Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La vida es aburrida por CrystalPM

[Reviews - 124]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

WOOOOOOOLAAAAAAAAAA

 

 

Aquí dejo un nuevo cap. Antes de dejar de daros el coñazo para que podais leer tranquil@s la historia quería dedicarle el capitulo a todas las personas que me escribieron un comentario en el último. 

La última semana estuve un poco deprimida la verdad ._.. Es que .....fue el día del beso .....¡¡¡¡¡y nadie me besó!!!!  TTTTTT.TTTTTT ( JA! Mentíra. Estuve deprimida porque suspendí unos examenes que me había preparado mucho. Besos pffff estupideces XD) 

 

Bueno, el caso es que estuve plof y leer los comentarios que me dejasteis me alegró mucho el ánimo. Así que por eso os lo dedico a vosotras personitas queridas. En serio que os quiero mucho mucho mucho (?)

 

Bueno que sí. Que disfrutad del cap XD

Recorrí con la mirada la estancia mientras Nay cerraba la puerta. Habíamos subido al ático de un edificio de viviendas enorme. Una especie de estudio donde estaba todo prácticamente en una sola habitación, pequeño, pero suficiente para vivir. Contemplé las estanterías repletas de adornos, fotos y las típicas chorradas que compras en los viajes que luego nunca usas.


—Nay —Me volví hacia el chico con recelo—. Eres consciente de que alguien vive aquí ¿No? —El chico soltó una especie de bufido mientras dejaba sus cosas en el sofá de mala manera, con unas confianzas sospechosas.


—Tranquilízate novato. No le he robado a nadie sus llaves si es lo que estas pensando —Con un gesto malhumorado (Como si intentase espantar a una mosca o algo por el estilo) señaló a un punto indefinido de la habitación—. Deja tus cosas por donde quieras. No creo que podamos coger la caravana de vuelta al camping esta noche. 


Permanecí un rato inmóvil observando mi mochila con indecisión y confusión, pero al final acabé por encogerme de hombros y dejarla en una esquina "Será mejor que te dejes llevar". Antes de que pudiese decir nada más Nay abrió una puerta de cristal que daba al exterior de la vivienda, me agarró y tiró de mi para que saliese. Todo lo pequeño que tenía el estudio lo tenía de grande la terraza. Nada más pasar entendí que era lo que Nay quería enseñarme. 


Era un mirador enorme desde el cual se podía ver prácticamente toda la ciudad de Berlín. Maravillado me acerqué al borde y me incliné ligeramente para ver mejor. Todo, se podía ver todo: La puerta de Brandenburgo, la enorme cúpula de cristal del Reichstag, los museos, el río. Era como hacer una visita a toda la ciudad, solo que desde lo alto y de una sola vez. Nay se apoyó en la barandilla a mi lado sin decir nada, mirando también la ciudad. Por un momento me recordó la escena de hace ya casi un mes. Cuando Crystal me había llevado a aquella extraña azotea solo para que pudiese encontrarle. Me mordí el labio para ocultar una sonrisa nostálgica. Ese día había demostrado que mi capacidad para iniciar conversaciones era nula, pero lo había hecho y ahora estaba aquí. 


—Gracias  —El peliazul no hizo ningún signo que diese a entender que me había escuchado, pero sabía que lo había hecho y también sabía que lo había entendido. Así que no añadí nada más. Nos mantuvimos un rato en silencio. Cada uno sumergido en sus propios pensamientos mientras mirábamos a las personas pasar por debajo, tan lejos que parecían de otro mundo. De repente Nay hizo un débil sonido de exclamación. Como si se acabase de acordar de algo. Con curiosidad le seguí con la mirada disimuladamente mientras rebuscaba en una bolsa que parecía haber comprado mientras le esperaba en aquella extraña plaza. Cuando por fin sacó lo que buscaba, lo extendió hacia mi y habló con naturalidad.


 


—Un pretzel —No pude evitar entrecerrar los ojos con recelo. Sabía lo que era. Una especie de bollo con forma de lazo típico de aquí. Lo había visto en la tele y por las tiendas, pero esa repentina amabilidad del chico no me inspiraba confianza. Nay mantuvo el extraño bollo en alto unos segundos hasta que al final acabó bufando y agarrando mi mano me obligó a cogerlo a la fuerza.


