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Fuckin' Perfect por YisusCraist-Of-Yaoi

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Notas del capitulo:

Aquí traigo la actualización de Fuckin' Perfect basado en la canción de Pink. Disfruten la actualización y espero que no me maten tanto. 

Pasos torpes, los botones desprendiéndose de la tela, el tercero fue arrancado a la fuerza mientras las grandes manos del rubio falso ascendían por el pecho del más bajo, por su cuello, por su cálida piel y sus labios devoraban los ajenos con enjundia, con una pasión que era intoxicante. El sabor al alcohol, el olor a cigarro que quedó impregnado en ellos por el bar, el color oscuro de sus ojos.

 

Casi cae pero se detiene, el caos del suelo les impide caminar pero no el seguir arrancándose las prendas, acariciándose. Ukai le ha dejado sin camisa, desnudo de la cintura para arriba y siente como le rozaba los labios, como le fijaba los orbes con autoridad, como si le perteneciera solo a él. Sentía las grandes manos del otro descender por la curvatura de su espalda desnuda, aquello le producía una serie de sensaciones exquisitas que le enchinaban la piel. Descendió hasta la espalda baja y no detuvo marcha hasta posar sus dos manos en el trasero del profesor y apretar de este arrancándole una queja, una súplica.

 

Ahí en medio de la habitación del más joven mientras las luces nocturnas se colaban por la ventana, mientras el ruido desaparecía cada instante y sus labios volvían a unirse estaba por consumarse un acto inconsciente, un acto erótico y hermoso.

 

Ninguno podía admitir que lo disfrutó de ese momento, menos ahora que las cosas se habían tornado complejas, lastimeras.

 

Fuckin’ Perfect : Saque 2 – Boceto fatídico.

 

Los recuerdos de aquel día no se iban de la mente de Takeda quien tuvo que reprimirse como nunca a decir que lo sentía, que lo olvidase, era mejor no decir más y dejarlo pasar, dejar que el tiempo se llevase aquel momento que le pareció tan mágico pero tan incorrecto, tan erróneo.

 

Llegó a casa y lanzó las llaves a la pequeña bandeja donde siempre las dejaba, se quitó los zapatos exhausto de caminar y suspiró con pesadez. El sonido del televisor prendido en la oscuridad de la sala le daba a entender que estaba ahí, que efectivamente no había ido a trabajar ese día. Se quitó la bufanda, aquella que debió devolver a Ukai ese día pero con todo aquello lo olvidó. Se sentía mal, muy mal por tratar así a ese joven pero profundizar en aquello no era correcto, debían olvidarlo para no herirse más.

 

Caminó hasta llegar al respaldo del sillón y le vió dormir mientras en la televisión pasaban una película de acción. Aquellos cabellos oscuros, la profundidad de sus parpados cerrados y la leve barba que empezaba a notarse, debía recordarle rasurarse a diario.

 

-Ya he llegado –susurra muy cerca de su rostro. El hombre se queja, se mueve y no abre los ojos pero si los labios intentando emitir alguna palabra.

 

-Ya iba a pasar por ti …-responde sin ánimos, no tiene ganas de despertar.

 

-Salí hace cuatro horas pero estoy bien – se incorpora y busca una cobija en las cercanías, la pone encima de su cuerpo y apaga el televisor. No recibe más respuestas, el hombre se ha quedado dormido y nuevamente Takeda dormirá solo en su cama, así ha sido desde hace casi dos años. – Buenas noches, Hiroshi.

 

Sale directo a la habitación que se supone compartían y entra prendiendo la luz. La enorme cama para él solo, es una gran ventaja. Apenas se quita los calcetines, la camisa y nota algo que le hace ponérsela nuevamente, no le gusta verse a sí mismo por diferentes causas.  A lado, en la cómoda una foto de ellos dos juntos cuando eran más jóvenes, cuando estudiaban en la universidad. Miles de recuerdos, miles de momentos que Takeda apreciaba, que le hacían sonreír con dulzura. Casi diez años a su lado y hace unos cuantos decidió que así sería para siempre.

 

Apaga las luces, se recuesta en la cama en su soledad. Takeda Ittetsu lucha diariamente por tener una vida normal, la gente le cree solitario por que así son sus días últimamente, con el trabajo de Hiroshi apenas puede verle y justo ese día había prometido recogerle al colegio pero no le culpa, debe estar agotado. Suspira e intenta no pensar en su común vida, ni en su traición al meterse con Ukai, solo piensa en aquellos días del pasado en donde su andar lo hizo toparse con aquel enigmático y risueño joven llamado Hiroshi.

 

En sus primeros días de universitario Takeda no tenía más que el objetivo de terminar su carrera y poder dar clases, educar a los jóvenes y ser una marca en sus vidas, un soporte. Adoraba la idea de ser docente, admiraba mucho a sus maestros y los veía como las personas más sabias del mundo con la capacidad de cambiar muchas mentes a lo largo de su vida, y además ganaban dinero por ello. Estaba tan emocionado caminando por el campus a tan solo unos días de haber ingresado pero alguien detuvo sus pasos, un joven de su edad, de su altura y con el cabello un poco desordenado con una expresión seria.

