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Crawl por Yais

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Notas del capitulo:

Yo sé, son capítulos muy cortos ^_^U, lo siento, pero para Gravi sólo así funciona mi cerebro.

Capítulo 3

 

Tenía mucho que Tatsuha no hablaba con Issei, así que le sorprendió que el chico decidiera saludarlo con la misma cordialidad de hace meses. Mucho más que el motivo de dirigirle la palabra fuera avisarle la llegada de Pekok.

Ella era una amiga mutua. Una chica con una carrera de modelo medianamente famosa en Japón pero bastante conocida en Europa. Cuando la conoció, ella se tomaba un descanso de los chismes de la farándula y, siendo él, no le costó lograr una cita.

Tenía mucho tiempo de no verla, le ilusionaba encontrarse con ella, por eso llegó al aeropuerto corriendo.

–¡Tatsuha!– Pekok, quien venía cargando una maleta y jalando otra las soltó tan pronto lo vio para abalanzarse sobre él –¿cómo has estado?

–Bien– él respondió el abrazo con efusividad –¿y tú?– la miró de cuerpo completo y la chica giró sobre las puntas de sus pies para que pudiera apreciarla mejor.

–De maravilla, conseguí un contrato aquí en Japón para los próximos 3 meses y me siento estupenda– la chica se mordió el labio inferior y lo evaluó con descaro – te pusiste muchísimo mejor Tatsuha.

–¿Qué esperabas?– respondió con una sonrisa acercándose a ella para ayudarle con las maletas – y ¿dónde te vas a quedar?, ¿con tu prima?

Pekok frunció el entrecejo –para nada –lo abrazó por la cintura –tengo reservaciones en un hotel – dijo insinuante y Tatsuha río.

–Creo que ahora no se va a poder.

–¿Qué? ¿Por qué?, todo el camino en el avión me la pase pensando en ti – hizo un puchero.

–Pues – Tatsuha tenía una sonrisa de satisfacción –tengo pareja – la chica iba a protestar cuando él la detuvo. – Salgo con mi amado Ryuichi.

Pekok comenzó a reír y se apretó más contra su cintura –si ya no te atraigo, dímelo. No tienes que mentirme.

–Es verdad– se defendió Tatsuha –¿cómo es que no te enteraste?

–No estoy en contacto con la farándula local – hizo una mueca de disgusto y emprendió camino a la salida del aeropuerto refunfuñando de forma bastante teatral, pero toda su molestia fingida desapareció justo cuando llegaron a la moto de Uesugi.

–Creo que voy a mandar mis maletas con un taxi.

 

Tatsuha sabía que iba directo a una trampa, pero no creyó que fuera algo malo. Pekok le pidió que la acompañara a su habitación y él fingiendo una inocencia que evidentemente no poseía la siguió. En teoría Pekok sólo se retocaría el maquillaje y luego irían a comer, pero era claro que no harían eso.

Lo daba por sentado porque durante todo el trayecto, Pekok fue presionando sus redondos y bien proporcionados pechos contra su espalda. Restregando sus caderas y acariciándole el cuello y oídos con sus labios. Susurrándole con un tono de seducción barata, que amaba usaran con él, escenas de sus varias noches de verano juntos. Le puso de punta los pelos de la nuca.

Y ahora estaba en su habitación de hotel.

Con un suspiro se dejó caer en uno de los silloncitos de la sala. Aun eliminando las escenas subidas de tono, Pekok y él tuvieron una muy buena relación, y ella le gustaba físicamente. No tanto como Ryuichi, pero ahora no podía estar él, así que no tenía algo mejor que hacer.

–Tatsuha– Pekok salió del baño y lo miró desde la puerta de manera felina.

Antes de girar el rostro Tatsuha se dio otra oportunidad para reconsiderar lo que estaba a punto de hacer, pero algo lo estaba bloqueando. El excitante recuerdo de las noches de soltería, la libertad de la que siempre gozó antes de obtener a Ryuichi y la certeza de que aquello no tenía importancia.

Además, a Ryuichi jamás le haría lo que planeaba hacerle a Pekok. Jamás lo profanaría de aquella manera. No podía.

Tragó seco y se decidió a mirar a su compañera. Una mujer. Senos, cadera y piernas de venus. –¿Qué haces?

Algo en él le obligó a fingir que no se imaginaba lo que vendría.