—No me mires así novato. No está envenenado ni nada por el estilo —Apartó la mirada aún con un mohín malhumorado en el rostro—. Solo pensé que no sería divertido dejarte morir de hambre cuando se supone que estoy a tu cargo —Preferí dejar pasar eso de " Estar a mi cargo" y me apoyé con los codos en la barandilla de la terraza sin apartar la vista del "petrsel" o como sea que haya dicho que se llama (Los alemanes pusieron nombres a las cosas un día que estaban cabreados ¿o qué? A mi todo me suena a mala hostia).


 


 Al final opté por probarlo. Dubitativo di el primer bocado y solté una exclamación repentina. Pegando un bote me alejé del bollo como si quemase. A mi lado Nay se alteró por mi moviendo brusco con... ¿preocupación?


—¿Qué?¿Qué pasa?  —Le miré asombrado. Cuando hablé mi voz me sonó como la de un niño pequeño que acaba de descubrir algo que cree que es muy importante.


—Está salado  —Nay me miró a mi y al pretzel unas cuantas veces, como deliberado si le estaba tomando el pelo o no. Al final acabó por suspirar derrotado. Ocultó su rostro entre sus manos y mascullo unas palabras.


—¡Pues claro que está salado, idiota! Es pan  —Mantuve la mirada fija en el ahora descubierto pan salado como si fuese el mayor invento de la historia.


—Pensé que sería dulce. Es como el capítulo de los Simpson cuando Marge hace unos perritos calientes dulces... solo que al revés —Nay alzó la cabeza para mirarme como si me hubiese vuelto loco provocando que me sonrojase "No haces más que decir estupideces".


Por eso me sorprendió cuando escuché la risa del peliazul. Riéndose a carcajadas avanzó hacia una zona sin barandilla y se sentó en el borde. Sin saber muy bien como debía reaccionar me senté a su lado incómodo mientras volvía a dar otro bocado al pan. Aquel lado de la terraza daba a la Catedral de la ciudad. Ya había empezado a anochecer. El cielo se había teñido de rojo dando al edificio un aspecto irreal.


Mi profesora una vez me había contado que los edificios antiguos tenían las cúpulas verdes porque el cobre se había oxidado, pero que en realidad antes eran de colores vivos y brillantes. La gente siempre parecía querer recuperar ese aspecto de nuevo a los edificios antiguos, pero a mi siempre me habían parecido mucho más bonitos como ya estaban. Aparentaban viejos, pero eso no era precisamente algo malo.


 


Mis ojos se desviaron inconscientemente al rostro de Nay. Con la oscuridad no podía ver claramente sus rasgos, pero aún así sus ojos parecían brillar con una fuerza inhumana. Internamente me pregunté que había causado que Nay fuese como fuese. ¿Había nacido ya así?¿O simplemente un día se aburrió de la vida normal como yo? Entonces caí en la cuenta de que me encontraba en el mejor momento para intentar averiguar más cosas sobre él. Abrí la boca dispuesto a preguntar, pero antes de que saliese algún sonido de mi garganta ya me había arrepentido y había enmudecido instantáneamente. Mentalmente me reprendí por mi cobardía " No es como si te fuese a pegar por preguntar sobre él", pero aún así me veía incapaz de preguntarle cosas de su vida. "De acuerdo, lo mejor será ir preguntando cosas pequeñas e intrascendentes" . Sí, de eso si me veía capaz. Carraspeé ligeramente para que no se me quebrase la voz.


—Nay —El chico alzó una ceja con esa expresión que me ponía tan nervioso. Una expresión que parecía decir " Habla esclavo" Como si fuese superior al resto del mundo, pero no me amedrenté—. ¿Estudias o trabajas? 


 El chico no pudo evitar la sonrisa irónica de sus labios por mi pregunta cliché. Esperé expectante unos segundos, preguntándome internamente si me haría caso o si simplemente pasaría de mi. Casi me sorprendió cuando respondió.


—Las dos cosas  —No pude evitar arrugar la nariz contrariado. Se supone que las preguntas son para aclarar cosas no para crear más dudas. El chico pareció entender mi expresión de queja porque se rió de nuevo. Al final pareció apiadarse de mi y me explicó con voz tranquila—. Estudio psicología y a la vez trabajo en una tienda de tatuajes —Nay me miró fugazmente y pareció leerme el pensamiento al añadir—, y no, no tengo ningún tatuaje y sí, ya se que eso es raro. Me gustan los tatuajes, pero no tengo interés en hacerme alguno en un futuro cercano  —No pude evitar soltar una sonrisa furtiva. Nay entrecerró los ojos—. ¿Qué te hace gracia novato?