 

-Devuelve lo que te has robado – le dijo, Takeda se asustó y retrocedió un paso ¿robado? Él no había robado nada, era incapaz, no estaba dentro de sus valores hacer un acto tan vil.

 

-Di..Disculpa, me estás confundiendo con alguien más –dijo con los ojos lagrimeantes, no quería ser encerrado, no quería ir a prisión, no ahora que estaba a un paso de cumplir sus sueños.

 

-No te estoy confundiendo – reprendió el tipo cruzado de brazos mirándole con una presencia muy fuerte que el otro solo podía empezar a temblar y pedir por su vida.

 

-Yo…no se…no sé de qué me habla –su expresión portaba más terror que antes pero la del chico empezó a destensarse, a calmarse. Sonrió levemente y bajó los brazos más tranquilo.

 

-Claro que has sido tú, te vi hace días hacerlo – el de lentes intentaba hacer memoria pero no había nada que pudiera haber robado hace días – en la ceremonia de ingreso, estabas ahí y no se… santo cielo –aquel chico temible había pasado a ser uno más animado – me robaste el aliento.

 

-…..¿ah? –Takeda apretó más sus labios con un sonrojo en sus mejillas.

 

-Es que ¡Ah! Eres tan hermoso –el otro solo pudo sonrojarse más ante los mohines infantiles del otro – en serio, solo puedo suspirar cuando pienso en ti…tengo que saber tu nombre.

 

-Yo…yo soy… Takeda– los ojos del chico brillaron y su sonrisa se ensanchó.

 

-Disculpa por asustarte. Soy Hiroshi, mucho gusto –estiró su mano, Takeda tembloroso la tomó y sintió una corriente cruzarle el cuerpo, flecharle el corazón, robarle el aliento.- no te pasees tanto frente a mi o se me va a salir el corazón.

 

-¿Qu..Que cosas dices? –se cubrió el rostro con la mano libre sintiendo como la de Hiroshi temblaba. La observó por un rato y entendió que aquel chico multifacético hablaba en serio, estaba tan nervioso que empezó a tambalearse como si fuera a desmayarse ¿Qué pasa con esa presentación tan extraña? Vaya forma tan intensa de ser que con saludarlo terminó en enfermería. Takeda no supo que en ese momento aquel chico risueño le cambiaría la vida.

 

Y ahí, 10 años después Takeda recostado en su cama recordaba el pasado viendo esa foto y sentía que todos esos momentos tristes eran solo un paso más para volver a aquella felicidad en la que estaban envueltos cada día de su juventud, estaba forzando a su mente a decirle que pasaría toda la vida con ese chico, apretando el corazón para que no se escapara el amor que sentía por él, susurrándole cada noche que esos días solitarios no son producto de la falta de cariño por parte de Hiroshi, que era parte de su esfuerzo por tener una vida decente y cómoda juntos.

 

Takeda volvió a cerrar los ojos y se dejó envolver por el sueño, podía engañar a la mente pero no al corazón y cuando Mofeo le atrapaba ahí, en su mente, Ukai empezaba a tocar la puerta para entrar mientras el mantenía la llave negándole el paso y exclamando a todo pulmón que no arruinase su vida, que no lo lastimara, que no se lastimaran de esa manera.

 

Un dia nuevo llegó, Hiroshi no estaba en casa y él debía ir a trabajar. Calificar exámenes, charlar con alumnos y sonreir a todos diciendo “buenos días” mientras por dentro tenía un nudo en la garganta que le lastimaba, que le invitaba a sentarse y llorar. Aprovechó que no había más papeles que firmar, más alumnos esperándole y más trabajo, que había un espacio libre de actividades y fue al baño. Se miró al espejo, y vió su rostro. ¿Realmente podía seguir soportando el peso de fingir felicidad cuando adentro todo se estaba derrumbando?

 

Retrocedió un par de pasos, entró al escusado y cerró la tapa. Se sentó encima de ella y miró hacia la puerta cerrada. Una lagrima cayó a su mano, después otra y otra. Cubrió sus labios, mordió uno de sus dedos para soportar los sollozos y su mente seguía atacándole con cosas que solo le lastimaban. Se quitó los lentes y se talló los ojos para no llorar más, para calmarse. Era un instante, un momento para desahogarse en soledad y lo aprovechó. Así era a veces, no había más que pudiera hacer, seguro saldría de ahí y volvería a sonreír como siempre. Abrió la puerta del baño más tranquilo aunque aún tenía esa sensación de pesadez inundándole el corazón.

 

-¿Takeda-sensei? –una voz familiar lo sacó de sus pensamientos. Frente a él uno de sus alumnos le miraba preocupado con el ceño fruncido- ¿Está bien?

