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La vida es aburrida por CrystalPM

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Notas del capitulo:

Primero y ante todo

 

Siento haber tardado más de la cuenta. Me dio un pequeño bloqueo y demás crisis que les suele dar a la gente cuando tiene exámenes XD

 

Aquí estoy yo un domingo a las 2 de la mañana terminando el cap porque me apetecía terminarlo ya ( Tengo sueño T.T)

 

Quería avisar de que no se muy bien cuanto tardaré en subir la próxima vez. Lo digo porque por primera vez voy a intentar escribir dos historias a la vez y como nunca he hecho eso no se como rendiré (Probablemente mi rendimiento sea pésimo, porque soy una vaga ,pero meh). 

 

Puede que luego en realidad tarde menos de lo acostumbrado no se, pero yo solo quería comentarlo, por si me retraso para que seáis piadosos conmigo (?)

 

Espero que os haya gustado el fragmento y chaop!!

El rostro de mi mejor amigo expresó desconcierto los primeros segundos, como si fuese un completo desconocido para él. Al ver la poca reacción del chico enmudecí, dudando por unos momentos si me había confundido de persona, pero no había duda. Poco a poco los ojos del rubio se fueron abriendo al reconocerme. Sin molestarse en ocultar su sorpresa Martín me agarró por los hombros incrédulo y me zarandeó ligeramente. 

 

—¿Dan? Te estaba esperando, pero no te reconocía ¡Estás completamente cambiado! — "Oh, es verdad" Se me había olvidado completamente que Crystal se había dedicado a jugar a las muñecas conmigo. Aunque nunca habría imaginado que fuese hasta tal punto que mi amigo de la infancia dudase al verme. 

 

Un incómodo sentimiento se asentó en mi estómago con ese pensamiento. Aún sorprendido y confundido por encontrarme al chico en un sitio como ese señalé a mis espaldas, hacia la cabellera pelirroja de Crystal

 

 — Eso es obra esta cosa que tengo detrás. A mi no me preguntes— Por detrás pude sentir como Crystal asomaba la cabeza sobre mi hombro y ni corta ni perezosa recorría a Martín con la mirada, probablemente buscando los posibles fallos para en un futuro también jugar a las muñecas con él. No pude evitar sonreír al ver por el rostro de la chica que había fracasado en su intento. 

 

 Se podría decir que la madre de Martín tenía un "pequeño" problema de adicción a las compras y siempre se había dedicado a vestir a su hijo en contra de su voluntad. El resultado era que mi amigo solía ir con unas pintas que le pegaban más al típico chico rebelde de película que rescata a las adolescentes del instituto y las lleva a vivir aventuras en su moto mientras hace un doble salto mortal con triple tirabuzón (Creo que os hacéis una idea). Las chicas por ellos siempre habían juzgado mal a Martín y he de reconocer que yo también lo habría hecho, de no ser por qué sabía a la perfección el verdadero chico que se escondía entre tanta chaqueta de cuero y cabellos alborotados... un completo friki. 

 

Martín era un chico dedicado a sus videojuegos, sus animes, los libros de fantasía, las cartas de rol. Parecía estar todo el día en su mundo. No buscaba follones, no se metía en peleas, para él era mucho más interesante lo que había ocurrido en el WoW que el cotilleo de turno del instituto. Creo que esa fue una de las razones principales por las que siempre nos habíamos llevado tan bien. A ninguno nos interesaban las cosas aburridas y cotidianas del día a día. Mientras que con el resto de mis amigos siempre me había visto forzado a vivir la "vida estudiantil" con Martín sabía que podía dejar fingir ese falso interés y tener conversaciones de cosas que realmente atraían más mi atención que sabía perfectamente que al resto del mundo le parecían ridículas e insignificantes.

 

 La voz de Crystal me hizo volver al mundo real. La chica se había colocado enfrente de Martín con los brazos en jarras y le miraba fijamente. Por el aura que la rodeaba pude sentir que estaba molesta por no haber encontrado el fallo en el vestuario de mi amigo. 

 

— ¿Y tú quién eres? — El rubio no pareció percatarse del tono malhumorado de mi amiga porqué cuando habló mantuvo su tono de alegría característico. Ante eso pude notar como la voluntad de hierro de mi amiga flaqueaba.—

 

 Martín, un amigo de Dan ¿Y tú? 

 

 —Crystal— Mi amigo sonrió amplia y sinceramente y extendió la mano hacia la pelirroja 

 

—Encantado— Crystal correspondió al saludo con menos fuerza de la costumbre. Enmudeció repentinamente y... un momento... ¿Acabo de ver a mi amiga sonrojarse? Un repentino silencio inundó la conversación e incomodo decidí romperlo preguntando a mi amigo, que no parecía notar lo raro de la atmósfera. 