—Nada —¡Ja! Ahora le tocaba a él sufrir la incertidumbre. El chico iba a protestar, pero en aquel momento unas luces nos llamaron la atención. Nay sonrió.


—Por fin empieza  —De repente toda la ciudad se había iluminado por una especie de proyectores que reflejaban dibujos y motivos por los edificios, coloreándolos de diferentes maneras. De un momento a otro la catedral había pasado de ser un edificio antiguo de piedra a uno colorido y vivo. A veces se proyectaban motivos psicodelicos, luego pasaba a ser una pintura barroca, luego se transformaba en un edificio amarillo pollo y hasta hubo un momento en el que era un edificio lleno de pintadas de perritos calientes (Quién fuera que creo ese motivo y yo nos entenderíamos muy bien) A mi lado Nay me explicó:


—Lo llaman la noche de las luces. Por una noche los edificios pasan de ser el típico monumento blanco a ser lo que sea que quieran los artistas —En su voz podía notar un tono de nostalgia. Me intenté imaginar a un Nay de niño en la misma ciudad. Observando emocionado los edificios cambiar de color. No era de extrañar, aquello podía pasar perfectamente como magia. Había algo increíble en la capacidad de cambiar por completo el aspecto de algo solo con un par de luces.  Sintiéndome ligeramente hipnotizado viendo las formas y colores murmuré para mi mismo.


—Todos trabajan con la misma base, pero cada punto de vista puede crear algo completamente diferentes...fascinante —"Dan, eres consciente de que hablas en voz alta ¿No?" Alarmado por parecer un ratito miré a Nay y empalidecí al darme cuenta de que me había estado observando todo este tiempo. En silencio, con esa mirada fija que como siempre me creaba unos escalofríos a los que nunca me acostumbraría. Tragué saliva nervioso y busqué cualquier cosa para justificar mis pequeños monólogos—. Esto...yo...no


No tuve tiempo para usar la excusa que ni siquiera había pensado. Nay aún con sus ojos grises clavados en los míos se acercó a mi rostro sin darme tiempo para reaccionar. Impotente le seguí con la mirada sin saber muy bien cuales eran sus intenciones. No fue hasta que sentí el estremecimiento que me provocó el roce de su dedos en mi mejilla que cerré los ojos casi con miedo.  


 


Cuando noté sus labios rozando los míos un inmenso hormigueo me erizó la piel. Fue un beso fugaz, apenas un choque de alientos de esos que te dejan con unas increíbles ganas de más, pero fue suficiente para hacer que mi rostro enrojeciese a unos límites insospechados. Abrí los ojos aturdido para encontrarme el rostro del peliazul con una sonrisa burlona. Al ver que se estaba riendo de mi le intenté apartar empujando su pecho sintiendo mi estómago revolotear.


—Oh, vete a la m... —Nay rompió a reír, pero no dejó que le apartase y en cambio pasó sus brazos a mi alrededor para acercarse más a mi haciéndome apoyar la cabeza en su hombro


—Deberías haber visto tu reacción. Ni que fuese la primera vez que nos besamos —Fruncí el ceño molesto porque en el fondo sabía que tenía razón. Aún con la cara oculta en su camiseta murmuré.


—Lo se... —"¡Eh!....Espera un momento" Rápidamente alcé la vista para mirarle a la cara exaltado—. ¿Cómo demonios sabes tú que ya nos hemos besado? —Nay me miró desconcertado unos minutos y entrecerró los ojos.


—No. ¿Cómo lo sabes TÚ? Pensé que estabas borracho —Parpadeé confundido "¿Borracho? Yo no estaba..." Mi rostro empalideció al encajar todas las piezas en mi mente. Agarré con fuerza a Nay por el cuello de su camisa notando como me temblaban las manos.


—¿Nos besamos el día de la discoteca? ¿¡Y no me lo dijiste!?  —Nay se soltó de mi agarre y me miró desafiante. Por su expresión supuse que él también había encajado las piezas. Solo que a él parecía hacerle gracia la situación mientras que a mi me iba a dar un ataque


—No estas en condiciones de enfadarte. Tú has hecho lo mismo —Negué con la cabeza tan enérgicamente que por unos instantes me mareé.