 

-Sugawara…-susurró y tomó aire sin poder contenerse. Lo peor que podían preguntar cuando estabas herido es “¿Está bien?” solo hacía que su mente se bombardeara con una lluvia de “NO”. Caminó y se detuvo frente al chico, era un poco más alto que él – yo…

 

-Todo está bien, sensei…-susurró y lo rodeó con sus brazos. Takeda sintió que su gran caparazón fue perforado por ese acto y volvió a sollozar, a soltar las lágrimas y aferrarse a Suga liberando lo que quedaba, desahogándose. Había pasado mucho tiempo desde que no lloraba así, había pasado aún más desde que alguien le consolaba y la sensación de sentir el apoyo del chico aun cuando él desconociera su dramática vida era confortante, ese abrazo era como sentir a un hijo cuidando de ti.

 

…Un hijo.

 

Se separó de él limpiando sus mejillas nuevamente agradeciendo que nadie entrase al baño en ese momento o podían pensar mal, inventar rumores. Takeda suspiró y fue a la llave del agua lavando su rostro para secarlo y colocar los lentes. Miró por el espejo a Suga quien le regalaba una sonrisa de confianza, un “tu puedes hacerlo” que le hacía falta escuchar.

 

-No sé qué esté pasando pero…sé que sensei es más fuerte que todo. Usted es más fuerte que sus problemas – y Takeda sonrió, asintió. Tenía razón pues él era muy fuerte, por eso mismo decidió ser maestro. Escuchar esas palabras del peligris era como recordarse a sí mismo en su juventud donde creía que los profesores eran seres superiores capaces de cambiar la vida de todos y vivió creyéndolo hasta descubrir que también eran humanos capaces de errar.

 

-Gracias… y disculpa por esto. – el otro negó rápidamente.

 

-Si necesita volver a desahogarse cuenta con mi hombro –dijo sonriendo. Takeda le vio y asintió. Se acercó y le despeinó los cabellos por lo que se ganó un par de risas por parte del otro.

 

-Me hubiera gustado tener un hijo como tú, Sugawara…

 

-Considéreme como uno, si…si no es problema. – el profesor parpadeó y se sintió conmovido. Entrecerró los ojos y asintió con una gran sonrisa.

 

-Está bien …ahora ve a clases, no quiero que llegues tarde –le ordenó. Suga se incorporó rápidamente.

 

-Sí, nos vemos en el entrenamiento –hizo una reverencia y partió dejando a Takeda ahí un poco más tranquilo, más satisfecho.

 

Esos pequeños detalles que tal vez para la mayoría no eran gran cosa lo hacían sentir muy bien, le alegraban el día. Volvió al trabajo, a calificar exámenes, firmar papeles y dar clases con una sonrisa en los labios, con las baterías recargadas. Más cosas vendrían por enfrentar, cosas que tal vez Takeda no imaginaba, que ni siquiera percibía pero que estaban ahí, creciendo.

 

Y Ukai tampoco lo imaginaba. Dentro de su solitaria y desordenada pieza se encontraba recostado en la cama. Un suspiro profundo, sintiéndose incapaz de levantarse de esa cómoda posición que le impedía hacer más. No entendía por qué rayos estaba sintiéndose así, que significaba esa pesadez en su pecho, esa punzada dolorosa. Ayer escuchó eso de los labios de Takeda y se fue sin esperar, cualquier curioso se hubiera esperado a ver quién era ese sujeto pero no Ukai.

 

Sentía como si hubiese perdido una batalla sin sacar si quiera su arma. Se sentía patético por sentirse así. Ni siquiera podía decirlo en voz alta pero era como “tener el corazón roto” y eso lo hacía sentirse aún más inferior.

 

No hay amor donde no hay correspondencia, donde las personas no se conocen, donde no hay más que profesionalismo, ni siquiera hay amor en tener sexo casual y sin embargo él estaba ahí desbastado tras saber que el otro tenía una pareja y él como siempre estaba solo. Si le preguntaban se sentía como si se hubiese aprovechado de él, como si hubieran hecho eso bajo su única voluntad pues alguien con una relación jamás hubiera cedido estando sobrio en cambio él posiblemente si lo hubiera hecho;  quiero decir, es Takeda, es lindo, es agradable, simpático, inteligente, decidido, fuerte, tiene una bonita sonrisa ¿Quién no querría acostarse con él? Bueno…tal vez Ukai lo hubiera pensado mucho porque es heterosexual pero siendo honestos después de mucho hubiera cedido pero no ahora, no ahora que el otro tenía pareja. Hasta eso respetaba las relaciones ajenas.

 

No hay amor, no debería haber amor pero ¿Por qué se sentía tan mal?....El celular de Ukai estaba a lado de su cuerpo marcando en su pantalla un mensaje.

 

“Contacto borrado”

 

Notas finales:

Como el fandom de Haikyuu es muy joven es comprensible que este fic no sea tan seguido pero pongo todo mi empeño para que los pocos que lo leen lo disfruten mucho. Comenten si les está gustando y disculpen por los feels.

 

-Yisus


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