 

— ¿Cómo demonios sabías que iba a estar aquí?— El chico se llevó una mano a la cabeza y se rascó detrás de la oreja haciendo una mueca. 

 

— Tu hermana me dijo que venías a trabajar aquí — Fruncí el ceño. Andrea era capaz de soltarle hasta el secreto más importante a un desconocido — y como llevas tanto tiempo desaparecido me pareció buena idea hacerte una visita. — Suspiré. 

 

—Bueno. Ya que estas aquí ayúdame con las tareas de la tienda por un día— Mi amigo asintió enérgicamente y sin decir nada más se adentró en la tienda de Tarón. Crystal, aún demasiado muda se dispuso a seguirle, pero cuando mi amigo cruzó la puerta la agarré por el hombro para impedirla avanzar. Cuando la chica se volvió hacia mi se encontró un dedo acusatorio señalándola. 

 

 —Te mola Martín — La chica tardó unos segundos en reaccionar, pero al final se sacudió de mi agarre notablemente nerviosa. 

 

—¡No digas estupideces, idiota! Ni en sueñ... 

 

—Martín no es como crees Crystal— Mi tono se había tornado un poco más serio ahora. No sería la primera vez que veía a una chica interesarse por mi amigo guiada por las pintas de "Chico malo" que solía llevar. Luego a la larga veían como era de verdad y acaban causando un numerito de indignadas que lo único que hacía era confundir y causar problemas a mi amigo. Por eso no quería volver a vivir una de esas escenitas y mucho menos si esta vez se veían implicados mis dos mejores amigos. La chica volvió a enmudecer unos instantes, meditando mis palabras, luego soltó unas cuantas palabrotas y abrió la puerta al interior de la tienda con un gesto brusco. 

 

 —Déjame en paz— Cuando la chica cruzó la puerta suspiré derrotado. " Solo espero que no se líe mucho" Luego me apresuré a seguir a mi amiga al interior de la tienda. 

 

 Tarón no pareció sorprenderse por ver a un desconocido dispuesto a trabajar en su tienda. Más bien actuó como si conociese a Martín de toda la vida y él hubiese estado trabajando ahí todos los días como yo. Sin siquiera presentarse nos mandó una lista de cosas que hacer de su famoso cuaderno de hojas amarillas y desapareció de la vista.Podría decir que fui una persona caritativa y decidí avisar a mi amigo de las...peculiaridades de la tienda para evitarle pasar los malos ratos que pasé yo en mi primer día... pero a quien voy a mentir. Directamente me quedé callado disfrutando internamente como el chico las descubría por su propia cuenta. Hay que admitir que Martín aceptó todo con entereza. Hasta yo me sorprendí de que no hubiese salido huyendo por la puerta tras la primera tarea.  

 

Cuando el chico se acercó a mi tras medio días de duro trabajo tuve que apartar la vista y fingir interés por los relojes que en ese momento estaba poniendo a deshora para que mi amigo no viese la enorme sonrisa de diversión en mi rostro. Martín se apoyó en la pared justo a mi lado mientras resoplaba con fuerza y se secaba el sudor de la frente. 

 

 —Dan, sabes que yo aprecio mucho nuestra amistad...— Sin decir nada desvié la vista del enorme reloj de cuco para centrar la atención en el rubio con curiosidad — Por eso te haré un favor. Puedo hacer que la muerte del loro parezca un ... accidente— El chico enfatizó la última palabra añadiendo comillas con los dedos. Me eché a reír, por eso me llevaba bien con Martín, parecíamos tener los pensamientos en sintonía. 

 

— Ya veo que has conocido a Yago— Mi amigo soltó otro resoplido y se dejó medio caer encima de una de las sillas de la tienda. 

 

— ¿Cómo es posible que pueda dar tanto trabajo una cosa tan pequeña?

 

 — Va a juego con los clientes de la tienda —Martín esbozó una sonrisa divertida que no llegó a más debido al cansancio. El chico me observó mientras trabajaba en silencio. Por lo ausente de su rostro supuse que le estaba dando vueltas a algo. Cuando por fin volvió a hablar confirmé las sospechas. 

 

— ¿Que tal el verano? Debe de haber sido aburrido estar todo el rato solo en casa— Dejé de pelearme con los engranajes del reloj para mirarse sintiendo una oleada de culpa, pero mi amigo no pareció notarlo — Sergio me llamó ayer —continuó mencionando otro de nuestros compañeros/amigos/gente soportable de clase — Los chicos querían quedar el próximo martes en la cancha de mi barrio, te intentaron llamar, pero llevas unos días un poco ausente. — De nuevo el incómodo sentimiento de culpabilidad me azotó. Quizás fue ese el motivo por el cual contesté sin pensármelo dos veces. 