—¡No es lo mismo! ¡El día del festival yo fui el besado. Fue cosa tuya!


—¿Y quién dice que yo no fuese el besado el día de la discoteca? —Me eché hacía atrás casi como si me hubiesen ofendido sus palabras y alcé los brazos incrédulo.


—¡Yo nunca te besaría por mi propia cuenta!  —(Entiéndase que no por falta de ganas, sino de coraje) Nay simplemente me miró alzando una ceja unos instantes hasta que lentamente baje las manos hasta enredarlas en mis cabellos—. ¿Te besé por mi propia cuenta? —La sonrisa picara  del chico sirvió como afirmación. Horrorizado aparté la mirada para clavarla al frente mientras notaba mi respiración extremadamente agitada.


"Oh Dios. Debí hacer el mayor ridículo de toda mi vida... Mierda ¿ Y ahora como le miro a la cara después de esto?" ¿Nay había sido consciente de lo que sentía por él todo este tiempo? Perfecto, simplemente perfecto. Todo este tiempo ocultando lo obvio para nada. ¿Acaso se había burlado de mi con ese último beso? Permanecí  en la misma posición por lo que a mi me parecieron horas, mientras murmuraba por lo bajo insultos hacia mi propia persona. Nay permaneció a mi lado en silencio, pero sin borrar esa sonrisa genuina de su cara, hasta que se debió cansar de aquello. Carraspeando habló con una voz demasiado seductora.


—Bueno...— Aún sin dejar de tirarme de los pelos por mi incompetencia desvié la mirada con curiosidad. La intensidad de su mirada y el brillo que esta desprendía me pilló desprevenido—. Ahora que se han aclarado los sucesos... ¿Puedo volver a besarte? —Aquellas palabras tan directas causaron un intenso escalofrío por todo mi cuerpo. Bajando por fin las manos las apoyé en mis rodillas flexionadas mientras huía cobardemente de su mirada. Como siempre que los nervios me inundaban comencé a decir estupideces


—No se...¿Así de pronto?...Sin cena previa ni... —Una mano firme, pero amable me agarró de la barbilla obligándome a girar el rostro para encontrarme de nuevo con esos ojos casi blandos a tan poca distancia de los míos y con esa sonrisa desafiante murmuró con voz profunda.


—Voy a hacerlo quieras o no —Sin darme tiempo a replicar acortó la distancia entre nosotros y me besó con intensidad. El tímido roce de labios de antes era una necedad comparado con esto. Sin tregua recorrió con su lengua mis labios causándome pequeños estremecimientos. Igual que la última vez acabé tumbado de espaldas en el suelo, solo que esta vez fue porque mis propio sentido del equilibrio falló por el shock. Apoyando su brazo cerca de mi cabeza Nay me atrapó entre su cuerpo y el suelo impidiéndome cualquier escapatoria posible.


Pareció notar mi turbación porque los besos se hicieron más suaves, como si me diese una especie de tregua, y a su vez acarició con lentitud la curva de mi cuello logrando relajarme. Inconscientemente se escapó de mis labios un sonidito de placer que pareció hacerle mucha gracia al peliazul, pero antes de que pudiese arrepentirme o enrojecer como las cacerolas el sonido de la puerta mientras se abría me distrajo.


Alarmado miré al interior de la terraza para ver la figura de una chica que nos miraba desde el apartamento con desinterés. En aquel momento habría salido corriendo como un cobarde de no ser porque Nay me lo seguía impidiendo con su cuerpo. Sin si quiera moverse de aquella postura tan comprometedora el chico se limitó a girar la cabeza con hastío para clavar la mirada en la recién llegada. Habló con voz calmada, como si fuese lo más natural mundo.


—¿No te han enseñado a no interrumpir momentos ajenos?  —La desconocida soltó una sonrisa burlona que se me hizo extrañamente familiar.


—¿Y a ti no te han enseñado la regla de que en la primera cita no se debe presentar a la familia? —¿Familia?, ¿Cita?  Nay pareció ignorar muy convenientemente esa parte. Aún sin dejarme una posible escapatoria añadió con voz que parecía ser dulce, pero en realidad cortaba más que un cuchillo.


—Eso tiene fácil arreglo. Te largas y así no tengo que presentarte —a sonrisa de la recién llegada se agrandó.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).