–Te gusta– la modelo caminó hasta él vestida con sólo su ropa interior.

 

Al terminar y de camino a casa, Tatsuha intentó convencerse de que aquello no era del otro mundo. ¿Qué era un pelo más en su cabeza? Había tenido montones de parejas, incluso, Pekok era producto de segunda vuelta. Haberla pasado con ella era como si nada hubiese ocurrido. Nada nuevo.

Aún así sintió un peso de conciencia cuando entró a la casa que compartía con Ryuichi.

Se preparó un té para acabar con el extraño sentimiento en su estómago y suspiró antes de sentarse en el sofá para beber con calma. Con tantas relaciones paralelas y por primera vez se sentía así.

Tras pocos segundos de meditarlo sonrió. Claro, la razón de porque se sentía así era obvia: ahora estaba con Ryuichi y él era especial.

Desde que podía recordar siempre fue así. Era su naturaleza retar a lo prohibido y tenía un gusto insano por correr desnudo por el jardín delantero de alguna casa huyendo de un esposo o padre celoso. Era emocionante y le daba morbo.

¿Por qué abandonó esa sensación?, ¿por quién?

Junto a Ryuichi su cerebro se adormecía y lo único que quería hacer era comérselo. Pero, por primera vez, después de ese largo año, recordaba todas esas otras sensaciones. Y eso no significaba que no amaba a Ryuichi, de hecho, era porque lo amaba que tenía ese sentimiento agridulce. Esa sensación de peligro era porque le importaba.

Amaba sentir que podía perder algo que necesitaba para vivir, era como caminar por el borde de un precipicio sin protección. A cualquiera le hubiera desagradado ese sentimiento, pero él no era cualquiera. Su masoquista interno daba de saltos en su estomago haciendo estragos en su psiquis y su ego crecía cada vez que con sus enormes ojos cafés Ryuichi le preguntaba qué ocurría.

Tatsuha lo sabía y lo tenía bien grabado en la mente mientras preparaba el baño para Ryuichi o cada vez que le compraba dulces para jamás visitarlo con las manos vacías. Que le gustaba mirar a Ryuichi a la cara y ahogarse con el arrepentimiento arremolinándose en su garganta.

 

La aventura con la cajera del supermercado la compensó con una cena en McDonald’s, las esporádicas con Pekok se recompensaban con desayunos en la cama y la más reciente, con el gerente de su banco, teniendo una cita en el zoológico. Igual a la de esos tiempos en los que apenas comenzaba a conocerse.

 

Esa tarde Ryuichi estaba especialmente feliz por que Tatsuha le había prometido todo el helado que pudiera comer. Pronto su gira por Corea comenzaría y como no podría acompañarlo quería aprovechar el tiempo al máximo.

–Primero comeré fresa– comentó el cantante tan pronto llegaron a la heladería – después chocolate ¿O debería ser al revés?– tomó a Kumagoro entre sus manos –¿Tú que opinas? o mejor combinado– miraba todos los sabores con apremio –napolitano o rompope, Sake…

Tatsuha se acercó para acariciarle la cabeza –ya dije que compararía todos los que quisieras, no importa cuál comas primero.

–Pero– Ryuichi lo volteo a ver con ojos acuosos –¿qué va a pasar si me lleno y no puedo probarlos todos? Kumagoro quiere probarlos todos.

–Pues – Tatsuha se angustió por ver a Ryuichi a punto de llorar. Jamás pretendió ponerlo en ese dilema al llevarlo ahí. –Podemos venir mañana.

Al cantante se le iluminaron los ojos –¿de verdad?

–¡Claro!

Aquel día fue estupendo, después de comer hasta el punto de sentirse estallar Ryuichi insistió en parar en una tienda de obsequios y comprar 2 pares de tazas para parejas, necesitaban 3 tazas iguales. Una para él, otra para Tatsuha y otra para Kumagoro.

Mañana irían a la heladería otra vez y pasado mañana Tatsuha se despediría de manera ferviente y amorosa de Ryuichi en el andén 5 del aeropuerto.

 

– Yo tenia razón – se jacto Issei mostrando un par de fotos a sus amigos quienes las miraban con ojos indignados y el ceño fruncido –y habrá más.

Notas finales:

Gracias por leer y comentar.

Bsos, Yais.


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