 

— Oh, perfecto. Estaré ahí— Mi amigo sonrió de nuevo con esa expresión de alegría pura en el rostro.— Guay — Con los ánimos renovados se levantó de la silla — Entonces creo que mi misión aquí ha terminado. Si no te importa me voy a ir antes de que el señor raro me haga limpiarle las plumas al loro o algo por el estilo. — Dicho eso el chico recogió sus cosas y evitando llamar la atención de Tarón salió a hurtadillas por la puerta mientras yo no podía evitar reírme a su costa. 

 

 El resto del día había pasado como cualquier otro día en la tienda de tarón, un completo caos. Creo que nunca me llegaré a acostumbrar del todo a este tipo de trabajo tan desordenado, pero algo me decía que precisamente por eso me gustaba trabajar en aquel sitio. Cuando por fin colgué el cartel de cerrado aquella tarde una gran sonrisa de satisfacción me iluminó la cara. Crystal, que había estado demasiado callada durante el todo día, también sonrió contagiada por mi buen humor, aunque a mi no me engañaba. Esa mirada ausente decía que estaba tramando algo. 

 

 — Tú amigo se ha ido muy pronto ¿no? — Fruncí levemente el ceño por su comentario "Lo sabia". Detrás de ese tono inocente se escondía algún plan acosador diabólico.

 

 — Crystal, hazme caso por una vez en tu vida. Martín no es el tipo de chico que te gusta.— Mi amiga encarnó una ceja. 

 

— ¿Y qué tipo de chico me gusta? — Me encogí de hombros inconscientemente. 

 

 — Chicos raros como tú — Mi amiga se rió por mi comentario y asintió con la cabeza. 

 

— Puede que tengas razón— Sonrió enigmáticamente y sacudió la cabeza como si quisiese quitar alguna clase de pensamiento indeseado de su mente— pero me has malinterpretado. No preguntaba por Martín por eso, solo que pensé que tal vez le divertiría acompañarnos ahora — Hice una mueca de desconcierto. 

 

— ¿Se supone que vamos a ir a un sitio ahora? — La sonrisa de la pelirroja se ensanchó y sus ojos parecieron brillar afirmando mi teoría de que estaba tramando algo. Con una rapidez que me sorprendió me agarró de la muñeca y empezó a andar con paso rápido por las callejuelas del barrio.

 

 — Me vas a acompañar a hacerme un tatuaje. 

 

— ¿Otro tatuaje más?— Mi amiga hizo un mohín.

 

 —¿Tienes algo en contra de la gente con muchos tatuajes? — Algo en la mirada de la chica me hizo desmentir la pregunta con rapidez. 

 

— ¡No! Por supuesto que no. Es solo que hasta ahora tus tatuajes te los has puesto porque tenían un gran significado para ti ¿no? ¿Qué se supone que te vas a poner ahora? — La pelirroja sonrió genuinamente y tiró de mi con más insistencia.

 

 —Ya verás.

 

 

 

 Ahora cuando recuerdo el momento en el que mi amiga me llevaba a la tienda de tatuajes pienso que fui enormemente estúpido por no caer en la cuenta, pero lo soy, por eso no lo recordé ni siquiera cuando llegamos al sitio y contemplé el escaparate lleno de dibujos extraños y místicos. No fue hasta que la puerta del local se cerró tras de nosotros y vi aquella cabellera azul que recordé el trabajo de Nay. Él no se percató de nuestra llegada en un principio. Iba de un lado a otro hablando con las personas, con esa sonrisa que solo consigue hacer él, no me preguntéis cómo. 

 

A pesar de que hacía solo una semana de la última vez que nos habíamos visto su apariencia me resultó tan extraña como si fuese el primer día. Nay tenía la capacidad de parecer alguien salido de un libro de fantasía solo con ponerse una camisa de cuadros normalita y unos vaqueros desgastados, pero no fue su aspecto lo que me pilló por sorpresa. Lo que me sorprendió fue el aura de tranquilidad que despedía por todo su ser. Aquel Nay parecía sentirse como en casa. Cuando por fin reparó en nosotros nos sonrió ampliamente, no una sonrisa de burla como las suyas típicas, ni una de esas sonrisas que no sabes muy bien si son de mentira o real, era una sonrisa totalmente verdadera y solo eso hizo que me quedase sin aliento. 

 

 A mi lado Crystal me dio un disimulado codazo para que reaccionase mientras pasaba a mi lado para seguido acercarse al peliazul. 

