 

Mi piel ardía ante aquel contacto, vi cómo se alejaba hasta desaparecer, sin escuchar mis últimas palabras.

Notas finales:

Si quieren insultenme! 

 

14 de agosto 2014

Ya se que este es un two shot. Pero quería agregar mi opinión. Para mi el fic termina acá! Cuando se me ocurrió por primera vez la idea era que después de que Jjong le dice a Kibum el final de la historia, se quedan juntos. Después pensé que Bummie se va pero antes lo besa en la boca, no en la mejilla como puse.

Pero bueno, ¿por qué un beso en la mejilla? Porque no me parecía que Key veía de esa manera a Jjong todavía. Aunque me hubiera gustado que sí pero no sé si era muy creíble, no era muy realista.

El siguiente capítulo lo hice porque me pareció muy triste este final. Aunque por otra parte me parece el correcto porque la canción Instant Crush lo es. Esa canción habla de un amor NO correspondido. Además el siguiente cap tiene que ser como es para darle más realidad.

Voy a seguir insistiendo en que para mi queda acá la historia con el unico cambio de que no es un beso en la mejilla sino un beso de verdad. Por más que no tenga sentido o que deje a Key como un pervertido. Ustedes veanlo como quieran. No me iba a sentir bien conmigo misma sino aclaraba todo esto


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