 

— Creo que sabes a lo que he venido pelo pitufo — El chico asintió sin verse afectado por aquel extraño mote de Crystal, más bien creo que le importa un bledo como le llamen al igual que le importa un bledo como se llaman el resto de personas. Sin borrar la sonrisa alzo la mano como indicando a la chica que esperase ahí.

 

 — Tengo el dibujo ya preparado, espera que lo busco — Dicho eso salió a paso rápido hacia una pequeña habitación de la sala y se perdió de vista. Aunque yo mantuve la mirada fija en el punto por el que había desaparecido aún aturdido. "¿Por qué su presencia te afecta tanto? Ni que llevases meses sin verles" A mi lado Crystal parecía estar de acuerdo con mi yo interno, porque en seguida se me acercó para hablar con tono burlón. 

 

— ¿Quieres hacer el favor de no ser tan cantoso? Si no fuese por que Nay está tan embobado como tú se daría cuenta en seguida de lo obsesionado que estás— Noté como las orejas enrojecían por su comentario y confundido pregunté.

 

 —¿Nay embobado? Creo que te equivocas — Mi amiga bufó y alzó las manos al cielo en un signo de frustración. 

 

— Los dos estáis imbéciles que es otra cosa— Fruncí el ceño sin comprender porque mi amiga me soltaba todo eso, pero en seguida apareció el peliazul de la nada con unos papeles en la mano y mi amiga se olvido por completo de mi presencia. Cogió los papeles y alejándolos por completo de mi se puso a ojearlos con interés. Fue entonces cuando ella y Nay empezaron una conversación sobre el diseño demasiado confusa para mi y acabé por alejarme de ellos para darles un poco de espacio mientras trabajaban. 

 

 Así aproveché para cotillear un poco el local. Pensar que aquel era el lugar de trabajo de alguien tan raro como Nay hacia que mi curiosidad por el sitio se incrementase enormemente. Solo con echar un rápido vistazo con la mirada podías entender que aquel sitio no era como una tienda de ropa o una peluquería o cualquier sitio de moda. Más bien parecía el taller de un artista. Por todos lados había gente discutiendo con los tatuadores sobre los diseños, pero en vez de mostrarles una imagen de lo que querían les contaban la historia que querían representar por medio del tatuaje. En cada esquina podías ver a la gente hablando de su vida y sus pensamientos con total naturalidad, como si no les estuviesen contando sus ideas más intimas a un completo desconocido... por que de alguna manera sabías que todos se entendían entre ellos. 

 

Poder expresar tus ideas y sentimientos a través de tu piel era casi como un ritual místico. No solo la gente era diferente en aquel sitio, el local no se quedaba atrás. Al igual que en la tienda de tarón no había ni un solo centímetro de pared que no estuviese recubierto con algún dibujo, alguna foto o algún póster de un grupo raro de esos que no conoce ni su madre. Fui caminando cerca de la pared para contemplar mejor cada dibujo de los tatuajes que supuse que habían hecho en aquel local. 

 

—¿Qué pensando en hacerte uno? — La voz de Nay sonó a mis espaldas, pero no aparté los ojos de los dibujos de la pared. No pude evitar sonreír divertido. 

 

— ¿Si me tatuase el anillo de Sauron podría controlarlos a todos? — Bromeé mientras volvía la cabeza hacia él. El chico me miró con una ceja encarnada e hizo una especie de mueca de resignación 

 

— Lo triste es que no me sorprendería que te tatuases algo tan friki — Me reí. En eso llevaba razón. 

 

 — Me gusta ver los tatuajes de las personas y saber la historia detrás de ellos, pero no tengo ningún interés en ponerme ninguno. Te lo puedo asegurar 

 

 — ¿Ninguno? Pues te quedaría bien uno aquí— Los dedos del peliazul rozaron mi nuca y bajaron hacia mi hombro. Inconscientemente ladeé el cuello facilitando el acceso. Disfrutando de los pequeños cosquilleos que su piel me producía. La voz de Nay sonó rozando mi oído con burla — Aunque probablemente elegirías algo raro de cojones a juego con tu personalidad.Tan rápido como había iniciado el contacto lo ceso. Dejándome un extraño hormigueo recorriendo la piel. Como si no hubiese pasado nada se irguió y me despeinó con la mano. Fruncí el ceño mientras huía de sus manos. 

 

— Eres un cielo de persona ¿Lo sabías? — Solté con EVIDENTE sarcasmo. Nay se limitó a encogerse de hombros. — El tatuaje de Crystal ya esta listo para empezar. Vamos

 

 

 

 


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